lunes, 30 de mayo de 2011
Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea de Elena Román en Revista de Letras
Pasión desenfrenada, exhuberancia poética: “Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea”, de Elena Román
Por Jordi Corominas i Julián | Reseñas | 26.05.11
Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea. Elena Román
Diputación de Granada (Granada, 2010)
Los buzones tienen mucha vida. Van llenándose de sobres y a veces hasta sufren atascos considerables por la pereza de sus propietarios. Yo tengo dos, y el que destino a paquetes de mayor envergadura suele estar triste porque los chicos del correo comercial creen que sirve para dejar malditas ofertas promocionales que nadie lee.
Hace un par de meses agité las llaves de mi bolsillo izquierdo, abrí la caja mágica y palpé un bulto de procedencia desconocida. Soy bastante nervioso con estas cosas, por lo que despedacé el paquete y dentro había un libro de original título: Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea de Elena Román. El volumen ganó en 2010 el Premio Andaluz de Poesía Villa de Peligros, y hasta esta misma noche es lo único que sabía del manuscrito, que dejé reposar en mi mesa durante dos largos meses hasta que decidí leerlo.
¿Por qué les suelto todo este rollo patatero? Pues porque por una vez me han sorprendido, y considero ese sobre desconocido un magnífico regalo del que aún, en cierto modo, ignoro su procedencia.
Abro el libro y descubro un huracán. Las setenta y siete composiciones del elevador, para abreviar, rebosan una fuerza lírica de indudable originalidad. No me gusta la poesía amorosa, pero con Elena Román hago una excepción. Desde la primera palabra uno siente un vendaval de sentimientos que fluctúan entre la incomprensión, el anhelo, el miedo a la pérdida, la felicidad de la unión, el ansia por convivir e infinitas emociones que la autora cordobesa, toledana de adopción, exprime con exhuberancia y un desparpajo que combina prosa con una libertad que prescinde de la rima porque quiere centrarse en el amor, que en ocasiones tiene que ser en Roma y en otras resumirse, letal y definitiva simbología, en un 69.
Román no concede respiro. Su poemario no es una suite, aunque tiene sus hechuras porque la continuidad de bocas, ojos, ausencias, presencias, fríos y calenturas esparce una potente semilla que, pese a tratar el tema por antonomasia, rehuye lo clásico y se instala en un veloz territorio donde se duerme poco y se delira una barbaridad mediante un surrealismo que no es tal, sino mera explosión propia de ese estado de estupidez transitoria que llamamos enamoramiento.
La única cordura está en la composición y en la sabia elección de los vocablos. El resto es lanzarse al vacío, apostar todo al rojo y dejarse llevar. Para el lector constituye una agradable sensación porque los versos crean una corriente empática mientras subimos y bajamos pisos del ascensor. En ocasiones no hay tréboles en el descampado, las excavadoras se tragan inexistentes huellas y hasta emigran los pingüinos. La constante básica es el entrelazarse a lo largo de las seis partes de la ascensión, perdón, del altibajo entre piso y piso. Antes de abordar la lectura vayan al final y consulten el índice. Comprobarán que cada fracción del viaje se nutre de un apretar botones que remarcan el estado de la cuestión. Del primero al segundo. Subamos a la azotea. No, mejor descender, que las cosas se han vuelto inestables. Venga, dale al play. ¡Para! Y hazlo, si eres crítico y debes reseñar la obra, sin ninguna información biográfica de la premiada. Puede que tenga cuarenta años, quizá menos. Me importa bien poco y casi lo considero una ventaja porque así no debo usar la típica etiqueta generacional que tantos prejuicios causa. Leer textos sin atender edades, devorarlos pensando sólo, y ya es bastante, en la literatura.
Conocerse. Odiarse. Penetrarse. Despertarse. Los meses se suceden, así como la agonía del éxtasis y el calvario. Nos gustaría saber qué piensa el objeto de deseo. Debería sentirse muy afortunado por este exaltadísimo canto que tanto en cuerpo como en forma destaca por frescura, desparpajo y un entusiasmo que entusiasma desde una incontenible pasión que, quizá, es la que todos y cada uno de nosotros querríamos ostentar en nuestro corazón, que nunca pasa de moda y siempre tendrá espacio para la crónica de una relación donde el tormento es placer y la lectura un caudal imparable. Bravo.
jueves, 26 de mayo de 2011
Podcast del Laberint con Laura Fernández+ novelas anómalas de Barcelona
Ayer en Wonderland tuvimos la suerte de contar con Laura Fernández, con la que hablamos de su última novela Wendolin. Luego se unió al Laberint para comentar nosotros alguna de las novelas anómalas ubicadas en Barcelona, se puede escuchar a partir del minuto 32 aquí
Jueves 26, Lectura de Narrativa y Poesía en el Malverde Bar ( Barcelona)
Hoy nos juntamos un grupo de narradores y poetas en el Malverde Bar de Barcelona, y la verdad que a lo tonto a lo tonto salió una selección potente en la que mezclamos chilenos y catalanes.
Claudia Apablaza y Raúl Hernández leerán sus textos, la primera presentando un inédito de su nueva novela y el segundo recitando sus poemas. Por la parte ibérica Àlex Reig, Iván Humanes y yo mismo daremos con nuestra voz los poemas al público.
Jueves 26 de mayo, 20h30 minutos de la tarde
Mal verde bar
Carrer Abat Safont 11
Barcelona, Spain
miércoles, 25 de mayo de 2011
Miércoles 25, Entrevista con Laura Fernández y novelas de Barcelona en el Laberint de Wonderland
Hoy en el Laberint de Wonderland os ofrecemos un extra. La tuvimos pocos minutos en Sant Jordi, había demasiada gente y no pudimos centrar el tiro, pero hoy podremos hablar largo y tendido con Laura Fernández, quien nos comentará muchas cosas sobre Wendolin Kramer, su última novela publicada por Seix Barral.
Aprovechando la presencia de una escritora que centra su novela en una Barcelona irreal hemos querido dedicar el espacio habitual a ver novelas de Barcelona que reflejaran momentos especiales de la ciudad. Iniciaremos con L'auca del Senyor Esteve de Santiago Russinyol y después de debatir el auge de este tipo de relato en la posguerra iremos hasta un cuento de Enrique Vila-Matas, una de sus piezas más memorables: La hora de los cansados, texto de 1989 perteneciente a la compilación Suicidios ejemplares.
Le hemos preguntado a Laura si quería hablar de alguna novela reciente en concreto y ha elegido Mundo maravilloso de Javier Calvo. Tras su aportación iremos a una rareza Goodbye Barcelona de Alexis de Villar, con el que cerraremos el programa y plantearemos la necesidad de una novela de Barcelona que aborde bien la ciudad después de la resaca olímpica.
El laberint a Wonderland
Cada miércoles a partir de las 18h
Radio Nacional- Rne4
100.8 fm Barcelona
En directo: Rne4
martes, 24 de mayo de 2011
La Familia Himmler de Katrin Himmler en Revista de Letras
Crónica de una ocultación: “Los hermanos Himmler”, de Katrin Himmler
Por Jordi Corominas i Julián | Reseñas | 23.05.11
Los hermanos Himmler. Historia de una familia alemana. Katrin Himmler
Traducción de Richard Gross
Libros del Silencio (Barcelona, 2011)
¿Puede el Humanismo prevenir contra la barbarie? Si nos atenemos al caso de la familia Himmler la respuesta será negativa. Quien conozca un poco la Historia del nazismo sabrá quién era Heinrich Himmler, jefe de la SS que con su absoluto control de los campos de exterminio puede ser considerado sin ningún tipo de ambages como el peor asesino del siglo XX. Este hombre que amaba cultivar hortalizas y mimar a los animales no tuvo piedad alguna cuando le tocó ordenar la ejecución masiva de los enemigos del Tercer Reich, seres que según la diabólica concepción del régimen capitaneado por Adolf Hitler eran criaturas inferiores a las que convenía eliminar para crear una nuevo orden basado en la superioridad de la raza aria.
En 1945 cayó un telón de silencio entre los alemanes que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial. El país en ruinas estaba estigmatizado. Suele decirse que la distancia es el olvido, aunque el mismo es pernicioso porque tarde o temprano afloran las culpas. Muchas familias legaron a sus descendientes un puñado de burdas mentiras para preservar una impoluta impresión. Nadie sabía nada, todos fueron víctimas de una panda de locos entregados a la matanza. En los años cincuenta la visión de unos pocos monstruos responsables ganó partido y favoreció una amnistía de conciencia que el paso de las décadas situó en su justo lugar.
Imaginen llevar un apellido sospechoso, pongamos Himmler. Es el caso de Katrin Himmler, nieta de Ernst Himmler, que a su vez era hermano del terrible Heinrich. Durante toda su vida esta licenciada en Ciencias Políticas recibió de sus allegados una versión sesgada de la historia familiar porque el mal causado por el famoso verdugo de la SS ocultaba la complicidad de otros miembros del clan. Un buen día, a finales de los años noventa, su padre le pidió que investigara en los archivos oficiales y las sorpresas que los documentos revelaron fueron mayúsculas. Por ello, y porque es una nueva alemana que asume los horrendos pecados de las anteriores generaciones que colaboraron con el nazismo, decidió escribir Los hermanos Himmler, libro que llega a nuestras librerías de la mano de Libros del Silencio.
