jueves, 31 de mayo de 2012
miércoles, 30 de mayo de 2012
Nuevo poemario: Oceanografías
La espera ha valido la pena. A lo largo de 2010, además de las varias transformaciones de Loopoesía, escribí una serie de poemas individuales que, por pura lógica, tenía varias conexiones entre sí. La abundancia inicial dio paso a una selección meditada que los dividió en cuatro caras, como si fuera un álbum doble, que evolucionan con naturalidad en su coincidencia de querer ver la realidad desde otro punto de vista. Así nació Oceanografías, que a partir de la próxima semana podrá encontrarse en librerías de toda España.
El poemario no colisiona con El gladiador silenciado porque tienen vidas independientes. Oceanografías se presentará en recitales en bares pequeños, mientras que El gladiador silenciado se mueve a partir de Loopoesía y su combinación multidisciplinar.
Podcast sobre novelas generacionales en el Laberint de Wonderland
Hoy en el Laberint de Wonderland hemos hablado sobre novelas generacionales. El tema da de sí una barbaridad, por lo que nos hemos centrado en cuatro textos y cuatro momentos: El rojo y el negro de Stendhal, Vida privada de Josep Maria de Sagarra, American Psycho de Breat Easton Ellis y Fight club de Chuck Palahniuk. Puedes escuchar la sección a partir del minuto 40 clickando aquí.
martes, 29 de mayo de 2012
Miércoles 30, Novelas generacionales en el Laberint de Wonderland
Dejamos atrás la senectud y lo joven, pero no nos alejamos mucho de las edades del hombre. Dicen que cada 25 años nace una generación, y por eso en el Laberint de Wonderland hemos optado por ofreceros este miércoles cuatro novelas generacionales de cuatro momentos bastante separados en el tiempo.
1.- El rojo y el negro de Stendhal o el preludio del romanticismo.
2.- La Barcelona del primer tercio del siglo XX en Vida privada de Josep Maria de Sagarra
3.- La América de yuppies y rien ne va plus en American Psycho de Bret Easton Ellis
4.- El porvenir en Fight Club de Chuck Palahniuk
Cada miércoles a partir de las 15h
Radio Nacional- Rne4
100.8 fm Barcelona
En directo:Rne4
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novelas generacionales
lunes, 28 de mayo de 2012
Recitando tras salir de la ducha en Nius de Xip.tv
Hace poco el programa NIUS me invitó a recitar un fragmento de El gladiador silenciado tras salir de la ducha. Lo hice encantado y aquí tenéis el resultado. Ahora bien, No sabía que era Logopoeta en vez de Loopoeta, ni que me llamo Coromines y no Corominas.
domingo, 27 de mayo de 2012
Luz de noviembre, por la tarde de Eduardo Laporte en Sigueleyendo
El proceso o la valentía, por Jordi Corominas i Julián
Conocí a Eduardo Laporte un sábado por la mañana al lado de una cuadrícula al aire libre con aire de búnker. Fumábamos a la espera de participar en el Encuentro Blogs Literarios y me sorprendió el cambio que una persona genera de la foto al exterior. En las instantáneas de una famosa red social, muy útil para decir en la realidad aquello de tu cara me suena, transpiraba seriedad, mientras que en lo físico es un tipo sonriente que inspira mucha confianza. Pasamos casi toda la jornada juntos, reímos y hasta conspiramos en secreto con varias bestias pardas que alargaron las horas entre alcoholes y libros. El suyo es Luz de noviembre, por la tarde, lo ha editado Demipage y es un acto de valentía escrito por un chaval que en el momento de echar la vista atrás y rememorar un año fatídico andaba por la veintena.
Este mundo de lo digital es maravilloso y da asco al mismo tiempo. Con el primer párrafo he esgrimido diversas ideas que ya pueden dar pie a la crítica de la crítica. Resulta que soy amigo del autor, que aborda el tema de la agonía de su padre justo después de perder a la madre. Dios mío, la cosa es trágica dirán los cínicos, un caramelo de melodrama, una oda a la lágrima fácil. La mierda es vivir en la época de soltar vómito contra lo ajeno sin pensar ni meditar en la importancia de cómo se narra el contenido.
Porque la valentía no radica sólo en atreverse con el óbito enlazado de las dos figuras más importantes en la vida de cualquier ser humano. Estriba en dar el paso de recoger un tema que tenemos al alcance de la mano y no osamos profanar: la historia de nuestra familia, lo que implica preguntas incómodas y sumergirse en una oculta genealogía con la que atar cabos y reconocerse.
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La valentía estriba en dar el paso de recoger un tema que tenemos
al alcance de la mano y no osamos profanar: la historia de nuestra familia,
lo que implica preguntas incómodas y sumergirse
en una oculta genealogía con la que atar cabos y reconocerse
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La trama fluctúa en una cronología nada lineal, factor comprensible si consideramos que Eduardo dispara ráfagas de reflexión que recorren un siglo de clan, desde el abuelo en la Guerra Civil hasta el comentario londinense sobre “un francés que te gustará”, semilla del matrimonio entre Philippe, futuro diseñador francés afincado en Navarra, y María. Ambos transcurren en la conservadora Pamplona, años de inquietudes, partos y victorias en lo profesional. Los ochenta son un tesoro que los noventa diluyen sin que por ello disminuya la energía. Llega el año 2000 y lo sólido se desvanece hasta desaparecer, hasta engendrar el vacío más absoluto.
Laporte con su Luz de noviembre, por la tarde ha quebrantado dos reglas naturales de de un debut literario. Su novela no es una novela, sino más bien un tejido confesional que podría definirse como ensayo encubierto sobre el dolor y el proceso que conlleva la compañía de la señora de la guadaña en su macabra danza previa a firmar el finiquito. Asimismo es un bildungsroman a la inversa, porque en vez de centrarse en un yo en relación con el universo, aquí son los demás los que llevan la voz cantante y se erigen en protagonistas. La biografía, oculta en la gran mayoría de los textos de exordio para proporcionar la alegría de una ficción, es prístina y honesta. Con veinte años somos los reyes del mambo en nuestro cerebro, pero el mundo, eso lo vemos con la edad, nos maneja a su antojo, más aún si gira la rueda y caemos en la casilla de una desesperación insalvable. Somos insignificantes, y en este sentido el autor nos da una lección sin pretenderlo.
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Con veinte años somos los reyes del mambo en nuestro cerebro,
pero el mundo, eso lo vemos con la edad, nos maneja a su antojo
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Es curioso comprobar cómo la vida transcurre y, Lennon tenía razón, no nos damos cuenta de su goteo. Las efemérides permanecen en un ámbito apartado que estalla cuando nos juntamos con amigos y el calor de recuperar pozos sin fondo que teníamos olvidados en algún recodo. La síntesis obliga a catalogar las existencias como si de un manual de bachillerato se tratara, con puntos que definen nuestra superficie íntima. Nacimiento, graduaciones, amores, trabajo, viajes, descanse en paz. Solemos obviar, y es lo más interesante, el proceso, válido porque ubica cada segmento de la línea en su justa dimensión, como si el camino no se midiera en la salida y la meta, sino en la aguja que lo enhebra. Y aquí la cota que alcanza el recorrido es la más complicada, y vira de la adolescencia a la madurez por impacto de un inesperado cierre que abre la puerta de afrontar el resto de la etapa sin la compañía que nos posibilitó participar en la única carrera que cuenta.
El tono de Luz de noviembre, por la tarde es tenue hasta que se cierra la ventana. El libro abarca una pluralidad de lugares que no obstante son estáticos. Siempre estamos en la habitación donde padre e hijo apuran un cigarrillo amargo y aprenden una prueba de superación. ¿Seguro? La aprenden y la padecen, y quizá suene tópico eso de lo cristiano del mal que engendra conocimiento, desgarrarse para crecer, pero seguramente es así y Laporte lo refleja sin medias tintas.
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El libro abarca una pluralidad de lugares que no obstante son estáticos.
Siempre estamos en la habitación donde padre e hijo
apuran un cigarrillo amargo y aprenden una prueba de superación
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La literatura expía y sirve como terapia de choque. Existirán mil frases de diarios que mencionen el pasaje de contemplar con nuestros propios ojos cómo las cerillas se apagan. La simplicidad de testimonios anónimos abruma. Su plasmarse en narrativa también. No añadiré datos y sí añadiré que el nivel literario del volumen incita a otro matiz más allá de su temática. Leer una novela de Eduardo Laporte para saborear una prosa que intuyo de ideas, con capacidad humorística y sin derivar en lo gratuito, compacta con bifurcaciones, con la lógica de un diálogo que arranca con un hola y te da el portazo desde otras profundidades, sea el fútbol, Dios o la cría de la avellana en Camerún. Es una intuición, el siguiente renglón de la escalera.
