Esta madrugada hemos sacrificado algunas horas de Navidad para rendir homenaje a nuestros oyentes de Todos somos sospechosos. Laura González y servidor hemos hablado de vosotros, mezcla de gafapastas, insomnes, currantes y despistados, gente que sintoniza el programa día a día, personas diferentes con el vínculo de frecuentar a sospechos de tres a cuatro de la madrugada. Para escuchar el programa sólo tienes que clickar aquí
martes, 25 de diciembre de 2012
Gafapastas, insomnes, currantes y despistados en Todos somos sospechos de Rne3
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sábado, 22 de diciembre de 2012
Regeneració en la revista Bagant
Regeneració,
per Jordi Corominas i Julián
Hi havia una
vegada un agricultor d’una cooperativa que va rebre el suport de gran part dels
socis. L’Artur governà durant dos anys de manera desastrosa. Retallà serveis
essencials que el sistema havia creat perquè a ningú li faltés de res, però
mentre aplicava aquesta cínica forma d’estalvi es permeté el luxe de deixar
sense ulls a persones descontentes, tot gràcies al servei d’ordre dirigit per
un cap de seguretat que des d’un puig menyspreava als seus semblants.
Un bon dia
l’agricultor tingué una revelació mística. Els habitants de les contrades
s’havien sublevat de manera pacífica, i televisada pel canal local amb tot luxe
de detalls, i calia aprofitar l’avinentesa de la queixà contra el gran diable
que ofegava els guanys futurs de la cooperativa. Moltes persones sortiren al
carrer convocades per una plataforma. El moment es considerà històric i el noi
que abans rentava les sabates al gran Pujol, qui inventà tota la Història del
poder a les nostres terres, Doncs bé, el dofí, ara líder, optà per aprofitar el
sentiment dels votants i plantejà una campanya de reelecció on oblidà que la
gent només considera Messies al Leo Messi.
Els braços
alçats i el lema la voluntat d’un poble semblaven dels anys trenta en ple segle
XXI. A les grans ciutats, pendents del destí de la cooperativa, la tensió
augmentà en grans dosis. Durant dos el cas de saqueig d’un Palau on sonava
música pels burgesos quedà aparcat. L’expoli era d’altres i un sol home es va
creure el paper d’apoderar-se d’un noble sentiment d’un col.lectiu, que gràcies
a Déu pensa diferent del mateix, quelcom que les urnes dels comicis a la
presidència de la cooperativa deixaren ben clar, i català.
El magnat perdé
dotze escons i no dimití perquè creu que aquesta paraula és un nom rus. Els
altres socis volien més benestar social, a més d’un grau superior
d’independència, assumpte important sens cap mena de dubte, però ben nociu quan
hi ha una crisi de dimensions llegendàries.
A més de l’amo
del Mas, també baixà el que fins aleshores havia sigut el principal líder de
l’oposició. Una jornada més tard de les eleccions els mossos mostraren que la
corrupció no era cosa dels que més manen. Tot està ben podrit i em sembla molt
bé que es facin grans proclames, el problema és que haurien d’anar cap un altre
camí anomenat regeneració.
jueves, 20 de diciembre de 2012
Loopoesía 2013 calienta motores: Los lotófagos
Terminado 2012 para Loopoesía, es hora de pensar en el futuro. El año loopoético empieza en febrero, que es cuando empezaremos los shows y saldrá el nuevo poemario: Los lotófagos. La colaboración establecida con la editorial Versos&Reversos ha dado más consistencia al proyecto. Llevamos más tiempo preparando las partes del espectáculo, que no sería nada sin el poemario, pues nuestra creencia es que el libro debe tener fuerza independiente al show. Por ello me puse con los 601 versos de Los lotófagos en agosto, y pese a lo complicado de hilvanar esta nueva suite lo logré con cierta solvencia porque llevaba todo el año pensando en sus temas y estructura.
Para el prólogo del libro pensé desde septiembre en Ricardo Menéndez Salmón, autor al que admiro por su obra. La elección surgió por las afinidades temáticas, memoria y olvido entre otras, que detecté entre su Medusa y mis Lotófagos.
Ahora sólo queda que el libro aterrice en las librerías y que el show despegue, algo que hará a partir del nueve de febrero en el Porta 4 del barcelonés barrio de Gràcia.
Loopoesía es amor
El truco preferido de Satán de Walter Benjamin en Revista de Letras
La inmensa poética de una Biblia de la modernidad: “El truco preferido de Satán”, de Walter Benjamin
Por Jordi Corominas i Julián | Portada | 18.12.12“No ha existido ninguna época que, en un sentido excéntrico, no se considerara “moderna” y no se creyera de forma inmediata ante un abismo. La conciencia desesperadamente clara de encontrarse inmersa en una decisiva crisis es crónica en la humanidad. Cada tiempo se cree sin remedio tiempo nuevo. Lo “moderno”, sin embargo, es exactamente en este sentido distinto, como lo son las diferentes facetas del calidoscopio”.
España es un país donde la cita de un gran nombre apenas leído vende bien, como si quien lo mencionara ganara a partir de entonces prestigio de sapiencia cosmopolita. Walter Benjamin, y Kafka en menor medida al ser más accesible, es el paradigma de esta tendencia que quizá encierre un profundo complejo de inferioridad, como si la mera alusión al filósofo alemán sirviera para encerrar fantasmas en una jaula dorada inaccesible para muchos profanos, ignaros a la verdad de la impostura.
Lo cierto es que la obra fundamental del hombre que se suicidó en Portbou es inmensa e inaccesible por varios motivos, entre ellos el precio. Hará cinco años compré el Libro de los pasajes por la friolera de ciento tres euros. Lo leí como quien juega a las sortes virgilianae, al azar, por imposibilidad de encontrar calma para devorarlo y resignación ante el monumento que tenía entre mis manos.
Por eso para conocer hay que introducirse en la senda sin miedo, pero con garantías que la iniciación dará el estímulo para continuar el camino. En este sentido, y casi en todos los demás, hay que aplaudir la arriesgada apuesta de Salto de Página al editar a Benjamin con un formato innovador y sumamente subjetivo. El resultado es El truco preferido de Satán, volumen que mezcla los textos de los pasajes del teutón con fotografías de Alberto García-Alix. El rizo se riza porque esta peculiar unión, que tiene mucho más sentido de lo que parece a primera vista, se publica en la colección de poesía de la editorial madrileña. ¿Poesía?
Sí, y de muchos quilates. El pensamiento impregnado de lirismo responde a observaciones que captan metamorfosis y se contextualizan en una quête infinita a partir de la revolución que supone el boomurbano del siglo XIX con París vestida de faro mundial que Benjamin elige para ubicar sus pesquisas.
“En las áreas de las que nos ocupamos, la comprensión sólo se produce en forma de relámpagos. El texto es el largo trueno que los sigue”.
Podemos analizar los fragmentos de los pasajes como aforismos que con bien poco dicen mucho. Abruma la claridad con que se exponen conceptos y cómo se interseccionan líneas que en apariencia están completamente desconectadas entre sí. Y ello se produce con toda lógica, como si este paseo por partes concretas de la modernidad fuera una especie de sueño, única esperanza del hombre contemporáneo para traspasar umbrales y alcanzar una condición mística que enlaza fases entre lo real y el mundo onírico.
