lunes, 8 de noviembre de 2010

Crónica de la misa loopoética en el Macondo Bar, 7 de noviembre de 2010















Un día de septiembre Lola Farigola y Jean Martin du Bruit estaban comiendo alcaparras y tuvieron una visión. Era un momento difícil para Loopoesia y convenía levantar el vuelo. Abrieron el periódico y de repente fijaron sus ojos en una noticia: El Papa Benedicto XVI visitaría Barcelona el 7 de noviembre para convertir en Basílica la Sagrada Familia, que no son los Jackson Five, sino un templo de Antoni Gaudí que lleva más de un siglo en obras, y eso que los romanos construyeron el Coliseo en ocho años. Tras leer la efeméride ambos héroes loopoéticos tuvieron varios espasmos y despertaron arriba de una montaña, descolocados y felices, por lo que decidieron organizar una contramisa como Dios manda. ¡No! El todopoderoso entraba poco en el juego, aunque nadie niega su importancia si se trata de liturgias. La idea era hilvanar una estructura escénica más lograda y hacer crecer el proyecto desde otras premisas para crear un evento único e irrepetible. Para conseguirlo Jordi Corominas i Julián se lo pasó en grande escribiendo un misal dividido en ocho partes que recibían conclusión con ocho poemas que optó por denominar oraciones, pues después de la prédica los versos musicalizados reforzaban el mensaje transmitido. No contentos con eso, los dos loopoetas reclutaron a varios seres del más allá: La monja esquizofrénica Belinda McCormack, la bailarina Benedetta Netzinger y el monaguillo Dj, eficiente al máximo en sus anotaciones melódicas, dispuesto a tope para que el tempo cuadrara con danzas, metralletas y palabras.




Los cinco protagonistas se unieron en varias ocasiones para que todo funcionara a las mil maravillas. El texto se creó en un santiamén, y el trabajo musical costó más, pero atorgó otra dimensión, insólita, fresca y punzante mediante la mezcla de música clásica, pop, melodías étnicas, voces papales, reales y hasta de entrenadores de fútbol que enlazaban las partes con mucha naturalidad y daban pie a introducir nuevas situaciones a la búsqueda de un espectáculo único e irrepetible que celebramos el domingo siete de noviembre de 2010 en el Macondo Bar de Barcelona. Lo que sigue es cómo fueron las cosas en una sala pequeña donde se juntaron entre sesenta y noventa personas unidas por el rechazo al Pontífice y ganas de sacudirse el sopor con una performance que sitúa la idea Loopoética en una esfera impensable hace año y medio. Por una vez dejamos muñecas fascistas, nuestro querido Pony, los íconos y el atrezzo y lo transformamos en un escenario con fotos de Hereu y Ratzinger, banderas catalanas, gatos chinos, una estatua cristiana del chino, un particular cáliz del que nadie sospechó nada hasta que el Papa loopoético se preparó para dar hostias, una cruz con guirnaldas navideñas y la guitarra chiquilicuatrika del gran poder. Asimismo, antes de iniciar la crónica, hay que destacar los atuendos de los participantes. Jean Martin iba con una capa cardenalicia, chilaba tunecina y tiara roja, exuberante entre tanta púrpura. Las bailarinas Lola Farigola y Benetta Netzinger eran monjas y eran porno, con un conjunto negro que resaltaba la belleza de sus formas corporales. Por su parte la monja esquizofrénica Belinda McCormack, brillantemente asesorada por Raquel Delgado, vestía con una incomparable elegancia, al igual que el monaguillo Dj, con su túnica blanca y un inolvidable gorro rojo que tanto recordaba al Vaticano como a la Shangai de cuando China no era la segunda potencia económica del mundo mundial.




