martes, 30 de diciembre de 2014

Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí en La Vanguardia



Seguramente no hay mejor manera de cerrar el año. Hoy La Vanguardia abría la sección de cultura con una doble página dedicada a Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí. Lo firma Núria Escur y puedes leerlo aquí

Diálogo con Joan Guerrero y Javier Pérez Andújar en El Diario



Hace unas semanas entrevisté a Joan Guerrero y a Javier Pérez Andújar con motivo de su "Milagro en Barcelona", editado por Ariel. Puedes leer la charla


aquí en catalán

aquí en castellano

domingo, 28 de diciembre de 2014

Podcast de Bigotes en el Laberint de Wonderland



Hoy en el Laberint de Wonderland hemos hablado de bigotes literarios, sí. Empezamos con el bigote de Emmanuel Carrère, continuamos con Nietzsche, avanzamos con Jesús Carrasco y terminamos con un mostacho universal: Charlot. Puedes escuchar la charla a partir del minuto 37 del enlace clickando aquí

sábado, 27 de diciembre de 2014

Podcast de menús navideños y literatura en el Laberint de Wonderland



Hoy en Wonderland me invitaron a La hora del té de Carmen Alcaraz para hablar de menús navideños y literatura. La terna se compuso de Dickens, Maupassant y su cena de Nochebuena y terminó con James Joyce y Los muertos, relato que cierra Dublineses. Puedes escuchar la charla a partir del minuto 38 del podcast clickando aquí

Yvette, de Guy de Maupassant



Los legados del maestro y la evolución de una temática decimonónica: Yvette, de Guy de Maupassant, por Jordi Corominas i Julián
Guy de Maupassant, Yvette, Pasos Perdidos, Madrid, 2014
Traducción de Luisa Juanatey

La figura literaria de Guy de Maupassant suele nutrirse de una serie de hermosos tópicos típicos en aquellos autores que suelen ser muy mencionados pero poco leídos, sobre todo en España, donde gozó en su tiempo de una fortuna crítica que el paso de los decenios ha virado hacia un cierto aire de anecdotario donde destaca, al situarlo en una parte clave del conjunto, Bartleby y compañía, de Enrique Vila-Matas.

La inmortalidad literaria de Maupassant pareció ser una obsesión que terminó en locura, y en este sentido sus coordenadas vitales no se alejan mucho de la historia de Yvette, que también puede relacionarse sin duda alguna con el aprendizaje que el escritor de Dieppe recibió de su maestro, Gustave Flaubert. La nouvelle del alumno tiene en algunos instantes fundamentales reminiscencias de Madame Bovary, aunque en realidad su verdadera inspiración no deja de ser la vida de su autor, alocado en su triunfo prematuro, abocado al disfrute de los días entre París y esa periferia festiva, alejada del centro desde una temible cercanía, como si una fina línea separara lo visible de lo oculto del exceso.

Al fin y al cabo Maupassant, maestro de concisión y dueño de una prosa afilada como pocas para su época, dominaba muy bien el arte de contar las aventuras de jóvenes que se sumergen en la mundanidad de la capital francesa. Pienso en Bel Ami como máximo ejemplo, pero en el caso que nos concierne las situaciones reflejadas son un boceto de lo que vendrá entre salones de lujo y engaño, personalidades a la deriva y la magnífica hipocresía de las costumbres que flotan entre máscaras donde la fiesta es sólo un camino para apaciguar notorias amarguras.

La protagonista de la nouvelle es la ingenuidad en forma de encanto capaz de llevar su condición a extremos peligrosos. Yvette ha vivido poco y las lecturas no dan la experiencia. Su madre la protege en medio de espacios donde la ilusión de la opulencia y los piropos de cuatro desgraciados son un pan agradable a los oídos. Nada ofrece complicaciones y las noches se repiten en su tono ocioso entre juego, bailes y charlas banales. En estas irrumpen dos crápulas sensacionales, entregados a la causa con el fervor del devoto. Saval irá a por la progenitora y Servigny a por la pequeña sin muchos remilgos en una carrera que al ser narrada por Maupassant cambia de color con intencionalidad, dándole a cada fase de la trama una dimensión distinta que remarca su evolución interna. Por eso pasamos del jaleo de la calle Berry a la supuesta calma del campo colindante a la ciudad de la luz, íntimo entre cuatro paredes y generoso en la voluntad de encontrar la diferencia en lo excéntrico de la juerga. No deja de ser lógico que ambos opuestos colisionen en una isla. 



