sábado, 25 de diciembre de 2010

Seductores, ilustrados y visionarios. Seis personajes en tiempos adversos de Josep Maria Castellet en Culturalia


Recuerdos útiles para perfilar horizontes: Seductores, ilustrados y visionarios de Josep Maria Castellet, por Jordi Corominas i Julián
No hace mucho caminaba por Paseo San Juan y vi al otro lado de la calle la espigada figura de Josep Maria Castellet. Parecía un pantocrátor contemporáneo, alto, elegante y singular, reconocible a cien mil metros de distancia. A sus 84 años el antólogo de los nueve novísimos sigue en la brecha, y como es comprensible dedica parte de sus esfuerzos a recordar para que su memoria no se desvanezca y el recuerdo sea algo más que nostalgia individual. Al compartirla nos hace partícipe de su experiencia, con lo que el pasado cobra rabiosa actualidad, y en su última obra los seis nombres que llenan sus páginas pasan a ser un testimonio vital de un tiempo y un país. El sexteto es de altos vuelos, y su orden en el volumen sigue premisas cronológicas que hacen el todo más comprensible desde una evidente evolución cultural. Manuel Sacristán es el comunismo, el compromiso y la inocente amistad de la adolescencia y la primera edad adulta, cuando el franquismo acababa de instalarse y el ambiente aún bebía de las fuentes tópicas de un mundo anclado en referentes que la vorágine del siglo XX devoraría sin piedad. La tuberculosis, el intercambio epistolar, la revista Laye y el desencuentro por la ideología, que también afecto a Gil de Biedma, marcan un episodio que se enlaza con naturalidad en el salto hacia Carlos Barral, padre de todos los editores, personaje de carisma inigualable que el autor humaniza con sus virtudes y sus defectos, destacando sobremanera la proyección internacional del ilustre barbudo en una época donde llegó a temer por su permanencia en el interior de esa piel de toro fascista donde sus ideas progresistas se equiparaban con el mismísimo diablo. Algo parecido puede decirse de Gabriel Ferrater, quizá el personaje más interesante de los tratados en el manuscrito por su extraña personalidad combinada con una increíble inteligencia que asimismo transportaba una lucidez a prueba de bombas; no quería llegar a viejo, pero supo aprovechar sus horas en el valle de lágrimas para deslumbrar a propios y extraños con versos, impresiones y la increíble seducción que escondían esas gafas oscuras que veían más que nadie, anticipándose en juicio y sabiduría literaria, cercana y distante, todo lo contrario que en el caso de Joan Fuster, poeta y gran poeta de las letras catalanas que Castellet enfoca en un texto leíble en varios prismas que abarcan desde Espriu hasta la acuciante necesidad del grupo de Barcelona por darse a conocer fuera de la Ciudad Condal, y la reflexión es interesante al demostrar que nada ha cambiado en el horizonte hispano, donde los poetas que escriben en castellano desde Catalunya siguen condenados a sentirse periferia cuando sus versos tienen nivel para ser conocidos allende sus fronteras geográficas.


Finalmente, Alfonso Comín y Terenci Moix se sitúan en un marco que preludia otro aire. La hiperactividad del primero sufre por contradicciones internas bastante bien llevadas en su lucha de compartir catolicismo y comunismo, trabajar en puesto menores, padecer un cáncer, malvivir entre barrotes y caminar esperanzado sabiendo que la muerte acechaba. Terenci era otra cosa, y por mucho que se le mencione en una pose más que divertida ya se intuye en el inconfundible chico del Raval una materia diferente desde lo singular, con su amor enloquecido por Egipto, su nada disimulada homosexualidad y una vertiente lúdica más propia de la segunda mitad de la centuria, sin la seriedad de sus predecesores, hombres inolvidables que merecen ser celebrados para que su estela perdure y se transmita en los, porque es menester, herederos de su magia.

J.M. Castellet; Seductores, ilustrados y visionarios. Seis personajes en tiempos adversos, Barcelona, Anagrama, 2010.
ISBN 978-84-33972-18-7

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