La crónica

Una música africana, muy al estilo de las minas del Rey Salomón según Lola Farigola, dio el pistoletazo de salida. Rugían leones y nuestras monjas bailarinas precedieron al Papa paseando por la alfombra roja aguantado unas velas del mismo color. Sonaron campanas distorsionadas, Juan Pablo II quiso decir la suya pero no pudo porque Angelo Sodano se dirigió a toda la audiencia en varios idiomas hasta pronunciar, con el tema de 2001 Una Odisea en el Espacio de fondo, las míticas y rituales palabras: Anuntio Vobis Gaudium magnum: ¡Habemus Papam! Y no, no salió Ratzinger disfrazado en ningún balcón, quien irrumpió fue Jean Martin du Bruit en su papamóvil, una silla de ruedas de la posguerra bien dirigida por nuestra querida monja esquizofrénica. El cambio de la melodía preludiaba la primera de las apoteosis, y tras la endiablada guitarra de George Harrison en el Sgt. Pepper reprise llegó el turno de Bach, algunos acordes del desfile fashion religioso de Roma de Federico Fellini y….¡aleluya! Jean Martin bendecía a los expectantes fieles y atendía su momento para subir al escenario, For me, for me, for meeeeeeeeee y nuevamente aleluya, ya con el Pontífice en el escenario, soltando frases mientras las bailarinas encendían los ánimos con danzas sensuales y veneradoras. Ravel tocó la última parte y la misa pudo empezar. La primera parte era introductoria y mencionaba el tema clave de la liturgia: la comparación de dos instituciones deleznables, el ayuntamiento de Babilonia y el Vaticano, parecidas por su desfachatez y cinismo con el ciudadano y sus súbditos. El misal fue viento en popa, Jean Martin fluía verbalmente al son de la música ( La pasión de San Mateo y Tetris en órgano de iglesia) y sus vocablos dieron paso al primer poema para que el público orara mientras los versos destrozaban la sobrevalorada imagen de Juan Pablo II, al que no quiere todo el mundo, polaco demasiado endiosado entre cámaras y una campaña de promoción del sufrimiento para ablandar los corazones. Cuando retumbó el último verso, banal caricatura del nazareno, un coro hawaiano activó el salero de las bailarinas, y hasta el Papa se animó a seguir el ritmo de Honolulu, Ameeeeeeeeeeeeeeeeen.
Es difícil narrar lo ocurrido, porque mientras escribo se reafirma en mi cabeza la sensación que la misa de ayer fue mágica. En el segundo misal, con Mario Bros pululando entre acordes, la atención se centró en Babilonia y la poca vergüenza para con sus leyes cívicas, que permiten la desnudez y agitan polémicas idiotas de guiris que van sin camiseta. Vender humo es la marca de fábrica del ayuntamiento y para remarcarlo, mientras caía la tiara y la gente reía, la segunda oración fue un poema dedicado a las vírgenes vestales, pues de seguir las cosas así todos quedaremos sepultados bajo tierra por incumplir nuestra propia naturaleza. El Papa tocaba la guitarra, Lola y Benedetta bailaban y la monja esquizofrénica permanecía en un hieratismo muy difícil de conseguir entre tanto movimiento. Jean Martin quiso ser Hendrix, y se le quedó el instrumento en su sombrero pontifical para regocijo del respetable, que volvió a prestar atención con el tercer misal donde se comentaba la destrucción vaticana del paganismo y la avaricia de los de la cruz ocultando grandes obras de arte en sus cuatro lujosas paredes. Mozart violó sus normas aprendiéndose el Miserere, y mientras salían estas palabras de la boca del Papa loopoético su musa Farigola bailaba el Ave María de Schubert con una solvencia que arrancó aplausos y más aplausos. La oración viajó hacia el terreno de la revolución y preparó el campo para otro clímax tras el cuarto misal, donde se mencionaron los mecanismos de poder babilónicos-vaticanos, unos con la sucesión a la japonesa, los otros quedando en la Capilla Sixtina para fumar porros mientras los fieles aguardan la decisión. Si la Maria es de calidad sale humo negro, y cuando los cardenales van ya muy pasados se cansan de la intriga y sacan humo blanco por la chimenea para que un viejo salude a la masa congregada. Dicho esto la cuarta oración fue musicalizada con temazos relativos al dinero, destacando el bajo de money de Pink Floyd mientras la voz grabada de Jordi anunciaba que San Zacarías a granel, San Zacarías a granel vende la gitana con garbo en la plaza olivácea de Gracia. Dominus ora promovías vivis et difuntis gol de españa, ameeeeeeeeeeeeeen y llegó la aceleración.






