martes, 30 de marzo de 2010

Poema "Concatenación en Treviso"


Concatenación en Treviso por Jordi Corominas i Julián


Mefisto tomista insta
taurinamente mentecatos
tosferinícos costureros
rosados, dos soles
estorban bandas
asadas en dársenas
nasales.


Improviso en Treviso,
bisoñé de bisturí,
el Turia y la furia,
la ria y la hombría
brincan Can can
con anacardos,
doseles lesbianos,
villanos hemisféricos,
cónsules del Averno.


Sapos pusilánimes
me estallan antílopes
lóbregos en los poros,
Osiris risible blenorrea
con reiteración iones
esquemáticos, costura
rasurada, dadaísmo
istmíco en condes desterrados
ostentosamente.



Cruzo el zoológico, silogismo
cistercense, señal laberintíca,
América de caprichos chipriotas
que
alborota orondos Orotava,
dosifico el ficus usurando
Don Volframio, fiordo mordaz,
miope del buen demonio.


Siluetas en chinchetas anacoretas,
improviso en Treviso,
Mefisto histriónico,
Nicolás lacera cerámica
hemicránica, dinámica milla
Ilerdense de espiga castrense,
ensaimada taimada, ticket de salida
en la dicha de la morsa.
y la pesadilla con alegría.



Foto: JCJ

lunes, 29 de marzo de 2010

Martes 30, El asesino del Putxet en la Hora-L de Radio Barcelona-Cadena SER


Diez días de enero de 2003, once si nos ponemos precisos, causaron horror,pavor,estupor y miedo atroz en el barcelonés barrio del Putxet. La Calle Bertran 28 fue su epicentro, un parking donde la seguridad se volvió quimérica, sótano de doble muerte misteriosa con muchas claves parecidas.

- Dos mujeres fisicamente similares

- Dos nombres que empiezan con M

- Se encontraron ambos cadáveres en el mismo lugar

La gente se planteó, porque vivimos en una sociedad paranoica que ve demasiadas pelis americanas, la hipótesis del asesino en serie. Todo era mucho más simple. Cuando Juanjo Rangel fue arrestado se descubrió un pastel normal, aunque anómalo, fascinante desde una simplicidad de conducta que ofendió a muchos, sin motivo, porque si bien Rangel mató a conciencia también cabe ubicarlo en la larga senda de inadaptados viciados por las máximas que rigen nuestra sociedad.

Hablaremos de este caso mañana a partir de la una y seis minutos en la Hora-L de Radio Barcelona-Cadena SER


Crímenes en la Hora-L

Cada martes a partir de las 13.06

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domingo, 28 de marzo de 2010

Poema "El droguero y la fregona"


El droguero y la fregona por Jordi Corominas i Julián


¿Mamá, vende drogas
el droguero?
mi guardería acariciaba su imperturbable
negocio, cinco lustros transcurrieron
y ahí sigue, con esa misma
podrida fachada de letras
pidiendo un parapente para borrar
motas antediluvianas, reguero
selecto de secretos
que a nadie interesan.


Suena la campanilla, plástico y desodorante
horror vacui, angosta trastienda,
la progenitora reclama al retoño,
Jaime, hay un cliente, póngame
una fregona de mocho amarillo,
se dislocó el palo de tanto usarlo.


Jaime, siervo de quien te parió,
sempiterna bata azul, bajito
como tus ancestros, alopécico
con billar y patillas, reprimido
homosexual que sorbe el pecho
primigenio, Jorge Javier castrado,
sólo quiero el mástil rojo con su mocho,
mis cincuenta euros no son tocomocho.



Cuatro y veinticuatro. ¿Tiene cambio?
Sí. ¿Quieres un cubo? La dictadora
del mimbre lee mi iris hacia
el techo de su catedral, catacumba y telaraña
de
ambientadores, perfumes, lejía,
higiénicos, pañuelos, cocina,
antical general, papel albal, insecticida,
limpia suelos, a máquina, raticida,
quitamanchas, Suavizante, amoníaco y salfumán.


Su hedionda caverna es un sarcófago
demacrado, réquiem
momificado del ayer.


Hasta luego, dejaré mi casa
como los chorros del oro,
no sin antes ser soldado
con bayoneta, samurai
de baja estofa, romano
con ariete numantino,
y un americano que arma
su arma para pulir
las grietas de la debacle.


Mimo lo cotidiano
para entender lo profundo,
no hay más explicación.



Foto:JCJ

sábado, 27 de marzo de 2010

Los muertos de Jorge Carrión en Revista de Letras


Los muertos de Jorge Carrión por Jordi Corominas i Julián

Las librerías han desaparecido. Los libros se venden en los quioscos. Triunfa el afán de síntesis. Salgo a comprar el periódico y Paco me devuelve veinte céntimos de cambio. ¿Quieres una taladradora? La regalan con el periódico. ¿Has visto esta nueva colección? Obras inspiradas en la caja tonta. Quizá te interese. Como es la primera entrega tienes dos al precio de uno. El primero es de Manuel Vilas. ¿Te suena Aire nuestro? Está estructurado en forma de parrilla televisiva con un toque cronológico con vistas al futuro. Sale Elvis por todas partes. Sí, los personajes vuelan libres mientras el autor, con mucha mala leche, reflexiona sobre España y sus temas fetiche. El otro es de Jorge Carrión. Los muertos. Es el guión, dividido por capítulos, de una serie anómala. Sus autores prefirieron tratarla como una obra de arte, por eso sólo dura dos temporadas. Lo curioso es que al final de cada parte ficcional hay un ensayo donde supuestos intelectuales de prestigio desgranan el fenómeno con múltiples referencias culturales que permiten entender la trascendencia de la producción. Me sorprendió ver que en una de esas disertaciones se afirma la imposibilidad de trasladar la serie a un formato narrativo. Esa broma ya está muy vista. ¿No sería mejor hablar de cuando dos escritores se cruzan en la calle y pese a reconocerse no dicen ni pío? Eso es real. Si me pides una crítica, y ya sabes que no soy muy ducho en estas lides, te diría que probablemente los lectores pedimos otra medicina para sanar nuestras inquietudes, pero eso ya es cosa tuya.

Tomando el pulso a la actualidad: la novela como artificio de coleccionista

Ayer fui a la FNAC y compré la caja especial con los dos DVD’s del Che de Steven Soderbergh. Al abrirla encontré un disco con canciones revolucionarias y un libreto. Buena película sin banda sonora que refleja en fragmentos la epopeya guerrillera del argentino, que es ficción sólo en las camisetas. Quien quiera puede consultar su biografía e ir más allá del textil. Como hijo de mi tiempo sigo alguna que otra serie televisiva. Me gusta House por inercia y Sherlock Holmes. Me importan un comino los estreptococos. Las otras las conozco por amigos y por el martilleo comunicativo. Imposible no oír hablar de Lost, Prison Break o The Wire, elementos audiovisuales de una época que ha suplido el evidente descenso de asistencia cinéfila aumentando la calidad televisiva, donde la audiencia, de uno u otro modo, está garantizada. Pues bien, los fans, que son muchos, de estos culebrones de etiqueta tienen la oportunidad de comprar magníficas ediciones de cada temporada. El libreto con escenas y diálogos debe ser una perla de lujo, idónea piedra roseta para descifrar dimes y diretes. Carrión no engaña. Abres el libro, te sumerges en sus páginas y desde el inicio hueles el estilo. Al fin y al cabo el guión es un género literario como cualquier otro que, por trasvase de influencias, puede captarse en la narrativa contemporánea mediante ciertos rasgos esenciales. Ritmo intenso, diálogos básicos y una desnudez que sitúa al lector en el espacio con la precisión de la cámara. El ángulo tiene más significado que las palabras. Todos esos elementos están presentes en el debut del escritor catalán en la novela. Su teleserie es un tremendo pastiche. El mundo se ha vuelto un lugar caótico. Los hombres resucitan y buscan reconocerse. El viejo acoge al nuevo y le aconseja. Lo griego juega su papel, la mitología resalta. El héroe tendrá que luchar para esclarecer su pasado y poder vivir el presente con la paz carente de interferencias. Trabaja en un sótano cavernario y ahorra para visitar a una adivina que le de pistas sobre su origen. Se llama Gaff y necesita amor. Acude a una prostituta, Lilith, y cae rendido ante su belleza. Como es comprensible el protagonista no está sólo en sus peripecias. ¿Qué seria de una serie sin simultaneidad? Las piezas encajan con frenesí. Cada final de capítulo nos instala en una duda resuelta en la siguiente entrega y, por supuesto, hay roles y situaciones estereotipadas. Sexo, salvadores, malignos lava cerebros, damnificados empecinados en denunciar conspiraciones y la idea, muy posmoderna, de generar comunidad para luchar contra el orden establecido, pernicioso y cínico al atentar contra los ciudadanos. También hay tecnología y una insaciable búsqueda de la identidad. Como esta primera temporada se ubica cronológicamente entre 1995 y 1996, lo indica un calendario, lo que no deja de ser muy fílmico, pensé ipso facto en la humanidad tratando de recoger sus desechos tras la caída del muro de Berlín, cuando el pensamiento único, que sigue vigente bajo otras coordenadas, amenazaba la libertad y el individuo caminaba desorientado entre las ruinas de un pasado no muy lejano.