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sábado, 26 de mayo de 2012
Sábado 26, 20 horas, Loopoesía 2012 en Castells de la Muntanya (Barceloneta)
Este sábado Loopoesía cierra un intenso mes de mayo en un lugar pequeño e intenso: Els castells de la Muntanya de la Barceloneta. Os dejo las coordenadas del evento:
Loopoesía 2012 en Castells de la Muntanya
Sábado 26, 20 horas
c/ Grau i Torras 14
08003 Barcelona
Metro Barceloneta
jueves, 24 de mayo de 2012
El origen del mundo de Pierre Michon en Revista de Letras
“El origen del mundo”, de Pierre Michon, por Jordi Corominas i Julián | Reseñas | 7.05.12
El origen del mundo. Pierre Michon
Traducción de María Teresa Gallego Urrutia
Anagrama (Barcelona,2012)
Cualquier espacio puede ser idóneo para simbolizar la poética del Universo. Sin embargo, la modernidad, tan cargada de elementos susceptibles de condensar significados, aconseja aislarse, caminar por lo desierto y buscar zonas vírgenes o momentos donde la velocidad aún no se integraba plenamente en nuestros sentidos. Por eso Pierre Michon, quizá el maestro contemporáneo de este tipo de construcciones metafóricas, ubica El origen del mundo en un pueblecito de la Dordoña, cerca de Lascaux y sus cuevas de arte rupestre, dibujos prehistóricos de indicio y esencia.
Ubicar esta breve novela en un enclave tan remoto a principios de los sesenta tiene su lógica. El inminente estruendo de la década loca de ilusiones no afecta a Castelnau, localidad donde lo básico se impone en una calma que sólo puede perturbar la aparición de un joven profesor que al no tener experiencia en la normalidad simple se extasiará con el ritmo lento de las horas, excusa perfecta para que el narrador francés desgrane su pericia en un terreno que le va como anillo al dedo.
Existe una literatura que aprovecha lo rural para delimitar y resumir el universo en sus confines. Las personas adquieren una condición mítica y de manera inevitable las mujeres deben jugar un rol central si quien escribe observa lo que nos rodea desde una óptica masculina.
En El origen del mundo la baraja se articula alrededor de tres féminas. Hélène, la posadera es una madre eterna que se preocupa de sus retoños con la paciencia de quien sabe que estamos aquí de paso. Su establecimiento es un apeadero de consejos, borracheras y relatos que se esconden en las habitaciones. En una de ellas el profesor retoza ocasionalmente con su amante, compañera de excursiones y alivio para la soledad. Es una falsa musa sin importancia, cuerpo transitorio al que aferrarse en el intento de no caer en la desesperación a la espera de la belleza, que tiene nombre y se llama Yvonne.
Y no es nada casual que trabaje en el estanco, donde suministra placeres para los hombres, estéticos y materiales. Protege su poder detrás de un mostrador, escaparate que potencia su atractivo y la convierte en carne inaccesible de la que se pueden entrever telas acordes con el se mira pero no se toca. La voz importa, y también la escritura. Yvonne es un oasis en la decadencia. Su presencia hace que el texto se pueble de frases cortas y trepidantes. Nerviosismo. Excitación con charme entre Marlboros e invisibles amenazas en frases de clientes.
En el aula la caligrafía demuestra cómo perdemos precisión y volamos en lo vago. Las letras de 1870 son más elaboradas que las del siglo XX, y la rueda no deja de girar. Los niños crecen y las obsesiones mutan de estado sin desaparecer. La del profesor tiene su continuación genética en las aulas. El chaval de la estanquera sufre la frustración de su maestro, indignado por tener en sus dominios la perpetuación del anhelo, que por la noche sacude un bosque cercano a través de su integración en la lujuria del ritual para intensificar los instintos básicos del protagonista y del lector, que sucumbe ante una prosa que transporta sin ser la del mejor Michon, quien sin embargo tiene tanta capacidad que es capaz de transformar una anécdota en un poema trascendente, y eso no está al alcance de cualquiera.
La cuestión simbólica no se limita a lo femenino. Jean el pescador y JeanJean no son nombres escogidos al azar. Uno mueve la lucha por la supervivencia. El otro es un guía a las profundidades del pasado que abren las puertas a una concepción muy particular del ocio. Los artistas de Montignac pintaban tras su jornada de caza. Habían resuelto los problemas básicos de su singladura en el planeta y entretenían el cerebro en las paredes de sus refugios. Los animales que dibujaron eran el reflejo de su rutina, una prueba de amor hacia la víctima, canto del asesino agradecido en su afán de supervivencia. Y seguramente se pregunten qué mosca me ha picado. Ninguna, sólo hablo de cómo el narrador se relaciona con lo antiguo para recrear sus vicisitudes. Nada nuevo hay en ello. Ni falta que hace. El origen del mundo, y piensen si así gustan en el lienzo de Courbet, es una tentativa de entender los mecanismos que rigen nuestros procesos mentales desde lo cotidiano percibido con matices épicos, casi místicos. Menospreciamos en demasía los actos supuestamente banales que llenan nuestros minutos. Su sucesión en cadena y la cultura de grandes nombres y gestas hace que olvidemos el don de efemérides propias que tendemos a ignorar y que son estupendos motores para encender la máquina de la comprensión, un menos es más que no fue concebido por expertos en tendencias, sino que nos acompaña desde el instante cero de la creación. Detectarlo es más sencillo de lo que parece, plasmarlo en papel una heroicidad sublime.
Estimat Gregor Samsa en Bcn Mes
Estimat Gregor Samsa, by Jordi Corominas i Julián
De cop i volta el correu del meu ordinador rep instruccions amb tres paraules clau. Consum, individualisme i responsabilitat. Evidentment tot va ben lligat i m’he proposat lligar tots els punts sense problema. És ben senzill. Només podrà evitar-ho el pensament d’un dijous on crec que si el Pep Guardiola diu que se’n va em sentiré trist. En cas contrari serà com quan esperes un notable a un examen i el treus. No et sorprens i el camí s’allarga sense sobresalts de cap tipus.
La reflexió sobre l’entrenador del Barça demostra la victòria d’un determinat model d’identificació col·lectiva que els humans solem relacionar amb una vessant sentimental que a casa nostra és esportiva i, quelcom que sempre m’ha semblat un xic absurd, nacionalista. Al cap i a la fi ambdues expressions també tenen vincles que beuen del consum, l’ individualisme i la responsabilitat. El primer omple les tendes de la ciutat mitjançant un esquer anomenat merchandising, darrer mecanisme d’un capitalisme que primer oferí béns de la llar que mai s’espatllaven i produïen benestar familiar. Consolidat el nucli tradicional, consumat l’engany, s’engegà la maquinària infernal del detall, del gust particular. L’efecte de veure aparadors i cossos plens dels colors de l’equip de la ciutat la jornada després de la derrota neix d’una elecció personal triada per una majoria. Et voilà. La matemàtica és excepcional i mostra que sota la nostra suposada llibertat molts confonen conceptes i vesteixen una bandera que, malgrat meravelli, és absurda.
Ara tocaria emprenyar-me i mencionar la fotesa de patir per la sort de vint-i-dos milionaris. Vint-i-dues persones dotades d’un do de circ, estètic per una assumpció cultural, que enamoren i constaten la pèrdua de rumb d’un determinat sector social. Sóc del Barça i no puc descriure amb paraules la joia i l’adrenalina, una descàrrega infantil com poques, pel KO del Reial Madrid a la Champions League. Crits i rieres de riure a dojo.
No confundamos el culo con las témporas. La preocupació, l’indret on vull arribar, és perquè la fusió del triumvirat que encapçala aquest article només reforça una unió que no és nova, un eix indestructible propiciat amb una catapulta d’ones pels mitjans de comunicació. Ens encanta dir que la premsa manipula i distorsiona la realitat. I és ben cert. El Twitter i el Facebook informen i són fonts d’il·lusió futura, però fins ara, al món, les revolucions s’han fet al carrer. De res serveix opinar en una xarxa social per trencar ordres imperants. Les frases es registren i volen les piulades mentre les manifestacions circulen arreu del planeta. El teclat crema i els contenidors són barricades del segle XXI.
Som el 99% és una estadística que ha esdevingut eslògan. Part d’aquest percentatge és conscient de com retallen els seus drets i protesten, asseguts. No al terra de la plaça, no pas. Seuen a la seva habitació. No són culpables de res, més aviat la seva xacra és ser víctimes d’una comoditat indignada feta amb finestres que van del match online a la compra del darrer caprici i l’amistat d’un click. A les 18:35 actualitzo el TL. Protestes a Ronda Sant Pere. A les 18:36 el diari parla d’una batanada made in Mourinho. Un minut després una noia penja una foto i et torna boig. M’agrada. M’agrada. Al cap d’un instant una oferta de viatge de cap de setmana et fa treure la targeta del moneder. Tot es meravellós. Play it again, Sam. Consum, individualisme i responsabilitat.
No em costaria gens continuar fins a l’infinit i encara més enllà. La vida m’ha dut a passejar dones grans per Babilònia. Sempre que ho comento matiso la feina que faig. No sóc cap gigoló. Els hi explico la història dels barris i a moltes de les rutes parem a zones on la lluita obrera tingué moments d’esplendor. El mes d’agost de 1917 fou cèlebre per la vaga general. Durà cinc dies i no hi hagueren tambors ni balls. La gent combaté a la Rambla perquè volien pa i millores que afluixessin les cadenes que sempre hem portat. Una protesta d’estiu, com tantes altres fonamentals abans de les vacances pagades i la fi del deliri estiuenc. Donant festa calmaven ànims i evitaven el perill d’una suor farta.
