sábado, 31 de julio de 2010

La ceba, la merenga i la necessitat de canvi en la revista Bagant


La ceba, la merenga i la necessitat de canvi per Jordi Corominas i Julián

Aquests darrers dies he anat a recitar amb uns amics a Madrid. Ens fem dir Delaonion, i el nom no té intenció bromista, és ben seriós, i significa entendre des de la nostra edat que hi ha una nova Catalunya que pot ser de la ceba, però des d’una realitat multicultural, on vàries llengües poden ser vehicle d’expressió dels ciutadans que habiten la nostra terra. El mateix ha de passar amb l’eterna concepció que tenim de Madrid, ciutat encantadora que no cal confondre amb el seu equip de futbol. La meva visita ha sigut la confirmació de la confirmació d’una estima recíproca basada en la possibilitat de fer coses plegats, sent ciutadans amb iniciativa i voluntad d’entesa, no com els desacreditats polítics que ens governen, persones que des d’un cinisme més que evidente manifesten a cada pas que donen no haver aprés res dels grans homes, empetitint-se mentre fan el ridícul i demostrant que convindria abandonar el conformisme i fer que la veu del poble cridés ben fort la necessitat de canvi. Aquesta es pot enfocar de moltes maneres, i una d’elles és abandonant tòpics, sempre fomentats pels mitjans de comunicació, per a centrar-se en un apropament positiu. La història de dos ciutats de Dickens ha de quedar resolta en el cas español mitjançant tonteries de pa i circ, rivalitats esportives de diumenge per la tarda, bar i patates braves.
Les dues mentalitas del Barça i del Madrid no representen exactament la mentalitat de les dues capitals. Els blaugrana també hem viscut etapes dures de despropòsits, no molt llunyanes, on algunes frases presidencials eren més que patètiques. En Guardiola, que no pas en Laporta, ha tornat uns valors al club, valors que por sort els onze jugadors han ampliat amb el seu joc artístic i contundente. La manca d’idees del Madrid es deixa veure a través del talonari, més pràctic que el pensament, vàlid per a amagar defectes que igualment salten a la llum pública per arrogància, prepotència i unes maneres xulesques que encaixen amb la dels polítics. A l’aeroport de Madrid es venen més samarretes del Barça, i m’agradaria analizar el fet com un èxit del sentit comú i l’amor que la gent sent per la feina ben feta, de la que tots hauriem de prendre exemple per a crèixer, entenent que més que les banderes els punts de vincle entre els èssers humans són les virtuts que s’apliquen i corren pletòriques de millora.

Foto: JCJ, Roma, Julio 2006

viernes, 30 de julio de 2010

Poema "La ceremonia"


La ceremonia por Jordi Corominas i Julián


Las adolescentes se ciñen el bañador, marcan labios
y me preguntan si tengo un objeto en el bolsillo,
termino mis cincuenta largos en la piscina
con la espalda magullada antes de transitar
al matrimonio de conveniencia de unos amigos.

Siempre fui malo con los regalos, psique de cuatro duros,
paso por una ventana del extrarradio y robo un pato de barro
para ahorrarme las escaleras mecánicas, clímax
del menaje en El Corte Inglés.

La novia viste de naranja, su moda clama optimismo,
todos los invitados vomitan en la mesa sin sabiduría romana
y
el esposo sabe de caballos por el dentista,
recaudador nasal en las rebajas de agosto.

A media tarde alzamos las copas, voy al lavabo
y levanto el vestido de la ignara madrina, sus manos
apoyadas en el mármol del inodoro, escancio
el sexo cadenciando sus caderas hasta un orgasmo
que agita el onanismo inalámbrico de la patética concurrencia.

El inspector fuma en el jardín, prende su puro con un USB,
lanza con desprecio su colilla en la tarta nupcial, notificación
del fracaso urdido por las arcas administrativas, huecas de LSD.

Lo animalesco resurge en la despedida,
motores callados, oda a lo reclinable
y elogio a la lavadora del mañana,
regocijo de las neuronas, capaces
de transformar el crepúsculo en alba
para completar la perfección de la huida.


Foto: JCJ, Roma julio 2006

miércoles, 28 de julio de 2010

El silencio de las puertas cerradas en mi sección Irse al otro barrio de Bcn Week


El silencio de las puertas cerradas

by Jordi Corominas i Julián


Una de las experiencias más hermosas del arte de pasear es hacerlo solo en un sentido totalitario, cuando las calles se han vaciado y unos pocos reductos sobreviven al ritmo que teje la ciudad con su sinfonía colectiva. Cuando era adolescente decidí salir un martes a la aventura del desconocimiento en un viaje iniciático imprevisible. Cerré la puerta de casa. Era medianoche y Barcelona vivía de su resaca post-olímpica siendo todavía una urbe del siglo XX , con un cierto toque folklórico que lo neoconservador ha sepultado para siempre. Recuerdo caminar por la avenida Gaudí envuelto en un silencio sepulcral, virar hacia la Diagonal, acariciar el Arco de Triunfo y sentir que las luces eran las reinas porque muchos dormían y los demás permanecían en el anonimato. Lo divertido de la efeméride es que iba a tientas, ignorante absoluto del nomenclátor, desorientado por falta de referentes visuales. A medida que transcurren las décadas nuestra experiencia se amplía y el espacio se agranda. Cuando alcancé plaza Cataluña me sorprendí al ver cómo unos pocos turistas jugaban al fútbol. Eran las tres de la madrugada y chutaban incólumes, sin ningún tipo de amenaza municipal, gritando libres entre estatuas y estrellas. Observé el panorama y descendí la Rambla, que aún mantenía sus señas de identidad.

Cerca del Liceu me abordó una prostituta. Era rubia, tenía bigote y seguramente algo colgando entre las piernas. Le dije que no y proseguí mi marcha hasta Marina por inercia, pensando que la fiesta era infinita y nada podía cerrar los locales de esa antigua zona industrial. A las cinco opté por coger el metro y abrazar mis sábanas como expediente de reposo antes del instituto. Funcionó, y aprendí la lección del goce que significa sentirse pequeño por la gracia de los edificios y el aura urbana, reina poderosa que oculta muchos misterios cuando brilla la luna y Morfeo campa a sus anchas por lógica horaria.

Por aquel entonces mi relación con bares, discotecas y otros garitos era escasa, de novato sin grandes aspiraciones ociosas. Tres lustros después tengo una opinión formada y varias preguntas, tormentos con interrogantes imposibles de resolver por culpa de llaves, respetos y pudores.

¿Qué hay detrás de todas esas puertas cerradas a cal y canto?

A nuestro paso somos vírgenes para con los portales por normas de convivencia y el malestar de asumir esos pequeños ruidos contrarios a la ausencia de sonido. No penetramos los accesos y aceptamos la energía de balcones cargados de música y risas, fiestas privadas que llegamos a intuir por ese resquicio violador de la privacidad. Las voces retumban, pero hay muchas más que abandonaron la fiesta. La poética del bar huérfano de clientes es fascinante. El otro día pasé por delante del punto ciego, un tugurio de Gracia que cerró casi por decreto. Tenía dos plantas y en la segunda era aconsejable acomodarse sin prejuicios. El vicio y la perversión eran la ley omnímoda, selecta clausura de la que sólo queda un triste candado y una obscena pintada que alienta al consumo de cocaína. ¿Cómo debe ser su interior? ¿Se acumulan las telarañas? ¿Acude alguien a limpiar el antro?

Las tres es la hora bruja. Te doy cinco minutos más, no quiero multas. Venga, toma un vaso de plástico. Hasta luego. Fregonas danzando, ojos rojos. Cuando los camareros abandonan sus puestos de trabajo dan pie a fallecimientos temporales, como cuando éramos niños y pensábamos que las ocho horas de sueño eran morir para renacer. Las cuatro paredes respiran y el extractor carbura. Los insectos pululan y los olores impregnan maderas y logos de diseño. Esa existencia de la nada es una de las grandes bases poéticas del universo al marcar un grado diferencial muy potente entre interior y exterior desde una tenebrosa premisa que la leyenda ama romper para activar nuestra fantasía; de otro modo es imposible entender las maledicencias que tantos arrojan sobre el tramo comprendido entre Drassanes y el obelisco de la Diagonal. Los sótanos de Barcelona, pues antes la burguesía prefería el entresuelo al ático, como territorio de orgías y depravación, sexo de lujo y refinamientos erótico-festivos. Este ejemplo es un botón del traje, plagado de recovecos porque cada habitación contiene en su esencia el don de la posibilidad. Lo bueno de sus barreras prohibidas es constatar que la ciudad siempre será una balsa de imaginación donde navegar y perderse, porque por mucho que crezcamos debemos mantener la inocencia que nos permite ser malvados.

Dibuixos: Nil Bartolozzi // bartolozzinil.blogspot.com

martes, 27 de julio de 2010

Más menciones para Paseos Simultáneos


En este caso Laia López y Fernando Clemot invitan a leerlo.


Laia dice lo siguiente: Mirar, escuchar y recoger. Estos tres verbos son los que parecen regir el proceso de escritura poética que Jordi Corominas i Julián plasma en su libro Paseos simultáneos, recientemente publicado por Ediciones Vitrubio. De este poemario se desprende una imagen del poeta como rastreador y de la escritura como búsqueda y ensamblaje de fragmentos, hilos y actos de lenguaje ajenos que sorprenden o llaman la atención por su rapidez o su permeabilidad, en el marco de una Barcelona descoyuntada, abierta y volátil.

Los pájaros os invitamos, a continuación, a dejaros caer por algunas de las páginas del libro con una selección de sus poemas.

Para leerlos: http://pajarosapuntodevolar.wordpress.com/2010/06/30/paseos-simultaneos-de-jordi-corominas-i-julian/

Por su parte Fernando me hermana con Iván Humanes y dice lo siguiente: UNA MORENA Y OTRA RUBIA...

