jueves, 29 de octubre de 2009
Looproject Halloween, 31 de octubre en La Cova de les Cultures
El 19 de septiembre inauguramos nuestro proyecto de festival experimental Looproject,una apuesta por grupos emergentes que no siguen los cánones habituales en música y poesia. Quedamos contentos con el debut, pero mejorar es avanzar y crecer y por eso os presentamos un extraordinario cartel para Halloween en La Cova de les Cultures.
El evento se dividirá en tres partes; en la primera, a partir de las siete de la tarde, Chenaski Dj pinchará mientras disfrutamos de un aperitivo entre vinos y otras delicias preparadas por los chicos de la cova. Cuando el intrépido súbdito de her majesty terminé con su labor en los platos iniciaremos los conciertos con tres grupos de aupa.
1) Sexy Beer: f you don’t live in Barcelona, you probably don’t know about Sexy Beer, as in, Sexy Beer, the band. If you’ve been to Barcelona and spent some time drinking in the streets, you may know about “sexy beer”, as in the words the people who sell beer in the streets use to sell you beer (along with “cerveza beer”, “sexy beer, my dear”, and “esta muy fría”). It’s quite Barcelona, and us here tend to love it. In naming the“skiffle” band formed with Ben Paddick (guitar), Anna Morley (vibraphone, violin, melodica, harmonica), and Nathan Moomaw (ukelele, saw, voice), we turned to the purveyors of convenience who happily provide beer to the thirsty masses that inhabit the hot streets at all hours of the night.
2) El ataud del contorsionista: El Ataúd Del Contorsionista es el proyecto en solitario de Alberto Arellano, músico , realizador y diseñador.
La idea base del proyecto era concretar unas canciones que venian desde lo mas lejano de uno mismo mediante instrumentos y ambientes analógicos.
Recurrir a elementos acústicos como guitarras , metalofonos, violoncellos y percusiones.
Alberto Arellano toca la guitarra acústica, canta y escribe los textos hoja de ruta de las canciones.
En el proyecto colaboran Frank Rudow (Ex-Manta Ray ) que aporta la experiencia tras muchos años sobre los escenarios mas independientes de Europa asi como
su gusto por la sencillez y al mismo tiempo tiempo arriesgadas percusiones y baterias.
Pau de nut incluye las cuerdas tocando el Cello en casi todas las canciones.
El primer disco de esta formación ( Obstáculo uno ) esta en fase de mezcla y pronto vera la luz.
La grabación y mezcla del Albúm esta a cargo de Frank Rudow.
Diez Canciones que espero que no pasen indiferentes a los oidos de la sensibilidad.
3) Loopoesia:
Formación:
.- Dirección artística i poesía: Jordi Corominas i Julián
.- Dirección artística y música: Neill Higgins
.- Poesía automática, armonías y performance: Jean Martin du Bruit
.- Mezclas musicales, armonías y performance: Anónimo toledano
.- Bailarina del interludio: Bettina Diamond
Explicación y partes del proyecto: Loopoesia nace a partir de una idea de Jordi Corominas i Julián, empeñado en musicalizar sus suites poéticas, composiciones enlazadas que se prestaban a ser acompañadas de melodía. Corominas se puso en contacto con Neill Higgins y ambos se pusieron manos a la obra para grabar los poemas y encajarlos con la composición musical. En el escenario vemos un hombre enmascarado con un traje sesentero y un tigre encorbatado vestido de negro. Les acompañan imágenes icónicas de varios personajes y dos piernas, una de ellas con un tridente. En sus primeros shows mostraron solamente la que ahora es la última parte del espectáculo. Su duración es de 40 minutos y se divide en tres partes. En la primera de ellas, la balada del delineante ( http://www.calidoscopio.net/2009/03Marzo/Letras21.html) empieza el espectáculo y los dos performers armonizan, mientras el anónimo mezcla la música con las poesías y Jean Martin du Bruit escribe poesía automática en un bloc; finalizado este trecho se inicia el interludio, donde prosiguen las constantes del show junto al baile de Bettina Diamond, artífice del delirio compositivo con riffs de guitarra, música psicodélica, Jean Martin cantando, sinfonías,etc…la tocata y fuga de Bach sirve de pistoletazo de salida para las Nocheviejas del Patriarca (http://www.calidoscopio.net/2008/06Julio-Agosto/Cine11.html), final donde se intensifican las imprecaciones a Carmen (la poesía) e Isabel la Católica y se decapita a la desagradable muñeca fascista que acompaña a los héroes loopoéticos.
La tercera parte será cuando suenen las campanas de medianoche en forma de Ipod party. ¿Qué es? Muy simple, habrá un Ipod y la gente que quiera pinchar podrá hacerlo durante diez minutos hasta las tres de la madrugada.
Lugar del evento: La Cova de les Cultures
Carrer de l'Angel 12 (Metro Fontana)
A partir de las 19 horas
No socios: 7 euros
Socios: 4 euros
Loopoesia es amor
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miércoles, 28 de octubre de 2009
Trilogia y cierre: Nocilla Lab de Agustín Fernández Mallo en Revista de Letras
Trilogía y cierre: Nocilla Lab de Agustín Fernández Mallo por Jordi Corominas i Julián
Nos han
malacostumbrado
a creer en la unidad
a través de la línea recta.
Los enlaces se descubren al pasar página.
( Jean Martin du Bruit en una iluminación romana)
El marciano Jandepora aterriza en la Península Ibérica poco después de la completa aniquilación de la especie humana. Camina centenares de kilómetros mesetarios hasta que el desierto le regala un pequeño reducto con páginas esparcidas, zarandeadas por el viento. Coge una y lee un cómic donde Enrique Vila-Matas y Agustín Fernández Mallo permanecen sentados en la mesa de una plataforma petrolífera. ¿Eso es todo? No.
Jandepora busca más folios que puedan servirle de referencia, quiere entender las motivaciones de esos dos señores aislados. La imagen merece un comentario. En la parte final de Nocilla Lab se produce la unión de los dos escritores que simbolizan la primera década del siglo en nuestro país. Enrique Vila-Matas fue el referente en la época de la opulencia, cuando la cultura bailaba un son autoreferencial que en las letras volaba por confines metaliterarios. Con Agustín Fernández Mallo, presente desde 2001 con su poemario Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus, la novela española se renueva sin que ello signifique la revolución planetaria que algunos pretenden. La estructura fragmentaria y la transversalidad adquieren su razón de ser a partir de la aparición de Nocilla Dream y se consolidan en la segunda entrega de la trilogía, Nocilla Experience. Quien escribe se quitó el sombrero al descubrir el fenómeno, disfrutó con las partes que llevan al todo y reafirmó su opinión con Postpoesía, ensayo donde el gallego hilaba fino al trazar con tino y precisión las necesidades de nuestra lírica en su intento de no sucumbir a un más que previsible anquilosamiento.
La gran duda era comprobar la estructura de Nocilla Lab. Abrimos el libro y procedemos a la lectura. Una cita física y una musical. Nada nuevo bajo el sol del uso de inspiraciones que vayan más allá de la literatura. No es moco de pavo. Primera parte. El monólogo interior genera preguntas al estar repleto de pistas que por fuerza conducen a un significado. Las repeticiones y la constante alusión a las Azores parecen excusas ante la mención al proyecto guardado en una funda de guitarra Les Gibson. Agustín circula por Cerdeña con una señora aficionada a comprar muchas bragas. La Coca-cola es única, no tiene dualidad porque nació sin antecedentes, es una excepción oculta, que flota entre bares obreros, referencias autobiográficas y el viaje por la carretera isleña. Una frase de Ginsberg cierra el primer tramo del recorrido y con motor automático nos adentramos en una broma y el destino. El autor vuelve a lo fragmentario de manera irónica, como si se burlará de su yo a la espera de cruzar confines prohibidos. Reposa en un camping y el aburrimiento le lleva a configurar un mapa de sonidos del establecimiento hasta que sucumbe a la acción y guía su automóvil hacia una reiteración clave. Penitenciaría de la República Italiana. No pasar. Las ruedas cruzan el umbral por voluntad de traspasar límites y abrazar lo desconocido. Lo carcelario se ha vuelto un establecimiento agroturístico regentado por un extraño individuo que resulta ser, inevitable conclusión ante tanta redundancia, el doble de Agustín Fernández Mallo. La lucha se hace inevitable y el combate será épico. La acompañante, como sucede con Sandra en L’avventura de Michelangelo Antonioni, se esfuma. Asistimos al combate de la disolución, muerte de la trilogía para permitir que el aire, después de tanto parloteo sobre los libros, adquiera otra textura propicia para una respiración deseosa de expresarse con vientos insólitos, desprovistos de crema, cacao, avellanas y azúcar. Agustín aniquila a Agustín. La soledad es un pasaporte para el futuro.
Disolución y desaparición tendrían que ser siamesas. La tercera parte narra el cataclismo, el abandono absoluto y la putrefacción. En latín, así nos lo dice una de las partes de este sector con tipografía distinta al resto del volumen, residuo es lo que no deja avanzar, lo que detiene cierta maquinaria intrínseca a la vida. Desde otro punto de vista la herencia tiene la misma materia y ese lastre del pasado clama cerrarse por acumulación. La naturaleza invade la antigua prisión, invade y condena al ansiado vacío, la nada y el mañana bañado en apuntes de otros escritores opinando sobre el difunto Agustín Fernández Mallo, penúltimo eslabón de su raza, hombre fallecido para que las compuertas no se oxiden. Aun así, pese al grito permanente hacia la vía de escape, el texto sigue con el típico tono de las anteriores entregas, una escritura que en ocasiones se congela dentro de un pensamiento envolvente, el artificio detiene relojes, como si las palabras fueran fluidas y pesadas, una canción del Moon Safari en su versión literata.