Dos anys més tard l’estació era l’hivern i el focus de la revolta la fàbrica de la Canadenca, on romanen des d’aleshores les tres xemeneies del Paral·lel. Uns acomiadaments portaren al conflicte, preludi de pistoles i Primo de Rivera. Babilònia restà sense llum. La vaga durà dos mesos. S’obtingueren les vuit hores diàries. Una proesa.
Ara, i he de plegar, la mateixa velocitat i la domesticació del consum han sedat la veu del poble. No hi ha fam, o això pensem. El somni d’una queixa perllongada s’esvaí amb les acampades, anàrquiques des d’un sentit modern. Des d’aleshores uns quants, que haurien de ser molts més, surten quan es fixa una data. Pels que no els acompanyen ja s’ha tornat costum saber d’una manifestació diària. El hábito hace al monje. I li treu importància. Ser espectador sembla la perspectiva preferida, i la llar, que no és on vius sinó el gran edifici on tots remem al vaixell dels súbdits, és molt aficionada a ensarronar-te amb una felicitat de duros a quatre pessetes que amaga la teva metamorfosi, estimat Gregor Samsa.
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miércoles, 23 de mayo de 2012
Podcast del Diálogo con Daniel Ramos y Àlex Reig en el Laberint de Wonderland
Hoy en el Laberint de Wonderland hemos tenido la suerte de contar con Daniel Ramos, poeta y editor de Versos&Reversos, y Àlex Reig, una de las voces líricas más potentes de su generación. Puedes escuchar la charla a partir del minuto 37 clickando aquí
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martes, 22 de mayo de 2012
Miércoles 23, Daniel Ramos y Álex Reig en el Laberint de Wonderland
Mañana volvemos a las entrevistas,que en esta ocasión serán por partida doble. Nos acompañarán el Editor de Versos&Reversos,entre muchas otras cosas, Daniel Ramos Autó y el poeta Álex Reig para hablar de lo que más saben y descubrir dos nombres que sonarán con fuerza en los próximos años.
Cada miércoles a partir de las 15h
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En directo:Rne4
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Mi inminente novela "José García" en Letras de Vanguardia
entro de unas semanas aparecerá en la Editorial Barataria mi primera novela en castellano, José García. En Letras de Vanguardia leo unos fragmentos y respondo a las preguntas de Albert Lladó sobre algunos entresijos del libro. Puedes verlo aquí
lunes, 21 de mayo de 2012
Artículo sobre Loopoesía en El Cultural de El Mundo
Jordi Corominas: "La poesía no puede escribirse con afán masturbatorio"
El poeta barcelonés regresa el viernes a Madrid con su show Loopoesía, un proyecto único a caballo entre varias artes que busca desacralizar la lírica | Además, presenta su poemario El gladiador silenciado
MARTA CABALLERO | Publicado el 16/05/2012
Las mejores ideas no surgen de los garajes sino de los bares. Un jueves, Barcelona, interior noche: el inquieto Jordi Corominas, posado sobre una barra, mastica una idea. Le acompaña en el parto un amigo. Quieren crear una poesía nueva a través de un espectáculo. O, más bien, buscarle un nuevo canal a los versos de Corominas, ampliarlos con elementos escenográficos, música y material audiovisual. La experiencia del poeta catalán con el teatro se reduce a unos talleres en la universidad, pero va a atreverse: "Iré a una tienda de disfraces y compraré una máscara". Unos años y muchos shows después, el proyecto, que bautizaron como Loopoesía, se ha consolidado como una apuesta única en la lírica española. No es teatro ni performance, no es un recital ni una ceremonia, no es un concierto ni una conferencia. Es todo a la vez.
Loopoesía, que este viernes regresa a Madrid acompañada de un poemario editado por V&R, cambia cada año. Muta el poema río que conforma su esqueleto y cambian los temas y el show (antes hubo un músico y una bailarina), aunque mantiene algunas constantes, en especial al maestro de ceremonias, el propio Corominas, y algunas de sus obsesiones literarias. Así, las máscaras, la poesía misma, la reflexión pero despojada del habitual manto de solemnidad con el que se cubre este arte, el surrealismo ("involuntario", matiza el autor) y una firme vocación por extraer la poesía de los ámbitos academicistas, de la soledad del sillón, de las mesitas de noche.
"El proyecto cambia en función de los temas que me van interesando, temas que parten de una base pasada pero que enlazan con la actualidad, que evolucionan con el show, que a su vez va ganando tanto en lo escénico como en la escritura. Ya son cuatro ediciones, porque cada año hago un poema nuevo", comienza explicando Corominas (Barcelona, 1979), que con esta propuesta también pretende "desacralizar la poesía". ¿Razones? Porque es "un arte precioso que no ha sabido renovarse en la forma, y eso le produce mucho miedo a la gente", comenta el también novelista, y añade: "Aunque los poemas son muy serios, lo escénico funciona como elemento didáctico que nos ayuda a quitarnos el pavor, a verlo como una cosa más accesible".
Sus composiciones, ágiles y en un constante juego con el lenguaje, como da cuenta la versión más reciente, El gladiador silenciado, beben de recursos como la aliteración y se fundamentan en la constante innovación para construir una poesía muy visual con la que el espectador en el show o el lector de los poemarios pueda imaginarse lo que escucha o lee. "Es una forma de que la palabra fluya de manera natural, porque la poesía no puede escribirse con afán masturbatorio, tiene que llegar a la gente", advierte. Pero, con todo, no es la Loopoesía otro espectáculo de poetas que quieren ser estrellas del rock, al contrario: huye de la pose y de la posmodernidad -concepto que no acaba de creerse- y utiliza la tecnología de forma cauta, sólo cuando ayuda al discurso, como la empleamos en el día a día y no para meter paja entrelíneas. "El fenómeno de los poetas que actúan no sería malo si usaran las herramientas justas y los shows tuvieran sustancia. Muchos creen estar creando nuevos formatos poéticos pero se alejan de la poesía. En Looposía el show es un complemento de transmisión, algún día dejaré de hacerlo porque supone un gran esfuerzo físico y entonces el poemario lo sostendrá todo", distingue.
¿Y las influencias? "Pues hay más de Eliot que de un poeta de 2005" y, además, música pop de los sesenta ("tiene que haber alegría"), Pound, Joan Salvat-Papasseit, surrealismo, dadaísmo y otras vanguardias. "Lo absurdo está en todas partes pero lo que sucede es que nos tomamos todo muy en serio. Tendemos a evitar lo absurdo y, en realidad, es un factor que no está exento de cultura". No miente y, además, predica con el ejemplo: Corominas es un poeta contento, que sonríe y disfruta, y eso se ve poco.
Bloguero, periodista, crítico literario, este personaje, que lo es, prepara ya el lanzamiento de su nueva novela, José García, en torno a varios personajes con este nombre parlante que representan la épica de la normalidad ("me interesa más el vecino del cuarto que la superestrella") y que se cruzan por distintas casualidades para formar historias mínimas, historias que te encuentras a la vuelta de la esquina. "Me invitan a que escriba ensayos, pero ahora me siento más cómodo con la poesía, porque la narrativa me supone un esfuerzo mental mayor. La poesía la voy madurando y almacenando, me cuesta menos sacarla, seguramente porque soy muy exigente con el lenguaje, porque me obsesiona la estructura de las cosas, quiero que sea un rompecabezas perfecto".
Este viernes, como siempre descalzo, para estar cerca de lo que hace, se dará su cuarto paseo por la plaza madrileña, donde ya tiene parroquia, un público al que aprecia incluso más que al de Barcelona porque es más propenso a interactuar en el show: "La gente en Madrid disfruta y luego piensa lo que ha visto. En Barcelona sólo están pensando". Para unos y otros, ahí está el poemario, que representa la posibilidad de llevarse la experiencia a casa. ¿Quiere añadir algo más Corominas? Y el poeta lanza su lema: "Sí, claro, que Loopoesía es amor".
Lunes 21 de mayo, 19h 15 minutos, Conferencia sobre Loopoesía en el Cèntric de El Prat
Us convidem a la conferència- col·loqui "Loopoesía,o l'abraçada entre vers i públic", a càrrec d'en Jordi Corominas i Julián, que tindrà lloc el proper dilluns, 21 de maig de 2012, a les 19.15h, a la Sala d’Actes de la Biblioteca “Antonio Martín”, del Cèntric.
Jordi Corominas i Julián (Barcelona, 1979) és escriptor i crític literari. Llicenciat en Humanitats per la Universitat Pompeu Fabra, col·labora en diversos mitjans de comunicació i desenvolupa la seva activitat crítica coeditant el portal www.panfletocalidoscopio.com i Fruit de les seves àmplies inquietuds literàries ha conreat diversos gèneres com la novel·la, la poesia i l'assaig, i és integrant i fundador del projecte poètic-experimental Loopoesía. Loopoesía és una unió músicopoètica que depassa aquest límit i s’endinsa, a través de l’actuació, per camins surrealistes i poèticoautomàtics que juguen amb les identitats i creen un vertiginós concepte artístic des d’ un escenari on la transversalitat pren la veu.