La obra es un minucioso estudio, no exento como es comprensible de reflexiones personales, sobre cómo una respetable colección de individuos termina cayendo en el marasmo de abrazar la causa Nacionalsocialista sin estrépito, asumiendo su labor con espeluznante normalidad.
El patriarca del clan fue un militar que falleció a mediados del Ochocientos y dejó en el hijo huérfano el estigma de la superación. Gebhard Himmler padre basó su existencia en la típica cantinela burguesa del crecimiento social, y consiguió su objetivo mediante la cultura. Fue un pedagogo riguroso que llegó a educar a hijos de la realeza bávara, lo que le confirió delirios de grandeza y la creencia del rigor vital como máxima virtud. Inculcó a sus tres vástagos férreas convicciones que pueden resumirse metafóricamente en el diario que obligó a escribir al joven Heinrich. Esas páginas son una síntesis de disciplina. Nada de florituras, sólo anotaciones de los hechos cotidianos desde una perspectiva glaciar con la que rellenar clima, comidas y actividades, pues los sentimientos correspondían a otra esfera. Los otros hijos del tardío matrimonio, Gebhard y Ernst, desarrollaron inquietudes culturales que el estallido de la Gran Guerra congeló parcialmente. La exaltación patriótica ganó la partida y los jóvenes desearon, y finalmente consiguieron, acudir a la llamada de las armas, con consecuencias fatales para sus respectivas trayectorias.
Gebhard y Heinrich ingresaron en la edad adulta a golpe de fusil y tragedia. La proclamación de la República de Weimar les hizo caer en el hechizo del cualquier tiempo pasado fue mejor, algo que interpretaron, en esa época de estanflación y Versalles, ingresando en agrupaciones paramilitares que alteraron su destino. El primero de los hermanos fue un poco más inteligente y se licenció en ingeniería. Del segundo ya sabemos bastante. Ambos fueron acérrimos partícipes del golpe de la cervecería de noviembre de 1923 porque seguían albergando la esperanza, maldito amor patriótico, de ver renacer de sus cenizas a su tan querida Alemania.
El pequeño Ernst, el niño mimado por sus padres, se aficionó a la tecnología. Dirán que es un hobby inofensivo, de esos que hoy en día comparten muchas personas. Sin duda, pero pese a que nuestro período es complicado no tiene por ahora las negras connotaciones de los años treinta en Alemania. Aupados por Heinrich, tanto Gebhard como Ernst medraron en la burocracia nazi hasta ocupar puestos de relumbrón que aseguraron su porvenir, lo que asimismo acaeció con primos, cuñados y amigos que desarrollaron graves responsabilidades criminales en la estructura del Tercer Reich.
Gebhard trabajó en el Ministerio de Educación y Ernst fue un auténtico pionero en el campo de la radiodifusión, factor trascendental en un Estado que basaba parte de su asombroso contagio para con el ciudadano en la propaganda dirigida por Joseph Goebbels.
Si quieren saber más, pues no estamos hablando en absoluto de ficción, les recomiendo adquirir el volumen y comprobar con sus propios ojos la evolución de tres vidas que afectaron a otras muchas de su círculo cercano y más allá. Lo que asombra de la investigación de Katrin Himmler son hechos que normalmente muchos ensayos históricos desdeñan: la absoluta normalidad de los planes nazis de aniquilación mundial. Siempre, hasta cuando lo comentamos en una charla de bar, se ha admirado la virtud germánica de la racionalidad que tantos buenos literatos y pensadores ha dado a la cultura universal. Lo que no pensamos casi nunca, si bien ya lo anunció Francisco de Goya y Lucientes, es que este mismo indudable valor puede derivar en el defecto supremo de tergiversarse para caer en pútridas carnicerías organizadas. La burocracia del sistema del Tercer Reich apabulla. Al desgranar, para su propio estupor, la crónica de su familia la autora va descubriendo una maquinaria muy bien engrasada que no se nutre de bestias aisladas, sino de un enjambre de seres de carne y hueso que, a través de la acción colectiva, perpetuaron innombrables masacres a lo largo y ancho del territorio que conquistaron entre 1933 y 1941, cuando la precipitada invasión de la Unión Soviética selló el final del sueño de dominio que Hitler y sus compinches planearon. La impresión es más profunda si cabe porque desvela una mentira tolerada que ignora que el pasado siempre vuelve al ser un bumerán empeñado en poner los puntos sobre las íes.
Heinrich Himmler fue el encargado, y lo hizo con esmerado rigor, de aplicar la Solución Final. En mayo de 1945 fue capturado por las fuerzas aliadas y se suicidó mordiendo una cápsula de cianuro que guardaba en su boca, al igual que hizo su hermano Ernst mientras huía de Berlín, tomado por los soviéticos. Su enorme responsabilidad histórica fue la coartada perfecta para empequeñecer la de sus hermanos. El pueblo alemán ha dado prueba a lo largo de lo que llevamos de centuria de su ajuste de cuentas con el nazismo, que ya no es tabú porque para limpiar la mierda conviene exponerla a ojos de todos para que no se repita. Películas como El Hundimiento o La vida de los otros, en diferente contexto, demuestran que los que no vivieron la tragedia quieren analizarla y dejar atrás rémoras que amargaron al país a lo largo de la Guerra Fría. No aceptar los errores y esconderlos es una cárcel mental demasiado dura, insuperable por engaño y que afecta a los más pequeños, que viven envueltos en una ceguera consentida por los mayores. Katrin Himmler decidió desafiarla y el resultado es excepcional. Ojalá en España muchos sordos hicieran lo mismo que ella para conciliar las fichas del tablero incompleto. Se llama madurez.
lunes, 23 de mayo de 2011
Una reflexión sobre el futuro del movimiento 15M
Ayer recité en Plaza Catalunya junto a Abel Cantero, Mag Márquez y Dani Gómez. Naturalmente me hizo mucha ilusión, pero ése no es el tema. Fue una experiencia sensacional, válida por su significado, que sin embargo puede verse enturbiado si el entusiasmo de las acampadas, comprensible en sus primeras horas, no vira hacia la absoluta coherencia de proponer un manifiesto conjunto entre todas las asambleas. Puede ser de mínimos, mejor, o de máximos. Lo importante es que se haga, porque de otro modo una iniciativa tan maravillosa puede correr el riesgo de perder la conexión con la realidad y extraviarse en banalidades que a nadie interesan.
Voy casi a diario a la plaza, sin escuchar en ningún momento la posibilidad que planteo. Y es tan simple como pensar, sentarse y ver claro. Mediante la formulación de unos puntos concretos bien consensuados se gana fuerza, porque de por sí las varias asambleas independientes no pueden caminar atomizadas, hay que ir de la mano, redactar un manifiesto que verdaderamente exprese lo que quiere el pueblo y presentarlo al congreso, que siempre será el órgano referencial democrático. De este modo se gana credibilidad y para nada se claudica, pues lo que sugiero significaría la activación de una verdadera democracia participativa.
Espero que alguien me escuche
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domingo, 22 de mayo de 2011
Podcast Escritores extranjeros en Barcelona en el Laberint de Wonderland
Hablamos de Washington Irving, Francis Picabia, Gabo y Vargas Llosa y finalmente de Claudia Apablaza, podéis escucharlo aquí
La flor roja de Vsèvolod Garshin en Revista de Letras
“La flor roja”, de Vsévolod Garshín
Por Jordi Corominas i Julián | Reseñas | 21.05.11
La flor roja. Vsévolod Garshín
Traducción de Patricia Gonzalo de Jesús
Ilustraciones de Sara Morante
Nevsky Prospects (Madrid, 2011)
Hay dos maneras de leer La flor roja de Vsévolod Garshín. La primera consiste en abrir el libro y leerlo sin premisas que alteren nuestro juicio. El protagonista es un joven con una grave enfermedad mental que le hace ver la realidad desde una perspectiva muy alejada de lo que se considera normal. Sí, lector. Hablamos de un loco, y como tal ingresa en un manicomio, palabra que el modoso corrector de Word juzga incorrecta, para curarse y reingresar al mundo de los cuerdos con sus facultades mentales plenamente recuperadas.
Su estancia en el recinto es un calvario. Ingresa a lo grande, proclamando que es un inspector del Zar, lo que sin duda delata su grandilocuencia y lo precario de su salud psíquica, que no hará sino agravarse a medida que transcurran las jornadas y su peso mengüe considerablemente. De nada sirven los baños ni los consejos médicos. El paciente deambula por el centro recorriendo kilómetros y más kilómetros en un bucle que se eterniza transmitiéndonos, ¿las hay que no lo sean?, una insana angustia a la que se añade una creciente claustrofobia que trasladará, es inevitable, al exterior cuando en el jardín del hospital contemple una amapola escarlata.
Esta flor siempre ha gozado de una doble reputación. Por una parte es bella, pero por la otra contiene en su interior opio, y ya sabemos cual es su efecto. Karl Marx lo comparaba con la religión por el pueblo, y eso hizo que servidor pensara en muchos tramos de la narración que la misma era una metáfora de opresión, como si el pobre recluso simbolizara la condición infrahumana a la que muchos rusos se vieron abocados por el omnímodo poder del Kremlin a lo largo del Ochocientos hasta que el siglo XX y el bolchevismo dieron una leve brizna de esperanza a esta vasta nación oprimida. La idea que incubó mi cabeza hasta una nueva revelación cobraba cuerpo por la figura del viejo vigilante ucraniano, metáfora de lo antiguo que sepulta lo joven por control y prohibición de libertad.
