jueves, 30 de octubre de 2014

El paseo y la peste en El Diario



La semana pasada El Diario publicó mi artículo titulado El paseo y la peste, que a partir de varias rutas por Barcelona disecciona algunos temas de actualidad de la capital catalana. Puedes leerlo


Aquí en catalán

Aquí en castellano 

Selfies en Todos somos sospechosos



Esta madrugada en Todos somos sospechosos hemos hablado de esta moda de hoy en día, los selfies, sus dimes y diretes, su origen, famosos, normalidad y una deriva que da para charlar durante horas. Puedes escuchar la charla clickando aqui

miércoles, 29 de octubre de 2014

Domingo 2, Impostores en el Laberint de Wonderland



Este domingo en el Laberint de Wonderland hablaremos de impostores literarios, sí, y la cata es simplemente espectacular. Teníamos muchas posibilidades, pero al final nos decantamos por un cuarteto de armas tomar.


1.- Los sótanos del Vaticano de André Gide o el falso Papa secuestrado

2.- Confesiones del impostor Félix Krull, o el arte del timo supremo

3.- Impostura, de Enrique Vila-Matas o una historia de confusión

4.- Tom Ripley de Patricia Highsmith, o el arquetipo

martes, 28 de octubre de 2014

Sábado 1 de noviembre, Loopoesía en el Chilango Andaluz



Este fin de semana Loopoesía cerrará su agitado 2014 en el Festival Chilango Andaluz. Es un honor para nosotros cerrar este evento que se mueve entre dos continentes. Lo haremos en Sevilla el sábado 1 de noviembre, día de todos los santos.