En la Barcelona del siglo XIX, siguiendo la moda proveniente del norte, se construyeron pasajes. Circular por ellos es entender cómo el capitalismo quiso tender sus redes de deseo con sutileza al situar en los laterales de estos enclaves un sinfín de escaparates que atrapaban al ciudadano hasta convertirlo en consumidor. Antes, sin embargo, fueron otra cosa, lugares mágicos que generaban un extrañamiento que entronca con un gen primigenio, el de la magia de Alicia, atrapar puertas inauditas y sumergirse en ellas para volver, una vez las hemos abandonado, a la normalidad de la calle y su fango escurridizo, siempre más volátil. Decía Karl Marx que todo lo sólido se desvanece en el aire, y yo añadiría que en demasiadas ocasiones mostramos poca atención por los vericuetos del espacio que nos rodea.
Benjamin tenía una mente privilegiada y un ojo excepcional. De la deriva económica salta a la técnica. El hierro y el vidrio, elementos simples, funcionales, aptos para un sistema como el que encumbraba lo decimonónico, cuando vislumbramos que debíamos entendernos por fuerza con la máquina. Por eso el modernismo agregó elementos decorativos en su arquitectura, porque ya no valía el simple armazón, había que añadir ornamentos que destruyeran la brusquedad de lo veloz, de tanta racionalidad al servicio de un ente perverso. Loos definió esta decoración infame como delito, y la parte textual de El truco preferido de Satán asiente encantado, no sin avisarnos que el Art nouveau apuntaba otros crímenes más benéficos, como la publicidad, que desde ese momento cobra carta artística y se instala en nuestras mentes al formar parte del entorno exterior, desnudo y complejo.
El interior queda reservado para estructuras que se asemejan a matrioskas, con la burguesía entusiasmada con los estuches que ocultan objetos, vacua protección, estética de la estética que indica sofisticación y un mixto entre anhelo de privacidad y voluntad exhibicionista.
El flâneur sintetiza ambas facetas y las destruye de cara a la galería. En un mundo donde los ítems de consumo están a la vista de cualquier ser vivo, en un universo donde la moda ya inicia la tendencia, tienen que existir individuos que se distingan de la masa que puede acudir a los grandes almacenes. El flâneur, del que Baudelaire es su quintaesencia, debería haber nacido en Roma, pero la época quiso que París se llevara la palma, con sus recodos estudiados hasta la saciedad, con sus avenidas empeñadas en anunciar labuona novella del adiós al pasado y el saludo a un presente fulgurante. El poeta de Las flores del Malencarna la duda, la epifanía de las esquinas, la intoxicación de pasear extasiándose y un cóctel explosivo que le otorga divinidad al ser omnipresente en su juego dentro de la cuadrícula, omnisapiente en su afán de estudio y sumamente poderoso al controlar con sus pasos el pulso de la ciudad. Esa es la clave de Satán, una deidad del séptimo día que escarba con ahínco en su sociedad y se viste de dandi demiurgo para alzar un altar que desde lo básico alcance lo metafísico. El ocio deviene un campo de seriedad analítica sin más solemnidad que la que se vive como muestra la famosa anécdota del bardo que deja caer la corona de laurel en Los Campos Elíseos justo antes de entrar en un burdel. Pies en el suelo, cerebro hodierno consciente de la necesidad de desterrar lo pretérito en una caja que sólo sirva como conocimiento para aprehender mejor lo que acaece aquí y ahora.
Podría extenderme más, pero eso significaría aparcar el sentido de la combinación de imagen y palabras. Poco puedo añadir que no se haya dicho ya del genio fotográfico de Alberto García-Alix. En el caso que nos concierne sus instantáneas encajan con las teselas benjaminianas al existir entre ambos un vínculo que indaga en la ciudad, que se erige en prima donna, escenario que además de movimiento goza de existencia propia y de una honda poética que sólo se capta a través de la contemplación del fenómeno que supone. A ello, el más difícil todavía, debemos sumarle el reto de juntar fotografías que fundieran, como Baudelaire en sus itinerarios urbanos, paisaje con pasaje, y la fusión se ha obtenido desde la doble perspectiva que permite ver el libro como un todo uniforme o cada una de sus facetas como la prueba subjetiva del hermanamiento entre artes, con la posibilidad de disfrutarlas juntas o por separado.
Siempre es una buena noticia que se editen libros hermosos y útiles en nuestro país. El truco preferido de Satán es un volumen necesario, una obra que debe saborearse con calma, como si emprendiéramos una excursión literaria que nos proyectara fuera de casa para deleitarnos con reflexiones precisas. Al pasear suelo pensar que tengo los vocablos en la cabeza y los negativos en lo que veo. Quizá los razonamientos de Benjamin y las instantáneas de García-Alix consigan el mismo efecto, deslizándose entre nosotros con la elegancia de una invencible Biblia de la modernidad, puro elogio de la reflexión y de la lentitud entendida como único método para captar la celeridad y su esencia de transformación.
miércoles, 19 de diciembre de 2012
Podcast de grandes finales literarios en el Laberint de Wonderland
Hoy hemos cerrado el año en el Laberint de Wonderland hablando de grandes finales literarios de todos los tiempos. Los hemos comentado y leído, de Don Quijote a Ana Karenina, del Ulises a Lolita. Puedes escucharlo a partir del minuto 38 aquí
Miércoles 19, Grandes finales literarios en el Laberint de Wonderland
Este miércoles el Laberint cierra sus puertas en 2012. Volveremos en enero, pero para clausurar el año hemos optado por presentaros grandes finales literarios. Hablaremos del punto y final en El Quijote de Cervantes, Ana Karenina de Tolstoi, Ulises de Joyce y Lolita de Nabokov.
Cada miércoles a partir de las 15h
Radio Nacional- Rne4
100.8 fm Barcelona
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martes, 18 de diciembre de 2012
Audio completo de Loopoesía 2012
Ayer terminamos los shows de Loopoesía 2012, basados en el poemario El gladiador silenciado. Dado que a partir de ahora los espectáculos se centrarán en otros versos y otras estructuras, creo que ha llegado el momento de compartir la mezcla musical que hemos usado a lo largo de un año realmente maravilloso para el proyecto.
Son 36 minutos enlazados que a partir de ahora me traerán muchos recuerdos, todos buenos. Pero toca avanzar y el futuro loopoético de 2013 tiene nombre: Los lotófagos.
PS: Quien no haya asistido a los espectáculos no entenderá el porque en algunas ocasiones no hay voz grabada. Las partes sin ella se llenan con el recitado en directo. Lo ideal para escuchar la mezcla seria tener el libro al lado, quizá su audición, ahora sin show, incite a su lectura. En realidad lo ideal es su fusión con todas las partes del espectáculo: poemas, audiovisuales, escenografías y actuación.
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domingo, 16 de diciembre de 2012
Lunes 17, Loopoesía en el Freedonia para cerrar el año
Parece sorprendente que hayan pasado diez meses desde el 13 de febrero de 2012, cuando arrancó en el Llantiol un año muy especial para Loopoesía. Estrené el show "El gladiador silenciado" y todo fue bien, pero con el paso del tiempo, y un no parar de presentarlo entre Madrid y Barcelona, lo pulí, sin prisa pero sin pausa.
