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viernes, 1 de febrero de 2013
Entrevista en la Revista Excodra
Entrevista con Jordi Corominas i Julián, por Rubén D.
Hola Jordi, gracias miles por aceptar esta entrevista que se enmarca dentro de la temática La literatura. Estarás como pez en el agua. Es un placer hacerte la entrevista para este número por muchos motivos porque vives la literatura como pocos, y desde varias ópticas, abarcas muchísimo: Poesía, narrativa breve, textos ensayísticos, novela, tu espectáculo loopoético, la difundes desde la radio, reseñas, en fin, que no sé qué vertiente de la literatura no tocas. Además siento que estás ahora mismo en una época de ascenso creativo importante y nos vas dejando cantidad de muestras de tus diferentes facetas por el camino. Hablemos sobre la literatura y sobre tu literatura, que da un toque diferente a lo que habitualmente estamos acostumbrados. Vamos a ello.
1- Para empezar: ¿Qué es para ti la literatura?
La literatura es una asquerosa casa de putas que se pavonean y buscan que sus egos reluzcan. No, eso es una broma que quizá encierre parte de verdad, una verdad nauseabunda que demuestra como en un mundo de egos es muy fácil sacar de las entrañas lo peor de la condición humana y mostrar las querencias que todos tenemos, sobre todo en un mundo donde los egos creen que su labor es súper importante, algo absurdo, porque nadie conoce ya a los escritores, son insignificantes, y por desgracia no influyen casi en la sociedad, lo que sin duda debería exigir una profunda reflexión de todo el colectivo. Vale, el mundo ha sufrido un giro de ciento ochenta grados, pero de nada vale lamentarse, alguna culpa tendrá el gremio, estoy más que convencido, por eso en ocasiones me parece todo el tinglado más bien ridículo, especialmente en las redes sociales, en las que también aporto mi granito de arena, así que mira, me incluyo en el pack, aunque no desde esa dinámica o ultrasensible o de criticar por frustración, que a veces los blogs parecen el Sálvame de la cultura, lamentable, y es una lástima, porque desde la red se puede contribuir a una nueva crítica literaria y a intentar ampliar miras. Se puede y doy fe que hay personas y revistas que lo consiguen.
Pero no, eso ha sido un impulso porque acabo de ver una peli sobre Freud y Jung y me ha salido eso, también porque no me gusta lo que rodea a la literatura. En cambio, sí me gustan muchas de sus partículas o habitantes, otras no tanto.
En fin, vayamos al grano. La literatura es una droga que se mete en el cuerpo y el porqué de ello no tiene mucha explicación racional, la verdad. Literatura puede ser cualquier cosa, otra cuestión es cómo se plantea o presenta. Volviendo a lo de antes, no a Freud y Jung, hace poco escribí un artículo que entrelíneas hablaba de la banalización en el mundo contemporáneo. Desde luego la literatura no es fachada: debería ser creación, ideas, conceptos, entusiasmo, pasión y un intento heroico de intentar entender lo que nos circunda. ¿Lo es? La gran literatura sí, también la pequeña desde una óptica personal porque hace que las personas luchen por comprenderse. El debate es eterno y nunca podrá dilucidarse con una ecuación precisa.
Literatura es vida en un sentido de ir más allá. Llegas a un límite, lo asumes y puedes optar, porque estás en una encrucijada, por quedarte parado y conformarte, aunque prefiero la opción de rebasar lo manido e instalarme en una superficie inédita. ¿Lo consigo? No lo sé, y eso me impulsa a continuar las pesquisas. Aquí ya entraríamos en qué es un literato, y prefiero no entrar en el tema porque sería bastante ácido. Lo que sí puedo decir es que la literatura tiene, como cualquier construcción, una base que es la tradición, útil y necesaria, magma heterogéneo que posibilita una pluralidad en ocasiones escasa porque corremos el riesgo de ser prisioneros de tópicos que suelen abordarse o con demasiada cautela o mediante su aligeramiento, error fatal que conduce al desconocimiento.
2- ¿Por qué escribimos?
Yo escribo por necesidad, no sé qué diría otro, en mi caso concreto existe una energía que canalizo a través de las palabras. Los vocablos logran excitarme y relajarme al mismo tiempo. No suelo pensar mucho el motivo de mi dedicación, es como si la llevara incorporada en mi ADN.
3- ¿Cuándo empezaste a escribir? Y, ¿por qué empezaste a escribir?
Sería muy bonito decir que escribo desde que tengo uso de razón. Desde siempre he tenido una gran memoria, lo que seguramente ha propiciado la necesidad de exprimir conceptos y relacionarlos para liberar mi cerebro. Que quede claro que estoy respondiendo así sin determinar nada que sea cierto al cien por cien, una entrevista puede ser diferente en función del día que me preguntes. No creo que mañana respondiera lo mismo.
Mi primer gran recuerdo de la escritura es una redacción de la escuela. Leíamos los textos en clase e inventé un personaje que se llamaba la marmota martell, una especie de superhéroe infantil. Llevaba un jersey rojo y guardaba cierto parecido con el perro risitas, que era mi dibujo animado favorito.
Más tarde recuerdo que gané un premio de narrativa en el instituto, pero por aquel entonces mi pasión era la Historia, quería ser historiador. A los diecinueve años escribí un poemario que aún corre por casa, una obrita que hasta presenté, la ignorancia es muy atrevida, a Edicions 62, quienes de todos modos tuvieron buenas palabras para mis versos. Luego me fui dos años a Roma y escribí un dietario de viaje que sí espero publicar algún día y empecé dos obras de teatro que tenían algo de absurdo aunque sus temas eran muy pretenciosos, algo, creo, propio de una edad donde trabajaba en el Instituto español de Arqueología e Historia de la Ciudad Eterna, lo que conllevaba estar todo el santo día entre mitos y grandes personajes de la Antigüedad. Me enseñaron mucho, quería dedicarme a ellos porque ayudan a comprender la esencia.
En fin, terminé la carrera en marzo de 2002 y me tomé medio año de pausa. Seguí leyendo mucha Historia Antigua y, de repente, me puse a escribir relatos como un poseso. Quizá ese fue el verdadero inicio. ¿Existe eso?
4- Tengo una curiosidad de siempre y sabiendo que tú de Historia sabes un mundo, te quiero preguntar sobre esto. La cuestión es que siento que no es lo mismo escribir desde Barcelona que desde Madrid o desde Berlín o desde un pueblo costero, etc. Siento que la geografía desde donde se escribe, por el clima y todo el entorno, no sé, dan literaturas diferentes, bueno, aquí todo se enlaza porque las personas somos algo diferentes dependiendo dónde estemos, claro, por todo lo cultural porque el entorno nos crea, pero al caso de la literatura, es curioso cómo varía leer un libro del norte de Europa o uno del sur, por ejemplo, y ya no hablemos de sitios bien distantes como de un libro de un escritor de Europa Occidental a uno de un escritor japonés, por decir algo. ¿Por qué varía tanto el pensamiento de una zona a otra y cómo se refleja y cómo influye la literatura en la formación de las sociedades?
Creo que el espacio determina nuestra forma de actuar y configura la mentalidad. Me pillas en una etapa muy benjaminiana, algo que seguramente es natural porque la genialidad del filósofo alemán es un manantial de lucidez que puede ayudar a cualquiera, pero vaya, siempre he pensado que no piensa igual un habitante de Barcelona que uno de París o de Roma. Es curioso meditar sobre el tema. París sufrió su reforma urbanística a partir de 1850 y Barcelona derribó sus murallas cinco años más tarde para crear el ensanche, lo que convirtió a la ciudad que nos acoge en un lugar esquizofrénico con una identidad ordenada, suiza, y otra caótica que aún hoy en día respira, aunque con pulso relativamente leve. Por ejemplo, ahora Barcelona está en un proceso de transformación maravilloso que se ve más en su facción subterránea. Esa transformación parte de un cambio demográfico que ha traído a nuestras tierras una variedad de nacionalidades que propicia la riqueza de la diversidad, y no, no soy el alcalde de la ciudad. Hablo en serio. Un fenómeno así permite que tengamos más brújulas, quizá por eso, también por la crisis, los nacionalismos ahora son así de tozudos, porque no asumen la realidad de un mundo cambiante que debería ir a la integración total, una palabra de todos modos muy peligrosa.
Pero volviendo, aunque nunca nos hemos ido del tema, la Historia demuestra que no puedes entender un autor o una obra sin el contexto, multiplicidad de aspectos que abarcan religión, cultura, urbanismo, arte, costumbres, política... Estas facetas terminan por conformar una argamasa sólida y voluble al mismo tiempo. ¿Por qué en el Paris de 1848 surgió un Baudelaire que no encontramos en la Barcelona de 1855? Posiblemente porque ellos ya habían superado una fase histórica, tenían más clase media e iban en un tren con vagones repletos de excepcionalidad. Lo diferente en Barcelona, al menos hasta que surgió la figura de J.S. Papasseit, se expresaba con coordenadas demasiado románticas que adoptaron ropajes tendientes a perseguir retos de identidad, fuera ésta rural o urbana. Aquí he pensado en Víctor Català y Narcís Oller. Lo que hacían era lícito porque era un fiel reflejo de su sociedad, si bien su paso iba más lento que el francés o el londinense. ¿Por qué escribe Dickens sobre lo que escribe? Piensa en el Londres del Ochocientos. Luego hay mentes que vuelan más allá. Las que residían en Barcelona, por una lógica burguesa de formación y voluntad de europeizarse, agradecían la educación y luego emigraban. El paradigma es Picasso, que de todos modos no deja de ser, y perdóname si divago así, un caso concreto porque otros como Casas o Miró si volvieron al nido.