El problema es que no sólo había una flor. Tres, número perfecto, eran las que crecían cerca de la puerta, trilogía que el protagonista contempla como un mal a extirpar, y así lo hace a sabiendas que tan demoníaco objeto de deseo le acarreará problemas y una más que segura muerte, anunciada por los galenos y presentida por todos nosotros a medida que la crónica avanza y sentimos que no hay solución para el insomne héroe que destaca en el infestado sanatorio.
Antes de ir a la segunda interpretación hay que hacer un paréntesis para remarcar dos factores clave que dignifican aún más si cabe la publicación de este libro por parte del sello Nevsky Prospects. La traducción de Patricia Gonzalo de Jesús es magnífica. Su labor era harto complicada porque el texto no es precisamente sencillo. Plasmar en castellano toda la tensión del original ruso seguramente ha sido una ardua tarea que ha superado con creces. El volumen engancha, algo que asimismo consigue por las ilustraciones de Sara Morante, quien recientemente también ha colaborado con mucho acierto en el Diccionario de literatura para esnobs editado por Impedimenta. Sus dibujos parten de un intenso trabajo documental a partir de fotografías de psiquiátricos abandonados y luego, subordinando su arte a la palabra, optó por centrar sus diseños a dos colores. El rojo es infalible. Sirve para la pasión y el dolor, para plantas y sangre, para intensidad y finitud. El negro, Stendhal nos daría su beneplácito, contrasta y contribuye a dotar el ambiente de un tono más lúgubre, muy adecuado para la experiencia narrada porque incrementa el tétrico terror interno, a lo que también ayuda el haber decorado los muros de esa cárcel para dementes con motivos floreales, fuente de todos los males, dolor visual que persigue y destruye.
Vayamos a la segunda interpretación. Conviene leer la biografía de los autores, pues siempre nos dará pistas a las que agarrarnos para una absoluta comprensión de su producción. En el caso que nos concierne comprobamos que Vsévolod Mijáilovich Garshín vivió los mismos años que Cristo. Provenía de una familia noble de tradición militar, lo que le obligó a enrolarse como voluntario, curiosa contradicción, en el conflicto que Rusia mantuvo con Turquía a lo largo de la década de los setenta del Ochocientos. Fue herido en una pierna y durante su convalecencia empezó a escribir. Su obra es escasa, poco más de veinte relatos y algunos artículos periodísticos que le merecieron encendidos elogios de monumentos como Turguéniev, quien lo consideraba su heredero.
Sin embargo la suerte fue muy esquiva con su persona. En 1880 dio muestras de inestabilidad mental y pasó lo que le quedaba de vida en varios centros mentales, suicidándose en San Petersburgo en 1888. Su experiencia directa fue la que inspiró La flor roja, donde la introspección psicológica anticipa rasgos habituales en los grandes narradores de las primeras décadas del Novecientos, con la diferencia que Garshín relata sin ambages su propio dolor de manera muy intensa, tanto que Sara Morante, algo que no percibes sin informarte previamente, optó por ilustrar al protagonista con las facciones del autor, verdadero mártir de su propio cerebro.
Con estos datos y lo comentado huelga decir que el libro que acabamos de comentar, segundo de la colección Perspectivas de la editorial dirigida por James y Marian Womack, es una narración autobiográfica muy valiente en la que Garshín intentó expulsar los fantasmas que corrompían su alma, algo que por desgracia no consiguió y evitó con toda probabilidad que de su pluma surgieran construcciones aún más memorables, monumentos literarios que tenía a su alcance, pues no todo el mundo puede escribir así con apenas veintiocho primaveras, escribir y permanecer así que pasen ciento treinta años, ése es el mérito y la indudable prueba de su genio.
Ilustraciones: Sara Morante
Encuesta sobre la nueva edición independiente (III):Fernando Clemot, escritor y crítico
Encuesta sobre la nueva edición independiente (III): Fernando Clemot, escritor
Por J. Corominas i Julián y J. A. Muñoz | Destacados | 20.05.11
Fernando Clemot (Barcelona, 1970) es uno de los más y mejor reconocidos cuentistas de su generación. Entre otros galardones, obtuvo el Premio Setenil en 2009 por su libro Estancos del Chiado (Paralelo Sur Ediciones). Su novela El golfo de los poetas (Barataria, 2009) fue finalista de los premios Ateneo de Sevilla y Logroño de Novela. Imparte talleres de escritura y colabora como crítico y columnista en diversas publicaciones culturales.
Impacto
¿Cómo valoras el fenómeno de las nuevas editoriales independientes?
La aparición de estas editoriales independientes, en su mayoría de tamaño pequeño y mediano, ha supuesto un cambio de marco dentro de la narrativa y la poesía en España. Un buen número de autores, entre los que me encuentro, que tenían el paso cerrado a las grandes “marcas” han encontrado un hábitat en el que poder desarrollar su apuesta literaria.
El surgimiento de estas editoriales es la mejor noticia de los últimos diez años ya que en ellas, desde mi punto de vista, se está gestando buena parte de las propuestas literarias más interesantes y sorprendentes. Sin ir más lejos resultaría inexplicable el auge en los últimos diez años del cuento sin la colaboración de estas editoriales.
Ha sido una suerte poder vivir esta ebullición, un hermoso regalo.
¿Hasta qué punto crees que la irrupción de estas editoriales ha afectado al mercado del libro?
Se ha diversificado la oferta en narrativa, no cabe duda. Puedes encontrar en novedades títulos y autores que difícilmente hubieran podido llegar allí antes. Se encuentran apuestas personales de pequeñas editoriales, no sólo los valores seguros que suelen ser el campo de las grandes editoriales.
El “pastel”, en cuanto a ventas, distribución y presencia en librerías, ¿está más repartido?
Salvo algunos grandes “pelotazos” que todos conocemos de Candaya, Alfabia, Impedimenta etc., no creo que en cuanto al volumen de ventas haya habido todavía cambios muy significativos. Tal como está el mercado la venta de un millar de ejemplares es un buen negocio para las editoriales pequeñas y medianas. El trozo grande del pastel se lo siguen repartiendo las cinco o seis grandes editoriales o grupos. De todas formas soy muy optimista en que lentamente se produzca un cambio en esta dinámica que ha ocupado los últimos veinte o veinticinco años y este grupo de editoriales (unas treinta aproximadamente) adquieran cada vez peso en las ventas. Sería una gran noticia y confío en que este cambio se produzca.
Editores
¿Percibes una transformación en el modelo de editor, que haya hecho que se conviertan en “promotores”?
El modelo clásico de editor se ha modificado de forma definitiva pero no únicamente en las editoriales llamadas independientes. La figura de los años sesenta del editor compañero, casi confidente del escritor, se ha ido rarificando y la figura del editor acoge ahora otro tipo de trabajos que antes no le correspondían, aunque señalarlos únicamente como promotores me parece un poco exagerado. En las editoriales pequeñas y medianas la figura del editor, por necesidades de la estructura de estos sellos, acoge también otras funciones que en las grandes editoriales están más diversificadas y así podemos encontrar el editor que es corrector, en algún caso diseñador, jefe de prensa y que promociona de forma directa sus títulos entre los críticos y en las ferias.
Autores
Los nuevos autores, ¿lo tienen más fácil para publicar, con estas nuevas editoriales?
Publicar no es sencillo para un autor novel y desde mi punto de vista no está mal que siga siendo así. Se publica demasiado en España: el año pasado 65 000 títulos, casi más que Alemania y Francia juntos. En la cultura de la imagen, de lo inmediato, ha dejado de verse la literatura como un oficio, como una experiencia de largo recorrido. Nadie quiere pasar ocho o diez años corrigiéndose mejorando el arte de su oficio. Es demasiado tiempo. La gente quiere publicar ya, y las pequeñas editoriales, los talleres de narrativa serios y los concursos limpios deberían tener también la capacidad de hacer de filtro y detectar los valores que crecen, que tienen capacidad y posibilidad de aportar algo.
¿Qué opinas de la proliferación de escritores innovadores que aparecen en los medios? ¿Estamos realmente ante una cantera de futuros clásicos o se nos está vendiendo humo?
Están apareciendo títulos y nombres muy interesantes en los últimos cinco años, tanto en el mundo del cuento como en el de la narrativa breve o la novela. Creo que tras unos años un tanto vacíos en que los principales nombres seguían siendo los de la generación de los Ochenta se empieza a vislumbrar un buen grupo de escritores, todavía en progresión muchos de ellos, pero que estoy seguro que van a dar unos buenos años a la literatura. Soy optimista. En este proceso las pequeñas editoriales de las que hemos hablado están teniendo un papel decisivo.
Relación editor-autor
¿Ves difícil que los nuevos editores establezcan pactos duraderos con sus autores?
Veo especialmente difíciles mantener este tipo de pactos editor-autor con las grandes marcas o grupos. A todos las editoriales o grupos editoriales les interesa vender, cuanto más mejor, y muy probablemente no continuarían con un autor con un primer libro que no haya tenido unas ventas aceptables. En una editorial pequeña o mediana existen muchas más posibilidades de continuidad.
Clásicos
¿Cómo valoras la tendencia de los nuevos sellos de recuperar obras libres de derechos o nunca publicadas?