En este caso no se trata de las dos chicas de don Frasquito, si no de dos libros de interés, una novela y un libro de poemas. Son obra de dos autores jóvenes y ambos tienen despertarán su interés por su contenido y por la forma, arriesgado, sin bozales ni mordazas.
Una buena forma de pasar los calores del verano de una forma poco prosaica.

Y podéis leer el resto de la entrada aquí: http://espadasylabios.blogspot.com/2010/06/una-morena-y-otra-rubia.html

lunes, 26 de julio de 2010

La caída de John Stone en Revista de Letras



Una fundación del capitalismo salvaje: La caída de John Stone por Jordi Corominas i Julian

Todos odiamos a los banqueros. Los meteríamos en la cárcel y les exigiríamos que devolvieran todo lo robado desde su cinismo que ha provocado la crisis. Como bien sabéis los sueños sueños son, y en parte es porque estos mandamases económicos están íntimamente relacionados con los políticos. Karl Marx tenía razón. Sí, la historia se repite e Iain Pears lo sabe muy bien. Para La caída de John Stone (Seix Barral) se inspiró en Basil Zaharoff, un magnate de finales del siglo XIX, un hombre despiadado, un mercader de la muerte que durante décadas hizo y deshizo a su antojo en el comercio internacional de armas. Su poder era omnímodo y demuestra cómo muchas veces las guerras y otros males de nuestra especie no dependen tanto de los gobiernos, marionetas maniatadas por jerifaltes que manejan la manija sin ningún tipo de escrúpulo con tal de enriquecerse y sentir que el mundo está a sus pies.

En la voluminosa novela del autor británico Zaharoff se convierte por arte de birlibirloque en John Stone, fallecido en misteriosas circunstancias tras despeñarse desde una ventana. Su óbito es la pieza que acciona todo el engranaje narrativo, estructurado magistralmente en cuatro partes suspendidas en una intriga muy lograda al no desvelar las claves hasta el final del texto, por lo que el lector notará desde un principio como la trama se erige en una especie de mujer fatal que juega con nosotros, divirtiéndose al lanzar pistas sin darnos lo fundamental, siempre aparcado porque un puzzle vital y económico no puede explicarse con simplicidad. Estas normas típicas se complementan con un continuo viaje espacio-temporal que sitúa a la mayor parte de los protagonistas en un punto de origen salvo en el breve primer episodio, situado en el París de 1953 de manera discreta, en el funeral de una vieja dama donde un tal Matthew Braddock recuerda y se sorprende cuando un desconocido le anuncia que Henry Cort, jefe del espionaje de Su Majestad, le legó un sobre tras expirar en 1944, sobre que, intuye, le revelará el secreto con el que no supo dar en su momento.

Ese instante es 1909 y acaece tras la muerte del Barón Ravenscliff, John Stone. Braddock era un buen periodista de sucesos, carne amante del juzgado, un lince seducido por las truculentas noches del East End y sus constantes asesinatos. Un buen día recibe una oferta que no podrá rechazar. Debe abandonar los barrios bajos y dirigirse a la zona alta para biografiar la existencia de Stone, quien en su testamento había dado su último golpe de efecto al destinar una parte de su suculenta herencia a su hijo, un completo desconocido en la biografía del fallecido, una mayúscula sorpresa que empuja a la viuda a encargar al joven chupatintas una investigación para dar con el agraciado enigma. Miss Ravenscliff tiene cuarenta años y mantiene un legendario atractivo, lo que complicará la búsqueda, ya de por sí complicada entre mil papeles con números, hoscos socios, una clase social que Braddock detesta y el mal fario de escarbar en la personalidad de un ser que todos definen como normal pese a sus increíbles logros profesional.

La investigación dentro de la investigación: Londres, París, Venecia.


Coqueteo. Drogas. Divisas desviadas. Bares de pésima reputación. Chivatazos y delirios. Apetitosos ingredientes, inútiles sin las facturas. Dicen que el rostro es el reflejo del alma, pero quizá sería más atinado cambiar el proverbio por toda la verdad está en las cuentas bancarias, lanzaderas que propulsan al antiguo redactor hacia un centro anarquista y una adivina, peculiares compañeros para un millonario ocupado en crear su propia flota y controlar a varios de los más importantes miembros del parlamento británico, de quien también sabe mucho un excéntrico y silencioso personaje, único presente en el lugar donde feneció Stone. Se trata de Henry Cort, enciclopedia acumuladora de información, cabeza visible, e invisible, de los espías, a los que dirige desde una sabiduría especial que incluye un pasado como empleado de Barings, banco que en 1890 presumía de ser la sexta potencia mundial por sus asombrosos ingresos y su capacidad para decantar cualquier balanza porque su influencia era inabarcable. En 1890 se hundió Argentina y el globo terráqueo entró en una vorágine que preludiaba crisis. Ese mismo año Henry Cort es requerido en el Foreign Office. Se le encomienda ser el corresponsal de The Times en París, donde acude raudo y veloz sin saber que en el tren su vida está virando hacia una nueva dimensión. Ha sido elegido porque le han visto las justas dotes para ser un estupendo agente. Tendrá como profesor a un chiflado y peligroso norteamericano que le guiará por los recovecos del intrincado universo de soplos al más alto nivel. Cort será un alumno excepcional que recabará muchas noticias de una sirvienta en la frontera francoalemana, joven con turbulentos antecedentes que al cabo de unos meses, concluida su tarea, aparecerá en los mejores salones de la ciudad de la luz y Biarritz para deslumbrar a la burguesía con su aplomo, saber estar y una belleza sin par, arma de doble filo que derrotará a John Stone, su mayor admirador, presentado en su plenitud como un tímido empresario disminuido ante el reto de conquistar a la chica de moda, Elizabeth, de falsa procedencia húngara y muchas tablas, las mismas que posee Cort en su insólita profesión, más insólita si cabe porque el premio por sus épicos esfuerzos es anónimo, como si evitar el colapso del Banco de Inglaterra por la acción de las grandes potencias fuera una nimiedad. Su labor para parar el derrumbe coincide cronológicamente con el nacimiento del amor entre Stone y Elizabeth, flecha lanzada por Cupido, que casi yerra su tiro por asuntos de mayor calado, impensables en el magnate en su periplo veneciano de 1867 parada final que explica la trascendencia de las casualidades para cimentar una fortuna.

La confesión desde la pequeñez: Anónimo veneciano.





La última parte de La caída de John Stone abre el sobre legado a Braddock y nos ofrece una confesión en toda regla del Barón Ravenscliff, crucial relato en primera persona que nos sumerge en la importancia de la pequeñez para engendrar grandes construcciones. La Venecia de 1867 era un triste recuerdo que hipnotizaba, como ahora, aunque sin turistas. Por aquel entonces Stone no era nadie, sólo disponía de una ingente suma monetaria que no sabía muy bien como invertir. En sus palabras flotan las virtudes que le harán el tiburón de las finanzas: un ojo clínico para sacar lo que le interesa de una persona y una aguda capacidad para encontrar agujas doradas en pajares fracasados. Es así como conoce a un individuo hostil que está obsesionado en desarrollar un torpedo que cumpla su sueño tecnológico, por el que se endeuda y hasta renuncia a la patente del invento. Stone dará con él tras entablar amistad con un lunático arquitecto inglés, el Señor Cort, casado con una dama desilusionada que alegrará las tardes del narrador y le proporcionará impensable placer, antesala de una jaqueca que le acompañará hasta su último suspiro. La narcótica laguna, postrer flashback del relato, cierra la puerta una vez nos da todas las soluciones, y su atmósfera es un fiel reflejo del impresionante y entretenido fresco realizado por Pears, quien con su libro demuestra ser un escritor versátil que sabe documentarse para que el contexto no sea una caricatura, algo digno de mención porque usa sus fuentes para ambientar y hacer verosímil su relato sin cargar al lector, con sutileza, asimismo empleada magistralmente cuando introduce los decisivos aspectos económicos, nada sesudos, bálsamo matemático para el común de los mortales, dichoso por entender esas operaciones que tanto suelen horrorizarle. La caída de John Stone engancha. Sus casi 800 páginas pasan volando, en un santiamén agradable para muscular nuestros brazos y alimentar el cerebro con una crítica feroz al capitalismo salvaje no exenta de ironía, pues al fin y al cabo es una obra que habla muy seriamente de un mal contemporáneo ante el que todos agachamos la cabeza y hasta lustramos zapatos de tipos encorbatados que ya no llevan sombrero de copa. La diversión está asegurada, y ello no implica ausencia de reflexión.

Martes 27, El crimen del loro de piedra en La Hora-L de Radio Barcelona-Cadena SER


En la sección de crímenes de la Hora-L cerramos la temporada y nos despedimos hasta septiembre con un asesinato surrealista, de aquellos que cumplen perfectamente la famosa máxima de "La realidad supera siempre la ficción".

Los protagonistas de esta historia son un santero cubano, un marinero catalán, la víctima,la madre del marinero y un loro de piedra en Pineda de Mar. Carlos Oswaldo Bello y Marcos Antonio Carrillo López asesinaron entre el 14 y el 16 de mayo de 2006 a Francisco Javier Galera a base de golpes en el cráneo con un pesado loro de piedra. Carlos, Marcos y la víctima conformaban un triángulo amoroso que tenía otro vértice en Maria López, la madre de Marcos, quien mantenía desde hacía tiempo una extraña relación con Carlos Oswaldo, santero que tras perpetrar el crimen se embarcó en una odisea paranoica de fuga, saunas y despropósitos.