Ring, Ring. Mi casa, teléfono. Las Walkirias de Wagner desataron la locura y tanto Lola como Benedetta crearon una danza perfecta al son del santoral loopoético….San David Carten, San sexo tántrico, San Santiamén, San José Luis Mula Amigó, San Cubano time, San Ringo Starr, San Peter O’Toole, San Paco Martínez Soria, San Souci, San Juniperio del gran poder, San Alain Delon rey de los Pakis, San Mortimer mirafiori, San Torrebruno, San Bungalow Bill, Santa Gloria Fuertes, Santa Usun Yoon, Santa Nadiuska, Santa Susana Estrada, Santo perro de Batman, San Kevin Costner de Jesús, San Renato Carosone, Santa Sofía Loren, San Pozí, Santa Ava Gardner, San Marcello Mastroianni, San voto en blanco, Santa Lola Farigola Romaní, San Jacques Brel, San Rosendo el rey de la baraja, San Jabier Lasaosa, San Andrés Iniesta, Santa Duquesa de Alba, San Hamid Atif, San Federico Fernández Giordano, Santa Rebeca Yanke, Santa Cristianne Fernández, San Miguel Hernández, San Paul McCartney, San George Harrison, San Chuck Berry, San Damon Albarn, Santa Perpetua de la Moguda, Santa Maria de Palautordera, Sanlucar de Barrameda. Era uno de tantos clímax, pues cuando esta pieza de cinco minutos concluyó las cosas avanzaron hacia lo más erótico. La pausada Belinda McCormack despertó de su letargo y se transformó por arte de birlibirloque en una depredadora sexual de la pradera, atando en el cuello del Papa un collar sadomaso, poniéndolo cachondo con sus movimientos, jugando con la carne del pobre Jean Martin en la silla de ruedas…el loopoeta levantaba los pies y agitaba los brazos de puro placer hasta el punto de descender de su impresionante vehículo, gatear como un niño, dejarse seducir por la monja, fornicar en directo y luego, tan pancho, volver al misal rememorando su visión de Ratzinger por obligación el 26 de mayo de 2005, orar un poema crítico con España, con presencia de Juan Carlos de Bourbon en las voces y del himno del PP en la música, y preparar los bártulos para la séptima parte donde se exponía porque la mejor religión es la loopoética, lo que dio lugar al repartimiento de hostias, que no eran mamporros, sino gominolas en un cáliz que en realidad era un orinal en forma de elefante naranja.








Todos los fieles recibieron la comunión entendiendo que Loopoesia es amor. Fraggel Rock, Barrio sesámo y Albert Pla amenizaban el ritual y ya nos preparábamos para los últimos compases. Lola Farigola, Benedetta Netzinger y Belinda McCormack en plan terrorista islámica avanzaban entre la multitud y Jean Martin hacia recitar el público nuestra oración:





¡Oremus papam!
Loopoesia es amor
El surrealismo exceso de realidad
Las máscaras con peca tienen glamour
y Lola Farigola
Un sacerdote musical
Jean Martin tiene a Carmen
Y con su palabra
Quiere daros revolución
Escuchadlo atentos
Y dejar que vuestros oídos
Se impregnen del sonido, lo nuevo
Entierra convenciones
Y vuela
Para regalaros armonías
Del más allá
Pensando que el futuro
Se vive en presente

Que pese a su carácter tajante no fue el punto y final. Belinda amenazó al público, estupendo en su interacción durante el show, con una metralleta y las dos mágicas bailarinas completaron el espectáculo mientras Jean Martin repetía delirante que Loopoesia es amor. El aplauso final fue renacer y confirmar que la misa Loopoética fue un éxito que siempre recordaremos e impulsa nuestra proyecto hacia dimensiones más grandes y una confianza mucho mayor en lo que hacemos, ayer fue inolvidable y por eso no nos cansamos de dar las gracias a los asistentes y a todos los que nos han apoyado durante la preparación del evento. Gracias. Loopoesia es amor.







Ficha técnica de la misa Loopoética


Poesía y música: Jordi Corominas i Julián
Preparación de los bailes: Laura Fillola y Giuliana Bendezu
Asistente preparatoria de la monja esquizofrénica: Raquel Delgado
Ayudante del monaguillo DJ: Javier Lasaosa
Papa Loopoético: Jean Martin du Bruit
Bailarinas loopoéticas: Lola Farigola y Benedetta Netzinger
Monja esquizofrénica: Belinda McCormack
Monaguillo Dj: un navarro de armas tomar





Loopoesia es amor

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