viernes, 31 de enero de 2014

Hablando de versos en Número Cero



Aprovechando la publicación de Al Aire Libre los compañeros de Número Cero me han pedido que les hable de mis cinco versos favoritos. Eso es imposible, por lo que opté por una pequeña selección de fragmentos de poemas de J.S. Papasseit, Trilussa, T.S. Eliot, Jean Cocteau y una anécdota baudeleriana. Puedes leer la selección aquí




La sonrisa de la Gioconda, de Aldous Huxley



Huxley antes de Huxley: La sonrisa de la Gioconda, de Aldous Huxley, por Jordi Corominas i Julián 

Aldous Huxley, La sonrisa de la Gioconda, Navona, Barcelona, 2014
Traducción de Enrique de Hériz

La acumulación del pasado es difícil de asimilar en un present como el nuestro donde se privilegia la información inútil. Acumulamos datos que sirven para una memoria de trivial pursuit que impide desarrollar un criterio crítico solvente, con capacidad para ofrecer interpretaciones que no sean flor del día.
La cultura de la segunda mitad del siglo XX ha situado con toda justicia a Aldous Huxley en un pedestal que más tiene que ver con el auge de la cultura psicodélica y de determinadas predicciones que tanto gustan. Su mundo feliz anticipó en forma de distopía ciertos rasgos de un futuro que también quiso anunciar su antiguo alumno George Orwell en 1984.

En los años cincuenta el trotamundos británico dio otra muestra de su capacidad de avanzarse a su época con Las puertas de la percepción, que no sólo debería ser conocido por dar nombre al grupo de Jim Morrison. De todos modos lo interesante, el punto que motiva esta reseña, es la publicación en Navona de La sonrisa de la Gioconda, una nouvelle de los veinte que nos muestra un estilo desconocido en el célebre e inteligente literato.

En esa década posterior a la Gran Guerra Huxley intuyó desastres venideros al tiempo que seguía la senda de una cierta tradición narrativa de su época. En la sonrisa de la Gioconda se perciben atisbos de una clásica trama donde un cínico seductor sucumbe a su propio exceso de confianza. En esta resaca de lo victoriano y la Belle Èpoque el protagonista puede recordar a ciertos caracteres de Zweig y de alguna que otra novela británica del período. Sin embargo Hutton, en su espiral de anhelada tragedia, es así al ser hijo de una clase social que privilegia un machismo de doble moral donde el hombre tiene las de ganar y la mujer es, nunca mejor dicho, una víctima que atiende. En esta dualidad se encierra una de las claves interpretativas del manuscrito, pues Hutton es infiel por naturaleza, casi por spleen. Se divierte y se aburre a partes iguales, Doris y Janet Spence son entretenimientos para potenciar su ego entre el marasmo.



La primera es una inocente y estúpida joven que aviva sus picores. La segunda es vieja para los cánones de otrora. Ha superado la treintena, tiene un gusto pésimo y sólo un cierto misterio la alumbra.
Como pueden entender en este triángulo debe figurar otra partícula que accione las teclas de la partitura. La mujer de Hutton está enferma y unas grosellas rojas rematarán la faena para la señora de la guadaña. Se debe guardar luto, es menester, y en esa tesitura observamos con breves pinceladas lo sardónico del entorno del protagonista, más preocupado por la coincidencia del funeral con el Derby entre Eaton y Harrow que por verter falsas lágrimas por la difunta, minucia que Huxley deja caer en un texto donde abunda la sutileza y la exhibición de una alta cultura que puede resultar extraña para el lector actual. No se preocupen, también fue criticada en su momento. En el nuestro, para quien desconozca las referencias, puede ser una oportunidad para irse a la cama sabiendo una cosa más.

El caso es que Hutton busca una condena que destroce una rutina anormal, un universo hastiado de exhuberancia que es repetición de la nada. Cabe, una vía de escape típica, ir a Italia, preparar un avenir que eternice el malestar o seguir con el triple juego para completar algo que detesta por un odio hacia sí mismo: la apoteosis de la ironía.

La sonrisa de la Gioconda se completa con un interesante epílogo de José Ángel Juanes, autor de una biografía del autor en el ya lejano 1971. La semblanza que traza en estas últimas páginas debería leerse antes de iniciar la lectura de esta aventura mental donde las acciones son fracciones de una pesadilla en ciernes de resolverse inesperadamente. Por favor, fíjense siempre en los médicos, saben mucho.

Segunda encíclica loopoética: sábado 1 recital en No Llegiu y espectáculo en Porta4




Este sábado Loopoesía 2014 abre sus puertas por partida doble. A las 13 horas llegará el turno de un recital Al aire libre en No Llegiu. A las 22h30 daremos paso a la performance en la sala Porta 4 del barrio de Gracia.

