miércoles, 22 de junio de 2011
Diálogo con Niccolò Ammaniti en Revista de Letras
Diálogo con Niccolò Ammaniti, por Jordi Corominas i Julián
Por Jordi Corominas i Julián | Entrevistas | 12.06.11
El mundo se ha enrarecido, y es una suerte que así sea. Es martes, salgo de comer y tengo todo controlado. Lucirá el sol, entrevistaré a Niccolò Ammaniti y recordaré las risas que me ha provocado su última novela Que empiece la fiesta, publicada en España por la editorial Anagrama.
La cita es un hotel del Paseo de Gracia. Todo va a las mil maravillas. Llego a Plaza Catalunya, veo las tiendas de los acampados, me distraigo con la mirada en búsqueda de una amiga y de repente aparece la lluvia, una intensa tormenta que enloquece a la multitud. Cincuenta chicas corren hacia la boca de metro. Los obreros aplauden. El resto estornuda e intenta seguir su camino mientras algunos pakistaníes surgidos de la nada intentan vender esos paraguas que se rompen con el impacto de mínimas gotas de agua. Pienso un poco y noto que lo que acaece a las cinco de la tarde de ese día de junio guarda alguna similitud con la obra del escritor romano, quien además de facilitar carcajadas sabe hacer pensar al lector.
Llego al punto de encuentro y espero. Toso en una escalera, recibo un saludo y me dicen de trasladarme a un sofá donde estaremos más cómodos y el pobre entrevistado podrá descansar del delirio de llegar a Barcelona tras olvidarse el pasaporte, volver a su hogar y embarcar hacia nuestra tierra con imprevisto estrés. Nos damos la mano, comentamos cuatro cosas y procedo al sagrado ritual de encender la grabadora.
Leyendo el libro uno se queda con su humor, pero también nota la esencia clásica de la comedia, hacer reír mientras se habla de cosas muy serias.
Me resulta imposible hablar seriamente de cosas importantes. Cuando lo hago me siento estúpido.
Alberto Moravia decía que el único modo para tomarse la vida en serio era bromeando.
Sí, indudablemente. Me resultan difíciles las entrevistas por eso, porque se habla en serio. Si cuento algo que me afecta debo usar el tono de la comedia, en este caso para centrarme en un momento concreto de Italia. Mi novela es una comedia que tiene un punto trágico, pero también contiene elementos típicos del giallo entendido desde el horror.
¿Cuál fue el punto de partida para Que empiece la fiesta?
La idea inicial era escribir la historia de unos atletas rusos que se escondían en las catacumbas. Te lo juro, no tenía nada más, pero luego, poco a poco, empecé a añadir personajes que me gustaban. Un escritor con una fuerte crisis de inspiración, una banda satánica que no lograba realizar ningún golpe importante… Luego pensé en la fiesta, pero la inspiración inicial llegó paseando a mis perros en Villa Ada. Justo al lado se encuentra la Villa Olímpica de los Juegos de 1960, y eso me llevó a pensar en unos soviéticos que escapaban del Comunismo y se escondían en el parque.
Y hablas de Villa Ada privatizada, algo que me recuerda mucho a lo que sucedió recientemente con el Coliseo, en manos de un empresario.
En realidad lo parece, pero no es así. Dicen que quieren privatizar monumentos y parques, pero luego no hay dinero para comprarlos. Simplemente, y es muy grave, estamos asistiendo a un progresivo abandono y olvido de museos, obras de arte, jardines y un largo etcétera cargado de significación. Un progresivo abandono, y eso es lo importante, de lugares representativos, que los extranjeros identifican con Italia, sitios maravillosos sometidos al ninguneo de la administración pública, que al mismo tiempo hace que muchos italianos no se den cuenta del verdadero peso de nuestro patrimonio nacional.
Todos los temas del libro parecen surrealistas pero pueden encontrarse fácilmente en la calle, son situaciones absurdas que no lo son tanto, tocan la realidad.
Son situaciones muy cercanas a la realidad. La pasión de los italianos por los animales exóticos es famosa en todo el mundo. Hace poco encontraron tigres en casa de camorristas. Tampoco me parece tan extraño lo del safari. Hay cosas de la novela que parecen improbables, pero si lo piensas detenidamente no lo son tanto. Si comparas lo que sucedió en la Villa de Berlusconi con lo de mi libro…
Que empiece la fiesta es más ligera que los saraos de Villa Certosa.