Otro Agustín Fernández Mallo, superviviente de la contienda, avanza hacia la playa. Está dibujado en un cómic de Pere Joan, sorprendente epílogo con una zodiac que lleva al héroe hacia una plataforma petrolífera. Ya sabemos quien le espera. El hombre que escribiendo quiso desaparecer, Pasavento en persona como apóstol de la reinvención para progresar y no vivir enclaustrado en una jaula demasiado hermética. El punto y final de la trilogía es una viñeta carente de diálogo. Se ha dicho todo y el yo que observa como sus criaturas escritas entre 2004 y 2005 han avivado debates novelísticos quiere pasear desde otras perspectivas mientras críticos y lecturas se plantean si las tres nocillas permanecerán o serán consideradas un caso insólito con visos de convertirse en anécdota, un oasis en un desierto sin excesivas alteraciones o el iceberg que hundió un Titanic. Nadie puede ofrecer una respuesta. A bote pronto la evidencia del murmullo positivo indicaría que la huella es lunar. Cruzar una autopista en construcción y vislumbrar perfección desde lo inacabado que algún día tendrá forma finita. Todos somos Jandepora, pero si hemos leído la apuesta del físico poético sólo podemos agradecer que haya soplado un poco de brisa propugnadora del cambio. Es estéril comentar sin actuar y la experimentación siempre es bienvenida al ser una casa posible por la que muchos pasan de largo sin siquiera llamar al timbre. Hacerlo es valiente, tiene sentido y en un microcosmos limitado y ombliguista puede activar determinadas palancas útiles, que como mínimo inciten a la reflexión sobre la literatura y la continua transformación de sus engranajes y contenidos.
http://www.revistadeletras.net/trilogia-y-cierre-nocilla-lab-de-agustin-fernandez-mallo/
lunes, 26 de octubre de 2009
Buena noticia: sección semanal en la hora L de Radio Barcelona-Cadena SER
A los 15 años era un embobado de la radio. Desde entonces siempre me ha acompañado y he disfrutado como un loco cuando me ha tocado participar en las entrevistas de algun programa. Su dinamismo y lo instantáneo de las ondas me hipnotizan lo que espero que no suceda mañana a partir de las 13.06 minutos cuando debuto con una sección semanal sobre crónica negra en la Hora L de Radio Barcelona-Cadena SER en el 96.9 de la Frecuencia Modulada.
El primer caso a tratar es obviamente el de Carmen Broto, asesinada el 11 de enero de 1949 en Barcelona. Ya dimos buena cuenta del caso en el blog, por lo que espero que la experiencia radiofónica le de otros matices que os ayuden a entender mejor la complejidad del asunto.
Hora L- Cadena SER-Radio Barcelona 96.9 FM
Cada martes a partir de las 13 horas 5 minutos
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Juan Marsé
jueves, 22 de octubre de 2009
19 y Gertrude Stein en Calidoscopio
Por Jordi Corominas i Julián
La barba del abuelo era dura y tiesa.
Motivo de su quinto divorcio en forma aviesa.
(Anuncio norteamericano de navajas de afeitar)
Podrían ser 2, o 4, o 48948494849, pero elegí 19 porque es un número primo y sé que a Gertrude Stein (1874-1946) le gustaría en su obsesión por asesinar lo decimonónico. Fue una pionera en inventarse su personaje y transmitirlo a los demás, que desde un primer momento la consideraron una visionaria tanto por su infumable estilo literario como por su atinada visión para con el cubismo. El siguiente artículo no pretende sentar cátedra de tanta vida, sino simplemente mostrar algunos retales que permitirán entender al lector lo fascinante de una agitadora instalada en una butaca en algún lugar de Francia, preferiblemente París.
1. Gertrude y su ego: Creció a caballo entre América y Europa y pese a tener unos padres incultos, y cargados de dinero, logró adquirir un envidiable bagaje mediante su extrema voracidad, compartida hasta 1913 con su hermano Leo, un neurótico empedernido que descubrió, entre otros, a Henri Matisse y a un tal Pablo Picasso. Gertrude era lesbiana y vivió desde 1908 con Alice B. Toklas, quien desde un principio la consideró un genio y se entregó a su causa como esposa devota y servicial. La Stein opinaba que ser un genio es muy cansado y en ocasiones tienes que pasar muchas horas sin hacer nada. Era imprevisible y así cimentó su encanto.
2. Pablo Picasso: Congenió con la norteamericana desde un primer momento, y sólo dejaron de hablarse durante un año, sin que ambos supieran muy bien el motivo. Para justificar su amistad Gertrude decía que cuando un ser humano existe en relación al mundo más que consigo mismo se aproxima al genio. Se tuteaban y su relación pasó a la historia del Arte por el amor que ella sentía por los lienzos del malagueño, quien pintó su famoso retrato de Gertrude Stein entre 1905 y 1906 tras noventa sesiones en el Bateau Lavoir, donde posaba sentada en un viejo sillón destartalado al que le faltaba una pata. El pintor le decía que no la veía cuando la miraba y la famosa máscara cubista que engrandece la obra fue siempre del gusto de su propietaria: “Para mí, ésta soy yo, y es la única reproducción de mí en que siempre soy yo”.
3. Henri Matisse: Fue quien primero prendió la mecha de la nueva pintura y así lo captó Leo Stein, enamorado de la obra del maestro al igual que su hermana Sarah. No sabemos si fue por contraposición, pero Gertrude no lo adoraba en exceso, si bien propició el encuentro con Picasso, y aún menos a su esposa, a la que describió en su Autobiografía de Alice B. Toklas como una mujer morena muy recta de cara larga y una firme boca que colgaba flojamente como la de un caballo.
4. Juan Gris: Stein quedó prendada de sus cuadros y esperó en vano el éxito para su amigo: la muerte le sorprendió antes de poder saborearlo como merecía.
5. Rue Fleurus 27: Residencia de Gertrude y Alice en París hasta 1937, cuando el propietario de su apartamento les instó a mudarse porque necesitaba la casa para su hijo. Fue su guarida, el hogar donde los sábados adquirieron condición mítica por las cenas que organizaban, donde se reunía la flor y nata del París, en su mayoría extranjeros, pues Gertrude aprendió poco y mal el francés. Ella ejercía de marido y disertaba con los hombres, dejando el papel femenino a su querida amiga y amante, quien con el paso del tiempo logró voltear la tortilla desde su teórica sumisión, factor que en ocasiones, si se aplica con sutileza y conocimiento, puede decantar la balanza entre cocina, saber estar y amor, mucho amor.
6. Sylvia Beach: Abrió la extraordinaria librería Shakespeare and Company en 1919 y Gertrude fue la primera escritora estadounidense que la visitó, llegando a escribir un poema, Rich and poor in english, para estimular a la comunidad anglosajona a suscribirse al nuevo negocio. Sylvia pensaba que su compatriota no tenía interés por los libros, sólo por los suyos. De 1920 a 1922 su lesbianismo compartido logró, unido a la fama de Stein entre los visitantes norteamericanos en París, que su amistad se mantuviera a flote hasta que la librera editó el Ulises de Jaime Joyce. En 1940 tuvo la gentileza de pasar tabaco desde Suiza para satisfacer el vicio de Alice B. Toklas, fumadora recalcitrante.
7. James Joyce: Dos egos inconciliables. Gertrude afirmaba que la gente que huele a museo es aceptada y la nueva no lo es. Al considerarse la renovadora de la literatura contemporánea envidiaba el sufrido éxito del irlandés errante. Coincidieron en una ocasión, les presentó Sylvia Beach y entablaron un brevísimo diálogo. Ella le dijo después de tantos años, él respondió que siempre les vinculaban, la Stein siguió con la coincidencia de vivir en el mismo barrio y ante el mutismo de Joyce se giró para proseguir su verborrea con un californiano.
8. Ezra Pound: Se conocieron en casa de una amiga y Pound habló de grabados japoneses y de T.S. Eliot. Gertrude lo consideró un charlatán pueblerino, sobretodo cuando en otro encuentro en su casa se cayó de una silla y rompió la pata trasera. Fue el fin de su relación, pues, pese a resultarle simpático a Alice, no volvieron a dejarle entrar.
9. Ernest Hemingway: Se entendieron a las mil maravillas hasta provocar los celos de Alice, confirmados por una carta de Hem donde afirmó querer follársela, si bien la epístola es de 1948 y puede ser una machada del ilustre escritor. Gertrude sentía debilidad por sus ojos apasionadamente interesados, más que interesantes, y el autor del Viejo y el mar veía a la gran mujer como un ángel de hermosas pupilas similar a una campesina friulana que con el agriarse de la relación se convirtió en un emperador romano que percibía a su antiguo protegido como un homosexual reprimido. Se reconciliaron brevemente al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
10. Francis Scott Fitzgerald: Se conocieron a través de Hemingway justo después de la publicación de El gran Gatsby y ella lo comparó con Thackeray; toleraba sus borracheras hablándole normal y alabó Al este del Edén pese a considerar que aún podía dar más de si y escribir algo más grandioso. En 1932 Fitzgerald le envío un ejemplar de Suave es la noche en el que escribió de su puño y letra si finalmente su nuevo libro era el había pedido años atrás, cuando París era una fiesta.
11. Sherwood Anderson: Creía en lo pionero de la obra de Gertrude y ayudó decisivamente a su amiga con su prólogo de la edición americana de Geography and plays. Fue de los pocos que resistieron en el círculo dorado de la gran dama, seguramente por vivir a más de nueve mil kilómetros de distancia.
12. Monsieur Pernollet: Descendía de una familia de chefs y poseía un Hotel en Beley, en el Valle del Ródano, donde Gertrude y Alice pararon en 1924 durante una visita a Picasso en Antibes. Pernollet acuñó la expresión une generation perdue al estar convencido que los hombres se volvían civilizados entre los dieciocho y los veintiséis años de edad, lo que no pudieron catar los combatientes en la Primera Guerra Mundial. Gertrude se la repitió a Hemingway y el resto es historia.