Crímenes en la Hora-L

Cada martes a partir de las 13.06

Radio Barcelona-Cadena SER

96.9FM

666 AM

jueves, 22 de julio de 2010

Mi relato el deseo en Bcn Week


El deseo por Jordi Corominas i Julián /Ilustración de Andrés Valdovinos

Obcecada, empecinada, descuajeringada y obsoleta. Sin un duro. Rota por querer vivir y no hallar muertes. Pendía de un hilo por un defecto de archivo. Dirigía una sección criminal en la radio y necesitaba un asesinato a la semana para comer desde un extraño apego a la realidad, pues la sangre es un sustento carente de sueños. La desesperación crecía exponencialmente por un defecto de forma en la crisis. Normalmente estos períodos son propicios para dar rienda suelta a cuchillos, pistolas y salvajadas de toda índole. Está demostrado estadísticamente que en tiempos de vacas flacas la gente, porque cualquiera puede enfundarse el traje homicida, tiende a matar fruto del desquicio que invade la mente cuando el miedo atenaza y los bolsillos pasean sus vacías vergüenzas.

Siempre había aplicado la lógica. Entraba en Google, tecleaba un barrio de la ciudad y esperaba resultados. Guinardó sucesos. Aproximadamente 8349483934834 resultados en 0,17 segundos. Triple magnicidio en un bazar chino. Bromas de aficionado. Guineueta crónica negra. El cadáver de la mujer no presentaba signos de violencia. Algunas noticias eran hilos conductores repletos de detalles, puertas que abrían las estancias requeridas para recuperar antiguas historias. De link a link y tiro porque me toca, salvo en el pérfido percance de cortarse la senda por arte de birlibirloque. Algunos crímenes se notificaban y luego desaparecían sin dejar rastro, imperfección periodística que ocultaba el desdén por cuerpos exánimes y jinetes saliendo indemnes de la neblinosa tormenta, no como sus víctimas, nombres anónimos que nadie recuerda.

Margot sentía verdadero deleite por un par de luctuosas e irresueltas anécdotas. La primera versaba sobre el extraño asesinato de un profesor muy querido. Escuchaba música en su barrio de Sants, quiso un poco de diversión y los vecinos creyeron detectar una voz brasileña. Luego el silencio y la putrefacción, tanto en la casa como en la prensa, que repitió el mismo procedimiento al informar de una carnicería en un local de intercambio de parejas. La degollada era bielorrusa. Asunto finiquitado para horror de Margot, drogadicta que sólo podía avanzar con sobredosis de concreción porque su emisora le pedía obras con punto y final, sin atisbo de duda.

Con el grifo seco y un guión a entregar recorrió las calles de la ciudad, bebiéndose las copas de los demás en un intento de recuperar la cordura. Urdía planes aun a sabiendas de lo absurdo de su situación. Estaba entre el milagro y la decadencia, porque nada serviría sin un gatillo apretado, un corazón sin latido, una cabeza machacada o un brote psicótico aliñado con celos o luchas monetarias. Manos a la obra. Puso una vela a la Virgen del Arroyo, patrona de los asesinos. Habló con modernos para ver si su nimiedad chillona se convertía en oro de plasma y vísceras. Comentó con el carnicero el precio del bistec mientras le colaba el fascinante tema del canibalismo en España. Fue a la base de datos del Metro para averiguar el número de suicidios. Quiso sonsacar sucios testimonios a los taxistas. Molestó a sus vecinos ayurvédicos. Jugó al escondite con dos travestis cubanas, y hasta se atrevió a pasear desnuda por la Rambla. Faltaba el deseo, única pieza conservada intacta en su cerebro por culpa de una educación demasiado cristiana.

No matarás, y por supuesto no pensarás en lo positivo del acto en sí. Margot empezó a desear. Llenó su imaginario de macabras escenas. Un bar y un robo a martillazos con las paredes manchadas. Una prostituta de lujo con el gaznate rajado. Policías y chinos tiroteándose en el centro y la salvajada de una madre quitada de en medio por la criatura que engendró. Puso dos dedos en la frente, como si así las posibilidades de su estúpida apuesta en la ruleta fructificaran. Cerró los ojos y apagó la luz para dejarse seducir por Morfeo. A la mañana siguiente los cuatro crímenes anhelados inundaban las portadas de todos los periódicos, entusiasmados por la rapidez con que las fuerzas del orden atraparon a los criminales. Margot fue a la playa, a broncearse.

El siguiente relato fue seleccionado por Bcn Week para su especial estival. Los requisitos que nos impusieron fueron los siguientes: Estilo Borges/ Temática negra/ Dibujo Daumier

Reseña de Natalia Zarco en Calidoscopio sobre Paseos Simultáneos




Cronos no se para Por Natalia Zarco (Librería Galatea, Cambrils)

"Estoy transcribiendo mil frases nacidas del aire, de voces, amantes, arcanos, amigos, cretinos y funambulistas…"
Cuando una ha visto a Jordi Corominas actuar, declamar poesía automática, improvisar estrofas y versos con una elocuencia vertiginosa, irreal, futurista es cuando puede entender su poesía. La capacidad de mutación del lenguaje en sus manos es asombrosa, la manera de hilar, crear formas, evocar, tergiversar y vapulear es en Corominas tan intensa y personal, que sus textos son difícilmente confundibles. Hay un modo casi litúrgico de manipular el lenguaje, el nivel de léxico y la capacidad para el juego que desarrolla en cada uno de sus textos, convierten su lectura en un reto lingüístico ambicioso. Paseos simultáneos es, en ese aspecto, un crisol que recoge y mezcla en sí un coro de voces polifónicas, como si tuviese la capacidad de abrir todas las ventanas del universo, de oír todo lo dicho, de captar el mundo y comunicarlo por transmisión oral. El texto serpentea a dúo con el tiempo, cronos no se para, y de él extrae un elixir de vida. Si algo tiene el texto de Corominas es vida, claridad, ritmo. Corominas me trae siempre a la cabeza ese legendario neoyorquino que fue Joe Gould del que Mitchell contó su delirante proyecto literario: La Historia Oral, miles de páginas con conversaciones escuchadas a lo largo de los años en la ciudad de Nueva York, proyecto que hubiese sido la mayor historia humana jamás escrita. Jordi tiene esa fuerza, esa ambición mágica. En sus textos el lenguaje se libera de la forma y pasa a tener peso por sí mismo y en sí mismo. Gráfico, visual, cada frase atrapa un fragmento de la realidad y el tiempo y lo muestra desnudo, latiendo aún en el centro de la página. La calle, la gente, el ritmo de alguien que camina incansable y a su paso devora imágenes y retazos de conversaciones, olores, palabras perdidas y escenas de un pintoresquismo urbano cotidiano que aparecen y desaparecen involucrando al lector, al autor mismo y a todo aquel que tenga a tiro. Juegos y giros, el idioma es el lugar en el que la historia se da la vuelta, episodios antiguos se mezclan con escenas inmediatas, políticos, anónimos, lugares, hechos, realidad y fantasía se entrecruzan en un discurso rápido y brillante de puro placer lingüístico.

Personajes entran y salen y se definen en un solo rasgo, de un trazo, con una línea, la presencia humana en los poemas funciona como el corazón o el motor que mueve el texto y que se muestra en individuos concretos que percibimos entrecortados y que cuando terminamos la lectura, y adquirimos cierta perspectiva, forman un collage fabuloso, desdibujado y salvaje de gente que va y viene, y comenta, gente de la que apenas conservamos el recuerdo de una frase pronunciada en el momento de cruzarse con nosotros, gente que vemos por la calle, en una ventana, ellos, todos, los otros, nosotros mismos. Todos dicen algo y Corominas lo recoge, lo ensambla y construye poco a poco un telar inmenso de fechas, nombres, lugares, ciudades, instantes, recuerdos, como si pretendiese captar la simultaneidad, abrumadora en el mero hecho de pensarla, de todo lo que en un mismo instante está ocurriendo en el mundo. Porque toda esa locura, ese discurso ciego de tantos seres anónimos y humanos, todos los acontecimientos mínimos o máximos, históricos, trascendentes o inanes, absurdos: todos forman parte del mismo tapiz, del mismo collage de voces -polifonía- que nos habla y que se mueve y se genera desde su pluralidad como un único fenómeno, que abarca desde el vuelo de las golondrinas, tardío y solitario, hasta aquello que se está pronunciando, o pensando, en una habitación apenas vislumbrada desde una ventana, en una angosta calle, de un perdido barrio, de esta babilónica Barcelona, nombrada varias veces junto a otras ciudades… y que es siempre diferente, es metáfora urbana del mundo, atrapado esta vez en el perímetro del lenguaje.

Paseos simultáneos, Jordi Corominas. Vitruvio 2010.