lunes, 27 de octubre de 2014

Reseña de El teclado en Revista de Letras



LA HISTORIA COMO BELLA ARMA DEL DESENCANTO

27 octubre 2014Portada
Jordi Corominas | Foto de Daniel Ramos
Jordi Corominas | Foto cedida por el autor
Sartre decía que todo lo que había aprendido, lo había aprendido de los libros. Pareciera que Sartre hubiese elegido eso: vivir a partir del conocimiento adquirido por otros en primera persona, como quien dice haber matado a cien soldados enemigos con el mando a distancia, desde el sofá de su casa. Vivir a través de la conciencia es vivir con la esperanza de que el mundo puede ser mejor. Pero también, con el desencanto de quien comprueba que las promesas se rompen. Sobre todo, cuando caen los dioses. Que los triunfos de los héroes de la Historia son casas de cartón, ficciones escritas por quienes ganaron la batalla de turno. A la Europa gloriosa se le caen las columnas. La Grecia de hoy es la analogía perfecta del imperio europeo, de raíces profundas pero viejas, cuya podredumbre está alcanzando hasta sus techos de piedra maciza.
Es por esta visión de la gloria que se derrumba, —como cayeran las estatuas de Napoleón, Hitler, Mussolini, y el mismo Lenin—, que puede nacer un texto como El Teclado, de Jordi Corominas (Excodra Editorial, 2014). Es una consecuencia emocional de vivir la Europa moderna.
Excodra
Excodra
Esta obra de teatro propone un espacio que podría ser bien un sueño, o bien, el interior de una conciencia. Pero una conciencia confundida, o si se prefiere, un sueño revelador. Allí se encuentran Bill, Verónica, Andrés y Voz, cuatro personajes más símbolo que personas, con quienes Jordi Corominas expresa el desencanto por una sociedad que pretendió ser todopoderosa y que alguna vez, incluso, lo fue.
Como consecuencia de la crisis, la sociedad de la que se extirpan estos personajes se ve representada con todas sus contradicciones, mitos, dudas y repeticiones. Tal y como lo proponía el teatro del absurdo, El Teclado hace uso de la incoherencia y el disparate para reflexionar sobre la civilización occidental y la vulnerabilidad de sus estructuras. El hombre y la mujer aparecen por momentos como víctimas de sus propias decisiones, convertidos en objetos fáciles de programar y convencer. Son entes tan materiales como un teléfono móvil, un vestido, un cuchillo. Viven en un mundo donde las fronteras existen porque es conveniente para algunos, esos otros que dictan las reglas.
Preferimos que la melodía invada repeticiones y la memoria sea un suspiro.
Corominas ya había compartido esta visión de la actualidad en sus textos anteriores. En su poemario Los lotófagos (Ed. Versos y Reversos, 2012), por ejemplo, expone una sociedad que olvida a dónde va porque no sabe de dónde viene. Su crítica al uso –y desuso– de la Historia como herramienta de desarrollo aparece expuesta en El Teclado con cínico pesimismo.
Si bien uno es un poemario y el otro una obra de teatro, el autor conserva su característica tendencia al símbolo. Metáfora histórica podría llamarse su recurso. Corominas vuelve cada vez a la Historia como contraposición a la humanidad amnésica que critica. A veces de forma retórica. Otras veces, a manera de juego, burla o doble sentido.
Con una narrativa cargada de elementos irónicos, esta obra de teatro, la primera del autor, pone bajo el reflector la constante repetición de la Historia. Juega durante todo su desarrollo a la analogía entre presente y pasado, como si tratase de hacernos ver que lo políticos actuales, poco tienen de diferente de los héroes de los libros. Para mostrar esto, recurre a la exhaltación del ego, como si la civilización fuese sólo el capricho de algunas voluntades. El lamento, no obstante, no proviene de un deseo de reivindicación, o de la indignación, sino desde la nostalgia. El autor parce lamentarse de que en el pasado, eran de hierro esas voluntades. Hoy, son de plástico.
Todo el mundo piensa al menos una vez al día en Hitler.
Los personajes de esta obra son supervivientes de la vida líquida, término que acuñase Bauman para describir las dinámicas sociales actuales, cargadas de incertidumbre, inestabilidad y satisfacciones momentáneas. El personaje de Andrés representa un yo contenido, confundido y reprimido que intenta vencer la desdicha que le provoca el saberse imposibilitado para el progreso genuino. El hoy aparece como una constante tortura psicológica para él, una actualidad en la que cada idea es un posible producto de consumo. El torturador podría ser cualquiera y a la vez no es nadie, un ente insuperable.
Como contraparte al aparente héroe de esta obra coral se encuentra Verónica, una mujer aparentemente plástica. Una mujer que, orgullosa, controla su mundo resguardada tras el velo de la superficialidad. Esto la convierte en una peligrosa infiltrada en el bando enemigo, pero siempre susceptible a ser corrompida por sus propios vicios.
La lucha política y social entre el yo, el súper yo y el súper-nosotros, sucede dentro de una cabeza. Podríamos pensar que es la del mismo Andrés. Aunque adivinamos que es la propia obesión del autor por la Europa como problema. “Quería que me contaran noticias sin saberlas”, expresa Andrés, que cree saberlo todo, haber leído todo. Así, se abandona a la sumisión, como Kafka, y a la náusea, como Sartre.
Echo de menos el misterio de la ausencia de cámaras, la belleza de un recuerdo distorsionado.
Hay algo interesante en El Teclado y es la multiplicidad de lecturas y significados que, quienes se atrevan con esta obra, podrán darle. No obstante, aún más interesante será verla en escena. El texto invita a jugar con elementos abstractos como una consecuencia estética de su propuesta narrativa. No obstante, una puesta en escena que intentase ponerle tierra a su aparente incoherencia sería un reto tanto visual como dramático. Sería como aceptar el desafío de darle sentido a la tremenda paradoja que es la historia de la civilización.

domingo, 26 de octubre de 2014

Podcast de orgías en el Laberint de Wonderland



Hoy en el Laberint de Wonderland hemos hablado de orgías en literatura. Empezamos con La febre d'ro de Narcís Oller, viramos a Sodoma y Gomorra de Proust, avanzamos con la Naranja mecánica y concluimos el periplo con El perfume, de Patrick Suskind. Puedes escuchar la charla a partir del minuto 40 del enlace clickando aquí

jueves, 23 de octubre de 2014

Diálogo con Sergio del Molino en Número Cero



El pasado martes hablé doblemente con Sergio del Molino. Por la tarde charlamos en La Central con motivo de la presentación de "Lo que a nadie le importa", pero por la mañana la cita fue más tranquila en forma de diálogo que ahora cuelgo en esta bitácora. Puedes leerlo aquí:


