viernes, 18 de septiembre de 2009
Entrevista a Clara Usón en Literaturas.com
Clara Usón
«Tanto vendes, tanto vales. Hay que saber venderse. Somos un producto. Nos hemos mercantilizado y hasta el arte se ha contaminado»
Jordi Corominas i Julián
Acudo a una conocida cafetería literaria barcelonesa para hablar con Clara Usón, reciente ganadora del Premio Biblioteca Breve 2009 con su novela Corazon de Napalm. Publicada en Seix Barral, la obra narra dos historias diferenciadas en el tiempo. Fede vive la agitación de los ochenta y respira Sid Vicious por todos poros, mientras Marta es una pintora treintañera del dos mil con ansías de enamorarse y encontrar su oportunidad de dar el salto definitivo al estrellato.
Tanta madera me marea. Cruzo el estrecho pasillo, oigo el tintineo de mil tazas de té y diviso a mi víctima, que no es tal, pues desde antes de llegar al lugar pactado conocía todo lo bueno de Clara Usón, algo que confirman las palabras que siguen y, señores, su voz, maravillosa y natural como su propietaria.
Los ochenta y la estructura
Jordi Corominas i Julián: Uno de los temas fundamentales del libro radica en su arco cronológico; en los últimos tiempos son muchos los escritores españoles que han decidido tratar en su obra la década de los 70 y la de los 80...¿Es una cuestión generacional?
Clara Usón: Me he dado cuenta, es pura coincidencia, nunca pensé que esa época fuera a ponerse de moda. No sé si es algo generacional; ha pasado tiempo. Ya estoy en la edad en que miro atrás, y analizas las cosas con distancia. Antes veía todo demasiado cercano y faltaba perspectiva.
JC: En la rueda de prensa del Premio Biblioteca Breve hablaste de mostrar la movida, la generación de los ochenta que sacudió España. ¿No crees que esa movida ya estaba en decadencia en Barcelona?
CU: Hacía más ruido la movida madrileña, pero la barcelonesa no estaba de capa caída. Los cinco primeros años de la década fueron muy intensos, y el segundo lustro decayó por los efectos de ese fase inicial: drogas, SIDA, etc...
JC: Entre las cualidades de Corazón de Napalm destacaría su estructura narrativa y el acierto de fusión de ambas historias. ¿Cómo lo pensaste?
CU: La historia que deseaba contar era la del niño, aunque luego la otra surgió, es secundaria para mi, pero ocupa el mismo espacio; la que me interesaba era el dramón familiar, ese Edipo de nuestro tiempo, con héroes, heroínas, catarsis, catástrofes. La vivencia de Fede fue el origen. Un niño marcado por la desestructuración familiar, la frase sería que la familia le jode la vida, uno de los lemas que resumen Corazón de Napalm. La familia también determinara en cierto sentido la vida de Marta.
JC: La base era Fede...
CU: Sí, pensé cómo contarla y decidí hacerlo en dos tiempos. Uno es el inicio de todo, los ochenta, y el otro es la época contemporánea. La primera la contaría a través de Fede en tercera persona, porque en primera persona era imposible, por honestidad. No soy un niño. La gran complicación fue que la voz del niño fuera creíble y no la de un travesti de una mujer madura en la mente de un niño, lo que puede suceder. Desde el punto de vista del niño, su voz en primera persona, me limitaba mucho más; era útil usar una tercera persona focalizada, así podía hacer observaciones que un chaval no puede efectuar. Y luego, llegó la idea y me centré en el desenlace, que no podía saberse hasta mucho tiempo más tarde del inicio del relato. Inventé a Marta, que es el testigo.
JC: La madrastra y la madre de Fede tienen cuerpo de personajes de cuento.
CU: Sí, Natalia es mala y mezquina, de cuento de niños, además hay muchas Natalias en el mundo. Un niño punki en Santander. En los ochenta todo el mundo veía los yonkis como el demonio, y Carmen, la madre de Fede, es una heroína. Para Fede Santander es una ciudad de tinieblas, horrible, y Barcelona es la libertad.
JC: La heroína que toma heroína
CU: Sí. (risas)
JC: ¿En principio querías contar la historia al estar enmarcada en los ochenta o eso era irrelevante?
CU: Más que contar los ochenta, quería contar esa historia. Sí, fue la época que viví, el momento en que la tragedia narrada podía tener lugar. Cuando se me ocurrió el personaje de Marta, el testigo, pensé en usar los recursos de la tragedia griega o del folletín, el juego de identidades. Pienso mucho las estructuras, mi anterior novela ( Perseguidas) eran tres historias entrelazadas de tres hermanas; pensé que no quería contar todo desde el presente sino también desde el futuro y ver cómo esa tragedia afectaba al niño. ¿Cómo podemos verlo? A través de un testigo, a lo Henry James. Decidí que fuera pintora y por eso salen tantas referencias al arte contemporáneo. Yo lo seguía como Marta, con mucho escándalo y fascinación, sin saber si era una tomadura de pelo....metí esta subtrama para atenuar el dramatismo, es una parte más suave, aunque acaba contagiándose de la otra historia.