Ficciones y embustes: Desvelar tus cartas y seguir con cara de póquer


La segunda parte se titula Reacciones y es un falso ensayo de una tal Marta H. Santis donde el autor intenta reflexionar filosóficamente sobre el impacto del fragmento inicial. Descubrimos que es una serie de impacto mundial elaborada por dos amigos que se encontraron de casualidad: Mario Alvares y George Carrington han engendrado un documento histórico, un monumento del siglo XXI, con hondas repercusiones en Internet, donde hasta se ha creado una red social, pandemonio de todas las existentes y que resume la duplicidad de la tragedia humana y sus infinitos genocidios, que no sólo afectan a la superficie. El hombre actual acepta los entes de ficción y se identifica con ellos. Naveguen y lo comprobarán. El dolor de un personaje es comparable, por empatía universal, al de quien ha perdido un familiar en una masacre, enfermedad de una realidad desdibujada, licuada hasta desvanecerse por exceso informativo y deceso de la anterior normalidad. La confusión vive arriba y ello se corrobora, otra actitud muy post, con la intención de los creadores de difuminar su mito.

Las influencias de la primera temporada se evaporan en la segunda. La aparición cede su trono a la desaparición. Una pandemia inexplicable amenaza al planeta y nadie sabe cómo actuar contra ella. Las personas se esfuman de golpe y porrazo. El espectador requiere emociones dispares que ensalcen la genialidad de lo visionado, por eso surge un personaje opuesto a Gaff y la violencia presenta sus credenciales con guiños a series legendarias. Este segundo tramo de la producción es apocalíptico. El nuevo roba y paga a la adivina. Es un hombre prototípico de la era digital, un ambicioso que termina siendo Tony Soprano enfrentado al clan de los Corleone. Ambos quieren dominar el puerto y Nueva York, lucha estéril porque con la que cae no tiene sentido disparar sabiendo que quizá la nada será la constante del amanecer. Hillary Clinton es una presidenta afroamericana incapaz de remediar los males que azotan su edificio. Sólo hay esperanza en Israel. Las masas, vocablo odioso adecuado en esta ocasión, deciden moverse contra lo inevitable y se reúnen en Central Park. La catástrofe implica la imposibilidad del control por mucha pantalla que el topo supervise. El desierto final recuerda a L’eclisse de Michelangelo Antonioni, con todos esos lugares vacíos que antes tuvieron significación para parejas, perros, obreros y señoras que. La última mujer llora y no es Eleanor Rigby. Ah, look at all the lonely people. Que ya no existe. Imagino un fundido en negro. Jordania. Perú. Francia. España. Diciembre de 2007-octubre de 2009.

¿The end?

Generaciones, repeticiones y apreciaciones culturales: El desgaste de un modelo y la crisis, más que económica, como telón de fondo.

No. Hay un último ensayo donde se analiza la serie como ejemplo de narrativa post-traumática. Los nietos cogen el relevo de padres y abuelos e hilan su propia interpretación del concepto masacre. Para hacerlo prescinden de intérpretes, algo típico en muchas producciones de culto. El análisis es preciso, las referencias interminables. Joyce, Dexter, Sebald, Ally McBeal, Conrad, Expediente X, Primo Levi. ¿Alta y baja cultura? No. Este ensayo permite entender que la supuesta mezcla es en realidad un detonador que instala la generación Afterpop o Nocilla, esa de la que ahora todos reniegan, en la cultura del museo alternativo pero institucionalizado, depósito de lo posmoderno desde una perspectiva multidisciplinar que adopta nuevas expresiones como objeto de estudio. Es como tener una exposición del CCCB en un libro de rabiosa actualidad, quizá por eso algunos lo definan como innovador, arriesgado y radical, palabras muy sonoras que ocultan una repetición de un modelo destapado en nuestro país con la prosa fragmentaria de Fernández Mallo y continuado por una serie de autores que han hecho del alejamiento de lo cotidiano una constante en su trayectoria, repleta de ensimismamientos, poses y adopciones de personajes que rehuyen la realidad mientras la abordan de manera teórica, privilegiando la estructura y prescindiendo del contenido en sentido clásico, pues se pierde a favor de la solidez del cuerpo, al que todo se supedita. Sí, mencionan las nuevas tecnologías, cruzan lenguajes, pero no enmarcan estas interesantes propuestas en una órbita cercana al lector. ¿Consecuencias? Lo que es moda siempre pasa, y por mucho que algunos textos sean muy brillantes la mayoría se embadurnan y repiten un modelo conocido donde el sentimiento, entendido como comprensión del contexto histórico en que nos ha tocado vivir, luce por su ausencia. Quizá, y la crisis en esto tiene mucho que ver, haya llegado el instante de tocar el piano con otra mano que refleje las verdaderas preocupaciones de nuestro tiempo para parir una prosa que siga la senda de la experimentación y exhiba los cambios desde la calle, pisándola para hallar su esencia y transmitirla a los demás. Carrión lo hizo a la perfección en Crónica de viaje. En Los muertos da una vuelta de tuerca a la vuelta de tuerca y consigue un ejemplar ejercicio de estilo al que le falta alma pese al evidente virtuosismo.

Jorge Carrión, Los muertos, Barcelona, Mondadori, 2010

4 años de Panfleto Calidoscopio: Monográfico "Los números"


Panfleto Calidoscopio: Los números

38 números, 4 años, una media de 14.ooo visitas al mes, y más de 350 artículos publicados, todos con nombres y apellidos, todos sobre grandes y pequeños nombres propios. Estos son y han sido los números y las letras de nuestro panfleto cultural CALIDOSCOPIO, que ahora cumple cuatro años que han pasado más rápidos que el viento. Un tiempo que ha alimentado nuestras ansias de conocer más.
Gracias a todos los amigos que nos siguen, que nos escriben pidiendo el panfleto en sus correos, este que con cada giro del calidoscopio, más o menos cada cinco semanas, da como fruto un nuevo número.

sumario especial aniversario [abril, nº38/2010]




Milestones
Por Félix Andrada



Las matemáticas ocultas
del genio
Por Jean Martin du Bruit





Matemática Beatle I
Por Jordi Corominas i Julián



La divina proporción
Por Julio A. González





El castillo de los destinos cruzados
Por Natalia Zarco



Matemática Beatle II
Por Jordi Corominas i Julián





1988
Por Juan Soto Ivars



La ilógica matemática
Por Anna Maria Iglesia






De la pesca, los números primos y la literatura supernumeraria
Por Sergi Bellver



Diga 33
Por Sonia Fernández Pan





Los números de la literatura
Por Carmen Moreno


Espacio inventado, especial
Los números





Cartas consulares
Por Miguel Ángel Muñoz Sanjuán


Formular el azar
Por Juan Jacinto Muñoz Rengel




Cristologías
Jean Martin du Bruit


Desde el Tarot de Mantegna
Parisicilia




Poemas
David Vegue

Maslow
Iván Humanes



Indicios nuéricos
Laia López Manrique

Los números
El poeta Soldado



El anhelo del segundo
Sonia Antón Ríos

martes, 23 de marzo de 2010

Anticipo Paseos Simultáneos- Homenaje a Leo Messi


En breve, seguramente a principios de mayo, la editorial Vitrubio publicará mi poemario Paseos simultáneos, 130 poemas enlazados que intentan ser una especie de gran caminata por la realidad. Uno de ellos creo una broma con mis amigos. La irrealidad del actual Leo Messi encaja con esos versos que titulé poema de confusión barcelonesa, único anticipo que haré del libro antes de su salida. Ya habrá tiempo de comentarlo o lo que sea.




hacer el paripé,
pues
una nariz como
Messi en Verdaguer
a las ocho de la
noche
a las nueve de la
tarde

Martes 23, el Caso Scala en la Hora-L de Radio Barcelona-Cadena SER


Años turbulentos y mal narrados los de la transición española. Tras los pactos de la Moncloa de octubre de 1977, el Estado decidió que era conveniente terminar, una vez más, con el anarquismo, encarnado en la CNT.Para ello usaron varios métodos. El que nos interesa consistió en rebajar la condena de un preso con múltiples delitos siempre que se infiltrara en células anarquistas y las desestabilizara. El elegido fue Joaquin Gambin, un criminal de 49 años que de la noche a la mañana mutó de grillo a viejo anarquista. Gambin hizo bien su trabajo. el 15 de enero de 1978, durante la celebración de una manifestación de la CNT, estallaron varios Molotov en la sala de fiestas Scala, situada entre Consell de Cent y Passeig Sant Joan. El fuego invadió el recinto y murieron 4 trabajadores. 24 horas después una rápida policía arrestaba a varios sospechosos, todos ellos de la CNT, todos jóvenes, menos Gambin, inculpado pero libre como el viento, primera zancada del gran disparate que fue este caso relacionado con un más que evidente terrorismo de Estado.



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domingo, 21 de marzo de 2010

Poema Elogio del piropo


Elogio del piropo por Jordi Corominas i Julián

Los crisóstomos obreros
son
émulos viscontianos,
vetustos vestigios,
vorágines verbales,
mesozoicos anacronismos
en la síntesis
de
feroces crisantemos modernos,
esos que travisten cuadriculas
y dan sopapos a los pantalones
polvorientos de arquitectura
porque adulan damiselas en la red,
pescadores estrategas enfurruñados
en
teclados, machos que besan
con cruces, amnésicos de soporífero
auricular, autómatas epicúreos
apantallados, aprended del casco
y la boina, la virtud no
es virtual, emborracharos
de atmósferas, empaparos
de tortículis con el contoneo,
las flechas del carcaj
os vituperan, vierten voluptuosidades,
vilipendiáis vestales vistiendo vuestro
computado hábito monacal,
pinreles pixelados, tanto
Arcade da arcadas, Arcadia
arqueaba construcciones auténticas,
los agricultores mimaban la tierra,
devotos de Pan embelesados
oraban a plein air, pactando
los dedos con Eolo al palpar
el trigo, caricia pasajera
que la tortuga teje
con braille y sapiente zozobra,
antónimo del reprimido Aquiles,
ruin notario, petimetre
epitafio del piropo.