Loopoesía es amor

jueves, 30 de enero de 2014

Loopoesía en Todos somos sospechosos


La pasada madrugada tuvimos la suerte de charlar con Laura González en torno a Loopoesía 2014 y su poemario Al aire libre. Asimismo, en la extensa charla, recité una parte de su contenido. Puedes escucharlo clickando aquí

miércoles, 29 de enero de 2014

"Al aire libre", poemario de Loopoesía 2014



Como cada año Loopoesía renueva contenidos partiendo de un poemario que articula el show pero que tiene vida independiente. En esta ocasión se titula Al aire libre y aborda múltiples temas, entre los que destaca la pasividad de la sociedad contemporánea. El libro, prologado por Iván Repila, se divide en cinco partes que viajan por una serie de mosaicos hasta alcanzar un final con voluntad de incitar a la reflexión desde la poesía. Puedes adquirirlo desde hoy mismo clickando aquí

martes, 28 de enero de 2014

Berthe Morisot en Mujeres Malditas de RNE5



Esta pasada madrugada hablé en Mujeres malditas sobre la singladura vital de la pintora impresionista Berthe Morisot. Puedes escuchar la charla aquí.

domingo, 26 de enero de 2014

Trailer de Loopoesía 2014: "Al aire libre"




El pasado viernes, aprovechando que una de las cinco partes del poemario "Al aire libre" acaece en el Vaticano, me vestí con mi túnica pontificia y caminé por el centro de Barcelona junto a mi editor Daniel Ramos para rodar el trailer de Loopoesía 2014 que quien quiera puede ver en el vídeo.

sábado, 25 de enero de 2014

Sábado 1 de febrero, debut de Loopoesía 2014


Este sábado debuta Loopoesía 2014 con una doble presentación. Por la mañana, concretamente a la una del mediodía, estaré en la librería No Llegiu, donde leeré versos de mi nuevo poemario: Al aire libre, del que podéis leer un fragmento clickando aquí

Por la noche, a las diez y media, llegará el turno del show, que este año repite estreno en el Teatro Porta4 durante todo el mes de febrero.