Otro dueto interesante en esta cuestión es el de Wagner y Verdi. Nada más alemán, nada más mediterráneo. Darían para ocho ensayos, pero esto es una entrevista, no una lección de Historia de la cultura europea, que siempre me fascina más y más, sobre todo el tramo que media del último Setecientos hasta la Primera Guerra Mundial.
5- Lo mismo pero en el tiempo, no es lo mismo escribir desde este año en que estamos que hace mil años, evidentemente. Lo curioso es que la literatura deja ver el tiempo del escritor pero a su vez la literatura crea el entorno en el que el propio escritor escribe, se mete en nuestro imaginario y nos hace ser o no ser de tal cual manera. Literatura y pensamiento. Cuéntanos un poco más sobre ello pero desde la óptica del tiempo...
Seré tramposo con esta pregunta y la enlazaré con la anterior. ¿Qué pasó en Europa Central para que se perdiera la excelencia cultural que suponía el Imperio Austrohúngaro? Lo mediático privilegia París, pero debería prestarse más atención a la Viena del siglo XIX y principios del XX. ¿Por qué? ¡Acogía a un crisol de nacionalidades excepcional en muchos campos de la creación! La suma de las partes genera la totalidad y el espíritu de su tiempo. Citemos algunos nombres para demostrarlo: Freud, Mahler, Klimt, Loos, Strauss, Wittgenstein, Schnitzler, Zweig, Roth y un largo etcétera al que podríamos añadir, entre otros, a Kafka e Italo Svevo, que desde Praga y Trieste participaban de esta cultura en alemán. El imperio propicio un gran alud creativo desde la maldita neurosis de una sociedad marcada por el padre, simbolizado en el eterno Francisco José II y su reinado de 68 años de duración, que, sin embargo, tenía una libertad total.
Stefan Zweig en El mundo de ayer habla de que en esa época viajaba por Europa sin pasaporte. Al terminar la Primera Guerra Mundial el crisol se dividió en muchos países que adoptaron medidas económicas proteccionistas, limitando los intercambios culturales, fragmentando la diversidad al encerrarla en limes concretos. Más tarde, con el Holocausto y los desplazamientos posteriores a la Segunda Guerra Mundial ese universo se hizo añicos. Erosión del tiempo y la acción de los hombres.
La pregunta asimismo me sirve para entender mejor que parte de mi proceso no puede entenderse sin esta mezcla. La literatura no debe ser sólo literatura, un creador debe tener referencias que traspasen su ámbito y dejarse empapar por otras disciplinas, de otro modo puede que su camino sea monótono, lineal y demasiado determinado por cuatro puntos cardinales. Las brújulas, volvamos a ellas, deben tener más direcciones, los ángulos y el tiempo son nuestras invenciones, así que podemos ampliarlas si así nos conviene.
6- Por tocar los huevos un rato, ¿qué es la poesía?
No lo sé, poesía también es todo. Volvemos otra vez al principio de la charla. En mi opinión la poesía es un arte que envejece muy mal porque la mayoría de los que lo practican se empecinan en repetir fórmulas, y con ello no digo que tengamos que pixelar versos o sacarnos de la manga cuatro chorradas. Me refiero a que sus coordenadas de solemnidad siguen alejándola del público, lo que produce que un mundo minoritario siga siéndolo por los siglos de los siglos amén. Si todo es poesía debería ser posible darlo a entender a un colectivo más amplio. Me cansan los temas de siempre, me aburren soberanamente, y me desespera ver que se perpetúan. Después de dos mil años de poemas de amor, por poner un ejemplo claro y meridiano, ya no me emociona ninguna composición que hable de ello en la actualidad. En ocasiones la gente dice que mi poesía es rompedora. No lo creo, pues al fin y al cabo cojo elementos que están ahí y los uso en función de lo que mi mente genera desde una estructura y una serie de ideas.
La poesía es un maná inagotable que no se exprime como deberíamos. Esa sería una posible definición, e insisto en lo de una. ¿Conocemos todos los lugares del mundo aptos para perforar petróleo?
7- Estás escribiendo muchísimo y consigues registros variadísimos, no es lo mismo leerte un artículo que una novela que un poemario. Casi parecieran autores diferentes. Por ejemplo el tono de tu novela José García es increíble, casi no tiene que ver con tus poesías o tus disertaciones, hay un salto ahí que quien te lea con frecuencia notará, ¿es algo consciente? Es decir, como si te dijeras: “Estoy escribiendo una novela y voy por otro lado, y ahora una poesía y cambio el chip” No sé, coméntanos sobre tu proceso de escritura.
No es consciente porque no pienso en ello. Sí es cierto que no me gusta repetirme, y te puedo asegurar que lo hago, algo bien normal porque cualquier creador tiene intereses concretos, tanto temáticos como formales. Sin embargo no percibo que exista una voluntad de cambiar registro. Si algún animal leyera todo lo que he escrito detectaría muchas coincidencias repartidas en prosa, poesía y ensayo, seguro. Existe una determinación de aceptar que cuando alcanzo un límite no puedo seguir con él, debo ir más allá, de otro modo me aburro como una ostra, no soy una máquina taylorista.
8- Loopoesía... es un espectáculo totalmente diferente. Casi underground por colgarlo de una etiqueta. Sé que no sientes que sea caótico porque tú lo planificas y todo está encajado, pero la recepción es como si a uno le dispararan mil veces y no supiera por dónde. Hay de todo, poesía, música, arte escénica, carisma a más no poder, historias, anécdotas, no sé, ¿cómo demonios se te ocurrió esto?
Loopoesía nació porque escribí una suite poética que se titulé Las nocheviejas del patriarca. Me interesó musicalizarla y hablé con Neill Higgins para que lo hiciera. Me pareció un coñazo integral presentar el proyecto así a pelo, música y versos, por lo que opté por doblar la apuesta y añadir audiovisuales, escenografía e interpretación en el escenario, algo fantástico, porque descubrí que soy adicto a las tablas y al micro, algo que me pone a mil, me transforma y quizá exprese como nada el verdadero Jordi. Luego, ya son cuatro años y muchos experimentos, el proyecto creció solo, pasó del delirio de 2009 y 2010 a un punto de inflexión en la época de la bailarina Laura Fillola, cuando me di cuenta, y es justo mencionar que ella fue parte importante del proceso, que debía tomar las riendas, estructurar mejor las partes para transmitir lo que quería al público y así poder soltarme más, porque si algo está bien montado, con pautas milimétricas, confiere una libertad letal en sentido positivo. Ahora mismo estoy montando el show de 2013 y creo que estoy culminando otra fase del proyecto. Si el futuro me sonríe me gustaría que un día Loopoesía se desarrollara sin mi persona en el escenario.
9- Cuando entrevisto a gente que se desenvuelve en varios campos siempre le pregunto lo mismo, creo que es una manera de definirse y de pensarse a uno mismo, ¿dónde te sientes más cómodo de todo lo que haces?
Siempre digo que me resulta más fácil escribir poesía que narrativa, aunque eso es falso, porque también me encanta la prosa. Me parece, aunque parezca increíble, más exigente y es un campo en el que me gustaría profundizar más, sobre todo en intentar dar a la novela otro aire que quizá beba del ensayo. Tengo en mi cabeza la idea de una obra teórica que seguramente termine fundiéndose con un texto de ficción.
Respondiendo, ahora sí, a la pregunta, creo que donde me siento más cómodo es con los versos y Loopoesía, porque son muchos hijos en uno y los expongo con energía y con el objetivo de acercar lo poético a un público más amplio.
10- La radio... ¿cómo la vives? Es otro registro tuyo y claro, también diferente. ¿Cómo surgió y qué quieres o puedes ofrecer desde este ámbito? Y anécdotas, por favor, de tus mejores momentos o de lo que quieras.
La radio es un bien casi divino. Llegué a ella después de idear Matar en Barcelona. La Antología la coordiné con Ana S. Pareja, editora de Alpha Decay, pero la idea era mía, salió de una columna de Bcn Week donde quise dar un enfoque diferente a la crónica negra. La idea interesó a Toni Martínez, antiguo director de las noticias del Guiñol, y un buen día me contactó la cadena SER para que llevara una sección semanal de crímenes barceloneses. Duró un año y no se alargó porque en septiembre de 2010 la crisis ya les afectaba y largaron a los colaboradores. Al cabo de un día, desesperado, me volvió a sonreír la fortuna y Radio Nacional, concretamente Radio 4, me contrató para llevar una sección cultural en el Laberint de Rosa Gil, con la que colaboro desde entonces y espero que siga siendo así durante muchos años.
Obviamente me gustaría crecer y tener mi programa, no sé si de entrevistas o de cultura desde una vertiente pedagógica, aunque también creo que me encantaría llevar un programa surrealista, lo pensé para Loopoesía, una emisión radiofónica que fuera una locura pura y dura que ahora puede verse sólo en parte en mis colaboraciones de Todos somos sospechosos de Radio 3 junto a Laura González.
11- ¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de las letras? No tanto cómo empezaste a escribir que ya está dicho, sino cómo te metes de lleno en las publicaciones, la radio, los espectáculos, los eventos. Cuenta.
Me meto de lleno porque no sé estar quieto y me gusta probar todo lo que me ofrece mi campo profesional, y ya lo hemos comentado, el límite lo pone cada uno. Me metí de lleno de una manera muy progresiva que ahora puede sorprender. Cuando tenía veintipocos no existían redes sociales ni los mecanismos actuales, no podía sacarme fotos, aunque eso tampoco hubiese dado resultado. Escribí dos novelas en catalán, las publicó una modesta editorial de Girona y así empecé. Luego, por eso siempre digo que la paciencia es una virtud que todo el mundo debería privilegiar mucho más, llegó un estallido con Matar en Barcelona y Paseos Simultáneos, un poemario que para mi supuso un antes y un después porque desterré una forma de entender la totalidad y me adentré en otra senda. Quiso el destino, que al fin y al cabo suele ser fruto del trabajo, que esas dos publicaciones se juntaran con el inicio más serio de una labor crítica y un afán fuerte de volcarme en la literatura, pero oye, yo hago mil cosas sí, lo que no significa que viva de ello, pues lo que me da mi mayor estipendio son clases en centros culturales. Piano piano si va lontano.