***

Yanke me gusta. Me gusta mucho. Inicia su texto con una cita de Deleuze, una reflexión sobre el modo, uno de los muchos posibles, de acercarse al lenguaje, una forma de habitarlo como un extranjero, como quien se acerca por primera vez a un idioma y debe utilizarlo con la prudencia exacta para definirse. Porque somos el cuerpo tangible de ese lenguaje. La letra u minúscula, exolabial, la última vocal, la que asusta a los niños: uuuuuuh. La letra u minúscula que encierra una mujer que se busca a sí misma entre líneas, en tipografias y fuentes, que se define en pocas palabras, que se halla entre las muchas mujeres que es. Letra u minúscula, en tanto que U, es una mujer que se oculta en el lenguaje, que misteriosamente como una sombra en blanco y negro que diese la vuelta a una esquina, aparece y desaparece entre párrafos y estrofas para hacernos un guiño que nos conduzca directamente al juego surrealista del lenguaje.
El arte, la filosofía, el poema, el idioma, la caligrafía, el alfabeto, los verbos y los adjetivos, la sintaxis y la gramática todo formula teorías para que Yanke comprenda quién se oculta en la letra u minúscula. Personalmente: nunca una vocal me dijo tanto.
“…aprietas los limones y escondes los tequiero en el tubo de aspirinas”.
Los "infinitos corpúsculos" de Rebeca proceden de la red, del frío y virtual espacio de los blogs. Desde ahí ha ido, con el tiempo, dando cuerpo a su poesía que ha crecido intangible, paso a paso, hasta llegar a condensarse, como el agua en las nubes, en este precioso volumen que Puerta del Mar acaba de sacar.
El análisis y la formulación de neologismos personales, la construcción letra a letra de la palabra exacta que nos define, el juego puramente vocal pero cargado de una filosofía íntima: una confesión secreta entre líneas, …y perdí la respiración, pero eso que me nombra y enumera me latía, sigo viva… La autora habla de sí misma y transparenta su fragilidad y su fuerza, su ansia y su desidia, su temor y su arrojo… las maneras buscadas de conjurar el miedo. La conciencia de ser corpúsculo, partícula elemental, cuerpo esencial y desde ese punto minúsculo, en cambio, ser grande y ocupar el lugar del idioma para mostrarse, saberse y conocerse. Desfilan fantasmas, Deleuze, Breton, Artaud: nunca viajamos solos. Sus poemas como arcanos contienen la respuesta a preguntas que no conocemos, prismas caleidoscópicos que hablan de Rebeca y a veces de mí, y quizá de otros…sólo me veo como algo capaz de ir a través, atravesada al mismo tiempo, más que al revés el envés, siempre en medio y en proceso, siempre dispuesta al cambio…
Este es el primer libro de Rebeca Yanke, sólo me queda esperar que sus corpúsculos sean, de verdad, infinitos pues también yo soy corpúsculo y por tanto, en algún punto minúsculo, soy RebecaYanke.

Infinitos corpúsculos. Rebeca Yanke. Puerta del Mar 2010.

miércoles, 21 de julio de 2010

Miércoles 21 de julio, Expresarte+Loopoesia Summer special en La Cova de les Cultures


El ExpresArte/ Loopoesía Summer Special menu de miércoles 21 de julio

Expresarte+Loopoesia Summer special

La Cova de les Cultures

Calle de l'Ángel 12 ( Metro Fontana)

Puertas abiertas a las 20 horas

Precio 4 euros

Aperitivo
Las notas músicales de DJ Ozz y el video Ibiza Contact Festival ´09 hecho por Diethild Meier y Martin Rodriguez Sanchez.

...Primer(os) Plato(s)

Maisa Sally-anna Perk - Humanos
Un cuento contado en la oscuridad, mezclado con el sensorial y danza teatro impro que habla sobre el buscar, (no) encontrar, la soledad y las personas.

Andrew pierce
Cantautor, voz y la guitarra clásica

Migue - Nudos
Danza

Agustin Chiappe
Un cuento

Segundo(s) plato(s)

Maria Casares, Anna Kurth, y Irene Gimenéz - Related to…
Trío de danza contemporánea
Nos movemos en círculos cerrados...Vivimos como si fuéramos únicos pero nos movemos a base de reacciones, repercusiones y movimientos que otros ya hicieron antes y que otros volverán a repetir, encontrándonos siempre en situaciones miméticas. No podemos movernos sin repercutir en todo lo que nos rodea, estamos demasiado cerca, demasiado relacionados.

Cesar y Lali - Versiones
Una guitarra y una voz dulce y fresca

Joaquin Sanchez
Un solo de danza contemporánea y teatro
Sobrevivir es fácil, solo tienes que levantarte cada día, comer a tu hora y beber agua. Vivir, vivir es lo dificil. Un día sobrevivir no es bastante y decides que quieres y deseas sentirte vivo de verdad. "always look at the sea" que siempre mires al mar fue el resultado de dicha meta en Otoño del 2009.


Silvia Rodriguez y Cysko Muñoz -
La pianista muda y el poeta que se trago un alta voz
Piano y poesía se unen con diferentes registros musicales y poesía urbana en un espectáculo de pequeño formato que representa el debut de La pianista muda () y El poeta que se tragó un altavoz (Cysko Muñoz).


Postre

Loopoesía
Loopoesia lleva un año y medio revolucionando los escenarios con su performance músico poética. En 2010 suenan los jugadores de Ajedrez de Plaza Catalunya mientras Jean Martin du Bruit se agita y agita desde el escenario, El anónimo toledano mezcla la música y los toros de Banyoles aturden al respetable con su castiza presencia.


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martes, 20 de julio de 2010

Mi diálogo con Guillermo Saccomano en Revista de Letras




Diálogo con Guillermo Saccomanno
Por Jordi Corominas i Julián | Entrevistas | 13.07.10


Jueves 20 de mayo de 2010. Me levanto de la cama, aturdido. Es una dura semana y la cierro entrevistando a Guillermo Saccomanno. Mientras el autobús me acerca a la cita pienso en su novela El oficinista, ganadora del último Premio Biblioteca Breve, una obra intensa, seca, trepidante y cruda por el panorama que ofrece entre interiores y exteriores, tanto mentales como físicos. La desolación que recorre sus páginas es una cabal ofrenda de desamparo, perfecta radiografía de un malestar común que el autor argentino expresa mediante la figura de un anónimo empleado, víctima de una leve ilusión entre el marasmo.



Llego al hotel y espero. Me solivianta saber que Guillermo está cansado, no tanto como los atléticos que duermen en el sofá adyacente a nuestra mesa, pero sí a mi nivel, por lo que el diálogo se desarrollará en igualdad de condiciones. Enciendo la grabadora e intento descubrir la esencia de esta potente narrativa editada en España por Seix Barral.

Jordi Corominas i Julián: En la rueda de prensa donde se anunció que El oficinista había ganado el Biblioteca Breve me aturdió la cantidad de nombres célebres que disparó el jurado. Eso me preocupó, y hasta llegué a pensar que en cierto sentido quedabas oculto entre Kafka y los demás. Cuéntame cómo nació la idea de la novela.

Guillermo Saccomanno: Siempre tuve ganas de escribir una novela rusa. Había escrito antes un guión de cómic en tres episodios que era la historia de un empleado de Wall Street en el momento del crack bursátil. Pasó el tiempo. En los ochenta publiqué bastantes cómics en España e Italia. El guión quedó muerto, pero en febrero de 2003 me acordé de la trama y decidí recuperarla de otra manera, tensionándola y usándola en otro campo. Me gusta mucho la literatura rusa, soy especialmente aficionado a la del siglo XIX hasta principios del XX: Turgénev, Isaak Bábel, Dostoievski y hasta llegar a Grossman. El cuento de Nikolai Gógol El capote fue fundamental. La literatura de oficina es un género literario…

Pero lo interesante de abordar un género es jugar con él e introducir elementos que no estén en la tradición.

Tomarlo, tensionarlo, darle la vuelta como un guante y ver qué se puede agregar en ese mecanismo narrativo. Hice una primera versión en febrero de 2003 y luego la fui modificando, lijando, quitando… En parte me basé en referencias cinematográficas que van desde el comienzo de El apartamento de Billy Wilder pasando por Blade Runner hasta llegar a otros títulos como Código 46 de Michael Winterbottom, Brazil de Terry Gilliam y El Proceso de Kafka con la dirección de Orson Welles. Estos parte de los materiales en los que de alguna manera breva esta novela, y creo que los guiños en muchas zonas del texto están bien a la vista.

¿Y pensaste desde un primer momento mandarla a editoriales españolas?

No exactamente. La terminé y la mandé a concursos, la rechazaron y lo mismo pasó cuando la envíe a varias editoriales. Seguí escribiendo otro tipo de novelas, como la trilogía sobre la violencia política en Argentina, hasta que finalmente llegué a una versión de El oficinista que me interesaba.

¿Por qué la oficina como espacio clave?


Es un ámbito cerrado, concentracionario, donde se dan las relaciones de humillación y sometimiento propias de la dialéctica amo-esclavo.

Y es el paradigma espacial donde encontramos al hombre común del siglo XX.


En este paradigma entra tanto el administrativo como el creador publicitario, porque aunque éste piense que está más arriba también debe fichar como los demás.

Pero quizá el perfil del administrativo se ajuste mejor a ese paradigma, quizá por todas las sugerencias visuales que tenemos en el cerebro: el hombre del traje gris, pendular de la casa a la oficina.

El paradigma es el hombre gris que mencionas, pero hay una infinidad de trabajos en la que los individuos, pese a sentirse libres, están condicionados, tienen una labor, pero al trabajar en un estudio y tener el tiempo marcado están encadenados. El que labora en un lugar está en una jaula donde se dan relaciones de fieras domadas, donde tal vez la violencia no se expresa de manera rotunda o evidente, sino que circula por debajo de los escritorios de manera serpentina.

Y la gran violencia es la represión mental fortísima a la que el personaje protagonista se ve sometido.

Creo que todos los personajes tienen esa violencia contenida. Es una novela de mucha carga dura. Todos son insatisfechos, derrotados y víctimas. Pensaba en novelas que no son de héroes, sino de perdedores, tipos mucho más interesantes.

Pero el jefe puede ser un ganador derrotado.


Sí, pero aquí no hay puros ni limpios, nadie sale vivo.

Supongo que puede establecerse un paralelismo entre el exterior y el interior. Todas las amenazas del mundo de afuera se reproducen en la oficina desde otras coordenadas.

Están. Antes de encender la grabadora hablabas de Goya y mira, soñé la novela con mucha razón y mira los monstruos que produje. (risas).

Pensé algo así al ver la portada con los perros rojos clonados.

Son elementos de composición de futuro, pero por otro lado no creo que sea una novela de futuro lejano, no es 1984.

Es más una novela de presente.

Ya hay vacas clonadas. ¿Falta mucho para los perros clonados? No lo creo.

Circulan muchas metáforas de terrorismo y violencia, y eso me hace hermanar tu obra con el presente, porque al fin y al cabo los dos factores mencionados están en la calle, pero son invisibles para la mayoría, sea por poca curiosidad, sea por una ceguera voluntaria. Tú la proyectas.

