lunes, 14 de marzo de 2011

Secretos inútiles de Mirko Lauer en Literaturas.com



Mirko Lauer, Secretos inútiles, Cáceres, Periférica, 2010

Marigold. San Francisco 1988. La atmósfera es pútrida, con el tiempo congelado en un fotograma resbaladizo que huele mal pese a ser inodoro. El periodista Mirko Lauer acude a la ciudad californiana por la inercia de un amor pasado en forma de investigación de bachillerato sobre la escritora peruana Miranda Archimbaud. Su contacto en los Estados Unidos es el primo de la escritora, un magnate que dice no conocer mucho de literatura, sólo de chismorreos enmarcados en el pasado compartido del Cerro Azul, allá por los años veinte , cuando su familia era propietaria de la zona y siquiera tenía necesidad de hablar español para comunicarse. Clayton Archimbaud es un magnate anglo peruano que vive alejado del mundanal ruido en Villa Maspons, recinto que por su aura recuerda sospechosamente, sin tanta farándula ni oropel, a la mansión de Norma Desmond en Sunset Boulevard. Su propietario es solícito y viste como lo que es, un millonario exiliado del mundo en su madriguera donde acoge al visitante como si así quisiera aportar alicientes a su teatro. Adora el tweed y los buenos alcoholes que acompañan la charla, toma y daca en el que lleva una considerable ventaja al jugar en su terreno y disparar con las armas del anfitrión que se divierte al poseer la verdad del pasado que tanto interesa a su invitado, desconcertado y atento a las evoluciones del lance verbal, veloz ping pong a cámara lenta.

Imperceptiblemente lo acaecido en la habitación va mezclándose con la narración del viejo; se altera el aire y accedemos a una doble trama. Por una parte están las vivencias peruanas y el morbo de la supuesta relación entre Rendy y el entrevistado, buen conversador que suscita el interés de Lauer y el lector, siempre más impaciente por saber cual es la verdadera personalidad que se esconde tras esa máscara demacrada que mantiene la compostura y no cede un ápice en el duelo, sobrio en su ebriedad, digno en su aplomo y desbaratado con el paso de las horas, generando brechas en la estructura prefabricada de las respuestas hasta abrazar el umbral de la duda. Asco y fascinación. El pintor milanés Giuseppe Arcimboldo dibujaba rostros con tubérculos, frutas, flores y hortalizas, objetos que no obstaculizaban la semejanza del conjunto con el sujeto retratado . Su pintura enlaza bien con la novela de Mirko Lauer, escritor y protagonista de la misma por nombre que muestra y no desvela en el proceso de fundir los constantes dúos hasta el claroscuro que cubre la tela de Secretos inútiles, comparable con Blanco nocturno de Ricardo Piglia por su interés en el misterio de lo rural y sus anomalías en las que nada es lo que parece.

Sentimos el crepúsculo, acucia. Las anécdotas relacionados con el Cerro Azul son excusas que pausan el ritmo al tiempo que aportan dosis de tensión que irán incrementándose a medida que avance un relato. Culpa de un chino, Jack Wu, compañero de juegos de los alegres primos, mayordomo que entre orillas y árboles se erige en motor por la atracción erótica que desprende. Los tres y el trágico asesinato del chino, con diferentes versiones a lo largo de la velada, serán el punto cardinal de la transcripción que el crítico literario realiza. La grabadora en marcha, el whisky invadiendo la conciencia, alentando para que la quete académica vuelque hacia el lado personal y desborde el vaso por el eterno afán de resolver un enigma directo.

La teórica tranquilidad del diálogo se rompe al irrumpir la noche y variar el escenario de la casa al bar. Llega el delirio, sin apenas avisar. Explota la tirantez y las copas, de más, se derraman. El vómito y la reminiscencia actúan implacablemente. Clayton es una construcción sublime, noble amasijo proclive al derrumbe, que no sólo consiste en revolcarse por el suelo y destrozar la lengua de Cervantes. Lauer alucina y registra todo mentalmente porque quiere llegar al meollo del asunto, desvelado en el alba del nuevo día, sepulcro perfecto para elucubrar sobre chinas, de carne y hueso.

Secretos inútiles es un meritorio tour de force narrativo que mediante un formato ciertamente cinematográfico que concibe los espacios como estados progresivos conformes al ciclo de la jornada. La quietud física queda anulada por el vaivén de investigaciones, minucias, resquicios y gestos que ofrece el diálogo, comprensible sólo desde la arquitectura de los personajes, locuaces al máximo cuando ejecutan movimientos reveladores de su farsa en un póker infinito con muchos ases bajo la manga, naipes con tendencia a la humillación que deriva de estar alienado y padecer los freudianos traumas que despiertan al hombre y notifican el abrumador peso de la existencia.

2 comentarios:

el llibreter dijo...

Mientras la leía tenía la sensación de asistir a un poderoso combate de esgrima, donde cada contendiente desarrollaba y modificaba constantemente su estrategia para vencer al contrario, y al final quien quedó touché fui yo.

Saludos cordiales.

Jordi dijo...

gran libro, y por lo que me concierne muy muy difícil de reseñar por toda su complejidad