Ahora la mente ya está puesta en 2013 con el poemario Los lotófagos, punto de partida de una nueva versión loopoética más arriesgada. Sin embargo, lo que bien comienza bien debe acabar, por lo que este lunes 17, de la mano de La Canalla Condal, cerraremos la locura del gladiador. Queríamos finiquitar el asunto el 21 de diciembre por la cosa de los Mayas, pero preferimos otro día para asegurarnos poder realizar la performance.
Ante todo agradecer a todos aquellos que durante 2012 nos han apoyado en los shows, en persona, prensa o las redes sociales. Este año Loopoesía ha dado un paso adelante que no hubiera sido posible sin la editorial Versos&Reversos. La conexión con su editor y amigo Daniel Ramos ha sido básica desde el momento en que decidimos colaborar con la idea de publicar el poemario del show en papel para que el público pudiera adquirirlo antes, durante y después de las presentaciones. No sólo es eso, es caminar juntos para acercar la poesía a la gente e intentar innovar en más de un sentido en un mundo bastante reacio a los cambios.
El show de este 17 de diciembre en la Asociación Freedonia es un broche y es un regalo. La mente está en 2013. Mascar el presente para alimentar el futuro. Algo así. Loopoesía es amor.
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Poema "La fuente"
La fuente, por Jordi Corominas i Julián
Adicto a la droga del desierto
en forma de cuadrícula piso
La Rambla, carretera de insistentes
fantasmas reacios al vacío, prostitutas,
borrachos y transeúntes de la huella
imantada a la avenida que se frota
las manos con su decadencia, ara
pública de fantasmas que evito
agarrándome en la distancia a sombras
humanas, faros sin rostro, espectros
que evitan mi presencia en las esquinas
para no perder la soledad de quien observa
y es ignorado en su beneficio, recuerdo
al travesti apostado en el hueco del colmado
la noche de todos los santos, pienso
en tribunas de madera y en la escasez de placas
conmemorativas, falta pedagogía en el centro
y muevo mi cuerpo cronometrando kilómetros
absurdos del paseante, soy un médico consciente
del imposible silencio de la madrugada, las máscaras
antiguas sólo fueron el inicio, ahora varias hojas
revolotean en el viento del extractor, ellos
prosiguen la charla multiplicada por el enjambre
de voces con un anhelo en discotecas, bares y cervezas,
la luz no existe, la ruta consiste en dominar el laberinto,
notificar los enclaves, mear en contenedores
que evoquen coitos, fotografiar artes efímeros
de protesta y medir las calles de una infinita
elevación en el exilio del frío, Morfeo
y una fuente seca, inopia y miedo de manta,
inmóvil resignación del baile de los perdedores.
sábado, 15 de diciembre de 2012
El noviembre de los tres funerales en Bcn Mes
El noviembre de los tres funerales, by Jordi Corominas i Julián
Es 2025 y los barceloneses aún no han aprendido a caminar por la calle. La culpa es del catolicismo y su anarquía, tan distante al orden del envidiado norte europeo, donde el nivel de vida, tras superar la terrible crisis y la guerra que empezó en Oriente Medio, no ha parado de crecer.
En los últimos días del gélido noviembre los catalanes hemos enterrado a tres de nuestros prohombres. El día de todos los santos falleció Jordi Pujol. Barcelona se volcó en el entierro como no se veía desde los tiempos de Buenaventura Durruti, y ya ha llovido desde entonces. Cinco días más tarde, bajo una tormenta, el chip informativo que tengo insertado en mi cerebro informó de la muerte de Pasqual Maragall, el último político de altura que tuvo esta Nación. Su deceso no llenó tantos titulares, en parte porque veinticuatro horas después le llegó el turno a Artur Mas, el constructor del monopolio de lobotomía simbolizado en TV3, un canal desprestigiado que, sin embargo, cubre todos los eventos de Convergència i Unió y sus montajes propagandísticos que gran parte de la población cree a pies juntillas.
El adiós de Artur Mas llegó de forma inesperada, lo que no impidió el habitual despliegue hagiográfico de su figura, con imágenes de su machada de 2012. Felip Puig leyó el discurso fúnebre, reproducido en mil rotativos y colgado en cada esquina barcelonesa como si se tratara de las 95 tesis de Lutero o el hemos perdido una batalla, pero no la guerra del general De Gaulle.
El combate se dilucidó en silencio. La sociedad se empobreció y da la sensación que, desde la profunda división en la que nos hallamos sumidos, hemos retrocedido un siglo. Mi columna Peligro de extinción ha quedado como un monumento al optimismo. He fracasado como analista porque todos los oficios que di por finiquitados han resucitado con fuerza, tanto que durante la semana de los sepelios asistimos al típico lavado de cara fascista de las grandes ocasiones. De repente, afiladores, recolectores de colillas, traperos y prostitutas desaparecieron de la cuadrícula urbana para no dar mala imagen en el extranjero. La nueva corte de los milagros fue desterrada al recinto del Fórum, no lugar para excelencia que durante unas jornadas se convirtió en un improvisado campo de concentración para la mugre detestada por la clase dirigente.
Me quedé en casa pese a lo histórico del momento. Estamos paralizados y la única esperanza recae en pequeñas cooperativas que ayudan a los desfavorecidos. Lo consiguen con escasos medios y la amenaza de prohibiciones. Decía una novela de principio de siglo que la solidaridad ha fracasado, y en gran parte ha sido por la ley. Está prohibido bajar a la zona de vías, sí, y también asistir a los necesitados. La avaricia ha roto el saco y sólo se contempla al colectivo para manifestaciones multitudinarias orquestadas por los de arriba, eventos que suelen centrarse en reivindicaciones anacrónicas y victorias futbolísticas.
El tema más comentado en la capital es el Barça, sobre todo desde que el partido hegemónico dio un golpe de timón y colocó a un hombre de paja en el cargo más importante del sistema, al menos de cara a la galería. Josep Guardiola fue encumbrado de manera excepcional y recibido en loor de multitudes. El otrora entrenador de las seis copas renunció a su trabajo en Inglaterra y aceptó encantado representar al pueblo desde su sillón de la Generalitat. No es president, eso ya no existe. Ahora su función es la de imagen y portavocía de Catalunya, y la verdad que borda el papel, hasta el punto que las actuales relaciones con España, dirigida por Vicente del Bosque, son pura concordia en el seno de la Federación Ibérica.
Por lo que a mi campo de acción concierne, debo contaros que he sobrevivido al no casarme con nadie. En 2015 estalló la burbuja literaria, imposible de continuar con el ritmo de los ciento diez mil libros anuales en un país donde casi nadie lee. En la actualidad sólo se publica lo esencial, lo que ha generado una pequeña elite de la que han desaparecido todos los voceros de las redes sociales. La época es un horror, hay que reconocerlo, pero el darwinismo ha impuesto su lógica, relegando la perpetua velocidad de antaño a una especie de reducto similar a los manicomios, que es donde residen los que prefirieron vender humo. La ola neoliberal ha consolidado un mundo asqueroso con elementos positivos. El individualismo exacerbado se ha mantenido a costa de crear realidades paralelas donde los esclavos viven con la ilusión de ser felices.