Una proposta radical i perspicaç que pretén apropar la poesia al públic sense la solemnitat que l'ofega.
jueves, 17 de mayo de 2012
Viernes 18, 19h 30 minutos, Loopoesía 2012 (+firmas de El gladiador silenciado) en Fnac Callao
Este viernes Loopoesía aterriza de nuevo en Madrid en un lugar que trae más que buenos recuerdos: Fnac Callao. A las 19h 30 iniciará el espectáculo y luego quien quiera podrá recibir un ejemplar firmado de El gladiador silenciado, poemario que articula el show de 2012. Las coordenadas son las siguientes:
Loopoesía en Fnac Callao
Viernes 18, 19h 30 minutos
Preciados 28
28013 Madrid
Podcast de escritores que fallecieron prematuramente en el Laberint de Wonderland
Ayer en el Laberint de Wonderland hablamos de escritores que fallecieron prematuramente, entre ellos George Trakl, Joan Salvat Papasseit, Albert Camus y Raymond Radiguet. Pudes escuchar la sección a partir del minuto 37 del programa clickando aquí
martes, 15 de mayo de 2012
Miércoles 16, 19h30 minutos, Loopoesía 2012 en el LletraFerit ( Semana de poesía de Barcelona)
Este miércoles 16 Loopoesía 2012 retoma su frenesí participando en la semana de poesía de Barcelona. Presentaremos el show y quien quiera podrá adquirir un ejemplar de El Gladiador silenciado, con sus versos que articulan el espectáculo. Las coordenadas son las siguientes:
Miércoles 16 de mayo, 19h 30 minutos
Loopoesía en el Lletraferit
c/Joaquim Costa 43 ( Raval)
Entrada gratuita
Miércoles 16, Escritores que murieron prematuramente en el El Laberint de Wonderland
Tras movernos estas semanas entre centenarios y ancianidad hemos decidido ser, sólo un poco menos lúgubres,por lo que este miércoles hablaremos de escritores que murieron prematuramente, el elenco será el siguiente:
1.- George Trakl o la depresión Austrohúngara
2.- Joan Salvat Papasseit o el genio tuberculoso
3.- Albert Camus y un accidente en enero de 1960
4.- Raymond Radiguet, veinte años espléndidos
Cada miércoles a partir de las 15h
Radio Nacional- Rne4
100.8 fm Barcelona
En directo:Rne4
El camarero español en "Peligro de extinción" de Bcn Mes
El camarero español, by Jordi Corominas i Julián
Sigo sin poder escribir del afilador. Y es una lástima, sé que ese día cambiará la Historia de la Humanidad. Todos agradeceréis mis revelaciones y saldremos a la calle cogidos de la mano, modo canción, para silbar con la flauta de nuestro ídolo, no penséis mal. Al fracasar por enésima vez en mi intento por conseguir la exclusiva he visualizado una santísima trinidad visual con rumbo a otra motivación.
El padre es Carmen de Mairena. El domingo de su búsqueda para entrevistarla transitamos largo rato por la calle Sant Pau. Parábamos en cualquier bar con la esperanza de conversar con los camareros, duchos en los cotilleos de barrio e incapaces de callar los frutos de su espionaje. Tras entrar en diez establecimientos asumimos que el Raval había cambiado demasiado. Era imposible dar con machos ibéricos, machos pese a lo canijo de su apariencia y los cuatro pelos mezclándose con la ropa, machos de la ridiculez en forma de barba de tres días, incipiente calvicie y sobre todo machos por sus pantalones negros y la tradicional camisa blanca. Sí, zapatos negros y voz carajillera. Mirada de ligón de feria. Callosidades. Mondadientes, que no es una editorial. L’escuradents, Collons. El camarero español. Punto.
Nunca conviene tirar la toalla. Al final, nuestras pesquisas dieron resultado y gritamos exultantes al divisar un ejemplar de camarero español que, con toda amabilidad y un diente negro, nos indicó el camino del domicilio del travesti más famoso de España.
El hijo es oriental. Meses más tarde imaginé un show de Loopoesía con la colaboración de mis amigos paquistaníes del barrio de Gracia. La única exigencia es que vendieran latas de cerveza beer amigo trajeados como sus antecesores de la piel de toro. En realidad miento, la idea vino de un videoclip decadente de Paul McCartney, Good Night Tonight, donde el ex Beatle y la extraña gente con la que se juntaba en los setenta lucían ridículos trajes que uno sitúa en una fiesta de putas caras y ricos horteras. Volveremos al tema.
El espíritu santo es el fashion. El camarero español y su fidelidad a unos colores masacra la supremacía del blanco y negro en la estética masculina. Lo confieso, tengo dos camisas inmaculadas, casi como la fétida camiseta del Real Madrid. Y las adoro. Casan con cualquier prenda, en especial con pantalones oscuros. La culpa la tiene el cine clásico, olvidado en un injusto pozo que ha integrado lo nacional para relegar la moda extranjera que moldeó nuestra infancia. Like the cangrejos.
Enterramos el nada pueril recuerdo de los Bogart y compañía para privilegiar en nuestras neuronas lo adulto que también ha fallecido en misteriosas circunstancias. El camarero español es una rareza en Barcelona que leo más en Marsé y Casavella que en la inmediatez de mis paseos. La pérdida de las señas de identidad en una ciudad tan provinciana como la que nos toca pisar cada mañana es una prueba irrefutable del valor que damos a la fachada para conferirle signos falaces. Ahora Pepe y Manolo van como visten en casa. La ausencia de uniforme es un canto a la democratización individualista del sector, loa a las ventajas del consumismo para forjarse una personalidad que los demás identifiquen y un adiós muy buenas a lo gremial, inevitable en la era del ego que quiere desmarcarse del rebaño pese a estar más esclavizado que nunca al pastor, ovejas marcadas a fuego con una cruz diametralmente opuesta a las de sus homólogos en las terrazas del del pijerío y los hoteles, fantásticas reliquias de formol diseñado para que el cliente tiente un espejismo de opulencia.
Los ricos no quieren ciudadanos. Anhelan súbditos similares a sus sirvientes del Sándor, el José Luis y otros establecimientos de postín con camareros salidos de otra época. Diligentes, sumisos y acólitos de su caricaturización en vida. Saltamos a la casa de esos personajes obligados a lucir penosas casacas y la ira baila con el cinismo del desencanto. Sin embargo, en su profesión ejecutan un número que rompe la dinámica castiza del bar. Tienen vetado la labor psicológica del que está detrás de la barra y como mucho conceden un saludo compuesto por hola y el nombre de un bebedor habitual de rompe y rasga. Si el que deja caer sus posaderas no es bienvenido serán bordes por instrucciones del amo, perros amaestrados.
¿Y los demás? Los sepultureros del camarero español siguen siéndolo en lo más hondo de su alma. Han ganado la libertad de ser uno más en su espacio laboral. El desvanecimiento del rango ha comportado que el beneficio sea de poder, pues un bar no deja de ser un gallinero de relaciones entre homínidos donde alguien debe ostentar el bastón de mando para alejar la sombra de una completa anarquía. Y aquí interviene la delgada línea roja de barra y caja registradora, frontera que desde un cierto romanticismo simboliza un pacto narrativo de tolerancia con una cámara desde la que se filma la infinita trama que protagonizamos en interiores que abrazamos en función de su aura, ventanas de una rueda sedienta del absoluto desde el anonimato.
Ilustración: Nil Bartolozzi
jueves, 10 de mayo de 2012
Podcast de momentos viejunos en el Laberint de Wonderland
Este miércoles hemos hablado de momentos viejunos de la literatura entre ataques de tos y otros achaques míos y de Rosa, como si quisiéramos ir en sintonía con el tema que ha mencionado a Homero, Kingsley y Martin Amis, el Premio Nobel de literatura de Churchill en 1953 y el progresismo de Tolstoi. Puedes escuchar la sección a partir del minuto 34 clickando aquí
martes, 8 de mayo de 2012
Miércoles 9, Momentos viejunos en el Laberint de Wonderland
Si el miércoles pasado hablábamos de escritores longevos,esta semana nos centramso en episodios literarios que en cierto modo se relacionen con la vejez. Las cuatro catas son las siguientes:
1.- Homero, el viejo de la literatura, un autor que es todo un pueblo
2.- La relación paterno filial entre Kingley y Martin Amis
3.- Winston Churchill y su premio Nobel de literatura
4.- El progresismo de Leon Tolstoi o a la vejez viruelas
Cada miércoles a partir de las 15h
Radio Nacional- Rne4
100.8 fm Barcelona
En directo:Rne4
domingo, 6 de mayo de 2012
Crónica de Loopoesía en el Jardín del Olokuti (II): El show
Y a las 19:30 todo estaba en orden. Ya se firmaban algunos ejemplares de El gladiador silenciado, llegaban amigos, desconocidos y los objetos estaban en su inusual lugar. El piano en el lateral izquierdo para evitar el entorpecimiento visual de la palmera. El paraguas escondido. Las monedas en mi bolsillo. Los soldados en su selva con la guadaña y Freud, expectante apoyado en un pedrusco. La chistera reposaba en un ángulo muerto y las vestimentas de Napoleón y Enriqueta colgaban en las antípodas del jardín, las del corso en un fino hilo y las de mi vampira al lado de un pozo que perdió su uso hace años, un poco como la posibilidad del aire libre para dar nuevos bríos.
