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jueves, 27 de noviembre de 2014
Defensa de la Llibreria Sant Jordi en El Diario
La nueva Ley de Arrendamientos Urbanos amenaza la existencia de muchos negocios tradicionales de Barcelona. Hace cosa de dos semanas decidí pasarme por la Llibreria Sant Jordi para tomar el pulso al asunto hablando con los implicados. El resultado fue el artículo que puedes leer
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jueves, 30 de octubre de 2014
El paseo y la peste en El Diario
La semana pasada El Diario publicó mi artículo titulado El paseo y la peste, que a partir de varias rutas por Barcelona disecciona algunos temas de actualidad de la capital catalana. Puedes leerlo
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viernes, 7 de marzo de 2014
Tropezar en Barcelona en Jarana y Poligamia
TROPEZAR EN BARCELONA, POR JORDI COROMINAS I JULIÁN
Plaça Virreina
Sol. Rius i Taulet. Anna Frank. Trilla. Virreina. John Lennon. Revolució. Rovira i Trias. Joanic. Diamant. Lesseps. Me dejo algunas, lo sé, pero nombro muchas de las plazas que configuran la esencia del barrio de Gracia, un reducto que resiste la invasión turística y mantiene su identidad propia contra viento y marea. Algunos dirán que eso es mentira, que hay demasiado hipster, algo discutible hasta cierto punto, y muchas tiendas cool, pero eso nos importa poco o nada, entre otras cosas porque quien escribe prefiere los bares de chinos y las cervezas de los pakis, que en este emblemático enclave barcelonés son otra cosa, una familia amiga de sus clientes, no como en La Rambla, donde el cerveza beer amigo hachís coca sex wife es un canteo de tres pares de cojones.
Plaça joanic
En fin, que esto no es ninguna oda. Por casualidades de la vida me gano el pan paseando a gente más que variopinta. Se apuntan a mis guías urbanas, son catalanes de 30 a 80 años y quieren conocer rincones ocultos, lugares que normalmente pasan desapercibidos. Soy la bomba, os juro, tengo más de veinticinco itinerarios y no me pierdo nunca, lo que me sirve entre otras cosas para no sufrir más pérdidas de memoria y poder escribir con propiedad estos artículos.
La cuestión es clara. ¿Qué Barcelona queremos? Cada vez veo más claro que el modelo actual partió por ciertas reformas frustradas del franquismo que germinaron en el período socialista. Porcioles quería acabar con el barrio fabril de Icària y deseaba dinamizar Montjuic. Por otra parte el alcalde de los añadidos arquitectónicos, esos horrores en forma de ático que destrozan bellos edificios y la vista de más de uno, quiso que la capital catalana fuera una urbe de ferias y congresos, y bueno, ya saben, vino el señor de Facebook, a quien le pagamos la seguridad y otras cosas para obtener nulo beneficio, porque estas cosas donde se reúne gente con teléfonos móviles sólo ayudan a grandes empresarios, no a la mayoría.
Al grano. Quedé con mis alumnos en la Villa Olímpica, que es el embrión de lo que vendría. Las casas se hicieron con materiales baratos, lo que no impidió un buen pelotazo inmobiliario en una zona fría y desangelada. Lo que clama al cielo es el suelo, perdonen la rima. Paseas por la Avenida Icària y notas como el pavimento se cae a pedazos.
Sólo se salvan los bancos, bien diferentes a los que pueblan gran parte de calles, esos engendros que imposibilitan la comunicación porque uno mira a Cuenca y el otro a Vladivostok.
Banco Plaça Universitat.
Banco Avenida Icària.
¿Por qué nadie, en veinte años, se ha preocupado por reparar ese desaguisado? La gente tropezaba, todos se quejaban por lo precario de las piedras que concentraban sus pasos. Lo mencionado es sólo un botón de la muestra. Volvamos atrás. Viajemos a Gracia.
