lunes, 27 de septiembre de 2010

entrevista sobre Paseos Simultáneos en Los noveles







No camina, pasea por Rebeca Yanke




Jordi Corominas i Julián es largo como su nombre y apellidos, ni uno ni trino, catalán que escribe en castellano, Jean Martin du Bruit tocando el piano, Isabel la Católica y Erik Satie, como todo el mundo. La precisión y el caos. El reseñista, el crítico y el espectáculo. Atraviesan todo esto sus Paseos simultáneos, poemario editado este verano por Vitrubio.

A finales de 2007 circulé como un condenado por la parte final del recorrido de uno de mis relatos, de próxima aparición en un libro editado por la Editorial Barataria, que aspiraba a ser hiperrealista. Capté todos los detalles para Caterina Jaén, los plasmé en el texto y luego enfermé absurdamente en Roma, en enero de 2008. 39 de fiebre y un sarpullido en el tobillo. Lo pasé muy mal y durante dos meses tomé notas de todo lo que observaba- pensamientos, voces de la calle, charlas, ideas- en un cuadernito rojo. Pensaba que perdía el tiempo, pero en otro viaje descubrí que todas esas anotaciones garabateadas en paseos eran otra forma de captar la realidad en sentido total. Si sumamos instantes provisionales de varias caminatas también alcanzamos algo holístico, y quizá de ahí el título, Paseos simultáneos.

Puede Jordi Corominas pasear en un espacio vacío, en un paisaje desértico, ¿o necesita siempre de la interacción, de la gente, de la tertulia?

¿La verdad? Estoy en el desierto mucho más de lo que piensa la gente, y es genial que así sea. Paso mil horas solo. Si estoy en casa me comunico a través del correo o Facebook, pero normalmente estoy ocupado con ideas, lecturas, música y otras cosas que no contaré salvo que me pagues un dineral. Si diseccionara mi tiempo saldría que transcurro ¾ partes del mismo en absoluta, y necesaria, soledad. Cuando salgo para comprar o trabajar en la radio y en las clases paseo y así aprovecho ese instante conmigo mismo fundiéndome con lo cotidiano, es otra manera de interactuar. Las horas en compañía suelen ser nocturnas porque quedo con poca gente salvo los martes, que es el día de tertulia y despiporre. Otra cosa es que cuando estoy con gente sea muy sociable, pero quizá es por eso, porque el resto de las horas vivo conmigo mismo.

Vas rápido.

Sí que voy rápido porque mi mente está siempre en constante ebullición, lo que es bueno y malo. Bueno porque tengo ideas cada dos por tres y malo porque siempre queda algo en el tintero. Cronos no se para, es obvio: el tiempo es circular como el reloj y un día sucede a otro, aunque en el poemario uso esa expresión de mi puño y letra porque sale en la parte inicial, que es una especie de declaración de intenciones donde también cabe lo que dices de Los enlaces se descubren al pasar página . Si eso fuera de otro modo significaría que considero al lector un imbécil, y quiero que se moje, que el libro no sea un Barça-Ponferradina. Paseos simultáneos es un solo poema dividido en 136 partes tituladas. ¿Por qué es así? Pues porque seguramente de otro modo me tirarían el libro en plan arma arrojadiza y no se entendería nada. En este sentido el poema visión es otro tramo que habla muy a las claras de cómo concibo el lenguaje, la poesía y la misma realidad.

Un lenguaje sin ataduras, dices en el poema VISIÓN. ¿Qué ataduras son las que no tienen cabida en tu forma de expresión?

Porque ha entendido sus ataduras, así es como uno se decide a soltarse el pelo, aunque debo decir que aquí salió de manera natural entre poesías sin una sola coma, lo políglota del libro, la mezcla de registros y el ofrecer la realidad sin encorsetarla al artificio literario.

En la página 16 leo: ‘Sólo sé que cargando el maletero empecé a disparar ráfagas como si entendiera una manera de componer el texto'. Paseo simultáneo total. ¿Eres un hombre de reflejos?


Siempre que digo que soy un hiperactivo no diagnosticado. ¿Hombre de reflejos? Si vienes con un martillo lo comprobarás. Sí, supongo que lo soy, pero lo del maletero entra también en esta parte inicial de corpus poético. Antes, aunque supongo que uno nunca deja de serlo, fui fotógrafo, exponía y esas cosas, y normalmente, salvo en una muestra que titulé ‘fotografía pictórica', disparaba en blanco y negro. Justo en la época en que concebí los Paseos simultáneos entendí mejor el color y creo que no es nada casual y sí muy simbólico: había abierto los ojos, en muchos sentidos, y al fin y al cabo una imagen es un texto visual, por lo que componer el texto expresa la doble vertiente de las palabras y la foto, dos formas de mostrar lo real, que no es en absoluto lineal, de ahí mayúsculas, negritas, minúsculas y desvaríos que no son tales. No me gusta la monotonía, y adoro eso que dijo George Harrison sobre que The Beatles salvaron al mundo del aburrimiento. Yo nunca seré eso porque nadie lee poesía, pero sí puedo darle brío lo haré encantado.