Soy un habitante de la Barcelona de la clase media. Me concedieron un permiso para desarrollar mi labor crítica alegando que una reducida minoría debe aceptar ese rol para que el simulacro funcione y la gente albergue la falacia de una normalidad que ya no volverá, como tampoco lo hará Carmen de Mairena, que acaba de expirar tras una larga agonía. Game Over.
viernes, 14 de diciembre de 2012
Diálogo con Miqui Otero en Revista de Letras
Diálogo con Miqui Otero, por Jordi Corominas i Julián
Por Jordi Corominas i Julián | Portada | 11.12.12
Con Miqui Otero nos hemos comprometido al conocimiento en profundidad de los bares de barrio. La excusa para iniciarnos en esta senda necesaria y desconocida es la publicación en Blackie Books de su novela La cápsula del tiempo, una reformulación de la famosa serie juvenil, al menos para los que crecimos en los ochenta, Elige tu propia aventura.
Eran libros que planteaban la literatura como un juego de posibilidades, y así debería ser también en el universo de los adultos, pero estamos marcados por convenciones que nos llevan a un determinismo donde las estructuras narrativas y los roles de muchos personajes parecen seguir una pauta unidireccional. Plantear constantes bifurcaciones en la ruta de un relato para mayores de edad puede verse como un obvio guiño pop que en su interior contiene otras normas enfocadas a hilvanar una novela con contenidos de todo tipo, desde tramas sociales y amorosas hasta nostálgicas, futuristas, gamberras y románticas en un contexto muy barcelonés, como el bar donde hemos quedado, pletórica reliquia de la tierra media ubicada entre Sant Antoni y el Paral.lel.
El ruido es insoportable para mi grabadora, por lo que, en un arranque de valentía, cogemos nuestros bártulos y nos aposentamos en una terraza donde nos advierten desde el principio que van a cerrar en media hora, una amenaza que surge efecto en nuestro inconsciente, porque en un visto y no visto cambiamos la distensión por la concentración del diálogo centrado en La cápsula del tiempo. Eso sí, decantándonos por la opción menos segura, como si nuestro encuentro fuera una elongación de la novela.
Sí. En la primera página de Hilo Musical hay una frase que menciona este tipo de novelas, pero surgió más firmemente tomando cervezas con Jan Martí, editor de Blackie Books. A partir de ese momento tengo libertad absoluta y sólo decidí mandarlo cuando lo tuve casi completo.
Hay una falsa coincidencia entre Hiilo musical y La cápsula del tiempo. En esta última se plantea en la introducción un encuentro entre amigos en un parque temático, un espacio muy parecido al de tu primera novela.
Parecen novelas irreconciliables, pero en el fondo son dos caras del mismo disco. Dos formas de explicar cosas semejantes. La primera fase de Hilo musical es “Usted está aquí”, y se refiere a un estar perdido, mientras lo primero que te ofrece La cápsula del tiempo es un mapa, donde teóricamente debes desorientarte. Han pasado una serie de años, estás más perdido que nunca y esta forma de contar la historia -de manera fractal, con universos paralelos y tramas dentro la trama- potencia el hecho de estar perdido.
Y el mapa, tanto en Hilo musical como ahora, parece corroborar una obsesión por la cuadrícula, por la idea de un espacio concreto por el que nos movemos, sea o no urbano, y en este sentido el Metro simboliza este punto a la perfección.
Sí, y el Metro no está en la superficie. Es un mundo subterráneo, un tejido que sirve al libro desde esta perspectiva urbana para reivindicar la anécdota y las historias en apariencia inverosímiles, tanto como los personajes extremos que podemos encontrar y que las personas no suelen contemplar porque han perdido la capacidad de sorprenderse en la normalidad. En mi caso empezar con algo tan leve como la historia de una chica a la que se le cae el teléfono en la vía del Metro ya implica un posicionamiento. No he escrito un simple remake de Elige tu propia aventura con ninjas y demás, es algo muy diferente.
A nivel crítico es fácil que se genere el tópico de “has hecho un Elige tu propia aventura para adultos”, pero creo que el libro va más allá.
Por suerte no dependemos de cómo venderán nuestro libro.
Por eso lo digo, porque dentro de la idea de Elige tu propia aventura, descartando el tópico, hay un planteamiento que difiere del normal.
Es lo que hablábamos. Si juntáramos todas las tramas paralelas del libro de manera lineal estoy convencido que se parecería a una novela normal, con un protagonista que vive situaciones a lo largo de cada uno de los capítulos. Podría parecerse, sin que sea exactamente una comparación, a unas aventuras de Rocambole o a Julien Sorel, tipos que se enfrentan a situaciones muy diferentes, en ocasiones extremas, que van definiendo al personaje. Además, en este tipo de novelas por episodios el personaje evoluciona, no es coherente, cambia su mentalidad con frecuencia.
A partir de este punto entra un aspecto muy literario, aunque por desgracia no se practica en exceso, que es jugar con la casualidad de la realidad y las decisiones instantáneas, algo que no suelo encontrar en la mayoría de novelas actuales, donde muchos personajes tienen un aire robótico.
Esto empieza con la constatación de que el futuro no es lo que era. La obra está en nosotros, en los personajes y no en cosas tan arquitectónicas, y lo que le ocurra a los personajes y a ti mismo depende de muchos factores. No es verdad lo de “carácter es destino”, también entran en juego la casualidad y el azar, que para mi son el motor de toda buena novela y de la vida misma.
Al dirigirte constantemente al lector lo insertas dentro de una cotidianidad fuerte; cualquier escenario de la novela puede existir en la realidad, puede ser que un día topemos con esas anécdotas en la superficie.
Le pueden pasar a cualquiera, y hasta en un escenario se encuentran dos lectores, dos de los amigos que debían acudir a lo del parque temático. A lo largo de la noche han seguido trayectorias antónimas, en circunstancias muy diferentes, y han llegado al mismo sitio. Eso explica muchas cosas. Hay una continua mención a que TÚ eres el protagonista, pero hay una gran cantidad de secundarios y extras, protagonistas de sus existencias, que ayudan mejor a explicar la idea de ser otro si tomaras otro tipo de decisiones.
Comparto que los secundarios nunca lo son tanto. Es importante porque en el día a día ocurre, te encuentras con personas que marcan tu jornada y en el recuerdo son igualmente protagonistas.
Y en ocasiones son secundarios que roban planos y terminan siendo más protagonistas que los protagonistas.
En estos últimos tiempos la literatura los ha descartado en demasía.
La figura del secundario que merece su propia historia se ve clarísima cuando sales una noche y descubres mil historias de personas que, si reciben atención, pierden su aspecto folklórico de borracho de bar o el paki que incordia. Todo depende de cómo cuentes la historia, ya que de repente pueden ser protagonistas y que su relato sea más interesante que el tuyo.
A partir de poder elegir varias tramas puedes mimar más a estos personajes.
Totalmente. Puedes verlo como un tren de la bruja donde entran secundarios o como dices tú, un homenaje a las personas anónimas. En muchas de las tramas se repiten motivos, como el anillo de gelatina de los pakis, o frases como “los sueños son mapas del futuro” y también gestos o comportamientos que comparten varios personajes. Este tipo de estructura me dio mucha libertad. Hay cosas que he hecho conLa cápsula del tiempo que no podría introducir en una novela lineal.
¿Podríamos ver La cápsula del tiempo, pese a ser una novela, a partir de sus posibilidades combinatorias y varios finales como una colección de relatos?
