lunes, 31 de marzo de 2014

Miércoles 2, cantantes escritores en el Laberint de Wonderland






Este miércoles cambiamos de escritores cantantes a cantantes escritores, y bien, la lista es larga porque en los últimos tiempos las editoriales han visto en ello un filón. Nosotros hemos seleccionados cuatro casos emblemáticos:


1.- John Lennon y el inicio del fenómeno

2.- Antonio Luque y Sabino Méndez en Matar en Barcelona

3.- Santi Balmes

4.- Nick Cave









Cada miércoles a partir de las 14h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo:Rne4

viernes, 28 de marzo de 2014

Diálogo con Miguel Serrano Larraz en la Microrevista




Diálogo con Miguel Serrano Larraz

Son las ocho de la tarde de un miércoles lluvioso en Barcelona. Salgo de dar clase y corro. He quedado en una parada de metro con Miguel Serrano Larraz, de gira por la irredenta Cataluña para presentar su última novela, Autopsia, donde sumerge al lector por un recorrido lógico pero no lineal donde todas las piezas, poco a poco, van encajando sin prisa pero sin pausa, con una dura suavidad que engancha entre humor, crónica, reflexiones, McGuffins y otras cosas que la charla, como no, desgranará.
El como no quiere ser redundante. Llego a la estación, miro por todos lados y no encuentro al escritor aragonés. Algo vibra en mi chaqueta. Consulto el móvil y compruebo que sólo nos separa la calle porque Miguel, se lo perdonamos porque está de visita, se ha equivocado de salida. Cruzo el tramo que nos separa, sonrío y al cabo de un instante, que bonita palabra es santiamén, estamos en un bar a la espera de unas birras mientras rompemos el hielo y chafardeamos como todo buen hijo de vecino hasta que decidimos ponernos el mono de faena, disparar nuestros quehaceres y posponer la cháchara para después, con toda la tranquilidad del tiempo y la noche. Enciendo la grabadora.
Jordi Corominas i Julián: ¿Ha sido muy largo el proceso de escritura de Autopsia?
Miguel Serrano Larraz: Sí, ha sido laborioso, unos seis años más o menos.
¿Y ha sido tan largo porque eres lento o por una cuestión estructural de la novela?
Por ambas cosas. Soy muy lento y me preocupa la estructura, hasta el punto que cuando terminé la novela pensé que era ilegible. Mi gran alegría al salir el libro es que la gente dice que se lee muy bien.
Se nota esa preocupación por la ausencia de linealidad y la abundancia de elipsis y otros recursos que, por otro lado, no afectan al curso de la narración, no obstruyen su desarrollo.
Ese era mi miedo, que se perdiera el hilo.
Pero al mismo tiempo la ausencia de linealidad no es un obstáculo para su comprensión y aporta un extra. ¿Cuál era tu intención?
En principio el origen de la estructura de Autopsia era la idea de dosificar muy bien la información. Por eso llegué a la estructura final.
Y que se dosificara bien no significa que quisieras economizar información.
No. Mi deseo era que todo se supiera en el momento justo.
Uno cuando empieza a leer la novela puede pensar que vas a contarnos una evolución desde que al protagonista le pegan los skinheads hasta el desenlace, pero esa evolución lineal no tenía ningún tipo de sentido porque el aspecto psicológico es fundamental.
Claro, uno de los temas es la memoria, la memoria como ficción, que es algo que me interesa mucho, y para que se entendiera el texto debía estructurarse tal como lo he hecho. La linealidad es muy peligrosa.
La linealidad hubiera convertido Autopsia en otra novela más, de ahí la importancia de tu juego estructural.
Y parecería que todo lo que se cuenta es verdad. La linealidad tiene eso, que es muy engañosa. Quería que se supiera que es una historia filtrada por la memoria, y por la culpa.
Lo de la culpa es mue interesante. Juegas todo el tiempo a una especie de despiste con la verdad y la mentira . Hay momentos confesionales donde parece que seas tú sin serlo.
Llevo repitiendo todos estos días, a todas horas, que en la novela hay un 90% de ficción y un 10% de verdad, pero no se lo cree nadie. (Risas)
Pero el 90% de ficción está basado en una verdad que no sale.
Sí, está basada totalmente en hechos reales.
¿Y lo del sentido de culpa?
Es uno de mis grandes temas de siempre. Yo siempre me siento culpable de todo. En cambio el personaje de Hans es todo lo contrario. Esto también tiene que ver con la noción de criterio. El personaje en cierto modo se siente culpable porque no tiene criterio.
Criterio moral.
Sí, por eso lo digo. Se dice que no tiene criterio estético, pero en realidad no tiene criterio moral, por eso necesita que alguien le explique las cosas.
Casi hablamos de dos Españas, pero no desde un sentido guerra civilista, hablo de dos Españas modernas, propias de lo que le ha tocado vivir a nuestra generación. Hans es el cinismo…
Sí, y el personaje de Hans está basado en este tipo de personajes carismáticos, magnéticos, completamente exagerados que sólo generan u odio o pasión. El personaje genera eso, no se puede juzgar desde un término medio.
Es fascinante y es un cretino absoluto.
Es un farsante, y hay una contraposición con Mensajero, su amigo. Hans es el ángel de luz y a la vez es un farsante, mientras que Mensajero es el ángel exterminador y a la vez es la verdad.
Y también es un seguidista que mantiene una cierta pureza.
Esa era la idea, contraponer la farsa y la realidad de la sinceridad y la coherencia. Dos polos que conviven en dos amigos inseparables.
¿Y tú personaje?
Está en tierra de nadie.
Y tiene algo que me gusta mucho porque comparto: observa las cosas y está presente todo el rato, pero es más una especie de cronista.
Él está convencido que nunca le ha pasado nada importante en la vida si exceptuamos el momento en que le jodió la existencia a una compañera de colegio. Ha construido su biografía a través de vivencias ajenas, se ha dejado llevar y nunca ha tomado parte de manera activa.
Pero representa una ética muy fuerte.
No lo sé, ¿tú crees?
Sí, es como si representará la ética que vendrá, en el sentido de cómo se enfoca la cultura en este país. Hans piensa en forrarse con algo que no es suyo, y ha estado en Crónicas Marcianas, mientras que tu personaje es como una hormiguita laboriosa que quizá recogerá sus frutos sin hacer mucho ruido.
Si te soy sincero creo que me había fijado más, le había dado más vueltas a Hans que al protagonista, pero tienes parte de razón porque va trabajando y no le interesa mucho ni el éxito ni la fama…
Pero curiosamente creo que se está dando lo que hace el protagonista, puede que lo veamos después de la crisis de la crisis. Vemos muchos libros que copan opinión y quizá nadie hable de ellos en diez años. Y quizá otros textos sin hacer tanto ruido permanezcan.
Ayer en una presentación del libro Jordi Llavina dijo que él forma parte de la primera generación que ha tarareado cosas de otros. Se sintió muy identificado con Hans en este aspecto. No hacía falta leer los libros, bastaba con citarlos. Le di muchas vueltas a la apropiación de Hans por lo ajeno, que es muy evidente.
Y hay la atracción por lo opuesto, Hans es un contrario.
Y lo mismo ocurre con Hans y Mensajero. Son totalmente divergentes, pero pese a ello son muy buenos amigos.
Y Hans no es mala persona.
Es un farsante, pero no es mala persona.
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Su perfil es muy preciso y me parece un personaje muy interesante porque responde a un estereotipo de personaje de la crisis.
El prototipo del cínico.
Y triunfa siendo muy consciente que su labor no tiene mérito alguno.
Lo tiene clarísimo.
Y contrapones este tema con la evolución principal del protagonista, que en cierto sentido es la evolución de nuestra generación.
No pensaba que estaba escribiendo una novela generacional, pero todo el mundo la lee como tal. Me parece bien, ya lo he aceptado pese a que mientras escribía pensaba que escribía sobre mí.