13. Paul Bowles: Nuestras amigas se enamoraron del Valle del Ródano y en 1928 vieron una casa en Bilignin. Estaba alquilada a un oficial francés, y dicen las malas lenguas que Gertrude movió sus influencias para conseguirle un ascenso en el extranjero. Consiguieron su objetivo y se instalaron en la finca en la primavera de 1929. En 1931 les visitó el joven Paul Bowles, a quien Gertrude llamaba Freddy porque pensaba que ese nombre le iba mejor que Paul. El pobre convivió con ambas y padeció los ejercicios matinales a los que le sometía su anfitriona, consistentes en hacer correr al perro Basket para que se secara. Asimismo Gertrude aconsejó a Bowles irse a Tánger, decisión capital en la vida del escritor.
14. Cecil Beaton: Se alojó en Bilignin con Francis Rose justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Un día salió a pasear, harto de estar encerrado. Llovía y los senderos eran un laberinto en miniatura. Se perdió y halló refugio en una casa donde estaban asustadísimos por la inminencia del conflicto. Gertrude y Alice salieron en su búsqueda y dieron con él después de aporrear el claxon y gritar su nombre. ¿A quien le importa la guerra si hemos perdido a Cecil Beaton?
15. Los automóviles: Gertrude aprendió a conducir en el taxi de su amigo William Cook. Le gustó la experiencia y en 1917 pidió una camioneta Ford con la que recorrió Francia durante la Primera Guerra Mundial distribuyendo provisiones hospitalarias. Nunca supo permanecer en un carril ni a dar marcha atrás y sus conocimientos de mecánica eran nulos, por lo que siempre pedía ayuda a cualquier hombre, como si estos fueran consumados expertos en mecánica. Aprovechó con fruición sus posteriores automóviles para escribir en su interior, y no penséis en coches repletos de letras, ya me entendéis.
16. España: Alice era una fanática de nuestro país, visitándolo con Gertrude en varias ocasiones e instalándose en Mallorca durante los primeros meses de la Gran Guerra. En Burgos confundieron a nuestra protagonista con un sacerdote y la gente le pedía limosna. Según la Toklas no hay melón como el español.
17. La fama: Los carteles luminosos de Times Square anunciaron su llegada a Nueva York. Cómo si no lo supiéramos, dijo Alice. Gertrude adquirió renombre mundial en 1934 con la publicación de Autobiografía de Alice B. Toklas, única obra que escribió con puntuación ortodoxa. Ansiaba la fama y al lograrla se sintió satisfecha por hacer feliz a los demás, aunque también compadeció a sus amigos que no la alcanzaron en vida.
18. Pierre Balmain: Su madre tenía una tienda especializada en Aix en Provence y Gertrude le compró pañuelos de seda y medias de lana, sus preferidas. Durante la Segunda Guerra el futuro diseñador de moda solía pasar por su casa para dejarles agujas de zurcir y algodones, además de diseñar la ropa de las dos americanas, quienes le ayudaron a lanzar su primera colección en París.
19. Estados Unidos: Tuvo una relación contradictoria con su país natal. No lo pisó en 31 años, aunque en su retorno en 1935 fue agasajada e idolatrada. Ella se lo pasó en grande y mostró siempre su amor a las barras y estrellas, emocionándose especialmente durante los dos conflictos bélicos que asolaron Europa en la primera mitad del siglo XX, cuando los soldados americanos la visitaban en su casa, como si fuera una atracción turística. En 1944 habló por radio para toda América: “Fue una época maravillosa fue larga y fue desgarradora pero cada día la volvía más larga y más corta y ahora gracias a la tierra que me vio nacer y a la tierra que me adoptó somos libres, viva Francia, viva Estados Unidos, viva las Naciones Unidas y por encima de todo viva la libertad, estoy en condiciones de deciros que la libertad es lo más importante del mundo más importante que la comida y la ropa más importante que cualquier cosa en esta tierra mortal, os lo digo yo que pasé cuatro años con los franceses bajo el yugo alemán.”
Que quede claro mi ausencia de responsabilidad para con su puntuación. ¿Vale? ¡Viva Gertrude!
http://www.panfletocalidoscopio.com/2009/07Septiembre/Letras08.html
lunes, 19 de octubre de 2009
Hacia la genésis de Alice en Calidoscopio
Un paseo por la génesis de Alice in Wonderland
Por Jordi Corominas i Julián
Hoy es sábado 5 de septiembre de 2009 y llevo más de tres horas intentando encontrar las palabras para empezar este texto sobre Lewis Carroll. No es miedo a la página en blanco, y tampoco creo que mi dificultad se deba a una extraña sensación que recorre mi cuerpo. Probablemente el bloqueo venga del reto, de la magnitud de hacer entender al lector la primera parte de la vida de un hombre demasiado lejano a nosotros con la virtud de poseer una imaginación que anticipó perspectivas que sólo el siglo XX plasmaría con matices más rotundos. Charles Dodgson emergió en la Inglaterra victoriana, y es muy posible que el contexto histórico determinara su genio. Las épocas represivas maquilladas de progreso suelen ser propicias para obras que rehuyan la realidad imperante e inventen desde la lógica paisajes insólitos, creaciones cumbres que desafían lo establecido y consiguen enhebrar su camino por la simple fuerza de sus contenidos.
An island farm, broad seas of corn, stirred bu the wandering breath of morn, the happy spot where I was born
El polifacético autor de Alice en Wonderland nació el 27 de enero de 1832 en Daresbury, Chesire, donde su padre era coadjutor de la parroquia del lugar, que ayudó a prosperar mediante una profunda remodelación que incluyó conferencias en los días laborables, ayuda a los pobres y preocupación por los enfermos. Los Dodgson eran una familia de clase media alta que a falta de títulos nobiliarios decidió incidir en el desarrollo mental para progresar socialmente y así poder aportar su granito de arena a la evolución humana. La vida hogareña se ceñía bajos unas estrictas coordenadas religiosas que aún así no impidieron a Charles curiosear entre la naturaleza e inventar su propio mundo de fantasía con sus amigos, los animales; hablaba con sapos y lombrices, debatía con los caracoles y le encantaba subirse a los árboles y revolcarse en los margales. Muchos de sus futuros personajes ven la luz en esa etapa infantil, donde el niño, tartamudo y con sordera en el oído derecho, mostró una inteligencia precoz que sus padres valoraban en función de sus resultados en latín y matemáticas. Su brillantez se expresa mejor en otros pequeños detalles. Su pluralidad creativa le permitió escribir acrósticos antes de la adolescencia, así como aventurarse en múltiples formas poéticas que en su madurez le darían fama universal.
En 1843 los Dodgson se trasladaron a la rectoría de Croft, donde prosperaron y creyeron hallarse en el séptimo cielo al vivir en una ciudad con más distracciones que la rural Daresbury. El padre se volcó en su parroquia, la madre tuvo su undécimo retoño y Charles acrecentó sus inquietudes, emergiendo sus talentos naturales en campos tan dispares como la mecánica, el teatro de títeres o la literatura, vía de escape que exprimía a fondo en la revista doméstica de la familia, publicación que coordinaba y rellenaba con sus experimentos líricos repletos de ironía, dobles sentidos y juegos lingüísticos impropios para un chico de su edad, sobreprotegido en el manto de la educación paterna, período que terminó cuando justo un año después de aterrizar en la nueva parroquia tuvo que trasladarse a la escuela pública de Richmond, donde estudió durante un par de cursos en los que ganó premios matemáticos, defendió a los más débiles y se adaptó sin problema alguno a la convivencia con sus coetáneos.
En 1846 el cambio fue más fuerte. De Richmond pasó a Rugby para preparar su ingreso en el Christ Church de Oxford. Fue su particular pesadilla, sacó buenos resultados académicos, hizo algunos amigos, pero no guardó buen recuerdo de su trienio en el colegio privado. Sufrió infinitas novatadas y su poca pericia deportiva le granjeó burlas por parte de sus compañeros, más disolutos y menos empeñados en el estudio, situación con la que volvió a toparse en 1851 al ingresar en Oxford, donde a diferencia de los demás, que asistían a la misa de las ocho medio dormidos y parcialmente vestidos, él hacia que le despertaran a las seis y cuarto para seguir al dedillo el horario universitario y ser respetado en el que seria su hogar hasta su muerte, acaecida en 1897. Según sus propias palabras trabajaba veinticinco horas diarias y sólo encontraba momentos de asueto cuando iba a Londres para visitar a su tío Skeffington, un abogado que además de dejarle disfrutar con telescopios y otros artilugios le inició a la fotografía, su gran pasión terapéutica, bella excusa para poder compartir horas de intimidad con niñas a las que obsequiaba con su ingenio y una falsa felicidad que ocultaba tormentos que sólo dejaba relucir en su diario. ¿Eran fruto de su soledad? La cultura de la constancia que le inculcaron desde pequeño y el sacrificio stajanovista que se impuso generaron una barrera insalvable entre él y el mundo adulto, barrera acrecentada por su excéntrica personalidad, anómala para la férrea moral victoriana, obstáculo insalvable que le impidió cruzar un umbral demasiado peligroso.