En el popular barrio, expresión asquerosa donde las haya, las plazas son una seña de identidad. Existen desde el siglo XIX, cuando una serie de adinerados hombres compraron parcelas a las que pusieron nombres relacionados con sus quehaceres u ocupaciones, como sucede con la del Diamant y sus aledaños. Las plazas sirven para la charla, son foros de diversión y oxigenan el espacio. Parte de la fama actual de la antigua villa se debe a ellas, siempre llenas, repletas de la noche a la mañana, transformándose sin cesar desde su uso público, que el ayuntamiento, desde la cagada monumental del Foro de las Culturas, desafía mediante la privatización.
¿Plaza privada? Sí, han oído bien. Una cosa son las del Ensanche, donde se rehabilita el interior de las manzanas para cumplir, a su manera, con la idea del verde que te quiero verde de Ildefons Cerdà. Otra, bien nefasta, habla de cerrarlas a una hora concreta a partir de la cual sólo podrán disfrutar de ella vecinos, allegados y conocidos de los residentes.
Es lo que ocurre con la Plaza de les dones del 36, dedicada a mujeres que lucharon y sufrieron en la Guerra Civil. Lo contradictorio del sitio es que está entre rejas, que cada noche cierran a las once. Tela marinera. La plaza, hasta hace bien poco, era horrible y sus límites se marcaban entre la cárcel ficticia y una serie de casas de nuevo cuño que debían generar vida, pero cuando uno pasa por ahí ve que el 80% están en venta o buscan alguien que las alquile, y no me refiero sólo a viviendas: muchos negocios esperan su turno para abrir sin encontrar quien los quiera.
Esta precariedad es un fracaso municipal que ha llegado a su máxima expresión con la reforma. Sí, cuatro años después de su flamante y polémica inauguración las obras inauguran sus columpios, hierbas y rincones. Por lo que se ve su sistema de cloacas no evacua bien las aguas, que inundaban el suelo y el césped, inutilizándolo. Por eso hace menos de una semana contemplé unos agujeros enormes, como cráteres lunares. Se redistribuirán los árboles, se instalará un punto de información y se ampliará la zona de juegos infantiles a petición de la escuela Reina Violante de Hungría.
La plaza, pese a que el pavimento mixto de la actualidad se suplirá por otro liso que evite hostias cómicas, mantendrá su idiosincrasia de irredentismo. Me disgusta la uniformidad, siempre más presente en el barrio, donde se quiere imponer basado en recreo para niños, terrazas para adultos y precios abusivos. Siempre, hasta que no se altere esta dinámica iré con los chinos. Pensaré en los más pequeños y agradeceré los toboganes, pero también meditaré sobre la Plaza del poble romaní y sus barracones escolares que anulan su inmensidad y demuestran como, mientras los vecinos piden que se construya de una vez l’Escola del Univers en el solar de la calle Bailén, el señor Trías prefiere seguir con el papel de tonto útil que privatiza a destajo y se emociona con las Glorias y su proyecto de deconstrucción. Ferrán Adrià y el urbanismo de Barcelona. En fin. Queremos una ciudad habitable, no un bodrio de fachada y siglas municipales. Pasen por caja.
Texto: Jordi Corominas y Julian
Fotos: Ismael Llopis
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jueves, 5 de enero de 2012
Les tisores i les pors en la Revista Bagant
Les tisores i les pors, Jordi Corominas i Julián
De cop i volta moltes persones han decidit espantar-se amb la més que previsible victòria electoral per majoria absoluta del Partit Popular. Amb l’inepte Mariano Rajoy, l’home que menys ha fet per a convertir-se en president del govern, sembla que s’enceti una era d’horror i desconsol on les retallades ens deixaran sense pa ni pantalons.
Naturalment un triomf de la dreta condueix al record d’un malson, però per una vegada hem de mirar molt més enllà i concloure que la situació de pànic actual és una herència, no una bomba que acaba d’explotar del no res. Ni molt menys. El més greu és comprovar que Catalunya, per qüestions de calendari, ha sigut com qui diu el camp de proves d’una operació quirúrgica destinada a malmetre i enfonsar l’Estat del Benestar i una sèrie de drets ciutadans certament vitals.