Teníamos pensado empezar a las ocho por una razón que nunca me cansaré de repetir. La gente suele ser impuntual, y eso es algo que debería cambiarse. Loopoesía puede parecer informal, y lo es, pero también nos ayuda empezar a tiempo, y muchas veces no lo hacemos porque giramos la rueda del respeto a favor del respetable, que es soberano, eso nunca lo olvidamos. Sin embargo, el viernes 27 las personas acudían en grupo, las veías llegar y a las 19.50 ya había más de sesenta individuos, a los que luego se unieron más. Maravilloso.
El pistoletazo de salida de una jornada tan especial fue una breve introducción protagonizada por Dani Ramos y quien escribe. Explicamos cómo nació nuestra colaboración y posteriormente conté un poco, había muchos novatos en las lides loopoéticas, de toda la Historia del proyecto, de 2009 a un día clave, del inicio en el bar Fantástico entre bromas al progresivo perfeccionamiento, que es mejora, del todo hasta llegar a un punto donde lo de soñar es gratuito adquiere siempre más visos de realidad.
No nos enrollamos mucho. Pulsé el Play para que poemas, música y proyecciones fueran de la mano y me escondí en la carpa mientras sonaban las primeras notas de la introducción de El Gladiador silenciado con esos ecos que mezclan inquietud, sonidos religiosos, amenaza y una especie de sosiego difícil de definir. La situación del ordenador al lado del altavoz era el único defecto estético de la velada con el añadido de poder empeorar mis movimientos, lo que uno no sucedió porque ese viernes nada podía salir mal y mi energía estaba perfectamente compenetrada con el espacio, tanto que ni el leve hueco que dejaban las sillas impedía que mi circulación descalzo entre el suelo de piedras quedara obstaculizada.
Pero entonces no lo sabía. Esperaba mi turno, salir con el relincho, sí, con mis gafas psicodélicas y el casco de gladiador, americana color ladrillo, camisa blanca. Aparecí y me gustó la visión. El público se mantuvo expectante y participativo a lo largo de la función, y hasta los vecinos se animaron a seguirla con atención. En ese instante estaban, es comprensible, y era un importante foco, lo que no obstaculizaba que mi concentración fuera absoluta y que el maldito jardín confiriera a Loopoesía otra marcha más.
Me senté, acaricié el piano y ejecuté mi parte con el debut del poema, que obviamente no explicaré porque la suite no es de difícil comprensión. Se enlaza por varios motivos, y aquí, mientras el gladiador sufría en un confesionario en medio del desierto, convenía conservar el misterio hacia el futuro, que suelta ya algo de lastre con las maracas y mi ronda de trescientos sesenta grados entre el respetable hasta que unos silbidos pasan a la desaparición del condenado anacrónico y conducen a lo militar con la invasión babilónica de los soldaditos de plomo. Era la hora, siguiendo la alternancia que se produce a lo largo del show entre grabado y en directo, de recitar en vivo, y aquí se generó un hecho muy peculiar. El Gladiador silenciado tiene más de dos mil palabras, de las que recito la mitad. Como es comprensible a lo largo de un show de treinta y seis minutos errar algún verso es lo más normal. El día del Olokuti eso no acaeció, tuve un resultado del 100%, y no me tropecé ni en el poema del nuevo lenguaje con sus mil y una aliteraciones que progresan en función del alfabeto y de la barbarie a la que nos someten algunos.
Antes de ese momento, que para quien actúa es de una intensidad aplastante, volé con el paraguas por todo el recinto, me metí un tortazo envolviéndome con el para lluvias y me elevé hacia el delirio de la verdad que, poco a poco, se torna en pesadilla. Tiro las monedas. Tenía pocas, menos de treinta. Recordad niños, Loopoesía es el único espectáculo donde se os regala dinero, que encima es comestible. ¿Se puede pedir más? Sí, que no sea un acto gratuito. Os reís, y es justo que así sea, porque Loopoesía quiere que pasemos un buen rato. El chocolate monetario encaja con los versos y deriva en el paso hacia una lengua que nos meten hasta en la sopa y es incomprensible, como la siguiente parte recitada, las aliteraciones, volvamos a ellas, que pese a tener apariencia dadaísta se concatenan y mencionan sin ambages nuestra época.
Las suelto con el abrigo, que al estar rodeado de público me lo dio una gentil espectadora, una de mis anécdotas favoritas de la jornada. Enfundado con la prenda, por el frío de lo que transmite ese fragmento, disparo la palabra con bala oral hasta el clímax que me lleva, gracias otra vez querida espectadora, al sombrero de Napoleón y a destapar el tarro de las esencias del absurdo con mi bocina y el rictus serio del corso al ritmo de Alicia en el País de las maravillas, Moonriver, un fusilamiento y más hasta 2011 y el cementerio ortográfico. Lector que no has acudido a Loopoesía, lee la crónica y acude a nuestra vera,que de otro modo seguirás sin entender,porque por mucho que describa hasta que no se ve no se comprende qué hacemos.
Y de ahí una ráfaga de quimeras donde se produjo el único desajuste, de dos segundos, del verso. La culpa fue de Juan Carlos, que tardó en aparecer agradeciendo al Quijote algo. Risas. Aceleración. Ya despojado del vestido imperial, otra vez con la americana ladrillo, recité hasta acariciar el punto justo y me dirigí al centro exacto del jardín, con esa escultura chamánica.
Habíamos llegado al ecuador y me tocaba hinchar la guadaña entre riffs harrisonianos y una locura de Horace Silver. Me esforcé, un sudor con humor, con el mecanismo aprendido para que el arma de la muerte adquiriera forma y todos lo contemplaran bien. La alcé y los versos grabados que mencionan la triste banalidad actual del último suspiro tenían una inercia que me llevaba a una danza renacentista, baile de bastones que es de los trozos que menos me gustan, aunque en el Olokuti me sirvieron para pensar, un reto cuando estás tan metido en la conjunción de atmósfera y ejecución de lo concreto, que era una tarde mágica donde las mil maravillas se quedaban cortas para definir el estado que transmitía Loopoesía. Y puede que cuando las luces se apagan termino agotado y resido en un limbo de descarga adrenalínica, algo que no está enfrentado al análisis que hago mientras transcurre el espectáculo. Las sensaciones cuenta, son ya años de rodaje y uno sabe si navega por el cauce justo y deseado.
Y así era. Había tanta energía que empuñé el muñeco de Freud como si fuera el Santo Grial. El poema de la charla entre Freud y Mahler abre la conclusión y enlaza una síntesis de esquizofrenia creativa con la facilidad popular, y la incompetencia periodística, para generar bulos que denostan a personajes anónimos,como Enriqueta Martí. Antes de su aparición estelar recito ese paseo de Leyden, con los dos genios, y es un segmento solemne por la música, tonadilla infantil incluida dentro del verso, y las palabras. Suena la primera, termina el poema con pavor ibérico y nada, me acerqué al pozo y procedí a desnudarme para transforme en Enriqueta Martí con su cetro cadavérico, paseándome enmascarado con la sonrisa del mal, mal condenado que busca resarcirse de su entierro en una fosa común, metáfora ampliada por otros vocablos hasta la reivindicación de la normalidad, de los hombres y mujeres que tejen la tela de la cotidianidad en la eterna rueda. Me preguntó qué sienten los espectadores mientras acaricio la calavera y les incito sin mirarles a que interactúen. Lo hacen, disfrutan y anhelo que piensen, Loopoesía, porque el poemario El Gladiador Silenciado es la base que articula el conjunto, es difícil por aglutinar tantas disciplinas en una unidad. Eso puede confundir y hacer que sea necesario volver para aprehender la idea plenamente. Está todo en el poemario y el espectáculo lo acrecienta.
La Rossa primavera se para, salta Eleanor Rugby y el final es inminente con la proclamación de nombres comunes. Saco la chistera y reparto nombres, que son un barómetro del éxito de asistencia. Este año tenemos buena media de espectadores. Hasta el día del derby tuvimos dignidad en las sillas de la platea. Sin embargo, el día del Olokuti rebasó las expectativas. Agoté las tarjetas con el nomenclátor anónimo entre reverencias,invisibles sonrisas, juegos con un niño al son del final loopeado de Carmina Burana y me aposenté en recobrar mi identidad con la música encajando con lo previsto. La apoteosis terminó y entoné el último poema atendiendo el señal acústico, subir el dedo al cielo y hacer mi saludo de despedida y recibir un aplauso que esta vez fue largo, muy largo, merecido y, sobre todo, emocionante.
Noté durante esa media hora larga una energía que ratificaba lo que preludiaba la semana. Un antes y un después que nos da rienda suelta a imaginar una energía creativa en espacios abiertos, sitios en principio inverosímiles y la constancia de trabajar siempre para mejorar. Nos lo pasamos genial, hicimos que los demás gozaran y al fin y al cabo eso es lo que más cuenta.