12- Y por supuesto y creo que ya será la última vez que lo pregunto: ¿Qué es para ti lo maldito?
Ahora lo maldito es una pose, antes era un desafío, sigue siéndolo, sólo que la masificación impide detectarlo. Digo tonterías. Piensa en Rimbaud. Lo descubrieron mientras estaba en África y había dejado de escribir desde hacía más de un decenio. Ahora el malditismo es un producto de marketing que no me creo. Para valorar la obra de un creador, para descubrirla en su esencia debe pasar tiempo. De aquí diez años si quieres volvemos a montar una entrevista y verás como de la pléyade de nombres actuales queda menos que nada. Se piensa demasiado en modo McDonald’s y muy poco desde la voluntad de edificar con conciencia. Es bestia decirlo, pero al estar en una época de cambio, que me recuerda a lo que ocurrió en Europa a principios del siglo XX, puede que en un lapso muy breve de tiempo el terremoto sea tan grande que debamos replantearnos nuestra escala de valores de pe a pa. Entonces será el momento de responder bien a esta última pregunta, no antes.
lunes, 21 de enero de 2013
Paseos Simultáneos en Poemofilia
Jordi Corominas
Paseos simultáneos
Editorial Vitruvio, Madrid, 2010
Por Alex Chico
Paseos simultáneo es la primera incursión poética de Jordi Corominas i Julián (Barcelona, 1979). La primera incursión, maticemos, en forma de libro, porque la vida de este joven autor siempre se ha movido en parámetros literarios. Viene siendo lo que algunos llaman, con o sin acierto, un agitador cultural. Alguien, en definitiva, que desfila por muchos espacios urbanos encontrándose con el público, a través principalmente de una propuesta genuina a la que llama loopoesía, un espectáculo músico-poético, si es que podemos resumirlo con un simple compuesto. Como autor, no obstante, ha publicado las novelas en catalán Una dona que sap jugar amb els peus y Colors, ambas editadas por Abadía, además de la biografía Macrina la madre, publicada por la editorial milanesa Jaca Books. A esto hay que añadir su labor como antólogo en el libro Matar en Barcelona (Alfa Decay, 2009). Todas esas publicaciones son, antes que nada, un preludio, un ejercicio que anticipa estos paseos simultáneos,editados ahora por la madrileña Vitruvio.
Fijémonos cómo comienza el libro: con un poema titulado “Balcones” y con un primer verso que dice: “Buenos días”. Es una prematura declaración de intenciones: Paseos simultáneos es un libro que se abre al aire, que hablará del exterior (la calle) desde el interior (un balcón, es decir, su propia mirada). A partir de ahí, esa apertura le lleva a enumerar todo lo que ve. Y subrayo “todo”: sólo así se entiende que en apenas seis versos de un mismo poema, un personaje llamado Mari, conviva con Dustin Hoffman, Anthony Hopkins, José María Aznar, Cicciolina y el Papa Ratzinger. Sin embargo, no se trata de eso, o no sólo, al menos. No es cuestión de enumerar por enumerar, ni siquiera es una descripción de ambientes. Se trata de que detrás de cada personaje, cada objeto poetizado, detrás de cada paisaje, Jordi está creando un universo: el suyo propio. Creo, con toda sinceridad, que eso mismo es a lo que debe aspirar un poeta: a levantar su propio mundo, a ser capaz de crear un universo. A eso se refería el poeta romántico Novalis, cuando escribía que el poeta debía ser un pequeño dios todopoderoso. No se pretende encontrar una forzada empatía con el lector. Sería erróneo reducir el poemario a estos parámetros tan simples. La poesía es, al menos así la concibo, un lugar de encuentro. Pero no un lugar de encuentro a cualquier precio. Por eso, podemos afirmar que ese “todo” al que antes nos referíamos forma parte ineludible de lo que el autor nos quiere mostrar. No hay, por tanto, impostura, ese mal endémico que coquetea con buena parte de la poesía contemporánea española.
En ese sentido, un aspecto que me llama la atención del libro es la capacidad de Jordi para combinar, para simultanear, paseo y escritura. Hay un referente en la literatura española, Claudio Rodríguez. Ambos encuentran en el tránsito, en el camino, todo aquello que luego trasformarán en escritura. Las calles son los lugares por los que transita el poemario. Todo lo que encuentra irá construyendo ese pequeño universo: desde conversaciones hasta números de portal, como ese 222 de la portada que bien puede ser un 999 según se observe. Reconozco que este es uno de los aspectos que más me llaman la atención del libro: su capacidad de poner en práctica aquel tópico latino del homo viator. Sin embargo, como buen viajero, sabe que su viaje será siempre laberíntico, quizás también circular. Así, por ejemplo, concluye su poema “Ruraurbs (Moradielos-BCN)”: “El cigarrillo de/ entrada a/ Barcelona es/ mero miedo/ al laberinto.”. De hecho, Paseos simultáneos puede ser considerado, también, una meditación sobre el laberinto, sobre lo que encuentra en él, sobre lo que descubre. Y es aquí donde sorprende, tanto en la forma como en el contenido. Sorprende, digo, porque tiene la capacidad de extrañar al lector. “Negros que bailan sardanas”, por ejemplo, o “santanderinos que comen aceitunas con el responsable del ministerio”. Una vuelta de tuerca o un pequeño homenaje a aquellos escritores que encontraron su universo poético a partir de la imagen, de esas asociaciones aparentemente inconexas, subconscientes. Hablo, claro, de aquel primer surrealismo que nos hizo reunir una máquina de escribir y una camilla de quirófano. Aunque convendría hacer una precisión: no se trata de emular al surrealismo, sino de enmarcar sus poemas dentro de una hiperrealidad.
En ese proceso de búsqueda y captura de lo que le rodea, hay un intento por respetar los diálogos tal cual fueron pronunciados. Lo que ocurre es que la forma se retuerce. Nada es, en definitiva, lo que parece. Sólo bastar juntar palabras de una manera diferente para provocar en el lector un fogonazo, a través de sintagmas extraños, por buscar un adjetivo que se aproxime. Si entramos en su juego entenderemos que (cito) “la morsa del calendario chino se fue al wc” o que los edificios sean capaces de roncar entre ladrillos. De todo ello se deduce uno de los hallazgos del libro: todo vale, todo se incorpora, todo puede ser, al fin y al cabo, susceptible de formar parte del poema. De aquí podemos extraer una poética, una premisa literaria que el autor respeta y persigue. Como él mismo admite, escribir significa “mimar lo cotidiano para entender lo profundo”. Esa misma idea se destila en cada paseo. El poeta se detiene y observa. Lo cotidiano, lo anodino, puede ser un objeto poetizable. Se acabaron los parnasos. Ese locus amenus no ha de estar, necesariamente, identificado con un paisaje preciso. Paseos simultáneos es, en ese sentido, un homenaje al rincón, a la mirada, al destello inesperado. Su estructura así lo demuestra: si existen novelas ríos, la propuesta de Corominas tiene un matiz semejante. Cada poema exige el poema siguiente, de tal manera que su lectura coincide con la corriente. Se logra respetar el ritmo que imponen esos paseos. Como si el lector acompañara, perplejo, al espectáculo escondido que encierran los extraños límites de la ciudad.
Paseos simultáneos es una apuesta, arriesgada, sí, pero coherente, porque responde al autor. Leemos cualquiera de sus poemas y sabemos que es él quien lo ha escrito. Y eso, me temo, no es fácil. Por eso valoro a aquellos escritores que presentan propuestas a las que uno, para bien o para mal, observa desde una distancia creativa. Porque, en definitiva, me muestran una nueva forma de decir. Al final la poesía es, antes que nada, una relectura del mundo que, sin saberlo, nos rodea.
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jueves, 24 de mayo de 2012
domingo, 11 de diciembre de 2011
Lo urbano como urgencia y totalidad poética

Lo urbano como urgencia y totalidad poética, por Jordi Corominas i Julián
Artículo escrito para la revista mexicana "El ornitorrinco literario."
Puede parecer increíble, pero la posmodernidad literaria suele despreciar lo urbano porque prefiere exprimir la tecnología como bandera. Hace un siglo los ismos privilegiaron la ciudad como campo absoluto de la novedad. Las avenidas vibraban con una serie de elementos rompedores. Los coches y las ondas hertzianas acaparaban protagonismo y la velocidad cambiaba las coordenadas de la realidad. En nuestra centuria la metamorfosis se debe a lo virtual, amalgama de elementos que pese a estar insertados en lo cotidiano no son palpables. Internet es un Dios por su voluntad instantánea de información, tanto que hasta algunos prefieren pasear pulsando teclas y saciar sus impulsos de conocimiento en Google Earth, herramienta formidable que incita a soñar sin pisar la calle ni tomar una copa en un bar porque es más fácil mandar un mensaje privado o chatear. Maravilla y pecado que afecta a nuestra forma de representación, física y mental. La mayoría ha aceptado la sumisión a múltiples aparatitos que nos guían para asesinar lo imprevisible del entramado. En 2011 Dante no pediría ayuda a Virgilio para adentrarse en el Hades. Iría con un Iphone y sólo correría un riesgo que desbarataría sus planes: quedarse sin cobertura, indudable metáfora de ceguera.