Primera parte

Segunda parte

miércoles, 22 de octubre de 2014

Domingo 26, Orgías en el Laberint de Wonderland







Este domingo en el Laberint de Wonderland hablaremos de orgías literarias. Empezaremos con la económica de La febre d'or de Narcís Oller, continuaremos con Sodoma y Gomorra de Marcel Proust, nos acercaremos al final con La naranja mecánica de A. Burgess y terminaremos con El perfume de Patrick Suskind.








Cada Domingo a partir de las 15h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo:Rn

lunes, 20 de octubre de 2014

Díalogo con Gutmaro Gómez Bravo en El Diario



Hace unos días pude hablar largo y tendido con Gutmaro Gómez Bravo, profesor de la Universidad Complutense que ha publicado Puig Antich: la Transición inacabada en la Editorial Taurus. Puedes leer la charla


aquí en catalán

aquí en castellano

domingo, 19 de octubre de 2014

Podcast de fiestas literarias en el Laberint de Wonderland



Hoy en el Laberint hemos hablado de fiestas literarias. Empezamos con el banquete de Trimalción del Satyricón de Petronio, continuamos con Fiesta de Hemingway, dimos paso a Miss Dalloway y terminamos con la verbena inicial de Últimas tardes con Teresa. Puedes escuchar la sección a partir del minuto 40 del enlace clickando aquí

jueves, 16 de octubre de 2014

Diálogo con Josep Guixà, autor de Espías de Franco



La pasada semana apareció en El Diario el diálogo que mantuve con Josep Guixà, autor de Espías de Franco: Josep Pla y Francesc Cambó, donde se disecciona el papel de ambos en el espionaje franquista durante la Guerra Civil Española. Puedes leer la charla


aquí en catalán

aquí en castellano

miércoles, 15 de octubre de 2014

Domingo 19, Fiestas en el Laberint de Wonderland







Este domingo en el Laberint hablaremos de fiestas en la literatura. Hablaremos del Banquete de Trimalción, uno de los momentos cumbres del Satiricón de Petronio, iremos con Hemingway en Fiesta y de ahí visitaremos a Miss Dalloway para terminar con la fiesta inicial de Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé.










Cada Domingo a partir de las 15h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo:Rne4

domingo, 12 de octubre de 2014

Podcast de jardines en el Laberint de Wonderland



Hoy en en el Laberint de Wonderland hemos hablado de jardines literarios. La cata ha empezado con Hércules y el jardín de las hespérides, hemos continuado con los jardines de Santiago Rusiñol para proseguir, a partir de I am the Walrus, con los jardines ingleses y hemos terminado con el de Los Finzi Conti de Giorgio Bassani y Vittorio De Sica. Puedes escuchar la charla a partir del minuto 38 del enlace clickando aquí

viernes, 10 de octubre de 2014

Martes 14, 19h30 minutos: Presentación de Lo que a nadie le importa, de Sergio del Molino



Este próximo martes 14 tendré el placer de presentar la última novela de Sergio del Molino, Lo que a nadie le importa. La cita será en La Central del Raval a partir de las 19h30 minutos.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Domingo 12, Jardines literarios en el Laberint de Wonderland



Este domingo en el Laberint hablaremos de jardines literarios, un tema que ha dado mucho más juego del que parece. Nuestra cata se moverá por cuatro parajes bien concretos.

