sábado, 29 de enero de 2011

Indignez-vous! de Stéphane Hessel en Revista de Letras


El viejo soplo de aire fresco: “Indignez-vous!”, de Stéphane Hessel
Por Jordi Corominas i Julián | Reseñas | 27.01.11


Indignez-vous!. Stéphane Hessel
Indigène Editions (Montpellier, 2010)


¿Están contentos con los regalos navideños? ¿Han comprado mucho en las rebajas? Francia es diferente, y en esas fechas tan señaladas, no me pongan cara de monarca, sus ciudadanos decidieron obsequiar a sus seres queridos con un librito de treinta páginas que invita al abandono de la indiferencia para posicionarse contra el totalitarismo de nuestra época. Indignez-vous! ha vendido un millón de copias en el Hexágono y en breve será traducido a veinte idiomas. Su autor, Stéphane Hessel, tiene 93 años. Nació en Berlín y a los siete se trasladó a París. Sus padres, que inspiraron a François Truffaut la historia de Jules et Jim, eran amigos de Walter Benjamin, Marcel Duchamp, Pablo Picasso y Alexander Calder. Creció en tierra de cultura y padeció la Segunda Guerra Mundial, origen de su ideario ético y combativo contra la injusticia. Asistió cariacontecido a la invasión nazi del país galo y a la colaboración del otrora celebrado Mariscal Pétain con los invasores. En 1941 emigró a Londres para unirse a la Francia Libre del General De Gaulle, regresando al continente en 1944 hasta padecer el calvario de la traición, recibir torturas alemanas, penar por tres campos de concentración y escapar, juntándose finalmente con su mujer en la ya liberada ciudad de la luz.

Su biografía, en el sentido que permite entender la obrita recientemente publicada, alcanza su cumbre en los años posteriores al cese de las hostilidades. En 1946 supera el concurso de ingreso al Ministerio de Asuntos Exteriores y consigue ser diplomático, participando de manera decisiva en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a la que consideraba parcialmente heredera del espíritu de la Resistencia, que es en realidad el motor filosófico de Indignez-vous!. La introducción del mismo expone a las claras cómo el compromiso para con el pueblo surgió naturalmente tras la pesadilla hitleriana. El Consejo Nacional de la Resistencia pedía, ni más ni menos, una completa seguridad social que garantizara a cualquier ciudadano medios para subsistir en caso de no poder hacerlo laboralmente; también nacionalizar las fuentes de energía básicas y los bancos en pos de crear una verdadera democracia económica que evitara feudalidades modernas; asimismo el programa contemplaba una prensa libre y un sistema educativo que posibilitara el más completo desarrollo de los alumnos.

¿El ideal nace o se hace?

Ambas cosas. En 1945 emergieron desde el pasado reciente. El rival era visible y la indignación clara. Sin embargo, en 2011 los motivos de enfado aparecen desde múltiples puntos casi desconocidos, lo que impide una lucha abierta que aniquile el problema, si bien esto no debería ser un obstáculo para entablar combate contra este mundo que atenta contra la inmigración, se carga el Estado del Bienestar, aumenta los desniveles económicos e ignora sistemáticamente el cumplimiento de los derechos humanos.

La indiferencia, por resignación, es la peor actitud. Hessel, judío, se encrespa contra Israel y el trato que propina a los palestinos, quienes para protestar lanzan en Bil’id piedras contra un muro, lo que es definido por los guardianes de su agonía como terrorismo no violento. Valiente cinismo. Es no violencia pura y dura adaptada a su calvario. Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela son un buen modelo para progresar y rebelarse adoptando lo antiguo bajo nuevas formas que recuperen el sentido de la palabra ideología, sepultada en una triste tumba desde la caída del Comunismo y el desgarrador triunfo del Mercado.

Guillaume Apollinaire creía en una esperanza violenta. La del nonagenario francés es una insurrección pacífica que pare el actual desbarajuste que va más allá de lo social y afecta pobreza y clima. Considera, no sin razón, que el decenio inaugural del siglo XXI es catastrófico. Su hegeliana visión, que en parte es la que produce su sana reacción, está en peligro mortal porque el caos controlado planea tapando el cielo, sumiéndonos en una oscuridad ante la que hay que crear para resistir porque resistiendo se crea, ergo se cambia.

No podemos negar que el minúsculo volumen apunta interesantes propuestas que nosotros debemos ampliar con nuestra acción. Los últimos meses registran ligeros movimientos sísmicos en el Globo, temblores insuficientes porque el oponente ha acumulado durante décadas poder estructurado para ser inmune a la revuelta que precede, pues es su versión fracasada, a la Revolución. Hessel escribe irritado porque aprecia infinita y soporífera pasividad en un ambiente putrefacto. Nadie se mueve. Los transeúntes bajan la cabeza y tragan la mierda del plato adaptándose a la corriente que más suene sin que importen los bolsillos vacíos.

En 1944 este hombre que pide un despertar fue sometido a indecibles torturas en un sótano de Paris. Respondió a sus captores en alemán y les dijo que podían hacer lo que les viniera en gana: iban a perder la guerra y también serian denunciados. Golpe directo y frontal. Aprender de los mayores.

Para concluir, expresar que particularmente no me sorprende la recepción de Indignez-vous! al otro lado de la frontera. Francia y sus habitantes profesan un incombustible amor a la cultura que a nivel práctico se traduce en magníficos y visitados museos, un criterio editorial muy coherente y la promoción de las artes para que no se conviertan en un asunto de salón. Esta tradición permite que de vez en cuando surjan fenómenos que en España juzgamos apoteósicos desde nuestra cateta mentalidad anclada en la tendencia, reclamo de lo breve que atasca la ética y la hermosura de una pervivencia. El éxito de Indignez-vous! no desconcierta, es sólo es una constante comprensible que descarrió en La Jonquera.

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