Loopoesía es amor

viernes, 24 de enero de 2014

Diálogo con Eduardo Lago en la Microrevista




Entrevista a Eduardo Lago

El trajín de la semana me obliga a leer Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee de Eduardo Lago como si fuera un enorme tripi que devoro entre fiebre y mucha concentración para captar todos los detalles del exceso. Enrique Vila-Matas apuntó en la presentación barcelonesa de esta primera novela publicada por la editorial Malpaso que la obra de su amigo clausuraba la metaliteratura, y sus palabras se entienden una vez cerramos el libro y reflexionamos sobre un contenido donde las referencias, la ironía y los juegos son intensivos hasta el punto de agotarnos. Entremedias de un punto y otro navegamos por las páginas con Hallux, Marlowe, el original de Laura, escritores fantasmas, no les llamen negros, y una pléyade de personajes bien delirantes que sirven a Lago para exprimir un indudable talento muy anómalo en nuestra prosa.
Llego demasiado pronto a la cita en la librería +Bernat. Charlo con la librera Montse y al cabo de poco tiempo llega Eva, la jefa de prensa de Malpaso. Dos minutos más tarde aparece su editor, Malcom Otero, y Eduardo, al que acompaño hasta el fondo del establecimiento para que el ruido no nos moleste durante la charla. Sin conocernos de nada compartimos una pastilla efervescente, reímos por la bobada y decidimos empezar con la entrevista. Enciendo la grabadora.
Jordi Corominas i Julián: Eres un gran entrevistador. Parece que hayas escrito un libro para poner en dificultades a los entrevistadores.
Eduardo Lago: ¿En serio?
En serio.
¿Por qué?
Porque apabulla. Todas las piezas encajan. Dentro de lo que se estila en la literatura todas las relaciones que vas hilvanando exigen mucho al lector.
Tras la presentación del miércoles continué hablando con Enrique Vila-Matas y me dijo que no hay nada parecido en la literatura española y también comentó que era el fin de la metaliteratura. Me pareció sumamente interesante que dijera esto precisamente porque cuando empezaron las primeras series de entrevistas con el síndrome de Wikipedia, hay gente que te pregunta tonterías impresionantes, todo iba a lo de la meta literatura. Trataba de explicar que no y Enrique lo verbalizó muy bien. Al final de la conversación me preguntó por mi próximo proyecto y le conté que vislumbro una novela muy larga sin poderle explicar más, porque las obras van concretándose con el tiempo; ahora mismo imagino una novela de mil páginas, aunque vete a saber, quizá sólo escriba un cuento. Seguimos con la charla y Enrique, ¡Enrique!, me planteó la idea de escribir un libro que me acercara a un público más amplio. Eso sería un reto y un desafío, pero en clave de humor, sin arrogancia.
Tanto Enrique como tú, otra cosa es que determinados lectores lo noten, os ceñís mucho al humor y a la ironía, en este sentido la metaliteratura casi es un vehículo para lo primero.
En Aurora Lee es deliberado, palpable y muy directo. Lo de la metaliteratura es bastante interesante porque la parte central de la novela es el informe sobre El original de Laura, que sólo es una excusa para ir a otro lugar. No es tanto Nabokov como presenciar un proceso creativo y de destrucción en directo. En una de las fases de la novela una amiga mía, Catedrática de literatura en Nueva York, me comentó que le parecía muy interesante que una vez agotado el experimentalismo me metiera por ahí, experimentado y jugando con la idea de la ficción crítica. Me pareció darle la vuelta a la idea normal. No es metaficción, no es literatura, no es posmodernismo ni meta literatura. Eso son lenguajes que pertenecen al pasado.
No es sólo meta literatura. Hay una mezcla de textos, conceptos y estilos que le dan categoría de indefinible.
No creo que resulte posible, pero hay varios elementos.
La meta literatura sería la excusa.
No lo sé. Dices que hay muchos registros. La parte central es una especie de testimonio de cómo se crea una obra vista desde lejos, con lo cual, en lugar de analizarla, creo una narración paralela y la dirijo a la zona de las notas para que haya muchísimo humor y en ese sentido se revientan las notas porque no tienen cumplen su función informativa y en cambio adquieren una cómica.
Juegas con Nabokov, un maestro en este tipo de recursos, un gran mentiroso.
Es la estructura de Pálido fuego.
Sí, por eso lo decía.
Porque es un poema de 999 versos de John Shade que luego explica el profesor. La novela aquí se desarrolla en pequeños fragmentos.
En la universidad tuve un profesor fanático de Nabokov y nos destripó Pálido fuego. De todos modos en este sentido, ¿crees que le conviene al lector leer El original de Laura antes de leer tu novela?
Durante mucho tiempo hice mi propia traducción de El original de Laura. No se trata tanto de esclarecer lo qué pasa en ese texto. La clave es observar la mente privilegiada de un narrador.
En su deriva de finitud.
¿Podemos parar un momentito?
Sí, claro.
Durante tres minutos Eduardo desaparece y charla con Malcolm Otero. El problema de estas pausas es que generan una segunda entrevista que en este caso cobrará un rumbo que desde el libro versará sobre la novela, nuestro tiempo y los cambios que, poco a poco, lentamente, alteran el panorama.
A lo largo del informe de El original de Laura se menciona con relativa frecuencia la dinámica de un personaje que a través de la autodestrucción encuentra placer. ¿Es esa una característica en común de muchos personajes de la novela?