Eso desde la idea colectiva que sitúa el ambiente propio del relato, un mundo disipado de prostitutas y balas perdidas, y poco a poco acentúa matices para preparar la explosión del contraste, visible entre las cuatro paredes de una casa donde la chica padece hasta descubrir cómo las apariencias engañan. De nada servía la belleza ni el ideal mientras las diferencias sociales marcaran barreras inexpugnables, fronteras básicas en el abismo entre placer, deber y la conveniencia.

A partir de ese instante la nouvelle se adentra en una nueva dualidad que transcurre entre la mente de Yvette y la alienación de los demás, ajenos por completo a un drama en ciernes, disolución de un yo hacia otra senda. Es en este punto donde Maupassant prosigue lo emprendido por Flaubert desde otra perspectiva propia de una Francia donde los pecados de provincia se han alejado del escándalo de 1856 y han avanzado hacia una feminidad aun inocente y frustrada por la dureza de la realidad y un papel fijo en la comedia de la existencia. En ambos casos la amenaza del suicidio planea en el horizonte. Cianuro, cloroformo, veronal. La droga, el mecanismo, sólo es un paso más en la cronología que hermana a los franceses con Zweig y Schnitzler, con Emma y Else, mujeres reacias al tormento de ceñirse el corsé de su período histórico. La muerte, o su anhelo, como resistencia a tener solo un cuerpo y nada más, única transacción para salvar unos muebles escasos ante los mecanismos imperantes, sorteables desde el cinismo, no desde la bondad de aceptar las normas del guión e instalarse en sus pútridas páginas.





La madre de Yvette ha entendido la lección, no así su hija, víctima del desencanto de la mediocridad. Las vías de escape trazan un panorama que otorga la felicidad más allá del canon, con todo lo que ello conlleva, distanciándose de lo palpable para alcanzar la paz en las antípodas. Ahí Maupassant, en ese sueño alucinado del limbo, consigue sus más brillantes logros de una notable nouvelle que durante algún fragmento flaquea por su deseo de mantener el suspense con rodeos innecesarios, como si el francés saliera del paso para cumplir con el expediente, resuelto con su habitual solvencia a partir de un talento innato. 

viernes, 26 de diciembre de 2014

Doble ración navideña de Wonderland: Sábado 27 literatura y menús navideños, Domingo 28 bigotes




Este fin de semana tengo doble ración de Wonderland. El sábado 27 aparezco en la hora del té de Carmen Alcaraz hablando de literatura y menús navideños con tres autores de bandera:

1.- Dickens, claro está

2.- Maupassant y su cena de Nochebuena

3.- Joyce y Los muertos


En cambio el domingo hablamos de bigotes y literatura, con cuatro nombres de excepción


1.- Carrère y su El bigote

2.- Nietzsche, el bigote filosófico

3.- Jesús Carrasco, un bigote contemporáneo

4.- Charlot, el bigote del siglo XX









Cada Domingo a partir de las 15h

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jueves, 25 de diciembre de 2014

¡Que dejen en paz al dragón! en El Diario



La semana pasada escribí en El Diario un artículo sobre los dos bancos clave de Barcelona, los de sentarse y lo de ahorros. Ambos tienen problemas relativos al modelo que quiere generar la ciudad. Puedes leer el artículo


aquí en catalán

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miércoles, 24 de diciembre de 2014

Fotos de la presentación barcelonesa de Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí en Momomag



El pasado jueves presenté en Barcelona mi ensayo Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí. Ismael Llopis pasó por la charla e hizo una serie de fotos para Momomag que podéis contemplar aquí

lunes, 22 de diciembre de 2014

La literatura es mi venganza, de Mario Vargas Llosa y Claudio Magris


La literatura es mi venganza, de Mario Vargas Llosa y Claudio Magris, por Jordi Corominas i Julián
Mario Vargas Llosa y Claudio Magris, La literatura es mi venganza, Anagrama, Barcelona, 2014
Prólogo de Renato Poma

En demasiadas ocasiones nuestra época cae en una constante cháchara de la nada absoluta. Este fenómeno ha ganado enteros en los últimos años gracias en parte a las redes sociales, donde los usuarios interactúan en soliloquios que simulan una conversación con varios grados de dificultad donde el debate quedar relegado entre el campo de egolatrías diseminadas por los teclados.
En cambio el diálogo, y puedo asegurarles que el tema me interesa por muchos motivos, debería consistir en la fusión entre dos o más personas que a partir de las palabras consiguen crear un solo cuerpo. Durante sus intercambios en el Instituto italiano de Lima Claudio Magris y Mario Vargas Llosa se acercaron a este noble objetivo. El resultado se ve reflejado en La literatura es mi venganza, breve librito donde esas reflexiones se dividen en cuatro facetas que facilitan la comprensión de las mismas.