Es una tendencia la de la recuperación de obras libres de derechos. Se ahorra de esta forma la parte del autor, entre un ocho a un diez por ciento del precio venta público, y también se evitan algunos roces o susceptibilidades que surgen a menudo. Un autor muerto antes de 1941 le va a causar menos problemas al editor que un joven con su primera novela o un autor susceptible o resabiado. Se han abierto hace poco los derechos de autores por lo demás muy interesantes: Bulgákov, Bunin, Scott Fitzgerald, Lagerlöf, Azaña, Benjamin…
Librerías
¿Observas una predisposición, por parte del librero tradicional, para destacar los libros de estas editoriales y promocionarlos?
El librero tradicional, con sus excepciones primorosas, es un género en extinción, como lo es el editor tradicional. El librero debería ser el último punto en el eslabón entre el escritor y el lector, debería aconsejar al lector lo que está bien, lo que puede enriquecerlo, conocerlo, saber lo que le puede gustar y lo que no… Lo que he contado sucede, y conozco libreros excelentes que siguen manteniendo esta bellísima práctica, pero en general abundan en las librerías las columnas de libros de consumo, posiblemente necesarios, pero con nulos valores literarios.
Crítica
¿Hasta qué punto crees que tantas nuevas editoriales han afectado al panorama crítico en nuestro país?
Creo que la crítica tradicional comienza a fijarse y dar valor a estos libros y editoriales. Al principio no fue así pero ahora parece que la crítica le va cogiendo el pulso. De todas formas sigo echando de menos, con excepciones, un papel mucho más estricto de la crítica. Leo pocas críticas duras y muchas loatorias, neutras o que ensalzan obras en que en algunas ocasiones no merecen tantos parabienes. No pido tampoco una crítica que se ensañe o de mal gusto pero sí que ejerza con más fuerza un papel necesario de criba y de orientación al lector.
¿Qué peso estimas que tiene en estos momentos la crítica en el entorno digital? (blog, webs…).
Tiene un peso cada vez mayor y a buen seguro que se va a ir incrementando. Sería necesario que los suplementos literarios de los grandes diarios nacionales reaccionaran. Su material crítico y de reseña literaria cada vez es más fragmentario y escaso y el ámbito digital están ganando día a día público. No sé si es desgana o simplemente un suicidio lento por parte de ellos pero la pérdida de peso de lo impreso respecto a la red es un proceso que se va consumando día a día.
Gustos personales
De los nuevos sellos, ¿cuáles han sido los que más te han gustado o sorprendido?
Aquí me dejo guiar un poco también por mis filias personales pero me gustaría destacar algunos como Salto de Página, Barataria, Candaya, Menoscuarto, Nevsky Prospects, Tropo, Ediciones Escalera, Baile del Sol, Ático de los Libros, Impedimenta, Melusina, Páginas de Espuma, Xordica, Libros del Silencio… Por ahí irían mis gustos. Me sorprendió y recomiendo vivamente un título de otra de ellas, Alpha Decay, que me deslumbró con El apocalipsis de los trabajadores, de Valter Hugo Mãe.
Promoción
¿Has notado que la presencia de los nuevos sellos haya provocado un cambio en el modo de promoción del resto de editoriales?
No sé si por obra de los nuevos editores y o de la cultura de la imagen que nos rodea las editoriales se han visto obligadas a dar un peso importante a los videos, entrevistas a los autores o promociones que hasta hace poco no eran frecuentes. Las distribuidores, en muchos casos, y los grandes centros de venta son las que están marcando estas nuevas pautas de promoción.
Futuro
¿Crees que hay mercado para la cantidad de libros y editoriales existentes? ¿Podrán sobrevivir todas las nuevas empresas?
Se producirá un proceso de selección natural. Aguantarán algunas pero desaparecerán también unas cuantas, sin duda. Obra a favor de estas editoriales que en algunos casos las editoriales no son la única fuente de ingresos de los editores ni de los profesionales relacionados con la edición. Esto que podría parecer a priori un handicap puede hacer que algunas editoriales en dificultades sobrevivan en estos tiempos tan malos para cualquier tipo de iniciativa.
viernes, 20 de mayo de 2011
The Beatles en Tenerife de Nicolas González Lemus en Revista de Letras
Unos ilustres desconocidos en la Isla: “The Beatles en Tenerife”, de Nicolas González Lemus
Por Jordi Corominas i Julián | Reseñas | 18.05.11
The Beatles en Tenerife. Estancia y beatlemanía.
Nicolás González Lemus
Nivaria Ediciones (La Laguna, Tenerife, 2010)
Corría 1960 y cinco chicos de Liverpool tocaban en un local de Hamburgo. Un veinteañero alemán con pinta existencialista entró en el local y se quedó prendado por lo que escuchaban sus oídos. Era Klaus Voorman y el quinteto que actuaba cada noche en el Kaiserkeller estaba compuesto por Pete Best, Stu Sutcliffe, George Harrison, John Lennon y Paul McCartney.
Días más tarde el joven teutón llevó al garito a su novia Astrid Kirchner, aspirante a fotógrafa. Nació una amistad que el paso del tiempo convertiría en legendaria y llevaría a tres de los miembros del mejor conjunto de la historia de la música pop a Tenerife. ¿Dónde? Sí, a Tenerife en la primavera de 1963, cuando empezaban a ser conocidos en Gran Bretaña y su manager Brian Epstein les dio vacaciones tras sus primeros éxitos en las listas de éxitos.
El fenómeno y la calidad tardarían en llegar. El grupo había sufrido ciertas transformaciones desde esa lejana noche germana. Pete fue expulsado y Ringo dio el toque justo, indispensable por mucho que algunos desdeñen al verdadero señor de los anillos, a la batería, marcando el ritmo y acompañando a Paul, siempre solvente con el bajo. En 1962 consiguieron su primer contrato discográfico, pulieron defectos y se lanzaron a la aventura de conquistar el mundo desde su isla hasta el infinito.
La historia que cuenta Nicolas González Lemus en The Beatles en Tenerife es la crónica de un tiempo y un lugar a través de la presencia de Ringo, George y Paul en la capital de las Canarias. Por aquel entonces, y bien hace el autor en dedicar una parte importante de la obra al contexto histórico, el régimen franquista inició una leve apertura internacional que potenció el turismo hasta los topes. Y claro, los británicos, en esa Europa que se desperezaba de la posguerra e ingresaba en una nueva era, fueron el blanco perfecto para promocionar sol, alegría y plácidas estancias entre playa y piscina. Los vuelos comerciales eran escasos, largos y muy pesados, con constantes escalas que mareaban y sorprendían cuando se alcanzaba el destino previsto en la ruta. Era ingresar en territorio nacional y toparse con prohibiciones absurdas que The Beatles padecieron en forma de críticas cuando actuaron en Barcelona y Madrid, pero que conocieron por vez primera en Tenerife, donde el dueño del club de ocio más importante les negó la posibilidad de actuar porque su aspecto, que en 1963 no era muy osado, se consideraba deleznable por la media melena y el descaro de la juventud.
Por lo demás los chicos disfrutaron de su estancia. Harrison se lo pasó en grande conduciendo el deportivo del padre de Voorman, quien les cedió el chalet familiar en Los Realejos, Paul casi se ahoga por las corrientes de la playa de arena negra de Martiánez, donde sus dos compinches siguieron la tradición inglesa de calcular mal los efectos del sol hasta conseguir ese moreno tan poco bronceado y sí muy rojo gamba que sólo logran los súbditos de la no tan Pérfida Albión.
Las vacaciones del guitarrista, el batería y el bajista del ilustre cuarteto se poblaron de visitas tradicionales que, sin embargo, tienen el valor de mostrar una determinada visión de esa España en vías de desarrollo. El Lido San Telmo era el último reclamo del Puerto de la Cruz, siendo frecuentado el establecimiento por mitos mundiales como Winston Churchill, que con toda probabilidad no se emocionaba al ver cómo los aborígenes como los aborígenes con las rubias despampanantes que se dejaban caer por el establecimiento.
No sabemos si los tres turistas se rieron de los Alfredo Landa de la zona, pero sí conocemos gracias a Nicolás González Lemus otros detalles curiosos, desde la previsible ascensión hasta lo que entonces se podía subir del Teide hasta su presencia en una corrida de toros porque McCartney, quien desde los setenta es un acérrimo defensor de los animales, era aficionado a la fiesta nacional.
El volumen constituye asimismo un viaje sentimental de suma importancia porque mediante los datos que aporta nos sumergimos en una España que provoca hilaridad y esperanza. En el primer caso soltamos carcajadas al leer los comentarios de la prensa sobre la gira nacional del cuarteto en 1965. El siguiente fragmento da buena prueba de la carpetovetónica mentalidad hispana, patético anacronismo cuando el reloj marcaba otra hora más moderna y revolucionaria:
“En fin, que nosotros no seremos los mejores del mundo. Aún existe algo de virtud española que es decoro y compostura. ¿Hipocresía, homenaje que rinde el vicio a la virtud? No lo sé. Pero si en cualquier círculo hispánico aparece un melenudo a los Beatles no faltarán Dalilos que le corten el pelo”.