JC: Hay una estrecha relación entre ambas partes; en el primer capítulo Fede está en la playa con todas las bragas de su madre...
CU: Sí, y esa tenía que ser la primera escena, lo tenia en mente desde hace años. Un niño en una playa rodeado de bragas.
JC: Y se puede relacionar con el inicio de Marta en el MACBA. Hay paralelismos. Fede exhibe algo que no es suyo pero que lo es al poseerlo, mientras Marta asiste a una exposición de cuadros creados por ella pero que no llevan su firma.
CU: Sí, y los textos son de extensión similar. Hay paralelismos. A diferencia de Henry James, donde el testigo lo ve todo pero no queda alterado por lo que sucede, quería que Marta se contaminase del otro relato; ella termina acarreando la culpa del otro, se quita remordimientos y luego, cuando ambas historias convergen, crea nuevas dudas. Quería que el testigo quedase afectado por el drama.
JC: Es curioso el tratamiento, lo decíamos al principio de la entrevista, que los escritores españoles dan a los setenta. Isaac Rosa trata los setenta desde el compromiso, la lucha después de Franco. Los setenta parecen la cara y los ochenta la cruz de la nueva España.
CU: Y hace bien. En los ochenta la juventud no tenía que soportar la carga histórica ni liderar el país, podía hacer lo que le diera la gana. Colocarse y ser jóvenes para siempre. Luego ves que aquellos amigos con pelo verde e imperdible se han vuelto calvos, pagan hipotecas, tiene tres hijos y mandan en la nación. También hay los punkis desfasados, anclados en el tiempo.
Hay un revival de los ochenta que se produce simultáneamente. Se rescata la moda, la música, y no sé si es que han pasado los treinta años legales y ya se puede hacer balance.
JC: Además la gente de mi generación (Ndlr: nacida entre 1979 y 1985) siempre pensamos que los ochenta eran muy kitsch.
CU: Es que lo era. Íbamos con hombreras, era todo feo, espantoso.
JC: Marta tampoco se identifica con ninguna época.
CU: Es de Valladolid, es hija única, en los ochenta es una niña y no se enteró muy bien de la movida barcelonesa o madrileña. Es una mujer de hoy en día.
JC: En la primera parte del relato de Fede, pese a ser un niño situado en los márgenes de la sociedad, las partes humorísticas son hilarantes y logras rebajar la tensión. El cambio hacia el desastre es rápido y brusco, bestial en sus tres últimos capítulos.
CU: Es un poco como el resumen de los ochenta. Una gran fiesta que cuando terminó dejó muchos cadáveres que aplacaron y anularon la risa.
FEDE Y MARTA
JC: Tanto Fede como Marta, aunque por circunstancias diametralmente opuestas, tienen muchas inseguridades.
CU: Todos las tenemos, vamos con una fachada que en la novela puedes mostrar.
JC: Y es curioso resaltar cómo Fede también las tiene desde su educación televisiva, piensa en base a referencias audiovisuales.
CU: Hago realismo, pero el realismo de ahora tiene que ser ágil, más visual, mucho más gráfico. Es un niño cuya cultura y referencias son la tele, si fuera un adolescente de ahora tendría los videojuegos o internet. Sus referencias son el cine, el cómic, Sid Vicious, los Sex Pistols...
JC: Pero la influencia televisiva, sobretodo de series, se pone de relieve por ciertas reacciones de Fede: miedo a ser observado, disfrazarse de mujer para pasar desapercibido, temer a la policía.... hasta delinque por imitación.
CU: Por imitación y generosidad al querer salvar a su madre; a diferencia de Marta no tiene ejemplos familiares y eso conlleva amoralidad absoluta. Por su generosidad acaba extralimitándose y crea un verdadero escándalo. El infierno estaba cargado de buenas intenciones, Fede es mejor persona que Marta, sin embargo ella por prudencia no hace nada malo.
JC: Marta, como contrapunto, tiene características típicas de la generación joven: falsa seguridad, mil dudas....
CU: Vivir es jugar, jugar es elegir y elegir es tomar decisiones, y a ella le gustaría no tener ningún tipo de responsabilidad. Quería que ambos personajes fueran opuestos, y esto en realidad los asemeja. Fede unos padres pasotas, Marta unos progenitores con valores cristianos. Los polos opuestos se atraen. Marta, pese no creer en Dios, tiene presenta la idea del pecado, el arrepentimiento.
