lunes, 27 de agosto de 2012

Filósofo de la moral en política en El Mundo





Filósofo de la moral en política, de Jordi Corominas i Julián en El Mundo

OBITUARIOS

FRANCISCO FERNÁNDEZ-BUEY


Francisco Fernández-Buey falleció en Barcelona el pasado sábado tras una larga enfermedad. Su generación fue fundamental en la lucha contra el franquismo desde lo cultural con nombres como Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Juan Marsé, Jorge Herralde, Gabriel Ferrater y un largo etcétera que recibía un complemento político y académico en su figura y sus tres grandes mentores: Manuel Sacristán, José María Valverde y Emilio Lledó, patriarcas universitarios que completaron una expansión intelectual que iba más allá de lo español y lograba europeizar unas aulas rancias y anquilosadas como el régimen falangista.

Nacido en Palencia en 1943, se trasladó a Barcelona en 1961. Como estudiante formó parte del Sindicato Democrático de Estudiantes Universitarios de Barcelona (SDEUB) y fue su representante en el encierro conocido como la capuchinada. Tras los hechos de marzo de 1966, ingresó por vez primera en la cárcel Modelo, hizo el servicio militar en el Sáhara y no fue hasta 1972 cuando pudo volver a la principal universidad de la Ciudad Condal.

Mientras tanto desarrolló una ingente labor como traductor al castellano de su amado Antonio Gramsci, Bordiga, Descartes, Touraine o Della Volpe, pensadores de izquierda hermanados con su filosofía, de marcado cariz marxista, un marxismo sin ismo, aunque con el don de saber actualizarse, como demostró en sus últimos años al defender los movimientos partidarios de una globalización alternativa.

Su retorno a las aulas como profesor fue el de un hombre incómodo para las autoridades, como todos aquellos que combinaban su actividad docente con el compromiso político, y aquí no sólo cabe mencionar su militancia hasta 1978 en el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) y su papel como fundador de la coalición Izquierda Unida, sino su preocupación por democratizar la Universidad que plasmó en su apoyo decisivo al movimiento de los PNN, profesores no numerarios que aspiraban, entre otras cosas, a contratos docentes de tipo laboral para dignificar el trabajo del enseñante y valorarlo en su justa medida.

En esos años difíciles, este castellano viejo, amante de la lengua y reservado en su privacidad, continuó su militancia con artículos en revistas y periódicos como El viejo topo, El País, Zona abierta y Mientras tanto, textos que aunaban su afiliación política con un análisis objetivo de los temas tratados, y lo mismo percibí a finales de los 90 cuando coincidí con Fernández-Buey en la Universidad Pompeu Fabra, de la que fue catedrático en el Departamento de Humanidades desde 1993, última etapa académica tras su estancia en la Universidad de Valladolid.

Las clases de Fernández-Buey exhibían una serie de virtudes que deberían estar más presentes en nuestra sociedad. La política debe ser moral, y él lo exprimía mediante el diálogo, con una tranquilidad que era pasión y voluntad de transmitir los conceptos con serenidad, elegancia y la necesidad de unir ética con estética, fondo y forma, ideas y estilo.

Autor de obras significativas como Contribución a la crítica del marxismo cientifista (1983), La ilusión del método (1992) o Poliética (2003), la pérdida de este pensador de primera magnitud nos ofrece un legado para el futuro nada desdeñable: necesitamos mentes que integradas en la Universidad luchen para que ésta siga vigente en su papel de formador social, porque de nada sirve tener estudios sin usarlos para transformar el mundo que nos rodea y hacerlo mejor desde una perspectiva crítica basada en la razón.

Francisco Fernández-Buey, filósofo y ensayista, nació en Palencia en 1943 y murió en Barcelona el 25 de agosto de 2012.

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