Avui he visitat a una bona amiga que passà fa ben poc uns mesos a l’Hospital. Em comentava tot rient que ara al menú ja no hi ha ampolles d’aigua, que per beure les pastilles cal anar amb el got al lavabo. No sé si això passa a gran part dels centres sanitaris del país. El que em preocupa és que aquest detall exhibeix minúscules partícules d’una desfeta que ens afecta de ple. Si anem sumant peces veurem com la dimensió del problema és enorme, i no crec que es resolgui, malgrat siguin festes i s’hagi d’engalanar el carrer amb llums nadalenques, amb la pèrdua d’identitat i poca traça de despesa pública que significa muntar una pista de gel a la Plaça de Catalunya de Barcelona.
Amb set cents mil Euros es poden fer moltes coses per a la comunitat. Insisteixo. La calculadora sap molt de números. Si acumulem les xifres de tonteries supèrflues pagades amb diner públic entendríem sense ser genis que les mesures contra la crisi, les que patim i les que patirem, són una cínica forma de mantenir un estatus per part de la classe dirigent. A qui beneficia esquinçar prioritats mèdiques i educatives? Es contempla dins de l’acció política una ètica? Creuen realment en un ordre amb ciutadans i sense súbdits? Potser l’essència de tot l’assumpte amaga pudors massa fortes. Potser no. Segur.
lunes, 19 de diciembre de 2011
Trenquem el gel en "Se fue al otro barrio" de Bcn Mes
Trenquem el gel, by Jordi Corominas i Julián
El glorioso Ayuntamiento de Babilonia no escarmienta ni con su cambio de siglas. No, nada de alarmismos. BCN sigue campando a sus anchas, eso es irremediable, la marca se ha impuesto y los podadores de Convergència i Unió no quieren renunciar al supuesto maná de dinero. Dicen que escasea la moneda, que nos vamos a pique sin Shakira, y por eso no hay nada mejor que imitar a los predecesores en absurdos dispendios de hondo significado ciudadano.
Jordi Hereu, al que echamos de menos porque es demasiado fácil reírse de los defectos de Trias, financió con dos millones del presupuesto municipal la producción de Vicky Cristina Barcelona de un director neoyorquino aficionado a pedir fondos a ciudades de media Europa en el otoño de su carrera. La postalita de Woody Allen fue, o eso pensábamos, el punto y final de un despropósito que ahora el heredero electo en las urnas amplía con sus setecientos mil euros para convertir la Plaça de Catalunya en una pista dy hielo donde niños, adolescentes, adultos y ancianos podrán patinar si pagan un módico precio.
La nueva reafirmación del parque temático babilónico genera un alud de cuestiones que van del genocidio al fascismo sin olvidar el pase por caja. En primer lugar me preocupo por las palomas. ¿ Estamos ante un holocausto animal de gigantescas proporciones? Las ratas voladoras eran las reinas del paraje. Todo el mundo las detesta. Son tan odiosas que si lo desean pueden asesinarlas impunemente. Tranquilos. La acción, o eso creo haber leído en un extraño momento de lucidez, está exenta de multa. Meen, escupan, beban en la calle y recibirán la ira recaudadora. Para el resto de cosas están ellos, tan pulcros que ocultan un exterminio masivo on the rocks, algo típico de beodos neoliberales.
Las aves causarán un vacío y el estiércol desaparecerá en sentido físico. Los turistas cambiarán su estilo, y las fotos de niñas asustadas por excitaciones pajariles, alpiste y señores de color durmiendo en la piedra cagada del círculo entre el Corte Inglés y la FNAC.