Huelga presentar a los tertulianos, y no uso este vocablo en su acepción actual que suena a desprecio. La empleo desde su uso positivo. Dos seres humanos se citan e intentan conversar con argumentos de una serie de temáticas. La primera de ellas versa sobre una más que comprensible admiración por las letras que deriva hacia determinadas consideraciones para con la novela, y es ahí donde ambos coinciden en que la actualidad ha dado al género otra velocidad que afecta tanto a su lenguaje como a su estructura. El léxico decimonónico de la calle y la narración encajaban con un mundo que aceptaba ese orden para comprenderse mejor en conjunto, pero el Novecientos alteró las coordenadas y en nuestra centuria urge aceptar que no es posible continuar con prácticas que por fuerza deberán caer en desuso. La linealidad ha perdido vigencia y el vocabulario debe adaptarse a un período histórico donde infinitas mutaciones exigen un rigor al escritor que quizá sea el compromiso de hoy en día. Esto es de mi propia cosecha, aunque no deja de ser una pequeña interpretación de lo dicho por el transalpino y el italiano, quienes insisten en la inevitable necesidad de crear con la sociedad en el punto de mira, pues otro tipo de artefacto será mera floritura sin cosecha que ofrecer.



Esta idea podría darnos que pensar con relación al estilo, si bien lo explicado con anterioridad insinúa este factor a lo largo del tejido, al que por fuerza debe incorporarse la tradición como apunte, lo que se consigue en el segundo fragmento de diálogo al comentar novela y travesía con Odiseo y Don Quijote, puntas de lanzas de un errar y una serie de construcciones que se repiten a lo largo de la historia de los textos, bien sea por universalidad de sus contenidos y formas, bien porque al fin y al cabo las tramas iniciales de la literatura occidental han configurado al resto desde un paradigma absoluto, donde también se incluye la figura del narrador como un gran impostor, algo eterno y poco moderno, simple y llanamente una ocurrencia que se renueva metamorfoseándose con el paso de las generaciones.

Y ello puede enlazarse con suma facilidad con el concepto de tiempo impuro. Los verbos nos ayudan a describir y ubicar las acciones en un contexto concreto y en instantes que valoramos desde pasado, presente y futuro con un sinfín de matices. Si conecto la impostura con el tiempo es porque Magris, con mucho tino, menciona a Italo Svevo, quien quizá alcanzó una de las más altas cotas de maestría en este sentido con su Coscienza di Zeno, lúcida en el engaño de una confesión y el desbarajuste del último capítulo que le permite jugar mucho en la parte central de su última novela. El autor triestino quería narrar la vida y observó que la gramática adolecía de un tiempo verbal que de verdad nos permitiera contarla, por lo que solucionó su problemática mediante una arquitectura que, a la postre, simbolizaba su derrota en el intento.



Lo que no debe ser nunca una debacle es la actitud del escritor con la contemporaneidad. Las balas perdidas que erraron en sus elecciones políticas son una advertencia para el siglo XXI, donde según la pareja tertuliana muchos son los retos a los que todos debemos enfrentarnos, desde la poca calidad democrática, con la amenaza que ello conlleva, hasta una mala interpretación de la diatriba entre globalización e identidad que propicie un abismo insalvable con epicentro en Europa. El Viejo Mundo es contemplado como un resquicio de esperanza que se precipita en determinadas posturas más que lamentables que van desde eliminar referencias cristianas en libros clásicos para no ofender a los musulmanes hasta separar por sexos las piscinas para no ofender a determinadas comunidades. La rendición, que es victoria de la intolerancia, es una traba para un auténtico diálogo entre culturas donde se respeten leyes no escritas, Antígona salta a la palestra, y la universalidad sea un foco que mantenga las diferencias pese a la homologación, vuelvo a ser yo quien opina desde lo dicho por los dos monumentos parlantes, ya anunciada por Pasolini. De este modo, con una diversidad desde la unidad que implica la eliminación de fronteras, el Planeta podrá ser un lugar mejor donde la literatura, así lo creen Magris y Vargas Llosa, debe erigirse en una fuerte pandora que siga con empuje de cambio.