Lo teledirigido de la contemporaneidad es una grave enfermedad para la imaginación. Muchos escritores de la actualidad han extraviado la fundamental brújula de ignorar la tradición para sumergirse en una vorágine creativa donde HTML, Gmail o Facebook son más importantes que un suspiro o un sentimiento. Renuncian a la normalidad del exterior, que ha sido desde siempre inagotable fuente de sabiduría, aprendizaje y maduración literaria, tesoro incalculable que al ser despreciado implica la violación de otra norma básica: escribir sirve para comprender el entorno. Los autores que logran universalizarlo figuran en un panteón inmortal al ser comprensibles en cualquier época y contexto porque hablan de temas que impactan sin necesidad de recurrir a modas y tendencias. Excluyendo el campo de acción al aire libre desbaratan una clave poética esencial: la epifanía. Algunos objetarán que aún podemos dar con ella navegando. Sí, es cierto, aunque seria triste comparar la fugaz mirada de una mujer en la calle, belleza que se desvanece y permanece, al placer de dar con una foto espectacular en un blog. Si llegamos a esa imagen es porque con anterioridad hemos trazado un recorrido previo de enlaces para alcanzar la sorpresa.
A mediados del siglo XIX Charles Baudelaire se convirtió en nuestro padre. Paseaba por un París ansioso de reformas, princesa de fango que ansiaba mármol. Los campos elíseos eran el paradigma. El poeta lucía su corona de laurel e intentaba cruzar mil calzadas sin manchar su distinguida figura, amenazada por carromatos, obreros y una acuciante lluvia. Esta diversidad de elementos se alió y, de repente, el autor de Las flores del mal vio caer su símbolo lírico. Feliz, sonrió. Había despojado su ego de la consabida sacralizad del bardo, ser que finalmente se atrevía a descender de las alturas para instalarse en el reino de a pie, normalidad callejera que confería a los versos otra dimensión trascendente que aceptaba despojarse de solemnidad. El abandono de la torre de marfil marca una precisa línea de compromiso con lo que nos rodea y es una victoria del hombre hacia el hombre. Con su apuesta por una poesía que afronta lo urbano, el genio francés asumía el reto de contemplar lo urbano como un perfecto microcosmos de lo visible desprovisto de mediación metafísica a la antigua. La magia, la dicha de la observación que deleita, puede estar en cualquier esquina.

Vivo en Barcelona. Mantenemos una cordial relación de amor-odio que se intensifica cuando paso largas temporadas en una casa rural, exilio voluntario que me permite recobrar energía y canalizar mis ideas gracias a la ortodoxia de las manecillas del reloj. Su tic tac en el silencio del campo no se acelera, fluye ajeno al ruido mundano . En la ciudad circulamos nerviosos y escribimos acomplejados, como si fuéramos el conejo de Alice in Wonderland y la cronología diaria fuera una impuntual pesadilla agravada por infinitos contratiempos telefónicos, laborales, ociosos y de índole doméstica. Las horas enarbolan su melodía cardíaca y, casi sin darnos cuenta, caemos otra vez en la noche y quitamos una hoja al calendario. Las prisas, impuestas por un ritmo que nos torea, sí son malas compañeras. La concentración se resiente. Sin embargo, reconozco que el trajín de la urbe es beneficioso al proporcionarnos la totalidad en miniatura, algo que intenté reflejar en mi poemario Paseos simultáneos a través de una suite de 136 poemas, resultado de la irresistible atracción que supone cerrar la puerta con llave y dejarse seducir por la calle, sin temory con las antenas bien puestas. Explico su génesis porque guarda estrecho parentesco con el tema que abordo en este modesto ensayo.

En la primera parte de Paseos simultáneos diseccioné el método y las intenciones que impulsaron mi búsqueda. Entre enero y marzo de 2008 me sentía desorientado. Venía de terminar un relato muy detallista en sentido clásico y mi cuerpo dijo basta. Enfermé y la fiebre se apuntó a la fiesta del caos. ¿Qué hacer? Una libreta roja tenía la respuesta. Empecé a tomar notas compulsivamente, apuntando palabras sueltas que me regalaba la calle, ocurrencias de amigos y pequeñas minucias significantes que adquirieron universalidad al ser Barcelona una ciudad global, Babel proclive a la fusión de culturas. El poema de apertura avisaba con el anhelo de tener todos los balcones para remediar el crimen de no mirar más allá de la ventana. Mezclé idiomas y aspiré a una concreción diáfana que el poema Visión sintetiza, fórmula meridiana para desprenderse de tanta sabiduría y volar ingenuo entre los muros del sitio que me vio nacer.
El otro día vi
un lenguaje sin ataduras
que respiraba calle, bar
mente, paseos de todo
tipo mezclados en verbo
colectivo,
La unión de vocablos
lleva a la plasmación
de la realidad sin adornos,
como la escucho, la visiono
la concibo, la invento
por deformación y vuelo
con inéditas gárgolas.
Me importa el todo, uno no sirve
si no es
plural.
Me muevo y escribo.
La continuidad estructural del poemario hace que cada una de sus partes dependa de las demás, circularidad que pretende igualar el vaivén ciudadano, donde hay pausas pero nunca son definitivas porque la llama no se apaga, siempre hay eterno retorno con variaciones que deben su diferencia a que nunca nos bañamos en el mismo río. La simultaneidad, ya anunciada en el título, del paseo gana peso al enmarcarse en un período histórico con metrópolis que acogen en su interior una pléyade inagotable de sucesos y tramas. Del yo observador pasé al colectivo en el papel porque con anterioridad lo había catado con mis ojos en la superficie tras vislumbrar que el poeta es Teseo y lo urbano una invitación a enfrentarse con el Minotauro.
El cigarrillo de
entrada a
Barcelona es
mero miedo
al laberinto.
Desentrañarlo es nuestra misión. Las armas para conseguir nuestra meta están en el cerebro y en la flexible disciplina del paseante. En mi caso elegí aprovechar con plenitud los intervalos muertos que regulan las actividades de la jornada. Si debo dar una clase a las seis y media opto por programar mi agenda para caminar cuarenta y cinco minutos y llegar al centro educativo con puntualidad británica. Durante ese lapso de tiempo, relajante hasta extremos insospechados, aconsejo olvidar los auriculares en su cajita y emprender la marcha aprisionando los prejuicios contra la monotonía de la normalidad. No hay que creer en la línea recta. Los enlaces se revelan al pasar página e ir de un punto a otro no es un mero tránsito, sino un misterio donde toparse con hileras de sostenes que el viento ha depositado en cien metros, graffitis que se alían con frases infantiles, sonidos estrambóticos, colores inesperados, el placer de extraviarse y la conjura privada que predica con devoción el arte de querer asombrarnos con la pura libertad de juzgar el ambiente como un ente ilimitado del que extraer una incalculable cantidad de jugo. En ocasiones somos tan perezosos con la calle que ni siquiera alzamos la cabeza para completar el conjunto con techos, pájaros, estatuas o aviones, belleza que atiende paciente una llamada al vacío que llenamos con insaciable curiosidad.
Los formatos de lo urbano en poesía: cuadrar el círculo.
La poesía en catalán tuvo la fortuna de ver enrolado en sus filas a un chiquillo que por las noches vigilaba el puerto y abrazaba la luna en sus ensoñaciones. Se llamaba Joan Salvat-Papasseit y era más inteligente que los demás literatos de su generación. Absorbió con fruición las influencias del vanguardismo e incluyó en sus poemas items de modernidad que iban desde las luces de neón hasta el caligrama que Guillaume Apollinaire retomó en Francia. Su alumno catalán, que también incorporaba a sus versos léxico extranjero, quería experimentar y presentar temas que transpiraran actualidad. En este sentido son encomiables su versos de la chica del tranvía, estética estática siempre en movimiento salvo en las paradas. En una de ellas la joven se baja y finiquita el hechizo.

Asistimos a una brutal época de grandes transformaciones socio-históricas, comparable sin ningún atisbo de duda a las primeras décadas del siglo XX. La belle èpoque, cretina en su optimismo descuidado, donaba al Planeta un legado con claroscuros. Las distancias eran más cortas y la tecnología brindaba férrea seguridad en el progreso. ¿Les suena? Lo que otrora se manifestaba en forma de automóvil y teléfono ha adquirido otras dimensiones que Internet aúna como maná del ingenio tecnológico transportable por tierra, mar y aire, herramienta de contacto que almacena periódicos, mapas, correos electrónicos, fútbol online, bitácoras, sexo, enciclopedias y un interminable etcétera al gusto del consumidor. A partir de su consolidación, la informática y la red han capturado a muchos pescadores que han caído rendidos a su reclamo, que garantiza estar en la cresta de la ola. Agustín Fernández Mallo, quizá el más coherente en su postura, ha reproducido un viaje virtual en Google Earth que repite un paseo de Robert Smithson. De este modo el autor de El hacedor de Borges (Remake) inventa una excusa para tratar el Land Art y el arte conceptual. En otro fragmento del libro inserta un código con datos incomprensibles que recogen mensajes, llamadas y e-mails de las Torres Gemelas el funesto once de septiembre de 2001. Otros poetas han introducido emoticones en sus versos para escandalizar desde un gamberrismo muy inocente porque sólo pretende ser efectista.
El problema radica en abusar. Desde que el mundo es mundo los nuevos recursos se han combinado con los pretéritos para mejorar las formas representativas de la realidad. Es legítimo usar sólo unos u otros, pero quien practique la exclusión quedará fuera de la partida al no saber asimilar las mutaciones que han aterrizado para quedarse entre nosotros.
jueves, 13 de enero de 2011
Diálogo Iván Humanes- Jordi Corominas i Julián en Literaturas.com

Ivan Humanes & Jordi Corominas
Paseos simultaneos
En la Calle Joaquín Costa de Barcelona las furias corrompen la atmósfera. En el número 29 reside el fantasma de Enriqueta Martí, vampira y eficaz negociante del tuétano. Jordi Corominas i Julián e Iván Humanes no quieren desangrar a nadie, sólo escribir desde la libertad de no llevar corsé por rechazo a la estética gerontocrática. Por lo que sabemos, ambos se reunieron a mediados de junio en un bar de dudosa reputación para hablar de sus últimas publicaciones, el poemario Paseos Simultáneos (Vitruvio) y la novela La emboscada (Inéditor), obras que desde su diferencias se dan la mano por las afinidades sobre las que estos jóvenes autores disertaron durante una hora antes de ser secuestrados por el servicio de limpieza municipal.