Las estatuas sonríen. Adiós caca, lucirá el sol en los torsos desnudos que rodean el recinto, implacable al desterrar desde el dos de diciembre, fecha inaugural del engendro, a sus vagabundos y ladrones. Limpieza sin escobas asimismo perpetrada con el grupo que refundó la Plaza desde premisas reivindicativas. Hasta el dieciséis de mayo de 2011 el centro de nuestra querida urbe sin orbi era ausencia de acontecimiento, un desagradable tránsito entre el Modernismo y lo canalla que no permanecía en la memoria por su nada de esplendor besucón en la hierba, imposibilidad de quedar con nadie y desprecio colectivo a su Historia, que a muchos sorprendería. A imitación de Madrid, que desde entonces ha llevado la iniciativa, surgió un movimiento que con el tiempo va concretándose. Esos días fueron emocionantes y caóticos. Los hijos de papá veinteañeros catalanes fastidiaron el consenso de mínimos y confundieron conceptos al abrazar máximos y no ir directos al grano de la realidad, pero dotaron de significado a un enclave moribundo. La Plaça de Catalunya recobró la dignidad de ser paseada sin vergüenza ni hastío porque era en sí misma una esperanza de futuro. ¿Y si la ciudadanía vuelve a reunirse? ¿Y si los súbditos se rebelan?
Esta opción queda descartada durante el mes previo a los recortes de Chips Rajoy Division y la inminente aplicación del entusiasmo electoral en forma de tijeras manejadas por Artur Mas. Privatizar el rovell de l’ou de la protesta es anular libertades y desmontar un vocabulario simbólico. Desde mi punto de vista se amplían los motivos para luchar o reinventarse. La liquidación de una referencia puede interpretarse como una muestra de ceguera política. La plaza fue el nacimiento, la chispa de un retorno , por parte de unos pocos que deberían crecer mucho más, al inconformismo. El segundo tramo de la película ideal iría hacia la reflexión canalizada con lógica.
Y eso es algo que no se puede obtener sin los jugadores de ajedrez de Plaça de Catalunya, aquellos señores que en el cuadrado que circunda la estatua desnuda que protege a Macià juegan a su deporte favorito, anónimos habitantes de Babilonia que con las fichas activan la sinfonía que nos mantiene vivos y enciende las luces. Su desaparición cancela y metamorfosea la realidad en un reloj congelado. Trenquem el gel.
El glorioso Ayuntamiento de Babilonia no escarmienta ni con su cambio de siglas. No, nada de alarmismos. BCN sigue campando a sus anchas, eso es irremediable, la marca se ha impuesto y los podadores de Convergència i Unió no quieren renunciar al supuesto maná de dinero. Dicen que escasea la moneda, que nos vamos a pique sin Shakira, y por eso no hay nada mejor que imitar a los predecesores en absurdos dispendios de hondo significado ciudadano.
Jordi Hereu, al que echamos de menos porque es demasiado fácil reírse de los defectos de Trias, financió con dos millones del presupuesto municipal la producción de Vicky Cristina Barcelona de un director neoyorquino aficionado a pedir fondos a ciudades de media Europa en el otoño de su carrera. La postalita de Woody Allen fue, o eso pensábamos, el punto y final de un despropósito que ahora el heredero electo en las urnas amplía con sus setecientos mil euros para convertir la Plaça de Catalunya en una pista dy hielo donde niños, adolescentes, adultos y ancianos podrán patinar si pagan un módico precio.
La nueva reafirmación del parque temático babilónico genera un alud de cuestiones que van del genocidio al fascismo sin olvidar el pase por caja. En primer lugar me preocupo por las palomas. ¿ Estamos ante un holocausto animal de gigantescas proporciones? Las ratas voladoras eran las reinas del paraje. Todo el mundo las detesta. Son tan odiosas que si lo desean pueden asesinarlas impunemente. Tranquilos. La acción, o eso creo haber leído en un extraño momento de lucidez, está exenta de multa. Meen, escupan, beban en la calle y recibirán la ira recaudadora. Para el resto de cosas están ellos, tan pulcros que ocultan un exterminio masivo on the rocks, algo típico de beodos neoliberales.
Las aves causarán un vacío y el estiércol desaparecerá en sentido físico. Los turistas cambiarán su estilo, y las fotos de niñas asustadas por excitaciones pajariles, alpiste y señores de color durmiendo en la piedra cagada del círculo entre el Corte Inglés y la FNAC.