Foto: JCJ

viernes, 19 de marzo de 2010

Poema Sacramento Satánico


Sacramento Satánico (pesadilla) por Jordi Corominas i Julián


Punkis desvencijadas
rozan levitas,
San Valentín
es oprobio
en un alféizar de astracán.



Sagrada familia, inhabilitados
baños públicos, veinticinco
céntimos encallados, Kentucky
Fried chicken, complementos
De
baño y cocina.


Sofás raídos, chanflán
turulato de Tarzán,
Sasha es algo, eufemismo
de maricón, oráculos
traseros dictando
sentencias, seniles
muescas de cartón.



En Tetuán no hay parchís,
dominós ataráxicos, damas
comunes del trapicheo, alfiles
en
technicolor de su pubertad,
que
pare un attimo el taxi
y vuelva,
miradas certeras en la font del gat.



El gran cabrón de la roca
vierte agua
para cimentar su leyenda.

Una noia i un soldat…


Foto: JCJ

Poema Orfeo y el subnormal


Orfeo y el subnormal por Jordi Corominas i Julián

Fat Elvis,
Feo de blanco y negro,
quilos suplementarios
del desván cubano,
Tzara, Oloixarac y Krauss
pesan toneladas
Envueltas en el periódico
De mi regazo.


En el chapó bebía calimocho
en el umbral de lo adulto,
maintenant
los dados viraron algabaría
por quietud, el 74 frena
y
elimina con ficción su acceso.


El coso está repleto,
balanceos de Mitre
vetan laxitudes
pasajeras, mutar
en critico museístico
de los barrios
que ceban
los versos.


Vayamos al grano,
ayer me informé
en la cola de los billetes
sobrantes de una pasajera
sin rostro, hoy
entrevisté a una argentina
y
relacionamos subnormalidad
con ortodoxia, funeral
De la curiosidad en Occidente.


Quiero que siempre seáis
Orfeo
para rescatar
vuestra belleza.



En las primeras filas
(doble retrovisor con conductor)
un retrasado mental
es el amo de la barraca,
agárrese que vienen curvas,
que vienen curvas, ya
lo sé majo, pronuncia
la señora del
abrigo de leopardo.



Luego juguetea con
un botón del anciano
picassiano,pulso el rojo,
próxima parada Virgen
de Montserrat 156,
la revolución nínfómana
de saludar como los niños
a desconocidos de autobús.


Foto: Jordi Corominas i Julián

miércoles, 17 de marzo de 2010

Poema "Circularidad de San Patricio"





Circularidad de San Patricio por Jordi Corominas i Julián


No es tan difícil cerrar
la puerta del ascensor
¡inténtalo!
mis vecinos ayurvédicos
comen televisores.


Miércoles de Barça,
farolas drogadictas,
baldosas huecas de zapatos,
lo magnífico es compartir
el resultado porque
los bares dilapidan
sus ventanas,
caritativo plasma.



Manoseo mi teléfono,
sicofantes elecciones
digitales, preferiría
encontrarte
las cosquillas, pero
calculo kilómetros
en mi soledad urbana,
juez auricular
que todo
lo divisa.



Tengo la conciencia
epifánica,
Con barro baudeleriano
de llevar un invisible
bastón de mando
en la Monumental,
el nulo cruce
En
Diagonal Aragón
fruyó para acatar
Catones néisicos,
costumbres resbaladizas
en lo indómito
de su siamesa idiosincrasia.



Gorros verdes, pintas satíricas
de orin, San Patricio
bebe risas
con textura
de gran mastín.


El inicio previsto
era un poema
ayurvédico, sí,
como los vecinos,
como la inmensidad
ventanal de cubículos,
bestias clausuradas
enfundadas en bufandas
chutando la colilla
de su aliento
a cambio
de cuartos azulgranas.



Verdi fue la excusa,
nada de Gracia,
Lectura docente, arias
Egipcias, piernas
dolorosas, sátrapas
floreros, olvidé
el paquete en
Las cabras, déme
euros, cuente
con recaudaciones
de
máquina.


Regresan los gorros verdes
en
bicicletas municipales,
San Patricio, danos
más fiestas globales,
haz que el fin de semana
sea anatema, llena
las cantimploras insaciables
Con
nobleza baturra,pompis
en
boj, candado quiosquero,
Apunto pensamientos, la cuesta
es el postrer postre,
calcetines sudados
para beatificar
la circularidad.

lunes, 15 de marzo de 2010

Martes 16, El crimen d l'Hospitalet (Pedro Jiménez) en la Hora-L de Radio Barcelona-Cadena SER


Pedro Jiménez llegó a Hospitalet de Llobregat a las seis de la mañana del cinco de octubre de 2004. Merodeó durante dos horas hasta hallar lo deseado. La puerta de Rambla Marina 48 se abrió y él lo aprovechó para adentrarse en una senda sin retorno en el séptimo piso. Sus dos víctimas fueron unas jóvenes policias en prácticas, inexpertas ante uno de los autores más salvajes de la reciente historia criminal española. Tan terribles son los hechos que cuesta mucho reproducirlos por escrito, así que quizá quien me escuche el martes nueve a partir de la una se estremezca con lo narrado, porque la carnicería perpetrada en ese apartamento supera límites irracionales y plantea fuertes reflexiones sobre la condición humana.


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domingo, 14 de marzo de 2010

La domenica mangia fagioli soddisfatti, poema hiperrealista


La domenica mangia fagioli soddisfatti por Jordi Corominas i Julián



Martini rosso, top hat
un ñu, la portera
y
un altavoz de color rosa.


Die, carraspeo de número nueve,
cartas de Alicia en las rejas,
argentinos guitarreros, rubios
y
morenos, amigos de traslado
en la plaza del sol, risas
consolidadas, paquidermos
pakistaníes, quiero
Sprite de badulaque
¿donde
podemos comprar
bombas fétidas?
Miran para Cuenca.


Se ve que ayer asaltaron
bares, ansiosos
por depositar excrementos
Equinos entre canela,
que barbaridad, Montelimar
en epitafios batracios,los niños
comen mocos australianos,
las turistas en la Pedrera
Insultan el arte por etiquetas,
Facebook y el empresario ligón,
todos callan
por lo del perfil
bajo.

¿Te acuerdas de Asurbanipal?
¿Se fugó del Ramadán?
Heila hei heloua, carcamal,
semana trágica esta, sí,
nieve de lunes, Nieves Herrero
epilépticos y espásticos
yo estaba en mi habitación,
el banco
tumbado clama desprender
tiranías , obscenidad
perversa, robar aposento
posadero, deposita
nalgas en la madera,
pasan de nosotros, se ríen,
jujuju jijiji jajaja
¿Hola qué tal?
Muy bien con Okal.


Librerías francesas, estaquirot
galifardeu i borinot.

¿Caen por la crisis
y
el bifidus financiero?
No, su hiperactividad
es baldía baldosa, escudella
y
carn d'olla


Lo alzamos, no, un clavo
gris, no encaja,
no encaja, bajemos
Hasta Burquinaona,
Fasso frijoles fritangas
Messi de tres en tres
a las ocho de la noche
a las nueve de la tarde

¿En Verdaguer?
África multicolor en el zaguán
búhos de alquitrán en la repisa,
Maribel en Marivent
y
una horchata en la cornisa.

sábado, 13 de marzo de 2010

És negre i parla català: love story de l'immigrant i la ceba en Bcn Week


És negre i parla català: love story de l’ immigrant i la ceba by Jean Martin du Bruit

La darrera polèmica sobre l’empadronament dels immigrants a Vic amaga una realitat important del medi rural català: els nous vinguts d’altres fronteres s’adapten millor a la ceba que no pas a la gran ciutat. L’alt grau d’integració lingüística crea una triple realitat que gran part dels mass media ignoren o tracten amb ben poc interès perquè privilegien Barcelona com a metàfora de tot el País, error immens que cada generació repeteix.

Passo el cap de setmana a Santa Maria de Palautordera, localitat del Vallés Oriental, i em dedico a passejar com si fos un pervertit. M’amago el rostre i camino. Vull observar com es relacionen els nens de la multiculturalitat, saber si s’entenen amb gests o amb paraules. M’assec al banc d’un parc. Tots volen ser Xavi, Iniesta i Messi mentre els colors i les faccions es mesclen enmig de la pilota. Un xic que conec des del seu naixement pronuncia vocables d’estranya sonoritat al seu amic eslau. Pep! Què collons dius? La resposta demostra la nostra animalitat i la capacitat d’aprendre quan som petits. En Pep, qui sap si un futur Guardiola, té mínimes nocions de rus perquè el Dimitri és veí seu i molts cops juguen junts a casa o al carrer, eina fonamental per entendre com les llengües es mesclen i els nou vinguts aprenen sense problemes el català, doncs l’ambient als pobles és molt més relaxat i proper, tothom es coneix, l’espai és reduït i la comunicació esdevé fluïda en un tres i no res.