La aparición de los Liddell y Alice
Los objetivos se cumplían. Dodgson recibió becas, se licenció en Letras y en 1856 fue nombrado lecturer de matemáticas, iniciando así una meteórica década en la fue ordenado diácono, además de publicar libros de álgebra y artículos especializados, dirigir revistas literarias, inventar un sinfín de juegos y desarrollar su magna labor epistolar, que al final de sus días constaba de noventa y ocho mil cartas. 1856 alteró totalmente su existencia. Adoptó su celebérrimo seudónimo, Lewis Carroll, adquirió su primera máquina fotográfica y conoció al nuevo deán de Oxford y a toda su familia. Henry George Liddell era un reputado filólogo que a lo largo de sus treinta y seis años en la institución revolucionó su conservadora mentalidad y la abrió al futuro liberalizando los programas de estudios, transformando el sistema de concesión de becas, remodelando la forma y la estructura del college e involucrándose en actividades cívicas, sin descuidar las prerrogativas de su cargo, pues como deán del Christ Church desempeñaba un papel destacado en los nombramientos de canónigos y en la consagración del obispo de Oxford.
Si olvidamos por un breve lapso los datos científicos podemos deducir que ambos hombres inauguraban una nueva fase profesional, y es posible que ello les acercara. Charles quedó fascinado con las tres hijas de Liddell- entre ellas Alice, su preferida- y sus visitas a la residencia del deán se hicieron muy frecuentes, aunque él mismo las espaciaba para no resultar pesado. Se convirtió en una especie de showman muy querido por las niñas, entusiastas por todas las historias que les contaba, bálsamo perfecto para relajarlas antes de las sesiones fotográficas que le convirtieron en el mejor retratista infantil del siglo XIX. Le encantaba pasear con sus amiguitas por Nuneham, hermoso con su parque ajardinado, bosques cerrados y el río en que Charles las llevaba para que aprendieran a remar, como sucede en la primera estrofa del poema introductorio de Alice in wonderland. El 4 de julio de 1862 Dodgson y el reverendo Duckworth acompañaron a las tres hermanas a Godstow. Tomaron el té en la orilla y no regresaron a Oxford hasta las 8 y media de la tarde. Fue durante esa jornada cuando les narró la historia que todos conocemos. Alice Lidell recordaba esa tarde de verano con un sol imponente, tanto que abandonaron la barca y buscaron refugio al pie de un almiar donde la sombra ofrecía algo de fresco. Le pidieron a su amigo que les contara un cuento y tras alguna que otra interrupción escénica en la que fingía quedarse dormido o paraba por cansancio terminó la historia, se la inventó sobre la marcha y ante la insistencia del respetable prometió escribirla, convirtiéndose el 10 de febrero de 1863 en Alice’s Adventures Under ground.
La relación de Charles con la pequeña Alice, que en 1863 tenía once años, se prolongó hasta 1865. Su mejor momento, fuente de inspiración para Alice trough the looking glass, ocurrió a principios de marzo de 1863, cuando la acompañó a ver el alumbrado de Oxford. Con motivo de la inminente boda real entre el Príncipe de Gales y la Princesa de Dinamarca la ciudad se engalanó y organizó un despliegue sin parangón para homenajear a la real pareja. La niña quedó deslumbrada por toda la parafernalia que incluía una corona rotatoria, iluminación artificial, salvas de cañones, música, lanzamientos de globos y carreras de remos. Las tres hermanas plantaron un árbol conmemorativo y pronunciaron un breve discurso. La noche se llenó de magia y el profesor y su predilecta pasearon cogidos de la mano admirados por la decoración del Christ Church, que exhibía para la ocasión tres estrellas grandes iluminadas por mil doscientos mecheros de gas. Nosotros, seres de una era tecnológica donde cuesta sorprenderse, solemos ver las ferias de pueblo como eventos ridículos, pero por aquel entonces los avances de la civilización adquirían un aura casi mística basada en la fe en el progreso y la capacidad humana para avanzar. Esos pequeños milagros eran perlas que la memoria retenía, acontecimientos excepcionales, felices piedras blancas de asombro en el diario de Carroll, quien también consignó como un día de dicha el 16 de junio de 1863, cuando los Príncipes de Gales visitaron el Christ Church y él observó la ceremonia de bienvenida con la ayuda de su telescopio. Pasaron los años y a finales de junio sucedió algo que rompió la armonía instaurada entre los Liddell y el amable docente, para quien la ruptura fue una tragedia. El 29 de abril de 1863 anotó que en su vida no había nada que consignar salvo sus reuniones con los Liddell. El 25 de junio de 1865 fue con toda la familia a una expedición por Nuneham, regresando solo con las hermanas en ferrocarril mientras sus padres y demás invitados lo hacían en carruaje. No sabemos que sucedió porque a la muerte de Carroll su remilgada sobrina arrancó con una cuchilla de afeitar varias páginas del diario. El croquet, las fotografías y las excursiones desaparecieron de su agenda y en anotaciones posteriores el mismo Dodgson reconocía mantenerse apartado de Alice. Es probable que pidiera su mano y su petición fuera rechazada por la mujer del deán, quien deseaba casar a su hija con alguien de alta alcurnia, algo que casi consiguió cuando Alice flirteó a mediados de los setenta con el Príncipe Leopold, aventura reprimida por orden de la misma Reina Victoria. Lewis Carroll era veinte años mayor que Alice, aunque eso no era un inconveniente en la Inglaterra decimonónica. Dicen las malas lenguas que los rumores sobre la propuesta matrimonial se difundieron por todo Oxford. Para evitar cuchicheos y ultrajes se decidió cortar por lo sano. Lewis Carroll publicó Alice in Wonderland en 1866. Alice Liddell vendió su ejemplar dedicado el 3 de abril de 1928 en una subasta en Sotheby por 15400 esterlinas. Quería dejarle suficiente dinero a su hijo Caryl para que pudiera pagar los derechos de sucesión de una de sus propiedades. Lo invirtió con poco tino y perdió todo.
http://www.panfletocalidoscopio.com/2009/07Septiembre/Letras02.html
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domingo, 18 de octubre de 2009
Entrevista en el nuevo blog Letra Atlántica
Entrevista con Jordi Corominas i Julián
por Carmen Moreno
Jordi Corominas i Julián (Barcelona, 1979) es poeta, escritor y editor. Ha publicado dos novelas en catalán: Una dona que sap jugar amb els peus y Colors, ambas en Abadía editors; una biografía histórica en italiano, Macrina la madre (Milán,2005 Jacabook); y acaba de coeditar junto a Ana S. Pareja la antología Matar en Barcelona (Alpha Decay, 2009). Como poeta publicará en 2010 su poemario Paseos simultáneos (Vitruvio) y tiene pendiente de publicación dos poemarios, uno sobre visiones del siglo XX, el otro sobre su Barcelona. Dirige junto a Neill Higgins el show perfopoético Loopoesia, expresión performática de su voluntad experimentadora. Es editor de panfletocalidoscopio.com y Bcn Week, además de colaborar en varias revistas de ámbito nacional e internacional.
¿Por qué el nombre de Loopoesía?
Esa es buena para empezar. Loopoesia parte de un capricho muy personal. A mediados de enero de 2008 terminé un relato criminal muy realista, con mucha carga detallista. Mis paseos por los lugares previos al asesinato para encontrar símbolos idóneos para el texto me cansaron sin saberlo. Me entró fiebre por primera vez en doce años y en mi tobillo apareció un horrible sarpullido. Pasé dos meses tomando notas de charlas, imágenes y pensamientos callejeros. Me fui de viaje, entendí qué estaba haciendo y entre escuchar mucha música y sentirme más libre parí un poemario experimental que en breve publicará Vitrubio, 130 poemas enlazados. A lo largo de las vacaciones de verano escribí Las nocheviejas del Patriarca y me parecieron la pieza idónea para musicar. A principios de 2009 hablé con Neill Higgins, me dio su ok y así juntamos música y poesía. ¿El nombre? Las melodías que elegimos, a falta de aprender algo de producción, se transforman en bucles que armonizan con el ritmo de mis poemarios, ese, y no otro, es el porqué del nombre de nuestro proyecto.
¿Qué influencias tienen del surrealismo?
Cuando pensamos esa pregunta, y digo pensamos porque Neill y yo somos uno en dos por lo que concierne a Loopoesia, casi nos entra la risa. No por nada, sino porque en primer lugar coincidimos en analizar el surrealismo como exceso de realidad, lo que lleva a las verdaderas influencias del proyecto. Sí que hay surrealismo, pero especialmente es algo muy libre en sus motivos estéticos. Las fotos de nuestros iconos son de gente que adoramos o detestamos. Paul fumado incita a la imaginación, George es buen Karma. Quizá nos pasamos deliberadamente con el sector femenino de nuestro imaginario, pero de manera consciente. Lady Di es un personaje endiosado desde la nada, Audrey Hepburn es nuestro grito contra la anorexia y La Duquesa de Alba es ella, sin más. Las piernas loopoéticas fueron un regalo bien aprovechado de una modista de mi barrio y los otros elementos escénicos simbolizan mensajes que queremos transmitir, yendo desde la decapitación con tridente de la muñeca fascista hasta el lanzar gominolas al público, al que amamos como si fuera un niño adulto. Hay muchas más tela que cortar y sólo un verdadero axioma de nuestra idea, no nos importa repetirla: el surrealismo, así como Loopoesia, es exceso de realidad, ergo somos hiperrealistas.
¿Qué les ha hecho la pobre Isabel la Católica?
Así como Carmen es la poesía, del latín carmine, Isabel la Católica nace de una tontería que luego adquiere sentido. En Paseos simultáneos, que también tiene mucho que ver con el hiperrealismo desde la divisa de aunar fragmentos que adquieren unidad real al juntarse, es la única figura histórica que aparece en dos ocasiones. Eso me gustó, me reí un buen rato y luego constaté que nuestro proyecto es todo lo contrario a lo que representa esa reina sucia que tanto gusta a los fascistas.
¿En su espectáculo hay más de inspiración o de transpiración?