1.- El Jardín de las hespérides

2.- Los Jardines de Santiago Rusiñol

3.- El jardín inglés en la tradición literaria

4.- Il Giardino dei Fitzi Contini









Cada Domingo a partir de las 15h

Radio Nacional- Rne4

100.8 fm Barcelona

En directo:Rne4






domingo, 5 de octubre de 2014

Podcast de perseguidores en el Laberint de Wonderland



Hoy en el Laberint de Wonderland hemos hablado de perseguidores y perseguidos, o de esos hombres y mujeres que consiguieron seguir a sus referentes hasta inmortalizarlos. La cata se ha compuesto de las cuatro parejas esenciales: Boswell-Johnson, Les Cases-Napoleón, Eckermann-Goethe y Van Rysselberghe-Gide. Puedes escuchar la charla a partir del minuto 39 del enlace clickando aquí

sábado, 4 de octubre de 2014

El bigote y Una semana en la nieve, de Emmanuel Carrère




El bigote y Una semana en la nieve, de Emmanuel Carrère, por Jordi Corominas i Julián
Emmanuel Carrère, El bigote, Anagrama, Barcelona, 2014
Traducción de Esther Benítez
Emmanuel Carrère, Una semana en la nieve, Anagrama, Barcelona, 2014
Traducción de Javier Albiñana

Con el paso de los años Emmanuel Carrère se ha labrado una carrera sólida que ha recibido varias consolidaciones. La primera a ojos del lector español llegó con El adversario, novela de no ficción que inauguraba un ciclo completado con Una novela rusa, De vidas ajenas y su segunda gran consagración. Limónov traza el periplo del escritor y político ruso desde coordenadas reales que, sin embargo, bien podrían compararse con las de personajes como Julien Sorel, pero en la encrucijada entre nuestro siglo y el pasado.

Antes de esta prolífica etapa Carrère fue un outsider que se atrevió, como tantos otros, con la ficción pura y dura mientras buscaba una voz propia que, en realidad, siempre tuvo. Lo comprobamos este otoño mediante la publicación de dos novelas escritas en 1985 y 1995, obras surgidas de una absoluta necesidad de verterlas al papel como demuestra que ambas se redactaron en menos de dos meses, como si el autor las tuviera en la cabeza y necesitara expulsarlas, como si esos hijos fueran un malestar que sólo se esfumaría en forma de libro.

La primera de ellas es demoledora e indica una serie de intenciones que han cuajado con el tiempo. El bigote, publicada en catalán por Labreu Edicions, las muestra desde una óptica que aun mantiene su vigencia, pues los tres decenios que han pasado desde su publicación no han desgastado su argamasa paranoica encuadrada en una tradición donde Kafka es evidente, Maupassant un recuerdo lejano y Buñuel un punto de referencialidad que Carrère transforma por completo en esta historia donde un hombre que siempre cree haber lucido un nutrido mostacho decide afeitárselo para sorprender a su mujer.



Cuando los seres humanos realizamos actos tan absurdos, palabra fundamental en el tejido narrativo que nos concierne, buscamos saber qué opinan los demás. La ausencia de comentarios escandaliza al pobre protagonista, quien termina por interrogar a sus allegados. De este modo empieza una locura que revolucionará su existencia, desestabilizará su relación conyugal y le llevará a plantearse su propia identidad en una vertiginosa lucha interior que el Carrère deja fluir con mucha habilidad por espacios cerrados y exteriores, escenarios simbólicos de una descomposición que en realidad se produce dentro de este antihéroe que parece notar la velocidad de los ochenta y el cambio de un mundo que se acerca a la globalización actual sin terminar de avistarla por completo.

Aun quedan recuerdos que se desvanecen, certezas caídas en un pozo sin fondo y una normalidad quebrantada por una anécdota que es la gota que colma un vaso repleto de tonterías que afectan nuestro devenir, trastocándolo con saña por nuestra propia impotencia para entender lo que es esencial.



La imagen es un factor determinante en este relato de un hundimiento adulto. El de Una semana en la nieve, asimismo cargado de introspección psicológica, centra su planteamiento en Nicolás, un niño inseguro y ultraprotegido que acude a un campamento de esquí junto a sus compañeros de clase. Si en El bigote veíamos cómo la desaparición de un supuesto trazo reconocible desencadenaba la tormenta aquí el motivo que apunta una serie de catastróficas desdichas es el descuido del equipaje en la bolsa del padre, quien en su desconfianza para con el mundo ha acompañado al pequeño hasta el sitio donde, en principio, debería empezar a cultivar su libertad más allá del hogar.