Un diálogo de este tipo siempre es limitado porque se suscitan determinadas conjeturas que descartan otras. Al querer sentar cátedra creo que falta una noción más clara de lo que podríamos denominar literatura pura y su destino en el siglo XXI. No la menciono por capricho, pero durante la crisis los modelos novelísticos mantienen una esencia que desde mi punto de vista no es muy renovadora. Si se echa la vista atrás y miramos a 1918 comprobaremos que sí existió por aquel entonces una revolución narrativa de proporciones épicas que quizá por su radicalidad ya dictó sentencia. El Ulises, mencionado a lo largo del diálogo de Lima, es la novela de novelas de la modernidad, pero las décadas siguientes sí ofrecieron estímulos que permitieron avances en el género. ¿Los conseguiremos hoy en día? Apuesto a que sí, aunque eché en falta esta pregunta en una charla notoria, siempre interesante donde también pudo comentarse más el papel de la sempiterna banalidad de nuestros días en la cultura, su influencia y cómo puede ser un virus letal para ciertos paradigmas. Esperemos que la charla, como si se tratara de Literatura en mayúsculas, prosiga con otros nombres que reafirmarán más mi concepción del diálogo como un bloque que enfoca sus tiros a la totalidad desde lo variopinto de sus voces. 

domingo, 21 de diciembre de 2014

Entrevista en torno a Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí en el Laberint de Wonderland



Hoy el Laberint ha sido un poco distinto porque, sin que sirva de precedente, tocaba hablar de algo mío como es el ensayo Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí. Rosa Gil me ha entrevistado con buenas preguntas sobre este hijo que de momento anda con buen paso y sin ser secuestrado. Puedes escuchar la charla a partir del minuto 35 del enlace clickando aquí



sábado, 20 de diciembre de 2014

Domingo 21, Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí en el Laberint de Wonderland





Mañana el Laberint me dedica, como quien dice, un homenaje. Rosa Gil me entrevistará para hablar de mi ensayo Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí con una serie de preguntas donde abordaremos todas las cuestiones que suscita el libro.













Cada Domingo a partir de las 15h

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100.8 fm Barcelona

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El exilio imposible, de George Prochnik




La utopía de un retorno: El exilio imposible, de George Prochnik, por Jordi Corominas i Julián
George Prochnik, El exilio imposible: Stefan Zweig en el fin del mundo, Ariel, Barcelona, 2014
Traducción de Ana Herrera Ferrer
No deja de ser curioso que El mundo de ayer fuera el libro que resucitó la popularidad de Stefan Zweig entre los lectores hispanoparlantes. Su gran última obra, memorias que de la individualidad vierten a lo global de un universo desaparecido, fue la piedra con la que el malogrado Jaume Vallcorba empezó a edificar el edificio de una nueva fama para el austríaco. Pasados los años el fenómeno se ha consolidado y es normal que entre el mundillo literario el autor de 24 horas en la vida de una mujer sea citado como un referente de principios de siglo XX.

En vida fue célebre y adquirió una dimensión mundial que ni siquiera la tortura del nazismo paró en lo brillante de su notoriedad. Era celebrado y se le consideraba un símbolo mucho más importante que Joseph Roth o Arthur Schnitzler, y eso por mencionar otros dos nombres de esa generación dorada que convirtió a Viena en una de las capitales literarias del mundo con permiso de Londres y París.

Sin embargo, y es posible que George Prochnik lo insinúe entre líneas a lo largo de su notable ensayo, su época terminara en 1918, cuando cayó el Imperio de los Augsburgo y su difícil construcción nacional desmoronó una riqueza milagrosa en pleno centro de Europa. Puede que así fuera, pero Zweig sólo lo notó porque las piezas del tablero cambiaron de repente y su idea europea, que defendió con el ahínco propio del pionero, sufrió por el proteccionismo económico, el cierre de fronteras y la debacle que suponían los pasaportes como arma de control ciudadano. Este elemento fue su suplicio a partir de 1933.

El ascenso al poder de Adolf Hitler y el progresivo auge del nazismo en Austria, culminado con el Anschluss, le convirtieron en un fugitivo físico y mental, lo primero por la obligación de escapar de las garras enemigas y lo segundo por el malestar de saber que su hora se esfumaba ante la cruda metamorfosis del contexto histórico. Bath, Salzburgo, Nueva York y Brasil en dos ocasiones lo alejaron de un epicentro que iba condenándose a seguir la espiral que predominaba en el continente, con el inevitable encumbramiento de los totalitarismos que despreciaban las letras y nutrían al hombre de su perniciosa ideología.