Las estatuas sonríen. Adiós caca, lucirá el sol en los torsos desnudos que rodean el recinto, implacable al desterrar desde el dos de diciembre, fecha inaugural del engendro, a sus vagabundos y ladrones. Limpieza sin escobas asimismo perpetrada con el grupo que refundó la Plaza desde premisas reivindicativas. Hasta el dieciséis de mayo de 2011 el centro de nuestra querida urbe sin orbi era ausencia de acontecimiento, un desagradable tránsito entre el Modernismo y lo canalla que no permanecía en la memoria por su nada de esplendor besucón en la hierba, imposibilidad de quedar con nadie y desprecio colectivo a su Historia, que a muchos sorprendería. A imitación de Madrid, que desde entonces ha llevado la iniciativa, surgió un movimiento que con el tiempo va concretándose. Esos días fueron emocionantes y caóticos. Los hijos de papá veinteañeros catalanes fastidiaron el consenso de mínimos y confundieron conceptos al abrazar máximos y no ir directos al grano de la realidad, pero dotaron de significado a un enclave moribundo. La Plaça de Catalunya recobró la dignidad de ser paseada sin vergüenza ni hastío porque era en sí misma una esperanza de futuro. ¿Y si la ciudadanía vuelve a reunirse? ¿Y si los súbditos se rebelan?
Esta opción queda descartada durante el mes previo a los recortes de Chips Rajoy Division y la inminente aplicación del entusiasmo electoral en forma de tijeras manejadas por Artur Mas. Privatizar el rovell de l’ou de la protesta es anular libertades y desmontar un vocabulario simbólico. Desde mi punto de vista se amplían los motivos para luchar o reinventarse. La liquidación de una referencia puede interpretarse como una muestra de ceguera política. La plaza fue el nacimiento, la chispa de un retorno , por parte de unos pocos que deberían crecer mucho más, al inconformismo. El segundo tramo de la película ideal iría hacia la reflexión canalizada con lógica.
Y eso es algo que no se puede obtener sin los jugadores de ajedrez de Plaça de Catalunya, aquellos señores que en el cuadrado que circunda la estatua desnuda que protege a Macià juegan a su deporte favorito, anónimos habitantes de Babilonia que con las fichas activan la sinfonía que nos mantiene vivos y enciende las luces. Su desaparición cancela y metamorfosea la realidad en un reloj congelado. Trenquem el gel.
lunes, 21 de marzo de 2011
Providència 77 en "Se fue al otro barrio" en Bcn Week

Providència 77, by Jordi Corominas i Julián
Viernes, cinco de la madrugada. Discuto con un amigo la conveniencia de ejecutar cambios en la Plaza Rovira para que el digno señor de bronce tenga un compañero de charla. El espacio lo propicia. Enrique Vila-Matas habló de sus constantes dualismos, perfectos salvo por la omisión de otra escultura que equilibre la balanza y fulmine la soledad del hombre, pasto de locos y palomas, que ganó el proyecto de reforma del Eixample hace ya más de 150 años. Rovira no dice ni por ahí te pudras, es silencioso e ignora la realidad adyacente a sus dominios, repleta de pequeñas trampas que suelen pasar inadvertidas hasta que la repetición ejerce su maléfico influjo y sitúa en el mapa rarezas que claman atención en su misterio.
Abandonamos las farolas, dejamos atrás la droguería del crimen de Carmen Broto y saludamos al invisible Marsé, omnipresente en el espacio, como si el lugar fuera suyo y nosotros unos simples peleles, peones de un tablero, marionetas que para dar con la libertad deben tejer redes propias, ganancia de pescadores que sólo intentan entender su entorno.
