Diálogo con Jordi Corominas i Julián, Por Santiago García Tirado
Hablar
con Jordi Corominas i Julián (Barcelona, 1979) es un ejercicio
recomendable a media tarde. Tonifica el cerebro, genera endorfinas. Excita el
deseo de lanzarse a leer alguno de los libros de los que habla continuamente.
Eso sí: requiere nervio estar a su altura. Uno llega medio atolondrado por la
baja presión atmosférica (va a llover, creo) y tiene que tomarse un café de
urgencia para poder estar al nivel de su hiperactividad. Se ríe cuando le
comento que últimamente no doy de mí para mantenerme al día de su frenesí
vital, que ni siquiera Facebook me sirve para saber todo lo que lleva entre
manos. Luego, una vez acabada la entrevista, me reconocerá cierto mérito cuando
me diga que, por suerte, los dos hablamos muy deprisa. Pero no. El que vuela
con las palabras es él. Está de gira con su proyecto Loopoesía del que este año ha publicado Los lotófagos (Ed. Versos y Reversos), y ha representado su
función loopoética catorce veces, incluida una versión en plena calle
Ferlandina, en el Raval.
Le
van los retos. Y conste que hablamos de poesía.
Son
las cinco en la terraza de La Central, calle Mallorca.
Santiago
G.T.: Que digo que he intentado seguirte la
agenda últimamente, y me ha resultado tarea imposible.
Jordi
Corominas: Y hay muchas cosas que
la gente no sabe, además…
SGT: No, no te desnudes todavía.
JC: Dime, pregunta, dispara.
SGT: Empecemos por tu gira 2013 con Loopoesía. La
experiencia ha sido brutal. ¿Tenías calculado a dónde iba a llegar la
experiencia?
JC: Yo empecé el proyecto en 2009. Al principio había un
músico que hacía mezclas, yo me encargaba de las escenografías, los diseños
para las proyecciones. Entonces todo era más surrealista, más desordenado.
Desde el año pasado, el proyecto se convierte en papel gracias a la editorial
Versos y Reversos que edita El gladiador silenciado [primer libro dentro del proyecto Loopoesía]; este año
ha sido Los
lotófagos. Todo adopta ahora una estructura más ordenada, porque yo me he sentido
respaldado. Este año sí quería hacer una gira, no conformarme con presentar en
Barcelona y Madrid. Y he tenido suerte: me han invitado a La Coruña, a
Salamanca, he actuado en las FNAC de Madrid, en Sevilla, Palma, Bilbao… Siete
ciudades en total, contando Barcelona, en un total de 14 espectáculos. En BCN
ha sido 6 veces. Y en cuatro ocasiones he actuado ante más de 100 personas.
SGT: Repítemelo: ¿100 personas? ¿En un recital de poesía?
JC: Sí, ya tengo asumido que puede haber días así. También
otros, como en Sevilal y Palma, con menos de quince personas. Es una cosa
bonita y estaba muy tranquilo cuando sucedió. Lo que no podía esperar era
terminar yendo a Latinoamérica, como ha sido el caso.
SGT: Uno empieza y ya no ve forma de parar. Y las puertas
se siguen abriendo.
JC: Sí, y lo de Latinoamérica es importante porque el
proyecto es muy arriesgado, está muy ordenado, muy estructurado y me siento más
que contento de cruzar el charco. Me parece un salto de gigante.
SGT: Tu propuesta saca a la poesía del papel y la lleva al
público convertida en espectáculo. Pongamos que tienes que elegir: ¿Poesía
silenciosa o poesía performativa?
JC: Loopoesía ofrece la poesía performativa, para luego
pasar a la poesía silenciosa. Yo ofrezco toda la mezcla (recito el poemario y
cada pieza ―la música, las proyecciones y los disfraces― está relacionada con
el poemario). El resultado deja entre el público una acumulación que no permite
seguir todos los versos. Posteriormente, el público puede adquirir el poemario
y volver a acercarse al poema en el silencio de su casa.
SGT: Eso te permite llegar al gran público. ¿Es un peligro
que la poesía se abra al gran público?
