miércoles, 13 de mayo de 2009

Oda a San Andrés en Revista de Letras



Oda a San Andrés
Por Jordi Corominas i Julián | Portada | 12.05.09


Elsa Bar, noche de fútbol. Andrés, tendrías que ir a la playa. ¿No has visto que palidez? ¡Ni Javito de Gran Hermano! Sí, pero por muy pálido que esté no deja de ser la elegancia en el campo de fútbol, estética silenciosa de toque, guante con clase y pase concreto. ¡Pero no va a la playa! Vete a la playa, Iniesta vete a la playa….así cantaban hace 365 días los feligreses ante el televisor. Estaban frustrados y resentidos. El equipo de sus amores perdía por desmotivación y fin de ciclo. La época dorada del holandés que nunca fumará solo se pudría entre disgustos, gimnasios y clanes brasileños. ¿Qué culpa tenía el pobre Andrés? ¿Pobre? Pequeño gran hombre de Fuentealbilla, no sé si leerás mis palabras, pero desde aquí quiero homenajearte por ser como eres, sencillo, directo y respetable, como tu fútbol, lírica balompédica con quilates dorados de un nuevo color.

El dos de mayo de 2009 Chamartín, recordémoslo una vez más, presenció la mayor exhibición de la historia reciente del deporte rey. Once caballeros vestidos de azulgrana silenciaron al eterno rival con un juego de otra galaxia. En el minuto 84 Andrés Iniesta salió entre aplausos. Se iniciaba su semana de gloria, penúltima cota de una escalada inabarcable que tuvo otro cenit el miércoles en Londres. Minuto 93. Error del Chelsea. Esos locos bajitos. Messi toca el cuero y lo pasa al manchego, quien dispara y ejecuta por toda la escuadra. Mi garganta enloqueció. Estaba sentado en el sillón de mi casa y tu gol me devolvió a la infancia. Chillé como un niño, salí al balcón, salté de alegría y abracé muñecos, fantasmas y alcachofas. Andrés, tenías razón: fue un momento de la hostia, y me encanta que lo dijeras así como eres, de la hostia y nada más que eso, naturalidad auténtica en un universo cargado de divos. Pasan las horas, leo periódicos. En Madrid se ahorran tu heroicidad y cargan contra los árbitros. Con la prensa deportiva hago como con los libros de moda: prefiero que pase la ola para poder leer con objetividad, sin cargas coartadoras.

Viernes 8 de mayo de 2009. Abro un rotativo. En Facebook se han creado grupos que piden el Balón de oro para el chico que a los doce años aterrizó en la Ciudad Condal, todo un reto para un chaval lejos del hogar, a mil leguas de todo lo conocido. Llegar y besar el magma barcelonés, el monstruo urbano y la velocidad. Te adaptaste y en 2002 ya debutaste con el primer equipo. Han pasado siete largos años. El periodista te pregunta si te preocupa ganar títulos individuales. Tu respuesta merece un monumento y te dignifica como persona: “Siento el cariño de la gente, y eso me basta”. Chapeau San Andrés, de verdad. Me hiciste derramar lágrimas en el bar, gotas acuosas de descubrimiento acrecentadas por tu amor a los colores que defiendes. No eres Figo ni Ronaldo: eres Andrés Iniesta, futbolista y ser humano, enorme criatura cercana que se contenta con hacer feliz a los demás, virtud excepcional de quien sabe que gana más regalando sonrisas con sus acciones que no con pesadas pelotas doradas, útiles para decorar vitrinas.

Desde mi punto de vista tu figura emerge en el momento justo. Conviviste y triunfaste en el primer Barça del milenio, ese equipo destinado a marcar época. Su estrella era Ronaldinho, producto genial muy adecuado para BCN, un señor increíble y comercial que regateaba como Dios, marcaba goles estratosféricos, hacía gestos de marketing y se divertía como el que más entre tambores, mujeres y dinero fácil, pues, él mismo lo reconoció, sólo pagaba la gasolina, dame más gasolina. Exhibicionismo válido hasta que la marca ganó la partida a lo humano. El astro carioca, amado por los críos, decayó cuando su magia se asimiló al Carnaval de Carlinhos Brown, emblema municipal para vender imagen. Mira que sucedió cuando se enterró a la sardina. Dos años de sequía pese a tener el mejor bloque del planeta, dos temporadas a pan y agua por excesos de confianza y divismo de un par de tipos listos que apenas juegan en sus rutilantes equipos.

