lunes, 23 de febrero de 2009
De graffitis anda el juego en Revista de Letras
De graffitis anda el juego: modas virales en los muros barceloneses
Por Jordi Corominas i Julián | Portada | 20.02.09
img_0918Los caminos de la red no son inescrutables y permiten la grata posibilidad de generar una verdadera democracia participativa. El pueblo puede parlamentar, expresar opiniones y contribuir a resolver rompecabezas. No, no voy a iniciar una columna detectivesca. Me gusta Sherlock Holmes, pero en este caso nuestras pesquisas nacen de un minucioso estudio analítico realizado, es tan concienzudo que por eso la frase parece tan larga, mediante el método único e indivisible de investigación: pasear hasta que los pies digan basta. Cuando aparece el cansancio siempre podemos coger el metro, aunque les aseguro que en los muros del transporte público no pueden observarse claras tendencias filosóficas como en la calle, espacio comunitario donde algunos seres humanos se empeñan en escribir proclamas útiles para medir el sentir de los tiempos.
La sociedad de consumo propicia un mundo donde la individualidad quiere y tiene que destacarse. Todas y todos quieren vestir con un estilo propio, tener aficiones cool y comprar a la última sin temer por su economía. La verdad de esta nueva fórmula es la mentira endilgada y creída. La actitud egocéntrica produce alineación e inclusión involuntaria en el gran rebaño, así como sorprenderse ante mensajes como la belleza es tu cabeza, lema mural que desde mediados de 2006 aparece en mis caminatas por la Ciudad Condal. Este mismo mes en Bcn Week (www.bcnweek.com) intentamos dar solución al enigma. Abrimos una página fan en el ínclito Facebook e incitamos a la gente a dar su parecer sobre la frase. La mayoría de los participantes opinó sobre el significado de la misma, aventurándose en discusiones que abarcaban desde la tengo en el Messenger hasta la belleza de esta frase esta en la cabeza de quien la lea. El problema de enfoque es que casi nadie, salvo una chica fanática de un Hugo con aspiraciones de Boss, se preocupó por el origen, como si el público ensalzara el anonimato autoral como forma de creación colectiva, un retorno a la Edad Media sin iglesia ni campanario. Tampoco cabe descartar la pereza. Es más fácil plasmar lo que inspira la frase que no ponerse a husmear en la trastienda, misteriosa y con neblina, de los pintores urbanos, poetas del presente con poca inocencia. ¿Se han fijado en la oración? No recen, ¡compren! ¡Es un eslogan! Sutil, sucio por estar en la vía pública, pero eslogan al fin y al cabo, palabras en un orden concreto destinadas a crear un impacto en el lector. Si dijéramos la belleza es cabeza poco o nada ocurriría. El pronombre personal tú se desmarca como el Ronaldinho de los buenos tiempos y logra engañar al portero con regates simples y lúcidos al dirigirse personalmente a nosotros en un cara a cara donde poco podemos hacer. Recuerden esos programas casposos de la tele. Sí señora, ¡le ha tocado un microondas de antepenúltima generación? ¿Me lo dice a mí? ¡Ay, que emoción! Tranquilícese señora, venga a recoger su premio. Espero que nadie se desvanezca al ver lo escrito por unos desconocidos en cualquier pared del hemisferio occidental. El tú es un gancho perfecto, da trascendencia personal al conjunto e implica al espectador. Lo peor de todo es que quizá la frasecilla de marras no quiera transmitir, sólo dejar huella y demostrar que menos es más en la esfera de la globalización viral, donde el boca a boca subsiste como expresión artística, amargo grito de impotencia, como si hubiese pasado la época de la transmisión útil y sólo nos quedara sembrar la tierra con juegos jeroglíficos.