El barco se para cada noche, poco antes del abrazo con Morfeo, en Providència 77, una fachada lúgubre que intriga a mi amigo desde hace más de medio siglo. El edificio tiene una concepción arquitectónica sobria, casi racionalista, con ventanas sin adornos que emanan pavor por sus barrotes. La geometría proporcionada del asunto, aséptico en las paredes, daría para muchas elucubraciones, pero lo importante está en el acceso. Ya saben. Las puertas de los inmuebles suelen tener un interfono. El clásico posibilita contactar con los residentes llamando a su piso. En el caso de la anónima mansión que centra nuestras pesquisas sólo hay un timbre general que incita a sospechar la existencia de un portero en el interior, amo de llaves del palacio donde el común de los mortales tiene vetada la entrada al portal marrón ardilla con un pomo dorado que nadie franquea, al menos a la vista de los demás. Ése punto apabulla. ¿Quién vive en Providència 77? Cuando el Papa de Roma visitó Babilonia colgaban banderas vaticanas. Por lo tanto, ya sabemos que alguno de los habitantes de la casa cree en el Dios católico con ardorosa devoción. ¿Y qué? Podríamos pasarnos días enteros vigilando. Nuestra desesperación crecería por el vacío absoluto y la impotencia de la nada. Unos opinan que la clave está en una salida trasera oculta a nuestros ojos. Otros comentan que es una residencia religiosa que lleva en el más profundo de los secretos sus actividades. ¿Una secta? ¿Una conspiración judeo-masónica? ¿Un selecto club de albañiles ayurvédicos? ¿Un prostíbulo enmascarado? ¿El refugio de Batman? Emoción, intriga, dolor de barriga.
Este texto es un esbozo de investigación. En ningún momento pretendo descifrar la verdad porque carezco de información para acometer el reto. A veces me paro en el badulake que está enfrente y compro un aquarius, la bebida de los campeones. Seguro que el humilde pakistaní, entregado propietario de su negocio, conoce datos de vital trascendencia para aclarar el entuerto de esos imponentes muros que desafían la rutinaria dinámica de la ciudad, donde la mayoría de individuos nacen, crecen, se reproducen y mueren en la normalidad de unas habitaciones que a nadie preocupan por carecer de un destello que las diferencie, almas contentas, o resignadas, que desarrollan sus tareas cotidianas con la forzosa naturalidad que implica empaparse de aire contaminado y mezclarse en el bullicioso marasmo urbano.
El método para averiguar el enigma es simple. Basta con tener conocidos que se dediquen a la abogacía o tengan contactos en el registro de la propiedad, accesible para todo hijo de vecino que quiera esforzarse y acudir a consultar planos. No lo hago porque seguramente quiero sentirme, las frustraciones infantiles son lo peor, un Sherlock Holmes a la catalana y especular con el extraño bloque del privilegio. Providència 77 es una metáfora de nuestra época, donde los poderosos actúan en la superficie sin ser atisbados por ojos que padecen la miseria de cruzar los brazos al no poder atentar directamente contra los cínicos que impulsan la mierda que siempre más impregna nuestras carnes. Ellos están entre nosotros y marcan sus cartas con símbolos, fronteras impenetrables al alcance de una mano que, sin embargo, acata la prohibición de no tocar la fruta prohibida en un mundo que nos transforma en visitantes de un museo que desmiente la igualdad.
Ilustración: Nil Bartolozzi
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viernes, 17 de diciembre de 2010
¿Nights in white satin? en Bcn Week
¿Nights in white satin?
Nieve, Barcelona, y otros derivados
by Jean Martin du Bruit
Los pueblos mediterráneos tienen una tendencia innata al catolicismo por su plácida climatología. Ello explicaría por qué el papa Liberio decidió construir Santa Maria Maggiore en Roma tras una nevada acaecida el 5 de agosto de 358. Ahora ese templo es una de las cuatro basílicas de la Ciudad Eterna, capital de un país donde el cine ha demostrado al mundo entero cómo nuestra mentalidad enfoca la felicidad mediante epifanías. Y en Barcelona la nieve es una de ellas porque estamos demasiado bien acostumbrados a temperaturas que raramente descienden de los diez grados centígrados. Cuando ello sucede las típicas conversaciones para romper el hielo, quin fred que fa avui y otras clásicas perlas inmortales, ganan legitimidad y se convierten en dignos acicates para alentar la esperanza coital.