Es no querer verla. Ves a una mujer tirada por la calle, un drogadicto vomitando, la violencia en el metro… nos hemos acostumbrado a vivir con eso. Creo que inventé muy poco. Esto es así y está.

Pero lo tuyo es el Apocalipsis, como cuando el protagonista va al trabajo y se limpia el polvo que ha aterrizado en su chaqueta como consecuencia de un atentado a escasos metros.

Sí, pensaba en la Ciudad de Buenos Aires en los noventa. Dos atentados en pleno día con una normalidad pasmosa, volaron edificios. Esos atentados los inventó el gobierno argentino. Ahora nos pintan a Bin Laden como Frankenstein, pero Frankenstein fue generado por los Estados Unidos.

Más que en las torres gemelas pensaba en un hermanamiento de ciudades, en los anarquistas de finales del ochocientos en Barcelona.

Es distinto. Creo que los anarquistas tenían fines revolucionarios y sus atentados estaban focalizados en el poder sin quererse cobrar víctimas inocentes. Ahora las bombas se enfocan a lo propagandístico tras provocar un efecto.

Actos que se ignoran, porque nos hemos habituado, como tu personaje, a la rutina de muerte. Hay un atentado y no importa, toca volver a la oficina.

En nuestras sociedades se vive con naturalidad y espontaneidad. Ustedes lo sufrieron en Madrid. El mundo sigue andando, como dice el tango. El mundo sigue andando porque tengo que hacer un trámite en el banco, porque debo ir a la oficina, porque tengo una cita. Todo continúa.

Volvamos al personaje. Es curiosa la relación que establece con la oficina. Es donde pasa más horas, y en cierto modo la usa como refugio de su verdadero domicilio, una pesadilla que desea evitar para no salir más dañado.

Es el lugar donde pasa más tiempo. Es un escape de su hogar, así entre comillas, porque cuando llega a casa se enfrenta a la jauría que es la familia.




Y desde ese escape opresivo surge la esperanza, que después se concreta en una imposibilidad de amar, porque pese al anhelo rápidamente vemos el desengaño.


Bien, creo que sos el único que se avivó de esto, porque en la novela todos hablan del amor, pero la ecuación de ese sistema es otra. Sexo, dinero, poder. Se nombra un absoluto como el amor, pero es una coartada. Se habla de la familia, pero es una institución carnicera. La relación que se denomina amorosa encubre una estrategia de ascenso social o la posibilidad de articular una fuga de la realidad. En la novela el doble discurso está presente todo el tiempo. Cuando aparece el otro (ndlr: el trabajador de la mesa de al lado) ahí viene un cuestionamiento.

El otro es otra forma de paliar la soledad del protagonista.

El otro aparece, no tiene explicación, no es consciente.

Pero esto es un poco cómo cuando vas cada día en el autobús y siempre ves a la misma persona, pero no le hablas…hasta que se activa un resorte y superas la represión que permite asesinar una extrema soledad.

Una soledad que parece rusa, pero aquí el compañero no es el otro, sino más bien una figura antagónica y al mismo tiempo complementaria que plantea otro modelo, pero el compañero tampoco es inocente, porque tiene sus sueños y ambiciones personales, no hay un proyecto solidario que contemple al otro diversamente.

Sí, pero el otro tiene una pareja moderna. Ahora pensé que el oficinista es un vestigio de un tiempo pasado, ya inexistente.


Pertenece a una generación anterior de oficinistas. Es un empleado veterano, que con su modo de pasar inadvertido, agachando la cabeza, se ha zafado de los despidos y el paro.

Esa antigüedad está hasta su concepción del amor.


Todo en él responde a otro modelo, pero asimismo representa la pusilanimidad del mundo actual. Creo que si la novela, más allá de sus méritos literarios, impactó acá en España es porque toca una llaga social, en Argentina la pasamos y ya estamos acostumbrados a comer del plato del perro, no lo digo con malicia ni alegría.

Aquí en España el personaje puede entrar a la gente por una inadaptación e incomprensión del tiempo que se avecina, o de nuestras propias circunstancias actuales. No entiende el proceso de la crisis y por eso se inquieta con El oficinista y siente interés.

No lo entiende porque es cómplice.

Es cómplice absolutamente.


No quiere ver la realidad y en que medida es cómplice. En Argentina el Turco Menem ganó la segunda elección con un voto cuota. Estaban empeñados e hipotecados y su papeleta era la garantía de asegurar que el dólar no estallaría y nada caería, así seguiría la dinámica del crédito. En este sentido hay que ser duro con la clase media porque es una clase de mierda en gran parte. Tanto tú como yo pertenecemos a ella, pero nadie como uno que la conoce de adentro sabe de su hipocresía y su doble discurso. En Argentina apoyó los golpes militares, no es una clase inocente.

Y aquí en España ha sido el artífice engañado del pelotazo inmobiliario.

La clase media votó a Aznar. El gran crack de la democracia es que consiste en cómo los ricos se distribuyen la torta.

Y luego hay la gran falacia de la democracia participativa.

¿Participativa hasta que punto? Creo que los políticos están muy preocupados por estar agarrados a su banca, a su puesto; es una manera nefasta de entender la política.

La clase media es una culpable silenciosa porque acata lo de arriba y participa en el engranaje.

Y quiere ver qué puede sacar de ese silencio.

Y nunca se la etiqueta como culpable porque la historia la identifica con la mayoría.

La mayoría silenciosa.

Y además nadie, al ser mayoría, quiere culpabilizarse de la tragedia.


Esto implicaría un ejercicio de autocrítica que la clase media no está dispuesta a hacer. No olvidemos que los políticos también pertenecen a este estrato, al igual que los sindicatos, que han obtenido buenos beneficios de la democracia. El mundo que le toca a este perdedor de oficina es un mundo sin salida. Me cuesta mucho ser optimista. Se llega por la noche al hotel, vemos los noticieros: la sangre nos empapa, el Planeta estalla en petróleo, contaminación y muerte.

¿Qué incidencia tiene la televisión en la novela?

Su mujer ve la televisión y él, al llegar a casa, se empapa de un quiz. La televisión es una caja de resonancia, un reflejo de nuestra situación. También hay televisión en el restaurante, cuando está con la chica. La televisión también tiene que ver con la complicidad, el problema es ver cómo se carga el aparato. Es un rumor de lo que pasa en algún lugar, cómo si nos mostrara tragedias ajenas que no nos pertenecen.




Y eso es falso, porque él cuando se mueve siempre va hacia zonas oscuras.

La calle siempre es territorio enemigo, siempre tiene que ir sorteando charcos de sangre.

Como si las farolas hubiesen desaparecido.

Vamos hacia ahí, una especie de Blade Runner o Doce monos.

Un Blade Runner que nosotros protagonizamos.

Oficinistas, sin techo, putas, pandillas…

¿Haces una traslación de aspectos americanos que llegarán a Europa?

Ya estamos en eso. Nuestros países compraron el modelo McDonalds. Compras la cajita feliz e introduces la ametralladora que acaba con los compañeros del instituto. No adoptas sólo la hamburguesa, que es un átomo inicial.

Y naturalmente ello incide en las mentalidades. La chica que enamora al oficinista sabe muy bien cómo medrar para lograr sus objetivos.

Lo que ella intenta es alcanzar sus objetivos de cualquier manera. Eso es una americanización. Por desgracia todas las ciudades se parecen. Mi novela puede pasar en San Pablo, en el DF, en algún lugar de Madrid…

En este sentido es interesante lo que planteas, porque en España últimamente se hace una cierta literatura que no trata la esencia del ser humano e ignora los márgenes. Tú te atreves a ir hacia ese límite de luz y sombra desde un punto de vista cotidiano, y eso hace que El oficinista pueda ser una historia universal.

Eso surge naturalmente porque mientras la escribía pensaba en Buenos Aires. Todo lo que he escrito lo he visto. Quien camina la calle recibe infinitos estímulos narrativos. Cuando estoy en la capital veo putas, turistas, sin techo, delincuentes, ejecutivos… y la distancia que les separa es de metros.

Hay primero toda la acción de la calle y luego todos estos personajes urbanos que en la privacidad de sus cuatro paredes se juntan y crean uniones inesperadas: el camello con el ejecutivo y así hasta el acabóse, la jerarquía desaparece, todos somos humanos.


El oficinista sufre un manifiesto complejo de inferioridad. Le gustaría ir hacia esas extrañas uniones, pero no le sale. El individualismo está llevado a la enésima potencia porque no existe la solidaridad.

Hay un individualismo según los parámetros de la sociedad y luego tenemos el individualismo del personaje, un hombre incapaz de superar las trabas que le impone su Universo.

Seguramente esta concepción en mi novela nació sola, no pensé en hacer una novela de denuncia, de haberlo buscado no hubiese conseguido este efecto.

Al fin y al cabo en tu novela hay un momento en que se usa la frase gattopardiana de cambiar todo para que no cambie nada, y el pesimismo del oficinista radica en estar encadenado a esta máxima.


Sí, pero porque a ninguno de los personajes le interesa cambiar el sistema, todos se mueven dentro del más absoluto y solitario individualismo, buscan salidas personales y se mueven en la ecuación sexual y de poder. Sigue la lucha de clases, lo único es que ahora la sociedad se divide entre incluidos y excluidos, y aquellos incluidos se agarran con uñas y dientes a su puesto porque no quieren perder ese espacio. Y esta posibilidad de ser expulsado genera miedo.

Una lucha de clases reformada, sin proletariado, que camina hacia otras rutas.

Se ha resignificado. Lenin cuando se refería a los oficinistas hablaba del proletariado de cuello blanco. Lo que ocurre es que la clase media no asume su destino de explotación, y un oficinista está tan explotado como el obrero, éste hará cuerpo y el otro no tanto, pero ambos son víctimas de un sistema que aliena y enajena. El obrero, por su trabajo físico, será más solidario; el oficinista, al creerse único, siempre será más mezquino.