Es generacional porque cuenta cosas que todos hemos vivido, de la infancia con la tele, pasando por el instituto hasta por una adolescencia que no cambia tanto de una capital a una ciudad de provincias.
Lo cuento desde que lo he vivido, no tenía esa pretensión, pero claro, es normal que todos tengamos experiencias compartidas. No sé si también la del acoso escolar.
Y con el acoso escolar juegas con el engaño.
¿Por qué?
Porque parece mucho más importante de lo que es a posteriori.
Para él es muy importante. Me lo han dicho, que no pasa nada, pero ahí está la culpa. Es posible que a Laura Buey no le haya marcado, pero a él le ha condicionado la existencia.
Es un personaje que me fascina, aquel del que siempre se habla pero nunca aparece.
El centro oculto. Tenía que ser así. Las pocas veces que aparece sale muy filtrada por su memoria, de hecho con su memoria la sigue humillando, y se da cuenta, se la imagina peor de lo que era…
Lo hace, y al mismo tiempo se humilla a sí mismo.
Claro, y busca la humillación como expiación.
Como tiene un recuerdo muy negativo del acoso también negativiza sus experiencias anteriores, se considera un enorme pringado.
Cuando le pegan los skinheads no es eso lo que le duele, le fastidia que digan eso de “déjalo, que es un pringado.”
Él tiene varios yoes. No quiere ser la prima donna, pero al mismo tiempo siempre está ahí.
Quiere estar en la mesa sin querer ser el protagonista.
Es una clarísima autoprotección. Cuando va al Bar con Hans y Mensajero se siente irrelevante entre ellos dos, pero los que están en otras meses consideran que es alguien importante.
Porque está con Hans.
¿Cuándo terminaste de escribir la novela?
En verano.
¿Y en ese punto qué hay de autobiográfico?
No me considero como el protagonista y tampoco creo que los de la mesa de al lado, donde por cierto ahora no hay nadie, me consideren importante.
Por como está construido el personaje de Hans y de su relación con el protagonista se puede entender la evolución de este. Su primer contacto es en la librería de Hans.
Sí, donde el protagonista es un ser anónimo que observa a una especie de ídolo.
Y cuando conoce a Hans se produce una metamorfosis.
No quiere estar en un lugar destacado, ve las cosas desde fuera, pero está en el meollo.
¿Cuál era tu idea cuando empezaste a escribir Autopsia?
Quería centrar la novela en historias de violencias, pero luego se fue disparando en un montón de sentidos. Quería enfocar la violencia cotidiana desde muchas facetas, desde la estructural hasta la cotidiana pasando por la de género.
Una novela de tesis.
Pero por suerte no ha sido así, me daría mucha rabia.
La riqueza fundamental de Autopsia es que no está pensada desde una linealidad, pero al mismo tiempo está ruptura de la estructura clásica de narración no altera exactamente el orden.
Y creo que surgió de forma natural, no tenía un afán estructural, es una consecuencia lógica de lo que quería contar.
Para lograr tu objetivo, que tampoco lo es, usas dentro de la novela como muchas trampas.
Sí, me has pillado, lo confieso. La dosificación de la información es otra trampa.
Con estos trucos haces que el lector en ningún momento se sienta seguro.
Es contradictorio que el personaje vaya dando bandazos constantemente. No quiere contar algo y lo cuenta, no quiere exponerse y resulta que toda la novela es una confesión.
De repente, algo alucinante cuando estás fuera de casa, Miguel se encuentra con una amiga. Durante dos minutos se sorprenden y se cuentan sus últimas peripecias mientras le prometo a la chica que también saldrá en el diálogo. Continuemos.
El protagonista cuenta hechos de una cotidianidad absoluta.
Quería que tuviera un tono menor, no quería contar cosas espectaculares, en cierto sentido lo de Laura Buey, la expectación que genera, es otro truco para que el lector piense que pasará algo destacable, pero en ningún momento fue mi intención.
En la reciente narrativa española parece que todo lo que se cuente deba ser trascendente, pero a eso se llega desde una pequeña suma de factores.
Hubiera sido muy fácil inventar que Laura Buey se suicida o algo por el estilo, pero no, perdería todo el sentido. Habría sido un truco malo.
¿Y el título?
Tiene dos sentidos. Autopsia como disección de un cuerpo vivo y como visión de lo mismo. El libro estuvo a punto de llamarse Autoficción, pero mi chica me sugirió Autopsia, y me parece todo un hallazgo.
¿No crees que Autoficción hubiera sido un título muy pretencioso?
Mucho, sí, y además era poner demasiado el dedo en tener cuidado con lo que estaba contando, en la verdad y en la mentira.
La otra cosa que hace que la novela sea interesante para un abanico amplio de público es que pese a que ocurre en Zaragoza podría pasar en cualquier otro sitio.
Le tengo mucho miedo al color local, pero claro, debía contextualizarla.
Y pese a que las experiencias son compartidas por nuestra generación tampoco determinan la lectura.
El miedo del color local es que algunos leyeran la novela en clave, algo que en ciertos casos sí ha sucedido en Zaragoza, sobre todo con el personaje de Hans Castorp, su identidad.
Confieso que lo busqué en Google.
¿Y?
No existe, puedes estar tranquilo.
Hubiera sido grave.
Pero significa, e insisto, en que como estereotipo funciona, resulta creíble porque lees la novela y te surgen imágenes de Hans en el plató de Crónicas Marcianas.
Dos amigos buscaron en YouTube un personaje parecido a Hans, y es normal, va con el espíritu de la época.
Hans Castorp hoy estaría en la ruleta de la fortuna, pero entonces era un hit, ahora sería una vieja gloria muy decadente.
También de alguna manera hay un declive del personaje, tiene cierta fama, pero sí, es un aristócrata decadente.
Ahí surge de forma muy sutil el tema de la evolución de la sociedad española. De ese éxito fácil a la situación actual, con una sociedad ofendida que no le puede prestar atención pese a que le da las gracias por los servicios prestados.
La novela daba para reivindicar una cierta nostalgia, pero no quise jugar con eso. Sin embargo en la novela hay este doble punto, el desprecio y la belleza del recuerdo.
Todos saben quien es pero…
No quieren reconocerse en su persona, no había pensado en eso, pero es cierto. Hacen examen de conciencia de sí mismos. Él sabe quien ha sido.
Y con eso se protege a sí mismo.
Puede que se sienta una vieja gloria.
Es lo que hace enlazar lo sociológico, el cínico que de repente es despreciado pese a que todo el mundo ha bailado sus falsas creaciones.
Sí, y luego se busca la vida en trabajos ruines.
Sólo hay un momento nostálgico, cuando van al bar y toca la canción con estribillo de María Dolores Pradera.
Ahí hay un recuerdo de que bonito fue ese tiempo, pero sólo lo sienten Mensajero y el protagonista, alrededor la chica de la limpieza friega vómitos y los demás pasan de Hans.
Hay mucha novela de crisis que es puro fuego de artificio, pero Hans puede resumir parte de España.
¡Cuidado! Pero su aparición en Crónicas es importante para el personaje, ahora bien, no sé si llega a tanto.
Pero la gente de Sálvame, o muchos de ellos, están en la tele porque salieron en Crónicas.
Y nada han hecho en la vida, están ahí porque fueron algo visualmente, sin más, al menos Hans, por muy farsante que fuera, hizo algo, es más digno.
Y con Hans desaparece un tiempo.
Eso sí es voluntario, la idea de un cambio de época.
Y con su nombre no jugaste con La montaña mágica, no es un doble exacto de Hans Castorp.
Sólo hay un pequeño guiño. El Hans Castorp de la novela de Mann lleva, en uno de los capítulos finales de la segunda parte, un gramófono al sanatorio y se encarga de elegir y pinchar los discos, es su momento de gloria, un DJ de la época, de ahí viene el guiño, no hay nada más.
¿No hay ninguna voluntad de mostrar a partir de este nombre y esta elección un síntoma de enfermedad?
No conscientemente, pero de manera inconsciente igual sí