Conec bé l’avinguda del Remei, just al costat de l’ermita. Uns vailets salten i es burlen del més petit de tots, ram, ram, ram, pataplam. Quinze metres més enllà, on comença Sant Esteve, dues nenes competeixen amb les bicicletes. La negreta somriu a la seva pàl·lida companya. L’aire i la llibertat de no veure limitada la seva vida lúdica a les quatre parets familiars genera els engranatges de la plàcida i positiva convivència, globalitat idíl·lica, doble acceptació, adaptació i benvinguda.

L’altre element decisiu és l’escola. Seria patètic no assolir altes fites de coneixement lingüístic amb el sistema educatiu actual. El català n’és el centre i sense ell poc es pot fer. No obstant això el punt interessant és trobar-nos davant una separació generacional. En Mamadou conversa amb els seus pares en senegalès, l’idioma de la llar, però com ha nascut a l’Hospital Clínic, té cinc anys, és un català més que s’expressa a l’exterior en la nostra llengua, característica que el diferencia dels seus parents, arribats a terres llunyanes i obligats com qui diu a reforçar els vincles del clan per poder sortir endavant i sacrificar-se pel benestar dels fills, hereus del canvi envers l’harmonia ètnica, sortoses criatures que mitjançant la solidaritat i un clima social gens enrarit creixeran i seran rics per la seva capacitat de moure’s pel món parlant un mínim de tres idiomes: català, castellà i la parla dels seus avantpassats d’altres paratges terrestres.

A Santa Maria de Palautordera ningú reparteix hòsties ni propugna un veritable odi. Les pintades independentistes que omplen murs i més murs són bretolades que representen un sentiment que no té veritable incidència en les relacions humanes. Ambdós grups eterns de la nostra porció de la pell de brau es donen la mà, no hi ha conflicte. Els grafits son pedres d’irrealitat, símbols que demostren com el segle XXI viu dues dimensions en un mateix àmbit. La quotidianitat avança i els eslògans accentuen la resistència d’una política estèril amb nul crèdit pel ciutadà, creador d’un món palpable ben diferent al que dibuixen les altes esferes des del seu cinisme crònic.

viernes, 12 de marzo de 2010

Suavidad escénica en Panfleto Calidoscopio



Contundencia verbal perdida: la evolución de la violencia
y lo invisible del verbo


Por Jordi Corominas i Julián


Malos tiempos para el crimen en un régimen de asesinos. Existe una regla no escrita según la cual los muertos de alta cuna suscitarán más atención que los cadáveres de los bajos fondos. El 4 de mayo de 1974 Barcelona despertó conmocionada. En un chalé de Pedralbes se hallaron dos cuerpos bien juntitos, apretujados para que no se desvaneciera el calor vital pese a la ausencia de respiración. El matrimonio Roig reposaba el sueño de los justos tras recibir más de treinta puñaladas. El asesino era su mayordomo, despedido tres semanas antes por no cumplir adecuadamente sus funciones. O eso se decía, se comentaba, se rumoreaba.
José Luis Cerveto fue uno de tantos dramas de la posguerra. Nació el 8 de septiembre de 1939 en Alicante y tuvo la mala suerte de perder toda referencia familiar a los tres años de edad. Su padre murió de tuberculosis y su madre, medio enloquecida, decidió dar al niño a las crueles monjas de un orfelinato donde el pequeño empeoró su confusión por culpa de constantes palizas y un incesante maltrato psicológico agravado en los reformatorios que frecuentó durante su adolescencia, cuando un educador torció su sexualidad al abusar del futuro asesino, adicto desde entonces a la compañía de niños a los que invitaba a caramelos para lograr su carne, eso sí, sin penetración, el dolor no entraba en las coordenadas del envite.

La historia que acabo de relatar la cuenta José Luis Cerveto, con la ayuda de otros valiosos testimonios, en el notable documental El asesino de Pedralbes (1978), valiente travesía de Gonzalo Herralde por el marasmo de una existencia truncada y un sistema escasamente preocupado por la salud mental de sus ciudadanos. El protagonista salva la piel por una amnistía, quedando como efeméride su condena al garrote vil, monstruosidad que deseaba para poder terminar con su íncubo de incomprensión, ser desterrado al abismo por crecer en la ciénaga de la inadaptación. Poco importa su palabrería hueca y un sistema de valores trastornado. Mata a su antiguo patrón porque encarna el poder que durante décadas le ha torturado. La rabia de los 40 puñaladas es accesoria. El espectador se intriga, quiere alcanzar ese punto de la narración. El plan perfecto, el perro enmudecido, los zapatos de una talla menos para no levantar sospechas. La tensa espera. Ruido de roedores. Sustos. Golpes certeros. Hay una fuga y una coartada. Hay cabezazos en la celda y confesiones. Prisiones y radiografías. Sin embargo, la trascendencia de la trama brilla en sentido psicológico por la capacidad de sincera confesión de un desequilibrado que explica su calvario con extrema lucidez y sin esconderse. José Luis Cerveto ejerce un magnetismo de maldad bondadosa. Lo juzgamos odioso y escuchamos sus disertaciones enternecidos por sus garrafales errores léxicos y esa mirada desviada, bien atenta a su recopilación de instantáneas de bellos púberes, criminal sin tapujos que expía sus pecados ante una cámara válida para constatar el horror individual y buscar respuestas que permitan entender su génesis. En 2009 el director catalán Ventura Durall filmó El perdón, documental que recorre el famoso asunto del asesino de la ballesta. Las formas narrativas han sufrido cambios que privilegian la velocidad de un montaje adornado por una bella música, lo que contrasta sobremanera con su ilustre antecedente, obcecado hasta los topes en plasmar con extrema frialdad las impresiones del pederasta a la fuerza. La imagen melódica, que acompaña vista y oídos en el deleite efectista, ha vencido al verbo seco y descarnado, siempre más y más criticado por decir verdades sin alhajas políticamente correctas, piedra miliar de escándalo cuando en un pasado no muy lejano era un rasgo que potenciaba el realismo de lo contado. Su desaparición es un accidente cultural enfrentado al éxito inquietante de la legitimación de la violencia en el celuloide, fácilmente comprobable mediante el análisis de la misma escena en diferentes adaptaciones fílmicas de The Talented Mr. Ripley de Patricia Highsmith.

A plein Soleil versus The talented Mr. Ripley:
señores, 40 años de historia nos separan


Alain Delon, sex symbol tenebroso de vida errante, tuvo la suerte de caer en gracia a 1960. Su desafío fue una partida de póquer de alto riesgo. Quizá todo hubiese sido distinto, aunque no lo creemos, si hubiese aceptado ser el rico y soberbio Dickie Greenleaf en A plein soleil (1960) de Reneé Clement. El rol correspondió a Maurice Ronet, resignado a humillarse al ceder al nuevo enfant terrible el regalo envenenado de interpretar a Tom Ripley, carácter que en la producción gala emerge desde su tontería hasta cobrar conciencia de su inherente capacidad de metamorfosearse en un prisma camaleónico asombroso en su baile de máscaras. El hielo ocular de Delon y su precoz maestría se conjugan a la perfección con la mayor experiencia de Ronet, eterna promesa en la cúspide hacia el divismo que mueve sus fichas con sobriedad, como si su falta de desparpajo anticipara la derrota de su personaje en la partida de cartas que precede a su muerte en alta mar, aislado de la ociosidad en la ociosidad azul del Mediterráneo. Los dos hombres se aguantan desde una duda fundacional. La deserción de Marie Laforet, musa encubierta de la contienda, precipita los acontecimientos. La imitación, que es la fuerza de Ripley, reparte la maza y distribuye remazos a sabiendas que su plan se ejecuta según la marcha establecida. Asesinar para enriquecerse y ejecutar al pagano sin que la pantalla se impregne de sangre. Este fragmento bebe de clasicismo, el teatro galo del siglo XVII que ocultaba lo desagradable, y elegancia que privilegia la continuación de la trama y prefiere no recrearse en lo luctuoso. Delon acelera la mudanza del ego y en su segunda elección letal mata a Freddy Miles preocupándose por ser pulcro y, si me apuran, hasta gracioso entre cestas de fruta y porteras marujas de una Roma aún pletórica en el folclore querido por los extranjeros.




A plein Soleil es fiel al original literario por su tesón en reflejar un camino trazado en el ascenso de Ripley. En cambio el difunto Anthony Minghella dotó al personaje interpretado por Matt Damon de una inseguridad crónica desde unas premisas que también casaban correctamente con las intenciones de la Higsmith. El Ripley de 1999 es tímido, acomplejado y mantiene una pugna con su sexualidad, descubriéndolo al tiempo que su coraza estalla, harto de burlas y sarcasmos del ostentoso Adonis Greenleaf, Jude Law de excepción dando el máximo para resultar despreciable en su narcisismo de niño rico. La escena mortuoria sigue las pautas de la novela, es más detallista en seguir al pie de la letra lo escrito en el libro. La violencia, tolerada en literatura, adquiere forma extrema en la pantalla. La lucha de identidades se salda con una tremenda serie de planos donde el encarnizamiento de Ripley se refleja en el rostro de su otrora amigo, exageración facial de despedida con mucho tomate y virulencia expresiva, velocidad narrativa que encarna y alienta la angustia del raptus repentino. Y esa espontaneidad, ese pronto del acongojado, es la que plantea cuestiones. Si la ficción tiende a exhibir irracionalidad en las acciones es por el espejo de la época, su imperativo de instantaneidad. Mostremos lo prohibido que sabemos que existe, demos ese pan al público hambriento, quieren esa carnaza para alabar realismos que sólo quieren ser verosímiles. La imagen impone la jurisprudencia de la civilización del telediario. ¿No sería mejor dejar de imitar la rutina de la hora de la comida y volver a la experimentación que supone jugar con los elementos que la trama deposita en nuestras manos? No, según algunos. El efecto rompe el aburrimiento y aporta dinamismo generador de adrenalina en el espectador. La literatura dispara con bala porque secuestra la imaginación y le da alas para engendrar imágenes. El cine de lo evidente, sin que ello signifique desdeñar el exterior como supremo escenario, tendría que ser el documental, y tal afirmación no significa exigir una matanza en directo. No, eso lo tenemos en las noticias. Lo que me turba es la aceptación de lo violento en la ficción y la negación de la palabra pura en la realidad, sea en forma documental, periodística o en cualquier género. Se trata de ver que el estupor que causa el verbo follar es la ridiculez del dos mil porque impide, al trazar unas fronteras con muros defensivos, que el lenguaje pueda servir para una de sus principales funciones: mejorar el presente desde la expresión del pensamiento. El espectáculo made in Michael Moore es síntesis y palomitas. Las armas se cargan con pólvora. Las ráfagas me gustan en Carnaval.




http://www.panfletocalidoscopio.com/2010/02_Febrero/Cine01.html

jueves, 11 de marzo de 2010

Marzo en Barcelona, poema resumen criminal, I read the news today oh boooy


Marzo en Barcelona por Jordi Corominas i Julián


Languidece la ciudadanía
de la urbe adormecida.