JC: El inconsciente cristiano que todos tenemos...
CU: Se habla poco de ello, pero seguimos acarreando la moral cristiana, aunque no creamos en Dios. Los nazis quisieron cambiarla pero, y es más que comprensible, fracasaron, fue desastroso. Los valores son los de siempre, las ONGS son transposiciones, curas sin religión. ¿ Si Dios ha muerto porque seguimos aplicando los baremos de la iglesia, su concepción del bien y del mal?
JC: En la novela se enfrentan generaciones, que luego se juntan. Fede es la música, Marta es la pintura, ambas historias convergen en la tuya, que es la literatura. ¿Lo pensaste?
CU: En los setenta era una niña. Había más canción protesta, todo era más cumbayá. Bajo Franco aún había un complejo de inferioridad en relación respecto al resto de Occidente; en cambio, en los ochenta ya nos sentíamos a la par con los ingleses y nuestras referencias eran extranjeras, queríamos ser modernos, pero como teníamos un retraso histórico todo llegaba más tarde, como Sid Vicious, como las películas (Ndlr: un ejemplo clásico es La dolce vita, film de 1960 que se estrenó en España a lo largo de 1981), para nosotros todo eso era el boom cuando, como sucedió con el punk, ellos empezaban a hartarse. Como Fede, al que advierten que en Londres el punk ya no está de moda.
JC: ¿Y Marta y la pintura?
CU: He seguido muy de cerca el fenómeno del British Art, de Saatchi, me parece muy interesante como han aplicado criterios de marketing y publicidad al arte, que en cierto sentido es el símbolo de lo que ha ocurrido con nuestra sociedad, donde todo se ha mercantilizado salvajemente; ahora mismo como escritora mi mayor preocupación es el número de libros vendidos, algo impensable cuando di mis primeros pasos. Tanto vendes, tanto vales. Hay que saber venderse. Somos un producto. Nos hemos mercantilizado y hasta el arte se ha contaminado. Hace poco entrevisté a Saatchi y me dijo que el mensaje es el precio. Así de claro.
JC: Y Marta al principio tiene una visión romántico del hecho artístico.
CU: Romántica y al mismo tiempo envidiosilla. Sabe que más arriba hay dinero, y ella no tiene un duro.
JC: Y se siente frustrada por no poder ingresar en ese nivel superior.
CU: Esa contradicción la tenemos todos. Cuando pienso en los best-sellers pienso, que horror, venden muchísimo, pero quizá me gustaría tener esa posición y forrarme. Es la lucha entre arte y dinero.
JC: Hace poco, en un dominical se explicaban los trucos para crear un éxito de ventas. Capítulos cortos, mucho diálogo, un punto de ruptura cada dos páginas. 150 guiones en 500 páginas.
CU: No creo que haya fórmulas, o sale o no sale. Hay escritores intelectuales que prueban a crear un éxito de gran calibre y como se parodian caen en su propia trampa y no lo creen.
PERSONAJES DE PRECRISIS/ PERSONAJES DE LA CRISIS
JC: ¿Cuándo acabaste de escribir la novela?
CU: ¿Por qué?
JC: Porque Marta parece un personaje de antes de la crisis, un tipo de personaje que será útil catalogar en el futuro, tendremos personajes del 2000 precrisis y de la crisis.
CU: Es verdad. La historia termina en febrero de 2007. Ahora Marta estaría en pleno desencanto. Del éxito pasaría al batacazo, viviría de lo que hubiese ganado y planteándose el pasado. Cuando empiezan a irle bien las cosas la tortilla estará a punto de girarse. Desde su inseguridad cree en la alegría de poder dar el pelotazo cuando suene la flauta.
JC: Y es el reverso de Juan, ajeno a crisis, pues quiere estabilidad.
CU: Juan quiere perdonarse a sí mismo, por eso quiere la estabilidad y una familia. No tiene ambiciones, quiere ayudar a los niños. Es un hombre que ha madurado prematuramente por las circunstancias de la existencia, perdió pronto la inocencia.
BARCELONA Y LA EVOLUCIÓN DE LOS PERSONAJES
JC: Antes de la convergencia de relatos el único nexo es Barcelona.
CU: Wiliam Faulkner hizo un libro, Las palmeras salvajes, con dos historias que no tenían nada que ver, hasta el final. Aún así creo que la novela ha de tener una unidad; cuento una sola historia, la de Fede, su pasado y su futuro.
JC: Hace un mes entrevisté a Carmen de Mairena a la búsqueda de rescatar su pasado. Recorrí todo el barrio chino. Cuando describes el momento en que Fede llega al Raval da la sensación que disfrutabas escribiendo ese fragmento de la novela.