¿Cómo te observas a ti mismo? Los gestos cotidianos, no ya paseos, forman parte de un lenguaje, el tuyo, que en mi opinión, además de otras cosas, es muy directo. ¿Hay alguna cortapisa en tus movimientos u, ormai, ningún impedimento?

Pues supongo que somos lo que comemos, y en este sentido recibí una educación que me ha dado bastante conocimiento de lo clásico y lo moderno entendido como la cultura del siglo XX, la del Dos mil no me interesa demasiado, me parece muy hueca, de postal efímera, peor que hacer el amor con alguien por quien no sientes nada. ¿Dónde me sitúo? La idea de ir a contracorriente sería una respuesta, pero no es algo voluntario, sigo mi camino y surgieron los Paseos simultáneos como un embrión que me saludó e indicó una ruta que me chifla. Me observo como Jordi Corominas i Julián y actúo siguiendo mi propia coherencia. Lo de directo se enlaza con lo de no tener cortapisas ni impedimentos. No, ya te digo que las únicas barreras son la comprensión ajena, aunque me importa relativamente porque no escribo pensando en un efecto inmediato, y el dinero, porque de tener más podría hacer verdaderas barbaridades con Loopoesia, la gente alucinaría mucho más que ahora, lo prometo.

Tú estás acostumbrado a entrevistar a escritores y poetas, ése es tu trabajo, además de la radio, las clases y los paseos simultáneos. ¿Crees que hay una estructura que define el comportamiento del escritor, o unas pautas a seguir para serlo? ¿Cuánto nos queda de azar, Jordi Corominas i Julián?

Bueno, el problema es que ahora un sector de la industria editorial quiere establecer una especie de pauta de cómo debe ser el escritor, sin importar mucho si lo es o no, por eso vemos tantos morritos, tanta propaganda impactante y lemas que buscan asombrar desde lo hueco, Gutenberg y fast food . El problema es la ausencia de contenido. Por suerte selecciono a los escritores que entrevisto, y raramente me he disgustado con ellos, porque son nombres que sí que tienen interés en desarrollar formas e ideas mediante la literatura, quien quiera lucir palmito que se vaya a la Cibeles, y no a la estatua, sino a la pasarela.

¿Y tu proceso cómo se ha desarrollado?

En mi caso concreto escribí desde niño, y con veintidós años, justo después de licenciarme, entendí que lo que más me gusta en esta vida es escribir. Un escritor debe tener paciencia, si tiene esa virtud lo demás quizá llegue, lo que responde a tu otra pregunta. El azar sí, sin duda existe, pero es algo contradictorio, porque no creo en las casualidades, así que quizá deberíamos reformular la definición de azar, que me gusta asociar con azahar. Otra opción sería contemplar el azar como fatum, destino, que también es fatalidad, lo inevitable.

Transcribo:

EL VIAJE,

Me quiero mucho

En las calles de

Madrid




En Paseos simultáneos el espacio tiene una importancia vital y muy relativa. Vital porque durante todo el poemario nos movemos. Relativa por trascendental, porque nuestro viaje tiene un punto mental y no se circunscribe a una sola ciudad, avanzamos de Barcelona a Madrid pasando por Pernambuco, Tegucigalpa y cualquier urbe imaginable. Eso es por el sentido de universalidad que ya vimos cuando comenté lo políglota del poemario y porque Barcelona para mí es una simple central de operaciones a la que le tengo cariño aunque me harte mucho toda su pose, tan querida por sus gobernantes y sus ciudadanos, que apenas refunfuñan pese a vivir en un municipio que vende fascismo desde el socialismo con una sonrisa, control ciudadano con el descaro de pedir el voto para la reelección. Hay BCN y Barcelona, que es por donde suelo caminar, la reina de calle y gente, pasajes auténticos donde se gestan bellas cosas y la multiculturalidad no es un lema publicitario. Aun así me pillas en un momento, el relax que me da la casa del pueblo, donde mi odio por lo banal de Barcelona es bastante profundo. Una diferencia está en el público de uno y otro sitio. El barcelonés suele ser soso y el madrileño animado y participativo. Amo lo que conozco de Madrid y me da una vida enorme, hasta he contemplado trasladarme a la capital porque me hechiza por su entramado urbano, la alegría de sus gentes, que contrasta mucho con la de los barceloneses, y la posibilidad de conversar sin ostentar, que es algo muy de mi ciudad, sobre todo de las nuevas generaciones, y no me refiero a las juventudes del PP. Piensa en lo triste de la mentalidad catalana. El saqueo del Palau de la música es el símbolo máximo de la decadencia de su tan alabada burguesía. Y ganará las elecciones el partido que la representa. Una vergüenza. En un artículo que saldrá dentro de poco comparé Barcelona y Madrid con sus equipos de fútbol y el pasear. En la ciudad condal uno tiene que ser Messi y sortear peatones en plan carrera de obstáculos. En Madrid se camina dejando más espacios, es más directa, menos sibilina. Unanumo decía que a los levantinos nos perdía la estética, creo que era demasiado optimista y poco observador.