Jordi Corominas i Julián: Creo que una de las primeras reflexiones podría ser que tanto en los Paseos simultáneos como en La emboscada hay como voluntades manifiestas de mostrar cómo la literatura debe tratar el mundo.
Iván Humanes: De hecho, en uno de tus primeros poemas del libro titulado Los balcones, dices que la mañana te informa de una desgracia, que las nuevas casas no tendrán balcones pero la tuya todos los del universo. Se manifiesta de hecho en tu libro una variedad cromática, poética, la apertura hacia múltiples voces…
JCiJ: La simultaneidad. Hay un poema que precisamente dice eso de “quiero captar voces”. La primera parte es como un manifiesto de lo que vendrá. Sin esa primera parte donde se expresa el corpus conceptual del libro no podría entenderse. Hay una serie de poemas como Los balcones o El sabio que forman parte de ese corpus. Cuando escribí Paseos simultáneos salía de escribir un relato realista que apresaba muchos detalles: pasos de cebra, stops, una pared rasgada… Todo iba hacia un fin. Pero estuve tomando notas y cuando lo vi, pasado el tiempo y de forma más relajada, pese a que el principio pensé que estaba plasmando el transcurrir, supe que tenía otra manera de ver la realidad, o de intentar captarla, de plasmar la obsesión, que creo que también es la obsesión que se cuenta en La emboscada. Se insinúa.
IH: Estamos limitados en nuestro lenguaje. Precisamente la tarea del escritor, siguiendo a Wittgenstein, es intentar abrir esa jaula del lenguaje, salir más allá y aprehender aquello que no se puede ver a primera vista, además de jugar con la propia palabra.
JCiJ: Estamos muy cansados de la venta de revoluciones, porque lo tradicional sigue muy anclado en esas revoluciones. La visión de la realidad sigue siendo la misma.
IH: Y en los Paseos simultáneos intentas encontrar diferentes voces, te abres a ellas, tu poesía es visceral y callejera…
JCiJ: Absolutamente callejera. Cuando más cosas descubro es paseando. Cuando más te sorprendes. Y hay un tipo de realidad preconcebida, como impuesta, que es la que está en todas partes, pero en los paseos, por la calle puedes captar cosas maravillosas o anomalías. La mayoría de la gente no les da importancia y desprecian a esos personajes diferentes.
IH: No sé muy bien si estamos hablando de una visión diferente, por encima. O de una anormalidad de la visión. Creo que el escritor es más bien lo último, un anormal en la visión. Más receptivo. Quizás receptivo hasta el exceso de la ficción y de la anormalidad. Los dos, por ejemplo, utilizamos de una forma diferente Barcelona. A mí pasear por el Raval me produce una angustia casi insuperable, como estar apresado en una bola esférica de Navidad. A punto de que alguien la agite sin avisar.
JCiJ: Pero a ti el Raval también te sirve para la novela… Simboliza como el metro el laberinto o el compartimento estanco. Como si todo estuviera limitado, expresas la idea de que tal y como se concibe la realidad está limitada entre paredes y conexiones sin salida.
IH: Sí, y en uno de tus poemas también expresas esa especie de terror hacia Barcelona: El cigarrillo de entrada a Barcelona es mero miedo al laberinto, dices. Entre tu visión cromática de la ciudad también ese recoge ese tipo de pavor.
JCiJ: La ciudad lo es todo. Mi ciudad es tu bosque. Es algo conocido por todos pero hay que entenderla como una dimensión desconocida que nunca nadie ha pisado. La vemos de forma diferente, tú a tu manera y yo a la mía, pero la en la expresión de ambos está la intención de cambiar, de reformular la narración y el poema. Nos han malacostumbrado a creer la unidad a través de la línea recta, como escribo en uno de mis poemas. O como tú te preguntas en La emboscada: ¿Es la matemática racional la verdadera literatura?
IH: Es una materia subjetiva. Sí que la forma puede ser matemática. Matemática irracional a veces. De hecho en La emboscada no me salgo de esa intención de creer la composición del texto como cota de mallas de Flaubert pero cada personaje contiene en sí un universo variado y diferente. Eso es evidente. Sus esquemas mentales deben tener su expresión propia. Ilógica en algunas ocasiones. Macheteada. Como cortada por un carnicero. Desordenada luego en la cesta de la compra. Y eso hay que dejarlo escrito.
JCiJ: Tus fragmentos, de hecho, parecen compuestos en orden matemático. Con igualdad de oportunidades para todos los personajes.
IH: Quería contemplar La emboscada como un cubo de Rubik donde los colores están esparcidos pero con la unidad correcta, que debe ser dada por el lector, puede ser conjuntado. Participa del surrealismo, la matemática, el ajedrez, la criminología científica… de muchas tradiciones y juegos. Paseos simultáneos también tienen esa parte onírica, surrealista. Es como una traslación de Loopesía, menos violenta, al papel.
JCiJ: Tanto Paseos simultáneos como La emboscada son mosaicos, se obliga al lector a ser detective.
IH: Debe descubrir el propio mundo del autor que es el propio mundo de los personajes en la novela y en la poesía. Definiría a ambos libros como orgánicos. Vivos. Se construyen con la lectura. Es verdad que es lo que sucede con toda lectura, pero hay que diferenciar aquellos con linealidad evidente de los que tienen vida propia, con manifestaciones diversas y múltiples caminos. Sin sospecha del recorrido por el lector.
JCiJ: Múltiples interpretaciones. A mí Manuel Vilas me decía una vez, sobre Aire nuestro, que para escribir otra vez Madame Bovary se va a la librería, se compra el libro y se pone a criar flores silvestres. Hay una necesidad fuerte de expresar la evolución de la persona. El formato típico debe ser alterado al tenerlo tan alterado.
IH: Y hay muchas Barcelonas…
JCiJ: Barcelona es la ciudad lema. Pero es todas las Barcelonas también. Esta charla se da al lado de la casa de la vampira del Raval, y está ligada para mí a putas, vampiras, loopoesía, el cruce con personas dispares, fiesta y paseos. Hay infinitas Barcelonas porque cada momento puede determinar otro. A partir de las pequeñas cosas se pueden ver con mayor facilidad las grandes, puede desmontarse el tinglado. Cuando leo La emboscada me imagino colores, es claustrofóbica, con fuerte oscuridad, como el bosque. La pregunta sería si viene determinado por un contexto o por algo más allá.
IH: Viene determinado por la necesidad de que sea así. En esta novela he querido que cuando narra el escritor su quehacer diario no haya una descripción detallada, visual, sino mental, y cuando entramos en la novela que escribe y en la relación del detective con el asesino sí que me ha interesado centrarme más en los detalles. Evidenciar el salto. Cambiar el formato narrativo. Del “diario” se salta a la novela negra, que utiliza más la descripción y esos “artificios” narrativos clásicos para poner color y lugares concretos.
JCiJ: Es visual y mental. Psicológica. Más de introspección de personajes, donde las acciones se van relacionando y confluyen.
IH: Y por ahí también la visualidad de tu poesía, la combinación de los espacios comunes y surreales. Las situaciones cotidianas son trasladadas en tu libro al campo poético.
JCiJ: Creo que yo soy más de fotografía y tú de cine. Algo así. La investigación detectivesca es perfecta para enmarcar lo que cuentas porque es lo menos lineal posible. Zodiac, que tú refieres en La emboscada, y utilizas, es precisamente eso. Lo más poético por naturaleza es lo cotidiano. Lo cotidiano no es el espejo de Stendhal de la novela pero casi, te da la posibilidad de sorprenderte en cada momento, y siempre digo que sí, surrealista dentro de los cánones por los que entendemos el surrealismo sí, pero yo lo veo más como hiperrealista.
IH: O un impulso violento de escritura. Dadá.
JCiJ: Claro. Este libro de poemas fue terapéutico para mí. Pensar que hay límites no me sirve. ¿Por qué no puedo juntar al negro de Banyoles con una prostituta bielorrusa y un panadero? Wittgenstein es un buen hijo de puta. Nos da las bases para tener una lógica del mundo que es cierta, y el Tractatus es una obra maestra. Aunque cuando dice que de lo que no se puede hablar y lo mejor es callarse… Discrepo.

IH: Pero el Rey hizo suyo a Wittgenstein con el por qué no te callas, fue un arranque filosófico. No querido, claro. ¿Tú crees que el Rey citó queriendo al filósofo?
(risas)
JCiJ: Podría aparecer en mis poesías… Un libro como Paseos simultáneos no diga que no vuelva a hacerlo, pero desde el principio quise tomarlo para darle una visión de mi universo experimental. No es convencional. Tiene su velocidad. Porque al fin y al cabo es un poema.
IH: En mi caso es la primera vez que utilizo las citas y la fragmentariedad para la escritura. En el libro de cuentos que publicaré de aquí a unos meses no hay ni una cita. Sí algún cuento fragmentario, pero los menos. Con esto quiero decir que creo que cada momento narrativo tiene su forma. En esta novela era inevitable. El escritor es uno de los personajes y nosotros estamos interactuando cada día con decenas de autores, saltando en internet de un autor a otro, pues entonces eso debería quedar patente. En la novela se salta de un capítulo a otro, puede volverse atrás, no importa el tiempo. En tus poesías creo que también sucede así: los temas se van generando, uniendo, destruyendo, actualizando, vinculándose.