El orden no importa
porque los factores
son los mismos
con guadaña.

una máquina tragaperras
abierta al lado de la obra,
bar Joan, diez de la noche
dos muertos pagando inocente
factura, silencio de ensanche
en
centros oscuros, mazmorras.
1-3-10

Asalto a chinas prostitutas,
policías, esbirros y pistolas,
años treinta en el asfalto
noctívago
de la
madrugada sin dueño.
4-3-10

El pobre bombero
sucumbió a la cloaca
un sábado para ser
secundario en las
noticias catalanas.
6-3-10

La calle Valencia regala
lujo ruso con sesos
por el suelo, era
tan elegante que
nunca pensé
que se dedicaba
a eso.
8-3-10

¿Qué me dicen
del
lunes parricida?
Idem

Hoy el patio de luces
se regó con sangre
pueril, la gravedad
sarracena No entiende
de
edades.
10-3-10

La noticia en
el Raval
es un cachete municipal
Y
amenazas mortales
en camellos devotos
de San Clemente.
Repeat with me

el frío del cielo
es estado de ánimo,
antesala sepulturera
con cuchillos
Y
conformismo.
Todo lo sólido se desvanece en el aire





Foto: JCJ

miércoles, 10 de marzo de 2010

El pasillo de pesadilla en "Irse al otro barrio", nueva sección de Bcn Week



El pasillo de pesadilla entre Tuset y Aribau by Jordi Corominas i Julián


Todo Virgilio tiene su Dante, Isabel como Fernando. El paseo de hoy, como toda historia que se precie, nace de causas y fenece en consecuencias, bonito pueblo. En enero de 2005 clausuró sus puertas la mítica Sal de Gràcia, extraña discoteca donde era posible ligar sin jugar a miraditas pierde tiempo. Hablábamos, reíamos y, en ocasiones, dormíamos acompañados. Lo confieso, tuve que buscarme la vida a partir de las tres de la madrugada. Cerraban los bares y vagaba como alma en pena. Tal era la desesperación de mi grupo que llegamos a ir durante medio año al Martins para engañar a su portero y jugar al bingo entre osos y travestis. Aquello pasó y entrar en Casa Fuster era un imposible. Ni modernos ni modernistas. Descubrimos bares clandestinos, puertas temporales que siempre cierran y evitan asomarse a la nocturnidad del martes, luna condenada por lo estricto del calendario que salvábamos en garajes herméticos, demasiado caros para nuestro precario bolsillo.
Hace poco constatamos que el frío vence a la plaza y a cualquier pakistaní que se precie. Su deserción nos obligaba a realizar un esfuerzo mental. José Luis, ese ser, encontró la solución por don de experiencia y resolución que le convierte en el mejor escritor ágrafo de España, ña ña ña. Chicos, conozco tres bares en el Ensanche, abren hasta las seis. Calles vacías con focos de observación ocultaban cámaras. Dejamos atrás el sex shop de Córcega. El obelisco del cinco de oros es un símbolo fálico monárquico. La Diagonal suele ser aburrida porque la línea recta es una imposición, por eso conviene tomarla como simple referencia orientativa y perderse en sus arterias adyacentes. La soledad con agua mojada del servicio municipal de limpieza es una burla de mal gusto. Pasas horas en un bar e ignoras si el líquido elemento es lluvia o limpieza. Da igual. Discutimos en Séneca sobre la ubicación exacta de la librería Europa, pozo de fascistas y analfabetos aficionados a la maquinilla eléctrica. Las rejas de los negocios, plagadas de graffitis que contribuían a resaltar la irrealidad del momento, instalaron la duda. José Luis insistía y esgrimía hallarse en el sitio exacto. Callamos y proseguimos. Rebajas en Balmes. Caballero, compre esa americana. 600 euros al 50%, casi como las multas municipales. Un ruido lejano advertía discotecas. El maestro nos obligó a ascender hacia Tuset, antiguo refugio de aquellos que en la actualidad dominan el panorama y proclaman que los años setenta dieron el gran empujón a la creación barcelonesa. Si me aposento en un sofá dorado también lo diré, mientras tanto me conformaré con contaros cómo fatigamos la leve cuesta y alcanzamos el objetivo con gran estupor ante lo desconocido.

Es aquí. Mi idea de Tuset Street es más bien pobre. Pensé que José Luis quería gastarnos una broma y llevarnos al bar burgués que lleva su nombre. De eso nada, monada. Una larga entrada beige y un pasillo infinito, no man’s land serpentino encasillado entre grises construcciones, rotundo contraste de oficina y vicio, movimiento matutino para el rascacielos y eternidad temporal, y ahora entenderán su intríngulis, con focos amarillentos e hilo sonoro de David Lynch. La claustrofobia de ese espacio de la nada en medio del todo se genera mediante pequeños detalles como el brillo de sus muros, limpios como los chorros del oro, de esa higiene que duele por sus destellos. Además, la forma del recinto no estable, es como si el arquitecto hubiese fumado mucho pensando en irregularidades capaces de albergar el universo en un santiamén. Sí amigos, lo que sigue es verdad y lo declaro Alice in wonderland en mano. Ausencia de cartel inicial. Vitrinas con maniquíes decapitados vestidos de novia con rojo pasión. La música inquieta. La parte central está invadida por fotos en blanco y negro de coches paleolíticos, bello preludio de un mastodóntico parking escondido en una esquina. Accedemos al depósito automovilístico y deambulamos entre marcas y el cemento numerado. Lo etílico hace retumbar nuestros pasos. Nos disparamos again hacia la travesía, intuimos su final, giramos a la izquierda, oteamos tiendas de ropa hortera y se nos aparece la virgen de la reminiscencia proustiana. Siempre me gustaron los periódicos deportivos. Cuando era pequeño los devoraba de cabo a rabo y siempre hasta llegar a los anuncios eróticos. Sauna Yuma. Veinte años nos contemplan. El papel adquirió vida en partículas de segundo. La casa de putas más famosa de mi infancia es un disparate felliniano con tonos rojos, cuadrados discordes y olor años veinte, película expresionista parapetada en un ángulo muerto del que sólo puedes escapar dando marcha atrás, coitus interruptus con destino al Mercadona que aterriza en la Oda a la Pàtria.


Ilustración: Nil Bartolozzi

martes, 9 de marzo de 2010

Roma en Standdart






Roma por Jordi Corominas i Julián


Entre el 28 de septiembre de 1999 y el 28 de abril de 2008 Roma fue lo más importante de mi vida. La consideraba una musa que deseaba convertir en mujer para alcanzar la perfección. La victoria de la derecha anuló ese entusiasmo. Comprobé que sus alegres ciudadanos eran unos cínicos. El tópico se cumplió. La herencia de la época imperial sigue vigente, el bagaje cultural que respira el paseante que camina por la Ciudad eterna es inconmensurable, no es que cada piedra evoque Historia: el aire la contiene y la transmite mediante metáforas arquitectónicas.





Mi primera residencia en la Urbe fue un no man’s land durante siglos. Viale Marconi es el todo en la nada. Pizzerías, supermercados y quioscos con novelas del Oeste. Salía de casa y esperaba al 170, maravilloso autobús que en un momento de su singladura pasaba por unos de los puentes más desconocidos de la capital italiana, el Ponte Testaccio, famoso en mi memoria sentimental por la visión del gasómetro y la escena final de Accattone, debut cinematográfico de Pier Paolo Pasolini, obra cumbre por su reinvención del séptimo arte desde los ojos de un poeta maldito que para concluir su osada aventura eligió parajes periféricos para ilustrar, mientras suena la Pasión según San Mateo de Bach, nuevas sacralidades contemporáneas alejadas del clásico tono vaticano. Parte de culpa en ese proceso la tuvo el neorrealismo con su obsesión de posguerra por retratar la cotidianidad popular. Desciendo del 170, callejeo durante pocos minutos y topo con un desvencijado arco. Es la entrada del Porta Portese, el rastro romano donde se ambientaron varias escenas fundamentales para entender la importancia del cine del siglo pasado. En Ladri di biciclette padre e hijo ven impotentes al maldito ladrón que les aboca a la miseria; en I soliti ignoti Mastroianni y sus secuaces aplican su ciencia ladrona para robar una cámara de fotos. El lugar es el preludio al centro, donde el bullicio cree desaparecer y sólo se metamorfosea en intensidad turística, flirteo crónico y ajetreo laboral. El romanticismo americano dará como referencia a esta ruta Vacanze romane, postal filmada para encumbrar a Audrey Hepburn en su pedestal de reina anoréxica. La mejor combinación es olvidar la comida impuesta y degustar una parte insólita del Tíber avanzando por el Porto di Ripa Grande y sus edificios de extraña nobleza. Veremos parejas ocultándose, borrachos durmiendo y podremos rememorar el final de Polvere di stelle, peliculita en que Totò y Anna Magnani brindan al espectador un absoluto disparate cómico que no empaña su recuerdo a lo largo y ancho de Roma. Él engañando a norteamericanos en el foro y en la Fontana di Trevi, ella erigiéndose en símbolo de la generación de la Resistencia al morir en las estribaciones de Porta Maggiore en Roma città aperta.