Cero metros, cero grados. De repente, el viento cesa y la atmosfera se somete al juego del congelamiento. El reloj se para y los hombres miran al cielo, expectantes y enmudecidos. Leves partículas aterrizan en la superficie. El paso de los minutos las agrandará, y la leve pausa de asunción del milagro dará paso a la algarabía. Las estadísticas y nuestra propia experiencia hablan alto y claro: en Barcelona escasean las grandes nevadas, un poco como las victorias del Real Madrid en el Camp Nou, lo que confirmaría mi primer recuerdo infantil de ambos fenómenos. En 1981 tenía dos años y unas fotos tomadas por mi abuela mientras leía el Ulysses de Joyce en su traducción soviética lo corroboran. La ventana de mi habitación lucía prístina por la irrupción de la cellisca. El niño que era batía palmas sin Carlinhos Brown, anonadado y patidifuso por aquel don caído de arriba. La hemeroteca de La Vanguardia informa que en 1985 se repitió el magno acontecimiento, pero mi mente lo recupera el 2 de marzo de 1993, y lo hace porque en aquella ocasión pude disfrutar de la exclusiva sensación de tirar bolas y hasta de intentar construir un muñeco como los de las películas, con zanahoria y todo el atrezzo adecuado. Ese lunes el adolescente que fui hizo el capullo a lo grande, sumergiéndose en la mera alteración cromática del asfalto, pues créanme, en ningún instante percibí congelación ni abundancia, el suelo se enmarañó y los copos no permitieron trineos ni Curling urbano como en 2010, cuando saqué fotos desde el balcón y procedí a matar mi tarde actualizando cada dos por tres los periódicos, más lentos que Facebook en el aporte directo que los usuarios realizaban para amigos, conocidos y pervertidos de la red social. Otra vez lunes y una metamorfosis revolucionaria. Internet copó el evento incluso antes de la efeméride. Los aficionados a isobaras, anticiclones y Francesc Mauri, aunque las yayas son más de Rodríguez Picó, se reúnen en foros especializados donde comentan anticiclones con entusiasmo desmedido. Es entrañable visualizar a un señor de mediana edad bebiendo una cerveza delante del ordenador, ebrio de satisfacción por intercambiar opiniones de algo que le fascina, sin tener que ir a bares mirando de reojo las facciones de los parroquianos para verificar que quizá sienten interés por oscilaciones térmicas o inestabilizaciones generalizadas del manto nivoso.
1, 2, 3, responda otra vez. ¿Cuál fue la mayor nevada de la historia reciente de la Ciudad Condal? ¿Usará el comodín del público? No, ésta me la sé. 25 de diciembre de 1962. Fum, fum, fum. Ni minyonet ros i blanquet ni hostias. La misa del gallo dio el pistoletazo de salida a un día simbólico que rompía con la zozobra franquista y palió lo precario de unas navidades que ya olían a dinero americano y tecnocracia gubernamental. La dictadura luchaba por modernizarse y la otrora princesa del mare nostrum aplaudió la nieve porque no produjo el caos y sirvió para volver la vista atrás, como bien hizo la teleserie de TV3, Temps de Silenci, que optó por abordar el suceso desde lo trágico con la muerte del hijo de los inmigrantes, papel interpretado por Julio Manrique, actual director del Teatro Romea.
Quien rebusque entre viejos papeles hallará más fechas y podrá jugar a calcular frecuencias. La última década ofrece tres nevadas, pero los medios de comunicación obvian la más trascendental, cargada de vicio y mercado negro. En mayo de 2005 tuve la oportunidad de entrevistar a Roberto Saviano, perseguido por la Camorra tras poner los cojones sobre la mesa con la publicación de su libro Gomorra, donde desgrana sin tapujos toda la perfidia mafiosa del sur de Italia. Durante nuestro diálogo le pregunté sobre lo que iba siendo una constante en mis visitas a los lavabos de los bares de Barcelona: el hallazgo de pequeñas motas de polvo blanco sospechosamente parecidas a restos de cocaína. El napolitano esbozó una sonrisa y respondió satisfecho. Sí, desde 2003 existe en Barcelona una potente alianza entre varios grupos criminales que controlan el negocio de la droga en la zona. Por eso has visto más cantidad, están invadiendo muy sutilmente, y hasta te podría decir dónde opera el sector transalpino, en el Paralelo, y se come muy bien, o eso dicen todos. La nieve viola los principios de Newton, adopta pose de Groucho Marx y del mármol accede a la nariz porque la época prefiere otro tipo de apariciones marianas, relegando el capricho celestial al baúl de lo borroso, espejismo en la uniformada normalidad que aprieta, ahoga y antes concedía respiros cuando la madre naturaleza resucitaba paganismos que hemos sepultado en una lápida sin nombre por el tétrico gusto de aceptar ser esclavos de las múltiples alienaciones que exhibe el escaparate de la posmodernidad.