¿Por qué no? Pero una colección de relatos con el mismo protagonista. Lo difícil era lograr cierta profundidad con el protagonista, que es el lector. Funciona por sedimentación. Tiene profundidad si te enfrentas con las situaciones que encontrará el lector. El montaje es antagónico ya sólo por el hecho de elegir una opción y luego saltar a la contraria. A partir de esos puntos puedes entender al protagonista, por sedimentación de lo que lees. Puede ser una colección de relatos, en realidad hay muchas novelas que lo son.
El lector elige, hablo desde la experiencia personal, y desde ese punto cada elección es una apuesta por ver hacia dónde guía el carácter, elegimos algo porque nos es más afín, pero luego los varios finales con sus moralejas pueden desconcertar y hacerte pensar que quizá tú eres lo que dice el texto.
La novela tiene esa intención de libro espejo, pero también en la introducción se dice que es posible volver atrás y corregir tu comportamiento. Podemos imaginar nuestros comportamientos como coreografías, y al mismo tiempo como si fueran ensayos, más claros en el Libro Negro. Es una lucha constante entre el carácter y la casualidad.
Me acuerdo que, de pequeño, con los Elige tu propia aventura llegaba a un punto donde los leía linealmente. No lo he hecho con el tuyo, pero estoy convencido que si lo hiciera se entendería sin problemas su coherencia y las relaciones entre las partes.
Seguramente. Lo he leído linealmente muchas veces para desordenarlo mejor. Funciona porque las páginas no son auto conclusivas, cada página es una imagen y podría verse como una película que sólo entiendes al final. Es un libro capicúa, termina como empieza. Si tienes paciencia puedes leerlo de muchas maneras y hacerlo tuyo, esa era la idea.
Y es un libro muy “Blackie Books”, jugando con diferentes tipografías y páginas de colores que dividen las partes y te transportan a las mismas.
Cada trama tiene un ritmo y un código. Somos muy contradictorios. Normalmente no me gustan estos juegos tipográficos, pero en esta ocasión tenía sentido, como puede ser con el Libro Negro, donde los personajes más eminentes tienen estos mismos momentos de duda idiota que pueden catapultarlos a verdaderas catástrofes.
El Libro Negro me ha gustado mucho por sus anécdotas, pero lo más interesante de las mismas es cómo las escribes y apuntas, son parodias dentro de un ejercicio de estilo.
Mientras escribía el libro no estaba preparado para su posterior análisis. No pensé en lo del ejercicio de estilo, todo está escrito con absoluta honestidad.
No, si en ningún momento lo digo como algo negativo, más bien como prueba de versatilidad que refuerza el juego que genera el libro.
El cuerpo me pedía adoptar ciertos estilos para contar ciertas cosas. En este caso ante la solemnidad de libros como Momentos estelares de la Humanidad de Stefan Zweig quise hacer el mismo procedimiento desde una perspectiva cómica. Era el contrapunto ideal, no son las dos caras de la misma moneda, pero me pareció que sería interesante reflejar la misma idea desde la precariedad y la comedia.
Mezclas Superman, E.T., Michael Jackson con Julio César, Napoleón, un barco sueco… alternas elementos que quizá resuma el pop, lo chocante de la tradición con ítems medio nocillistas. Lo digo por el contraste, no por querer enmarcarte en ninguna corriente.
Sí, lo sé, pero conviene aclarar bien los matices. Uno de mis principales estímulos a la hora de escribir es mostrar conexiones latentes que normalmente no ve mucha gente. Lo planteo desde un punto de vista cómico, lo que descarga a quien escribe, pero también por el hecho de enfrentarnos con las mismas dudas que las personas del s. XVIII o de Julio César. La gente concibe la vida como una línea de Metro donde las decisiones importantes están en las estaciones de transbordo. Todo el mundo piensa que las decisiones importantes se resumen en pocas preguntas. Creo que toda decisión es importante. No es una cuestión de nudos: es continua, lo que tiene que ver con algo tan simple pero tan complicado como entender en una fotografía cuando una persona sale natural. La entiendes en ese estado, no si posa. Nos preparamos para las grandes decisiones, reflexionamos sobre ellas racionalmente, pero nos definimos en las decisiones más pequeñas, supuestamente menos importantes.
Pero esto puede verse en la historia de Severo, que surge a partir de una vaca, y es la metáfora de cómo una minucia puede resultar muy significante.
Es una minucia que después capitaliza. Cuando llegan a Nueva York los represaliados se hace pasar por uno de ellos y se convierte en su guía por la ciudad. Aquí entra la contradicción y subirse al carro ganador. Hay otras metáforas. La tormenta es la crisis y el hombre del tiempo el economista, todo eso está claro, pero del libro prefiero un personaje que marcha desde su aldea gallega a Nueva York durante la gran depresión, contando un relato de éxito. Luego vuelve y escribe esa novela retrofuturista donde admite la absurdidad de la situación, y sobre todo el momento de la distopía presente, cuando se cumple el tiempo en que planteó la acción. El hijo comprueba que se han cumplido las cosas.
Leer ese trozo en El Carmel huele a homenaje a Juan Marsé.
Por supuesto. Es una influencia, sin que ello implique que me sitúe en su tradición. Podía subir dos montañas. Una era ésta y la otra Montjuic, por Casavella.
Marsé tiene la virtud de narrar el contexto histórico de su época sin añadir datos impactantes. Narra la normalidad y a partir de la misma nos hace entender si sobrevuela el malestar.
Es la clave de la literatura que nos gusta.
Sí, pero de momento no lo he visto mucho en las novelas que quieren reflejar nuestra era, y en esas páginas, mediante la distopía creo que se observa bien cómo es nuestra época a partir de pequeñas pinceladas de la calle, pinceladas críticas.
Hay una ambición de no ser evidente ni panfletario. Mientras escribía esta parte pensaba en El talón de hierro de Jack London, y en otros escritores que tradicionalmente se les considera panfletarios y para mi son talentosos. No quería hacer la crítica de entrar en un bar y poner a parir cualquier cosa. Me llevo a un gallego a Nueva York durante los años treinta mediante una peripecia folletinesca. Le pasan mil cosas y hace un viaje al futuro en Nueva York, donde llega pensando que en esa ciudad todos hablan gallego. Al volver al origen se da cuenta de lo vivido y su excepcionalidad. Severo fabula y narra las cosas como algo maravilloso, el emigrante parte y vive en el paraíso, contado con pequeñas historias increíbles. Sin embargo su último deseo es que permanezca lo que ocurrió en realidad.
Un homenaje a la permanencia de las pequeñas cosas de la historia oral que se pierden al no aparecer en textos.
Sí. Marcha siendo un iletrado y luego se ha relacionado con intelectuales republicanos y al final puede escribir una novela ayudado por su hijo. El lector puede atar cabos, pero por suerte hay varios niveles de lectura.
Múltiples interpretaciones.
Que sea una historia que haga reír al lector, si quieren rascar más darán con otros niveles del tejido.
Lo gracioso de un libro así es que saltas de una página a otra, y mientras lo haces te fijas en las varias tipografías y coges frases al vuelo. En mi caso me apetecía llegar a la parte de Severo.
La historia de Severo existió, y no se puede considerar un caso tan anómalo entre los inmigrantes de entonces.