Sin embargo los condicionamientos son demasiado fuertes. La tortura se expresa en la imposibilidad de franquear las puertas de los recintos, donde la amenaza de lo cotidiano es menos peligrosa desde una seguridad que nunca es absoluta. El pánico del niño es otro botón del muestrario de patologías que en este caso se han desarrollado cuando su víctima aun no tiene suficientes mimbres como para asumirlas desde la plena consciencia, algo que permite al narrador recrearse en miedos fútiles y alucinantes imaginaciones que se entremezclaran con lo acaecido a lo largo de ese viaje donde brillan algunos rayos de esperanza, desde la música hasta la amistad de uno de los coordinadores, que desaparecen con la noche, tiniebla simbólica donde se concentran ansiedades que casi se reciben con beneplácito porque están ya dentro de las costumbres de Nicolás, quien desde un derrotismo muy triste acepta lo establecido casi sin rechistar.




Tanto en El bigote como en Una semana en la nieve la dualidad entre lo individual y lo inevitable de la superficie constituyen el engranaje que articula la maquinaria de una marginación que nace de los propios fantasmas y cuaja desde una irracionalidad que no es tal porque está insertada con naturalidad en nuestra sociedad. De este modo ambas novelas pueden leerse como una crítica de un sistema demencial, aunque nunca conviene olvidar que Carrère, y así lo demuestra su posterior trayectoria, es un apasionado de estos perfiles deshilachados que al no adaptarse al ámbito que los circunda emprenden una senda laberíntica que es la base de su atractivo, y lo dicho puede aplicarse a la gran mayoría de sus personajes, fichas desconectadas en un tablero donde se pide otra sustancia para transitar sin problemas. 

Cataluña la gran serie de la década en El Diario



El domingo pasado apareció en El Diario mi artículo "Cataluña la gran serie de la década", pues a veces todo el proceso parece una macroproducción orquestada entre poder y televisiones.


Puedes leerlo en catalán aquí

Lo encontrarás en castellano aquí

viernes, 3 de octubre de 2014

Un susurro de España en Excodra



Un susurro de España, por Jordi Corominas i Julián
Hace pocos meses abdicó el Rey Juan Carlos I. El paso del tiempo suele situar determinados acontecimientos en una óptica del recuerdo colectivo. Todos sabemos qué hacíamos cuando cayeron las torres gemelas, algo que en Cataluña es más bestia todavía porque ese día era festivo y nos pilló con la mesa puesta, casi con la comida en la boca. Sin embargo, el día de la renuncia del heredero de Franco era lunes y tras saber la noticia decidí salir a la calle. La vida seguía su curso con ejemplar normalidad, sin aspavientos. Aún era temprano y supongo que el resto de la jornada tomó otros derroteros abocados a una de las máximas absurdas de nuestra época.

Hacer Historia. La gente nunca la escribe en mayúsculas pero siente una necesidad brutal de protagonizarla porque suele ignorar cómo se redactan sus actos. Esa tarde se convocaron manifestaciones republicanas por toda España y las redes sociales ardían de lemas que evocaban el 14 de abril de 1931, como si nuestros abuelos hubieran revolucionado el país en un abrir y cerrar de ojos. Es triste que Warhol acertara con sus quince minutos de gloria. Las trayectorias, al menos desde el culto al instante, han quedado eclipsadas. Ya ajustará cuentas el reloj. 

Esta sensación eufórica ha recorrido nuestra geografía a lo largo del último lustro desde la inconsciencia de ignorar lo que significa un proceso. Puede que los soberanistas, con cierto criterio, usen el vocablo. Los demás ni siquiera lo mencionan en su base porque se mueven por impulsos que salen desde un desconocimiento brutal que marca la pauta en casi todas las facetas de nuestra sociedad de fachada elevada al cuadrado. Sin conocer la tradición, en este caso el pasado, no puedes aspirar a ir más allá del umbral presente y superarlo para crear nuevas circunstancias. La lección sirve tanto para algunos escritores como para los que fueron a la plaza y pensaron que con el mero hecho de ocuparla iban a derribar el poder.