Por eso, por el contraste entre el presente y el pasado que cedía inexorable, Prochnik usa en su personalísima investigación el recurso de mirar atrás y sumergirse en la Viena donde su protagonista disfrutó del estrellato entre cafés, la idiosincrasia burguesa y la amistad con esa gran constelación artística de la capital de Francisco José. Mediante la explicación de esa gloria puede comprenderse mejor el desasosiego interno del escritor en su periplo de exilio donde siguió con su incesante actividad con un sinfín de biografías, novelas y proyectos que alternaba con cenas multitudinarias, conferencias y el magno esfuerzo de adaptarse a sabiendas que nunca estaba en casa. Los supervivientes de esa época lo recuerdan como un hombre afable que sin embargo padecía por lo perdido, demasiado consciente en su labor de asimilar que era una utopía regresar a la salida de casilla por la que siempre transitaría en otro sentido consistente en vagar y vagar porque juzgaba casi cada elemento desde el riesgo, como cuando abandonó Inglaterra ante la amenaza, siempre improbable, de una invasión nazi durante los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial.

Nueva York tenía duende, sí, pero no desde una perspectiva lorquiana. Irse a zonas un poco más alejadas fue un alivio que topaba con la velocidad norteamericana, arquetipo de futuro, droga para un mañana sin viejas costumbres ni acicates pretéritos. Zweig parece considerarse una reliquia deprimida sin solución, y eso se corrobora hasta en Brasil, donde es recibido con los brazos abiertos, publica un libro donde habla del gran porvenir que le ve al país sudamericano y se aclimata al imprevisto rumbo de su existencia entre la lentitud del tiempo, lo barato de su domicilio y la posibilidad de ser agasajado mientras transcurren los días y termina obras que serían su legado póstumo para toda la Humanidad.

Su estatus propiciaba facilidades que en otra tesitura hubieran sido gratas. En aquel instante de decadencia las agradecía sin más porque también llegaban críticas. Fue un hombre amante del progreso con cierta ambigüedad política. Los escritores de la tierra del orden y progreso le acusaron de venderse al establishment carioca con su Brasil, país de futuro, producto que consideraban banal por tener una visión demasiado sesgada de una realidad muy desconocida para ese sexagenario que dejó iluminarse antes de cerrar las persianas de su singladura.




Su suicidio, dadas las circunstancias, huele a punto y final previsible que sintetiza las contradicciones vitales de un hombre egoísta que empujó hacia la muerte a su segunda pareja, mucho más joven y con opciones para sobrevivir a la masacre bélica. Ello no sucedió y sólo demuestra la egolatría tan típica de los grandes de la primera mitad del siglo XX, capaces de empujar a sus semejantes a un mimetismo accional dañino se mire por donde se mire. En esa cama de Petrópolis Zweig escribió con su último suspiro otra página más de unas andanzas en las que asoma la posteridad entremezclada con el deambular de una inteligencia que no supo reponerse del gran mazazo del nazismo, sepulturero de la diversidad, salvaje notario de la defunción de una era agonizante desde que desapareció la bandera del águila bicéfala.

viernes, 19 de diciembre de 2014

jueves, 18 de diciembre de 2014

Barcelona 1912: El caso Enriqueta Martí en el blog Café de tinta



Rebuscando en la red hemos dado con otra reseña sobre Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí. En realidad es una breve nota que muestra interés por el libro y su protagonista. Pertenece al blog Café de tinta y puedes leerla aquí

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Barcelona 1912: El caso Enriqueta Martí en Todos somos sospechosos



Esta madrugada Laura González ha charlado conmigo en Todos somos sospechosos sobre "Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí", hablando del libro y de sus contenido con una canción vampírica del sobrino del diablo que ha cerrado nuestra función. Puedes escuchar la conversación clickando aquí

martes, 16 de diciembre de 2014

domingo, 14 de diciembre de 2014

Podcast de escritores perseguidos en el Laberint de Wonderland


Hoy en el Laberint de Wonderland hemos hablado de escritores perseguidos. La cata se ha compuesto de Stefan Zweig, Boris Pasternak, Salman Rushdie y Roberto Saviano. Puedes escuchar la sección a partir del minuto 35 del enlace clickando aquí

jueves, 11 de diciembre de 2014

Domingo 14, Perseguidos en el Laberint de Wonderland



Después de la censura y los sueños no sabemos si el paso natural era ir a los perseguidos, pero hemos optado por dedicarles un especial en el que la terna constará de los siguientes escritores