Loopoesía es amor.
Fotografías de Ismael Llopis
Diálogo con Camille de Toledo en Sigueleyendo
Diálogo con Camille de Toledo, por Jordi Corominas i Julián
Desmesurado desde su firma, que Alexis Mital ha transexualizado, “En época de monstruos y catástrofes” es una distopía de estos tiempos.
Camille de Toledo dejó de llamarse Alexis Mital hace muchos años. Leo En época de monstruos y catástrofes, traducción española de L’ inversion de Hieronymus Bosch, en un estado que oscila entre lo divertido, una acuciante pizca de preocupación y la sorpresa por topar con fragmentos que resultan premonitorios. Leo la primera novela de la tetralogía estratos en medios veloces que acompañan su ritmo. El metro, el avión y un par de trenes me acompañan mientras una historia de ficción demasiado real filosofa con soltura sobre nuestra época mediante certeras metáforas y un punto exagerado que no sobra en su delirio.
Cierro el volumen editado por Alpha Decay, deposito la grabadora en su cajita y corro al lugar de encuentro. Camille parece tener una resistencia sobrehumana. Termina una entrevista de dos horas, le digo si quiere descansar y responde que no. Siempre es mejor encadenarlas, que esté todo fresco. Adelante. ¿Té? Sí, por favor. Enciendo la grabadora, y por una maldita vez la pila se agota. Problemas de fiarnos demasiado de la tecnología. Memorizamos lo debatido, lo plasmo en un papel y transcurro el resto del diálogo con un punta fina rojo en mi mano que transcribe en cinco o seis idiomas, una locura que pese a la expresa petición del autor no transcribiré en las siguientes líneas por el bien de vuestra salud mental.
Jordi Corominas i Julián —En época de monstruos y catástrofes es la primera novela de una tetralogía. Explícame un poco el punto de partida.
Camille de Toledo —Imagino un peplum moderno, una ficción basada en nuestro tiempo.
J.C.J —Hablas de Peplum.
C.d.T. —Sí. Nuestro tiempo literario sucede justo después de la era del cine. Se siente su influencia y a nivel narrativo genera una forma que encaja con el modo de ver el mundo que tenemos en la sociedad de la imagen, con los europeos y su americanización fílmica.
J.C.J —Peplum como si asistiéramos a una gran producción del Hollywood de los cincuenta.
C.d.T. —Sí, pero más que nada es la idea de pantalla y todo lo que implica actualmente. Vemos el mundo a través de ellas. A través de mi literatura me gustaría pensar en el efecto de romperlas.
J.C.J —Por la ambiciosa extensión de tu proyecto, y naturalmente sin haber leído las próximas entregas, pienso de manera exagerada en una Recherche moderna.
C.d.T. —Bien, no creo, pero en caso de ser así seria Proust bajo el efecto de muchas anfetaminas, un Proust drogado y esquizofrénico.
J.C.J —En realidad la contraposición encajaría desde lo estilístico. La lentitud de Proust, con su era a punto de perder esa cualidad, contrasta con lo intenso y veloz de tu estilo, casi como si lanzaras descargas.
C.d.T. —El tempo es rápido porque va al son de lo descrito.
J.C.J —Que no deja de ser una metáfora de la gran farsa contemporánea.
C.T. —Se expresa la gravedad de la farsa. Pari’s es un calco esperpéntico de la París de verdad, del ideal que visualizamos de ella.
J.C.J —Lo que nos introduce en el concepto de parque temático, tan presente a lo largo de la novela.
C.d.T. —Es el destino de Europa, someterse a una forma general de Past-tertainment, un centro turista de entretenimiento que recree el pasado, parques temáticos urbanos que se fusionan con los lugares de la memoria como el parque temático de todos los genocidios, que Walt Disney en la novela quiere crear en los Balcanes.
J.C.J —Y la misma Pari’s es una especie de parque temático donde destacan varios poderes, en especial el de LWK. Leopold…
C.d.T. —Leopold, LWK, es un hombre vacío. Busca algo real que en principio no está a su alcance. Es un modelo de ser fragmentado. El último libro de la tetralogía se centra en una interpretación literal del método Stanislavski para crear un personaje. Imagínense una fábrica de personajes que serán educados desde la infancia para la ficción, La encarnación de una ficción en vida.
J.C.J —Aún así toma conciencia de la manipulación a la que es sometido en su realidad.
C.d.T. —Manipulación no es una palabra que usaría. LWK, durante el transcurso de la novela, toma conciencia de su cuerpo y de su realidad, pero antes se define como un hombre nuevo, que ha obtenido su identidad a la lotería.
J.C.J —¿Te inspiraste en algún personaje real?
C.d.T. —LWK se inspira, entre otros, en el Marqués de Sade.
J.C.J —Sí, eso indudablemente, pero me refería a alguna celebridad reciente.
C.d.T. —Sería un pornocráta al estilo de Hug Heffner, puede ser. Pero es importante entender que LWK no participa del mundo que ha construido, es su ascetismo lo que cuenta.
J.C.J —¿Y el rancho donde reside con toda su troupe una mansión Playboy?
C.d.T. —Algo parecido. Lo curioso es que tanto el rancho como la mansión Playboy son en su interior lugares de pesadilla.
J.C.J —Que sin embargo encierran mecanismos que buscan el placer de los consumidores.
C.d.T. —Crean juguetes para adultos, máquinas de juegos para eternizarnos en un goce infantil.
J.C.J —Otra forma de manipulación y control.
C.d.T. —Para eso sirven esos objetos. Imagina El Jardín de las delicias del Bosco. Es un parque temático de hace más de quinientos años. Hay toboganes que producen placer infinito. Una sensación de juego eterno entre el paraíso y el infierno. El título de la novela en francés es de hecho L’ inversion de Hieronymus Bosch. Ahora tratamos de evacuar la noción de pecado, la transgresión es un deber, lo prohibido es la norma y así se cumple la inversión de valores. En el siglo XX las Vanguardias y la contracultura la hicieron aceptable para la burguesía.
J.C.J —Entre la fauna que rodea a LWK, iniciales que me recuerdan a DSK, encontramos a Vincent Paul, un ejemplo de intelectual de nuestra época, nada comprometido…
C.d.T. —Es un intelectual que gradualmente se adentra en el servilismo. La teoría se pone al servicio de este “príncipe” del tiempo presente: emprendedor, coleccionista, millonario…
J.C.J —Y Vincent Paul sueña con ser el consejero aúlico del Príncipe de la Contemporaneidad.
C.d.T. —Y con su papel legitimar al Príncipe, como en el Renacimiento. El espíritu se supedita al mercado.
J.C.J —¿Hace mucho que escribiste En época de monstruos y catástrofes?
C.d.T. —En 2004.
J.C.J —Eso lo convierte por momentos en visionarios, desde los gases lacrimógenos hasta el aire que tiene a EuroVegas.
C.d.T. —Funciono como una esponja, soy permeable, dejo entrar el ruido, la información que me ofrece el presente y luego los traslado a los estratos. La magia es que el lector interprete el mundo barroco de las novelas como si fuera el presente.
J.C.J —Lo que se refuerza con las partes en cursiva, me recuerdan a un coro griego…
C.d.T. —Un coro trágico, chamánico y antiguo que se lamenta de quien carga a sus espaldas la gravedad de la farsa, pero también la esperanza de una metamorfosis.
J.C.J —Y es exagerado, como nuestro tiempo.
C.d.T. —Tiene una dimensión Rabelaisiana de desmesura, de época desbordada.
J.C.J —Que pese a su caos mantiene, al menos en la novela, un cierto maniqueísmo entre buenos y malos, aunque no se pueda afirmar que LKW y su poder sean precisamente progresistas.
C.d.T. —Es una cuestión clave. ¿Quién es la flecha del porvenir? Estamos en una época de ambigüedad del movimiento, que es la norma, de manera matemática. La movilidad ha sido absorbida por el sistema, que ha marcado un movimiento que permanece. Lo importante es saber qué dice la piedra. ¿Reacción? ¿Pudor? ¿Fundamentalismo? ¿O insurrección popular?
J.C.J —¿Todos?
C.d.T. —¡Sí, todos!
J.C.J —Volvemos al deseo como forma de control.
C.d.T. —Es el material del capitalismo, la matemática del deseo, lo expresó muy bien hace más de un siglo el economista Léon Walras.
J.C.J —Por las referencias que usas en la novela a veces pienso que en tu imaginario de finales del siglo XX París es el corazón y Viena la mente, espacios que En época de monstruos y catástrofes han perdido su esplendor para ser meras recreaciones del mismo.
C.d.T. —Y contrastan entre ambas. El Paris de finales del XIX centralizaba la creación cultural, lo que se contraponía al ejemplo vienés, mi mundo geopoético, con su hibridación austrohúngara.
J.C.J —La hibridación mitteleuropea como lo contrario a la tendencia actual de pensamiento único.
C.d.T. —Me gustaría que ese espíritu de Europa, la hibridación vienesa, fuera una nostalgia de lo que puede ser, algo a rehacer tras la ficción americana. La tetralogía es ficción de espectáculo. Me preocupa enlazar la historia del vértigo mitteleuropeo y enlazarla con el actual.