JC: El peligro es considerar la poesía elitista. Una vez
me dijo Agustín
Fdez. Mallo: “¿Cómo no voy a
experimentar en poesía, si la poesía la leen cuatro gatos?” El formato en que
lo planteo lo acerca al público aunque, de manera paradójica, alguien lo puede
considerar elitista. Hay gente que opina que es vanguardista.
SGT: Y lo es.
JC: Sí, pero lo sea o no lo sea, no soy yo quien debe
decirlo. Mi idea es acercarlo a la gente, haciéndole ver que además puede ser
divertido. Puede ser divertido porque la gente tiene unos tópicos mentales
establecidos sobre la poesía (de micrófono, atril, amor, muerte, temas muy
manidos) y concibe eso como algo muy aburrido. Para que algo sea interesante
tienes que lograr desterrar la imagen antigua. Y es complicado, porque el mundo
de la poesía está muy cerrado, se estructura en capillitas que producen efecto
de coraza. Es un mundo endogámico que no quiere salir de sí mismo, y en ese
sentido, al intentar ir por libre, yo creo que me alejo un poco de eso.
SGT: Hablemos de tus temas. Parece, por la materia que
escoges, que huyes de ti mismo: no hablas de amor, de estremecimientos
internos; es como si huyeras de los grandes tópicos de la poesía. Pero hablas
de crisis, de derrumbe social…
JC: Sí, pero por encima de todo hablo del amor. El
proyecto es: Loopoesía
es amor, y hablo del amor por acercar la poesía
al público y ofrecerme de la manera que me ofrezco. Eso me lleva mucho trabajo,
me encanta hacerlo, y en ese sentido es amor. Pero bueno, tampoco es poesía de
crisis, aunque sí, me interesa la política, la historia. Yo estudié Humanidades
porque me fascina la historia. Creo que la poesía tiene que transmitir un
mensaje y pisar la calle. Si yo piso la calle, veo lo que ocurre. Yo de lo
íntimo puedo pasar a lo general. Se trata de un intimismo diferente. Mi poesía
nace muchas veces del paseo. A mí me salen las ideas paseando, mis personajes
siempre están moviéndose. Aunque sí que rehuyo los temas clásicos. Soy incapaz
de escribir poemas de amor, que ya se han escrito durante más de 3000 años. No
tiene sentido que haga un nuevo poema de amor. No aportaré nada nuevo. Me
aburriría. ¡Ya están en las estanterías!
SGT: Esa forma tuya de rehuir lo íntimo, ¿es una forma de
protegerse?
JC: Yo me subo en el escenario, y me muestro, pero nadie
tiene por qué saber nada de mi vida privada. Mi vida privada es mía. El tipo de
exhibición que yo hago no es gratuita porque ofrece algo al espectador. Pero no
me gusta la exhibición de la gente que se hace fotografías y casi ve la poesía
como una pasarela. Ni en las redes sociales hablo de mi vida privada. Las uso
como herramienta de trabajo, no como plataforma de exhibición.
SGT: Hay autores y autoras que sí lo hacen: posan, se
presentan como autores a los veinte años; son los nuevos Rimbauds.
JC: Me parece que estamos en una época que propicia eso.
La gente no se está dando cuenta de que probablemente todo lo que se proyecte
ahora en esa forma efímera no va a permanecer. Y entonces se olvida algo
importante, que es el hecho de tener una constancia y de trabajar para crecer.
Quien no haga eso, seguramente desaparecerá como lágrimas en la lluvia.
(Jordi
Corominas se ríe mucho, ¿lo he dicho ya? Cuando le sale el lado canalla debería
haber siempre un fotógrafo para plasmar el momento. Solo hay unas chicas en la
mesa de al lado que nos miran, pero no llevan cámara. Lástima. Sería un buen
documento para el Facebook).
SGT: Uno mira para atrás en el tiempo y ve un turbamulta de
gente que fue encumbrada en su día como grandes nombres de la literatura
futura; ahora nadie los recuerda.
JC: Sí, termina sucediendo. La poesía es un mundo muy
peligroso. La poesía se considera a sí misma y a lo que la envuelve muy
importante, y en el fondo nadie le hace caso. Lo mejor que puedes hacer es
partir de tu insignificancia para crecer.
SGT: Parece que hay un grupo importante de gente joven en
la poesía con demasiada prisa por exhibirse. ¿Hacia dónde crees que camina la
poesía, y hacia dónde te gustaría que fuera?