La inspiración en este caso tiene que ver con la precisión y aquello que tanto se comenta entre quienes nos han visto. ¿Sois espontáneos cuando actuáis? Sí, lo somos una barbaridad, en cada espectáculo hay pequeñas variaciones que dependen de muchos factores como el sonido, las reacciones del público o nuestro estado de ánimo. Hace poco metí el micro dentro de la pierna, que también sirve para jugar a baseball o golf, y generé feedback. Aluciné. Eso son excepciones. El haber representado Loopoesia en tantos lugares ha logrado que el show tenga unos pasos marcados que acompañan, así lo pretendíamos desde el principio, las poesías que suenan con la música. Lo único inspirado es la poesía automática que escribo en mi cuaderno. Tengo un verso de partida y luego, intentando que tenga sentido y no sea una astracanada, improviso sobre la marcha. Salen cosas sorprendentes.
La transpiración es otra cosa. Hemos actuado mucho en estos calurosos meses y suelo perder entre dos o tres kilos en el escenario. La culpa es de Jean Martin du Bruit por ser tan dandi. El anónimo toledano va más fresco y suda mucho menos. Y ya no hablemos del pony, ese ser.
Además, del espectáculo poético que está desarrollando en estos momentos, tiene usted una capacidad de creación desbordante. ¿Qué prefiere, el show o la escritura en soledad?
Son muy diferentes. Con la escritura en soledad experimento una sensación de plenitud que tiene que ver más con una labor artesanal, me gusta ver la escritura de este modo, hilas palabras, somos lo contrario a Penélope, personas que, desde nuestra imaginación y visión del mundo, vamos tejiendo un vestido que nos enamora. En cambio, con Loopoesia proyecto mi trabajo de artesano loco, como mi querido sombrerero de Alice, por unos altavoces, monto un universo limitado a unos metros y me divierto en su interior como si fuera un jardín de infancia muy serio.
¿Siempre quiso ser escritor?
Con seis o siete años escribí unos cuentos cortitos, con ilustraciones, titulados la marmota martell: la marmota martillo. Eran una mezcla de James Bond, mi oso Risitas y un indescriptible amor infantil por los animales actuando de manera incoherente. No sé si entonces quería ser escritor. Nunca dejé las letras. Cuando viví en Roma me entró el deseo de ser historiador y combiné ambas disciplinas hasta que me decanté por la literatura. Y así seguimos.
¿Se considera usted poeta o narrador?
Supongo que la lógica dicta responder ambos campos. Conviene matizar. Claudia Apablaza opina que soy mejor narrador que poeta. Me inicié antes en la poesía, la abandoné y me centré en la narrativa, publicando dos novelas en catalán. Después de la segunda, que terminé en 2005 y se publicó en 2008, recuerdo parar un largo tiempo y encontrarme, de golpe y porrazo, escribiendo poesía. Volví a dejarla por relatos en castellano y la retomé de manera definitiva, después del golpe enfermo de enero de 2008, tras escribir Caterina Jaén. Desde ese momento me siento más poeta y me lo corrobora el hecho de sufrir este verano escribiendo los relatos para un nuevo libro, El mayordomo de la muerte. Al final quedé contento con el resultado, aunque noté una angustia que no siento con los versos. Puede que ese padecer sea positivo y no todo tenga que ser o salir fácil, lo que por otra parte es muy relativo.
Le he oído en más de una ocasión afirmar que le es más cómodo escribir en castellano que en catalán, ¿cómo lleva eso un barcelonés que habla catalán en casa?
¡Y encima tengo acentazo! Siempre comparo el castellano con un vino tinto y el catalán con un buen blanco seco. Es mi lengua materna y la tengo insertada en mi disco duro, con ella el proceso de composición del texto resulta muy sencillo, mientras el castellano es un caldo duro pero exquisito del que siempre captas nuevos sabores que antes ignorabas. Dejando las metáforas cabe decir que para mi es un enorme reto dominar un idioma y con el castellano disfruto como un loco, me apasiona, es un amor absoluto el que siento por esa lengua.
¿Cree usted, como Fresán, que “la Literatura argentina es rara”?
Leo más literatos europeos que sudamericanos, me falta ese horizonte. Nunca idolatré a Cortázar o a Borges. Aun no he leído al chileno Bolaño porque quiero que desaparezca la obsesión que produce, una especie de insensata veneración papal que sufre hasta su principal valedor en nuestro país. Tuve una época muy italiana que se desvaneció y permitió el surgimiento de Inglaterra y la literatura en lengua alemana como referencias. Pero vaya, leo de todo, de los últimos argentinos me quedo con Kohan, y eso que tampoco me hace dar volteretas.
¿A qué cree que se debe la proliferación de publicaciones de autores hispanoamericanos en nuestro país?
Se debe a Bolaño y a esa caza del zorro invisible que busca, ya lo apunté antes, un sucesor. Es como cuando Indurain se retiró y dijeron que Olano era su clon heredero. No, eran diferentes. En ese punto muchos se equivocan. Es bueno que haya mucho hispanoamericano, pero seleccionado con mayor criterio del que se tiene ahora. De todos modos hay autores del otro lado del charco extraordinarios y su presencia en España es absolutamente necesaria, sea por presencia, carisma o calidad literaria. El intercambio entre hermanos siempre es positivo, nunca negativo que diría Van Gaal.
Si tuviera que darme el nombre de la persona más importante para usted sería…
Sé que persona es, pero no voy a decir su nombre porque no le gustaría. Creo que con eso ella lo sabe, y si es así me siento feliz con la respuesta .
Dígame, tres cosas por las que dejaría de escribir
1.- Viajar por todo el mundo, pero al hacerlo querría plasmar mis impresiones, uno de mis ídolos es Giacomo Casanova, el primer moderno, y eso cuenta mucho.
2.- Todo el dinero del universo. Tampoco. Al tener tanto viajaría y escribiría con la paz económica que todos necesitamos.
3.- La máquina del tiempo. Eso sería la hostia en vinagre, pero pasa lo mismo, escribiría mis impresiones. La calle y el mundo me pierden.
No, no puedo dejar de escribir por nada, que le vamos a hacer.
Por último, y agradeciéndole su paciencia: ¿cree en la suerte?
La suerte uno se la trabaja y si llega es bien merecida.
http://letratlantica.blogspot.com/2009/10/hablamos-con-jordi-corominas.html
jueves, 15 de octubre de 2009
El crimen del Ritz en Bcn Week
El crimen del Ritz by Jordi Corominas i Julián
Circulen por Barcelona y quítense los tópicos de la cabeza. Hay lugares impolutos que merecen perder su fama. Vayamos a la escena del crimen. 8 de enero de 1956. Un hombre de 49 años yace exánime en la habitación 523 del Hotel Ritz. Luce un pijama a rayas y esta tendido en la cama; En la pared de la cabecera de su lecho hay salpicaduras, mientras que en el baño las manchas abundan. Puede que intentara defenderse de su agresor, avispado al seguir el consejo de su cómplice, quien le dijo que la víctima estaría sola, ensimismada en un dulce sueño reparador del que despertaría para vivir su última pesadilla. Su mujer y sus hijos mayores han ido a Misa, dando instrucciones de no molestar al durmiente. Lo han encontrado su benjamín de dos años y su cuidadora catalana. Mulhand Chandrai, súbdito inglés de origen indio, era multimillonario y estaba en Barcelona con motivo de las vacaciones navideñas. No sabía que ese viaje sellaría su destino en forma de brutal asesinato que llenaría páginas y más páginas de los principales diarios de la época que, no obstante, se explayaron hasta cierto punto, pues en ningún momento mencionaron que el lugar de los hechos era el emblemático establecimiento de la Gran Vía. Nobleza obliga, y en la posguerra determinados lugares y personas gozaban de una impunidad incontestable que contrastaba con la pobreza generalizada, miseria de racionamiento y escasa animación en una ciudad gris donde otro color levantaba sospechas, quizá por eso el hallazgo de un abrigo beige embadurnado de sangre al lado del cadáver sirvió a la policía para iniciar y resolver una investigación con elementos similares a las obras de la gran Agatha Christie.
El personal del hotel apuntó un detalle fundamental. Pocos minutos antes del homicidio un extranjero elegante, alto y con guantes subió a la habitación del ilustre huésped. Las fuerzas del orden procedieron a pasear el abrigo, que por aquel entonces sólo lucían los estraperlistas, por varios hoteles y dos personas reconocieron a su dueño, quien ya se había dado a la fuga en taxi, camino de Francia. El conductor sospechó e hizo apear a su cliente en el Bar la Isla de Pineda de Mar. Había quedado al día siguiente con su cómplice en Cervera y lo arrestaron en Portbou. Su aliado cayó en Suiza cuando un comprador de joyas avisó a la policía.
Mulhrad Chandrai vivía en Las Palmas y trabajaba en el lucrativo negocio de compraventa de frutas, habiendo instalado sucursales en Lagos y Tánger, donde conoció a su asesino, el austriaco Sigfried Neumann a quien propuso participar en una empresa de pesca de langostas. Su acuerdo funcionó hasta que surgieron desavenencias personales y económicas. Se rumoreó que Neumann se acostaba con la mujer del adinerado caballero, quien debía tres millones de las antiguas pesetas a su socio. El 7 de enero quedaron en el Bar Núria y Chandrai, que como pueden comprobar no era trigo limpio, hizo mutis por el foro, lo que significó su sentencia definitiva cuando a la mañana siguiente Rudolf Dobnigo, el otro implicado en la trama, dio la señal a su amigo para solventar la cuestión. El dinero o la vida. Neumann acudió a la habitación 523 con una barra de hierro y golpeó repetidamente a su presa en una breve persecución de la que salió victorioso hasta que su gabán le delató.