Los jóvenes opinaban de manera bien distinta. Es interesante la reflexión sobre la capacidad que tuvo la música en los sesenta para alentar a una generación frustrada para romper lazos con la impuesta monotonía y volar más allá de las normas marcadas. La última parte del libro aborda el auge del movimiento rock en Canarias con grupos que adoptaban nombres anglosajones y sobrevivían a base de interpretar las canciones de sus ídolos. Entre estos chiquillos, el transcurrir de los años es pura calamidad, estaba Teddy Bautista, el sinvergüenza que ahora preside la SGAE y que también tuvo ilusiones artísticas con su formación Los Canarios, conocidos a finales de la década que nos concierne por su composición Get on your knees. Sin embargo, el ambiente no sólo se nutría de imitaciones. La música constituyó un elemento de rebelión desde dentro del franquismo. Nicolás González Lemus, quien vivió ese período al pie del cañón, aporta su crónica personal desde el amor a los de Liverpool y su experiencia en la OJE, Organización juvenil española, de Tenerife, donde él y otros amigos pidieron que el delegado local les dejara un cuarto para escuchar sus vinilos. Al final, tras una breve tolerancia, les prohibieron reunirse entre esos muros porque los mandamases creían que el único tema era criticar a Franco.
Esa España de charanga y pandereta cancelaba guateques, secuestraba discos y vivía ajena a la tormenta positiva que agitaba todo el hemisferio occidental. El diez de abril de 1970 The Beatles se separaron, pero para los que crecieron en esa época su espíritu siempre estará presente, tanto que hasta ha merecido este peculiar manuscrito que rellena un hueco en la bibliografía dedicada a cuatro locos cuerdos que con sus melodías cambiaron para siempre la faz de la tierra.
jueves, 19 de mayo de 2011
Jueves 19 de mayo, Looproject hoy no es jueves santo
Looproject hoy no es jueves santo
jueves 19 de mayo a las 19 horas
Inusual Project
Calle de la Paloma 5 ( Al ladito del Macba)
contribución a los artistas: 4 euros
Loopoesia cierra su may madness con una triple propuesta en horario infantil el jueves 19 a partir de las 19, oh,que curioso.
1.- Recital poético con
Sonia Serrabao
Beatriz Pérez
Dani Gómez
(quizá Jordi Corominas i Julián)
2.- Performance Specimen de Raquel Delgado
El señor Manchego, científico, antropólogo, poeta, performer y artista interdisciplinado llega a Barcelona con su colaboradora, la señorita Elisabet Fernandez para presentar en primicia mundial un nuevo especimen descubierto recientemente. Se trata de una variedad de raza humana con características muy particulares. Hasta el momento este especimen es único en el mundo, no se ha encontrado nada parecido, aunque las investigaciones apuntan a que podría formar parte de un pueblo indígena en peligro de extinción al sur de las Antillas.
Tomando como referencia la obra de Guillermo Gómez-Peña y Coco Fusco "A Couple on a cage" y la historia del negre de Banyoles, realizaremos una crítica corrosiva sobre el comercio y explotación de seres humanos (vivos o muertos ;P).
3.- Loopoesia y el negro de Banyoles
http://www.youtube.com/watch?v=QHecXnnrs7c
Loopoesia es amor
miércoles, 18 de mayo de 2011
Poema "El Despertar"
Escribí este tríptico hace un mes, y ciertamente estaba cabreado. No va exactamente de lo que está sucediendo, pero creo que expresa en buena parte el deseo que todos compartimos.
El despertar
I
Hablan una lengua muerta
advirtiéndonos del ocaso,
las ancianas zurzan memoria,
vomitan manzanas de asco
en las estribaciones del Coliseo,
los emperadores danzan luna llena,
prescinden de nuevas tecnologías
llorando en el templo de Vesta,
cegados por focos anónimos
que el desdichado de la torre
otea para impedir tránsitos
de ascensión melódica en yermos nichos.
¿Sortearás su estulticia?
Las ratas invaden Atenas, sin remisión,
mírala, cae exánime en el charco
donde se columpiaban las sombras
de tus hijos, cae una gota blanca
en mi dedo, el agua limpia
semillas de mi propio ser, y en Gran Vía
dos borrachos conspiran la degollación
de prostitutas en la Comisaría de Montera,
el edificio Metrópolis es el blasón,
el ave fénix está condenada
al cadáver de Pandora
y Alicia se despidió, taparon los agujeros
para perpetuar la esclavitud de los gusanos.
Sí, cobarde sí, gritas tus males
en la calle para que te escuchen los sordos
que comparten tu patetismo inerte del ombligo,
Delfos calla, silencio, hay un banquero en el ascensor
y paro mi cuerpo en el escalón de la tumba,
Virgilio yace, laurel, quiero que el viento me azote
para quemar más que manuscritos, sepulto
los añicos del cuadro en un bar frecuente,
ignoro la belleza que poseí, viciosa, no recuerdo
el nombre de una iglesia, mi fermai in Aspromonte
prima di percorrere tre volte l’Italia nel buio
in una settimana, desato la unión, atomizo
blancos cristales, exalto la amistad
en la plaza sagrada de la repetición, contoneo,
deleite chileno, ríe la bailarina, huelo
traición en el mensaje de texto, precipicio de maldad,
tambores de mentira para el pueblo, púlpito
asqueroso, distorsión. Todos fuisteis cómplices
del general gallego, fuisteis todos cómplices
de una purga en la posguerra, el monstruo no tiene público,
ni vergüenza.
Cínicos, manipuladores, asesinos, canallas,
si supieras que huimos, si vieras las lágrimas de mi abuela
cincuenta años después, tragarías mierda en tu apestosa
boca bubónica, no se trafica con sangre e ideas
como quien apuesta a la lotería que perdiste
por osar quebrar la frontera con límite
marcado en el respeto, lejos una chica
y un chico se besan, ajenos a la metralla
que aniquiló corazones de sus antepasados,
opuestos en bando, comunes en alma,
se llama reconciliación, caerán Tarquinios,
serás ceniza, no mutarás, polvo, nada,
hablo con la parca en la periferia, deposito
mi cabellera en la urna del mañana,
higienizando el presente, puliendo la piedra
para construir cimientos del edificio.
II
Arde la ciudad en el centro,
bebo las barracas de mi estipendio,
y los caníbales comen verdura,
saltan pieles a tiras en su comba
de billetes caducos, juguetes
tradicionales en la portería
del
minusválido taumatúrgico,
adicto los viernes de mayo
a pulsar teclas del inútil cajero,
gobierna inexistentes recesiones
anclado en vestigios de paja,
ruinas hinchadas por chinos de diseño
que solemnes rapsodas mastican,
escribiré versos en mesas de mármol
y los anacoretas aerodinámicos en formol
batirán récords de salfuman
en la trastienda de la Historia, dama
exiliada que el vulgo sólo aprehende
en libros que nadie consulta
porque en la amnesia hay petróleo estable,
debemos trepanar a esos profanadores
del sacrificio, búhos diurnos, fantoches
alados que bañan sus garras en burdeles
de postín, aviesos catecúmenos,
testigos de misteriosos asesinatos,
mi bemol, honi soit qui mal y pense,
tengo la quinta dimensión en la palma
de
mi mano, la Torre Eiffel derriba
fugacidades, la verticalidad es estable,
rechazo las valkirias del supermercado
y en el jardín sudo bolsas de contrabando
que el amo concede al mayordomo
reafirmando su fantasmal invisibilidad
oh when the jerks, oh when the jerks
go marching in, quitaremos máscaras
a los sabuesos ladrando verdades
al Universo, clamando satrapías
colectivas con vistas a los Urales,
cimas, pináculos al alcance, ya no hay monedas
en mis ojos, domino técnicas insecticidas,
en las ventanas del autobús brotan amapolas,
y el conductor sella pasaportes de eterna infancia
en la feliz fertilidad, carente de contaminación
en el racional río de la nueva vida,
democrático colofón de la acción.
III
Amanece en la montaña, disecciono
con paciencia periódicos de antaño
escuchando el rumor de los cerdos
que aprisionamos en el contenedor
para que olieran su propio hedor,
cada lenguaje tiene su época,
la esvástica al revés
es mera alteración del símbolo,
lo percibí en escaleras cuneiformes
que tejieron magos prerrafaelitas
cultivando hierbas en el tejado,
tiendo la ropa a sabiendas
que mi muralla de mondadientes
protege la fortaleza, corremos
campo a través soplando dientes
de león, cancelando tramoyistas,
dando artesanía al suelo místico
que dote de seriedad robos de espigas
consentidos por el busto de Palas
Atenea, reina de pájaros transportando ramas,
artífices de imperfecta arquitectura, anhelo,
piedra miliar de una fundación que sólo perpetuarás
si comprendes bondad en las fisuras, hay una mirada
de Swing en el ángel etéreo del mediodía,
simposio, neones, musa vintage, rostro a medida,
mírame, carne y tierra,
skin sing sink, Londres está en la esquina
y Carnaby Street no fue un miraje de los sesenta,
está en tu imaginación, sastre sináptico, costura
ministerial, toma las riendas, despierta y mata la pesadilla.
Miércoles 18, Escritores extranjeros en Barcelona en el Laberint de Wonderland
Hoy me importa muy poco la radio, lo que quiero es ir y notar cómo se expande esta ola de mayo de 2011. Sin embargo debo proponer cosas para mi sección, que esta semana va dedicada a escritores extranjeros que pasaron por Barcelona a lo largo de su historia, y ha salido una buena terna entre Washington Irving, Francis Picabia, Gabriel García Márquez+Mario Vargas Llosa y finalmente Jonathan Littel y Claudia Apablaza.