No. Lo interesante de la propuesta de Nabokov es que crea dos textos dentro de su propio texto que desarrolla simultáneamente por un sistema de fichas que le permite saltar de un lado a otro. Por una parte está escribiendo una novela dentro de la novela. Hay dos personajes femeninos que uno es el modelo del otro y también hay dos textos que uno es el modelo del otro. Esto es una novela de un escritor ruso que al principio conoce a una mujer muy joven que es a su vez la esposa de un neurólogo hilarante, muy gordo, quien está escribiendo un tratado secreto sobre el suicidio. Esto es lo que le interesa de verdad a Nabokov y es el subtítulo de la obra: Morir es divertido. Se trata de una reflexión de alguien que ve que se acaba todo, pero sin tonos trágicos. Se acaba la vida, se acaba la novela, se acaba la literatura y entonces tiene un tratado inacabado que es una operación de destruirse y tiene que ver un poco con la mística oriental, de la que también se ríe: borrar los pies, las piernas, el ombligo y el corazón.  Lo interesante tanto en el tratado como en la novela es que ninguna de las dos se terminan. Nosotros sólo vemos sus nervios y cartílagos, produciéndose un fenómeno a mitad del proceso creativo en el que todo se desmorona de repente y se confunde. Escribe una novela, un tratado sobre el suicidio y de repente te produce una escena donde se habla de la novela y el lector queda desconcertado porque pensaba que se estaba escribiendo un tratado.
Las fichas tienen la belleza de lo que aún debe pulirse.
Pero eso hace que todo sea más interesante. Si Nabokov hubiera terminado El original de Laura nos habría legado una novela de segunda, una novelita sin la grandeza y el misterio de sus obras maestras.
Y las fichas para tu novela son el acicate que permite jugar.
Es lo que lo provocó directamente. En vez de ver algo perfecto e inacabado pensé en las fichas como el laboratorio de un loco o un mago.
eduardolago1
Y la influencia del mago, como estas fichas,  afecta años después a seres humanos que en principio no deberían tener ninguna relación de él, porque el encuentro de Hallux con El original de Laura es epifánico.
Y desencadena todo. La parte clave de la novela es cuando hablan los dos escritores, Hallux y Marlowe, que además tienen dos nombres, uno verdadero y otro falso, para jugar como Laura y Flora, que Flora es el original de Laura. Eso es lo que desencadena el proceso total. Empieza a partir del reconocimiento entre ellos dos, ciando Marlowe pregunta a Hallux qué se propone hacer. Ese diálogo es fundamental porque permite una reflexión sobre todo lo qué es la literatura, de los títulos a los best sellers.
Mezclas el concepto de lo qué es la literatura con detallitos que tienen que ver con las nuevas formas de expresión narrativa. Los dos escritores coinciden en una empresa de videojuegos más tarde Marlowe visita al camello Gordon Carver que se parece sospechosamente al protagonista de Breaking Bad: videojuegos y series dentro de un discurso literario.
La desaparición de la persona física de Nabokov es una metáfora de la desaparición de una manera de expresar las cosas. Lo de los videojuegos se ve cuando la azafata lleva a Hallux por un pasillo que le lleva a Marlowe y en un momento concreto son víctimas de un ataque sideral. Para mi el videojuego es una forma narrativa muy poderosa. Mis alumnos dicen que no juegan a eso, claro, son alumnos serios, no saben de eso.
Pero si verán series, seguro que eso no lo niegan.
Creo que ahora mismo los mejores escritores trabajan para la televisión, y es así porque le da mucha agilidad al formato narrativo. La novela está muy esclerotizada. ¿Por qué me interesa tanto El original de Laura? Porque es una novela que ha estallado, se ha roto, no está terminada, es como cuando metes una botella en el congelador y estalla. La novela no cabe en el formato anterior y ahora mismo ya no valen los códigos de antes. Y no es la crisis.
Es algo previo a la crisis.
Estamos viviendo la revolución que ha habido en el mundo de la narrativa después del libro. La palabra literatura se acuña en el siglo XIX, pero antes tenemos la épica homérica, cantares de gesta y sin ir más lejos siempre se ha transmitido algo, desde el aeda, desde el rapsoda. Una gran revolución es cuando se inventa el alfabeto y las historias pueden transcribirse. La segunda revolución es el libro. Antes del alfabeto existían los memorizadotes. La revolución actual es la desaparición del libro, que se transformará en otra cosa. Estamos en una librería, pero esto ya ha muerto, ya no es el reflejo nuestro tiempo.
¿Esta esclerosis se produce por una incomprensión de los novelistas hacia lo que es el cuerpo de la novela? ¿Surge por la ceguera de no renovarla y conformarse?
Sí, pienso que sí. Aún tenemos grandes genios absolutos como Coetzee. Me ha llamado la atención lo que has dicho de Breaking Bad, pero es la transmigración de ciertos modos expresivos de la narración a otros formatos nuevos como la televisión o lo que vaya a pasar en Internet. En este sentido sí que pienso que es totalmente absurdo y obsoleto aferrarse a contar historias dentro de un esquema anterior que ya no vale. La novela tal y como existía antes no comunica con la gente, y eso sucede porque el autor se aferra a un modo que ya no es válido. Nabokov es un grande, pero es más allá de él.
Nabokov es una metáfora de finitud de una forma de entender la literatura, su desorientación es como la de los ordenadores cuando empiezan a hacer el tonto.
Y es un fin que es un principio. Estamos al principio de algo. Hay una idea de Bajtín muy interesante, y vieja. Dice que la novela es el género más joven de todos, y está en su infancia. Yo digo que está en su Prehistoria, no ha llegado a desarrollarse plenamente, mientras otras formas como la épica sí.
Y estamos, ahora que mencionas esta palabra, creo que hay un uso y abuso de ciertas palabras. En tiempos de crisis cultural hay un exceso de novelistas que no han entendido tu idea de que la novela está en su Prehistoria y siguen anclados en usos decimonónicos de la narrativa.
Totalmente. Hay una escena en mi novela donde un personaje es un perro. ¿Un perro que habla?
Y sale la anécdota pynchoniana.