¿Por qué tanto desconocimiento? La Historia que se enseña en las escuelas españolas es lamentable y sus programas, al menos hasta hace bien poco, lamentables. Yo mismo no pude cursar ningún tipo de asignatura relacionada con la República o la Guerra Civil hasta el segundo año del doctorado. Eso no era un problema porque mi curiosidad había resuelto la papeleta con antelación. En otros casos deduzco que muchos han preferido seguir en una ignorancia que se podría comprobar con mucha facilidad por la calle mediante pocas preguntas.



El sistema educativo ha propiciado esta basura cósmica que aturde a muchos ciudadanos que han elegido ser hijos de su tiempo sin sumergirse en otros, lo que también implica conformarse con una cultura de fachada muy parecida a un quesito de trivial pursuit. La enseñanza se articula a partir de unos esquemas que más que aprender propician vomitar datos que a posteriori se olvidan e internet ha reforzado esta tendencia desde un enciclopedismo popular capaz de elevar a la quintaesencia el fast food mnemotécnico. Ello implica una pérdida colectiva que se notará más en el futuro, pues por mucho que se hable de los enlaces cada vez se desaprovechan más. La Historia es una especie de gran línea donde todos los puntos están entrelazados. Por desgracia cada vez se valoran menos estas conexiones fundamentales porque se prefiere alardear con una fecha o una anécdota que relance el simulacro donde nos hemos instalado.

Sin comprensión de lo pretérito es imposible entender un presente donde muchos creen ser protagonistas a partir de la opinión masiva cuando en realidad sólo comentan elementos de unas casillas rellenadas por los que mandan, bien tranquilos al conseguir su propósito de marcar una agenda de debate dominada por una rapidez que genera obsolescencia programada de las noticias. Uno de los grandes fracasos de mi generación fue, pese a los nuevos partidos políticos de los últimos tiempos, el 15M. Algunos salimos. Otros prefirieron manifestarse delante del teclado para perpetuar la melodía de los zombies modernos que son incapaces de mirar el horizonte, metáfora bien indicativa de cómo van las cosas. Exterior versus interior. Activismo contra la pasividad que predomina sin límite.

De todos modos es posible cambiar los acontecimientos desde una habitación si se tienen los rudimentos para navegar por los mares de Clío, sí, la musa del tema que nos concierne porque desde las comparaciones con otros hechos podemos acercarnos a la actualidad y formularla desde estructuras internacionalistas en el doble sentido de interesarse por las vivencias de otras tierras y aceptar que en nuestra era las fronteras carecen de vigencia desde lo nacional, algo mucho más normalizado en el resto de Europa, donde la acuciante presencia de la Historia ha unido los pueblos en conflictos y hermandades que de las batallas han avanzado hasta lo cultural, imprescindible en el ámbito de estudios comparados de muchas universidades del Viejo Mundo que de este modo muestran al alumnado las relaciones entre los países del Continente para mostrar diferencias y vínculos en común.


¿Y España? Puede que la neutralidad en las dos guerras mundiales y la larga dictadura franquista hayan alargado nuestro catequismo del catetismo, teñido de uniformidad y contrario por norma a la pluralidad. Ir contracorriente suele pagarse, por eso este en muchos aspectos es un país de capillitas que protegen intereses porque más que el verdadero progreso creen en el caciquismo, típico en la banalidad de arquetipos provincianos demasiado vigentes, grupos con mucha cháchara y poca chicha, amigos de vender humo que se asustan si una mosca se desvía de la trayectoria convencional y propone otros rumbos. No intenten leer entrelíneas, o bueno, háganlo, pero lo explicado es una mera constancia histórica española. Corran, consulten las hemerotecas. Marx tenía razón. 

miércoles, 1 de octubre de 2014

Objetos inútiles en Todos somos sospechosos



Esta madrugada en Todos somos sospechosos hemos hablado de la cantidad de objetos inútiles que todo el mundo acumula en su casa. Además contamos con la presencia de El sobrino del diablo, que me acompañará en la sección cantando un tema relacionado con lo que hemos comentado con Laura González. Puedes escucharlo aquí