foto: Jordi Corominas i Julián
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sábado, 11 de diciembre de 2010
Nota de "La virgen, despacho cultural", en peligro por culpa del Ayuntamiento de Barcelona

Ayuntamiento de Barcelona
Distrito Ciutat Vella
Los socios de "La Virgen, despacho cultural" y los vecinos del Raval, denuncian la injusta situación en que se encuentra esta asociación cultural, a la que el Ayuntamiento obliga a detener todas las actividades culturales que realizaba hasta ahora, que eran positivas para el barrio y que cuentan con el apoyo de la mayoría de los vecinos.
En primer lugar, quisiéramos destacar la inexactitud de las actividades que se detallan en las comunicaciones escritas enviadas por el Ayuntamiento como consecuencia de las dos inspecciones realizadas en el local y que han llevado a la situación actual, ya que no se ajustan a la realidad.
En segundo lugar, nuestra situación está apoyada por alrededor de 1.500 personas que firmaron una petición que consideran que las actividades culturales realizadas por "La Virgen" son positivas por el barrio por los siguientes motivos:
- Porque han contribuido a dignificar y revitalizar el callejón donde se encuentra ubicado el local, convirtiéndolo en un lugar menos peligroso e insalubre de lo que era antes.
- Porque la asociación es un lugar de encuentro, abierto a todos, que fomenta la convivencia y la cohesión social en un barrio conflictivo como el Raval y creemos que esto debería ser una prioridad para el Ayuntamiento. Es decir, un tema al que se debería apoyar en lugar de penalizar.
- Porque es un espacio difícil de encontrar en esta ciudad, donde la cultura real, emergente y no oficial, que queda fuera de los circuitos institucionales, puede tener lugar.
Para finalizar, quisiéramos añadir un punto a esta queja, que afecta a todas las asociaciones culturales del Raval, que al igual que "la Virgen", están contribuyendo a la buena convivencia y el fomento de la cultura en el barrio, ya que muchas se encuentran con problemas similares debido a que la normativa vigente no se ajusta a las necesidades sociales a las que este tipo de locales dan respuesta.
Por este motivo pedimos un cambio de normativa que recoja la especificidad de estos locales, permita sus actividades y facilite su legalización. En este sentido, habría que tener en cuenta que una asociación cultural sin ánimo de lucro, con una ocupación muy limitada, y con unas actividades tan diversas como pueden ser lecturas de cuentos, poesías, exposiciones, performances, pequeñas actuaciones para grupos reducidos, etc. no se puede equiparar a la actividad de un bar o en la de un gran teatro porque tienen una especificado propia que la ley debería recoger y posibilitar. También hay que tener en cuenta que su impacto ambiental es menor y que en cualquier caso, si alguna supusiera alguna incomodidad por vecinos, siempre se podrían pactar las condiciones de uso necesarias en cada caso para no producir molestias y asegurar la buena convivencia, como por ejemplo pactar los horarios de las actividades con los vecinos. En cualquier caso, lo que no nos parece una solución razonable es el cierre de este tipo de locales, ya que esto sólo empobrece la calidad de vida del barrio y dificulta el acceso a la cultura, cosas que según las campañas publicitarias de la Ayuntamiento son temas a promover.
En definitiva, pedimos que las intenciones que el Ayuntamiento declara en sus campañas publicitarias acaben encajando con la realidad y que el marco normativo se ajuste a esta realidad, de tal manera que la cultura real, que nace de los barrios y de las personas (no sólo de las instituciones) sea posible.
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