lunes, 20 de diciembre de 2010
Los urinarios, BCN y la crisis
En 1900 Jean Sauvage, alemán pese a sus apellidos, visitó la Exposición Universal de París. La ciudad de la luz era la reina del mundo. Sin embargo, nuestro cronista se fijó en un detalle muy particular: "Me llamaron la atención los numerosos urinoires que hay por todas partes, colocados con gran falta de recato. También hay montones de cabinets d'aisance (lavabos públicos): cerca del Palais Royal hay un edificio atravesado por un largo pasaje con un gran número de ellos, y se usan con asiduidad. Los urinoires de los bulevares suelen estar ubicados alrededor de las columnas publicitarias,que, entre otras cosas, anuncian: l'extrait de la viande, liebig indispensable dans toute bonne cuisine o Bec Auer, o Tendeur pour pantalons."
Fragmento de Philipp Blom, Años de vértigo. Cultura y cambio en Occidente 1900-1914, Barcelona, Anagrama, 2010
Hacía ya mucho tiempo que no escribía una entrada del blog sobre problemas municipales, pero hay cosas que no se pueden tolerar. Vivo en Barcelona, donde el civismo es una bandera enarbolada por el Ayuntamiento para recaudar dinero a costa del ciudadano. Ya saben. Todo para defenderlo sin defenderlo. En julio de 2010 fui multado a las tres de la mañana mientras me disponía a realizar mis necesidades. Todos los bares habían cerrado y la inexistencia de urinarios me empujó a buscar una cloaca para no ensuciar la calle. De repente, un señor sacó una placa y me la empotró en la cara. Debió resultarle una experiencia fascinante, el poder de la insignia para multar a un pobre desgraciado que no tiene más recursos porque el Municipio ignora la lógica más elemental en pos de ingresar beneficios. Pasaron los meses y llegó la sorpresa en forma de doble multa. La primera era obvia, la segunda una invención: "beber en la calle". Me quedé anonadado y patidifuso, aunque no tanto cómo puede parecer porque el agente, que me amenazó con multarme por ir indocumentado cuando le enseñé mi DNI, tenía ganas de gresca.
Vayamos por partes. Me indigna que se saquen de la manga una sanción, como me indigna que nadie lea mi recurso y encima ignoren mi auténtico nombre por afán catalanizador. En noviembre me llegó el segundo aviso. Lo encontré en mi buzón cuando lo normal es que te hagan firmar el acuse de recibo. La carta era escueta y no daba opción de réplica. Fantástico, como lo es ésta patraña de invalidar el espacio público y no prestar la mínima asistencia para hechos elementales del día a día de cada ser humano. No hay urinarios porque no conviene, cómo tampoco quieren tu autógrafo porque así anulan cualquier posibilidad de defensa.
Quizá deberían pensar menos en imposibles reelecciones, la credibilidad de un señor como Hereu es nula, y apostar más por la tan cacareada cercanía y construir argumentos válidos que subsanen el odio que van generando a base de patrañas. Sabemos que adoran la publicidad, tanto que Barcelona ahora es BCN. ¿Por qué no imitan a los franceses del Novecientos? ¿Por qué no edifican una Urbe destinada al bienestar y no al rédito directo?
El concepto de carcasa es propio de nuestra época. Mientras la imagen sea positiva poco importará el interior.
foto:JCJ
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Jordi Hereu,
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