CU: Sí, que disfruté, mucho. La casa del camello tenía que ser siniestra, aunque al final cuando Fede sube la siente más cálida que la suya. En los ochenta el Raval no estaba de moda, era el chino, donde la gente iba a pillar hachís y en el bar pitiriti y el camello era hermafrodita (risas).
JC: Me gusta que reivindiques el chino, transformado en mito por el Ayuntamiento de Barcelona para promocionar el invento del Raval.
CU: El Raval que describo ya no existe, lo rescato tal como lo viví, un barrio mucho más sórdido, no estaba arreglado como ahora para los turistas ni de los de aquí.
JC: ¿Hay una crítica sutil de la Barcelona contemporánea a partir de los edificios que aparecen en la novela?
CU: Sí, puede ser. La Barcelona super cool, la Barcelona que vende marca y que, eso es lo peor, la quiere vender a sus propios ciudadanos. El local de la Barceloneta que aparece en la novela es como una pausa dentro del marasmo. Ese local existió, el último mohicano. Están rehabilitando la Barceloneta y la falsearán para el turismo.
JC: La aparición del Raval en la novela marca la constatación del juego de contrastes entre lo alto y lo bajo.
CU: Sí, me gusta jugar con los contrastes y supongo que lo dices por Santander, ciudad de señoritos, versus Barcelona, Sarriá, zona alta, versus Raval, suburbio y miseria.
JC: Fede tiene una vida más proyectada al exterior por intensidad.
CU: Es un niño y le da menos vueltas a las cosas.
JC: Pero se nota en el ritmo narrativo una búsqueda intencionada. En Marta predomina la introspección.
CU: Hay más reflexión en Marta. Un niño de 13 años no hace tantos discursos internos sobre lo que ve o lo que hace, piensa y actúa. Hasta el lenguaje es distinto. Fede usa jerga, Marta, integrada en una sociedad menos transgresora, habla de manera muy correcta.
JC: Los episodios de Marta transcurren casi siempre en casas, estudios, museos, lugares cerrados, mientras Fede, salvo cuando está en casa de su madre, pasa la mayor parte de tiempo en la calle.
CU: No había caído en ello, pero sí.
JC: Lo que implica más carga mental en Marta.
CU: Sí, es más introspectiva, tiene más años y se come mucho la cabeza, mientras Fede da un vistazo, se hace cargo de la situación y decide actuar, es más impetuoso.
JC: Siendo él mismo sin serlo, por Sid Vicious...
CU: Y como has dicho las series, él se imagina en una película.
JC: En cambio Marta es Marta aunque quiera ser otra....bueno, en realidad le gustaría ser ella.
CU: Sí, se da la paradoja. Conozco una persona que, como sucede en la novela, fue la negra de un pintor muy conocido. Fuimos a una exposición y le dije: “estarás contenta, vamos a ver tus cuadros”. Ella decía no, no son míos, porque no tienen mi firma. Lo tenía muy claro, y daba mucho juego para pensar en el tema de la autoría y el doble.
JC: Debe ser algo muy frustrante lo de Marta. Tiene 35 años, se siente buena pintora...
CU: Se cree buena. No sé si lo es. Todos creemos en lo que hacemos. Es una buena copista. Cuando inventa cuadros en broma tiene éxito, y con lo que se toma en serio pasa desapercibida.
JC: Sin resolución, sin convergencia de historias, nos quedaríamos como una Marta “retrato de la mujer contemporánea”, una chica que no se enamora y lo sabe pero lo desea.
CU: Sí, la lucha del estatus y la supervivencia, pensar que el tío no está mal y tiene una buena nómina (risas). Cada vez que haces una elección te estás sacrificando; el personaje de Marta evoluciona a partir de su encuentro con Juan y deja de ser tan maniquea. Tanto a ella como a Fede les cambia la vida en distintos tiempos, catarsis decisivas.
JC: Hablando de catarsis, límites y estructuras, me da la sensación que puedes arriesgar más en tu narrativa. En Corazón de Napalm das una vuelta de tuerca a la vuelta de tuerca y logras que la parte plana del relato cobre de repente un ritmo vertiginoso.
CU: Pensé mucho la novela y la estructura. Me daba miedo que las dos historias estuvieran alejadas demasiado tiempo, me imponía respeto que el lector se impacientara, pero acabé uniéndolas y fue un verdadero reto.
JC: Seguimos charlando un rato más de proyectos, historias, Barcelonas y libros. 49 minutos después de mi ingreso abandono la cafetería atento a no tocar ningún botón fatal que estropee el trabajo. Dos besos, calle, metro y lo que acaban de leer.
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