jueves, 22 de julio de 2010

Mi relato el deseo en Bcn Week


El deseo por Jordi Corominas i Julián /Ilustración de Andrés Valdovinos

Obcecada, empecinada, descuajeringada y obsoleta. Sin un duro. Rota por querer vivir y no hallar muertes. Pendía de un hilo por un defecto de archivo. Dirigía una sección criminal en la radio y necesitaba un asesinato a la semana para comer desde un extraño apego a la realidad, pues la sangre es un sustento carente de sueños. La desesperación crecía exponencialmente por un defecto de forma en la crisis. Normalmente estos períodos son propicios para dar rienda suelta a cuchillos, pistolas y salvajadas de toda índole. Está demostrado estadísticamente que en tiempos de vacas flacas la gente, porque cualquiera puede enfundarse el traje homicida, tiende a matar fruto del desquicio que invade la mente cuando el miedo atenaza y los bolsillos pasean sus vacías vergüenzas.

Siempre había aplicado la lógica. Entraba en Google, tecleaba un barrio de la ciudad y esperaba resultados. Guinardó sucesos. Aproximadamente 8349483934834 resultados en 0,17 segundos. Triple magnicidio en un bazar chino. Bromas de aficionado. Guineueta crónica negra. El cadáver de la mujer no presentaba signos de violencia. Algunas noticias eran hilos conductores repletos de detalles, puertas que abrían las estancias requeridas para recuperar antiguas historias. De link a link y tiro porque me toca, salvo en el pérfido percance de cortarse la senda por arte de birlibirloque. Algunos crímenes se notificaban y luego desaparecían sin dejar rastro, imperfección periodística que ocultaba el desdén por cuerpos exánimes y jinetes saliendo indemnes de la neblinosa tormenta, no como sus víctimas, nombres anónimos que nadie recuerda.

Margot sentía verdadero deleite por un par de luctuosas e irresueltas anécdotas. La primera versaba sobre el extraño asesinato de un profesor muy querido. Escuchaba música en su barrio de Sants, quiso un poco de diversión y los vecinos creyeron detectar una voz brasileña. Luego el silencio y la putrefacción, tanto en la casa como en la prensa, que repitió el mismo procedimiento al informar de una carnicería en un local de intercambio de parejas. La degollada era bielorrusa. Asunto finiquitado para horror de Margot, drogadicta que sólo podía avanzar con sobredosis de concreción porque su emisora le pedía obras con punto y final, sin atisbo de duda.

Con el grifo seco y un guión a entregar recorrió las calles de la ciudad, bebiéndose las copas de los demás en un intento de recuperar la cordura. Urdía planes aun a sabiendas de lo absurdo de su situación. Estaba entre el milagro y la decadencia, porque nada serviría sin un gatillo apretado, un corazón sin latido, una cabeza machacada o un brote psicótico aliñado con celos o luchas monetarias. Manos a la obra. Puso una vela a la Virgen del Arroyo, patrona de los asesinos. Habló con modernos para ver si su nimiedad chillona se convertía en oro de plasma y vísceras. Comentó con el carnicero el precio del bistec mientras le colaba el fascinante tema del canibalismo en España. Fue a la base de datos del Metro para averiguar el número de suicidios. Quiso sonsacar sucios testimonios a los taxistas. Molestó a sus vecinos ayurvédicos. Jugó al escondite con dos travestis cubanas, y hasta se atrevió a pasear desnuda por la Rambla. Faltaba el deseo, única pieza conservada intacta en su cerebro por culpa de una educación demasiado cristiana.

No matarás, y por supuesto no pensarás en lo positivo del acto en sí. Margot empezó a desear. Llenó su imaginario de macabras escenas. Un bar y un robo a martillazos con las paredes manchadas. Una prostituta de lujo con el gaznate rajado. Policías y chinos tiroteándose en el centro y la salvajada de una madre quitada de en medio por la criatura que engendró. Puso dos dedos en la frente, como si así las posibilidades de su estúpida apuesta en la ruleta fructificaran. Cerró los ojos y apagó la luz para dejarse seducir por Morfeo. A la mañana siguiente los cuatro crímenes anhelados inundaban las portadas de todos los periódicos, entusiasmados por la rapidez con que las fuerzas del orden atraparon a los criminales. Margot fue a la playa, a broncearse.

El siguiente relato fue seleccionado por Bcn Week para su especial estival. Los requisitos que nos impusieron fueron los siguientes: Estilo Borges/ Temática negra/ Dibujo Daumier

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