El laberint a Wonderland
Cada miércoles a partir de las 18h
Radio Nacional- Rne4
100.8 fm Barcelona
En directo: Rne4
lunes, 16 de mayo de 2011
Dani Jándula entrevista a Loopoesía para Revista de Letras
Diálogo con Loopoesía, por Daniel Jándula
Por Daniel Jándula | Destacados | 13.05.11
Cuando uno queda con Jordi Corominas i Julián y con Laura Fillola, dúo integrante de Loopoesía, nunca sabe exactamente cómo acabará la conversación, aunque tampoco cómo ha de comenzarla. Si algo he aprendido de ellos es que es más una cuestión de sumarse a la conversación, que ya estaba ahí antes, como la magia de los elfos. Y menos aún se sabe empezar cuando uno repite sus consignas a los seres queridos, que se quedan mirando con cara de no entender nada, y la primera hora y media transcurre entre esas consignas y un montón de chistes, una botella de vino blanco envuelta en una tabla que es como el torso de Cristiano Ronaldo, con unas aceitunas y unas tostadas de dátiles que no emocionan a Jordi, y con la indecisión de la carta manoseándose mientras cae la tarde y el nivel de las copas. El cielo está un poco tristemente encapotado, nuclear, dice una taciturna Laura, y Jordi y servidor intentamos por todos los medios que nos siga sonriendo. En medio de esa pausa dentro de una locura contagiosa en la que cantamos hasta el cumpleaños feliz a un tipo, encuentro el momento perfecto para hablar de fresones, de destrucción, de danza… de poesía en definitiva, que son todas estas cosas juntas. Tras dos años de invención y transformación, este proyecto músico-danzarín-poético-audiovisual-teatral y lo que ellos quieren se adentra en una nueva senda con su espectáculo dedicado al Negro de Banyoles, catalán universal.
Laura, hablabas de tu fascinación por lo nuclear, ¿crees que tiene algo que ver con la danza?
Puede ser. Todo lo que tenga que ver con una implosión o explosión de energía tiene parecido con la danza. Es como cuando ves un edificio derrumbándose.
¿De dónde te viene lo de bailar?
De mi abuela. No necesitaba más que una pequeña chispa y enseguida se arrancaba… yo lo he heredado claramente.
¿Y cómo lográis conjugar, o conjurar, la danza con una suite poética?
Jordi: Hablando mucho. Haciendo mucho el indio. Probando y actuando sin parar.
Laura: Todo procede de dentro. Se trata de escucharnos el uno al otro. Hemos pasado por muchas cosas desde que empezamos a trabajar, y esa complicidad es básica… hace las cosas más sencillas de lo que parecen
¿Te lees primero los poemas?
Laura: Me los pasa Jordi. Escucho el audio y me hago una idea. Luego son tus sentidos y tú misma. A veces improviso…
Jordi: Es una crack en improvisación, lee la musicalidad de los poemas al instante.
Laura: A mí me gusta mucho improvisar…
Jordi: Nosotros queremos que la gente piense… pero también tenemos que pensar con, y en el espectáculo. Dejamos de ser nosotros siendo más nosotros que nunca durante casi una hora.
¿Y cómo ha cambiado el espectáculo desde que comenzara en 2009?
Jordi: Este año hay una estructura más trabajada. De 2009 a 2010 la suite poética articulaba, pero la interpretación escénica era más un delirio. Cambió con la misa loopoética de noviembre de 2010, cuando ya estructuramos en profundidad las partes. Marcó un antes y un después muy fuerte.
Laura: Sí, ahí quedó claro que nos importaba esto mucho, y que ganábamos precisando y ampliando las varias estructuras del conjunto, desde lo poético hasta pasar por la danza, lo escénico, lo audiovisual y la música.
Ahora marcas tus momentos y los discursos…
Jordi: Lo del Negro de Banyoles (protagonista temático del espectáculo de 2011) tiene un trabajo más fuerte de documentación. Antes de escribir la Suite leí mucho, entre otras cosas porque el tema es delicado y nunca hago nada relacionado con la Historia sin olvidar la precisión. Cuando explico las partes, antes que Laura baile los poemas musicados, tengo muy poco tiempo, y eso hace que me sepa su historia “de pe a pa” y pueda contarla siempre de manera diferente.
Laura: El espíritu loopoético sigue presente, pero está más organizado… cuando te salen las cosas simplemente salen, que es lo que pasaba antes, pero no sabíamos cómo nombrarlas… ahora en cambio está la Moreneta, o París, las Olimpiadas, Hitler con una jota… (risas).
Jordi: Sí, En 2009 la suite que vertebraba el todo era Las Nocheviejas del Patriarca, y en 2010 Los jugadores de ajedrez de Plaza Cataluña (más risas)… Pom, pom, pom… ellos lo saben todo. Las suites guiaban todo el show y contaban viajes circulares, Las Nocheviejas eran la crónica de una pesadilla, Los jugadores de Ajedrez un mosaico de la ciudad, pero en lo escénico era pura escritura automática, hasta con una libreta en los primeros tiempos que luego desechamos para vigorizar todo. Sin embargo, el error era que la suite no se hilaba tan bien como ahora con lo demás. Con el negro hay momentos más vivos que antes, quizá no tan alocados, pero sí más vivos, y eso que el pobre se pasa más de 170 años en una vitrina o en un almacén.
Y luego todo tiene que ser cada vez más grande…
Jordi: Lo siguiente son los teatros.
Laura: Es una prueba más de autoexigencia, de no conformarnos con lo que tenemos, ni Jordi ni yo somos así…
Jordi: Tanto ella como yo pasamos por las mismas cosas, pero nunca hacemos lo mismo.
Laura: Nunca es igual.
Jordi: Y eso obliga a pensar en crecer, en ir a más.
Laura: Y a pasar todos los estados de ánimo.
Jordi: Son cada vez mejores, pero tendremos que moderar la intensidad, no podemos actuar en 2011 como en el pasado porque son propuestas iguales en la base pero muy diferentes en otras cosas, desde lo escénico hasta el mensaje. Ahora me quité la máscara de Jean Martin du Bruit porque con el negro y su historia no debemos ocultarnos, es algo muy gordo.
Laura: Sí, y ser siempre más Jordi y Laura, no Jean Martin du Bruit y Lola Farigola.
Jordi: Eso es esencial.
¿Te da la sensación a veces de que te implicas mucho en lo que escribes? ¿O ha dejado de importaros la historia en algún momento, aunque sea una tentación?
Jordi: Un señor me preguntó una vez si me identificaba con el negro, y yo creo que sí… todo lo que escribes tu cerebro lo procesa… una historia de un señor marginado por su color y todas las absurdidades encuadradas dentro de la normalidad que suceden aquí… además, por el modo en que ocurren las cosas, por el hilo que sigue, todo entra en la filosofía del proyecto, es decir, que la normalidad no es tan normal. Llevaba lo del negro en la cabeza desde hacia tiempo, sólo necesitaba sentirme preparado para contar sus peripecias poéticamente, primero con la suite, luego con el show, que va más allá.
¿Siempre habéis contado historias alrededor de algo?
Jordi: Son suites, siempre hay un tema o un motivo central que articula el todo. Si falta un poema no puede entenderse porque cada fragmento es parte básica de una totalidad, las teselas y el mosaico.
Laura: La misa tenía estructura de misa. Jordi escribió un misal, yo prepararé la parte de danza y participaron una bailarina más, Giuliana Bendezu, y una monja que estaba como una regadera, Raquel Delgado.
Jordi: El Papa entraba en silla de ruedas, en el papamóvil. Era muy bestia. El suelo estaba tapizado de Hereu y Ratzinger.
Laura: Y banderas de Cataluña.
Jordi: Luego el cáliz de las hostias era un orinal naranja en forma de elefante. Era hermosísimo.
Laura: Y las hostias eran gominolas bañadas en vino blanco.
Jordi: Y no sé, mezclar el Carmina Burana con Mario Bros con sentido, y el mismo día que Ratzinger visitó Barcelona. Fue el día que menos dinero ganamos porque todo Dios, nunca mejor dicho, estaba atentísimo a la misa y no iban a la barra a por birras.
Una serie de catastróficas desdichas.
Jordi: Sí, yo las uso mucho. Empecé con los Paseos simultáneos (Vitruvio, 2010)… de ahí pasé a estos poemas, aunque Las Nocheviejas del Patriarca fueron el verdadero punto de partida que me decidió a querer musicar los poemas, lo que hasta julio de 2010 hizo Neill Higgins. Luego me encargué yo. La música cada vez me influía más y cada vez veía más sentido emplearla. Luego, volviendo a la prehistoria loopoética, me compré un traje muy hortera que dejé de ponerme por riesgo a ser atacado. Gritaba Carmen, era Isabel la Católica, decapitaba a la muñeca fascista y tiraba cosas al público.
Laura: Tirábamos gominolas.
Lo de tirar cosas no lo habéis abandonado. Yo aún guardo confeti de cinco ocasiones en que os he visto.
Jordi: Es como una sofisticación progresiva. Los audiovisuales que hemos puesto ayudan… pero nos faltan muchos recursos.
Laura: Nos faltan maniquíes de color y con un ataúd estaríamos más contentos aún.
Jordi: Sí, tenemos muchas más ideas, pero muchas oscilan entre las deficiencias y las posibilidades. Siempre he dicho que Loopoesía es como una banda que tiene que sacar un disco al año y dar dos singles… porque tienes que exigirte, dar un paso más, y a la vez contentar un poco a los que van a verte. Aquí es cuando damos vueltas al Maduixot Oximoron, un proyecto paralelo con una mezcla musical que es casi una composición propia y un tipo de poesía del gesto, importaran nuestros movimientos, las proyecciones y los objetos del escenario, pero casi no hablaremos.
