martes, 24 de julio de 2018

Santiago García Tirado habla en Blisstopic del Diario del Procés



Y dice lo siguiente, que también puedes leer aquí:

DIARIO DEL “PROCÉS”, DE JORDI COROMINAS (SÍLEX)
Si hay tema que en este momento despierta pasiones inmediatas y en los sentidos más imprevisibles es, ya lo saben, todo lo que rodea la deriva de los cuadros independentistas catalanes. Entender Catalunya desde dentro es asunto arduo, y tratarlo desde fuera es poco menos que la quimera. Para tratar de aportar claves, y al hilo de los acontecimientos de los últimos meses, Jordi Corominas fue publicando una serie de artículos en El Diario.es-Catalunya plural que ahora recoge Sílex como un reportaje amplio sobre un asunto que nos va a acompañar algún tiempo más. O mucho espacio más, porque todo es tan relativo.

El verbo impulsivo, incontinente y desmesurado de Jordi Corominas propone al lector un paseo clarificador por el panorama de lo catalán en sentido amplio. Revisa los hechos de última hora, los pone en contexto y multiplica las referencias a la historia, la sociología y la idiosincrasia para, en conjunto, dibujar un mapa notablemente complejo y cambiante, algo que resulta difícil de manejar incluso por los expertos, cuanto más por el cuñadismo nacional, experto en un par de titulares. En “Diario del Procés” la historia reciente se mira en el espejo de la historia pasada, los intereses de la clase dominante se contrastan con los de quienes esperan una nueva era más social, las intenciones ocultas y las confesas se miran con lupa a lo largo de estas trescientas páginas que no dan cancha a la monotonía.

Jordi Corominas –lo saben quienes lo siguen en prensa y en redes sociales–, es un hombre enamorado de todo lo catalán que, precisamente por ello, se muestra crítico, incluso exacerbadamente crítico, cuando analiza las obras y las actitudes de quienes emprendieron hace años un camino excesivo hacia lo desconocido. Habla con criterio, razona y llega a conclusiones brillantes aunque nunca parecerá suficiente ni para unos ni para otros, tampoco para equidistantes. Por suerte escribe como un torbellino y aporta tal cantidad de información que siempre resulta gratificante. Si no le sirve para acabar de una vez con el conflicto, al menos le servirá para neutralizar de una vez por todas el ronroneo de los grandes cuñados, ese torturante ingrediente de las sagradas siestas veraniegas: “Anda y léete al Corominas, y luego hablas”. Funciona bien como conjuro.

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