La soledad del cubículo hace potenciar una imaginación inútil.


El oficinista tiene una imaginación de tipo paranoico, ve complots por todas partes, es el mundo contra él. En algún momento Melville, creo que en Moby Dick, se planteó que quizá la historia es una inmensa broma.

Y a veces en la novela cabe la posibilidad de sentir que el protagonista vive en un sueño, en ocasiones parece que quieras confundir al lector con ese juego entre imaginación y realidad.

Lo que le ocurre tiene un aire de sueño y pesadilla.

Y en su caso hay la imposibilidad de cumplir sus fantasías, hay una incapacidad manifiesta de actuar pese a sus propósitos de terminar con el íncubo en el que se encuentra inmerso.

Y pierde, siempre pierde.

lunes, 19 de julio de 2010

Martes 20, El crimen de la Calle Santaló en la Hora-L de Radio Barcelona-Cadena SER


Muchas veces la gente que escucha mi sección criminal se sorprende por los casos que presentamos, muchos de ellos olvidados. Este martes rompemos la norma y hablaremos del que quizá es el asesinato más simbólico de los últimos tiempos en la Ciudad Condal, el asesinato del empresario Félix Martínez Touriño en la Calle Santaló el lunes nueve de febrero de 2009.
Eran las 8.18 minutos y tan sólo una chica pudo ver como un sicario apuntaba su arma contra la nuca del director del Centro de Convenciones Internacional de Barcelona, un hombre de 36 años que se disponía a emprender viaje a Francia, donde seguramente se decidiría el despido del jefe de contenidos audiovisuales del CCIB, Manuel Moreno Blancas, sospechoso de aprovechar su cargo para lucrarse y acentuar su vicio obsesivo con el dinero.

Este crimen marca un antes y después en la historia negra de la ciudad por la introducción de asesinos a sueldo.


Crímenes en la Hora-L

Cada martes a partir de las 13.06

Radio Barcelona-Cadena SER

domingo, 18 de julio de 2010

Panfleto Calidoscopio Julio-Agosto




julio-agosto [nº 40/2010]


Como en un Calidoscopio te ofrecemos pequeñas cuentas que satisfagan o piquen tu curiosidad. Sobre cualquier tema en miscelánea, o bien sobre música, cine y literatura.

Sin el apremio de la modernidad y la vanguardia, con la tranquilidad de quien revisa lo pasado. Visiones Caleidoscópicas de nuestra cultura, eso es lo que pretendemos mostrar.

sumario




El discreto desencanto del arte contemporáneo
Por Sonia Fernández Pan



Entrevista a Antonio Gómez
Por Sonia Antón Ríos





Esto es la guerra
Por Rebeca Yanke



Matemática Beatle V
Por Jordi Corominas i Julián





Personas y máscaras
Por María Zaragoza



El arte de volar
Por Jordi Corominas i Julián





Miro las dos fotos
que tomé en el Writers
Por Fernando Clemont



El ruido y las letras
Por Pedro Crenes






Suicidios, Montecarlo y Kafka
Por Iván Humanes



Make a jazz noise here
de Frank Zappa
Por Federico
Fernández Giordano





Cronos no se para
Por Natalia Zarco



Esto no es un diario
Por Claudia Apablaza






La habitación, el relato de un viaje
Por Anna Maria Iglesia



espacio inventado
poemas de
Oswaldo Guerra Sánchez
Oswaldo Guerra Sánchez

viernes, 16 de julio de 2010

Sábado 17, Loopoesia en BeGood




BeGood Club
Sancho de Ávila, 78
08018 Barcelona (Spain)
Loopoesia+Free Fall Man

Sábado 17 de julio de 2010, 21 horas


Entrada 4 euros

jueves, 15 de julio de 2010

Poema "Normalidad (II)"


La normalidad (II) por Jordi Corominas i Julián


Dice la loca de Aribau que en ese parking
los centauros de la posmodernidad se telefonean
con cuarentones pervertidos que leen
páginas sueltas del periódico tomando café en la barra.

Le pido que me contagie con su demencia,
lame mi nariz con vehemencia, brindándome
aquiescencia de manicomio, veo gansos en el parque
y avistando unos árboles confundo tetas con monjas.


Cae un sombrero napoléonico, bailan los maniquíes
en los escaparates, piden aumentos de sueldo
cuando me ato los cordones en una vespa roja
apreciando un gesto femenino, roto por neones
estropeados, vejestorios que anuncian tormenta.


Las niñas doman leones con su cuerda robada
en el patio del colegio, en el fondo del mar
le dijo el cartero eso de no pagar dinero,
ser pulpo para camuflarse, guardar
la calle en el bolsillo, Caronte.

Emerger es llevar el reloj sabiendo
que cada cinco minutos la normalidad
se derriba a sí misma, río de la minucia
significante, catarata burlona de nuestras legañas,
barrotes fundidos en pereza, tela de araña,
cicuta de la imaginación.

Foto: Jean Martin du Bruit

miércoles, 14 de julio de 2010

Poema "Las banderas"


Las banderas por Jordi Corominas i Julián

El doble de Franco resolvía crucigramas
al lado del mercadillo chino, llevaba
bermudas hasta el ombligo, un cinturón
serio aun pareciendo de paja, y una camisa
raquítica con los colores de España.

Sus gafas de sol no contemplaban esa horrible
virgen de porcelana, censuraban la acuosa
mirada de rana, paupérrimo reflejo
cronológico para los ciegos de sus tiras
de piel, quemadas en el banco
con vistas a Oriente, detrás del locutorio.

Dando la espalda al caudillo de barrio
una lolita chupa una piruleta arrimada
a la parada del autobús, hay rebajas de pescado
porque se estila un nuevo racionamiento.

Abandono esos parajes palaciegos, sólo vine
a recoger unas gafas que no son mías, es un paseo
de peaje donde hay un espectro de bigotudo
con la camisa abierta, secreto amante del Lecturas
y el festival porno de L' Hospitalet, carajillero gallifante
que para llenar su vida revuelve fichas de dominó
en yermos bares del vecindario.

Anoche robé banderas de los balcones
para que las aplastaran los coches, iba borracho
y entendí la importancia de un nítido cielo azul
capaz de reírse del pasado porque deberíamos
ser constructores del infinito.


Foto: JCJ

martes, 13 de julio de 2010

Paseos simultáneos en Culturalia


Experimentos hacia la totalidad lírica: Paseos simultáneos de Jordi Corominas i Julián
Entre los meses de enero y mayo de 2008 Jordi Corominas i Julián se sintió bloqueado como narrador tras finalizar un relato extenuante por su precisión de detalles y espacios. Su desconcierto le decidió a deambular con una libreta roja donde, sin saberlo, apuntaba un lenguaje sin ataduras que respiraba calle, bar, mente, paseos de todo tipo mezclados en verbo colectivo donde la unión de vocablos lleva a la plasmación de la realidad sin adornos, tal y como el poeta la escuchaba, concebía y visionaba durante ese período, con la conciencia que uno no sirve sin plasmar la pluralidad. Y esa filosofía manifestada en uno de los primeros poemas de Paseos simultáneos marca toda su suite, porque eso, y no otra cosa, es su libro, 136 composiciones enlazadas, mosaico de teselas inconformistas creadas por un experimentador nato que bebe libertad y aspira a la totalidad en un universo plagado de balcones.
Quien conoce un poco la trayectoria de Corominas sabe que su particularidad lírica es la ya mencionada suite, río sinfónico que parte normalmente de una introducción como antesala del vértigo. En Loopoesia son más reducidas y destacan por el ritmo y las temáticas expuestas. En su debut poético no hay un espacio concreto de acción, pero entendemos fácilmente que el marco es urbano, sin importar en exceso el topónimo. El ansía de abarcar lo máximo posible transforma el viaje que se nos ofrece en una conversación abocada a un trepidante paseo políglota, se usan más de siete lenguas, donde es menester analizar cada parte dentro del conjunto. Terminó la época del poema decorativo, ahora el verso se funde en el aire y el cerebro para regalarnos cuadrículas de hiperrealidad que se van conectando mientras avanzamos en y con el texto. Del manifiesto inicial, clave para comprender la intencionalidad del autor, penetramos con malestar al laberinto, válido al reforzar la presencia de lo cotidiano e ignorar la tí gran ciudad. Las partículas que pululan por el recorrido se sientan en plazas, ríen en la mesa de un local, discuten de historia y se esfuman cuando los gatos de Marrakech y los perros de Pompeya nos advierten de nuevas presencias. Sí, todo lo dicho es de una rabiosa modernidad, matizada en el intermedio con un breve susurro: como si fueran poesías muy antiguas. Se acerca la conclusión. Nos percatamos de la habilidad de un juego desvelado sutilmente. Al acceder al Aragón rural con el caballo del Ebro movemos los ojos hacia la tarde. Una larga travesía barcelonesa nos sitúa casi en la cena- a las ocho de la noche, a las nueve de la tarde cómo Messi en Verdaguer-, menú inexistente, pues la marcha de la suite opta por parajes nocturnos, normales y oscuros, que van desde una casa hasta un taxi donde se comenta que los chinos son la realidad. Puede ser, y también es posible enternecernos con Laura, la chica de nombre vulgar que sale con Paul Williams, jefe local del Melotron, ausente de un tramo final cargado de contundente nostalgia, augurios y una sensación lectora impagable, como si la vanguardia hubiese vuelto y no nos hubiéramos enterado hasta leer Paseos Simultáneos, valiente y arriesgado al no ocultar una ansías revolucionarias consistentes en no cerrarse ninguna puerta para dar auténtica poesía a la poesía. Se apagan las luces y aun hay fuego.