Pynchon es uno de mis grandes referentes porque nos lleva por un camino nuevo y diferente. En Mason &Dixon habla un pato, pero es que en los primeros paradigmas de novela como En las mil y una noches hay caballos que vuelan. Los tiempos nuevos requieren un formato nuevo para la narrativa.
¿Y hacia dónde crees que puede orientarse?
Saltará por los aires. La imagen no puede estar tan reñida como la ha estado hasta ahora. ¿Por qué no leen las nuevas generaciones? Lo que se les da es muy antiguo, se niegan a leer estos tostones realistas. Está naciendo una nueva criatura, si supiera cual es, trataría de cultivarla. No se trata de logros, más bien de intentos. Con mi novela comparto la perplejidad de un hallazgo. La imagen que utilizo de La casa encantada de John Barth encaja muy bien: estamos en un lugar donde pasan cosas maravillosas que no entendemos muy bien porque estamos a oscuras.
Lo más interesante en cualquier circunstancia es que para entender tienes que investigar, que es lo que propones en la novela.
Comparto una perplejidad, pero tampoco elegí escribirla. Es como cuando percibes que en un sitio hay algo importante y no sabes qué es. Tanto tu pregunta inicial como las observaciones de Enrique son reveladoras, pero claro, yo no puedo cambiar nada, no hay ninguna fórmula de entretenimiento.
Otra problema de la literatura actual es que está muy cerrada en sí misma, y eso posibilita dos lecturas de tu novela: el amante hermético de la literatura se tomara todo muy en serio y disfrutara las referencias sin captar las múltiples ironías que divertirán a un lector menos encorsetado.
La ironía es absolutamente clave. Tengo una teoría de la literatura actual que se centran en lo norteamericano y se centran en Jonathan Franzen y David Foster Wallace.
Que aparecen en la novela.
A propósito, y se encuentran a través de la muerte y después del suicidio. Mientras hablo contigo me acabo de dar cuenta de un aspecto, a ver si lo retengo. Franzen se pregunta en voz alta quien tiene tiempo hoy para leer una novela en las circunstancias de la vida moderna. Nadie. Muy interesante, entre otras cosas porque él escribe novelas de mil páginas con mucho interés. Ahora mismo en todas partes se sigue el modelo televisivo norteamericano, donde además de las imágenes principales lees siete informaciones distintas de forma simultánea.  Te informan de un atentado mientras lees de una victoria de Djokovic. Nuestra percepción ha cambiado y nuestra relación con la realidad se ha alterado. Ahora estamos en un ámbito de multitas King. Foster Wallace muere sin entender del todo Internet. Lo entrevisté y me lo confesó. Si ahora estuviera vivo haría cosas completamente diferente, y lo serían en un sentido de simultaneidad. Todos los aparatos que desarrolla con notas al final de La broma infinita son tentáculos de la narrativa que te obligan a dispersarte y a perderte en muchos otros lugares. ¿Por qué el realismo es absurdo, negativo y falso? Porque no refleja cómo son las cosas, nadie vive en mundo lineal. Vivimos como en la televisión, percibiendo mil cosas a la vez.
Isaac Rosa hablaba del panóptico, y tiene razón. El tiempo actual nos acerca más a la posibilidad de una simultaneidad que nos hace intuir una totalidad que es imposible de abrazar.
Lo del panóptico lo explica perfectamente. Algo antiguo que podemos relacionar con nuevas formas de percibir y una exigencia.
Marlowe y Hallux precisamente siempre están en paranoia porque creen que alguien les investiga, se sienten perseguidos en todo momento.
Y no pueden comunicarse por teléfono móvil ni por correo electrónico porque alguien persigue lo que están haciendo, pero aquí entra el aspecto delirante del tema: ¿Quién querrá asesinar a alguien para leer un informe literario?
Pero los parámetros absurdos rigen la sociedad.
Sí, y claro, eso es deliberado.
Todo lo que hemos hablado de la esclerosis lo había visualizado más en la poesía, un arte que en la gran mayoría de casos no ha renovado ni formatos ni temas, está anquilosada en el pasado. Eres de los pocos que me habla del bache de la novela, quizá porque no vives aquí.
Sí, pero lo hago desde la idea de la posibilidad de un renacimiento. Si nos conformamos con lo que hay se quedan los productores sin los receptores. Mi hermano es escritor, tiene una hija fantástica de diecinueve años y ella al ver la novela la observó como si hubiera encontrado un objeto brillante y radioactivo que no abrió. Y hablamos de una persona sensible, criada en un ambiente culto y literario. La culpa es del rancio que dice ser novelista y seguirá escribiendo las mismas novelas que se escribían hace dos siglos. Franzen es muy inteligente porque sí lo ha conseguido. Ha escrito un tipo de novela, que rechazo para irme con el modelo de Foster Wallace, con el que ha llegado a millones de personas. Pero no podemos escribir como hace ciento cincuenta años.
Y de hecho en la novela en algunos momentos Marlowe y Hallux hablan siguiendo el formato pregunta respuesta de la catequesis que ya usó Joyce en el Ulises.
Si nos ponemos a analizar técnicamente la novela veremos que la segunda persona es importante y asimismo el uso del diálogo como exégesis crítica. No obstante me interesa lo que has dicho de la poesía. Si dura será que tiene algo de eterno, ha tenido pocos cambios. Hay una ley darwiniana en la novela. La gente busca lo que necesita. Si la gente no necesita novelas pues adiós muy buenas.
La ley de la oferta y la demanda.
Es muy evidente que la gente no quiere este tipo de novelas. El afán de supervivencia de la industria editorial hace que se torture al público deformando sus gustos y obligándoles a leer basura tras basura.
Y en la novela se menciona esto con el elenco de superventas donde poco importa el nombre del autor.
En Estados Unidos se están haciendo cosas muy interesantes, pero ojo, también está amenazada la novela literaria en Estados Unidos, no te creas.