1.- Stefan Zweig o la huida ante un mundo que ya no era el suyo

2.- Boris Pasternak o la persecución estalinista

3.- Sahlman Rushdie y los versículos satánicos

4.- Roberto Saviano y su Gomorra


Cada Domingo a partir de las 15h

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Jueves 18, 19 horas: Presentación en Documenta de Barcelona 1912: El caso Enriqueta Martí


El próximo jueves 18 de diciembre a las 19 horas es un día especial. Presentaré en la Librería Documenta de Barcelona el libro Barcelona 1912: El caso Enriqueta Martí. Para la ocasión me acompañarán en la mesa Santiago Roncagliolo, quien siguió las evoluciones del libro casi desde el principio, y Ramiro Domínguez, Editor de Sílex que apostó por mi idea sin dudarlo ni un momento. Tras la charla firmaré ejemplares y tomaremos una copa de buen vino. Ahí os espero.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Ya está aquí Barcelona 1912: El caso Enriqueta Martí



Sin querer en el título del post salió una rima. Al fin y al cabo lo que aparece en la portada es el esfuerzo, como sucede con todo libro, de una serie de años que finalmente ve la luz. No recuerdo bien el momento en que decidí investigar a fondo el caso de Enriqueta Martí, la mal llamada Vampira del Raval. Sólo sé que fue fácil observar muchas imprecisiones en el relato que muchos vendieron como canónico y eso me animó a sumergirme en el personaje para desvelar su verdad desde una perspectiva donde su historia se fundiera con la Historia y su vivencia con la ciudad.

Enriqueta Martí tiene fama de asesina de niños y para muchos es una especie de Jack el destripador de Barcelona, una ciudad que necesitaba, quizá para seguir la estela de su marca, una asesina en serie que llenara ese vacío. La verdad es que no mató a nadie, sí secuestro a la niña Teresita Guitart, eso es indudable, pero todas las maledicencias sobre su persona fueron una sarta de mentiras muy bien orquestadas por la prensa, el pábulo popular y la más que probable necesidad de inventar un chivo expiatorio de otros problemas que marcaban los dimes y diretes de la ciudad en esa ya lejana fecha de 1912.

Creo que el libro desgrana todo mejor que estas escasas palabras en las que sólo quería reflejar mi satisfacción en este momento donde Sílex publica la obra que esta misma semana podrá adquirirse en librerías y por el momento en la web de la editorial clickando aquí. Esperemos que la suerte le sonría.

Podcast de sueños en el Laberint de Wonderland


Hoy en el Laberint hemos hablado de sueños. Empezamos con Endimión y sus aventuras con Selene, proseguimos con Lo somni de Bernat Metge, avanzamos con la inspiración onírica de R.L. Stevenson y cerramos el periplo con los sueños de Federico Fellini. Puedes escuchar el enlace a partir del minuto 38 del enlace clickando aquí

sábado, 6 de diciembre de 2014

Domingo 7, sueños en el Laberint de Wonderland



Este domingo hablaremos en el Laberint de sueños y literatura. La lista podría ser larguísima. Nos hemos decantado por cuatro ejemplos más que claros: El sueño de Endimión, Lo somni de Bernat Metge, La inspiración onírica de R.L. Stevenson y los sueños de Federico Fellini.











Cada Domingo a partir de las 15h

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viernes, 5 de diciembre de 2014