JC: A mí lo que me gusta de la poesía es que adopta una
variedad de registros muy grande, y seguramente algunas personas permanecerán.
En mi caso, me interesa ahora el poema-río, el poema-encadenado. Los Lotófagos tiene 600 versos. Voy a seguir en esta senda un
tiempo, experimentando. En cuanto a la poesía en general, creo que tiene que
ser coherente el contenido con la forma, uno tiene que intentar ser
contemporáneo sin que ello implique gratuidad; y uno tiene que ser coherente
con su tiempo.
SGT: Porque no hay forma de sustraerse a sus coordenadas.
JC: Sí. De otro modo sería mera retórica. Y la poesía
tiene que tener un mensaje.
SGT: Es verdad, las capillitas existen: ¿Te identificas con
alguna?
JC: No.
SGT:¿Odias alguna?
JC: Tampoco. No odio, no odio a nadie.
SGT: Olvídate de las capillitas actuales, piensa en los
poetas de cualquier época: ¿de quién serías socio?
JC: Sería socio de Jean Cocteau, de Eliot, Joan
Salvat-Papasseit, no sé de quién más… quizá de Apollinaire, no sé, gente así.
Siempre sería más bien socio de gente que ha ido por libre. Siempre he sido
así, y es algo que a muchos no les gusta de mí. Que no me caso con nadie. Y
creo que es necesario para mantener la individualidad. Permanecer en capillitas
para lo único que sirve es para que la gente se chupe la polla, los unos a los
otros, y no me interesa.
SGT: Es un ejercicio entretenido. Y hay momentos en que un
escritor lo necesita.
(Obviamente, el fotógrafo sigue sin
aparecer, pero reímos igual).
JC: Yo quiero que me lea gente que yo no conozco, no quiero
que me lea el que da la palmadita en la espalda. Para estar una noche bebiendo
cerveza, ya quedo con mis amigos a las nueve en un bar.
SGT:¿Cómo combinas narrrativa y poesía? ¿Eres eso que se
llama un monógamo en cadena?
JC: Combino ambas. Por ejemplo, mi siguiente proyecto ya
lo tengo acabado (y está siendo muy difícil de mover en editoriales): consiste
en una compilación de todas mis entrevistas para encerrar tres generaciones de
literatura en un libro de diálogos que incluye autores españoles y latinoamericanos.
Iría desde Jenn Díaz a Juan Marsé, desde alguien de 25 años hasta alguien que
tiene 80. Estamos hablando de entre 35-40 autores.
SGT: Pon a alguno de ellos de relieve. Alguien que en el
momento de la conversación te diera una impresión fuera de lo común.
JC: Vila-Matas, por supuesto. No sé, con él hay una
especie de sintonía.
SGT: Es intimidante.
JC: Claro, pero es muy tímido también. [Ya digo, hay que estar audaz con Jordi
C.] Y yo lo soy, más de lo que parece. [Bueno, si se ríe es posible relajarse.
No se puede estar en guardia todo el tiempo de la entrevista]. Es una cuestión de que, cuando empecé a interesarme
por la literatura, fue el primer autor de nuestro tiempo que me deslumbró.
Hablando con él, aprendes. Y además es muy receptivo a hablar de sus cosas, si
tú le preguntas bien.
SGT: Hay un momento en que se crea un clima de honestidad
evidente.
JC: Sí, pero el hecho de que él sea un autor que me haya
epatado no quiere decir que yo, cuando escribo prosa, siga su estilo.
SGT: Vila-Matas es inimitable. ¿Qué te parece que no suene
normalmente en las quinielas por los grandes premios (Príncipe de Asturias,
Cervantes)?
JC: Ya llegará y se le hará justicia.
SGT: ¡En Espania!
JC: ¡En Espania! Ya llegará. Muñoz Molina, por ejemplo, es un premio
merecidísimo. Y por cierto, es otra persona muy impresionante cuando se le
entrevista. Es un señor consecuente.
SGT: Da juego
JC: Es consecuente, es ético, no escribe gratuitamente. A
mí me gustan los autores que no son gratuitos, que no practican fuegos de
artificio, que lo que escriben en cada línea tiene una justificación. Estos dos
me parecen muy coherentes (y está apareciendo mucho esa palabra en esta
entrevista: coherente).
