domingo, 20 de septiembre de 2009

¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio? en Literaturas.com




¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?


Georges Perec [traducción: Marisol Arbués y Hermes Salceda (con la colaboración de Mercé Burruel)]


Alpha Decay, 2009


Jordi Corominas i Julián
Georges Perec, ¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?


Ya debe saber el lector avezado en la lectura del gran Georges Perec que sus novelas no son estructuras donde se cuenta simplemente una historia. El estilo lo es todo, el recurso y las figuras retóricas pueden invadirnos sin remisión. Por eso escribo extraño, porque el ilustre autor me ha contagiado parte de su fuerza y me cuesta dilucidar si escribo un texto crítico o uno las palabras al son del viento, que es caprichoso, pero yo soy metódico, así que intentaré controlar el flujo narrativo y centrarme. ¡Alto las máquinas!

¿Cómo? Sí, lo repito, no me importa. ¿De qué hablas? A veces da la sensación que Perec quisiera simular que el texto le dominaba. Sucedía al revés. El libro, una de las pocas novelas inéditas del francés en lengua castellana, cuenta un instante decisivo en la vida del joven Karakortada. Estamos en los primeros sesenta y los jóvenes galos mueren en Argelia. Kafarnaun vive enamorado de una damisela y quiere retozar con ella en prados sin cañones ni árabes decididos a finiquitar el colonialismo. Para evitar ser reclutado habla con su compañero de penurias militares, el recluta Henri Pollak, nacido en Montparnasse, barrio donde vuelve cada tarde en su ciclomotor de manillar cromado para divertirse con sus amigos intelectuales, medio existencialistas, medio estúpidos, mequetrefes metomentodo. El gran consejo se reúne y, sopesando pros y contras, opta por romper el brazo de Kariatide. El problema es cómo hacerlo sin que los galenos se den cuenta y sancionen al pobre Kararara con medidas militares contra el escapismo. La solución definitiva derivará en absurdidades lógicas e hilarantes circunstancias que podríamos contar, aunque no lo haremos porque todo es importante en la trama, eso siendo conscientes que quien la escribió le dio escasa relevancia.

Perec, fiel a su estilo de centrarse en el estilo, traza una novela que puede leerse desde dos vertientes. ¿Cuál es la primera? La normalidad de cualquier narración. Introducción, nudo y desenlace. ¿Y la segunda? La experimentación literaria desde las premisas de Oulipo, donde la elaboración textual se convierte en un endiablado juego lingüístico apto para todos los públicos, pues la lectura no se ve entorpecida por el mismo, simplemente avanza hacia otros caminos que algunos verán como egolatría literaria y otros considerarán una delicia basada en la virtud de los recursos retóricos que nos brinda la tradición, siempre lista para aceptar los retos impuestos por el afán innovador de quienes osan transgredir los cánones. Metonimia, parémbola, políptote, hipérbaton, aparte, cataléctico y aspiradora. Muchas formas de dar la vuelta de tuerca a la vuelta de tuerca, caprichos pensados que hoy en día constituyen una rareza necesaria en el limitado panorama de la primera década del siglo, con su tinta de bestseller y la creación de falsos mitos metaliterarios que el paso de los años parece hundir por hastío colectivo hacia esos autores y esas experiencias tan de moda durante un tiempo finito, hombres que desde su soberbia quizá aprenderían mucho de sus antepasados de los sesenta, empeñados en forzar la clavija hasta la explosión definitiva.

En este sentido conviene loar la labor de Alpha Decay, editorial empeñada en publicar textos interesantes que se apartan de la línea convencional que sigue la mayoría. Quizá no serán obras leídas por el gran público; su objetivo es otro y se centra en el amor a la literatura desde un planteamiento que desde la rabiosa novedad, la apuesta por nuevos talentos, no renuncia a lo clásico con clase, factor observable en su reciente catálogo, plagado de buenos nombres mezclados con propuestas anómalas por arriesgadas, un poco como ¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?, librito que sin vender a lo Stieg Larsson satisfará los paladares más exigentes del amplio y variopinto universo lector.

1 comentario:

Marta Farreras dijo...

Jordi , en la tertúlia del mes octubre leemos este libro, ya te contaré