JCiJ: Los paseos podrían ser eternos. Como reflejan un día a día y unos instantes y los van enlazando, el mundo es una esfera, que nunca se para. Como internet. El libro de libros. Extensible. Infinita. Se pone de moda lo fragmentario y parece que aquí se de la gran revolución, pero esto ya existía. Y creo, precisamente, que en el libro eres muy crítico y sueltas perlas sobre la constitución de este universo literario.
IH: No es un universo afable. Es una zona de guerra. Una zona de guerra grupal. Con intereses por parte de intermediarios, agentes, editoriales, necesidades de publicación y modas.
JCiJ: El exhibicionismo de la literatura. El literato parece que deba ser una estrella del rock.
IH: Así es. Y volviendo a tu poesía, que es una emboscada de voces, hay una poesía titulada Collage que es muy representativa. Paseos simultáneos es un collage de ciudades y lenguas.

JCiJ: Al ser Paseos simultáneos el propio título te invita a no limitarte a los muros de la ciudad donde vives. Y la ciudad donde vivimos es al mismo tiempo multicultural. Es algo que ha remarcado el ayuntamiento pero de forma hipócrita. Me gusta viajar y me gustan las lenguas (de todo tipo). Pero en el caso de los idiomas, escribir sólo en español cuando el libro es un paseo manifiesto es absurdo. Entonces por eso el catalán, inglés, italiano, francés, aranés. Lo de aranés fue lo único artificial, al buscarlo en un diccionario. Pero como en tu novela el espacio es irrelevante, porque lo importante es lo que sucede y se expresa. Me da igual que sea Barcelona, Roma o Pernambuco.
IH: Y no pueden dejarse pasar las mujeres. En tu poema Eyaculaciones propones realizar un estudio del orgasmo las mujeres en función del color de sus ojos.
JCiJ: Tú dices Silvia=Silvana=Bosque. La mujer es el mundo. El tópico reza que los hombres somos más aburridos y lineales y seguramente es verdad. Veo a una mujer diferente y cada día tiene la capacidad de deslumbrarme, es un calidoscopio, lo decía Mastroiani en La dolce vita, era muy divertido además, estaba bailando con Anita Ekberg y le dice tú eres la casa, eres la hermana, eres la madre, eres la amante… Dice todas menos la esposa… Cada mujer es un color. En tu caso, en tu libro, el color se va fundiendo con lo oscuro. Es más evidente como expresión de mundo.
IH: Como expresión de mundo complejo. Desestabilizador. Todas las mujeres son la misma mujer. No el sentido negativo. Todo lo contrario. Una única mujer que tenga a todas las mujeres supone una cromaticidad perpetua, la reducción es la multiplicación. Y aunque se exprese la novela y tu poesía de una forma clara, puede ocultarse el verdadero sentido en esa claridad, paradójicamente. Aunque en Paseos simultáneos tengamos un mundo alegre, visualmente agradable, viene a ser un laberinto.
JCiJ: Si hacemos un mapa del libro de poemas sería muy difícil realizar un seguimiento de los personajes. ¿Qué hay detrás de todo eso? El lector tendrá que descifrarlo, la literatura al lector suele darle las respuestas sin que tenga que pensar en ellas. Hay que evitarlo. En tu novela aparece, por ejemplo, Cirlot. Me parece una fantástica referencia. Papasseit, Brossa, Arnau Puig, Eliot pueden ser las mías. Y los enlaces musicales que se dan en los Beatles o The Who me dan mucho, me ayudan a entender el ritmo y la musicalidad del texto. Además de literatura puedes vivir mucho más de otras influencias.
IH: En mi caso, musicalmente, se localizan en la psicodelia, en la experimentación del primer Pink Floyd, King Crimson, Tyburn Tall, etc. La literatura no sólo participa de literatura, la cultura es antropofagia, poder devorar del otro. Tienes que alimentarte y retomar.
JCiJ: El punto con el que se puede hermanar La emboscada y Paseos simultáneos con la literatura anterior es el hecho de que, al fin y al cabo, las personas que aparecen están solas. La trilogía de Antonioni habla de personajes alienados, del hecho burgués que tiene éxito, descontentos con su mundo y solitarios.

IH: Como la comparación del escritor con el loco. No porque el loco sea un creativo excepcional, pues el trastornado es sufrimiento constante, sin posibilidad de bajar de su espiral. Pero tanto el escritor, ciertos escritores, como el loco tienen un hándicap, la mentalidad deformada, asocial, y el hándicap de la adecuación, el no ser comprendido. No en el mismo nivel, claro. Pero los dos pueden sentirse apartados, rechazados.
JCiJ: Y volviendo a la música, como decía George Martín, el productor de los Beatles, en un disco, con catorce canciones, la primera y la última deben ser las más fuertes. En los Paseos simultáneos cuando pasé lo que había escrito en cuadernos puse todos los papeles sobre mi cama y comencé a jugar con los nexos de unión que veía entre los poemas. Para encontrar la lógica a modo de un único poema enlazado. En tu caso al jugar con el capítulo corto el montaje también es fundamental…
IH: Tracé una línea de lo que deberían ser la novela y los fragmentos del quehacer diario del escritor. Separé en la redacción uno y otro, dividí los fragmentos en varias líneas argumentales y trabajé de forma individual el desarrollo de los mismos, según linealidades. Luego los intenté barajar. Busqué sus vínculos. Qué debería dar inicio a todo. Tú al principio situaste el corpus poético, por ejemplo.
JCiJ: Era importante tener todos los balcones del universo al principio, introducir ese corpus. Y es que se puede hablar de teoría al principio sin aburrir al lector. Me gustaría que los poemas se entendieran, cada uno deberá dar su interpretación. Es una poesía diferente que quiere actualizar, ser contemporánea que desafíe lo tradicional. Porque la repetición es angustiosa.
IH: Yo lo que le diría al posible lector es: pasea, llega al final del libro y entonces comprende. Sigue preguntando. Disfruta con el tránsito.
domingo, 2 de enero de 2011
Paseos Simultáneos en Culturamas

UN PASEO SIMULTÁNEO POR LA CIUDAD, SU INTIMIDAD Y LA HISTORIA
Por Claudia Apablaza.
Paseos simultáneos
Jordi Corominas i Julián
Vitruvio Ediciones
Madrid, 2010
Jordi Corominas i Julián nació en Barcelona el 28 de abril de 1979 es autor de la novela Una dona que sap jugar amb els peus y la biografia Macrina la madre. En diciembre de 2008 publicó su segunda novela Colors.
Es coeditor de Calidoscopio, editor asociado de Bcn Week, es cofundador y miembro activo del proyecto Loopoesia.
En septiembre de 2009 coeditó, junto a Ana S. Pareja, Matar en Barcelona (Alpha Decay). Tras su paso por la Cadena SER, Corominas tiene en la actualidad una sección sobre literatura en Wonderland de Rne4.
¿En qué momento decidiste cambiar de escribir en catalán a castellano? ¿Podría haber sido este libro escrito en catalán?
En realidad no hay un momento de cambio. Tengo la suerte de ser bilingüe desde pequeño porque en casa mi madre me hablaba en catalán y mi abuela en castellano. Cuando escribí mis dos primeras novelas en catalán fue porque las sentía en ese idioma, sobre todo la segunda, Colors, en la que emplee un catalán rural que se adecuaba al tono utópico de la historia. En Paseos Simultáneos el castellano es el idioma principal entre otras cosas porque siempre lo usé para la poesía. Por otra parte la simultaneidad del libro, la posibilidad que sus versos ocurran en cualquier lugar del mundo, potenciaba el castellano en un sentido de universalidad.
Por qué una ciudad como Barcelona la vivencias prioritariamente en castellano, si eres catalanoparlante.
Priorizo el castellano por lo dicho anteriormente. Barcelona sale más que ningún otro espacio porque vivo en ella, pero es una anécdota, si te fijas en Paseos Simultáneos el espacio se desdibuja desde su simultaneidad, el movimiento es incesante y trazar un mapa preciso del recorrido del paseante es imposible. Quizá en eso radique la voluntad de no tener fronteras y prescindir del límite, una barrera más mental que real, insana para aquel que desee elaborar una escritura fluida, sin cortapisas.
¿Por qué Paseos simultáneos? ¿Puedes explicar el origen de este título?
La génesis del título y de la obra viene de una búsqueda personal sobre cómo reflejar la realidad en literatura. Justo antes de empezar a parir esta suite poética escribí un relato, que en breve publicará la editorial Barataria, muy detallista porque el recorrido de la protagonista estaba cargado de símbolos premonitorios. Me puse en su piel y pasee el trayecto más de cuarenta veces para que nada escapara a mi ojo. Su conclusión me agotó porque exprimí un tipo de realismo válido, pero al fin y al cabo convencional que estaba bien sin permitir alcanzar una totalidad por lo limitado del espacio. En enero de 2008, agotado tras esa prueba, empecé a tomar notas en un cuadernito rojo. Lo llevaba conmigo y me harté de apuntar cosas mientras paseaba, el siguiente poema resume muy bien mi nueva concepción de la realidad en literatura, donde para captar la totalidad no basta con la linealidad, hay que bifurcarse y ser simultáneo.
¿Con cuanta gente hablas?
Estoy transcribiendo
mil frases nacidas
del aire de voces,
amantes, arcanos,
amigos, cretinos
y funambulistas
en la encrucijada,
la cuestión(¿)
del significado
su forma
y contenido sin
duda el afilador
de la metro
lo sabía,
rugía, y con sus pies
entendía como
captar el mundo
en suspiros
de oralidad común
totalitaria y democrática
en el espacio simultáneo.
Cronos no se para.
Voces de todo tipo, sabiendo que lo trascendental no lo es tanto y que con lo cotidiano la literatura puede abrazar mundo para intentar encontrarle un sentido.