Tú eres Barcelona, la ciudad que pertenece al pueblo, urbe desprovista de publicidad que suple con abundancia de esforzado talento cargado de paciencia y buenas intenciones que a veces se dan de bruces por culpa del aplastante peso de los pocos que mandan. Entraste en el lugar adecuado, algunos comentaron lo bueno que eras, pero en 2006 la figura del altar era otra. Los jóvenes de la cantera recibían elogios; la palma se la llevaba el señor de los piños, el esteta de la carambola y la pirueta. Adoro la espontaneidad artística, no lo negaré; sin embargo los que permanecen son metrónomos que desde su perfecto cálculo inicial siguen la onda del progreso hasta darle tintes inconcebibles, únicos desde la constancia que crea al genio por evolución: a eso se le llama carrera, lo otro son destellos, luces finitas que no vuelven a resplandecer, agotadas por vanidad y egocentrismo de rotativo e inseguridad saciada con cuatro anuncios de natillas con Mamá.

En mayo de 2008 se acabó lo que se daba. Los ricitos emigraron y los bajitos tomaron el bastón de mando en Austria. Deslumbraste a Europa junto a tu hermano mayor Xavi y con la compañía de otros duendes más altos, ¿cómo olvidar la plástica que emana de Fernando Torres?; coronaste el sueño de una nación que ya no esperaba reverdecer los laureles de 1964, cuando la victoria en el Viejo Mundo se contempló como el éxito de una cruzada contra los soviéticos, pocilga franquista que a ellos les honraba y a nosotros nos envilece. Hace un año el triunfo fue el de un País que pretende ser reconocido por méritos propios. Algunos dirán que el boom del deporte español es pasar de la patata al bistec en la mesa. Puede ser, pero expresar arte en el deporte no es tarea sencilla, y en ese junio centroeuropeo vosotros plantasteis las primeras semillas simbólicas hacia un nuevo encuentro que revolucionaría 2009, ni más ni menos.

En 1998 Josep Guardiola jugaba en el primer equipo del Fútbol Club Barcelona dirigido por Louis Van Gaal, un neerlandés con mucha mala leche que hizo debutar a Xavi. Las palabras de tu actual entrenador a tu hermano no fueron proféticas: ¿Ves al chavalillo? Tú me sentarás y él hará lo mismo contigo. No ocurrió ni una ni otra cosa. La evolución del modelo azulgrana, concebido con Guardiola en el medio campo ejerciendo de comandante en jefe de la visión suprema del pase, avanzó líneas, y por eso ahora puedes jugar con tu alma gemela de Terrassa y distribuir aún mas alegría con vuestro juego de fantasía. Os dirige alguien que sabe mucho de todo, una persona que no sólo es buen entrenador, sino que os motiva y es vuestro amigo, un compañero que festeja como el que más cuando toca y os abronca cuando corresponde para haceros mejorar.

Querido Andrés, te has convertido en el mayor ejemplo para los niños, y aunque no soy padre puedo entenderlo. Dices que te gustan los Estopa y que no lees todo lo que te gustaría. Eres un hombre ocupado y haces bien tu trabajo sin perder ni un gramo de la humildad que te han dado los tuyos. El miércoles, cuando rubricaste, ¡y de que manera!, el pase a la final de Roma fuiste poesía en movimiento que al quitarse la camiseta la ofrecía a toda la afición como muestra de agradecimiento. Ese gesto es impagable, como tu persona, como tu mera existencia. Algunos dirán que exagero. ¿Pasearon por la ciudad el jueves por la tarde? Las elásticas con el nombre del manchego invadían las calles, fuiste y eres el héroe por tu grandeza desde la normalidad, épica válida que eclipsa estrellas de diseño y devuelve al pueblo el sentimiento al percibir que eres de carne y hueso, agua buena para tiempos donde todos estamos más que hartos de falsas máscaras de putrefacción, cínicas mensajeras del abismo actual. Andrés, hagas lo que hagas te querremos, siempre. Gracias.


http://www.revistadeletras.net/oda-a-san-andres/ Siempre increíbles, ved fotos de quien escribe y el video del artista Iniesta

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