Jordi Corominas i Julián, Paseos simultáneos, Madrid, Vitrubio, 2010
ISBN 978-84-92770-51-9

La Camarera de Markus Orths en Culturalia


Los objetos, la soledad y lo hermético. La camarera de Markus Orths por Jordi Corominas i Julián

Cada uno se alimenta de sus tradiciones. La mía consiste en reunirme con mis amigos cada martes en un bar para reír, beber e intercambiar opiniones sobre lo humano y lo divino. El segundo día de la semana sirve a la camarera Lynn Zapatek, que no es familiar de nuestro amado presidente ni del teclista de The Doors, para esconderse bajo la cama de una habitación de hotel y espiar al usuario de turno. La chica, ligeramente desequilibrada, es un personaje prototípico de una determinada literatura germana donde destacan los seres sin atributos, personas demasiado normales, anónimas para los demás, que desde su lejanía del mundo acercan al lector a una dimensión desconocida que aturde, desconcierta y, finalmente, sorprende por originalidad narrativa en el planteamiento de situaciones cotidianas que solemos considerar imposibles.

La chica vive sola, se aburre y dedica demasiadas horas a trabajar. Sus sesiones de limpieza le permiten conocer a sus semejantes a través de los objetos de las habitaciones. Asimismo, como todo hijo de vecino, tiene una madre a la que llama puntualmente cada jueves, un antiguo amor y la posibilidad de una vida social que no aprovecha hasta que los martes alteran el orden y convierten una anécdota en obsesión. El debut del escondite coincidirá con la llegada de una prostituta llamada Chiara que dejará su tarjeta de visita en la mesilla de noche. Lynn la cogerá, pulsará las teclas, hablará con ella y entablará, nuevo paso para consolidar la rutina semanal, una relación de pago con la rubia de poco pecho, de quien se encaprichará sin llegar, porque es incapaz de hacerlo, a completar su deseo liberatorio.

Como habrán podido entender, la repetición es clave en la primera novela publicada en España de Markus Orths. A la espera de próximas y anunciadas entregas, alabamos el gusto de Seix Barral al apostar por un autor comprometido con la observación y el detalle. Sin duda, la clave de la narración es la acuciante, un silencioso grito desesperado, soledad de la protagonista, pero que yo sepa, y espero que coincidan en mi apreciación, es imposible desprenderse del entorno que nos rodea, ni los ciegos se salvan de ese lance existencial, por lo que Lynn nos proporcionará una especie de atlas humano trazado a partir de las cosas que halla mientras le da a la bayeta y a los más variados productos químicos. Bolsos, cepillos de dientes, bolígrafos, manchas, sábanas, vestidos, zapatos, pintalabios, maquinillas de afeitar, maletas, condones, tarjetas de metro y cartas. Lynn comete el error de dominar la minucia significante ajena sin seguir la máxima délfica: conócete a ti mismo, o quizá sabe demasiado bien cómo es y eso le produce un miedo insuperable, derrota del individuo que no sabe lidiar con los elementos, iguales para todos, aunque diferentes porque cada cerebro responde al contexto a través de las líneas que traza el camino.

La finura y prestancia del narrador tienen la virtud de sumergirnos absolutamente en un universo hermético, porque al fin y al cabo las peripecias de la camarera entre cuatro paredes simbolizan su cerrazón. El exterior es una presencia aciaga con la que debe convivir e intentar adaptarse. Su fracaso en la labor, su refugio en la cercanía que transforma en abismo, puede resultarnos divertida porque el ritmo del lenguaje empleado por Orths es rápido y vivaz. Dicen que las buenas comedias son las que hacen reír planteando situaciones dramáticas. Hallar un buen ejemplo en la literatura de hoy en día merece un brindis, un abrazo y atender más buenas noticias desde el centro de Europa, inagotable cantera que a sólo puede traernos más perlas como esta novela breve de inmensa intensidad.

Markus Orths, La Camarera, Seix Barral, Barcelona, 2010
ISBN 9 788432 228612

lunes, 12 de julio de 2010

Martes 13, El caso del bar Snoopy en la Hora-L de Radio Barcelona-Cadena SER


José Gilart era un tipo conflictivo. En 1993 tenía 37 años y una vida accidentada en la que mezclaba un cinturón negro en artes marciales con una expulsión del cuerpo nacional de Policia como consecuencia de sus múltiples expedientes y una afición por la buena vida que le acarreaba, como es comprensible, problemas económicos. Regentaba el Bar Snoopy,en la Gran Via cerca de la Plaza Tetuán, y decidió que la mejor manera para solucionar sus aprietos era asesinar,por lo que pidió a uno de sus encargados una maleta muy grande. No contento con eso robó un cuchillo de cocina, de los buenos. El doce de diciembre desapareció Clemente Viñas, uno de los arrendatarios del local donde se hallaba el Snoopy. Cinco días más tarde se esfumó Francisco Saénz, un recaudador de la seguridad social a la que Gilart debía más de veinte millones de las antiguas pesetas.

Supuestamente descuartizó los cuerpos y los depositó en un contenedor del Paralelo. En el juicio, pese a pruebas más que evidentes, fue absuelto.

Los cuerpos nunca aparecieron

Más tarde volvería a las páginas de Crónica por sus trapicheos con la droga y un tiro en la nuca que le dejó tetrapléjico.


Crímenes en la Hora-L

Cada martes a partir de las 13.06

Radio Barcelona-Cadena SER

96.9FM
666 AM

viernes, 9 de julio de 2010

La promesa de Friedich Dürrenmatt


El reloj de cuco, el investigador y la gasolinera: La promesa de Friedich Dürrenmatt por Jordi Corominas i Julián

Suiza no es de este mundo. Sabemos que hace frío y que con tanta paz poco han inventado. Ya sabéis, la noria de Viena y el reloj de cuco. Cuando ocurre algún suceso luctuoso saltan las alarmas y lo anodino se rompe en mil pedazos, provocando insanas obsesiones capaces de desdibujar una existencia. Estas líneas iniciales podrían resumir la esencia de La promesa, novela que Friedich Dürrenmatt escribió por encargo en 1957. Por aquel entonces gran parte de la Confederación Helvética estaba escandalizada ante el creciente número de agresiones sexuales a niños. Ese era el tema a tratar, y el excelso dramaturgo optó por abordarlo desde una perspectiva especial partiendo de unas premisas tradicionales que volteó a su antojo con la intención de desmontar la típica estructura del género negro.
Imagínense que un día van por el bosque y se topan con el cadáver de una niña rubia vestida de rojo. Pensarán en caperucita y en un lobo feroz malvado, entregado a la demencia de agredir a los más desprotegidos por un impulso homicida. Ése, y no otro, es el panorama inicial a resolver por los investigadores, entre los que brilla con luz propia el sagaz Matthäi, un hombre tan concienzudo en su labor que hasta ha recibido un encargo para educar a las fuerzas del orden jordanas. Tiene el billete en su bolsillo y desea ir a Oriente Próximo para ascender en el escalafón y demostrar su valía desde su brillante discreción, la del cumplidor que ama galones invisibles. Sin embargo surgen imprevistos de conciencia en su última jornada en el país de la cruz blanca con fondo rojo. El pobre inspector promete a los padres de la niña fallecida que dará con el culpable, cueste lo que cueste. Las pesquisas se desarrollan con inusual velocidad. Se detiene a un buhonero que confiesa y se ahorca en su celda. Caso cerrado para el archivo, aunque no para el intrépido Matthäi, plenamente convencido que los árboles, un dibujo de un gigante con erizos, una hoja de afeitar y el destino aguardan nuevas atrocidades para las más pequeñas del cantón oriental.

Sabemos de los hechos porque al cabo de los años un conferenciante poco atinado y un antiguo agente, el Doctor H, hablan en un bar de la efeméride, lo que permite descubrir al lector sus pormenores y la desdicha que invadió a un hombre eficiente, fiel para con sus palabras. Jordania podía esperar porque lo importante era escarbar hasta dar con lo profundo del crimen desde una gasolinera, lugar elegido porque las pistas que va recabando Matthäi le llevan a concluir que el asesino se mueve en automóvil y vive por la zona, por lo que fantasea con su llegada para repostar. Quizá lo vea cada día y se saluden con normalidad. Quizá, como casi siempre, aparente ser buena persona disimulando su monstruosidad. Quizá pique el anzuelo preparado por el desquiciado justiciero, quien no ha dudado un solo instante en contratar como casera a la otrora pérfida Séller, elegida al tener una hija de nueve años, rubia, ideal para los cánones del malhechor que le carcome la cabeza hora tras hora.

Manual de psicología obsesiva: Metamorfosis sin escarabajos

Antes del homicidio campestre Matthäi era sobrio y tenia la costumbre de residir en hoteles para no viciarse con la oscura bazofia de sus semejantes. Las paredes de su habitación eran el refugio de un abstemio comprometido con el deber y el bien social. La sangre infantil le transforma en puro nervio alcohólico de coñac que no destruye su sagacidad, pues sus intervenciones para desentrañar la maraña van por buen camino, pero su chip básico ha sufrido una desconexión demasiado importante que le aísla del mundo hasta hacerle perder el oremus en su afán de desvelar el misterio. Usa a las personas incrementando su alienación, llevada al extremo cuando sospecha que Annemarie, la blonda chiquilla de la casera, no asiste a la escuela y prefiere perderse en el bosque, donde espera a un mago que nunca aparece, carne de repetición en la esperanza de pasar página y saciar el malestar con una detención que culmine su búsqueda de tintes imposibles, como casi imposible es el reto de modificar los principios de la novela negra, y en ese sentido es interesante uno de los episodios finales donde se enumeran las posibilidades que darían al texto un aire diferente que desafiara la convención a finales de los años cincuenta. Dürrenmatt era hijo de su tiempo y demuestra poseer una profunda preocupación por los vericuetos de la mente jugando en el mismo campeonato que Michelangelo Antonioni, quien en el mismo año del encargo realizado al escritor suizo empezaba a apuntalar con Il grido, si bien ya apuntó maneras en Cronaca d’un amore, sus teorías filosófico-cinematográficas sobre el malestar del hombre contemporáneo, burgués instalado en un orden apacible que produce desequilibrios hacia una soledad descontenta. La atmósfera de lo sólido no se corresponde con la batalla que el cerebro padece en la posguerra. Fluye el dinero, hay teórica satisfacción, pero las ramas de la felicidad están podridas, por eso una cierta cultura de la época, no tan alejada a la nuestra de fácil consumo y amarga desazón por objetivos inalcanzables sin créditos, debatió mediante la creación sobre el fenómeno del descontento, que en este caso se expresa por una corazonada preludio de una derrota en enmarcada en una senda de ética egoísta con un final, y aquí hay que reconocer el mérito del narrador, sorprendente, golpe de efecto cargado de enfermedad que asimila la pena de Matthäi a un universo moribundo necesitado de algo más que impulsos para renacer y asentarse bajo unos principios que siempre se posponen, un poco como la tan cacareada renovación del género negro, viable si desde la anécdota nos acercamos a las particularidades de cada individuo y tejimos un mapa de detalles que desde lo cotidiano den a la sangre cotidianidad y unas formas que trasciendan lo meramente literario.