Cuando abandonamos esa parte medio ignorada, tenemos varias posibilidades a nuestro alcance. La más lógica seria adentrarnos en Trastevere, falso residuo de auténtica romanidad que vive una silenciosa invasión de jóvenes aspirantes a crear un Greenwich Village que siempre se queda en agua de borrajas. La iglesia de Santa Maria fue mi epicentro festivo, caudal de charlas con todo tipo de personajes sin hallar en ningún momento la magia de los hippies fellinianos de Roma o la belleza exultante de Carmen di Trastevere, mujer romana de pies a cabeza interpretada por Giovanna Ralli en 1962, año en que la antigua pureza cedió su trono al traje corbata que llevan la mayor parte de hombres presentes en L’eclisse de Michelangelo Antonioni, seres humanos que han trasladado sus reuniones de la fuente a la bolsa, de lo rústico a lo capitalista, sistema que permite la supervivencia de reductos maquillados de tradición, decorados temáticos de profundo provecho económico. Pese a ello, no quiero que el lector se deje llevar por la apariencia de una crítica salvaje. No es mi intención. Si en algún momento percibís rabia es por desazón y amor robado. No se puede liquidar un tercio de existencia con rencor y en Trastevere esa palabra es inexistente bajo el influjo de canciones populares basadas en composiciones líricas de poetas dialectales como Giuseppe Gioachino Belli o Carlo Trilussa, ambos homenajeados con sendas estatuas en puntos fronterizos del barrio. Trilussa al lado del más hermoso puente de la ciudad, el Ponte Sisto, Belli cerca de Ponte Garibaldi, preludio de la Isla Tiberina que da acceso al ghetto más antiguo de Europa con su larga historia de odio y persecución al judío. El cine y la literatura no han permanecido ajenos al fenómeno genocida en la ciudad fundada por los gemelos amamantados por la loba. En Amén Costa Gavras destroza el silencio vaticano y su tolerancia con el envío de hebreos romanos a los campos polacos, tema que enfocaron desde la novela y el relato histórico dos ilustres de las letras italianas, Elsa Morante en su sobrevalorada La storia y Giacomo Debenedetti en 16 ottobre 1943, escalofriante crónica de la deportación, acto histórico enterrado si no fuera por una placa conmemorativa, resquicio del drama que no anula la belleza que supone contemplar la naturalidad de las personas que hoy en día habitan sus angostas avenidas, personas que el 9 de mayo de 1978 debieron recibir con estremecimiento la noticia de la muerte de Aldo Moro, asesinado por las Brigadas Rojas, quienes abandonaron el cadáver en un Renault 4 en Via Caetani, a pocos metros del ghetto. Eligieron ese lugar al estar ubicado entre las dos sedes de los principales partidos políticos de la República, la Democracia Cristiana y el Partido Comunista, incapaces de evitar el sacrificio del estadista. Alberto Moravia intuyó el desastre en La vita interiore, libro entrevista a una rica romana que rompe con su familia y emprende la vía terrorista, que en relación al caso Moro ha sido ampliamente tratada por la producción fílmica italiana con películas de calidad entre las que cabe mencionar Buongiorno, notte o la más reciente Romanzo Criminale, el mejor noir europeo de la década. Siempre guardé una especial relación con Via Caetani intentando imaginar los sobresaltos de esa jornada. En mis últimos años romanos vivía a doscientos metros de la misma y repetía diariamente una especie de procesión por su pavimento para intentar comprender el hecho treinta años después. Ese paseo tenia la doble utilidad de no desviarme del pasado y permitirme la construcción de un itinerario de predilección que a veces circulaba por Campo de’Fiori, la estatua de Giordano Bruno y la librería Fahrenheit 451, templo bibliófilo donde me iniciaron, entre otros, a mi amado Elio Vittorini y al poeta Sandro Penna, amigo de Pasolini y cantor de las noches romanas del suburbio con toda su amplia nostalgia de la imposibilidad y la diametral diferencia de clases que traslucía a mediados de los años cincuenta en Piazza Navona. Por aquel entonces, como bien reflejó Dino Risi en su trilogía de Poveri ma…, la plaza de los helados y los pintores era la cuna de lo popular que se americanizaba, jóvenes con tupe y tejanos, adolescentes más desinhibidas, falsos lujos para impresionar y a las diez en casa. El paisaje ha variado, lo espontáneo es quimera y sólo queda mirar arriba, advertiros de la omnipresencia de madonnelle, imágenes de la virgen, en nuestro espectro visual y despedirnos desde las alturas. Nada de siete colinas. En el Coliseo no morían cristianos como predicaba la legendaria Quo Vadis. Vayamos a Villa Borghese, pensemos en Gli indifferenti y su burguesía del aburrimiento, la morbosidad de la clase alta en su espléndida degradación, como ocurre en Il conformista, novela trasladada al cine por un joven Bernardo Bertolucci que interpretó el texto desde su radicalismo de los setenta. Un hombre camina por un puente mientras el pueblo celebra la caída de Mussolini, es cómplice desde su servilismo al viento que más fuerte sopla. El individuo que pasea por la Roma de 2009 lo hace contento por su mentira al decir que no vota a Berlusconi, como si así se eximiera de una culpa colectiva que avergüenza. Hay que inventar para poder despertar de la pesadilla y quizá mi rincón favorito de toda la Urbe tenga la solución. El clivo di Scauro es una callecita mística por los arbotantes que iluminan sus dominios, estructuras del siglo IV que entre su vestigio de lucha entre paganismo y cristianismo merecen ser plasmadas en futuras creaciones que den a Roma la posibilidad de reinventarse desde sus cimientos.




Fotos: Jordi Corominas i Julián

lunes, 8 de marzo de 2010

Nieva, poema de lunes anómalo en Barcelona



Viendo la nieve me salió este poema escrito en diez minutos, espero que os guste.


Nieva por Jordi Corominas i Julián


Cuando era pequeño,
los copos del cielo
argüían perfectas excusas
para salir a la calle
y dar sentido
al juego del aire.


Muñecos, bolas, sonrisas
y
recuerdos paternos,
infancia como clave,
volvemos a ser niños
porque amamos
la anomalía.

Secuestrado en mi habitación,
la matemática que tengo en mente
da música al balcón,
plano picado de pasos marcados
en repetitivos asfaltos que pierden
tono para adquirir magia.


Ahora, maligno y adulto,
veo lavabos en bares,
bolsas de supermercado
reducidas al transporte
farináceo junto al facineroso
equipo merengue, pesadilla
mediática judeo masónica
que invade Barcelona
desde el trueno
antes del crepúsculo.


Mañana será otro día

domingo, 7 de marzo de 2010

Mi diálogo con Antonio Muñoz Molina en Literaturas.com




«No se me ocurre de pronto en la cabeza un argumento que dé para tanto. La novela surge de su propia escritura»




Nunca antes los días previos a una entrevista fueron tan arduos entre páginas y contrarrelojes lectoras. La noche de los tiempos tiene en su extensión algo épico que hacia presumir un diálogo insuficiente con demasiadas preguntas en el tintero, cuestiones a la espera de respuesta con exigencias horarias superiores al tiempo que solemos tener en nuestros encuentros con los escritores. La realidad verificó mis sospechas sin amargura, pues Antonio Muñoz Molina demostró ser una persona agradable, cabal y con una extraordinaria lucidez desprovista de pretensión que sigo agradeciendo desde ese viernes, cuando quedamos en un horroroso hotel posmoderno del Raval y entablamos el diálogo que pueden leer a continuación.

Jordi Corominas i Julián: ¿Cómo nace la idea de la Noche de los tiempos?

Antonio Muñoz Molina: Muy poco a poco. No se me ocurre de pronto en la cabeza un argumento que dé para tanto. La novela surge de su propia escritura. Empiezo con un núcleo vago, queriendo contar sobretodo una historia de amor y queriendo contar las sensaciones cuando las circunstancias políticas y sociales se vuelven incontrolables, como la vida personal se ve afectada por la relación amorosa y la Historia. Esa fue la idea básica, crear un personaje inspirado en parte en Pedro Salinas y su amor por Katherine Whitmore y ver qué pasaba. En principio en la novela iban a prevalecer dos personajes, los dos amantes...

P. Y luego el otro gran personaje es el trasfondo histórico...

R. Claro, y los otros personajes que rodean a los amantes, que no se encuentran en el vacío, pese a que lo quisieran. Han nacido en el momento en que se encuentran, hay un contexto, unas ramificaciones, y la pasión amorosa repercute en el contexto y viceversa. Eso hizo que la novela creciera en varias direcciones. Algo que la hizo crecer fue el descubrimiento del punto de vista del hijo; en mi proyecto inicialmente la historia estaba contada casi desde el punto de vista del arquitecto, en primera persona....su hijo, su mujer estaban vistos desde su mirada.