Sí.
Vayamos a los personajes. ¿Pensaste en un escritor por afinidad o salió sin más?
El escritor es la expresión de todas las angustias de todos los escritores. El no ser reconocido, tener la sensación de perder todo, ser incapaz de escribir una obra maestra, el miedo de topar con un literato joven que te robe espacio y atención. El escritor es vanidoso por naturaleza, lo que contrasta con una imagen popular del escritor cómo un ser reservado, tranquilo y silencioso.
Seguramente esa imagen forma parte del pasado de la profesión.
Sí, seguramente ya se ha superado ese cliché, pero cuando yo empecé en este mundo imaginaba al escritor desde esa perspectiva. Personas que llevaban una vida cerrada al transcurrir tanto tiempo escribiendo en sus casas.
Fabrizio Ciba tiene un aire a Giovanni Pontano de La notte de Michelangelo Antonioni y de Marcello Rubini de La Dolce Vita de Federico Fellini.
Sí, tiene un punto dolcevitista, una Dolce Vita reinventada. Ciba es más cínico y vulgar que Rubini, seguramente porque es hijo de su tiempo.
Y es un tiempo donde el escritor, a diferencia de los ejemplos que hemos mencionado de los sesenta, no tiene problemas al mezclarse con otras profesiones del espectáculo. No parece raro encontrar en la fiesta a futbolistas, modelos, escritores, actores, cocineros…
Son personas unidas por el gusto a los focos. Viven si están iluminadas por la atención pública. Mientras se hable de ellos todo irá bien. Cuando se apagan las luces se transforman en fantasmas, gente sin sustancia, desaparecen. Me apetecía contar una fiesta donde todo este tipo de personajes se sintieran indefensos, puede ser una celebración muy exclusiva, pero como no hay un público nace la angustia de la nada.
Sí, porque es como un Gran Hermano privado.
Exacto. Si les filmaran se sentirían más contentos.
El contraste llega con la banda satánica, la normalidad.
Sí, parecen los más extraños pero son los mejores del grupo y trabajan en cosas normales.
¿Qué necesidad tienen estas personas de escapar de su normalidad mediante el satanismo?
Siendo muy sincero confieso que el satanismo me importa más bien poco. No sé nada de bandas satánicas. Me interesaba la existencia de pasiones tan personales que no puedes explicarlas a los demás. Las ocultas hasta a tu familia. En mi caso concreto durante un tiempo me aficioné a los juegos online, algo que dejé porque no escribía y me perjudicaba. Conocí a personas que sentían angustia al jugar porque tenían responsabilidades con hijos o con el trabajo. La vida real se mezclaba con la pasión, que exprimían cuando compartían su vicio con seres afines. Esta división entre vida personal y pasión es una novedad de nuestra época. Esta idea de un grupo de amigos que cultivaban algo prohibido a los demás me interesó mucho, la imposibilidad de comunicar su mayor afición a los demás.
Y Saverio, el líder del grupo, sufre la crisis de los cuarenta.
Sufre esa crisis y encima su situación en casa es nefasta. No sabe qué hacer, su mujer es más fuerte y su satanismo no le confiere maldad, su esposa es mucho más pérfida.
Con su afición escapa de su realidad cotidiana y busca una alienación. Sin embargo sus compañeros de banda no se disocian tanto del día a día y hasta aprecian sus valores normales.
Se adaptan a convenciones. Quieren casarse en la iglesia. Existe un fuerte contraste. Todas estas situaciones son hilarantes, como los que organizan orgías pornográficas. Las sectas satánicas han matado personas y es terrible, pero si analizas los temas de los que hablan te das cuenta que el trasfondo es verdaderamente ridículo.
En Italia la gente aparenta quitar importancia a las convenciones, pero en realidad las profesa con devoción. Y ello provoca que las distracciones de la normalidad sean juzgadas más ridículas que la banalidad de lo convencional. No sé si me he explicado bien.
Sí, entendí. Ambas cosas son ridículas. Lo importante es cómo las veas, cómo las sientas.