En la Barcelona de 1956 lo negro y criminal levantaba morbo y expectación entre las clases populares. Sucede en muchas dictaduras, donde en principio todo es inmaculado hasta que se demuestra lo contrario. Un caso parecido fue el de Carmen Broto en 1949, mítico asesinato engrandecido por la literatura que sirvió para abrir la caja de Pandora del chismorreo sobre los poderosos y su vida privada, anteriormente oculta entre arbustos de terrazas, prostíbulos de lujo y fiestas disolutas con mucho sexo y escaso respeto para los que padecían los rigores de un tiempo de silencio.
Neumann fue condenado a treinta años de prisión y cumplió trece; su cómplice salió del juicio con la infausta promesa de 14 años en el calabozo que terminaron siendo cinco. La señora Chandrai quedó impune, siendo desestimadas las pruebas en su contra.
Ilustración: Nil Bartolozzi
miércoles, 14 de octubre de 2009
Cirlot en Vallcarca en Culturalia
Dando sentido a lo intangible: Cirlot en Vallcarca por Jordi Corominas i Julián
Victoria Cirlot (ed.), Cirlot en Vallcarca, Alpha Decay, Barcelona, 2008, pp. 112
ISBN 978-84-936540-2-3
“Amigo Juan Fernández Figueroa: Dios sea contigo. ¿Te atreverías a publicar esto? Es lo mejor que un español ha escrito en ortodoxo surrealismo. Te ruego- y en ti confio- que si no lo publicas en Índice, lo destruyas. Un abrazo. Juan Eduardo Cirlot.”
Estas palabras entre la presunción y el miedo dieron sus frutos. El poemario La muerte en Vallcarca vio la luz y posteriormente se republicó bajo el título La dama de Vallcarca. Han pasado cincuenta y dos años y sigue teniendo mucha magia y fuerza como para justificar la publicación del librito editado por una de las hijas del polémico poeta, obra atrevida dentro de nuestro panorama editorial porque juega con varios textos para documentar y entender versos en gran parte incomprensibles, lírica genial repleta de imágenes con tonalidades pictóricas, simbolismos arcanos y misterios marcados bajo la estela de una efeméride histórica: el período en que Arnold Schönberg vivió en Barcelona mientras trabajaba en su ópera Moisés y Aarón.
El músico austriaco es el santo y seña del pequeño volumen que nos ofrece Alpha Decay. De La dama avanzamos hacia otros homenajes útiles para entender ciertas facetas de nuestra historia cultural. A finales de los años cuarenta el grupo Dau al set- del que formaba parte Cirlot junto a Brossa, Tàpies y otros ilustres apellidos- quiso animar el desangelado horizonte español. Por ello no es de extrañar que organizaran actos como la colocación de una placa en homenaje al inventor del dodecafonismo, así como tampoco tiene que sorprendernos el poema in memoriam que el grupo escribió en homenaje al gran intelectual vienés.
Cirlot era un hiperactivo con un ego descontrolado. Suponemos que sintió un orgullo desmedido cuando André Breton decidió convertirle en el único español digno de aparecer en una de sus encuestas surrealistas. Sus respuestas consolidan las pistas trazadas en La dama de Vallcarca y ahondan en el sentir mágico de este barrio barcelonés que entonces, como bien se remarca, estaba fuera de la ciudad, casi campestre, zona virgen de la demencia urbanizadora por su carácter propio y el aislamiento que implican sus pendientes. El hallazgo de un arbusto quemado sirve al poeta para abrazarse con su adorado músico, arbusto mas sentido y útil que cualquier partitura o composición.
Para leer más: http://www.revistaculturalia.biz/
martes, 13 de octubre de 2009
Los forzados de la carretera en Culturalia
Los forzados de la carretera, Tour de Francia 1924 por Jordi Corominas i Julián
Albert Londres, Los forzados de la carretera, Tour de Francia 1924, Melusina, Barcelona, 2009, pp. 124
Traducción y notas de Joan Pere Escrig
ISBN 978-84-96614-75-8
Julio es mes de ciclismo desde 1903, cuando el periódico L’Auto inauguró el Tour de Francia, que en su última edición nos regaló un incontestable triunfo de Alberto Contador en su doble lucha contra el asfalto y la presión de Lance Armstrong, campeón ególatra a la americana, capaz de volver después del retiro para impresionar a un mundo que ya difícilmente se sorprende.
En 1924 las cosas eran muy diferentes. Los atletas que se atrevían a desafiar las pendientes y la canícula gala eran hombres de carne y hueso que se preparaban para un desafío abominable, hombres sujetos a estrictas normas de competición y a kilometrajes que hacían de cada etapa una odisea de más de quince horas sobre el sillín. El periodista Albert Londres, fallecido sin dejar rastro en 1932, recibió el encargo de seguir la carrera para Le petit parisien. Sus crónicas son pura investigación desde un punto de vista desenfadado y cercano, artículos escritos para que la gente de la calle pudiera sentir las evoluciones de La grande boucle en forma de epopeya desdramatizada.
Los protagonistas de los textos que ha editado Melusina eran deportistas que nada tenían que ver con los productos de laboratorio que llenan hoy páginas y páginas de los más importantes rotativos. Henri Pélissier ganó el jersey amarillo en 1923, pero en 1935 fue asesinado por su esposa. El italiano Bottecchia ganó las dos siguientes ediciones y fue lapidado en 1927 porque un campesino lo vio sospechoso de robar en su viñedo. Héroes que la historia ha olvidado en beneficio de sus herederos, favorecidos por la explosión del periodismo posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Los ciclistas de 1924 malvivían de lo lindo. Para paliar su dolor ante tanto sufrimiento usaban todo tipo de sustancias. Cocaína para los ojos, cloroformo para las encías, pomada para las rodillas...remedios insuficientes para frenar la caída de las uñas y el sentir la carne ausente del esqueleto, chupado y deshidratado por el esfuerzo y las calamidades de la ruta.
Para leer más: http://www.revistaculturalia.biz/
lunes, 12 de octubre de 2009
El segundo avión en Revista de Letras
El escritor y su tiempo: el ego reflexivo de Martin Amis en El segundo avión por Jordi Corominas i Julián
Lo que hemos de hacer es declarar la guerra económica a Norteamérica. Tenemos que boicotear los productos norteamericanos. (…) Los norteamericanos cogen el dinero que nosotros les pagamos por sus productos y se los dan a los judíos para que maten a nuestros hermanos.
Osama Bin Laden
El martes 11 de septiembre de 2001 estábamos sentados y en el televisor un avión impactó contra una torre neoyorquina. Apenas un cuarto de hora más tarde el segundo misil con pasajeros rompió la calma chicha posterior a la Guerra fría, sumiéndonos en una nueva y compleja bipolaridad entre el Imperio y un enemigo escurridizo e invisible. Fue el inicio simbólico de la década que ahora se clausura empantanada en una crisis poliédrica del edificio en restauradora demolición.
Muchos son los que piensan que, desde Koba el temible, Martin Amis ha politizado su trayectoria. La lectura de El segundo avión podría avivar sospechas que se disuelven al valorar la obra en su conjunto. Esta recopilación de doce ensayos y dos relatos cortos sobre el mundo después del 9/11 muestra a un escritor reflexivo desde el mismo instante de las colusiones. El autor de Dinero parece haber entrado en una madurez filosófica que a través análisis y polémicas complementa su brillante dominio del lenguaje. El primer paso al frente de esta construcción lo dio al darse unos días para meditar y no esputar pensamientos una vez cayeron las torres. Esa semana de tiempo se reveló vital para encajar piezas y desgranar ideas sin ningún atisbo fanático. El mundo iba a cambiar y los americanos se preocuparían por el odio que el resto del Planeta siente hacia ellos. Lo peor llegaría con las represalias, excusa para completar la gran partida de ajedrez en Oriente Medio, matizar el dominio israelita en la zona, generar una guerra civil musulmana y recuperar el orgullo entre pozos de petróleo y fáciles victorias militares.