P. Ahora me imaginaba una construcción estructural en forma de pirámide. Arriba Ignacio Abel y Judith, después la familia...

R. Sí, como si surgieran ramificaciones, tiras del hilo y sale eso.

P. Los otros personajes complementan la visión total del arquitecto, sus dudas, sus contradicciones...

R. Si sólo lo ves desde su punto de vista tendrás una visión limitada, a veces muy halagadora, a veces muy negativa, pero probablemente ninguna de las dos son verdad. Este es un personaje que lo pierde todo, que se ha quedado solo, al faltarle las referencias de los demás siente que desaparece.

P. De hecho al final, en Estados Unidos, casi parece un hombre sin atributos, un persona que deambula.

R. Parece una figura de tantas, un punto. Una parte de inspiración de la novela está en las fotos de la estación de Pennsylvania en los años treinta, si las observas, esas imágenes clásicas de estaciones, ves las escalinatas, los trenes y el gentío...si te fijas son casi como insectos.

P. Pero cada uno tenía una vida.

R. ¡Y un nombre! Cuando era pequeño ponían esos documentales de historia en la tele donde se veían figuras moviéndose rápido, y mi padre decía: ¿Ves toda esa gente? Todos están muertos. ( risa compartida). No paro de pensar en eso...

P. Y es una verdad como un templo.

R. Una verdad que hemos de formular para pensarlo. Esas multitudes que bajan del tren. Todos muertos.

P. Al fin y al cabo quizá una de las virtudes del escritor es la capacidad de recuperarlo porque la ciudad siempre permanece...

R. La literatura lo que hace, en parte, es restituir la individualidad a las personas. Gracias a la literatura sientes que ese punto en la multitud tiene una historia.

P. Eso lo pensé el otro día con todo el asunto de las fotos de Agustí Centelles.

R. En cada una de esas fotos, que ahora valen mucho dinero, ves un prototipo que muestran el miliciano, el guardia de asalto...pero son personas que existieron y tuvieron una vida tan completa como la tuya y la mía.

P. Me llamó mucho la atención, en relación al anonimato y la ciudad, comprobar como las baldosas que salen en las fotos aun son las mismas que pisamos los barceloneses en nuestro día a día...pisamos sitios donde han sucedido cosas muy importantes y no nos damos cuenta.

R. Cosas que unas se han perdido en la noche de los tiempos y otras permanecen. Cuando escribía la novela, la parte que escribí en Madrid, era alucinante caminar por la ciudad porque, tan obsesionado como estaba, lo que veía era el Madrid de entonces. En esta esquina cayó muerto tal personaje, aquí tal cosa...era su vida, y han desaparecido. De ese estremecimiento, de saber que todas las cosas se lo va a llevar una especie de cataclismo lentísimo...al estar obsesionado ves los detalles, como bien dices. En las fotos de Centelles te fijas en la camiseta, en cómo agarra el fusil...

P. Dar movimiento a la imagen para entenderla mejor. Lo que me parece muy acertado en Ignacio Abel es su ideología y personalidad en un sentido de normalidad republicana. En la novela ves que el contexto es de un tiempo de extremos, pero él es muy cabal. Quizá si muchos hubiesen sido así las cosas hubiesen sido muy distintas.

R. Y muchos eran así. El problema no es ese, es que bastan muy pocos para arruinar a los muchos. Millones de personas razonables, que no son santos, pueden ver como muy pocos convierten España en un infierno. ¿Cuánta gente hace falta para crear un grupo terrorista? ¿Cuánta gente hizo falta para provocar el caos yugoslavo?

P. Como en la España de 1936...


R. Una vez provocado el caos cobra otra dinámica, autónoma, no es la prolongación de lo anterior, es otra cosa distinta, por eso en la novela se insiste mucho en la distancia abismal entre lo que se hace y lo que no se hace, en la palabra que se dice y no se dice. Una vez has empezado ya es otra cosa. Una vez disparas la bala no vuelve. Una vez te has sublevado, y que por culpa de eso todo se derrumba...lo que ocurre en Madrid y Barcelona el 18 y el 19 de julio no es una Revolución, es un golpe de Estado en toda regla que provoca, entre otras consecuencias, el derrumbamiento de la normalidad democrática.

P. Lo que es curioso, pese a que es algo muy evidente, es que tanto en la literatura como a nivel social, el hecho de decirlo tan claro se ha dado poco en España.


R. Se ha dicho, pero nadie le hace caso. Hay muchos libros y muchos testimonios, pero no se quiere. El archivo de Centelles lo resume todo. Es clave en la Historia de Cataluña y España, y nadie lo quiso. Lo han salvado sus hijos con una voluntad extraordinaria de amor a su padre y a la fotografía. De pronto los llaman traidores, de pronto se forma un batiburrillo y se dicen unas barbaridades. No es ningún expolio. Lo más alucinante es que la pasión por ese archivo sea retrospectiva, con menos pasión y más eficacia hace treinta años habría un buen museo con esas imágenes. Me da igual donde esté, lo importante es que se transmita porque es mi historia.

P. Sí, porque el lugar aquí no importa, es patrimonio común y no importan Madrid y Barcelona.

R. El colapso del Estado. Es una Guerra muy descontrolada, poco convencional, con una palabrería y una retórica muy fuerte, que contrasta mucho con la realidad.

P. No sé si lo dice Van Doren o Ignacio Abel, que España es un país donde se habla mucho...


R. Creo que lo dice Van Doren porque al ser norteamericano le sorprende más, es mas chocante. Tal borrachera de palabras. Me divirtió mucho sacar titulares de periódico sobre la toma inminente del Alcázar y el movimiento de las milicias catalanas hacia Zaragoza. El Alcázar a punto de ser tomado. Las milicias catalanas avanzan sobre Zaragoza. Las milicias nunca llegan a Zaragoza. Los rebeldes en situación desesperada ante el asedio de las milicias. Sería muy desesperada la situación, pero no todo era sobre Zaragoza.

P. La desinformación...

R. Esa palabrería creaba una falsa sensación de euforia y seguridad. Lo dice un personaje. ¿Cómo es que estamos derrotando al enemigo si cada vez está más cerca de Madrid?

P. Y luego hay un momento en que Ignacio Abel va con soldados a Illescas para preservar una obra de la destrucción y se encuentra con los falangistas...

R. Era así, pero todo es leer los periódicos y comprobar la cantidad, las toneladas de retórica mentirosa. Córdoba sitiada, Granada a punto de caer...¿Qué obstáculo había entre Barcelona y Zaragoza?



P. Ninguno

R. ¡Claro! Y las milicias no paraban de avanzar victoriosamente, desbaratando la resistencia...

P. Un desierto de los tártaros español...

R. Así es, y más con los Monegros y todo eso es como el desierto, un ejército fantasma que no para de avanzar pero nunca llega.

P. Un ejército que por otra parte era un caos.


R. Con mucho esfuerzo y lentamente se crea un ejército republicano funcional que intenta arreglar el desbarajuste del principio de la Guerra. No tiene ningún sentido ese romanticismo del gorrito y el fusil en las fotos en blanco y negro.

P. Las fotos contribuyen a transmitir una nostalgia que no se ajusta a la realidad de los hechos y que quizá se debe a la desinformación de lo que hablábamos. En Abril lo hablaba con Jordi Gràcia, que quizá ahora se da un impulso a recuperar la justa memoria, pero hasta el Doctorado nadie me habló de la Guerra Civil, tuve que conocerla por mi cuenta y riesgo.


R. Porque no estaba de moda. No había interés. Había otras preocupaciones. Mira por ejemplo como en 1995 no hubo representación española en el cincuentenario de la liberación de Mathausen, cuando hubo treinta mil republicanos españoles en ese campo, muchos de ellos catalanes. Nadie asistió del Gobierno ni de la Generalitat.

P. Esto es un poco como lo que sale en el libro cuando Ignacio Abel habla con Juan Negrín y el futuro primer ministro le dice “fíjate, soy yo quien tiene que traducir las cartas”. Ese aislamiento e ignorancia ante determinados eventos internacionales que nos implican de un modo u otro.

R. Eso lo pago la República muy caro, su indiferencia ante la política internacional. Fíjate si era así que en el primer gobierno de la República nombraron ministro de Estado a Alejandro Lerroux, un viejecillo que no hablaba ninguna lengua extranjera. Como no sabían que hacer con él lo colocaron en Exteriores. Luego en 1936 buscan aliados internacionales y no los encuentra, por diversas razones, pero una de ellas es su profundo descuido en las relaciones internacionales.

P. Si cuando además los meses previos y el inicio de la Guerra encajan mucho con su tiempo histórico a nivel internacional, y no sólo por ser preludio de la Segunda Guerra Mundial, se enmarca en las coordenadas de su tiempo.

R. Sí, porque es un episodio histórico que de específicamente español tiene muy poco. Lo que pasa es que si sólo lo interpretamos en términos ibéricos nos ponemos antropológicos entre cainismos y otros tópicos. Había mucha injusticia, una situación muy difícil pero España estaba sacudida por las mismas convulsiones que el resto de Europa, y por el colapso de los mercados internacionales y las democracias liberales.