J.C.J —Casi una contradicción desde el recuerdo de Zweig, Freud, Schnitzler, Wittgenstein, Schiele, Loos, Roth y tantos otros.
C.d.T. —Y con la hibridación arrancar a la gente de la visión hipnótica de la ficción. Hacer que se liberen de ella, que la franqueen.
sábado, 5 de mayo de 2012
La muerte de Virginia de Leonard Woolf en Literaturas
La muerte de Virginia de Leonard Woolf, por Jordi Corominas i Julián
Leonard Woolf, La muerte de Virginia, Lumen, Barcelona, 2012
Traducción de Miguel Temprano García
The journey not the arrival matters, quinto volumen de la autobiografía de Leonard Woolf, se ha metamorfoseado en su edición española y se titula La muerte de Virginia. Lo que sigue podrá parecer un aviso para navegantes. Quizá lo es. Si esperan encontrar un detallado relato de los últimos instantes de la escritora de Orlando van desencaminados y pueden llevarse una decepción. La protagonista del volumen no es su idolatrada heroína, que si bien es parte fundamental del guión no lo centra porque su marido tuvo una existencia con brillo propio en múltiples facetas.
Por ello es una lástimas que nos debamos conformar con un solo tomo de sus memorias, concretamente el último, donde con 88 años el narrador recapitula con envidiable lucidez mientras nos deleita con una prosa elegante y sobre todo inteligente que alterna la confesión meditada con profundas reflexiones sobre su época.
Es en ese aspecto donde el libro teje su hilo, fluida madeja que se lee con fluidez, casi como si el autor conversara con nosotros sentado en la mesa de un café londinense, departiendo con naturalidad y la capacidad de virar el ritmo de la charla mediante un suspiro. El método nos transporta entre disquisiciones sobre la esfera pública y retales de privacidad, y en ambos casos el compromiso es la divisa predominante. Compromiso en el período previo a la Segunda Guerra Mundial, donde ya advirtió la amenaza nazi y la pasividad británica. Compromiso con su mujer, vínculo que hilvana las circunstancias y absorbe comprensibles atenciones derivadas de la enfermedad mental y la obsesión de un cerebro entregado a la literatura.
La crónica del lento y progresivo apagón de Virginia constituye un fragmento documental de suma relevancia donde el llanto es sereno, y ese aire es el que recorre toda la obra, que sin embargo cuando se adentra en los vericuetos de la Historia y los junta con la cotidianidad se alcanzan magníficas cotas poéticas. Un buen ejemplo sería el pasaje en que se describe la aparición de la guerra. Woolf sabe de lógica aplastante. El conflicto incendió la Europa continental desde septiembre de 1939, pero las ilas mantuvieron la calma hasta que Hitler decidió invadir Francia y el Benelux. Inglaterra era la siguiente en el tablero hasta que durara el pacto germano-soviético. Urgía cerrar la partida en el este. De repente, llegaron los stukas. Y así irrumpió la contienda en la Pérfida Albión, con el sonido de aeroplanos y su cálculo para desatar una orgía selectiva de bombas. Del silencio a la pesadilla. De la lentitud rural al ingreso del infierno en el paraíso.
El íncubo de Leonard exigía cuidados y las incursiones aéreas generaron paranoia en su comunidad, lo que añadió malestar a una situación harto complicada. Virginia se debatía entre la angustia de un vendaval novelístico en sus neuronas y la asunción de una inevitabilidad mortal sellada en el río Ouse. A lo largo de esos meses las explosiones se perpetúan en casas, negocios y corazones. Y el desastre duele, mueve las fichas y clama seguir adelante, mirando atrás para mejorar el presente.
Y el futuro siguió sonriéndole. Insisto. El adiós de su esposa no frena la heroica trayectoria multidisciplinar del ilustre viudo, incansable hasta su última hora. Hasta 1969 mantuvo un perfil público que le valió el experimento de una entrevista para la BBC que duró 24 horas. No de golpe, sino en bocanadas de ocho, como si en cada sección se abordase una minúscula porción de su frenética labor que incluyó mil desplazamientos para ir de un lugar a otro, de las comisiones parlamentarias a Hogarth Press, de la editorial al encuentro de sus amistades, tan distinguidas en lo intelectual que son un pasaporte para comprender el porqué de tanta sabiduría en Leonard Woolf, tanta y variada en un viaje donde nunca quiso que el tren parara en la misma estación.
viernes, 4 de mayo de 2012
Los huecos del durante en Panfleto Calidoscopio
Los huecos del durante
Por Jordi Corominas i Julián
Era negra noche en Roma y tenía el foro a mis pies. Lo contemplaba sentado en la piedra, cercana al Capitolio. En la lejanía las luces eclipsaban el rumor automovilístico, cancelado por mi concentración y una absurda conjunción de conceptos. Sonaba Murder Mistery de la Velvet Underground en mis conexiones neuronales, atraídas en el mismo instante por el templo de Vesta y una insinuación del Coliseo. Sin embargo, lo que excitaba mi imaginación a partir del delirio musical era la imagen de Escipión Emiliano llorando ante las ruinas de Cartago un día cualquiera de la primavera del 146 a.C.; sus tropas habían arrasado la ciudad enemiga para transformar en profecía la filípica de Catón el censor. Escipión no dejaba caer las lágrimas por piedad. Su llanto era de temor al futuro, cuando el esplendor de la República sucumbiría a la lógica de auges y decadencias de los mil y un Imperios que la Historia construye y deshace con suma facilidad en su eterno proceso.
Ha transcurrido una década y he recuperado ese fragmento congelado, un lienzo salido de la nada con el ilustre patricio lamentándose, ruinas al fondo y la psicodélica banda neoyorquina en su invisible flotar, exclusivo para mi ser. Ahora observo que la magia existía, pero con enormes defectos que sólo puedo atribuir a la educación occidental, que privilegia memorizar conclusiones rimbombantes y no los durantes, más humanos y dotados de una poética que quiebra la norma mnemotécnica de fechas, nombres y batallas para privilegiar minúsculas facciones que ya no volverán, desde la nimiedad de una urgencia miccionadora de Napoleón con las botas atendiéndole en el campamento hasta los retoques en el espejo de Marylin Monroe en el espejo, preludio de su ocaso con el happy birthday al presidente Kennedy.
Mi mapa esta hermanado con Google earth añadiéndole otros componentes. No sólo registro lo físico, voy más allá y desde el lugar bifurco la ruta o penetro en sus capas más recónditas. El desconsuelo de Escipión se rodea en el escenario marcial de legionarios a los que Polibio no quiso dotar de la solemnidad del jefe, hombres acatando órdenes y dejándose llevar por la orgía de sangre y fluidos, primitiva compensación en el incendio, donde ligeras excepciones respiran hondo y alucinan, como si su vida pasara por delante y la barbarie erigiera una frontera, verdadera encrucijada de salud mental. Quinto agarra su espada y se escabulle en el compadreo con un centurión, bebe agua y en el horizonte divisa a Escipión, la mano en el mentón, cabizbajo y exhausto con el calor subiéndole por las mejillas como consecuencia del calor de la pira exterminadora.
Pulso otro botón. A la misma hora de la masacre norteafricana, en Roma la normalidad se lleva su rutinaria palma. Una niña de rancio abolengo lee a Plauto en el jardín de la villa que su hermano recibirá en herencia del senador, padre feroz en la curia y cariñoso en el hogar que susurra al oído las novedades de la semana a su amante. Está intrigado por el retraso de los mensajeros, obligados a ralentizar su misión por culpa de las inclemencias meteorológicas propias de la estación. El estruendo tunecino no llegará a la incipiente capital del Universo hasta que las postas recobren su habitual precisión. Las pescaderas han rebautizado el género para dar ánimo a los valientes que han abandonado la península itálica para culminar el barrido. Una abuela desdentada coge la merluza Aníbal, pregunta el precio y congrega la atención con su remembranza de un clásico familiar: el jueves arcaico en que su padre, un veterano de la Segunda Guerra Púnica, la agitó en sus brazos, reconociéndola como su hija, a la que no habíha visto por servir a la Patria.
La odisea de la soldadesca romana cubre huecos que detectamos hasta en China con los hallazgos arqueológicos que verificaron un asentamiento romano en Oriente. Saltamos un siglo y cambiamos fenicios por persas. Carras, Craso, imitaciones de Alejandro Magno y el hedor del 53 a.C. y su firma de un devenir funesto, con duelos fraticidas a la vuelta de la esquina. Los diez mil fracasados que cedieron sus águilas a los partos son víctimas de una amnesia de dolor, ficticios prisioneros que darán con sus huesos en los confines de la dinastía Han. ¿Cómo alcanzaron tan anómala meta? ¿Vagaron encadenados hasta su bendito ostracismo? ¿Montaron su campamento desde la servidumbre? ¿Fueron conscientes de estar en sus antípodas?