Si hablamos de los inmigrantes actuales, aparecen en el libro en una escena del Metro, con el rumano y el ecuatoriano que se acercan con sus instrumentos y casi estalla la Tercera Guerra Mundial. Elige entre el ecuatoriano y el rumano.
Ese vagón era demasiado grande para los dos.
De este modo sutil introduces aspectos sociales en la novela.
Sí, creo que tiene un alto componente social, que hago que sea muy evidente. Lo planteo desde esos personajes, y es un pequeño riesgo por sus contradicciones, porque depende de que final elijas podrás pensar que soy un racista, mientras que si vas hacia otra conclusión verás la bondad de ambos personajes.
En el rumano destacan sus dientes de oro, y es algo que expones de manera muy irónica. Puede que un lector plano y quisquilloso no lo vea así, y se enfade.
Muchos los tienen así.
Sí, es verdad. A partir de estos aspectos cotidianos se crea el Pop.
Luego este personaje tiene comportamientos muy nobles, y suele criticar la falta de lealtad y honradez, con sentimientos purísimos. Es insobornable, y hasta descubrimos que está implicado en una trama donde un grupo quiere robar un anillo de la familia Billet, y él será el héroe que cumpla el más gran acto de justicia de poética barcelonesa consistente en robar el anillo y fastidiar a esa familia. Pones en la balanza los dientes y su proeza y queda claro lo que verdaderamente cuenta.
Y en esa doble opción está presente la dualidad de aceptar la belleza de la aventura o guiarse por lo racional que conduce a la monotonía, el conflicto entre pasión y razón.
Tú decides según tu carácter, pero luego entran en juego muchas más cosas, que es uno de los factores relacionadaos con los Elige tu propia aventura que leíamos de pequeños. No eran novelas ejemplares ni cuentos morales editados por los salesianos. Siendo virtuoso podías morir en la tercera página. Y eso está. Un comportamiento cobarde puede tener dos pasos chungos y un feliz desenlace. La trama te conduce hacia lo inesperado.
Pero la trama marca mucho la dualidad desde el principio, en el Metro con el móvil de la chica. Por una parte está el conductismo de dejar que las cosas sigan su curso y acatar el mantra de “está terminantemente prohibido bajar a la zona de vías”, ni que quisiéramos suicidarnos en masa. Por la otra tenemos una chica guapa y desconocida, a quien puedes hacer un favor y volver a ver, un poco como cuando vemos una chica guapa en el andén y sólo por su aura o por verle la cara subimos a su vagón, algo que mucha gente hace pero que no está bien visto socialmente, se juzga vulgar. Haciéndolo te rebelas contra la convención victoriana, contra esa doble moral siempre imperante.
Existe el conflicto entre el conductismo y la rebelión, entre razón y pasión y todo ello dentro de la historia de volver a rescatar en un parque temático una cápsula del tiempo enterrada veinte años atrás. La duda entre la fidelidad al pacto y la pereza de reencontrarte con tu grupo de antes. Quería que todas las historias, sobre todo las primeras, fueran cotidianas. No me planteé grandes decisiones, más bien lo contrario, llegar a ideas con las que el lector congenie por haberlas vivido.
Tengo la sensación que este libro sólo podía editarlo Blackie Books.
Eso no lo sé, pero desde el principio del proyecto Blackie estaba presente y fueron más que flexibles con todas las locuras que se me ocurrieron. Lo que hay en el libro no es todo lo imaginado en el proceso. En algún momento hasta pensé en poner espejos. Ellos dieron suOK a ciertas cosas y negaron otras, eran un magnífico termómetro para calibrar el límite a la locura, darle sentido. Jan quería un libro que tuviera categoría de novela, y en eso su papel fue fundamental.
Tengo la sensación que poco a poco va formándose en un pequeño grupo de escritores con un interés muy fuerte por recuperar Barcelona en la novela. Creo que se refleja enLa cápsula del tiempo.
El lector es el protagonista. Sería mejor situar la novela en un lugar indeterminado. Percibo un cambio muy fuerte en lo que escribiré después de esto, y creo que quiero explicar mi ciudad para entender un montón de cosas. Con La cápsula usé lugares que son míos, desde bares hasta otros sitios que aparecen en los pasos que doy. Barcelona es especialmente interesante.
jueves, 13 de diciembre de 2012
Por ti no pasan los años en "Todos somos sospechosos" de Radio 3
Esta noche en Todos somos sospechosos hemos hablado de personas eternamente jóvenes, seres medio inmortales por los que no pasan los años. En nuestro país tenemos varios ejemplos célebres, desde Jordi Hurtado hasta Ana Blanco, sin olvidar a Ramoncín, Eduardo Noriega o Maribel Verdú. Con Laura González hemos hablado de ellos y más cosas. Para escucharlas puedes clickar aquí
miércoles, 12 de diciembre de 2012
Podcast sobre "El calor en la literatura" en el Laberint de Wonderland
Hoy en el Laberint hemos hablado, entre quejas frioleras, del calor en la literatura. El tema es extenso y seguramente lo retomemos a posteriori. Nuestras cuatro catas de hoy han sido Marsé y el verano, Sueño de una noche de verano, los Trópicos de Miller y las casas de composición de Gustav Mahler. Puedes escuchar la sección a partir del minuto 36 del enlace clickando aquí
Miércoles 12, Calor en el Laberint de Wonderland
Ayer preparaba la sección y me dio por pensar en el calor y la literatura, un tema, como tantos otros, inabarcable, por lo que la cata del Laberint de este miércoles tendrá los siguientes ingredientes:
1.- El verano en Juan Marsé, desde Últimas tardes con Teresa hasta El embrujo de Shangai
2.- Sueño de una noche de verano de Shakespeare
3.- Los trópicos millerianos
4.- Mahler y su casa de composición veraniega
Cada miércoles a partir de las 15h
Radio Nacional- Rne4
100.8 fm Barcelona
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martes, 11 de diciembre de 2012
Día internacional del Tango en Dekap, Sigueleyendo y el Nostre Racó
Tango del presente
que significa recuperar vanguardia y pueblo
con vacuas arquitecturas en la moderna
fachada que nos cobija en la ruina de Narciso,
muchos se dan palmaditas ignorando que el tango
flota en la superficie y vierte una lágrima
de aneurismas enquistados, desamor de batalla
perdida en un ahogo de estética provinciana
con ínfulas internacionales, recados del burladero
en la cárcel de un manicomio con polvo de gatopardo.
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lunes, 10 de diciembre de 2012
El saqueo en Sigueleyendo
El saqueo, por Jordi Corominas i Julián
Voy a contarles otra vez una batallita de adolescencia. Corría 1993 y me quedé solo en casa. Por aquel entonces servidor sabía cosas de su ciudad, pero por imperativos del guión infantil mis límites urbanos eran muchos. Ese día decidí matar el silencio de esa época sin internet ni telefonía móvil con un paseo insólito por Barcelona, y lo era porque no es lo mismo vislumbrar la realidad desde un coche que a pie, sintiendo que la calle se funde contigo y te ofrece un sinfín de posibilidades.