SGT: Señal de que te persigue. Y ya que estamos en la
coherencia, hablemos de tu faceta como narrador. Tu última experiencia es José García (Ed. Barataria, 2012).
JC: José García ha levantado diversas reacciones. Hay
quien ha dicho que es una vuelta al realismo (y tiene algo de realismo, claro;
la verdad es que todo lo que hago es muy realista; Loopoesía es muy realista).
Hay quien dice que es una forma de escribir nueva, y no creo yo eso tampoco. La
experiencia de la novela es positiva, pero llevo tiempo sin escribir en esa
línea. Este verano pienso volver a la narrativa: tengo una idea de una novela,
pero también otra de un ensayo acerca de una mujer de aquí, de Barcelona, que
es Enriqueta Martí. Era la secuestradora de niños de 1912, de la que se han
dicho muchas mentiras (como que les sacaba el tuétano para hacerles a los ricos
cataplasmas para la tuberculosis). La han querido vender como un Jack el
Destripador de Barcelona, pero he estado investigando y no es cierto. Estoy
viendo que, como la documentación es muy inconcreta (hace dos años que voy
acumulando información), voy a llamar al texto La imposibilidad de un ensayo. Y voy a escribir en función de cómo yo he ido
evolucionando con este ensayo, cómo me iban saliendo las ideas, como avanzaban
las pesquisas…
SGT: Lo barcelonés puebla tu obra.
JC: La novela (de la que de momento solo tengo la idea)
también será barcelonesa. José García ocurre en cinco calles del barrio de Gracia.
El año que viene es el 5º aniversario de Loopoesía, y quiero acabar también el nuevo poemario este otoño. Lo que hago durante todo el año es ir pensando en las partes, en las ideas del poemario, voy apuntando… como los asesinos o los detectives, que tienen la pizarra y…
El año que viene es el 5º aniversario de Loopoesía, y quiero acabar también el nuevo poemario este otoño. Lo que hago durante todo el año es ir pensando en las partes, en las ideas del poemario, voy apuntando… como los asesinos o los detectives, que tienen la pizarra y…
SGT: Y vas vomitando ideas.
JC: voy vomitando ahí. Al final le doy un orden, y me sale
bastante rápido.
SGT: Sale rápido porque ha habido una reflexión en el
tiempo.
JC: Es como un parto. He estado nueve meses pensando en
las ideas del poemario. Sé que se va a llamarEl hombre del traje amarillo.
SGT: Like you!
JC: En ese caso soy yo, obviamente. Va a ser el 5º aniversario,
y va a ser especial. Va a ser una mezcla entre soledades y paseos.
[Si
no he perdido la cuenta, son cuatro los proyectos que Jordi Corominas trae
entre manos. Y no deja de reír. Mmmmm.]
Leo mucho. La crítica me permite
ordenar, a partir del pensamiento de los demás, mi propio pensamiento. En ese
sentido, la crítica, cuando la ves de forma ordenada, te permite hacer la
biografía de quien hace esa crítica. Porque te muestra el estado de ánimo, cómo
fluye, qué intereses tiene en cada momento.
SGT: Es una forma de creatividad.
JC: La crítica es un género en sí mismo, lo dice Eliot. No
se reseña por reseñar. Toda reseña tiene que ser ejemplar. Pero habrá un
momento en que yo deje de hacer crítica y me ponga a hacer ensayos largos.
SGT: Esta es la entrevista de Jordi Corominas con 34.
Cuando la hagamos a Jordi Corominas con 44…
JC: Siendo poeta es más fácil hacer reseñas, creo yo. Si
en algún momento estoy más metido en la prosa, aun siendo honesto, me podrían
poner a parir. Porque España es muy de amiguismos, yo ya estoy harto de esto.
La
chica de al lado no ha dejado de levantarse durante la entrevista para pedirle
el mechero. Tres veces ha repetido el movimiento. A mí no me ha hecho ni caso.
Como castigo, le propongo que nos haga la foto final (por desgracia, ahora no
hay risas).
Y
la chica la hace. En las librerías solo puede haber gente buena, dicen.
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