jueves, 27 de marzo de 2014

El camarero español en Todos somos sospechosos



Esta pasada madrugada Laura González y servidor abordamos un tema que nos fascina y preocupa: el camarero español, esa especie que en algunos lugares del país está en peligro de extinción. Puedes escuchar la charla aquí

miércoles, 26 de marzo de 2014

Jueves 27, 20h30 minutos: Recital con Marçal Font en la Createca



Este jueves, antes de preparar los bártulos para Roma, tendré la suerte de poder recitar con Marçal Font, un poeta al que respeto tanto por su dominio del verso como por su capacidad de declamarlos en directo. La cita será en la Createca, y las coordenadas del evento son las siguientes:



Recital de Jordi Corominas y Marçal Font

Jueves 27 de marzo, 20h 30 minutos

Comte Borrell 122, 08015 Barcelona


Entrada gratuita

Podcast de escritores cantantes en el Laberint de Wonderland




Esta tarde en el Laberint de Wonderland hemos hablado de escritores cantantes, y la verdad es que no hemos encontrado muchos. Más que cantantes la solución ha salido de instrumentos y música, desde Federico García Lorca hasta llegar a Boris Vian. En la segunda parte de la sección hemos hablado de cantautores premiados o propuestos para premios literarios, centrándonos en Raimon y Bob Dylan. Puedes escuchar la sección a partir del minuto 42 del enlace clickando aquí

martes, 25 de marzo de 2014

Miércoles 26, Escritores cantantes en el Laberint de Wonderland,



La Historia contempla pocos casos de escritores cantantes. Sí que existe el otro paso, muy presente en el mundo actual, donde los cantantes, de repente, se animan a escribir una novela como quien baja a comprar el pan. Nuestra cata de miércoles se compondrá de los siguientes elementos:



1.- Federico García Lorca y sus habilidades musicales


2.- Boris Vian, hombre orquesta


3.- Raimon, Premi d'honor de les lletres catalanes 2014

4.- Bob Dylan, candidato al Nobel de literatura 1996, y otros nombres que podrían optar al galardón más reconocido de las letras mundiales.

lunes, 24 de marzo de 2014

Resultado de la interacción con Nil Bartolozzi en La Galería



El pasado 13 de marzo quedé con el artista Nil Bartolozzi. El objetivo era, y así lo hice de las 18:13  a las 19:44, era escribir a partir de lo que me sugiriera su mural pintado en los muros de La Galería, ubicada en la calle Virtut 17 del barrio de Gràcia. Al final, culminando esta interacción entre poesía y artes plásticas, recité el resultado. En el link sobre el que podrás clickar al final de esta frase tienes la copia de mis papeles de ese día.