¿Atacas a los catalanes en este texto “Entendí en la/ peluquería que/ los catalanes son/como una serie de tv3”, “Te lo hago saber/ Catalanismo,/ all in all is/ all we are/ entre Pinto y Valdemoro,/colorín colorado/ con un zapato me he encontrado.”? ¿Qué es lo que quieres hacer relucir en ese ataque?
En realidad no es ningún ataque, sino una apreciación. Catalunya vive una dicotomía típica de nuestro tiempo. Por una parte está lo que vende el poder y en el otro lado del ring está la realidad, que va siendo siempre más multicultural y abierta a mil estímulos, lo que no entienden muchos de mis ciudadanos, que aun parecen vivir según los cánones que imponen los medios, por eso lo de los catalanes son como una serie de tv3. No es una falta grave, simplemente es reflejar la realidad tal cual es, y en mi nación mucha gente sigue anclada a una imagen de programa de sobremesa, lo que es pésimo, como lo es el nacionalismo de cualquier tipo, otra forma de limitarse porque impide ver más allá del ombligo. No somos tan importantes y de hecho el poemario inicia con unos versos que ya definen mi postura: mis casas tendrán todos los balcones del universo.
Lo simultáneo se da en el cruce de tu intimidad, la historia universal, la política y los paseos por la ciudad. ¿Qué cruce estableces entre esos elementos?
Supongo que al querer mostrar una totalidad es normal que estos elementos se crucen, porque son parte de un mismo cuerpo, la sociedad. Por otra parte supongo que influye mi formación universitaria en el campo de la historia, y que en mi día a día hable con mis amigos de los temas que mencionas, fundidos entre sí por lógica elemental y poetizados de esta manera porque muchas veces lo cotidiano queda excluido de la Historia en mayúsculas, y desde mi punto de vista cualquier hecho por minúsculo que sea contiene en su esencia una épica demasiado ignorada.
La Historia queda en este texto propuesta de forma atemporal, más bien determinada por los registros que la ciudad guarda de ella. ¿Es esa la línea de trabajo que tienes con esa disciplina: la Historia está guardada y registrada en la ciudad; y por tanto la Historia podría ser el registro que un paseante tiene de la ciudad que habita?
Si las piedras hablaran nos sorprenderíamos. La ciudad es una caja fuerte de la Historia, y la respiramos en el aire cada día, a cada paso que damos. Roma, donde viví un par de años, me lo enseñó, mientras en Barcelona aprendí que, efectivamente, cada ciudadano genera su intrahistoria. Si unimos todas alcanzamos un completo mosaico de lo humano.
Es un texto que momentos mezcla varias lenguas: castellano, catalán, inglés francés, italiano. ¿Cuál es la propuesta de esa mezcla?
La universalidad y la inercia del paseo, que es la vida por su inextinguible afán de sorprendernos y la capacidad que tiene el ser humano de captar muchos conocimientos. Si hay tantos idiomas en los paseos es porque cuando vas por la calle no hay una uniformidad lingüística entre las palabras que las personas van soltando, ondas sonoras que muestran como cualquier caminata puede ser una metáfora del mundo. Paseos simultáneos son 136 poemas enlazados porque así el lector entiende mejor que está paseando y que hay una continuidad. Recomiendo dar importancia a cada una de sus piezas desde el conjunto, pues individualmente sólo son pequeñas teselas, partes de un paseo que cobra sentido al abarcarlo entero.
¿Por qué dices que Chile es narcoléptico?
Chile es narcoléptico porque a mi me droga mucho por la belleza de sus mujeres, la simpatía de sus gentes y un extraño hermanamiento con el país que seguramente acentuaré más aun cuando lo visite.
Para terminar, ¿podrías relacionar este libro con tu trabajo Loopoético? ¿Se vinculan? Y de paso ¿podrías hablarnos de Loopoesía y enseñarnos el manifiesto Loopoético?
Paseos Simultáneos es la madre lírica de Loopoesia. Lo escribí entre enero y abril de 2008 y fue donde entendí mi interés por los poemas enlazados que en Loopoesia son más reducidos porque ya nacen con intención de ser musicalizados por mi socio Neill Higgins. Para que me entiendan los lectores les diré que Loopoesia es un proyecto músico poético donde mis suites poéticas- las nocheviejas del Patriarca y la Balada del delineante en 2009 y Los jugadores de Ajedrez de Plaza Catalunya en 2010- y su musicalización sirven de base para una performance poética con muchos elementos. Hay dos personajes, y uno de ellos, Jean Martin du Bruit, es el protagonista; el otro es Lola Farigola, Bailarina que siempre tiene más protagonismo siguiendo música y versos. Hay pausas entre poema y poema para que el público no se pierda, pues es un espectáculo denso donde Jean Martin du Bruit, un ser enmascarado con un traje fucsia y una camisa rosa, lanza gominolas, se rodea de símbolos como el Negro de Banyoles o George Harrison, recita versos improvisados, decapita una muñeca fascista y apuesta por lo multidisciplinar como máxima forma de expresión artística. Si en algo coinciden ambos proyectos es en su afán experimentador, que al fin y al cabo para mi no es tal porque considero ambos actos creativos como parte de mi normalidad. Experimentar parece que tenga que ser lo anómalo y eso es así porque estamos anclados en tradiciones que sirven para agotarlas, superarlas e inventar, de otro modo la vida sería demasiado aburrida, ya dice algún verso del poemario que nos han malacostumbrado a creer en la línea recta, y eso es criminal.
lunes, 15 de noviembre de 2010
Paseos Simultáneos en Canal-L
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lunes, 25 de octubre de 2010
Mi entrada en las afinidades electivas
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lunes, 27 de septiembre de 2010
entrevista sobre Paseos Simultáneos en Los noveles

No camina, pasea por Rebeca Yanke
Jordi Corominas i Julián es largo como su nombre y apellidos, ni uno ni trino, catalán que escribe en castellano, Jean Martin du Bruit tocando el piano, Isabel la Católica y Erik Satie, como todo el mundo. La precisión y el caos. El reseñista, el crítico y el espectáculo. Atraviesan todo esto sus Paseos simultáneos, poemario editado este verano por Vitrubio.
A finales de 2007 circulé como un condenado por la parte final del recorrido de uno de mis relatos, de próxima aparición en un libro editado por la Editorial Barataria, que aspiraba a ser hiperrealista. Capté todos los detalles para Caterina Jaén, los plasmé en el texto y luego enfermé absurdamente en Roma, en enero de 2008. 39 de fiebre y un sarpullido en el tobillo. Lo pasé muy mal y durante dos meses tomé notas de todo lo que observaba- pensamientos, voces de la calle, charlas, ideas- en un cuadernito rojo. Pensaba que perdía el tiempo, pero en otro viaje descubrí que todas esas anotaciones garabateadas en paseos eran otra forma de captar la realidad en sentido total. Si sumamos instantes provisionales de varias caminatas también alcanzamos algo holístico, y quizá de ahí el título, Paseos simultáneos.
Puede Jordi Corominas pasear en un espacio vacío, en un paisaje desértico, ¿o necesita siempre de la interacción, de la gente, de la tertulia?
¿La verdad? Estoy en el desierto mucho más de lo que piensa la gente, y es genial que así sea. Paso mil horas solo. Si estoy en casa me comunico a través del correo o Facebook, pero normalmente estoy ocupado con ideas, lecturas, música y otras cosas que no contaré salvo que me pagues un dineral. Si diseccionara mi tiempo saldría que transcurro ¾ partes del mismo en absoluta, y necesaria, soledad. Cuando salgo para comprar o trabajar en la radio y en las clases paseo y así aprovecho ese instante conmigo mismo fundiéndome con lo cotidiano, es otra manera de interactuar. Las horas en compañía suelen ser nocturnas porque quedo con poca gente salvo los martes, que es el día de tertulia y despiporre. Otra cosa es que cuando estoy con gente sea muy sociable, pero quizá es por eso, porque el resto de las horas vivo conmigo mismo.
Vas rápido.
Sí que voy rápido porque mi mente está siempre en constante ebullición, lo que es bueno y malo. Bueno porque tengo ideas cada dos por tres y malo porque siempre queda algo en el tintero. Cronos no se para, es obvio: el tiempo es circular como el reloj y un día sucede a otro, aunque en el poemario uso esa expresión de mi puño y letra porque sale en la parte inicial, que es una especie de declaración de intenciones donde también cabe lo que dices de Los enlaces se descubren al pasar página . Si eso fuera de otro modo significaría que considero al lector un imbécil, y quiero que se moje, que el libro no sea un Barça-Ponferradina. Paseos simultáneos es un solo poema dividido en 136 partes tituladas. ¿Por qué es así? Pues porque seguramente de otro modo me tirarían el libro en plan arma arrojadiza y no se entendería nada. En este sentido el poema visión es otro tramo que habla muy a las claras de cómo concibo el lenguaje, la poesía y la misma realidad.
Un lenguaje sin ataduras, dices en el poema VISIÓN. ¿Qué ataduras son las que no tienen cabida en tu forma de expresión?
Porque ha entendido sus ataduras, así es como uno se decide a soltarse el pelo, aunque debo decir que aquí salió de manera natural entre poesías sin una sola coma, lo políglota del libro, la mezcla de registros y el ofrecer la realidad sin encorsetarla al artificio literario.
En la página 16 leo: ‘Sólo sé que cargando el maletero empecé a disparar ráfagas como si entendiera una manera de componer el texto'. Paseo simultáneo total. ¿Eres un hombre de reflejos?