Los colores que mi mente ha guardado de la anécdota empiezan en Plaza Cataluña, que por aquel entonces era un espacio libre y soso, anestesiado de su otrora afán revolucionario entre palomas y pedigüeños que calentaban los bancos de piedra. Esa noche unos guiris jugaban a fútbol en su círculo, impregnado de gritos jocosos y un silencio que hacía observar el centro de la capital catalana con otros ojos, como si ese ligero remanso de paz indicara, ahora que han pasado casi veinte años, una alteración de la forma.
Todo puede traducirse en un aire desangelado y mucha menos condición acústica en la transición de un tiempo a otro. Por aquel entonces la urbe condal vivía la resaca de sus exitosos juegos olímpicos, brusco despertar de un triunfo que conllevó pausa en la vorágine, un preludio a otro boom, consecuencia del anterior, hacia el parque temático por y para el turisteo con el plus de una cultura frágil, unos gobernantes provincianos con mediocres delirios de grandeza y la idea de la fachada por encima del contenido. Muy posmoderno, muy de ocultar flaquezas para exhibir inexistentes dádivas bien creíbles para los que no residen en el monstruo de amor y odio.
Nada simboliza mejor las dinámicas históricas de Barcelona que La Rambla. En 2012 sale del alma, que plantea la cuestión desde una absoluta objetividad, que la emblemática avenida ya no pertenece a sus ciudadanos. En ese lejano paseo estaba desierta, era la una de la madrugada y recuerdo transitarla desde una completa ignorancia matizada por las múltiples menciones que el lugar merecía en charlas familiares, medios de comunicación y efemérides varias de extraños y conocidos. Tenía una idea de su importancia sin haberla pisado en condiciones. Bajé el quilómetro y medio de su recorrido abrumado por sus focos narcóticos que iluminaban quioscos, paraditas, aborígenes borrachos y muchos travestis con bigote sin la gracia de Freddy Mercury en el I want to break free.
Terminé la ruta adentrándome en Escudellers y a las cinco de la mañana regresé a mi hogar porque tenía clase en la escuela, cursaba octavo de EGB, y tocaba levantarse pronto.
Aprobé los exámenes, gané independencia y un lustro después ya poseía un diccionario de La Rambla a través de mi experiencia. Los quioscos eran fascinantes por su prensa extranjera, la zona se infestó de sus célebres prostitutas nigerianas y los extranjeros empezaban a frecuentarla sin ocuparla salvajemente. Ese tono mixto, entre lo popular que se recuperaba y el retorno de la sexta flota sin galones, se mantuvo hasta que BCN se comió todo el pastel. Fue un período plácido aquel que desde mi ingenuidad me brindaba la ocasión de sentirme orgulloso de ser barcelonés y cumplir con la tradición de visitar el santuario que termina en Colón. Me divertía con flamencos de pacotilla, estatuas parlantes imitadas en medio mundo, personajazos avant la lettre y la posibilidad de sorprenderme con cualquier aparición estelar. La calle se parecía a la canción que Quimi Portet dedica a nuestra protagonista, canalla, deslenguada y con una vida que iba más allá del asfalto para abrazar balcones, neones y rituales de lo imprevisto, quizá porque el Raval aún no había ido al registro a cambiarse el nombre y seguía siendo el chino, y eso es muy importante.
Se habla en el fútbol de los laterales y de su capacidad ofensiva. Los jugadores completos que ocupan esta posición, los que gustan a los buenos aficionados, suelen contener bien al enemigo con el añadido de alargar su trayectoria en peligrosas carreras hacia el área rival. La Rambla goza de dos ángulos adyacentes de excepción. La parte izquierda conduce al gótico, aunque desde un punto de vista canónico las callejuelas importantes de su biografía son Portaferrissa, Ferrán y Escudellers. La primera implica la putrefacta nobleza del Marqués de Comillas y su Palau Moja. Los que circulan por esa parte nunca vieron al retrasado Clemente García bailar con un esqueleto en la Semana Trágica, y con toda probabilidad tampoco coincidieron con Joan Clos enfundado en una capa negra con sus ojos de loco una tarde otoñal de principios de siglo. En Ferrán, enclave dedicado a la infausta memoria de Fernando VII hasta que los comerciantes cancelaron el número, la dirección es de previsibilidad municipal. Cardo y Decumanus. Escudellers era la mina prohibida con oro de vicio, contrabando y ebriedad que depara magia.
En la parte derecha topamos con Carmen, Hospital y Nou de la Rambla, conductos hacia el Chino y el Paralelo. La eliminación del barrio más subversivo del Mediterráneo tiene hondas connotaciones culturales de olvido histórico, reemplazado por filmotecas, hoteles con lámparas prostibularias para ricos y plazas dedicadas a Vázquez Montalbán que a buen seguro provocan arcadas al finado en su huequito en el infierno positivo. En esa miserable esquina donde confluyen estos elementos hay una placa dedicada a la memoria de Salvador Seguí, del que no se recomienda hablar en exceso. Ni de él ni de nada relacionado con la Historia de lucha obrera de Barcelona, desterrada y manipulada también en el Paralelo, donde hace pocos meses el Ayuntamiento tuvo la desfachatez de quitar un letrero que recordaba la huelga de la Canadenca de 1919. El poeta y periodista Xavier Theros destapó el cambiazo en un artículo y la memoria volvió a su lugar, pero eso, pese a la loable de la acción del fundador de accidents polipoètics, no es suficiente, entre otras cosas porque la inextricable unión de La Rambla con el Paralelo ha desaparecido, casi como lágrimas en la lluvia. Ahora ambos puntos cardinales son vías descoordinadas de una magnífica tristeza, con brillo por lo pretérito y podredumbre presente, y es una lástima, porque tales sitios conservan una poesía que se desvanece sin remisión, condenada a ser pasto de cuatro gatos que encienden la llama con consciente melancolía.
Escribo estas palabras mientras los hipsters, ese extraño colectivo que suele hacerme pensar en el MacDonalds y en el atraso secular de España, protestan por el cierre del Apolo, otro más en el largo elenco de emblemas clausurados como la sala Cibeles, la Paloma y otras leyendas que caen ante el nuevo orden que quiere despojar al tejido de su ADN en pos de imponer una superficie despolitizada para enhebrar una cuadrícula similar a una sala de juegos, idóneo Monopoly para visitantes dispuestos a gastarse un dineral y ofrecer publicidad gratis que perpetúe la cadena. El patrimonio puede irse a la mierda, y quienes lo dilapidan saben muy bien que denunciar el expolio de espacios delimitados por el aire es más complicado, siempre que no me dé por tener íncubos grotescos son sombreros mexicanos, paellas de plástico e invenciones de postalita.
Toda esta reflexión venía porque hace pocos días terminé la Breve historia de La Rambla de Enric Vila, obra que desmenuza la singladura de la avenida desde 1714 hasta la actualidad. Y lo hace captando bien el esplendor, esperanza truncada con la Guerra Civil, de civismo, aparcando como quien dice lo fundamental de la mezcla entre ricos y pobres al privilegiar una perspectiva meramente popular de ese oasis irrepetible. Al final del libro el autor insiste en que el franquismo, y no le quitamos razón, canceló su atractivo hasta metamorfosearla en un escaparate gracioso, útil para una fotografía, perfecto para creer en la existencia de un casticismo que no nos abandona.