jueves, 23 de enero de 2014

Volar en Todos somos sospechosos



Esta madrugada en Todos somos sospechosos Laura González y servidor hemos hablado de volar, de la antropología aérea, con todos sus dimes y diretes. Puedes escuchar la charla clickando aquí

miércoles, 22 de enero de 2014

Les parelles dels altres, de Gonzalo Torné

FACETAS OCULTAS EN LA NORMALIDAD

Suelen aburrirme las presentaciones literarias, sobre todo por su formato, demasiado cargado de solemnidad, con previsibles charlas donde el elogio intenta mezclarse con erudición y una pizca de humor. Sin embargo la de Les parelles dels altres me enriqueció porque consiguió generar debate sobre varios temas que considero importantes.
¿Por qué existe tanta distancia en tan poco espacio? Hablo de los grupos literarios de una misma ciudad. Barcelona es el máximo ejemplo de una normal convivencia bilingüe, pero en las letras apenas hay contacto entre las dos orillas, como si se negarán una integración y un conocimiento que sin duda mejoraría el panorama y le aportaría facetas que, con toda probabilidad, ignoramos porque no se ha producido el gran atrevimiento del contacto.
Gonzalo Torné | Foto: Ester Andorrà
Gonzalo Torné | Foto: Ester Andorrà
Con Les parelles del altres se ha dado este pequeño milagro. No creo necesario introducir en exceso la figura de Gonzalo Torné. En mi humilde opinión es una de las mejores noticias que ha dado el último lustro de narrativa española. Su prosa es bien reconocible desde múltiples coordenadas que incluyen agudeza, observación, mucha ironía y una encomiable capacidad de mostrar lo apabullante que es la cotidianidad, desde los detalles callejeros hasta la rutina de los interiores donde nadie nos ve. Es un narrador de Barcelona que la describe sin aspavientos, con una naturalidad que le atribuye rol de protagonista que asimismo es el tablero donde los personajes mueven sus fichas con más o menos fortuna.
En el debate que el mismo autor y su traductor al catalán, Joan Todó, entablaron en la librería Laie me llamó la atención la referencia a la figura del novelista de Barcelona. Se llegó a la conclusión que, por motivos lingüísticos, hay más narradores castellanos que asumen este papel, mientras la novelística en catalán no ha reparado en exceso en la capital que se come al resto del país. Por eso mismo, porque Torné en este sentido sigue una tradición muy heterogénea que va de Marsé a Martínez de Pisón, creo que es un gran acierto traducir estos cuatro cuentos al catalán, algo que con toda seguridad hará que muchos lectores se atrevan a frecuentar parajes que, por determinadas querencias idiomáticas que todos tenemos, no suelen frecuentar. Y así como afirmo lo anterior también creo que no estaría de más repetir la operación en sentido contrario para que el público castellano pudiera conocer más autores que normalmente escriben en catalán, firmas con sobrada calidad que debería ser reconocida más allá de sus clásicos acólitos. La literatura no tiene fronteras ni banderas por mucho que algunos se empeñen en perpetuar esta idea.
Joan Todó | Foto: Ester Andorrà
Joan Todó | Foto: Ester Andorrà
Traducir Les parelles dels altres es una operación de riesgo que Todó ha resuelto con sumo éxito. El experimento deja de serlo al abrir su páginas, donde hallamos cuatro tramas que son una especie de invitación a todo el universo de Torné, condensado en destellos que con poco consiguen mucho. El dia del porc contiene imágenes brutales que parten de esta nostalgia urbana que tienen muchos de los caracteres inventados por el barcelonés. Una noche de soledad nos transporta al recuerdo de una infancia de antes, de niño de clase media que transcurre las vacaciones en medio de un ambiente rural donde la lentitud y la excepción marcan una separación con la ciudad y su trasiego. El padre de la criatura quiere que conjugue la velocidad con la mansedumbre, pero eso no es lo más importante. El adulto que rememora al niño que fue, los infinitos yoes de una existencia, piensa en ese pobre cerdo que en ocasiones vio fornicar y del que intuyó sus últimos instantes. El sexo y la muerte del animal ocultan otro trasfondo clave: la voluntad de superar fases del chaval, de crecer para evolucionar.
LaBreu Edicions
LaBreu Edicions
Les parelles dels altres, relato que da título al conjunto, es una parte descartada, creo recordar que por motivos de extensión de Hilos de sangre, cuenta desde la excusa del retorno de Clara, la mujer de Joan-Marc, a Barcelona una serie de peripecias amorosas de los demás. Clara se siente desorientada con la vuelta al origen y siente que ha llegado a una fiesta donde todo el mundo ya tiene un discurso al que debe reengancharse. En estas la casualidad, que casi nunca lo es, hace que coincida con Irina, una antigua amante que le contará su intento de estabilizarse a través de relaciones sentimentales y sexuales, más lo segundo que lo primero, con las que dar con la tecla justa que ordene el difícil tránsito por la treintena, década vital que sirve a Torné para armar algo en lo que desde mi punto de vista es maestro, pues pocos captan como él la absurdidad de dimes y diretes cotidianos que muchos juzgan como esenciales para medrar en el camino. Ello se aprecia a lo largo de todo el relato y quizá, de un modo más concreto, alcance su paroxismo cuando los romances escuchados pasan a ser los de Álvaro, hermano de Clara, desorientado en su afán de su propio orden.
En la transacción se aborda el mundillo literario desde una trama donde la figura del doble enfrenta dos carreteras que siguen vías paralelas al revés. Un escritor circulará de lo alto al precipicio mientras un antiguo admirador trepa las cumbres hasta ser una figura demoníaca para su otrora admirado colega, que lo desdeñaba en sus primeros balbuceos por la jungla. El cuento tiene una sucesión de matices que hace muy recomendable su relectura, porque es entrelíneas donde se oculta su verdadero significado.
Cierra el libro el cuento Dorment, donde el soliloquio de una mujer en plena disolución retrata con escalofrío la demencia, la derrota y la absoluta rendición de un ser humano abocado a una lúcida desdicha donde el juego entre lo exterior y el piso donde acontece el episodio narrado es una clara metáfora de miedo y aislamiento a la espera de la beckettiana señora Chang.
Un hilo común de este póker de relatos es la acuciante conciencia de la brevedad de nuestro tiempo. Demasiado hemos tardado en ser valientes y crear trasvases entre castellano y catalán. Deseo de todo corazón que el libro del que hemos hablado no sea la excepción que confirma la regla y se den más iniciativas de este tipo.

Hemingway en el Laberint de Wonderland



Hoy en el Laberint de Wonderland hemos hablado de las filias y fobias de Ernest Hemingway, Desde sus manías a la hora de escribir, pasando por la teoría del iceberg, su don para popularizar lugares hasta terminar con el inevitable alcohol. Puedes escuchar la sección a partir del minuto 46 del enlace clickando aquí

martes, 21 de enero de 2014

Miércoles 22, Hemingway en el Laberint de Wonderland






El otro día, mientras hablabamos de Venecia, nos dimos cuenta que en todo este tiempo no hemos dedicado ningún programa a Hemingway. Este miércoles arreglaremos el asunto con un especial centrado en cuatro aspectos de su leyenda.

1.- Filias y fobias

2.- La teoría del Iceberg

3.- Pisar un sitio y popularizarlo

4.- El alcohol.





Cada miércoles a partir de las 14h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo:Rne4

lunes, 20 de enero de 2014

Salinger, de David Shields y Shane Salerno



El ermitaño relativo, la angustia esencial: Salinger, de David Shields y Shane Salerno, por Jordi Corominas i Julián
David Shields y Shane Salerno, Salinger, Barcelona, Seix Barral, 2014
Traducción de Javier Calvo

A mediados de verano una noticia corrió como la pólvora en los mentideros literarios. Se preparaba la biografía definitiva de J.D. Salinger y Seix Barral la iba a publicar en España. El largo artículo que informaba del acontecimiento me dejó indiferente porque estaba construido con clara intención de crear un efecto instantáneo de impacto, como si con sus palabras se inaugurara el pistoletazo de salida antes del día D y la hora H, que tanta importancia tuvieron en la vida del autor de Franny y Zoey.