Siempre que digo que soy un hiperactivo no diagnosticado. ¿Hombre de reflejos? Si vienes con un martillo lo comprobarás. Sí, supongo que lo soy, pero lo del maletero entra también en esta parte inicial de corpus poético. Antes, aunque supongo que uno nunca deja de serlo, fui fotógrafo, exponía y esas cosas, y normalmente, salvo en una muestra que titulé ‘fotografía pictórica', disparaba en blanco y negro. Justo en la época en que concebí los Paseos simultáneos entendí mejor el color y creo que no es nada casual y sí muy simbólico: había abierto los ojos, en muchos sentidos, y al fin y al cabo una imagen es un texto visual, por lo que componer el texto expresa la doble vertiente de las palabras y la foto, dos formas de mostrar lo real, que no es en absoluto lineal, de ahí mayúsculas, negritas, minúsculas y desvaríos que no son tales. No me gusta la monotonía, y adoro eso que dijo George Harrison sobre que The Beatles salvaron al mundo del aburrimiento. Yo nunca seré eso porque nadie lee poesía, pero sí puedo darle brío lo haré encantado.
¿Cómo te observas a ti mismo? Los gestos cotidianos, no ya paseos, forman parte de un lenguaje, el tuyo, que en mi opinión, además de otras cosas, es muy directo. ¿Hay alguna cortapisa en tus movimientos u, ormai, ningún impedimento?
Pues supongo que somos lo que comemos, y en este sentido recibí una educación que me ha dado bastante conocimiento de lo clásico y lo moderno entendido como la cultura del siglo XX, la del Dos mil no me interesa demasiado, me parece muy hueca, de postal efímera, peor que hacer el amor con alguien por quien no sientes nada. ¿Dónde me sitúo? La idea de ir a contracorriente sería una respuesta, pero no es algo voluntario, sigo mi camino y surgieron los Paseos simultáneos como un embrión que me saludó e indicó una ruta que me chifla. Me observo como Jordi Corominas i Julián y actúo siguiendo mi propia coherencia. Lo de directo se enlaza con lo de no tener cortapisas ni impedimentos. No, ya te digo que las únicas barreras son la comprensión ajena, aunque me importa relativamente porque no escribo pensando en un efecto inmediato, y el dinero, porque de tener más podría hacer verdaderas barbaridades con Loopoesia, la gente alucinaría mucho más que ahora, lo prometo.
Tú estás acostumbrado a entrevistar a escritores y poetas, ése es tu trabajo, además de la radio, las clases y los paseos simultáneos. ¿Crees que hay una estructura que define el comportamiento del escritor, o unas pautas a seguir para serlo? ¿Cuánto nos queda de azar, Jordi Corominas i Julián?
Bueno, el problema es que ahora un sector de la industria editorial quiere establecer una especie de pauta de cómo debe ser el escritor, sin importar mucho si lo es o no, por eso vemos tantos morritos, tanta propaganda impactante y lemas que buscan asombrar desde lo hueco, Gutenberg y fast food . El problema es la ausencia de contenido. Por suerte selecciono a los escritores que entrevisto, y raramente me he disgustado con ellos, porque son nombres que sí que tienen interés en desarrollar formas e ideas mediante la literatura, quien quiera lucir palmito que se vaya a la Cibeles, y no a la estatua, sino a la pasarela.
¿Y tu proceso cómo se ha desarrollado?
En mi caso concreto escribí desde niño, y con veintidós años, justo después de licenciarme, entendí que lo que más me gusta en esta vida es escribir. Un escritor debe tener paciencia, si tiene esa virtud lo demás quizá llegue, lo que responde a tu otra pregunta. El azar sí, sin duda existe, pero es algo contradictorio, porque no creo en las casualidades, así que quizá deberíamos reformular la definición de azar, que me gusta asociar con azahar. Otra opción sería contemplar el azar como fatum, destino, que también es fatalidad, lo inevitable.
Transcribo:
EL VIAJE,
Me quiero mucho
En las calles de
Madrid
En Paseos simultáneos el espacio tiene una importancia vital y muy relativa. Vital porque durante todo el poemario nos movemos. Relativa por trascendental, porque nuestro viaje tiene un punto mental y no se circunscribe a una sola ciudad, avanzamos de Barcelona a Madrid pasando por Pernambuco, Tegucigalpa y cualquier urbe imaginable. Eso es por el sentido de universalidad que ya vimos cuando comenté lo políglota del poemario y porque Barcelona para mí es una simple central de operaciones a la que le tengo cariño aunque me harte mucho toda su pose, tan querida por sus gobernantes y sus ciudadanos, que apenas refunfuñan pese a vivir en un municipio que vende fascismo desde el socialismo con una sonrisa, control ciudadano con el descaro de pedir el voto para la reelección. Hay BCN y Barcelona, que es por donde suelo caminar, la reina de calle y gente, pasajes auténticos donde se gestan bellas cosas y la multiculturalidad no es un lema publicitario. Aun así me pillas en un momento, el relax que me da la casa del pueblo, donde mi odio por lo banal de Barcelona es bastante profundo. Una diferencia está en el público de uno y otro sitio. El barcelonés suele ser soso y el madrileño animado y participativo. Amo lo que conozco de Madrid y me da una vida enorme, hasta he contemplado trasladarme a la capital porque me hechiza por su entramado urbano, la alegría de sus gentes, que contrasta mucho con la de los barceloneses, y la posibilidad de conversar sin ostentar, que es algo muy de mi ciudad, sobre todo de las nuevas generaciones, y no me refiero a las juventudes del PP. Piensa en lo triste de la mentalidad catalana. El saqueo del Palau de la música es el símbolo máximo de la decadencia de su tan alabada burguesía. Y ganará las elecciones el partido que la representa. Una vergüenza. En un artículo que saldrá dentro de poco comparé Barcelona y Madrid con sus equipos de fútbol y el pasear. En la ciudad condal uno tiene que ser Messi y sortear peatones en plan carrera de obstáculos. En Madrid se camina dejando más espacios, es más directa, menos sibilina. Unanumo decía que a los levantinos nos perdía la estética, creo que era demasiado optimista y poco observador.

Pues mi poema favorito de tu libro está escrito en catalán.
ESTUDI
Fer un estudi sobre
L`orgasme de la dona
en funció d l`
expressió dels
ulls
Siempre digo que el catalán por su musicalidad es un vino blanco y el castellano, más recio, como un vino tinto. El poema Estudi es una pequeña muestra de amor a la perfección femenina que emerge desde cualquier ángulo de su cuerpo, tesoro que con imperceptibles pinceladas desvela el interior. En tu reflexión no hay pregunta, así que entronco la cosa con lo políglota y cosmopolita, que diría Rubén Darío. En Paseos simultáneos hay tantas lenguas porque cuando caminamos, aunque a veces sólo sean susurros, Babel nos abraza cada dos por tres. Otra cosa es que la gente sea purista y desprecie reflejar lo auténtico de la cotidianidad, mina de minas, pozo mágico de petróleo humano, vivero inextinguible de la realidad.
Pregunta directa, ahora, ¿quién es David Carten?
David Carten es uno de mis mejores amigos. Un canadiense que habla castellano con acento cubano, además de aprender catalán, montar un falso grupo musical conmigo y tener una pasmosa facilidad para integrarse con quien sea y donde sea. Se dedica, un pionero de pies a cabeza, al campo de la energía solar y todo él me hace reír positivamente, le quiero mucho y el poemario tiene una suite dedicada expresamente a sus andanzas entre taxis, bares, plazas, preguntas y otras historias. Seguramente es una metáfora de la curiosidad y la alegría.
Necesito preguntarte por el amor. Por la poesía amorosa, en realidad. ¿Dónde está? ¿Hay? ¿Se hace o se tiene miedo? ¿Ha cambiado, pero sigue siendo poesía amorosa? ¿Qué pasa con esto? Me tiene preocupada. Me pregunto si existe un generalizado temor a parecer cursis, no sé.
Pues seguramente tienes mucha razón. En Paseos simultáneos no hay poemas de amor en sentido estricto; por sus páginas navegan flirteos, soslayos e insinuaciones. Ahora estoy preparando un nuevo poemario, Oceanografías , donde si hay un apartado que está dedicado a la experiencia amorosa, a mi desastroso año sentimental, repleto de maravillas y desilusiones. Sin embargo no creo que estos nuevos poemas sean amorosos a lo clásico, también esa faceta poética debe reformarse porque el mismo amor, pese a mantenerse en sus parámetros de toda la vida, ha evolucionado a través de la velocidad y la tecnología. Ahora te pueden dejar por e-mail y puedes encontrar el amor de tu vida, o eso dicen, en sitios web diseñados con ese objetivo. Hablo de estas cosas, pero no quiero que me preguntes por si meto las nuevas tecnologías en mi poesía, porque te diré que en general no lo hago, aunque de vez en cuando sí que añado mensajes de texto, porque tienen en su brevedad un sentido confesional que hasta puede darles una preciosidad inaudita, como si fueran notitas del siglo XVIII.

Uhm, creo recordar que en Paseos simultáneos dices que ya no tienes nostalgia de los mensajes de texto.
Digo exactamente que era más nostálgico de los mensajes de texto, con lo cual sigo siéndolo, pero en ese poema hay una confesión que es la apuesta por lo directo, por dejarse de rodeos e ir al grano, matar subterfugios para ser prístinos. Me molesta mucho lo de marear la perdiz, y precisamente los nuevos tiempos, por muchas facilidades que tengamos para actuar y punto, tienen bastante de eso, también en poesía, donde se dice más que se hace, con lo que el cuerpo no termina de moverse, agazapándose en una esquina o quedándose en otro bar para no escuchar las poesías, como si bastara que el libro circulase, como si eso fuera garantía de algo. Pues no. Antes mencionabas un poema bisagra, como si fueran poesías muy antiguas, y ese pequeño verso tiene el significado de vitalidad, de mover los versos, de infundirles marcha para que se expandan más allá del mismo libro, bien sea por su mensaje o porque circulan superando lo estricto y aborrecible del mundillo literario. Gil de Biedma decía que sólo los poetas leen poemas, con lo que se genera una endogamia profesional y lectora bastante estúpida. Hay que evitarla, hacer que la poesía se alimente de su tiempo, pero que también le aporte comida.
© Rebeca Yanke
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