Sin embargo, Vila cierra el volumen con una diatriba basada en que La Rambla ha borrado su consistencia porque ya no simboliza los valores catalanes que le dieron fama internacional. ¿Vamos bien? Hasta hace bien poco uno de los reclamos más kitsch de sus tiendas de souvenirs era un DNI de Franco, de los de María Castaña, grande, tanto que no cabía en el monedero. Los guiris lucen camisetas del Barça y algunos sonríen. La imbecilidad se reparte con una varita en manos de los que ostentan el cetro, contentos por fortalecer la pantomima, orondos por esconder el fascismo sin que ello signifique su práctica desaparición, sólo ha mutado desde la cortina de humo, muy voluntariosa, sumamente indigesta en su saqueo, metafórico y literal, del patrimonio que a todos nos pertenece. Sacudan la niebla, por favor.
sábado, 8 de diciembre de 2012
Daniel Dimeco reseña José Garcia
José García sigue recibiendo atención seis mes después de su entrada en librerías. En este caso quien reseña mi novela es Daniel Dimeco en su blog Café Copenhague. Puedes leer su reseña aquí
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miércoles, 5 de diciembre de 2012
Podcast de síndromes literarios en el Laberint de Wonderland
Esta tarde en el Laberint de Wonderland hemos hablado de síndromes literarios, es decir enfermedades más bien raras que han recibido su nombre de la literatura. Entre ellos hemos comentado los de Rapunzel, Otelo, Alicia en el País de las maravillas y el de Peter Pan. Puedes escuchar la sección a partir del minuto 40 del enlace clickando aquí
martes, 4 de diciembre de 2012
Miércoles 5, Síndromes literarios en el Laberint de Wonderland
Tras completar un largo ciclo dedicado a la mujer en la literatura, el Laberint recupera nuevos temas, que en esta semana versarán sobre síndromes que reciben su nombre por personajes u obras literarias. La selección final ha quedado con estas cuatro dolencias.
1.- Síndrome de Rapunzel
2.- Síndrome de Otelo
3.- Síndrome de Alicia
4.- Síndrome de Peter Pan
Cada miércoles a partir de las 15h
Radio Nacional- Rne4
100.8 fm Barcelona
En directo:Rne4
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lunes, 3 de diciembre de 2012
Eres el mejor, Cienfuegos de Kiko Amat en Revista de Letras
“Eres el mejor, Cienfuegos”, de Kiko Amat
Por Jordi Corominas i Julián | Portada | 3.12.12
El tiempo pasa volando y la historia, minúscula y mayúscula, nos sitúa a cada uno en nuestro lugar. Hace ya tres años quedé conKiko Amat en un bar de la calle Alsina de Gràcia para una entrevista. Hablamos de todo aquello que le gusta, pero el momento que más recuerdo fue cuando me dijo que preparaba una novela sobre la crisis de los cuarenta. El autor deRompepistas comentaba que de los treinta hasta llegar al punto fatídico del cambio de decenio vital todo se aceleraba demasiado, como si alguien pulsara el botón de avanzar del vídeo y, de repente, la existencia cobrara velocidad de vértigo.
Eres el mejor, Cienfuegos es una genuina novela de Kiko Amat. ¿Y qué narices significa esta última frase? Narrativa pura y dura, popular, de trama más o menos previsible, mucho humor, conflictos de chico y chica y una reivindicación exaltada del grupo como válvula de escape y superficie donde apoyarse, puntos conocidos por sus seguidores, que a buen seguro agradecen estas constantes. Aquí, sin embargo, se introduce otro aspecto. Estamos ante una prueba de madurez del protagonista, un novelista de éxito que ha sucumbido a la temida crisis de la que hablábamos en el primer párrafo de esta reseña: la debacle socioeconómica se mezcla con una hecatombe personal de primerísima magnitud.
Cienfuegos lo tuvo todo. Publicó su libro, arrasó como chico de moda, encontró a la mujer perfecta y un buen día, sin avisar, todo se desmoronó. El enfant terrible notó una especie de escozor general, salió demasiado, bebió más de la cuenta, metió su pene en muchas vaginas y volvió a su hogar. Hasta tuvo un hijo, Curtis, elemento de esperanza entre tanta catástrofe.
Al inicio de la trama vemos al protagonista en una situación de resignación total y absoluta. Trabaja en un periódico donde elabora críticas y entrevistas que satisfacen a cualquier ser humano menos a él. Su presente es una mierda, y lo sabe. Tiene un amigo y lo demás es el vacío. Lo ha dejado Eloísa, duerme en un sofá y no sabe plantar cara a la autoridad. ¿Qué hacer con el camino?
Decía Beckett eso de fracasar mejor. Cienfuegos lo cumple a rajatabla con una pequeña ayuda de sus amigos, nuevos y antiguos. Por una parte está Eugenio Cuchillo, compañero de épocas antediluvianas que sigue al pie del cañón. Por la otra está Juana Bayo, compañera de trabajo y de una extraña belleza a la que añade compromiso social a destajo.
Amat altera los tiempos cronológicos del 15M en función de sus intereses narrativos. La acción transcurre en otoño, no en mayo, y hasta parece que la ocupación de plaza Catalunya se prolongue eternamente, como si los indignados, que aquí forman el colectivo La rabia, llevaran años acampados en el centro de una Barcelona real en su espacio, de Gràcia a la Bonanova, del prefabricado Born hasta el cartel de bienvenida a la capital catalana.
La concepción que se tiene en Eres el mejor, Cienfuegos del movimiento social que copa el interés de las novelas de crisis españolas tiene un cierto grado de idealización, justificable porque su presencia determinará una nueva actitud en el antihéroe barbudo que debe superar sus traumas. Asimismo, y esa es una noticia positiva desde la naturalidad en que se expresa, la obra critica la demonización que la prensa ejerce sobre el 15M y sus derivados, demonización que se torna en oportunismo cuando las circunstancias lo requieren.
Pese a ello esta no es exactamente una narración centrada en la crisis. Bueno, sí lo es, pero de una coyuntura individual que debe purgarse tomando conciencia del problema. La otra, la que nos fastidia siempre más, sobrevuela el tejido, y quizá sea mejor así. Amat exagera, como siempre, los episodios de sus personajes para conferir a su creación un tono increíble muy divertido, hilarante en ocasiones entre borracheras, acciones bizarras y un Peterpanismo hasta los topes en la escala Richter, y mientras lo hace sitúa a sus marionetas en un mapa que bebe realidad, y que sin ínfulas ensayísticas resulta más creíble que otras entregas de la saga que tendremos que aguantar a lo largo del próximo lustro hasta que alguien dé con la tecla de un edificio que exprima con brillantez el malestar actual.
Kiko Amat, y eso no pueden decirlo tantos escritores como sería deseable, tiene un universo propio que hasta le permite introducir cameos como el de Pànic Orfila, santo y seña de Cosas que hacen BUM, y unas dinámicas urbanas más que aceleradas en las que cabe una buena dosis musical, sutiles dardos contra los modernos y sobre todo una exaltación del amor en sus múltiples formas. No hay que confundir términos. Supongo que el escritor de Sant Boi gozaría al imaginar sus novelas hace cuatro décadas en quioscos de barrio, preparadas para su consumo instantáneo. Su apuesta me gusta porque desafía la convención, busca el entretenimiento y le añade un toque de mala leche muy recomendable, vehículo donde el humor es una de tantas excusas para dar en el blanco y seguir hacia adelante, que ya es mucho.
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