miércoles, 3 de junio de 2009

Goya/Clausewitz en Culturalia


Interrelacionando la barbarie: Goya/Clausewitz, paradigmas de la guerra absoluta.
Crisis. Sí, la palabra de moda. Vayamos a la pasarela del descontrol. Nada de eso. Reflexionemos. La humanidad conoce su significado, y pese a que intenta encontrar respuestas se escuda en negativas diatribas que ocultan cualquier atisbo de esperanza al no elaborar contenidos.
Nuestro tiempo necesitaría, aunque desde otra perspectiva, la clarividencia mental de Clausewitz y la agudeza visual de Goya para tomar conciencia del desastre. El libro de Nil Santiáñez, profesor de la Sant Louis University, interrelaciona teoría bélica y artes plásticas, unidas durante las guerras napoleónicas en un intento de enseñar al mundo las repercusiones de un nuevo tipo de conflicto destinado a cambiar la representación de la realidad: la guerra absoluta.
Antes de la irrupción del pequeño gran corso, el arte de Ares tenía un carácter limitado en varios sentidos. Los ejércitos destacaban por su inmovilidad a la espera de la batalla. Esperaban su momento en un territorio claramente circunscrito que no afectaba a los civiles, ajenos al ruido de sables. La revolución francesa y su posterior expansión por el Viejo Mundo, fundamental en sentido espacial y cultural al ser el alba de una hipotética conciencia de unión europea, dieron una dimensión desconocida a lo bélico, que desde entonces englobó a todos los cuerpos sociales. Clausewitz, militar en activo durante la contienda que inspiró sus teorías, vio en la eclosión de lo total el salto de la energía hacia su forma incontrolada. Todo era viable, nada estaba vedado en el escenario fatal de la guerra absoluta. A principios del siglo XIX el mundo se ensanchó de repente. Hombres de países lejanos desarrollaron luchas parecidas que urgían ser reflejadas por una mano certera. Goya cumplió esa función con sus Desastres de la guerra, grabados que con crueldad real y genial ironía dibujaban un universo desconocido, casi prohibido en su, y eso es lo peor, humana perversión. Una sus obras se titula No se puede mirar. Unos fusiles sin propietario apuntan al pueblo. La era que se abre es inaudita y ha despertado los peores instintos. La pesadilla terráquea se expresa con cuerpos deformes, miembros mutilados y extrañas composiciones de horror, tristeza y raciocinio, pues al pintar con tal desgarro anímico el artista de Fuendetodos mostraba hechos no pensados, imposibilidades que dejaron de serlo de la noche a la mañana.


Para leer la parte final: http://www.revistaculturalia.biz/

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