Loopoesía en "Presente continuo" de Miguel Ángel Hernández en la Opinión de Murcia

14 – 20 marzo

VIERNES 14 / Llanto desconsolado
Te levantas cansado y casi sin haber dormido. La noche anterior fue larga. Ahora, dos horas de clase en Filosofía. Has empezado las vanguardias y te toca hablar de Las señoritas de Aviñón, el comienzo de la verdadera modernidad en arte, la fractura más decisiva. Hablas del primitivismo, de la ruptura del espacio ilusorio de la perspectiva, del corte respecto al naturalismo… Y luego acabas hablando del contenido: unas señoritas en un burdel. Dejas caer esa frase que dices todos los años y que ya se ha convertido en un clásico: “el arte moderno nace en una casa de putas”. Piensas en Manet (Olympia), por ejemplo, y comentas el significado del burdel para el arte moderno. Por supuesto, se trata de una perspectiva masculina, en la que el hombre es el sujeto deseante y la mujer el objeto del deseo. Aun así, las señoritas de Picasso, como la Olympia, no ceden al deseo, se muestran literalmente “impenetrables”, y al mismo tiempo se exponen directamente, sin mediación. Es un cuadro, dices, sobre Eros y Tánatos, sobre el amor y la muerte, sobre la cercanía entre esas dos ideas sobre las que el arte ha reflexionado constantemente.
La muerte está siempre acechando. En todos los lugares. Y la muerte es precisamente la responsable de que acabes un poco antes la clase. A las once es el funeral de la madre de M.T. Llegas con el tiempo justo y ya encuentras allí la escena. Los tres nietos, vestidos de negro riguroso, y un primo al que no conoces, cargando el ataúd hacia el interior de la iglesia mientras suena una música que se ya comienza a emocionarte. Por alguna razón, durante toda la misa vas cayendo poco a poco en la tristeza. Cuando la misa acaba y sacan el ataúd, de nuevo la escena te conmueve. Te has intentado aguantar las lágrimas durante todo el tiempo. Pero justo en el momento en el que ves a P. y te abrazas con él, comienzas a llorar. A llorar desconsoladamente. Luego te abrazas con M.T. Casi te avergüenzas del momento. Pero no puedes parar. Es como si se te hubiera soltado por dentro algo y ahora ya no supieras como cerrarlo. Imaginas que es la emoción del momento y que enseguida se te pasará. Pero cuando subes al coche para regresar a casa empiezas a llorar con sollozos, desconsoladamente. Tienes incluso que parar el coche para secar las lágrimas y poder ver algo. No lo comprendes. No sabes por qué es exactamente ese llanto, de dónde proviene.
Tanto que has escrito y leído sobre las lágrimas… y ahora no sabes por qué lloras. Sólo sabes que es bueno, que libera, aunque no sepas de qué te está liberando. Está claro que hay algo dentro que quiere salir, aunque no sepas exactamente lo que es. Será la primavera, que está a punto de llegar. O quizá sea otra cosa. No lo sabes. Solo lloras. Ahora. Durante todo el día –incluso en la noche–. Sin saber muy bien por qué.
Por la noche te quedas en casa poniendo en orden las cosas. Respondes mails y planificas trabajo por hacer.

SÁBADO 15 / Un cuerpo es un cuerpo
Desde bien temprano retomas la revisión de la traducción del libro de Mieke Bal sobre Doris Salcedo. Estás prácticamente todo el día sin levantarte de la silla. No te queda demasiado. Ya ves el final.
A media tarde vas al cine con R. para ver Ocho apellidos vascos. Está llena de tópicos fáciles, pero te ríes. Después de tanto llanto, necesitas reír. Más tarde, compras unas hamburguesas en el bar del pueblo al que no habías entrado en casi diez años. Se pueden comer. Casi sin tempo, te despides de R. y asistes con L. y J. al concierto de Yuck. Es un grupo que te gusta. Fue parte de tu banda sonora en Cornell hace dos años. Y el concierto no te decepciona. Aunque ciertamente no llega a todo lo esperado. Le falta ahora algo de punch. Pero es innegable su elegancia pop.
Salís de la sala de conciertos y volvéis al centro. Allí te encuentras con N. y más tarde coincides con M. y una amiga suya canadiense. Estáis hasta bien tarde hablando de la admiración por la inteligencia. Después te das cuenta de que sigue siendo sólo un discurso. Un cuerpo es un cuerpo. La historia se repite. Te sientes muy Marcos. No sabes aún que esta semana tu novela va a volver a tu imaginario, por varias razones.

DOMINGO 16 / Victimizar
Todo el día con la traducción. De hoy no pasa. Apenas te levantas para comer y poco más. Por la noche, ves en la tele el documental sobre la artista mexicana Teresa Margolles. Es curioso, lo tienes de fondo mientras revisas el libro sobre Doris Salcedo. Las dos hablan sobre las víctimas de la violencia. Pero mientras que en la obra de Margolles la violencia se vuelve obscena y la víctima vuelve a ser victimizada, las obras abstractas de la artista colombiana intentan salvar a la víctima de una nueva muerte: son sutiles, elegantes, abstractas, y sin embargo potentes y perturbadoras. Te está costando más de lo previsto esta traducción, pero te has enamorado de la obra de Salcedo.