Pues mi poema favorito de tu libro está escrito en catalán.



ESTUDI

Fer un estudi sobre

L`orgasme de la dona

en funció d l`

expressió dels

ulls




Siempre digo que el catalán por su musicalidad es un vino blanco y el castellano, más recio, como un vino tinto. El poema Estudi es una pequeña muestra de amor a la perfección femenina que emerge desde cualquier ángulo de su cuerpo, tesoro que con imperceptibles pinceladas desvela el interior. En tu reflexión no hay pregunta, así que entronco la cosa con lo políglota y cosmopolita, que diría Rubén Darío. En Paseos simultáneos hay tantas lenguas porque cuando caminamos, aunque a veces sólo sean susurros, Babel nos abraza cada dos por tres. Otra cosa es que la gente sea purista y desprecie reflejar lo auténtico de la cotidianidad, mina de minas, pozo mágico de petróleo humano, vivero inextinguible de la realidad.

Pregunta directa, ahora, ¿quién es David Carten?

David Carten es uno de mis mejores amigos. Un canadiense que habla castellano con acento cubano, además de aprender catalán, montar un falso grupo musical conmigo y tener una pasmosa facilidad para integrarse con quien sea y donde sea. Se dedica, un pionero de pies a cabeza, al campo de la energía solar y todo él me hace reír positivamente, le quiero mucho y el poemario tiene una suite dedicada expresamente a sus andanzas entre taxis, bares, plazas, preguntas y otras historias. Seguramente es una metáfora de la curiosidad y la alegría.

Necesito preguntarte por el amor. Por la poesía amorosa, en realidad. ¿Dónde está? ¿Hay? ¿Se hace o se tiene miedo? ¿Ha cambiado, pero sigue siendo poesía amorosa? ¿Qué pasa con esto? Me tiene preocupada. Me pregunto si existe un generalizado temor a parecer cursis, no sé.


Pues seguramente tienes mucha razón. En Paseos simultáneos no hay poemas de amor en sentido estricto; por sus páginas navegan flirteos, soslayos e insinuaciones. Ahora estoy preparando un nuevo poemario, Oceanografías , donde si hay un apartado que está dedicado a la experiencia amorosa, a mi desastroso año sentimental, repleto de maravillas y desilusiones. Sin embargo no creo que estos nuevos poemas sean amorosos a lo clásico, también esa faceta poética debe reformarse porque el mismo amor, pese a mantenerse en sus parámetros de toda la vida, ha evolucionado a través de la velocidad y la tecnología. Ahora te pueden dejar por e-mail y puedes encontrar el amor de tu vida, o eso dicen, en sitios web diseñados con ese objetivo. Hablo de estas cosas, pero no quiero que me preguntes por si meto las nuevas tecnologías en mi poesía, porque te diré que en general no lo hago, aunque de vez en cuando sí que añado mensajes de texto, porque tienen en su brevedad un sentido confesional que hasta puede darles una preciosidad inaudita, como si fueran notitas del siglo XVIII.




Uhm, creo recordar que en Paseos simultáneos dices que ya no tienes nostalgia de los mensajes de texto.

Digo exactamente que era más nostálgico de los mensajes de texto, con lo cual sigo siéndolo, pero en ese poema hay una confesión que es la apuesta por lo directo, por dejarse de rodeos e ir al grano, matar subterfugios para ser prístinos. Me molesta mucho lo de marear la perdiz, y precisamente los nuevos tiempos, por muchas facilidades que tengamos para actuar y punto, tienen bastante de eso, también en poesía, donde se dice más que se hace, con lo que el cuerpo no termina de moverse, agazapándose en una esquina o quedándose en otro bar para no escuchar las poesías, como si bastara que el libro circulase, como si eso fuera garantía de algo. Pues no. Antes mencionabas un poema bisagra, como si fueran poesías muy antiguas, y ese pequeño verso tiene el significado de vitalidad, de mover los versos, de infundirles marcha para que se expandan más allá del mismo libro, bien sea por su mensaje o porque circulan superando lo estricto y aborrecible del mundillo literario. Gil de Biedma decía que sólo los poetas leen poemas, con lo que se genera una endogamia profesional y lectora bastante estúpida. Hay que evitarla, hacer que la poesía se alimente de su tiempo, pero que también le aporte comida.



© Rebeca Yanke

2 comentarios:

mensajes claro dijo...

No tenia conocimiento , Pero buena entrevista.

Jordi dijo...

Gracias, Rebeca hace todo más fácil