Tres autores en el límite de la ficción en Revista de Letras

TRES AUTORES EN EL LÍMITE DE LA FICCIÓN

Foto: David Lladó (instantànies.net)
Foto: David Lladó (instantànies.net)
Que coincidan en ciertos aspectos no significa que sean iguales. Sirva esta aclaración inicial para evitar confusiones. Javier Cercas y Antonio Muñoz Molina han vuelto este mes a las librerías con dos novelas que insisten en alejar el género de un canon decimonónico que estos últimos tiempos, por no hablar de otros, quiere arrinconar sin eliminarlo. No se trata de matar el origen, sino más bien de mostrar, algo en lo que han insistido otros autores, que la vieja dama tiene una vida que se alarga mediante transformaciones, evoluciones que aceptan que su tejido no puede basarse siempre en el mismo corte y confección.
Seix Barral
Seix Barral
El impostor Como la sombra que se va comparten esa afinidad con otra obra aparecida recientemente: Lo que a nadie le importa de Sergio del Molino. En estas novelas asistimos a una búsqueda que es una investigación donde el escritor no se esconde y es protagonista al indagar y desnudarse en pos de su objetivo: un personaje diferente en cada caso, motivo que condiciona la trama, el enfoque de la misma y el resultado final.
La desnudez que es exhibir el proceso está presente en esta trilogía. Si Del Molino escarba en los vericuetos de una existencia cercana aunque distante, su abuelo, Cercas lo hace con un hombre que aun vive y con quien puede hablar, Enric Marco, el genio maléfico que metamorfoseó mil veces su existencia para ser lo que no fue y proyectarse en esa ansía de figurar con una extraordinaria habilidad. Por su parte Muñoz Molina lo hace con un ilustre fallecido: James Earl Ray, el asesino de Martin Luther King.
Literatura Mondadori
Literatura Mondadori
Los tres autores, distintos y afines, consideran a su creación, que lo es por cómo la tratan al tiempo que goza de otra condición mediante su existencia real imposible de plasmar en su totalidad, un hilo que ahonda en una instancia superior: la Historia, protagonista de sus relatos desde una perspectiva donde el ser que camina con ellos, en la escritura y la imaginación, sintetiza a la perfección la visión que se quiere plasmar. José Molina es la España callada por un siglo XX enloquecido y una dictadura atroz. Enric Marco es la imagen del superviviente que moldea un mundo dentro de un mundo y lo hace creíble a ojos de los demás. James Earl Ray es alguien que escapa de sí mismo, un barco perdido en un universo de fantasía demasiado teñido de realidad. Todos ellos, quizá sin saberlo, creen en la frase de Dedalus en Ulises, en esa pesadilla de la que intentan despertar, la Historia, muda y siempre activa, tortura e inevitable acción.
Seríamos hipócritas y este artículo sería mera retórica si pretendiéramos afirmar que lo que se comparte conduce a una pura igualdad. En algún momento de cada uno de los libros se plantea la posibilidad de una impostura por parte del autor. En lo que concierne a Del Molino sólo se perciben leves atisbos que más bien están relacionados con la impotencia de no poder preguntar al abuelo, un lamento que viaja hasta el instante de la adolescencia donde José Molina era un extraño que no despertaba gran interés, un cuerpo raro entre la maleza de una vida formándose.
Cercas ha esgrimido su propia farsa más en entrevistas posteriores a la publicación de su última novela que en la misma, donde se erige, en una línea que caracteriza buena parte de su estilo, en un inquisidor que navega en sus propias páginas con una energía que inquiere y quiere abordar una meta desmenuzándola mientras lanza hipótesis que se convierten en luchas a verificar a cada paso, de la pregunta al dato hasta alcanzar posibles conclusiones que enhebran el conjunto hasta darle solidez. Con Marco tiene delante un cuadro cubista. A primera vista es una cosa hasta que la contemplación exhaustiva permite ver claro y eliminar el facetado hasta adquirir una forma nítida porque mirar para él es una tarea detectivesca, un reto salvaje, como lo es para Muñoz Molina confesar que durante ese período de incertidumbre que todo hombre tiene una singladura se sentía un timador entre un sinfín de ríos bañados de alcohol y duda. Duda de la doblez del funcionario que aspira a ser escritor y no se atreve a proclamarlo a los cuatro vientos pese a insistir en su pasión. Duda por el caos de un matrimonio y un espacio desajustado. Duda por ir a Lisboa como un perdido y descubrir, veinticinco años más tarde, que James Earl Ray también dio con sus huesos en la capital lusa desde la desorientación alienada de quien camina sin saber donde está en esa ciudad frontera, encrucijada de signo distinto porque para el ubetense fue luz y para el asesino del adalid de los derechos civiles un limbo previo a la condena.
Literatura Mondadori
Literatura Mondadori