LUNES 17 / Fin
Te levantas con sueño. Y acabas por fin la traducción. Han sido varias semanas de trabajo duro. Juras que nunca más harás algo así. Y sales a correr para cerrar una etapa. Hace calor. Un sol de justicia. Vuelves casi deshidratado.
Por la noche, comienzas a leer Es un decir, la última novela de Jenn Díaz. Es una escritora joven que ya te cautivó con Belfondo. A esta novela le tienes ganas. Muchas.

MARTES 18 / Organización
Dos horas de clase en Historia del Arte sobre Marina Abramovic. Recuerdas cuando estuvo en el CENDEAC. Primero, Ulay y después, Marina. Los dos. Lo piensas. Has sido muy afortunado. Recuerdas especialmente un viaje en coche con Abramovic hacia Cabo de Palos. Una noche entera contando chistes verdes. Recuerdas que le contaste el chiste célebre de la orgía. El de “organización, organización”. Y te viene a la cabeza la voz intensa y grave de Marina –“organizzazione… organizzazione …”– y su risa perversa. Pocas veces has estado más cerca de tocar el cielo. De ella también te enamoraste. Fue una experiencia intensa como pocas.
Sales corriendo para la radio: territorio G. Los nombres del sexo. Dices “Yo soy muy de conejo”. Y te paran antes de que se te vaya la cosa de las manos –más bien, de la boca–. No tienes vergüenza. Ninguna.
Por la tarde, dos horas y media de Crítica de arte en Bellas Artes. Sólo vienen cinco alumnos de treinta matriculados. Es extraño hablar para tan pocos. Te cuesta trabajo ponerte en situación. Es una pena, piensas. La mejor asignatura.

MIÉRCOLES 19 / Es un decir
Día del padre. Ni por arriba, ni por abajo. Ni tienes, ni eres. Recuerdas al tuyo. Más de diez años ya sin poder felicitarlo. Y un padre también es un padre. También se ama. También se añora. También duele. Aunque nunca logre ser una madre.
Hoy, por fin, retomas la novela. Desde ARCO no has escrito una línea. Vuelves a leer parte del cuaderno; la última parte. Necesitas volver a coger el tono. Escribir es como tocar música; es necesario afinar el instrumento. Y la lectura te sirve como diapasón. Vuelves a oír la voz. Vuelves a sentir que late. Está ahí. Es cuestión de tiempo que vuelva a surgir de tus dedos.
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Mientras comes, ves en el telediario las imágenes del “gran salto”. Son tremendas. Nunca llegas a entenderlas del todo. “Entrar en España o morir”, escuchas decir a un inmigrante. Te quedas sin palabras. Los medios hablan de “amenaza”. Las imágenes de los inmigrantes en la valla los hacen parecer animales. Objetualización, animalización… el otro como una masa informe. Ahí nadie tiene un nombre. Son sólo inmigrantes. No llegan a ser personas. No aún. Quieren entrar en Europa. Quieren tener lo que nosotros tenemos. Y eso no puede ser; no todos somos iguales. Eso parecen decirnos las vallas, las leyes, las fronteras.  Es, lo confiesas, lo que más asco e incomprensión te produce.
Por la noche, acabas la lectura de Es un decir. Lo lees casi de una sentada. Está escrito como si alguien te susurrara al oído una historia. Está claro que Jenn, a pesar de su juventud, es una contadora nata de historias. Una escritora que ha logrado una voz, un tono –uno como ese que tú buscas desesperadamente– justo y preciso para lo que tiene que ser contado. La voz de Mariela, la joven protagonista de la novela, se queda reverberando en un tu mente después de cerrar el libro; su voz, sus giros, su modo de decir y de ocultar. La novela fluye como si hubiera sido escrita de un tirón, es una flecha, una historia de amor y muerte –de muerte extraña, fría, distanciada–. La historia de hombres que no hablan y de mujeres que ceden ante su destino aciago. Pero también la historia de una niña que necesita saber. Saber para no repetir. Saber para poder ser.
Acabas la lectura justo después de medianoche y sales en moto a recibir a J., que acaba de llegar en tren desde Barcelona y mañana actúa en el Centro Párraga. Tienes previsto tomarte una copa con él y volverte rápidamente, pero la noche se alarga hasta las cinco y pico de la madrugada, y acabáis con unos amigos en La vie en Rose. Querías llevarlo allí porque ese bar en tu novela se llama Rrose Selavy, como el personaje andrógino de Duchamp. Y te apetece que un duchampiano como él conozca en profundidad la noche murciana. Como primera cata está bien.

JUEVES  20 / Loopoesía es amor
Te levantas con algo de resaca y continúas en clase con la obra de Abramovic y Ulay. Acabas con The Great Wall Walk, su última acción conjunta, en la que los dos representan su ruptura como pareja artística y real. Es una acción emocionante que no puedes ver sin que se te salten de nuevo las lágrimas.
Justo después de la clase, subes al “fiestódromo” del campus de Espinardo y pasas allí unas horas celebrando las fiestas de Bellas Artes. Este año regresas pronto a casa. Estás cansado y tienes varias cosas por entregar.
A las nueve, en primera fila, Loopoesía en el Párraga. Jordi Corominas urde un espectáculo divertido y memorable. Lo notas a gusto, entregado. El espacio está lleno. Disfrutas. Y te alegras mucho por él. Después, como no podía ser de otro modo, la noche se alarga. Te encuentras a varios alumnos desperdigados por los bares. Habláis de literatura, de ciudades y de mujeres –es un tema común–. J. se inclina por la teoría del doppelgänger. A última hora, un tapón de ron acaba con tu estómago masoquista. La noche termina tarde, aunque no tanto como preveías. Desde las doce es el día internacional de la poesía. Ha entrado la primavera. Y sólo tienes clara una cosa: Loopoesía es amor.

domingo, 23 de marzo de 2014

Viernes 28 y sábado 29 de marzo: Loopoesía en Roma



En diciembre de 2013 Loopoesía cerró su año lotófago en Chile. El viaje fue un éxito y concretó las aspiraciones del proyecto de anular las fronteras y ampliar horizontes. En 2014 las cosas van viento en popa. Tras visitar Barcelona, Madrid y Murcia, el siguiente paso de la primavera es Roma. Me hace especial ilusión actuar en La Ciudad Eterna, en la que viví. La ilusión es personal y también profesional, pues creo que la poesía debe viajar, y son pocos lo que con algo como Loopoesía lo logran. Por vez primera habrá tres Papas en la Urbe, nos lo pasaremos bien.