bellezaLas consignas de este análisis comparten, además de estar escritas en los muros, una sola y fundamental característica: tienen valor atemporal, pueden adentrarse en nuestra mente en cualquier instante de nuestra existencia al esbozar teselas siempre presentes en el devenir humano. Si el primer lema remite a conceptos universales desde las simplicidad poética, el segundo se ahorra el lirismo y va directo al grano: FARLOPA, vocablo que se usa en argot para referirse a la cocaína. En abril de 2007 entrevisté, sin las actuales medidas de seguridad, a Roberto Saviano. Al ser coetáneos nuestra charla fue natural y sentimos rápida afinidad. Después de comentar todos los pormenores de Gomorra, bestia que eleva y hunde, pasamos a dialogar sobre la Camorra y Barcelona. El escritor napolitano relacionó el nuevo poder mafioso con la expansión de la blanca droga en la Ciudad Condal. Le comenté que desde 2003 es casi imposible ir al baño de un bar y no encontrar restos del polvo letal. Las fechas encajaban. La organización criminal, que tiene como sede catalana un restaurante de cuyo nombre no quiero acordarme, aterrizó en España hace un lustro. No sé si su eclosión en nuestras tierras centra todo el fenómeno de la nieve nasal. Ver FARLOPA por todas partes en la calle puede llevarnos a varias conclusiones. ¿Escriben la palabra al ser esta sustancia prohibida un alivio para la crisis? ¿La plasman en puertas y paredes para culpabilizar a los yuppies del dos mil? ¿Quieren alertar a la sociedad del cataclismo de la drogadicción en las noches festivas? Es un misterio. Las veces que la he visto en la calle he examinado la grafía con esmero. Uno de los artistas amantes del estupefaciente deja su sello ocupando mucho espacio de muro al insistir en un trazo grueso para dar soberanía a su lema. Otros, pasad por la calle Fontanella y lo veréis, son finos estilistas del graffiti a la búsqueda del minimalismo, del encaje de bolillos en el mobiliario urbano. No sabemos si hay mensaje. La afición a la pintura urbana genera divertidos contrastes, como encontrar en un mismo muro FARLOPA con una plantilla de Kafka sacada de una chapa que venden en tiendas culturales de rompe y rasga. ¿Qué hace el checo con la dama blanca? Nada, nos mira y tampoco lo entiende, tiene que aprender español para saber los motivos de tanta exaltación del destructor producto a esnifar. Nos mira a los ojos impertérrito, triste por ser objeto de consumo incapaz de sentir como el rojo roza su rostro en el silencio del color paralizado por el fin de la inercia. West Coast Baby.
farlopaEl último elemento de nuestra lista corrobora que toda la saga viral graffitera vive apegada a lo simbólico. El tercer lema de la lista es un simple signo de interrogación. Aún no opta al trono, y sin embargo empieza a dejarse ver como advertencia, con el deseo de activar el vago cerebro del paseante hacia la senda de la pregunta, del planteamiento de lo que ocurre a su alrededor. La conducta lógica para los bienpensantes consiste en eliminar el placer del paseo. Los pies son una emergencia en caso de no poder usar transporte público o automóvil; caminar no es necesario en el universo donde el espacio no existe por la supremacía de ir de un punto a otro, forma ideal de anular la esencia que articula: para ellos sólo existe principio y final, rotundo error que invalida la maravilla del meollo, lo que sucede mientras te desplazas hacia tu objetivo. Otra posibilidad es caminar sin rumbo siendo consciente que siempre habrá una pausa. Esta puede surgir a mitad del camino y ser una interrogación perdida en el desierto. Su fuerza es la de agitar la parte crítica de nuestra corteza. ¿Qué significa el graffiti? ¿Por qué alguien planta ese signo? ¿Qué quiere que pensemos? Quien lo escribe puede ser un buen ciudadano con talento narrativo al saber que sin interrogantes la línea no sufrirá variaciones ni se bifurcará. La incógnita es miedo al futuro y negación de un presente que no ofrece respuestas, anhelo de cambio desde el desconocimiento ante lo que vendrá, borrosa duda existencial que irrumpe en nuestro horizonte sin previo aviso, con la sorpresa como bandera para despertar conciencias apagadas por tanta lobotomía posmoderna. ¿Seguro? No descarten que sea sólo un bonito diseño efectista creado para seguir con la broma de lo anónimo que se expande. ¿Arte? ¿Nuevas culturas? ¿Protesta encubierta? No lo sé. ?
foto JCJ
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