Dos años antes había leído la investigación de Kenneth Slawensky- Salinger, una vida oculta- y reconozco que me pareció bien documentada y con suficiente recorrido como para saciarme de datos. Sin embargo, hace pocos días llegó a mis manos el monumento urdido por David Shields y Shane Salerno, quienes desde la introducción precisan su deseo de ser precisos en contraposición a Slawensky y sus errores más que reparables que empañaban aspectos fundamentales de la trayectoria de su protagonista absoluto.

La sugerencia me animó y la estructura del libro me atrapó por la sensación de transitar por un gran fresco de historia oral con un cierto aire a guión documental, algo bien lógico si se tiene en cuenta que Shane Salerno ha escrito y dirigido un filme de estas características centrado en el gran ermitaño de las letras norteamericanas. Los testimonios de amigos, escritores, editores, expertos y complementos varios confieren al texto una velocidad que se exprime al máximo mediante la concatenación de voces, creadoras de una polifonía que da vigor a un rompecabezas que quiere cerrar la cuestión analizada, y por ello desde su kilómetro cero expone su conjunto con diáfana claridad, con afán de matizar las claves que permitan entender al hombre mitificado desde su propia distancia y la de los demás, encantados con tal rara avis, fascinados por lo incomprensible de una actitud más que inusual en una modernidad, forjada en Estados Unidos, donde se privilegia la gloria desde el individualismo más exacerbado.



Salinger, esa es la tesis que vertebra la disección del personaje, fue un ser carcomido por muchos traumas insuperables. El primero fue de carácter físico. La ausencia de un testículo le sumió en una profunda inseguridad que se vio agravada por la pérdida de su gran amor, Oona O’Neill, quien con tan sólo 18 años se casó con Charlie Chaplin. Desde aquel momento el escritor del Guardián entre el centeno se obsesionó con flirtear y perseguir a chicas en un limbo entre la infancia y la adolescencia, jovencitas afines físicamente  a la mujer del gran cómico, para parar el tiempo, para perpetuar una inocencia que nunca recuperaría.

Su última esperanza se desvaneció en Europa. El joven Salinger, hijo de una familia medio judía de Nueva York, recibió mucha protección materna mientras poco a poco aspiraba a devenir un narrador de excepción que concretó su ambición en el New yorker, revista donde anhelaba publicar sus relatos. Antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial el camino se auguraba espinoso sí, pero con un horizonte más que prometedor.


El salvaje conflicto que asoló el planeta entre 1939 y 1945 transformó al chico alto y desgarbado en un adulto marcado por la dureza de las batallas y la inolvidable visión del horror en el campo de Kaufering, antesala de Dachau. El olor a carne humana y el desolador panorama de la barbarie dejaron un poso demasiado imborrable en su memoria hasta condicionar el resto de su existencia. La amistad con Hemingway y la victoria como fruto final tras tanto esfuerzo quedaron relegadas a meras efemérides eclipsadas por un dolor supremo que se constató con su ingreso en un hospital psiquiátrico militar de Núremberg.

Volvió (des)compuesto y con una esposa alemana que resultó tener un oscuro pasado en la Gestapo. Al cabo de pocas semanas ella cogió sus bártulos y regreso al Viejo Mundo, lo que no fue obstáculo para que Salinger se comunicara con ella telepáticamente. Estas rarezas, y la inadaptación de quien retorna a la normalidad sin poder aceptarla ni ser entendido por sus semejantes, quedaron apartadas durante un decenio prodigioso que le encumbró a una fama absoluta entre relatos y El guardián entre el centeno, su obra cumbre que le catapultó a una popularidad que se volvió odiosa. Martirizado por sus recuerdos bélicos recibió amor cuando esperaba desdén. Este factor inauguró la senda hacia su aislamiento, siempre relativo, porque durante más de medio siglo desapareció con puntuales epifanías que hacían entender a sus acólitos que vivía y estaba al tanto de su encumbramiento. Su táctica no era en absoluto novedosa. En la Antigüedad tardía los emperadores se daban el lujo de ser invisibles porque sus bustos de mármol eran omnipresentes en los espacios públicos.




El verdadero motivo de su ostracismo voluntario- consolidado de forma definitiva en 1965 tras la publicación del relato Hapworth 16, 1924-  según los autores del extenso volumen fue su creencia en el hinduismo vedanta. De hecho la obra se estructura en cuatro partes que son las fases que determina esta religión: Aprendizaje, deberes del dueño de una casa, retirarse del mundo y, como colofón, la renuncia al mismo, alejarse del mundanal ruido para satisfacer los mandatos promulgados por Swami Vivekananda, introductor de estas doctrinas en Occidente a finales del siglo XIX.

Durante su retiro la paz fue más bien esporádica. Los romances, las interrupciones, los fans y el delirio de asesinatos de jóvenes guiados por las andanzas de Holden Caulfield tejieron un negro velo que desde mi modesta opinión se acrecienta tras leer la construcción de Shields y Salerno, donde se derrumba la imagen idealizada de Salinger porque se escarba en el muro que quería proteger. Como cae el yeso y se quiebra en mil pedazos cuando contacta con el suelo, la magia se desvanece e irrumpe un padecer que lo baja del pedestal, humanizándolo hasta la angustia, porque su exilio del resto de los mortales fue más una condena autoimpuesta que una virtud cardinal.