Friedich Dürrenmatt, La promesa, Navona, Barcelona, 2008
Traducción y prólogo de Xandru Fernández

Sábado 10 de julio, Looproject veraniego en La Cova de les Cultures



Looproject
Sábado 10 de julio de 2010
puertas abiertas, 20h 30 minutos
La Cova de les Cultures
Calle del Ángel 12 ( Metro Fontana, L39

Precio: 5 euros




Este sábado diez Looproject se traslada a La Cova de Les Cultures, donde tantas veces actuamos. La diferencia es que ahora hay una nueva gestión y es veranito, lo que no impide poder ofrecer tres eventos de mucha calidad en una sola velada.


1.- Delaonion: Álex Chico, Jordi Corominas i Julián, Iván Humanes, Laia López Manrique, Juan Salido- Vico




2.- Entrails' wall de Raquel Delgado


3.- Loopoesia: Jean Martin du Bruit, El anónimo toledano, Lola Farigola Romaní


miércoles, 7 de julio de 2010

Recital en Shh no se lo digas a nadie con Cristian Balda, Juan Salido-Vico y el del blog




Miércoles 7 San Fermín tiene otras cosas además de los morreos que los guiris dan a las presentadoras de TVE. Quien vaya por Gracia, justo al lado del Salambó, puede parar en el bar Shh, nunca sé cuantas haches son, no se lo digas a nadie a partir de las seis y asistir al recital de

Cristian Balda

Juan Salido-Vico

Jordi Corominas i Julián


entre poesía y microrelatos antes de España ña ña, prometemos diversión, buena onda y nulo moderneo.

lunes, 5 de julio de 2010

Martes 6, El crimen de Jordi Pascual Subiela en la Hora-L de Radio Barcelona-Cadena SER


A cada crimen tratado más sorprende lo retorcido de la mente humana en su búsqueda incesante e insaciable de la perfección homicida. El miércoles seis de septiembre de 1995 Jordi Pascual Subiela asesinó a sangre fría a su abuela y a su tío, vecinos de inmueble en la Calle Mandori número 11. Jordi, un vigilante de seguridad nacido en la navidad de 1958, tenía todo programado al milímetro. Dejó que el cuerpo de Margarita Mercadal se hundiera en el mar y optó por abandonar los despojos de Joan Pascual en un descampado de Cerdanyola del Vallés. Ambos cadáveres estaban desfigurados, y la policía científica tuvo que acudir al FBI para dar con las claves que permitirían solucionar un caso con muchos pequeños errores del asesino, muy seguro al hilvanar una historia paralela que pareció salvarle...hasta que varias minucias significantes salieron a la luz y acabaron con la impunidad de uno de los autores de uno de los crímenes más feroces de la Barcelona postolímpica.


Crímenes en la Hora-L

Cada martes a partir de las 13.06

Radio Barcelona-Cadena SER

96.9 FM

666 AM

sábado, 3 de julio de 2010

Poema el símbolo


El símbolo por Jordi Corominas i Julián

Manolo el del bombo padece neumonía crónica,
agravada por el clima en Sudáfrica,
regresa en un avión de viernes
y promete dar su vida por tocar en la final.

Manolo el del bombo llevaba la friolera
de 28 años asistiendo a los partidos de España,
en un foro digital un usuario anónimo
filosofa con tino llamándole paranoico.

La pandereta nacional debe mucho
al ministerio de Información y Turismo,
las cajas tontas perpetúan folklore y toreo,
Pantoja y Ponce son susurros referenciales
en la enciclopedia que agranda la bola
y legitima lo castizo como sinónimo de alegría,
Casposa autenticidad depresiva.

Manolo el del bombo copa titulares,
es verano y el mundo un balón,
se llenan chiringos y plazas
desde la anécdota, falaz
Máxima de distracción.

Manolo el del Bombo fue una figura mítica
en mi infancia, lo contemplaba como un cargo
hereditario, con transmisión de poderes
y tambor.

Luego leí los símbolos, el número doce,
Boina, cachirulo y escudo,
entendiendo que Manolo el del bombo
es una marca publicitaria cuando el rojo
ya no indica comunismo y aúna la canícula.


foto: JCJ

viernes, 2 de julio de 2010

Sábado 3 de julio, Loopoesia en el festival San Vladimir Lenin


Loopoesia de 22:00 a 22.45 en el escenario Stalin


Queridos paranoicos al revés, una vez más, el circuito regenerador confirma vuestras sospechas de que estábamos planeando algo en secreto con vistas a sumergíos en un universo de dicha.

Se trata del primer evento regenerador con tintes diurnos. Podreis pasar toda la tierna jornada del sábado 3 de julio en la playa junto al recinto paradisíaco hasta que abramos a las 20 horas, cuando activaremos todo un completo dispositivo de barbacoas con butifarras y otras carnes a decidir. Dejaremos un espacio para que aparqueís las toallas. Otra de las rompedoras novedades será el dispositivo de visuales, proyecciones y luces estreboscópicas que aglutinaremos.

Por otro lado, jamás habíamos bajado tanto el precio de la entrada. Era obligado, Lenin nos estaba mirando.
www.circuitoregenerador.com

3 de julio del 2010

20:00
a 7:00



Exteriores
del Poliesportiu Marina-Besós

(Al ladito de las 3 chimeneas de Endesa-Springfield)

Carrer
Dolores Ibárruri “La Pasionaria”, s/n

Sant
Adriá

Trambaix
Sant Adriá-Besós

(Desde Ciutadela y desde Glories)

Renfe
Sant Adriá-Besós

(Dirección Mataró)






Escenario LENIN

(Indie Rock en el césped)

Visuales sovietizantes por Moncho Fernández

-Concierto de “Azucena (Viva Stalin) 300 veces”. -20:00 a 21:00-

(Grunge con rubia y barbacoa mientras tanto)

-Concierto de “Gonzalo Gil Carribale y Leito Brizzio” -21:00 a 22:00-

(Sigue la barbacoa, con el show de estos muchachos)

-Concierto de “Faces in Disguise” -22 a 23:00-

(www.myspace.com/facesindisguise)

-Concierto de “Mi querido Virus”
-23:00
a 00:00-

(Sus letras cazan leones, no conejos)

-Concierto de Will Spector y Los Fatus -00:00 a 1:00-

(http://www.myspace.com/willspector)

-Concierto de The Benders Bolcheviquizados
-1:00 a 3:00-

(Franz Ferdinand, Los Planetas, Arcade Fire, The Strokes, etc)

-Hitazos a Cholón Dj -3:00 a 4:20-
(Mezclando M.Jackson con Le Tigre o Hot Chip con Los Fresones Rebeldes)


-Gondoleros Pinchadiscos -4:20 a 5:40-

(From Pixies to Rafaella)

-Mensajitos Dj’s -5:40 a 7-

(Dj’s ultrasoviéticos con peticiones al 605558281)


Escenario STALIN

(Shows y Tech-House en el Frontón)

Visuales sovietizantes por Yorgos Biris

-Sarabanda -21:30 a 22:00-
(Mago, violoncello y recital)

-Loopoesía -22:00 a 22:30-

(El surrealismo ha vuelto:loopoesia.blogspot.com)
-Alicia en el País de Vladimir -22:30 a 23-
(Grupo de Teatro sin Hogar de Felipe Cabezas)

-Kls Beats Dj
-23
a 1-
(Ababol Party:Bassline, Uk garage, Electro, Breaks)

-Kokotec -1 a 2-
(Minimal con cordura: Tecno con Pop-rock )

-Lordfreak -2 a 3-

(Minimal enfermizo)

-Neiland -3 a 4-
(House-tech al uso)
-Mantek & Dr Urigüen- -4 a 5-

(Loops Collective)

-Reclaim -6 a 7-
(Los inventores del ruido)

Escenario TROTSKY

(Rumba-Reggea y Trance)

-Dj Tuk -00:00 a 2:30-
(República Soviética del Ritmo)

-Dj Anxoveta -2:30 a 5-

(Mundo Caníbal Soundsystem)

-Alexander Kumm -5 a 7-
(Trance berlinés)

10
euros todo incluido

Incluye:

-Cubata o 2 cervezas

-Mejores
Marcas (J&B, Cacique, Ballantines,Moskovskaya,
Moritz,etc)

-Vaso
conmemorativo

-Aire
Libre

-Playa

-3
ambientes

-Césped

Precios posteriores en vasos de campeonato


Cubatas 5 euros.

Cervezas
2 euros.


Venta de entradas:

In
situ en TAQUILLA.

Todas las paranoias respondidas al momento en:

raul.muniente@gmail.com

651147461
(Raúl Muniente)


Loopoesia es amor