De momento, llegará más cosa, tres webs italianas se hacen buen eco de nuestro aterrizaje:


Miriamelearti 

Saltinaria.it

Roma.it

Spettacolo e Cultura

sábado, 22 de marzo de 2014

Lunes 24 a las 19h30 minutos: Entrevista en directo con Enrique Vila-Matas en la Librería +Bernat



El pasado mes de febrero tuve la suerte de tener la primera entrevista que concedió Enrique Vila-Matas con motivo de su novela "Kassel no invita a la lógica". La puedes leer aquí, pero si el lunes 24 estás en Barcelona te invito a pasarte por la entrevista que realizaremos en directo a partir de las 19h 30 minutos en la Librería +Bernat.

viernes, 21 de marzo de 2014

Diálogo con Recaredo Veredas, en Revista de Letras

DISPARAR CON BALA

Recaredo Veredas y Jordi Corominas | Foto: Marina Sanmartín
Recaredo Veredas y Jordi Corominas | Foto: Marina Sanmartín
No está bien llegar tarde a las entrevistas, pero tengo la suerte de tener buenos amigos en Madrid que entienden el cansancio del día después de una performance. Eso y la paciencia, que es un don prodigioso. Paciencia tiene Recaredo Veredas en todo lo que hace, y creo que eso con el tiempo ha repercutido a su favor en lo literario. Tras años sin publicar ha dado un salto de calidad en varios géneros que ha alcanzado su máxima expresión en Deudas vencidas, novela editada por Salto de Página que narra las desventuras de Osmundo, un abogado cobrador de morosos que topa con la crisis que a todos nos concierne y con otras de carácter más personal. La obra, que se estructura en forma de diario, no deja títere con cabeza y luce por la fluidez con que todo se encadena, desde los grupúsculos de izquierda hasta las opiniones políticas, exprimidas desde una sutileza dura pero suave que además, la guinda de un más que sabroso pastel, se mezcla con el humor, siempre necesario y tan poco usado en la reciente literatura nacional.
Tras mover la cita a otro bar para facilitar el contacto alcanzo la glorieta de Bilbao y diviso el establecimiento. Me esperan el autor y nuestra intrépida fotógrafa para la ocasión, Marina Sanmartín. Nos saludamos, comentamos la jugada del día anterior, pedimos bebidas y procedemos a iniciar la charla. Enciendo la grabadora.
Nosotros somos muy amigos de Catalunya.
Gran frase para empezar la entrevista.Y obviamente me refiero a mi querida amiga Marina y a mí mismo, no lo digo en plan Julio César.
Ni como el Papa.Eso es.
Vayamos al grano, que de otro modo pensarán que estamos locos. ¿Por qué el libro tiene estructura diarística?Me lo plantee como un libro en primera persona, que normalmente debe tener un narratario, aunque puede dirigirse al lector. En un primer momento la novela se llamaba Querido psiquiatra. El protagonista escribía un diario que le mandaba su terapeuta, hasta que entre una cosa y otra eliminé la figura del psiquiatra. El diario te permite que no haya filtros en la voz del personaje.
Potencia la idea de confesión.De confesión y de libertad, el filtro social que mantenemos en toda conversación se elimina. El diario se supone que solo lo leerá el protagonista, que de este modo se libera totalmente.
Supongo que la ausencia de este tipo de filtros te pareció fundamental desde el principio.Efectivamente. Es la manera que tiene de confesar todas sus vilezas y bondades, tiene pocas, pero alguna tiene.
Sí que tiene bondades, pero al terminar el libro recuerdas más sus esfuerzos por caer en el vicio.Cae en el vicio por su situación personal, tampoco es un vicioso crónico. Sale un poco por ahí, se mete alguna raya de coca pero vaya, tampoco es para tanto.
Salto de Página
Salto de Página
Es importante que digas lo fundamental de su situación personal. El diario empieza in media res y desde el principio percibimos que su situación no es precisamente halagüeña.Está muy presionado por su conciencia, por el declive de la relación con su mujer y también por su trabajo, motivo que le impulsa a contratar al matón. El hombre está en una situación un poco límite y llega un momento en que dice basta. Ordena todo de modo drástico, pero en su mundo las normas éticas tampoco están muy definidas.
Cuenta todo con desapasionamiento. Entiendes que tiene varios malestares fundamentales, pero Osmundo no lo cuenta cómo si se acabara la vida, tiene una cierta calma en el modo de narrar sus quehaceres.Es que en eso también influye la convención literaria. Es necesario establecer un poco de distancia entre los hechos, aunque hables en primera persona, y el personaje, de otro modo el tema se mete en un batiburrillo entre su pasión, sus sentimientos y lo inevitable de contar una historia.
Pero él es muy analítico.Lo es, pero porque la novela así lo necesita. El texto no se basa solo en las pajas mentales de este tío, es también una historia que va progresando, por lo que me pareció fundamental establecer una frontera para combinar tanto las divagaciones como la historia. Si a Osmundo se le fuera la olla demasiado la trama hubiera perdido fuerza: el todo es un rompecabezas muy difícil de montar.
Es difícil de montar pero uno de sus grandes méritos es que la estructura diarística permite que sea un texto muy ordenado.Sin duda, pero tuve que hacer una labor de poda muy importante en la que me han ayudado mi editor Pablo Mazo y otros amigos. Así establecí orden y el debido contraste entre las peripecias y las divagaciones del tipo.
Él cuenta su historia y al mismo tiempo mediante las divagaciones va dejando caer buenas perlas.Claro que las deja caer, porque alrededor de la historia hay un contexto, muy duro, un contexto de crisis y derrumbe de un país que se ha vuelto loco, que se pilló una borrachera con todo tipo de sustancias y ahora está de resaca.