Ambas visiones se mezclan con la combinación en la fiesta de famosos con los cuatro desgraciados de la banda satánica, con un plan perfecto que no impedirá su eterna desgracia, son almas condenadas a la desdicha.
Pero ni siquiera consiguen llevar a buen término su plan. Quieren matar a la cantante y terminan salvándola. Lo negativo termina siendo positivo.
Y un personaje muy negativo es Matteo, el escritor joven. Fabrizio tiene cuarenta años, respira cinismo, pero tiene un punto humano. En cambio su rival veinteañero es arrogante y casi se siente capaz de ganar en breve el Premio Nobel.
En este punto quería mostrar la reacción de un escritor de éxito ante un colega joven que triunfa más y es el astro ascendente. Ya sabemos que en un ambiente cultural estos miedos siempre están presentes.
¿Cómo funciona en Italia la distinción entre escritores jóvenes y consolidados? Lo digo porque en España ciertos grupos de literatos veinteañeros basan más su carrera en la imagen y no en el contenido. ¿Ocurre lo mismo en tu país?
Una parte de los jóvenes está enganchada a la moda y a las formas de mostrarse a los demás, algo muy adolescente que podemos relacionar con la búsqueda de una identidad. Por lo demás estoy muy contento de ver cómo muchos jóvenes italianos, dejando un poco de lado el tema de tu pregunta, están reaccionando a nivel político, y eso es una estupenda noticia.
Las mujeres de la novela recuerdan mucho el estigma actual de la italiana frívola y guapa que busca su propio beneficio y no tiene ningún remordimiento al acostarse con alguien que pueda darle una mano en lo profesional.
Sí, está presente, aunque no indagué mucho en la cuestión. La mujer de Saverio es diferente. Odia el sexo, lo encuentra poco elegante. Uno de los personajes más positivos es Larita, la cantante.
Que también sufrió su transformación.
Sí. Sin embargo mi interés no suele estar en lo positivo o lo negativo. Lo que me gusta es contar historias y jugar.
Tenías claro lo de los rusos y después…
Ver cómo solucionaba la cuestión. Me divertí mucho escribiendo esta novela porque tenía la libertad de haber escrito otros libros antes. También me ha encantado la reacción que ha suscitado entre los lectores.
El libro es ágil y divierte, pero tiene muchas ideas que podemos asociar con la situación actual, con la Italia de Berlusconi. ¿Mientras escribías pensabas en introducir ideas relacionadas con las problemáticas del presente?
No. Yo escribo, narro, me divierto, juego y en ocasiones me preocupo. Al principio me resultó muy fácil de escribir, pero luego las cosas se complicaron porque mantener el ritmo en una historia donde todo es posible es muy difícil. Luego me preguntaba si lo que escribía era interesante o no. Diría que me he preocupado más de la construcción de mis personajes y del desarrollo de la estructura de la novela.
¿Tenías claro desde el inicio que la estructura se basaba en Fabrizio y Saverio?
Sí, tenía claro que ellos dos eran los que estructuraban la narración, con el mismo peso en la novela. Luego llegó la fiesta. Y los rusos.
Por lo que veo se convirtieron en tu particular obsesión.
En los años setenta proliferaron las películas de terror. Algunos tenían títulos como Catacumba, con muertos que salían a la superficie. Siempre amé estos filmes y por eso pensé en hilvanar una historia que recuperara esta atmósfera de serie B, muy trash.
En mi caso al ser más joven al leer de esos rusos que resucitan del ocaso imaginaba el Thriller de Michael Jackson, y quizá un adolescente actual los relacione con los zombies de las producciones norteamericanas.
Tanto en Italia como en España estas producciones con títulos exagerados funcionaban durante los años setenta, cuando el cine aún era un fenómeno de masas. El bajo presupuesto de estas películas importaba poco, era ver algo parecido a filmes norteamericanos que naturalmente no eran tan torpes en la presentación del contenido.
Ya casi para terminar, antes comentabas que nadie te ha sugerido trasladar la novela al celuloide. ¿No lo ves posible?
Me gustaría, pero el problema es que este libro está tan construido sobre sus propias imágenes que en el cine perdería mucho, entre otras cosas porque un director quiere imponer su versión, que suele reducir bastante el argumento literario. Es un libro muy visual, por lo que no tendría mucho sentido hacer una versión fílmica del mismo.
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