domingo, 30 de agosto de 2009
Especial Matar en Barcelona: Carmen Broto (I)
DRAMATIS PERSONAE Y CONTEXTO
Situémonos. Barcelona, enero de 1949. El general Franco gobierna España para los vencidos, exultantes por la victoria en la Guerra Civil pese a la miseria imperante. El país no es grato en la esfera internacional. Escasean los productos básicos y aún se tira de la más que escasa cartilla de racionamiento, dividida en función del estatus social de las personas. Eso nunca cambia, ya lo sabéis. La ciudad condal cumple con el tópico del oasis catalán, pero en sentido contrario a los tiempos de la República. Placidez industrial, ricos empresarios y terrazas de lujo ocultas bajo arbustos para ocultar las diferencias y no humillar a la mayoría, que (mal)vive como buenamente puede a la espera de un milagro que no llegará. Terminada la Segunda Guerra Mundial no se espera ninguna providencial intervención extranjera, y hasta el PCE ha desistido de la lucha y prepara tácticas acordes con los tiempos. Darán mínimos frutos en breve. El 11 de enero de 1949 un crimen altera el orden. Encuentran el cuerpo de una rubia platino en un huerto entre Alegre de Dalt y Legalitat. En la calle Escorial con Encarnación un coche con manchas de sangre despierta sospechas. Un poco más abajo, en Industria con Roger de Flor, un taxista encuentra a las cuatro de la mañana a un hombre agonizando. ¿Qué narices ha sucedido? Conviene conocer a los protagonistas de esta historia para avanzar y esclarecer los detalles.
Carmen Broto: Nació el 9 de abril de 1922 en Guaso, Huesca. Después de la guerra dio con sus huesos en Barcelona, donde en un principio trabajó de cajera. No, no piensen en supermercados. Trabajaba en una fábrica de cajas de cartón. Era guapa, chistosa y algunos de sus conocidos la llamaban la cascabelitos por su joie de vivre. En sus últimos documentos figura como modista, pero la verdad es que era la querida, antes lo fue de otro, del empresario teatral, dueño del Tivoli hasta poco después del asesinato, Juan Martínez Penas, quien la exhibía como un trofeo en los toros, restaurantes y locales de postín al tiempo que le dejaba alhajas para que luciera más que un árbol de navidad. Era amiga de sus amigos y por lo que deducimos de nuestras lecturas raramente, si es que lo hacía, se acostaba con su anciano protector. Iba peinada como Verónica Lake, lucía abrigos de astracán, un lujo para la época, y la mitología posterior al suceso le ha dicho de todo menos bonita. Puta de lujo, puta barata, Marylin de barrio, espía, embaucadora, amante de otro empresario, residente en Argentina, bisexual, poseedora de secretos inconfesables y un largo etcétera difícil de desgranar en tan pocas páginas. Era una joven que aprovechó sus oportunidades, no hay nada malo en ello, y menos cuando comer pan blanco era como si te tocara la lotería.
Jesús Navarro Gurrea: Natural de Igea, Logroño, nació el 20 de enero de 1896. Según la autopsia medía 1,70 y pesaba ochenta kilos. Vivía con su mujer, María Manau Ortiz, desde 1923, quien tuvo una hija en un matrimonio anterior que se casó con un torerillo. Tuvo un almacén en Gran Vía con San Roque. Tras la guerra la familia se trasladó al Poble Sec, al número 13 de la calle Parlament. Regentó una churrería y vendía aceite. En 1945 algo pasó y cambió de ubicación, yéndose a la calle San Martín, sin cerdo, en el barrio chino; finalmente pocos días antes de la conclusión de la Segunda Guerra Mundial se muda a la Calle Encarnación 99, en el popular barrio de Gracia, estableciéndose como cerrajero. Esa era su verdadera profesión, pues fue famoso como espadista, verdadero fenómeno en lo que concierne a la apertura de puertas, cajas fuertes y candados, llegando a escribir un manual de robo.
Jesús Navarro Manau: Nacido en Barcelona el 31 de julio de 1925, el hijo de nuestro anterior biografiado. Era un vivales de cuidado que frecuentaba varios ambientes. Su territorio era la noche; se le conocía por su belleza, elegancia y don de gentes. En la época se le encuadra en los apolíneos o joven moderno, y ya se sabe que estos siempre pasan. Además sableaba a un tal Eusebio López Sert, con quien mantenía relaciones homosexuales a cambio de generosas cantidades de dinero. También le gustaban las mujeres y es más que probable que fuera uno de los amantes de Carmen Broto. Por tener, tenía hasta novia, Josefina Esteve Mostajo, hija de unos modistos de Nou de la Rambla que vestían a medio artisteo de la ciudad. La dejó embarazada y se casó con ella entre rejas.
Jaime Viñas Pla: Nacido en 1921, vivía con su familia en la Calle Parlament número 14, por lo que pueden entender cómo conoció a los Navarro. “Alto de estatura, con entradas pronunciadas, pelo claro, bigote rubio y ademanes femeninos”. Hizo la mili en 1945 en el batallón de cazadores de montaña y como profesión estaba registrado como aprendiz de vidriero, siguiendo los pasos de su padre que era vidriero obrero. Sin embargo en el momento de los hechos trabajaba en una panadería en la calle Mallorca 95. Era muy amigo de Jesús Navarro Manau y en los meses previos al delito pasaba muchas veladas en casa de su colega. Era primo de Jaume Mallafré, escultor catalán de cierto renombre.
Juan Martínez Penas: Nació en Pontevedra en 1888. Se licenció en Derecho con 27 años e ingresó en el Ministerio de Estado. Estuvo en París como agregado cultural en la embajada española. Ya en los años veinte destacó como empresario teatral y en 1935 llegó a Barcelona para encargarse del teatro Tivoli, donde se alternaban sesiones de cine y revista. Se le atribuyen varias historias con actrices y gente de la farándula, aunque a nosotros nos interesa por ella, Carmen Broto. Residía en el edificio conocido como La catedral de la leche en Aribau 139.
Tomás Gil Llamas: ¿Qué sería de una buena historia negra y criminal sin un comisario? Nació en Lorca, ingresó en el cuerpo, no piensen en Alien, el 16 de mayo de 1921 y en 1927 es destinado a Barcelona, pasando por varios destinos hasta ser nombrado en 1947 jefe de la BIC, Brigada de Investigación Criminal. Sus superiores estaban encantados con el mozo hasta que a mediados de los cincuenta, y fijaros que ya se había montado casita y todo, dio un puñetazo a un teniente en el Bolero, sito en Rambla Cataluña 24.
Juan-Felipe Vila San Juan: Periodista de LA VANGUARDIA que animó el cotarro al creerse una especie de revolucionario con su tinta americana. La prensa de la época dictaba lo que le mandaba la policía, fue más allá y casi se mete en un lío gordo...tuvo que calmar sus ímpetus, pero desde su osadía hizo algo importante.
Hay más, pero estos son los básicos....
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