Aquí, de repente, Sergio del Molino se despide del texto, y lo hace con otro apretón de manos al dúo resistente, con quien sigue una senda que visita los lugares donde acaecieron los hechos por amor a la precisión y una obsesión que es el mismo acto de engendrar un hijo literario. No se menciona en su libro a Don Quijote de la Mancha, quien para Cercas guarda una similitud fundamental con Marco. Al final de la novela cervantina su héroe asume, al fin, ser Alonso Quijano. Asimismo al final del camino Marco, el prestidigitador que fue Secretario General de la CNT y caudal de la memoria histórica, puede aceptar lo que fue sin la bolsa repleta de mentiras que paseó durante más de ochenta años. En cambio, en Como la sombra que se va la magna creación de Cervantes desde ángulos heterogéneos entre los que cabe mencionar cómo es quimérico pensar en una escritura terminada con rotundidad, en lo utópico de un punto y final mientras datos, informaciones y efemérides se cruzan en los pasos de quien se adentra en el laberinto de una temática que siempre crece, como si se tratara de un ente independiente que rechaza descubrir todos sus rostros. La reflexión nos sirve a otro punto donde Don Quijote irrumpe con fuerza a partir de las cavilaciones de la imaginación mientras se construye la pieza. La compilación de notas y documentos permite vislumbrar cómo aconteció lo que centra las pesquisas, pero todo se altera al ver con los ojos enclaves, objetos y asfaltos. Esa realidad palpable permanecerá intacta mientras que el libro ha creado otra, certera, a partir de la primera.
Puede que haya dicho adiós a Sergio del Molino con excesiva premura. Su novela tiene su base en el estudio de un allegado, y en este sentido él es quien da más trascendencia a este aspecto. Para Cercas su hijo es el acicate que impulsa a dar el salto, abandonar miedos y lanzarse a la aventura de ir a por los intríngulis de ese magma de energía desmedida que es Enric Marco. Para Antonio Muñoz Molina los íntimos, pasados y presentes, marcan un antes y después prístino, tanto que su compañera se erige en tabla de salvación que supera lo pretérito y disipa las brumas de la impostura que no fue tal. Más tarde, no hay que olvidarlo desde la elegancia con que se infiltra en el texto, recorre con él los parajes que aparecen en Como la sombra que se va, cómplice y aliada, paisaje extraordinario que no puede obviarse si se analizan los límites de la nueva entrega del autor de Plenilunio.
Si siguiéramos con las diferencias este modesto ensayo rebasaría su grado de legibilidad en la red, aunque no está de más, de hecho es menester, remarcar como mínimo una primordial. El envite de Enric Marco es contra sí mismo. Bien, alguno podrá decir, y no le faltará razón, que combate contra su época y un destino marcado desde ese nacimiento en un manicomio que todo parece marcarlo con fuego. Sin embargo, su guerra es interior enmarcada en los dimes y diretes de Clío que lo ofende poco al ser él mismo, desde una posición humilde, quien medra hasta alcanzar cotas impensables en el quilómetro cero. Esto lo distingue de James Earl Ray, quien pese a su eterno vagar por carreteras de Estados Unidos y su acuciante complejo de inferioridad, fruto de una más que desafortunada infancia familiar, se inserta en la Historia con mayúsculas al terminar con la vida de un ejemplo para toda la Humanidad. Al apretar el gatillo de su rifle e impactar en el Doctor que se asoma al balcón de un motel crea un mártir y deviene, con redoble de tambores, un mártir de sí mismo. En este aspecto Muñoz Molina, con su lírica sosegada a la par que intensa, ejecuta con maestría una sinfonía que tiene cierto aire fílmico porque nos brinda la perspectiva enfermiza del criminal, mutante en sus nombres tanto como Marco, para luego, en un leve suspiro imprescindible, desgranar los temores de Luther King, quien estresado en su contienda flaquea y también, como todos, se pregunta si no es un impostor, una fachada que oculta un moldeado deficiente, con pies de barro, el de un hombre débil y por lo tanto grande en su envergadura moral.
Es hora de cerrar estas páginas. Supongo que existen infinitos modos de rizar el rizo, pero ahora acude a mi memoria Impostura de Enrique Vila-Matas que a su vez se emparenta con Pirandello por mímesis. En esa novela de 1984 la falsa identidad retrata un tiempo y un lugar, esa Barcelona gris del franquismo donde un usted no sabe con quién está hablando definía la pauta del comportamiento comunitario. No está de más recordarlo porque esa maraña, su confusión intrínseca, crea una línea de continuidad expresada desde distintos puntos de vista que sin quererlo contemplan la pasada centuria como la de la impostura, y no deja de ser curioso que se pueda trazar esta línea en la literatura española desde autores tan importantes, nombres que dejan un poso y saben metamorfosearse con la palabra, no para engañar, sino para ensanchar el espectro.