Queda pendiente dilucidar si los años de Cornish, Meca de su credo y hogar con visos de bunker, fueron productivos y depararan nuevas prosas para sus seguidores. Los indicios apuntan a una respuesta afirmativa que complete el círculo de los Glass y las peripecias del hermano de Phoebe, alter ego de su inventor, fugitivo de sí mismo, víctima de una incomprensión mutua y perfecta entre la sociedad y su ego despedazado en el bucle de una guerra privada que sólo terminó con el último suspiro. 

jueves, 16 de enero de 2014

Con mis propias manos, de Maurizio de Giovanni



Con mis propias manos, de Maurizio de Giovanni, por Jordi Corominas i Julián
Maurizio de Giovanni, Con mis propias manos: La Navidad del comisario Ricciardi,  Barcelona, Lumen, 2014
Traducción de Celia Filipetto

En un pasaje de Autopsia, notable novela de Miguel Serrano Larraz, se menciona la flagrante ausencia de los pesebres en el pop español en contraposición con su uso frecuente en el mundo de la canción anglosajona, donde los fonemas de la palabra facilitan su rima con otras.

La imago mundi que representa esta construcción navideña se forjó en Nápoles, donde es una tradición muy arraigada que hace las delicias de niños y adultos. Por ello no es de extrañar que Maurizio de Giovanni sitúe una de sus figuritas como clave resolutiva de uno de los crímenes de su serie dedicada al enigmático Luigi Alfredo Ricciardi, comisario de la ciudad partenopea en tiempos oscuros.

La quinta entrega de sus aventuras se sitúa en vísperas de la navidad de 1931. El asesinato de una pareja en el barrio de Mergellina desata todas las alarmas. El crimen ha sido muy violento y huele a venganza, entre otras cosas porque uno de los finados era centurión de la milicia fascista del puerto, con suficiente poder para extorsionar a pescadores y acaparar enemistades que explicarían las sesenta puñaladas recibidas en su cuerpo.



El escenario del crimen está repleto de sangre que no oculta a un pobre San José en el suelo. El símbolo de la paternidad despreocupada, que sólo lucha por el bienestar de sus hijos, yace a los pies de una mesa, desgajado de su hábitat natural que es el pesebre.

Ricciardi, puente entre vivos y difuntos por un don especial, acaba de sortear los peligros de un adiós prematuro tras un accidente. El milagro de su recuperación y su poco interés por subir escalafones en la jerarquía policial le hacen un ser incómodo pero útil por su capacidad. Nadie más aúna tantas virtudes en pesquisas y resoluciones.

A su lado siempre está Maione, su Sancho Panza partenopeo, con barriga, un amor profundo por su familia y la desdicha de sentir como en esas fechas de paz y amor duele el recuerdo de la pérdida de un hijo asesinado.



¿Quieren más ingredientes? En esta aventura todas las piezas ya son muy reconocibles porque cada historia de la saga ha dado a sus protagonistas rasgos muy reconocibles. El doctor Modo, contrario al régimen mussoliniano, es el ojito derecho del comisario. Le ayuda en sus cavilaciones y no tiene problemas en ser generoso con los más necesitados. Su papel es determinante porque muestra el lado más humano del protagonista, asimismo visible en sus visitas a un cura que sabe de sus quebraderos amorosos entre una rica romana, la viuda Vezzi, y Enrica, su tímida vecina que cierra la ventana desde donde con anterioridad esperaba el discreto saludo del investigador de la sordidez urbana. La madeja no se lía sólo en el trabajo. Los hombres somos un perpetuo bucle de preguntas útiles para avanzar en el camino.

¿Quieren más? Los casos de Ricciardi son un estado mental que fluye por el tejido de una ciudad única e irrepetible. Los paseos y movimientos reflejan el exterior aún insertándose en un orden interior que es el del cerebro de todos y cada uno de los implicados, que no por nada residen en unos espacios determinados que explican, además de su profesión, personalidades y circunstancias. Lo dicho sirve tanto para monjas como para marineros o rufianes caídos en desgracia.

La estela de Ricciardi no deja a nadie indiferente. En Con mis propias manos deberá vérselas con fascistas de primera hora caídos en desgracia, superiores ineptos, religiosas amargadas, pescadores sin recursos y mil fuerzas ocultas que conspiran para impedir facilitar la tarea detectivesca, importante hasta cierto punto en un universo donde las cuestiones privadas tienen una relevancia cómplice con el lector.


Si nos centramos en un análisis basado en el giallo, observaremos cómo de Giovanni sabe aguantar la intriga casi hasta el último aliento mediante una intensidad acrecentada por la brevedad de los capítulos y la sabiduría con que alterna las varias voces narrativas que pueblan sus textos. Por otra parte cabe decir, y me parece de suma importancia, que no estamos ante un narrador que se limite a lo escabroso. Merece un aplauso porque su serie dedicada a la Nápoles fascista transcurre con la lentitud de la época de la que refleja tradiciones e idiosincrasia sin resultar petulante ni forzado. Todo fluye y se enmarca en el contexto, tan fundamental si se habla de un pasado tan negro desde el doble sentido mortuorio y dictatorial de aquella Italia, un pesebre viviente donde las nuevas simbologías añadían más riesgo a la ya de por sí tortuosa existencia.