El resto es rabiosa Historia contemporánea de nefasto recuerdo. La virtud del último libro del autor británico es poder observar la evolución del conflicto desde el prisma de un literato de primera. Usaría la expresión escritor comprometido, aunque quizá se antoja corta para definir lo que Amis pretende. Los seis años (2001-2007) que cubre el volumen plasman el camino hacia una comprensión de los verdaderos orígenes de la tragedia desde una vertiente histórico-psicológica. La derrota de la coalición árabe de 1948 en su contienda contra el neonato Israel sacudió los primeros cimientos de la conciencia del mundo islámico, amenazados de ruina en 1967 tras la Guerra de los seis días. Se hizo un fuerte examen crítico. Quedaron dos opciones. Disminuir el peso de la religión y adaptarse a la modernidad o aumentar los dominios de la fe para ahondar en una deriva bañada por el germen de la irracionalidad. Se impuso la segunda alternativa, victoriosa en Irán y ampliada a gran parte del territorio amparado por Mahoma. Bin Laden es considerado el adalid del proceso al jugar el papel de rey hegemónico de las formas y el discurso, el impulsor de la energía negativa de la sinrazón, el hombre que descolocó a Occidente e ilustró las diferentes mentalidades entre dos hemisferios de una misma raza. El suicidio como forma de martirio no difiere en exceso de la abnegación de los cristianos de la Antigüedad. Nosotros, hombres conformistas en un universo de fe monetaria, vivimos nuestra existencia desde una tranquilidad previsible y tecnológica, diametralmente opuesta a la de los hermanos de la media luna. Ellos, y no es reprochable al ser su esfera completamente distinta, aun padecen el mal de lo místico que dio lugar a la presente confrontación, destinada a morir por inercia, desasosiego e inutilidad, palabra adecuada para resumir, y así lo refleja Amis, la actitud de las potencias de la coalición. Pasada la etapa Clinton la catástrofe de la ciudad de los rascacielos sirvió para encumbrar el lenguaje del padre fundador del neoconservadurismo: Ronald Reagan. Si en los ochenta se hablaba de guerra de las galaxias, en el siglo XXI la libertad duradera y el odio, furia de matiz religioso con tonos medievales, de un presidente inepto, G.W. Bush, catapultaron a Occidente hacia una igualdad de sinsentido con su rival. El primer desvarío fue, buscando equiparar la situación con la Segunda Guerra Mundial, inventar un eje del mal que sirviera para cumplir sus objetivos y aumentar el efecto paranoia entre la población. Irán y su presidente de nombre impronunciable, así como Corea del Norte, están a la espera. Irak no se salvaría. Amis afina la puntería al comentar la extraña reacción de Sadam ante la invasión. ¿Cómo no usó sus armas de destrucción masiva mientras los americanos bombardeaban sin piedad? ¿No se atrevió? La respuesta es obvia y bien conocida. La ocupación de los de las barras y estrellas es una vigilancia activa que vende una utopía imposible, la de la democracia completa en un país dividido en tres partes dispares, una marioneta al son de la música del vencedor, impotente guardián de la sangría en la que ha convertido la paz. Parte de culpa, además del ínclito Aznar, la tiene Tony Blair. El líder laborista de la tercera vía, el traidor a la socialdemocracia clásica vio como todo el crédito de una década como primer ministro se desvanecía de la noche a la mañana por apoyar, una tradición política vigente desde Winston Churchill, al primo lejano en sus triquiñuelas de dominio mundial. Amis tuvo la suerte de transcurrir unas jornadas con la víctima de la inercia histórica y comprobó la peculiar frialdad de un dirigente atónito al recibir preguntas difíciles y valeroso al aterrizar en Bagdad y palpar el peligro a escasos centímetros, un mandamás absolutamente estéril, pelele de las parcas que siguen tejiendo sus hilos hacia direcciones que no dependen tanto del misticismo deleznable del atentado como de los vaivenes de la diosa demografía, bien favorable a los pueblos marginados en contraste con nuestro escaso procrear, y mira, ya que estamos en ello, que pasamos minutos y más minutos hablando de sexo. Amis no está por la labor de joder, expone sus opiniones con datos contrastados y advierte de errores evitables que han transformado nuestra civilización en un lugar más inestable y volátil por capricho de unos pocos. La negatividad engendrada en nuestra década podría ser, así lo afirma un general norteamericano, una mezcla entre Disneyland y Apocalipse Now Redux, un caótico circo global henchido en opuestos que alzan la bandera de su lucha desde un cinismo excluyente para con el ciudadano, mudo sufridor de los movimientos de los ajedrecistas con afanes económicos y religiosos. El escritor, y ese es otro gran mensaje, debe finiquitar su pasividad y erigirse, otra vez, en interlocutor que se comunique con sus semejantes desde parámetros con voz propia para permitir otro canal reflexivo distante del corporativo al que nos hemos acostumbrado mientras parpadeábamos entre las galletas de Bush y la incontrolable insensatez bélica, pan nuestro de cada iraquí.
http://www.revistadeletras.net/el-escritor-y-su-tiempo-el-ego-reflexivo-de-martin-amis-en-el-segundo-avion/
domingo, 11 de octubre de 2009
Entrevista en Literaturas.com sobre Matar en Barcelona
Jordi Corominas i Julián
«El único harakiri en el que creo (...) es el del riesgo de proponer libros que subviertan lo común y creen un impacto en el lector, obras que de uno u otro modo sirvan para abrir camino y renovar el panorama»
Claudia Apablaza
Ana S. Pareja y Jordi Corominas i Julián (eds.), Matar en Barcelona
Alpha Decay, 2009
Nadie muere en Barcelona
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¿Cómo se originó la idea de hacer esta antología
A mediados de los años cincuenta el escritor Dino Buzzati siguió los casos criminales más importantes de Italia. Escribía para periódicos y dio a sus artículos cualidades literarias que nunca observé en los periódicos españoles. Así fue como decidí, en la revista mensual Bcn week, crear la sección Matar en Barcelona, donde aún hoy en día escribo sobre los crímenes históricos de la Ciudad Condal con un estilo que quiere apartarse de la típica nota de agencia e ir más allá. En febrero de 2009, contacté con Ana S. Pareja, editora de Odio Barcelona, para proponerle la idea de hacer una antología juntos, un proyecto plural que incluyera música, fotografía, vídeo, cómic y otras expresiones artísticas. Finalmente, decidimos centrarnos en la parte puramente literaria y así nació Matar en Barcelona.
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¿Cuál es el criterio de selección de los convocados a este festín?
El principal criterio fue seleccionar a un grupo de autores no avezados en el género negro. El segundo punto que tuvimos en consideración fue la edad de los narradores; siguiendo la tónica iniciada en Odio Barcelona procuramos seleccionar escritores que no superaran la barrera de los cuarenta, si bien en el libro hay notables excepciones como Sabino Méndez y Raúl Argemí, que elegimos por distintos motivos; desde mi punto de vista el texto de Sabino es uno de los más interesantes de la antología. Sabíamos que era necesario tener una amplia nómina de narradores barceloneses, pero nos atraía contar con autores de otros orígenes que dieran su particular visión de crímenes que han sucedido en una ciudad que no es la suya, como ocurre en el caso de Elena Medel o Manuel Vilas.
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¿Cuál era la premisa ideal con la que comenzaron y han logrado los cuentistas las expectativas que tenían ustedes como editores?
La premisa era que los relatos tuviesen calidad literaria y ofrecieran una perspectiva anómala de crímenes barceloneses, algunos históricos, otros recientes y menos conocidos. Lo fácil hubiese sido optar por escritores consagrados del género, pero decidimos arriesgar y dejar que los escritores se sorprendieran y nos sorprendieran con sus textos. La mayoría de lectores del género están acostumbrados a un tipo de trama donde la historia evoluciona y termina en la resolución del crimen. Matar en Barcelona se desmarca de estos cánones, es un libro muy ambicioso y que ofrece ópticas muy distintas de las que nos tienen acostumbrados los autores de novela negra.
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¿Hay alguna crítica editorial hacia esta sociedad o ciudad tan plástica en que pareciera que todos son felices y nadie muere en Barcelona?
Matar en Barcelona es la segunda entrega de una trilogía centrada en aspectos poco o nada publicitados de la Ciudad Condal. Nuestra idea tenía que ver con crear nuevos mapas urbanos, ofrecer una imagen que no se corresponde con la visión oficial que se promueve desde las instituciones. Se trata de tejer cartografías inéditas que en parte también determinan el latir de Barcelona. Y sí, se mata mucho en Barcelona.
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Y si es que la hay, ¿creen que los autores representan en sus textos, o ellos mismos como autores o en sus respectivos proyectos literarios, esa crítica furiosa?
Javier Calvo destaca por su trayectoria, que le sitúa entre las voces renovadoras de nuestra literatura, y lo mismo sucede con Manuel Vilas, subversivo, ácido y experimentador. La nómina de autores es muy variopinta y de esa variedad se desprende que con esta antología no hemos querido ceñirnos exclusivamente a la crítica de la ciudad, creo que por encima de todo prima nuestro intento de alcanzar matices literarios diferentes en el género negro, mas que la idea de avasallar con la crítica. La auténtica subversión del libro estriba en haber alcanzado el objetivo de mostrar lo criminal desde otros matices, romper el tópico es lo que confiere el verdadero cariz crítico a la antología.
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¿A qué atribuyen que si el eje del libro es el crimen y matar, ninguno de los autores se refiera a la importancia de la muerte o que ahonde directamente en ella?
En el género negro hay estereotipos narrativos que en Matar en Barcelona se rompen desde una doble vertiente. En primer lugar el relato aporta más flexibilidad a la hora de hilar la trama, permite que los narradores jueguen, algo que consiguen en grado superlativo al no estar familiarizados con los temas del género negro. Eso determina un enfoque distinto que aporta una riqueza particular, pues la mayoría han preferido centrarse en aspectos menos visibles del crimen. Uno de los autores se ha centrado en la infancia de la asesina, por ejemplo. La renovación literaria pasa en parte por quebrar esa ortodoxia.
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Me parece que la mayoría de los cuentos queda en el nivel del relato por encargo acerca de matar, menos los de Vilas, Calvo, Wiener, Medel y Darío Hernando, que se aproximan a lo que uno se imagina que es esa “pasión” por la literatura. Se suele decir que ese es uno de los riesgos de estas antologías por un lado, pero por el otro, que en el ejercicio de editor-antologador que encarga textos también hay un interesante descubrimiento o cierta necesidad de descubrir y mostrar nuevas voces significativas. ¿Fue así para ustedes?
Sin duda descubrimos nuevas voces y nos encantó comprobar cómo se desenvolvían los narradores en aguas desconocidas. Mencionas a Darío Hernando, debutante con su extraordinario relato sobre el caso de la maleta, una historia verdaderamente truculenta a la que ha dado giros logrados y con óptima textura literaria. La misma Gabriela Wiener ha dado en el clavo con su relato sobre porque lo ha enfocado desde ópticas literarias que quizá muchos no esperaban de ella por su dedicación a la crónica testimonial en sus libros anteriores. Quisiera destacar el tratamiento que Elena Medel a su relato, con sutileza poética y una visión realmente original que también encontramos en los relatos de Francesc Serés, otro novato en el género, Llucia Ramis, Mara Faye Lethem o Sabino Méndez, sin olvidar a Antonio Luque, quien debuta en la literatura con su texto para nuestra antología. Otros autores, como es el caso de Sebastià Jovani o Raúl Argemí, tenían más experiencia en el género, pero aún así han solventado con acierto el reto eligiendo crímenes ilustres.
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¿No creen que pensando en el estado de la cultura y la literatura es mejor como editor y/o autor hacerse un Harakiri o todavía creen en ella?