P. Sí, pero en el libro los personajes lo viven muy a la española.

R. Naturalmente las circunstancias son específicas.

P. Me refiero, por ejemplo, a la diferencia entre Ignacio Abel y su familia política, tan conservadores, tan rancios, con ese gran personaje, Víctor, el cuñado, típico tarambana español que acaba integrándose en la Falange, como si sólo pudiese acabar de esa manera.


R. Acaba de esa manera, pero no era su única opción. Piensa que hubo muchos ex comunistas que se hicieron falangistas, falangistas que se hicieron libertarios, era un mundo muy complicado y muy intoxicado.

P. ¿Intoxicado en que sentido?


R. En sentido ideológico, entendiendo ideología como interpretación total y excluyente del mundo.

P. Quizá eso es lo que Abel no tiene.

R. Tiene sus principios, su ideario, pero no una ideología como interpretación orgánica, pues ese tipo de creencia es muy fuerte y excluyente. Una interpretación ideológica por definición excluye el pluralismo, porque el mundo es como es, un marxista no tiene una opinión de cómo se ha de mejorar el mundo, tiene la opinión que significa la marcha de la Historia, y un fascista lo mismo. Uno de los que estuvieron con Companys en la sublevación de octubre de 1934, el Coronel España de Estat Català, pobre hombre el nombre que le cayó, tuvo que exiliarse en Italia porque había una conexión muy curiosa del catalanismo de extrema derecha que estaba muy influenciado con Action Française de Maurras.

P. Y existió un partido político catalán que se llamaba Nosaltres Sols, que es la traducción literal de Sinn Fein.

R. Y luego había un personaje que me hubiese gustado investigar un poco más, un diputado catalanista que se llamaba Joan Ventosa. Si lees las actas de las últimas sesiones de las Cortes republicanas, justo después del asesinato de Calvo Sotelo, ves que él en medio del griterío es sensato. Decía cosas templadas cuando en ese momento la gente soltaba cosas tremendas, amenazas de muerte, exabruptos demenciales. No nos parecemos a ellos, claro que no.

P. Pero precisamente en ese tiempo ERC, que no se parecía en nada a la de hoy en día, tenía en sus filas a varios hombres muy sensatos.


R. El mismo Josep Tarradellas, joven pero muy sensato.

P. Y otros, que llegaron a ser consellers, huyeron.

R. Como Juan Ramón Jiménez. Lo cuento en la novela, que salvó la vida por su dentadura.

P. Ahora que hablas de los intelectuales es interesante ver la parte de la novela donde aparecen Alberti, Bergamín y otros como algo más que poetas.

R. Exactamente, que parecen sacerdotes, apóstoles de la bondad.

P. Y Federico García Lorca aparece como una presencia que flota, se contrapone a los demás.

R. Estaba politizado, era un hombre progresista pero en los últimos tiempos estaba muy irritado contra aquella parte de sus amigos que lo querían forzar demasiado a un compromiso partidista que él no quería. Lorca siente terror. Le dice a su amigo Martínez Nadal en el merendero del Manzanares que eso se llenará de muertos. Su mirada no es ideológica. No está contaminado de la interpretación total.

P. Se enmarca más en el discurso del verdadero progreso que mencionan Negrín y Abel: dentaduras sanas, comer bien, tener teléfono, coche y ascensor. Los símbolos del progreso son los cotidianos.

R. Y construir escuelas como en el primer bienio. Se hace el esfuerzo y al mismo tiempo se torpedea innecesariamente la enseñanza religiosa en un momento en que el Estado no tenía fuerzas para llenar ese vacío.

P. Cambiar las cosas demasiado deprisa casi por resentimiento.

R. Sí que hay una parte de resentimiento. También era necesaria una reforma militar. En Azaña había una parte de arrogancia muy grande que puedes leer en los debates de Las Cortes, la arrogancia del intelectual que encuentras también en Radovan Karadzic.

P. O el caso de Nani Moretti en Italia. Manuel Azaña tiene el espíritu del 98, pero el intelectual en política sólo mete más ideología desde su egocentrismo.


R. El intelectual es muy soberbio. A un crítico le molestó que yo hiciera decir a Negrín que Ortega y Gasset en Las Cortes sólo se escuchaba a sí mismo, pero parece ser que era así y así lo atestiguan los periódicos o las actas parlamentarias.

P. Además, pensando en el contraste entre el intelectual y lo cotidiano hay una parte del libro, quizá la que más me gustó, que es cuando está para empezar la Guerra y alternas titulares de periódico del día a día con los acontecimientos históricos, y la idea que me sacudió en este sentido es que la tensión flota todo el rato pero en realidad era una tensión 100% evitable.


R. Todos los actos humanos son evitables, pese a los asesinatos y lo que quieras. Matan al Teniente Castillo. Lo que había que hacer era detener a los culpables y juzgarlos. El relato de esa semana previa a la Guerra parece como un despropósito hacia la destrucción, y todo eso ocurre en medio de una cotidianidad en que la gente va al cine, se va de veraneo...a Gil Robles no lo encontraron porque estaba de veraneo.

P. Es como en El Mundo de ayer de Stefan Zweig, quien recibe la noticia del estallido de la Primera Guerra Mundial porque la banda deja de tocar.

R. Igual que esa noche del 12 de julio Calvo Sotelo estaba escuchando en la radio la banda sinfónica de Madrid.

P. Y son personajes que producían o mucha admiración o mucho rechazo.

R. No reivindico a Calvo Sotelo porque era un extremista. Fue un señor que conscientemente se empleó en defender la escalada de la tensión y defendía abiertamente el golpe de Estado, era un agitador.

P. Mi abuela, que era del PSOE de Zaragoza, echaba pestes de Calvo Sotelo, pero era admiradora de Largo Caballero, que en el fondo era la otra cara de la misma moneda.


R. Claro, imagínate. Viene a entrevistarte un periodista extranjero, eres candidato y le dices que en caso de perder las elecciones habrá Guerra Civil...investigando para el libro descubrí un dato muy importante. En las elecciones republicanas las listas eran abiertas. En el PSOE dentro de los militantes madrileños Largo Caballero era el más popular seguido de Indalecio Prieto y Julián Besteiro. En cambio en las elecciones de febrero Julián Besteiro arrasó entre el pueblo, es la diferencia entre la opinión del militante muy concienciado y la opinión del ciudadano normal

P. Es un poco la diferencia que existe en Barcelona entre BCN y Barcelona, lo la esfera política aislada totalmente del sentir de la calle.


R. Sí, y eso significa que BCN, sin afirmarlo como axioma, puede llegar a destruir Barcelona. La gente normal es más sensata. Esa es la profunda cuestión, no que BCN, usando tus términos, sea una traducción de las tensiones de Barcelona, son sus tensiones pero inciden en Barcelona y pueden dañarla. Como Milosevic no era Yugoslavia.

P. Yo veo a Ignacio Abel como el ciudadano que respeta la democracia tal como es y que es consciente del mal que implica la ideología y quiere progreso.

R. Y es muy consciente de la injusticia social, por su propio origen, a pesar de que, como dice el capataz, lleve zapatos. Es una época donde las diferencias sociales son abismales.

P. Eso lo decía el profesor Fontana, siempre decía que no existía la clase media y lo popular era muy importante.


R. Eso sale en la novela, la industria de lo popular era muy poderosa. Cuando era pequeño las canciones de la radio contaban la vida de las personas, cuando surge otro pop, el anglosajón, eso desaparece. Y ese, como acaece en el cine italiano de los cincuenta, era un arte sumamente riguroso.

P. Es un arte que desapareció en 1962 cuando la sociedad se aburguesa, pero antes, en el fascismo italiano se llegó a crear un MinCulPop, ministerio de Cultura Popular. Cambiando de tema, una de las cosas que más me atrajo de Abel es que es arquitecto, lo asocié directamente con el derrumbe del edificio.

R. Eso fue porque estoy muy cansado de la literatura de personajes escritores, es ombliguista. Me gusta mucho ver la gente haciendo su oficio. Tenía el modelo de Salinas y parece que lo propio del contexto de la novela fuera la figura del escritor, pero pensando en otras profesiones llegué al arquitecto, a la construcción de escuelas y en este caso concreto a la Ciudad Universitaria.
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P. Que además enlaza cronológicamente con la novela, pues cuando Abel llega a los Estados Unidos su gran obra es el verdadero campo de la batalla de Madrid.

R. Eso es, pero dejando de lado esa casualidad fíjate que hace años conocí a Josep Maria Sert en Harvard, su proyecto reivindicaba, como Lorca o Falla con la recuperación del Flamenco.

P. Y Macià y Companys en Cataluña con su proyecto de la casita y el huerto.

R. Sí, también es popular. De todos modos lo de Ignacio Abel arquitecto te das cuenta que encaja una vez lees toda la novela, al principio no tenía ningún gran motivo de peso.

P. También identifiqué a Ignacio Abel con Aschenbach de La muerte en Venecia.

R. Aschenbach es más neurótico, aunque en su maleta, como Abel, también lleva ideas y un sentimiento.

Cuarenta y siete minutos después de haber pulsado el REC viene la jefa de prensa de Seix Barral y nos pide, por lógica temporal, dejar de hablar, cosa que en realidad seguimos haciendo durante unos minutos más antes de despedirnos. La calle me brinda el encuentro visual con un escritor muy diferente que está tirando la basura. Camino, cojo el metro y me reafirmo en la idea que pese a los buenos momentos vividos en su compañía, el diálogo con el ubetense tendrá que ampliarse en otro momento porque mi lengua sigue ansiosa de preguntar y a esas urgencias conviene ponerles remedio aunque tarde un poco, hasta el próximo libro, en llegar.