domingo, 5 de septiembre de 2010
El poema "Variaciones de la muerte" en el Panfleto Calidoscopio
Variaciones de la muerte por Jordi Corominas i Julián
Agoniza el cínico polaco del bastón de Charlot
en épocas de estar en forma, pasajero amante
de la cámara, religioso motorizado
mantenido en conserva dos décadas
para soportar la institución de las llaves, Pedro
y hagiografías plastificadas en el templo,
aumento del formol, souvenir y relicario.
Le vi dos veces, una en el Jubileo, temblaba,
balbuceaba como los niños cuando aprenden a leer,
él, maestro católico del rebaño confundido en la iglesia,
pies en la madera para venerar a la estrella de rock de la tiara,
amilanado como un cordero místico de la gerontocracia.
La segunda ocasión era ya un moribundo, reposaba en el centro
de la plaza una hora antes de la misa, preparado para
la función flanqueado por dos inmaculados sacerdotes en contraste
con el pontífice, rojo en su túnica, zombie carismático
con ínfulas de actor hasta con el pie puesto en el estribo.
En la frontera del milenio los romanos apostaron como trileros
la jornada del óbito papal en el Panteón, se movía la bolita
y un papel plasmaba la fecha, el timo de la estampita
fue mordaz, todos perdimos conteniendo el aliento
por ser pipiolos de Clío y el acontecimiento.
Cuando la guadaña te acarició en 2005 el directo era global,
desde Barcelona actualizaba datos y tu cruz no era sufrimiento,
se traspasó en la red sin pescadores, minuto a minuto
sabíamos de tus escasos latidos, poco cristianos, prostituido
polaco hasta en su último suspiro, marketing del santo
sin el apremio del camarlengo y sus golpes de martillo
Lo más íntimo y privado deviene público absoluto.
Nunca lo sabrás, pero tu certificado de irte al otro barrio
fue sana inflación para los restaurantes del Tíber, de agosto
en abril con eso de Juan Pablo Segundo te quiere todo el mundo,
retorno del vocablo masas, sepulcro con foto telefónica,
colas quilométricas para retratar un viejo disfrazado, farsante
octagenario de miro a otra parte en los abusos, escrituro en Balaguer,
santo súbito, Goebbels vaticano y mofa al fiel idiota que me inmortaliza
una vez se baja el telón y mitificáis mi calavera, común hueso gangrenado,
banal caricatura del Nazareno.
Etiquetas:
Catolicismo,
Hipocresía,
Juan Pablo II,
Poesia,
Vaticano
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1 comentario:
Excelente, excelente, Jordi.
No sabes cuánto me alegro.
Teníamos razón.
Saludos
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