sábado, 27 de junio de 2009
Alpha Mini: cápsulas literarias portátiles de lectura instantánea
Por Jordi Corominas i Julián | Reseñas | 26.06.09
El cuento. Joseph Conrad, Alpha Decay (Barcelona, 2009).
Traducción de Juan Gabriel López Guix.
La mascarada de la muerte roja. Edgar Allan Poe,
Alpha Decay (Barcelona, 2009).
Traducción e introducción de Juan Gabriel López Guix.
Sí, ya lo saben. Ha llegado el verano y hace calor. La gente va ligerita de ropa y los ojos ya no tienen excusa para mirar a Cuenca. ¡Pervertidos! Ya estáis pensando en lo de siempre. Pues no, centraros un poco en este escrito, quizá no os cambie la vida, pero os aseguro que os proporcionará información, y de la buena.
La recientemente clausurada Feria de Madrid abrió el debate sobre los nuevos formatos librescos. Tecnología versus tradición. La discusión es estéril. No porque no tenga interés, sino porque desde que el mundo es mundo se ha discutido, de un modo u otro, sobre la desaparición de nuestra amada Galaxia Guttenberg. Lo que presento con este artículo es la solución perfecta para el lector compulsivo.
Hay gente que duda mucho mientras se contempla en el espejo. ¿Qué me pongo? Reiteramos la conveniencia de ir con pocos velos. La canícula aprieta y la insoportable levedad del ser tiene que ser aceptable. No lean a Kundera. Vístanse como quieran, siéntanse guapos y guapas, aturdan al personal con sus atuendos. Otros individuos no se miran al espejo. Llenan su bolsa y antes de salir a la calle se preguntan qué libro elegir para su tortuosa singladura entre el aire acondicionado del metro y el fulgor callejero. Quien comparta conmigo la obsesión por la literatura sabe que no estoy planteando una cuestión nimia. Hay libros que sólo se pueden leer en la cama, otros merecen la espalda en el sofá y algunos se eligen por distancias, trayectos y cronómetros. Cuando estudiaba primero de carrera sentí una fuerte repugnancia al ver a un compañero de clase con Proust en el autobús. ¿Era un dios con inigualable capacidad de concentración? ¿Un tremebundo marciano superdotado? ¿Un cretino fardón? Nunca cruzamos más de dos palabras, aunque desde ese instante barajé con criterio mis lecturas del underground para no caer en innecesarias pedanterías. Eso y lo práctico. El transporte público, la playa o la estación estival exigen lecturas cortas, brillantes chispas que permitan combinar el apacible hábito lector con otras actividades.
Alpha Decay estrenó hace escasas semanas la colección Alpha Mini con dos títulos de campanillas: La mascarada de la muerte roja de Edgar Allan Poe y El cuento de Joseph Conrad. Antes de hablar de los contenidos, conviene reflexionar sobre el formato. Ambos libritos caben en la palma de mi mano, lo que implica que también podéis llevarlos en el bolsillo de vuestra chaqueta. Los horteras podrán dejar de forrar sus libros, los apasionados por lo práctico respirarán felices por las facilidades de transporte del artefacto, pequeño, compacto y portátil por ligereza.
Mi memoria recuerda una antigua colección, Alianza Cien, que a mediados de los noventa intentó revolucionar el sector editorial mediante la pequeñez. Vendían obras interesantes a cien pesetas; no tuvo repercusión porque, al igual que sucede ahora con la propuesta de Alpha Decay, lanzaron su propuesta en época de crisis y el horno no estaba para bollos. Naturalmente los editores de la renovada editorial barcelonesa no se chupan el dedo y saben muy bien lo que vale un peine. Por ello buscan que la nueva colección de su sello sea atractiva. Alianza erró al publicar mil y un títulos, como si con el avasalle aseguraran impacto y petróleo. Alpha mini irá paso a paso y el inicio de su singladura es toda una declaración de intenciones.
Abrimos La mascarada de la muerte roja. Cincuenta páginas. ¡Una introducción! La leo y quedo fascinado. Juan Gabriel López Guix escribe como los ángeles mientras explica cómo ha traducido y sobre que bases se asienta su conocimiento para emprender su tarea. Lucha contra titanes y sabe del riesgo de su empresa. Baudelaire, Cortázar y Riba. Trío de ases. Llego al relato y crece mi asombro. La traducción es ejemplar, el relato estupendo. Poe estructura los catorce párrafos del texto en dos partes simétricas, siete por sección, siete como las habitaciones la abadía fortificada, siete como las etapas de la vida. La primera está escrita en pasado y presenta, con una minuciosa y veloz descripción, el ambiente de una fiesta cerrada a cal y canto para evitar la muerte que se ceba en el exterior del recinto. A diferencia de muchos autores decimonónicos, que contemplaban la muerte como la nada, Poe le da un insólito vigor. Y, de pronto, suena el reloj de ébano. El escritor norteamericano arrasa con esta genial transición, propia de un músico contemporáneo al marcar el cambio de ritmo en una canción. El tiempo presente invade el relato y la muerte roja causa espanto entre los asistentes a la mascarada. El resto no es historia, sino endiablada habilidad y dominio absoluto del tempo narrativo, característica que acomuna al maldito fenecido en Baltimore con otro grande la literatura universal: Joseph Conrad.
El cuento y pensar en El corazón de las tinieblas. Nuestra imagen del narrador británico está condicionada por el celuloide. Un hombre cumple el capricho de una mujer contándole una historia. De la casa al relato. La atmósfera nos invade y sentimos un espacio próximo a la nada que es todo, la ausencia de un suelo firme no es óbice para captar como la precisión quirúrgica del británico consigue centrar nuestra atención en un microcosmos que es el mismo universo. El barco de un capitán tiene miedo. Guerra, dudas. Un objeto en el agua. Niebla. Una nave cercana. El marinero sospecha y leva anclas. Se pregunta y resulta que el capitán de la embarcación es noruego y puede que haya bebido. Borrachera en alta mar. El tiempo bélico exige cuestionarse el cielo y la tierra. En principio no hay nada que indique culpabilidad. El jefe escandinavo cumple los requisitos de la normal neutralidad; aún así el agua parece tener impurezas. La tensión en el relato se manifiesta por valores centrales como la verdad, la mentira y la miseria de la condición humana, incapaz de ceñirse al tomismo más básico. El punto y final desvelará sorpresas que no nos corresponde confesar.
Cómprense los dos volúmenes, lo económico de su precio es un perfecto antídoto contra la pereza consumista, tomen el aire y diviértanse mientras revolotean las ideas y crece su amor por la buena literatura, asequible, llevadera y gastronómica por calidad a la espera del otoño, cuando Alpha Mini se renueve con, entre otros, Mercedes Cebrián, Saki, Vernon Lee y Heinrich Von Kleist, lo nuevo y lo viejo. Buen provecho.
http://www.revistadeletras.net/alpha-mini-capsulas-literarias-portatiles-de-lectura-instantanea/
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