Laura: Hacemos veinte shows al año y al final nos los sabemos demasiado bien. Por eso solemos montar proyectos paralelos. El año pasado fue la Misa, única e irrepetible, y este año será el Maduixot Oximoron.
Jordi: Y quizá musiquemos de nuevo Las Nocheviejas y reformulemos ese espectáculo para un show y no más.
¿Creéis que la gente que va a veros también evoluciona?
Laura: No es un show para una sola vez, pero tampoco para verlo diez veces.
Jordi: Nos dicen que mejor ahora que antes. Estamos de acuerdo.
Laura: Antes la idea era «interprétalo como quieras», y también daba más miedo.
Jordi: Una vez un chico, que ahora es un muy buen amigo, entró justo cuando gritaba Carmen. Imagínate. Entrar y toparte con un tío enmascarado envuelto de luces rojas.
Y ahora hay una expectativa mayor ante lo que se viene encima, la FNAC de Madrid y muchos más bolos.
Laura: Seguro que también habrá aquí un antes y un después.
Jordi: No tengo ni idea de cómo será el antes ni el después. Pero volvemos a lo de los medios y las posibilidades. Ahora con el show en Madrid daremos un salto. Acompañado por la repercusión diminuta pero importante que ha habido en los medios. Hemos de salir más de Barcelona, mucho más.
Laura: Lo único que hemos bajado en público. Sin desmerecer al que hay, también habría que cambiar un poco en ese aspecto. Porque esto ya es teatro y danza.
Jordi: Exacto. Ya no es sólo poesía. La poesía queda escrita, y el show es algo más. Aunque suena pretencioso, tenemos algo conceptual. Nadie inventa nada, pero sí que hacemos algo nuevo.
Laura: O investigamos.
Yendo con cuidado.
Jordi: Es que aquí hay que partir de la tradición. Vila-Matas lo dice muy bien: hay mucha gente que se lanza a la experimentación sin saber antes de la tradición. Eso es vender humo y engañar a la gente.
Laura: En caso contrario, cuando sólo hay vacío, te agobias enseguida. Hay que poner algo más que la estética, tienes que reunirte con los clásicos.
Jordi: Algo más que un poema y una guitarra y ya. La gente tiene que empezar a acostumbrarse, por muy fuerte que suene decirlo, a que esto tiene como pretensión acercar la poesía y la danza a la gente.
Cosas muy minoritarias, además.
Jordi: Claro, a la poesía se la tiene por solemne, y a la danza por elitista.
Laura: Este espectáculo no es solemne ni es elitista.
Jordi: Tratamos temas serios pero enfocarlos de manera que cualquiera pueda captar la idea. La mezcla de muchas cosas no debe dar miedo porque se busca un equilibrio, y no sé, es lo de antes, para repetir lo de siempre voy a la biblioteca, repleta de volúmenes idénticos pero con distinto título.
¿Qué os obsesiona?
Jordi: A mí la realidad. Una vez hice un relato y me preocupaba por ser muy detallista, que cada minucia significante fuera simbólica, o casi. Lo que pasa es que luego enfermé… fue algo psicosomático. Pero sirvió para darme cuenta de que había entendido aquello, que había un limite, lo había alcanzado y tocaba intentar ir más allá, entender la totalidad de la realidad no desde una linealidad clásica, la del relato, sino más bien desde una óptica fragmentaria. Esa palabra ha perdido mucho peso en los últimos tiempos, se ha malinterpretado. Si juntas el sinfín de teselas de la realidad tienes un mosaico alucinante. Y no es surrealismo, es hiperrealismo. Luego, entre los poemas y Loopoesía, hay gente que ha usado palabras muy idiotas, que si se dicen en presente no sirven para nada, sólo son basura de impacto. ¿Vanguardista? Meter palabras tan gordas es ridículo, vanguardista…
Laura: Sí, y el rey de la pista, no te jode (risas).
Jordi: Y si es el boxeador, boxea que es un primor.
Laura: Soy yo, y dentro de mis posibilidades hago algo que quiero hacer.
Jordi: Si falta forma y concepto…
Laura: Es aire.
Jordi: Una indigestión, o gases.
Laura: También nos obsesiona estar en escena.
Jordi: El amor al escenario.
¿Habéis desechado cosas?
Jordi: Sí, si hay algo que no nos gusta lo podemos cambiar.
Laura: No es cuestión de dejar la barra libre para todos los cambios. Hay que saber cerrar. A veces actuamos, vemos que esa parte falla y la arreglamos. Corregir defectos, de nuestras partes y del conjunto.
Jordi: Sólo tienes que pensar en cuándo se acaba tu tiempo. Aparte que por escritura no puedes permitirte que haya partes flojas, no puedes dejar un verso débil por el camino. Es un espectáculo teatral, pero el texto lo articula, es la clave que vehicula todo lo demás.
Laura: Algunas cosas cambian también, y tienes que admitir y aceptar el cambio.
Y ante el cambio que se avecina en el mundo y la falta de sensibilidad y la apatía que dicen que tenemos los jóvenes, ¿Loopoesía es algún tipo de antídoto?
Laura: Absolutamente. En el negro de Banyoles se ve claramente que nos importa lo que sucede con la persona, es una historia con vigencia, no sirve sólo para hoy.
Jordi: Es la cosa de incitar a pensar. Es un entretenimiento donde jugamos con el significado de las palabras. Entretenimiento reflexivo, si quieres. Que te lo pases bien pensando.
Laura: Cosas compatibles.
Jordi: Y desdeñadas. Aquí pensamos en cortar jamón y en paliar el hambre en el mundo.
En este punto ya decae la conversación porque estamos cada vez más alegres, y nos vamos a comer confeti. Me quedo con lo de más arriba, que hay que saber cerrar; miro la plaza y no hay nada cerrado, excepto quizá la terraza donde hemos estado haciendo el canelo, algo que aquí no he podido transmitir del todo. Recogemos, pagamos, apuramos la charla y el viento fresco. Dejamos a Laura y a Javi, su novio, en casa. Jordi y yo andamos media hora más por lo menos, hasta desaparecer del mapa de Gràcia.
No sé qué conclusión grande sacar de todo esto. Quisiera quedarme con todo, hasta con las frases que se quedaron a medias. Si vas a verlos, sólo recuerda que Loopoesía es amor, y todo irá sobre ruedas.
Daniel Jándula
www.nedham.blogspot.com
domingo, 15 de mayo de 2011
Previa Loopoesia en Fnac Callao
Fue una tarde mágica de la que avanzaremos mucho más a lo largo de la semana, hay que digerir la maravilla.
Loopoesia es amor
Encuesta sobre la nueva edición independiente (II):Ignacio Echevarria, crítico
Encuesta sobre la nueva edición independiente (II): Ignacio Echevarría, crítico
Por J. Corominas i Julián y J. A. Muñoz | Destacados | 13.05.11
Ignacio Echevarría (Barcelona, 1960), además de editor y divulgador especializado en autores latinoamericanos, es uno de los referentes de la crítica literaria en español. En la actualidad colabora en los suplementos El Cultural del diario El Mundo y Revista de Libros de El Mercurio de Chile. Algunas de sus críticas han sido recogidas en los volúmenes Trayecto. Un recorrido crítico por la reciente narrativa española (Debate, 2005) y Desvíos. Un recorrido crítico por la reciente narrativa latinoamericana (Universidad Diego Portales de Santiago de Chile, 2006).
Impacto
¿Cómo valoras el fenómeno de las nuevas editoriales independientes?
Interesante. Y en definitiva alentador.
¿Hasta qué punto crees que la irrupción de estas editoriales ha afectado al mercado del libro?
Poco, muy poco, que nadie se haga ilusiones.
El “pastel”, en cuanto a ventas, distribución y presencia en librerías, ¿está más repartido?
No, qué va. Lo que está más repartido, en el mejor de los casos, es el pequeño trozo de pastel que toca a las editoriales pequeñas, independientes o no.
Editores
¿Percibes una transformación en el modelo de editor, que haya hecho que se conviertan en “promotores”?
Sí, sin duda. Necesidad obliga. En otro lugar he aludido al tipo de vanidad que en la actualidad decanta la vocación de tantos editores. A este propósito, he hablado de DJ-editores. Por ahí van los tiros.
Autores
Los nuevos autores, ¿lo tienen más fácil para publicar, con estas nuevas editoriales?
Así debería ser, pero esta expectativa no se cumple del todo. O los nuevos editores miran hacia otra parte, u ocurre que ellos mismos son escritores que, hartos de todo, han montado su propia editorial. No sé, no sé. Todo esto es muy raro, y hay mucho esnobismo y mucho diletantismo. Novedad, lo que se dice novedad… Demos tiempo.
¿Qué opinas de la proliferación de escritores innovadores que aparecen en los medios? ¿Estamos realmente ante una cantera de futuros clásicos o se nos está vendiendo humo?
No veo esa proliferación, más bien lo contrario. Lo que se nos está vendiendo suele ser más de lo mismo, ya se trate de humo o de paja. ¿Innovadores? ¿Dónde?
Relación editor-autor
¿Ves difícil que los nuevos editores establezcan pactos duraderos con sus autores?
Peor que difícil: altamente improbable. Esos pactos duraderos son cosa del pasado, y además las pequeñas editoriales se nutren de infidelidades, como los ligones.