El único harakiri en el que creo, y seguro que Ana coincide conmigo, es el del riesgo de proponer libros que subviertan lo común y creen un impacto en el lector, obras que de uno u otro modo sirvan para abrir camino y renovar el panorama.
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¿Qué expectativas tienen ahora con este libro puesto en el mercado? ¿Cómo imaginan al lector de este libro?
Imaginamos que el libro puede resultar interesante para un amplio abanico de lectores de todas las edades. Como ya hemos mencionado, la novela negra atrae, interesa y el auge del género se puede constatar en determinados best-sellers que salvan la vida a librerías de media España. Nosotros no nos enmarcamos en esta línea.
Matar en Barcelona es sencillamente un buen libro de ficción bastante arriesgado. Esperamos que muchos lectores se atrevan con él.
Foto: Chus Sánchez
martes, 6 de octubre de 2009
Loopoesia en l'Horiginal: Miércoles 7, 20h 30 minutos
La actuación de la Cigale fue extraordinaria por varios motivos. El público educado, lo intimista del lugar y el sonido funcionando como dios manda permitieron que nos soltáramos y diéramos el máximo sin impedimentos. Mañana repetimos y de Gracia nos trasladamos al Raval para debutar en el bar restaurante Horiginal.
Loopoesia en l'Horiginal
C/Ferlandina 29 (davant del Macba)
08011 Barcelona
20h 30 miércoles 7 de octubre de 2009
Entrada gratuita
Loopoesia es amor
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Loopoesia
Octubre en Calidoscopio
octubre [nº34/2009]
Como en un calidoscopio te ofrecemos pequeñas cuentas que satisfagan o piquen tu curiosidad. Sin el apremio de agendas culturales, pero con la vista puesta en horizontes llenos de modernidad, y con la tranquilidad de quien revisa lo pasado. Visiones caleidoscópicas de nuestra cultura, eso es lo que pretendemos mostrar.
sumario
Un pintor sin estudio
Por Valentina Natale
Merma, de Benito del Pliego
Por Patricia Esteban
Hacia la génesis de Alice
Por Jordi Corominas i Julián
Revolutionary road
Por Ana Ciurans
Entrevista a Juan José Téllez
Por Carmen Moreno
Musil o el éxtasis sin atributos
Por Marta Sanuy
Robert Musil
Y, al final, voló
Por Adrià Garriga Far
Las niñas queman
Por Natalia Zarco
José Ángel Mañas
Sobre la creación literaria
con José Ángel Mañas
Por Sonia Antón Ríos
Barcelona me mata
Por Sergi Bellver
Entrevista a Javier G. Cozzolino
Por J. S. de Montfort
19 y Gertrude Stein
Por Jordi Corominas i Julián
La perdurabilidad de la palabara
Por Anna Maria Iglesia Pagnotta
La metamorfosis
del cerdo al lobo
Por Sonia Fernández Pan
Espacio inventado
Poemas de Sofía Rhei
domingo, 4 de octubre de 2009
Un remember de los tiempos de 08340: Casanova y Kant, los polos opuestos se atraen
Immanuel Kant, Giacomo Casanova: dualisme de percepció i moviment.
La vida d’Immanuel Kant (1724-1804) fou la d’un home que identificà la seva ment amb la ciutat com a finestra per analitzar el món de manera complexa. Mai s’allunyà més de cent cinquanta quilòmetres de la seva ciutat, Konigsberg, que l’adoptà com al més perfecte metrònom. Kant era un senyor d’hàbits constants i el seu proverbial passeig de cinc a sis de la tarda indicava normalitat. No me’l puc imaginar com un passejant de Walser, qui dedica un preciós llibre al tema, però si com un home silenciós que mentre avança físicament rep la consolidació mental de les seves idees. La seva biografia ens parla de mandra viatgera. Només canviava de llar. Voltà per tot Konigsberg, actual Kaliningrad, perquè sempre trobava un defecte, havia de treballar en estricte silenci, a la seva nova adquisició. A partir d’aquesta dada deduïm que el filòsof gaudia de la solitud com a musa per aconseguir resultats. Al cos de Kant veiem la llavor que proporciona un dels pensaments més elevats que hagi generat Occident, per molt que el maleirem quan l’estudiàvem. No es casual que una filosofia d’aquesta precisió analítica nasqués a la ment d’un home que decidí recollir-se i no moure’s d’un lloc, que probablement interioritzà com la seva idea d’univers. Quan fou petit reconegué els detalls. El món era més petit que avui en dia i els canvis als carrers succeïen amb molta raresa. Això li permetí assumir-los i veure el seu territori de manera abstracta, els colors i les altres traces característiques de les coses esdevingueren font subjectiva, mentre que els elements es constituïren com a font imprescindible de realitat. Kant havia creat el cubisme amb filosofia. Sí, el cubisme del pensament, tot per una ment brillant que escollí una via determinada.
La seva biografia ens diu que gaudia menjant amb els amics, que havien de ser de tres a nou, no més. La seva relació amb les persones sembla erigir-se en element d’anàlisi per no caure a l’espiral de la solitud extrema. Els seus instants d’estudi neixen de la pau de sentir-se bé amb sí mateix. Observava, fruïa i després treia conclusions d’allò vist i meditat. Sol, amb la seva ploma i la necessitat de transmetre a la humanitat, que coneixia pels infinits llibres que llegí, allò que deduïa i copsava, Kant fou una excepció que convisqué durant molts anys amb Giacomo Casanova (1725-1798), pol oposat de rotunda reputació veneciana.
Si el filòsof fou apàtic amb l’espai, l’italià viatjà més de seixanta cinc mil quilòmetres. Visqué una existència de novel•la i la posteritat el recorda de manera parcial, com si només hagués sigut un gran conqueridor de dones. Casanova era un seductor de la vida, amb qui lluitava i feia l’amor a parts iguals. És normal que la figura de l’aventurer cridi més l’atenció. El cinema ho aprofità i fins tot un geni com Federico Fellini apostà per la vessant sexual de l’home. Qui no hagi llegit La fuga de la presó dels ploms en clau total no podrà entendre com Casanova és més que una simple màquina joiosa de dones. En certa manera la seva tendència envers el femení unida a una eterna solteria ens fan veure un ésser humà en perpetu moviment, com a la mateixa vida. La seva curiositat envers el real era tan forta que no podia sinó moure’s per descobrir. Diu la llegenda que el polifacètic venecià passà els seus nou primers anys sense parlar. Qui sap si això fou la fractura que el portà a tenir com a residència tot, però sense res.
Quan tenia algun moment de pausa aprofitava i escrivia. Les seves pàgines, una petita mostra d’un gran compendi de saviesa, són un avenç de la modernitat literària. Amb La fuga inicia un tipus de text on la narració racional dels fets es mescla amb els pensaments del protagonista, l’autor, qui usa la primera persona amb una alegria poc usual a la meitat del segle XVIII. El recorregut conclourà amb La histoire de ma vie, monumentals memòries a les que dedicà els anys on fou bibliotecari al castell de Dux (1785-98), tretze anys insuficients perquè quan morí deixà el manuscrit a l’any 1774. La intensa activitat vital i literària queden expressades en aquesta obra, una espècie de gran Atlas de l’Europa del moment on Casanova complementa a Kant a partir del jo: el món interior de l’alemany dóna pas a la visió personal que confirma les seves premisses. Casanova descriu el que veu i ho fa des d’un punt de vista subjectiu que, no obstant, es converteix en la més fidel sensació de realitat. Vivim el passat descrit amb la tensió de l’instant viscut, factor subjectiu d’autor i lector que fa que l’italià ostenti tres meravelloses virtuts.
La primera el transforma en bon narrador. Sap donar vida al text i fer que el lector s’impliqui i llegeixi les pàgines veient en elles un fresc del passat, si bé sembla present. Això ho aconsegueix, segon factor, per la tensió narrativa que dóna la primera persona, qui amb el seu jo potencia la sensació de viscut. En tercer i darrer lloc trobem l’essencial recerca: La realitat, l’espai, agafen el poder. Casanova és l’invers de Kant partint de la mateixa base. El seu impuls viatger li féu viure tot de manera molt subjectiva sense pensar en una realitat abstracta. Per ell les sensacions i els colors eren la clau. La vida s’havia de descriure i viure, mentre que pel seu pol oposat semblant l’existència es vivia estudiant-la.
L’abstracció i la realitat sempre a partir del jo, una exaltació de l’individualisme que serví per tancar èpoques. Quan el 3 de juny de 1798 s’apagà Giacomo Casanova, no faltava ni un any perquè la Sereníssima perdés la seva independència a mans de Napoleó, qui fou coronat l’any 1804, quan Kant exhalà el darrer sospir, on sinó, a Konigsberg, que malgrat el canvi de nom segueix conservant la seva tomba al costat de la catedral, un dels pocs símbols alemanys que els soviètics respectaren quan caigué la ciutat. Alguns homes admiraven la veritat com a divisa humana.
JORDI COROMINAS I JULIÁN
12 de noviembre de 2007
Loopoesia en La cigale
Mañana tenemos el placer de inaugurar la temporada de otoño en los lunes poéticos de La Cigale; es una semana extraordinaria que el miércoles completaremos en l'Horiginal, uno de los templos poéticos de Barcelona. El show del lunes será un poco distinto por las condiciones del local; nos ahorraremos el interludio y atacaremos con los dos poemarios loopoéticos, la balada del delineante y las nocheviejas del patriarca. Habrá ligeras variaciones musicales e interpretativas y dos sorpresas para los que asistan: el estreno de la oración loopoética y la posibilidad de comprar nuestras chapas al módico precio de un euro.
Loopoesia en la Cigale
Calle Tordera 50
20h 30 lunes 5 de octubre de 2009
Ingreso gratuito
Metro Joanic, Verdaguer, Diagonal, Fontana
Loopoesia es amor
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