Y él por profesión es una especie de notario de la resaca.Bien visto, porque en realidad no se ve perjudicado por la crisis. Sí se ve perjudicado cuando su carrera empieza a verse tocada por otros beneficiarios de la crisis que le quitan el trabajo. Entonces decide ganar en efectividad y contratar al matón.
En 2010 un hombre contrató en Barcelona a un sicario para matar a su jefe.Aquí más que contratar a un sicario estamos ante un deseo de eficacia, de tener a alguien expeditivo que acojone a los clientes.
Y puede contratar al ruso porque vive muy por encima de la media del español normal.Y su mujer también.
Y mucho de lo que gana lo destina a los vicios de la mujer.Desde la ropa de marca hasta lo de sufragar al colectivo, al grupo izquierdista al que pertenecen para vacilar.
Ya entramos en dos temas clave. El papel de la mujer, además de ser una especie de catalizadora de muchas cosas, es básico porque es un palo a partir del que van surgiendo historias.Puede ser, sí.
¿La concebiste como un punto que desencadenaba peripecias?Salió solo, mientras escribía la novela. La mujer desencadena el episodio final y más grave de la obra y también es quien le fuerza a llevar un ritmo de gasto descomunal y le introduce en el colectivo. Está sinceramente enamorado de su mujer, y no la deja.
El no sentirse correspondido condiciona todo su comportamiento.Efectivamente. También la necesidad de mantener su nivel de vida.
A partir del desafecto se va de putas, contrata al sicario, se implica en el colectivo…Sin sentir ningún interés, solo le parece un grupo interesante porque cree que así podrá publicar su novela. Aspira a conseguir influencias para ello, e incluso deja pasar episodios graves de su vida provocados por miembros del colectivo, y los deja pasar por encima, para no perder relación con quienes él cree que pueden ayudarle.
¿Qué querías reflejar con el colectivo?Ese colectivo está basado en una serie de personas que conocí tiempo atrás. No voy a nombrarles, me acojo a la quinta enmienda. Me llamaban mucho la atención, divagaban mucho sobre filosofía, lo que me parece estupendo, y se tomaban muy en serio. Gente muy cercana a mi tuvo relación con ellos, y les tenía bastante admiración. En eso está apoyado.
¿Era un grupo de tertulia?Era un grupo de tertulia que querían exponer su visión del mundo, fundamentalmente a Lavapiés, un barrio que mezcla lo canalla y lo hipster, una especie de Raval madrileño.
El grupo encaja en el contexto de crisis, porque van de revolucionarios y su toque diferencial es que hay señores de mucha pasta que van de súper izquierdistas.Ser aristócrata e ir de progre me parece fantástico, la gauche divine era maravillosa, hicieron cosas que aún perviven.
Pero no ibas por la gauche divine.Para nada, serían esnobs, pero fueron un revulsivo. Una de mis novelas favoritas es Últimas tardes con Teresa, de Marsé.
Pero realmente no podemos comparar a tu colectivo con la gauche divine, les falta gusto.Les falta de todo.
Lo más jodido es que Osmundo es inteligente, tanto como para ser consciente de todas las debilidades que tiene.Lo es hasta cierto punto, si lo fuera completamente sería divino. Tiene debilidades que no controla, sobre todo la vanidad, es egoísta y bastante inmoral en muchos aspectos. Su inmoralidad me sirve para reflejar un contexto de inmoralidad general, propia de la crisis.
Narra todo con mucha naturalidad.Él vive en un ambiente de absoluta inmoralidad en el cual los seres humanos son meros dígitos. Se ha impregnado de ese contexto, o quizá le venía de fábrica, y por eso se convierte en un auténtico relativista, un relativista absoluto.
Será así, pero tiene más moral que su amigo Marcial, el prototipo del tiburón de nuestra época.Tiene más compromiso y sabe mejor cómo se mueve. Da una serie de pasos que Marcial no da, y que tampoco su amigo puede dar, no tiene la oportunidad.
Pero cuando él queda con Marcial sabe que es la persona perfecta para ir de putas.Hay personas más adecuadas para ir de ciertas cosas.
Como si Marcial fuera ideal para cumplir ciertas perversiones.Es su compañero para eso, pero cada vez creo que es menos frecuente en el mundo de los negocios una comilona que termine en una casa de putas, aunque sí que fue normal, mira En la orilla de Chirbes.
Pero Valencia tiene más ese ambiente pútrido.¿Y Madrid, no?
Sí, pero en Valencia el pelotazo ha sido salvaje.Y se ha destruido una zona maravillosa sin piedad alguna.
Tú cuentas lo de las putas y lo plasmas desde la normalidad del protagonista, eso es lo que pasma, la naturalidad de lo que sucede, no hay pizca de fuego artificial porque lo cuentas sin gravedad.Porque para él no lo es. Los chuletones y las putas forman parte del hábitat de su crisis, o de su parte previa.
Al leer esas escenas pensaba en una especie de asador donostiarra.Es que es un sitio de ese estilo.
Y luego está el sitio donde queda el colectivo, un lugar diametralmente opuesto.Donde se siente incómodo, porque no le va pagar todas las fiestas del colectivo. Es el que gana más dinero, y como el colectivo supuestamente es justo e igualitario él paga más que los demás. Su hábitat es el del asador. Solo está en el colectivo por su mujer y para medrar en el mundillo literario, inútilmente, como por otra parte le pasa a mucha gente.
Y estar en ese mundillo literario es su máxima aspiración.Para él publicar y estar en el mundillo es fundamental.
Y ahí entra el personaje de Ortiz de Echagüe.Al que detesta e idolatra a partes iguales, es su antagonista y es el tipo al que le gustaría parecerse.
¿Ortiz de Echagüe es un apellido real?Creo que sí, pero no conozco a nadie así, me suena a consejero del BBVA, espero que no me demande.
Me lo imaginaba como Muñoz Escasi.También tiene un punto hipster.
Un pijales en un círculo de izquierdas que adora a Toni Negri.Que tiene una obra y un bagaje.