Clásicos
¿Cómo valoras la tendencia de los nuevos sellos de recuperar obras libres de derechos o nunca publicadas?
Es el aspecto menos excitante del asunto. Si se trataba de rebañar el plato y de trabajar con los residuos del sistema, no hacía falta tanto ruido. Menos clásicos y más modernos, si es que existen, eso es lo que quisiera yo ver. Si las editoriales pequeñas e independientes no son capaces de generar una nueva capilaridad entre los escritores del lugar y sus lectores; si de lo que se trata es de competir en quién es más culto y exquisito, más espabilado para oler dónde están los cadáveres enterrados, entonces no le veo la gracia.
Librerías
¿Observas una predisposición, por parte del librero tradicional, para destacar los libros de estas editoriales y promocionarlos?
No especial, la verdad, salvo excepciones contadas, debidas a una complicidad expresa, previa.
Crítica
¿Hasta qué punto crees que tantas nuevas editoriales han afectado al panorama crítico en nuestro país?
Poco o nada. Uno de los problemas de las nuevas editoriales es la ausencia de una nueva crítica, capaz de salirse de las rutinas establecidas y de los intereses ya creados.
¿Qué peso estimas que tiene en estos momentos la crítica en el entorno digital? (blog, webs…).
Escaso, escaso. me sorprende lo dependiente que sigue siendo aún de los formatos convencionales, heredados del periodismo sobre papel. También aquí hay mucho diletantismo, esnobismo y… narcisismo. Y poca voluntad real de intervención. A menos que se confunda intervenir con hacerse ver.
Gustos personales
De los nuevos sellos, ¿cuáles han sido los que más te han gustado o sorprendido?
Me temo que carezco de conocimiento y de perspectiva para responder a esto. Por cercanía, amistad, cariño, pienso primero en Alpha Decay, y en Periférica. No tengo dudas del valor de estas dos empresas. Pero hay muchas más, lo sé, y el nivel medio es bueno. Es una injusticia por mi parte dar nombres.
Promoción
¿Has notado que la presencia de los nuevos sellos haya provocado un cambio en el modo de promoción del resto de editoriales?
No. Pero todavía es pronto, no tardará en notarse. Tampoco yo soy un sabueso para estas cosas.
Futuro
¿Crees que hay mercado para la cantidad de libros y editoriales existentes? ¿Podrán sobrevivir todas las nuevas empresas?
Me temo que no. O quizá si, pero sólo eso, sobrevivir, a costa de la autoexplotación y de la precariedad. Caerán muchos en el camino, no tanto por haber fracasado como por haberse cansado de tanto esfuerzo para tan poco.
Lunes 16 de mayo, Loopoesia en el Arco de la Virgen, Barcelona
Después de triunfar en Madrid afrontamos la parte final del mayo loco loopoético con un show en lunes en un sitio de Barcelona que queremos con locura: El Arco de la Virgen que dirige contra viento y marea Sergio Marcovich, un grande.
Los datos son los siguientes:
Lunes, 16 de mayo 21,30 horas
Lugar
EL ARCO DE LA VIRGEN - despacho cultural
c/verge 10 - ( Raval )
Barcelona, Spain
Contribución a los artistas: 3 euros
Loopoesia es amor
jueves, 12 de mayo de 2011
Tren a Pakistán de Khuswant Singh en Revista de Letras
La explicación del origen: “Tren a Pakistán”, de Khushwant Singh
Por Jordi Corominas i Julián | Reseñas | 9.05.11
Tren a Pakistán. Khushwant Singh
Traducción de Marta Alcaraz Burgueño
Libros del Asteroide (Barcelona, 2011)
Desde que tengo uso de razón, si es que eso es posible, leo periódicos y veo noticias con el conflicto entre La India y Pakistán. Los occidentales somos unos esnobs que tenemos una visión ciertamente idealizada del gran subcontinente asiático. Que si Gandhi, que si los dioses, que si todo ocurre con más lentitud y vuelves a casa con una impresión cambiada de la realidad. Una de mis mayores ilusiones en la vida seria visitar las tierras que albergan esa más que milenaria cultura, pero a falta de dinero para emprender el reto me conformo con estudiar un poco su Historia para comprender el porqué de sus magias y disensiones.
La Segunda Guerra Mundial dejó a Inglaterra prácticamente en la bancarrota. La victoria del partido laborista en agosto de 1945 permitió el nacimiento del Estado del Bienestar que ahora algunos terroristas económicos destruyen con alegría. No hubiera sido posible sin el proceso que llevó a la paulatina desmembración del Imperio, lo que naturalmente implicó la renuncia a la mayoría de las colonias que extendieron los dominios británicos a lo largo y ancho del Planeta. La perla de tan vastas posesiones era La India, que consiguió su independencia parcial el 15 de agosto de 1947.
El problema central de esa libertad radicaba en la cuestión religiosa. La solución adoptada fue dividir el País en tres partes que engendraron dos nuevas entidades políticas para la población musulmana, Bangladesh en el este y Pakistán en el oeste. La creación de estos Estados implicó un importante movimiento de personas para trasladar a Sijs y musulmanes, produciéndose graves disturbios que produjeron miles de muertes. Es precisamente en este contexto donde transcurre Tren a Pakistán, clásico de la literatura india de Khushwant Singh que ahora recupera con mucho tino Libros del Asteroide.
La acción se sitúa en la ficticia localidad de Mano Majra, en el umbral del punto caliente del conflicto. Es un pueblo anodino donde sus habitantes siguen sin cuestionarse ancestrales tradiciones. La paz predomina y nada hace intuir que pueda quebrarse. Sin embargo su autor, sintético y con las ideas claras al vivir el momento, empieza fuerte anunciando tormenta. Estallará cuando unos rufianes asesinen al prestamista local. Las sospechas recaen sobre un inocente, un ladrón Sij que la noche de autos incumplía las premisas de su libertad para intimar con una joven musulmana. Más tarde, junto a la policía encargada de averiguar los entresijos del crimen, llegará un activista político educado en la cultura europea al que se encarcelará sin motivo alguno, dejando las autoridades que se pudra entre rejas junto al delincuente a la espera de cómo evolucionen los acontecimientos.
La brillantez del relato estriba en varias cuestiones. La primera de ellas es la capacidad poética de su narrador para resumir el conflicto de aquel sangriento verano en una localidad remota, aislada en principio del mundanal ruido. Eso hace que la trama se desarrolle con un ritmo pausado donde se introducen muy bien los personajes y sus motivos. Sin embargo, lo individual topa con lo colectivo mediante el elemento que vertebra el texto. El tren rompe la quietud y propicia la irrupción de la Historia en la nada. Lo minúsculo viaja hacia lo inmenso y los vientos de una pequeñez adquieren una magnitud insospechada mediante la necesidad de quemar los cadáveres sijs que albergaban los vagones de la locomotora. Queroseno. Surge la polémica y el delito pierde importancia porque las normas han cambiado y el poder ya no se limita a la esfera de esos campos que esperan el aluvión, que en ese infausto año regará las tierras con cuerpos muertos, portavoces del desastre.
La panda de matones cobra otro relieve y se erige en vanguardia de la venganza. La convivencia queda truncada, la hermandad entre los lugareños se quebranta. Quien lea Tren a Pakistán cómo una mera novela de entretenimiento se equivoca. En su interior encierra lecciones universales, porque su interés no radica tanto en la inevitable lucha sino en la culpabilidad de todos los bandos implicados. No hubo inocentes y sí muchos culpables que se dejaron llevar por la inercia de Clío. En Mano Majra, como en toda La India, la unión entre sijs e hindúes era sólida porque tenían más puntos en común que diferencias. Aún así Khushwant Singh, que sigue dando guerra a sus noventa y seis primaveras, introduce la disensión y la hégira de los musulmanes como un error político que podría haberse subsanado de haber medido mejor los tiempos del proceso, que desde la división engendró odio y un innecesario baño de sangre cifrado en un millón de almas. Lo advirtió Gandhi, desoyeron su criterio y todos tan contentos en la infinita tristeza.
La lírica del relato se cifra en pequeños elementos, metáforas que ayudan a comprender el porqué de los hechos y sobretodo la victoria de lo irracional sobre una normalidad que desde ese preciso instante mutó en pesadilla. Han pasado más de sesenta años y lo que alguien escribió en treinta días sigue teniendo vigencia porque explica el origen de un drama que nadie atendía y sigue martilleando con demasiado fulgor negativo a casa paso que da. Las lecciones de la Historia lejana para Occidente que pueden aprenderse en la ficción son tesoros irrenunciables, perlas que dan al navegante las justas coordenadas para ubicarse en un mapa en el que nos manejan demasiado a su antojo, como si fuéramos peones irrelevantes que sirven para cuadrar intereses de una partida que no debería ser la nuestra.
En este sentido Tren a Pakistán se asemeja a Cristo si è fermato a Eboli de Carlo Levi. La obra, publicada en Italia en 1945, empieza con una maravillosa y significativa frase. “Sono passati molti anni, pieni di guerra, e di quello che si usa chiamare la Storia”. Los hombres no la tienen presente hasta que no arruina su cotidianidad, por eso quizá no me canso de hablar de épica de lo común, porque la construimos nosotros. El resto es una imposición que Khushwant Sing denunció en el ya lejano 1956. Su actualidad asombra, la repetición de la burla a la que nos someten los que llevan las riendas todavía más.
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