Cuatro centurias después otra efeméride nos aproxima al quid de la cuestión. Corría el año 361 de nuestra era y Juliano el Apóstata había osado aceptar la púrpura en París, lo que violaba el incontestable trono de su primo Constancio, célebre por ser el más visible por su invisibilidad. Visitó la Urbe en una sola ocasión y se mantuvo hierático a lo largo de su desfile para no desmerecer su fama. Ahora el mequetrefe pagano, el barbudo hereje le obligaba a concentrar a la flor y nata de su ejército, menos curtido que el de su oponente, para dilucidar en alguna geografía europea con tintes asiáticos la suerte del cetro.
Clío no quiso escribir la página del envite. Constancio falleció en el camino justo cuando Juliano se maravillaba al toparse con un villorrio donde los aldeanos afirmaban sin atisbo de duda que el Emperador no era otro que Augusto, fenecido trescientos treinta y siete años antes, en el 14 después de Cristo. La parálisis cronológica obedecía al estatismo de las manecillas, que aún vislumbrábamos en los noventa con el anuncio de ¿Y el Madrid,ha ganado la copa de Europa? La montaña, la desconexión y la velocidad en saber las cosas. Campanas en la Edad Media. Locomotoras decimonónicas. Telegramas del Novecientos y correos electrónicos en la actualidad. Siempre he deseado creer que hay zonas del globo que nunca hemos pisado, residuos sagrados de la ignorancia, pero ése no es la vía que quiero tomar. Una hipotética reflexión de estas líneas derivaría en un discurso literario sobre si los agujeros que nos brinda la Historia se deben rellenar con ficción en la novela. Cada uno puede hacer lo que le parezca. En prosa falsear es, por mucho arte que contenga, lo más o menos verificable es un atentando. La poesía puede permitírselo por su lirismo, que da barra libre para fantasear y rescatar episodios que no figuran en pergaminos del desierto.
En las biografías echo de menos una narración que consiga dar con la tecla de una espontaneidad que no se aferre a la obra. Sí, hay amores y encontronazos, pero la frialdad prevalece, como si olvidáramos a Virgilio preparándose para la siesta junto a su inseparable Horacio o a T.S. Eliot dialogando con Groucho Marx, como si lo científico despreciara la chispa. Tal crítica es contradictoria en nuestra época, donde lo sintético predomina y lo breve se mide desde el ahorro temporal. Pecadores, dinamiteros de fast food. Al fin y al cabo la gran frustración es soñar despierto con la totalidad, paradoja que me mantiene con la esperanza de captar pedacitos que no hagan fútil la condena de los segundos.
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jueves, 3 de mayo de 2012
La memoria, los agujeros y el hueco en Panfleto Calidoscopio
La memoria, los agujeros y el hueco
Por Jordi Corominas i Julián
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En los últimos tiempos he cogido gusto calidoscópico a los elencos. Permiten la síntesis, tapan defectos y desarrollan un análisis somero de cuestiones que de otro modo se convertirían en un tostón integral. Al reflexionar sobre los agujeros mi mente ha rechazado lo obvio, adentrándose en una espiral que alterna memoria, calle y sensaciones cotidianas que al instalarse en la rutina parecen banales sin serlo. Escribo en una tarde de domingo soleado. Lo ideal sería irse a pasear, pero llevo dos meses con una cita pendiente en mi documento de word, y eso ya de por sí demuestra una carencia personal que resume el reloj. ¿Puedo subsanarla? Lo intentaré. No prometo el cielo, sólo navegar por el vacío en un intento de llenarlo con palabras.
La primera estriba en el pasado y lo borroso de la memoria infantil. La única imagen que retengo de una tarde de hace mil años es un campo árido, una especie de pozo y mi primo sangrando a borbotones por haberse introducido en el misterio. Servidor reía y mi abuela ejercía su lógico papel adulto regañándome por mi osadía. Vocablos, el sol y nada más. Si ahora me preguntaran donde estaba el terreno no sabría responder, y tampoco creo que la magdalena de Proust arreglara el embrollo.
En cambio hay jornadas, pocas, que uno retiene a la perfección. Tengo una sana obsesión por captar detalles, y a veces dos ojos no abarcan la inmensidad, por lo que una cámara fotográfica ayuda a congelar los minutos para introducirlos en nuestro cerebro. La moraleja del asunto, conservada en carpetas digitales, es que la distancia no es el olvido, sino nuestra inactividad. La pérdida radica en lo muerto. Lo vivo tiene bula en nuestros archivos y siempre resucita.
Algunos dirán que la última afirmación es más bien discutible y otros la asociarán con los elefantes y su asombrosa capacidad, sin que nadie haya hurgado en su interior, craneal. Sí, mis ficheros rebosan, lo que no impide el lamento por una tara que antes juzgaba imposible. Cuando era más joven no tenía dudas de mi cronología personal. La precisión marcaba el orden de eventos y me carcajeaba al leer en entrevistas las cavilaciones de famosos sobre su obra pretérita. Desconocía que el cansancio afecta la solidez de la propia información. Envejecemos, aislamos la minucia y privilegiamos lo concreto.
Aún así tengo suerte al querer abrazar la totalidad en el paseo a sabiendas de la utopía que planteo, lo que aumenta el desconsuelo del agujero. Una noche de sábado en Barcelona recorrí más de diez kilómetros del mar a mi casa. En el camino destacaban las ventanas cerradas en contraste con su contrapartida abierta y lumínica. Lo cerrado se metamorfoseó en agujero quimérico. La música y algún cuadro colgado en la pared incitaban mi ansía de conocimiento mediante esos retales dispersos alimentados con el débil sonido de tuberías, camiones de limpieza y los pasos de otros transeúntes ensimismados. No gozamos del poder ubicuo de penetrar en moradas ajenas, ni tampoco del acceso al aburrimiento de lo clausurado por rigor horario. Los bares muertos de asco a las seis de la mañana. Las habitaciones de hotel que atienden la llegada de amantes, un suicidio o la simple repetición del péndulo viajero de rostro multiforme controlado en recepción.
En un albergue de Praga generé un enorme hoyo por mi empecinamiento adolescente en consumir botellas de vino blanco en el Hall del establecimiento. A las tantas desistí, me dormí en el ascensor y aterricé en mi cama de puro milagro. Las lagunas venecianas causadas por ingestas masivas de alcohol son un suplicio del remordimiento. No importa si son de cinco minutos o seis horas. Tememos lo peor por Murphy y el miedo a nuestro inconsciente, que pese a todo no suele traicionarnos con épicas barbaridades que aparcar en un abismo del cajón.
Venecia también es, hasta cierto punto, la esperanza de redención para las brechas. El palacio ducal contiene en su belleza el oprobio del plomo, vocablo que designaba sus famosas prisiones, prodigio de tortura y seguridad para la época. En 1756 Giacomo Casanova agrandó su mito al perforar su techo y escapar, lo que le costó diecisiete años de exilio que usó para vagar por media Europa y rubricar una y otra vez su extraordinario genio con embuste, seducción y excentricidad con copyright de primer hombre moderno, lo que reflejan sus interminables memorias, una joya que sólo llegó a España en una edición digna a finales de 2009 en la que puede observarse cómo a veces el diccionario es injusto con lo pretérito.
Casanova era astuto y se granjeó una más que notoria fama con las mujeres. Retozó con más de un centenar, y tanta testosterona ha enterrado en una fosa común sus virtudes literarias, pioneras en describir lo exterior desde el yo y anticipar lo novelesco con un estilo que exalta lo individualista integrándolo en el espacio, foco central para comprendernos y desestimar pretensiones de exclusividad para con lo que nos rodea, factor que entendió de otra manera Kant con sus caminatas de metrónomo en la actual Kaliningrado. Sus ojos asimilaron el entorno hasta desnudarlo de lo superfluo, actitud compartida un siglo más tarde por el arquitecto Adolf Loos, quien a falta de filosofía lo exhibió con una rotunda provocación que derrotaba la cursilería austrohúngara delante del Palacio Imperial.
Su sastrería Goldman&Salatsch desafía al mismísimo Hofburg de Francisco José, Sisí y la multiculturalidad de la corona. El adorno es delito, cubre agujeros con voluntad de acumular en un atentado contra lo prístino que suele vencer en eras de penumbra, desde la Edad Media hasta el barroco. La desnudez de los muros vieneses era una inminencia de defunción que la Primera Guerra Mundial certificó.
Una hermosa canción, la quinta del Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, es Fixing a Hole. En ella Paul McCartney rebosa su habitual optimismo a partir de un pequeño acto del día a día: arreglar un desperfecto en su granja escocesa. La lluvia que fastidiaba el suelo es una metáfora de los pájaros que infestaban a muchos que por ir a la última no se enteraban de la misa la mitad, seres alienados que rehúyen la simpleza porque desde su óptica no tiene mérito ni glamour. A veces los límites nacen por no aceptar lo esencial, y ahí surge el mayor agujero que a todos atormenta, la soledad, bestia que no se reduce con cháchara y tristes estruendo. La perfección huele a imperfección y el exceso desorienta. Lo catamos con la información y su frenesí aniquilador de la armonía, y en nuestras vidas lo que desborda es la velocidad y un engaño colectivo que envenena cada porción del pastel hasta lograr que el círculo suene hueco en su plenitud.
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