Y Ortiz de Echagüe querría ser Toni Negri.Podría ser, pero ya está contento tal como le va. Es clase alta de toda la vida, no tiene contradicciones internas, da todo por asumido, no se plantea ningún tipo de conflicto, pero sí que aprecia el conflicto en los demás. Aplican sin plantearse una doble moral absoluta.
Para él la mujer de Osmundo es un entretenimiento.Absolutamente, y eso lo ve con claridad el narrador.
Y marca las distancias entre lo que es el narrador y lo que es Ortiz de Echagüe.Sí, y la diferencia también entre lo que es la mujer del narrador, hija de un hombre hecho a sí mismo, y Ortiz de Echagüe, con una familia que lleva muchos siglos en el poder.
Y Osmundo se siente fascinado por el poder de Ortiz de Echagüe.Lo dicho, le encantaría ser su antagonista.
Ortiz de Echagüe es otro catalizador.Es interesante para él, le obsesiona porque está metido en el microcosmos que le interesa. Cuando te metes en uno lo magnificas, dejas de lado la realidad donde habitan la mayoría de los humanos o los españoles, y eso ocurre también en mundos como el literario, donde los cenáculos cotillean cada dos por tres.
¿Querías criticar todo esto a partir del colectivo?Un poco sí, pero sin cebarme. El mundo literario está lleno de gente respetable como editores que se lo curran mucho para publicar una obra y no tienen subvenciones. También hay otros con dinero de casa, que es lo mejor si quieres ser editor.
¿Definirías al colectivo como una parodia del mundillo literario?Algo de eso tiene, es una mezcla entre lo que contemplé con mis propios ojos y el mundillo literario.
En la presentación barcelonesa dijiste, y estoy de acuerdo hasta cierto punto, que la literatura española goza de relativa buena salud, pero en el grupúsculo pasa como en la literatura española: se miran demasiado al ombligo.Claro, se miran demasiado al ombligo y valoran demasiado la palabra de determinadas personas que en realidad tienen una repercusión muy reducida.
Su repercusión es nula y hacen como en los grupos literarios, grandes comunicados a los que nadie hace caso.Supongo que esto ha ocurrido siempre en cualquier mundo literario o artístico. La magnificación y el darse palmaditas. Ahora existe internet, y ahora todo esto se magnífica.
Como Gran Hermano.Adictos al me gusta.
Curiosamente no mencionas las redes sociales en la novela.No son importantes para el protagonista.
Casi parecen un grupúsculo de izquierdas de los setenta.Es cierto, como también lo es que no se mencionen casi nada las redes sociales, no son importantes en su trabajo, ni en el derecho ni en el mundo bancario. Para el grupúsculo serían importantes, pero no las usan.
Lo que demuestra lo anquilosados que están.Sí, pero lo hacen todo presencial, hay gente que en redes lanza mil comunicados que no llegan a ninguna parte.
Y bueno, lo que pasa en las redes en ellas se queda.Puedes tener tres mil me gusta y luego vender una miseria. Las redes son útiles para mover contenidos, como pasa con revistas y reseñas.
Mira, va bien que menciones lo de la revista (Recaredo Veredas es director de laMicrorevista) porque así puedo saber hasta que extremo es autobiográfica la novela.No he contratado a un matón en mi vida, eso me interesa remarcarlo. Soy abogado, he tenido contacto con diversidad de clientes, y eso sí que lo es.
¿Y la manera de pensar de Osmundo es autobiográfico?Algo habrá, pero el personaje es una parodia de mi mismo, de ciertas cuestiones que pueden pasar por mi cabeza, pero que nunca he llegado a ejecutar.
Y al ser una parodia puedes apuntillar pensamientos que como Recaredo Veredas nunca confesarías en una entrevista.No, hay pensamientos que no son míos, por supuesto que no, no tendría esa impasibilidad ante un crimen, ni lo provocaría.
Decía lo de la parodia por lo que comentaba antes: disparas con bala.Antes de esta escribí dos novelas que afortunadamente no publiqué. Con esta decidí ir a saco, en las anteriores el tono era demasiado frío, muy distantes. Me impliqué en el personaje, y para eso ayudó la estructura diarística.
¿Mientras escribías Deudas vencidas notabas que estabas dando un salto en tu trayectoria literaria?No era consciente de ese cambio. He publicado en una editorial estupenda como Salto de Página, con un editor tan adorable como Pablo Mazo, al que amo.
Yo también.Amamos a Pablo Mazo. Si era consciente de que me quedaba mejor.
Es una novela donde se percibe una evolución, hay una pura ausencia de titubeos que antes eran visibles y ahora han desaparecido. Todo va más fluido.Y es porque es una novela que siento mucho más. Después he escrito un poemario y ahora preparo una novela sobre acoso infantil y venganza.
Lo que deriva en los complejos del personaje, que tiene muchas inseguridades.Lo que más le molesta de Ortiz de Echagüe no es que se vaya con su mujer. Salta definitivamente cuando le llama gordo.
Nos fastidian más las pequeñas cosas, desde gordo hasta feo o cenutrio, que no otros factores presumiblemente más importantes.Mucho peor que te digan gordo que cabrón. En el mundo de Osmundo está bien visto que te digan cabrón, es peor que te llamen pringado.
Quizá esta pequeñez es lo que mejor define nuestra era. Si te dicen que escribes como Pablo Neruda es una banalidad, pero si te dicen fofo te afecta profundamente.Hombre, si mi madre me dice que escribo como Neruda la mandaré a paseo, pero si me lo dice Pablo Mazo, Marina Sanmartín o Jordi Corominas es un subidón.
Pero me refiero a que el pequeño detalle de la vulgaridad marca, estamos en una época de tontificación.Sí, estamos en una época de tontificación absoluta que tiene mucho que ver con la decadencia de la literatura, donde casi ya nadie aguanta textos complejos ni obras de largo recorrido: la palabra escrita se está convirtiendo en algo fragmentario y cada vez más breve.