martes, 26 de julio de 2011

Crónica del show loopoético en el Freedonia, 22 de julio de 2011



Dos meses sin show es algo raro. Lo decían hasta los otros participantes del evento que montamos el pasado viernes en la asociación Freedonia, un lugar estupendo que va creciendo día a día, sin prisa pero sin pausa. Se encuentra en el Raval, barrio de Barcelona que en los últimos tiempos destaca por su capacidad de aglutinar garitos que proponen una programación diferente, como la que presentamos. En ocasiones, visto el panorama, es casi más alentador currarse un buen cartel que otra cosa, y realmente el 22 de julio presentamos un tríptico interesante que empezó con un recital fragmentado, siguió con Espécimen y culminó con Loopoesía. Mientras haya fuerzas no cejaremos en nuestro empeño de dar oportunidades y ser una especie de pasaporte que abra puertas y permita a los interesados conocer lo que se cuece dentro y fuera de nuestras fronteras. Se trata de actuar mucho y hablar poco.
El recital tuvo la suerte de contar con dos poetas de excepción. Álex Reig vino con cinco poemas que recitó en su línea ascendente, siempre mejor. El pobre retornaba de Londres y tenia mono de pubs, lo que no fue obstáculo para rendir a gran nivel acompañado de la poetisa Xanath Caraza, quien nos deslumbró con la variedad de sus versos, excelentemente recitados. Fue una verdadera suerte contar con ella, acompañada en lo musical por Raúl Herrera.


Luego llegó el turno de Jordi Corominas i Julián, quien se reservó la última parte para hacer una prueba en directo de su suite poética el stripper ayurvédico, musicada por él mismo. La experiencia fue positiva y tendrá continuidad el 28 de julio en el CCCB de Barcelona en una jornada destinada a concienciar al respetable en relación al cáncer de mama.


Tras una breve pausa y una intensa preparación llegó uno de los platos fuertes de la noche, Espécimen debutó en los escenarios barceloneses el pasado 19 de mayo, concretamente en Inusual Project. En esta ocasión el proyecto, liderado por la genial Raquel Delgado, muy bien flanqueada por Elisabet Fernández Gómez y el Payaso Manchego, amplió su recorrido tanto en tiempo como en concepto por la aportación musical de Raúl Herrera. Lo mejor del espectáculo es que es original, potencia la performance, implica al público e incita sutilmente a la reflexión. El reloj corrió volando y la media hora fue un visto y no visto que esperamos se repita en más ocasiones, pues como sucede en la mayoría de estas propuestas es necesario catar más de una vez la miel para comprender su verdadera esencia. Chapeau.




Luego llegó el turno de Loopoesia. Como he escrito al inicio de esta crónica estábamos algo preocupados por nuestra ausencia bimensual. No es que quisiéramos tanto descanso, simplemente las circunstancias se aliaron para cancelar un show en Gracia que nos apetecía una barbaridad. Las circunstancias y una vecina loca, pero de eso ya hablaremos en otro momento. Este 2011 tuvo su pistoletazo de salida loopoético en el Freedonia. Ese ya lejano diez de febrero la liamos muy gorda,entre otras cosas porque aún no conocíamos el método justo para interpretar y transmitir las vivencias del negro de Banyoles. En cierto sentido ese jueves jugamos a marcar una frontera entre el pasado y el presente por exceso de energía, lo que nos sirvió para canalizarla mejor en los siguientes eventos hasta alcanzar nuestra cumbre, otro antes y después, en la Fnac de Madrid, que ya nos dio la absoluta confianza que con trabajo, voluntad y nuestro granito de arena todo sería posible.




Pese a ello, sabíamos que en julio la incógnita del resultado se cerniría sobre nuestras cabezas. Todo fue sobre ruedas en la intro. Tenemos tantas testas coloreadas que casi nos pasamos de tiempo. No fue así. Jean Martin, todavía con su máscara, rugía siguiendo el sonido del león, se movía con cierto frenetismo y enseñaba los objetos que Laura Fillola le servía en bandeja. Pasaron esos cinco minutos, procedió al ritual de mostrar su rostro al público y dio rienda suelta a la narración de las vivencias del bosquimano, palabra que debí usar más. El discurso de la jornada fue correcto,aunque quizá le falto darle más rienda suelta, ser más canalla. Se notaba un poco lo que comentábamos, si bien quizá de esta manera, sin tanto ruido y una solemnidad contenida, el mensaje llegaba más al espectador, que asimilaba mejor el contenido. De todos modos, conscientes del hecho, las partes se hilvanaron de maravilla y las reacciones fueron previsibles. Las sillas estaban dispuestas en forma de teatro y notábamos el silencioso aliento del público, que a medida que avanzaba todo crecía. Pasamos por París, sentimos la llegada del negro a la ciudad de la luz, lo movimos a Barcelona con Francesc Darder, lo depositamos en Banyoles mientras el siglo veinte avanzaba con sus progresos de derechos civiles y percibimos algo impresionante. Teníamos cierto pavor a los instantes muertos. Lo solventamos bien. Laura bailó a lo grande, lo que es habitual, y Jordi se coordinó bien con ella, sin el exceso de otras ocasiones. Es posible que sin darnos cuenta el show haya adquirido madurez, quien sabe.


En Barcelona 92 contamos el desmán de BCN, atendimos a Carmen de Mairena y perpetramos, una vez el bosquimano subió al metro de Sagrera, el único fallo garrafal de la noche: no poner la cabeza de Cristina, el amor del retrasado mental del underground, en el palo para que el público la conociera. Creo que esa parte es la de más difícil comprensión, y por eso olvidar el elemento simbólico fue un defecto que intentamos subsanar exhibiendo la cabeza de la muñeca en plan bárbaros salvajes decapitadotes.


Posteriormente procedimos a mostrar el amor del negro y la moreneta, esos dos símbolos catalanes del gran poder, personas de color, horrible eufemismo, que fueron, son y serán mitos anómalos del Principado. La escena de amor, combinada con la música irónica, se desarrolló con buena dinámica y alcanzamos la penúltima traca con como es que había más monjas que negros, donde por primera vez una persona con esta pigmentación nos habló de la primera vez en que vio a un semejante. También nuestra amiga Giuliana Bendezu aportó su granito de arena.

Abandonamos al bosquimano en el anatómico forense, Laura bailó la jota, yo enseñé los huesos y el cráneo de nuestro héroe al respetable y sonó una música que anunciaba la conclusión. En el striptease, nada ayurvédico, el tempo fue más lento que de costumbre, como si nos diera pereza jugar con el balón, lo que finalmente se produjo con el sólito cachondeo. Sonaron las últimas y futbolísticas notas, recordando a todos la tristeza del hombre transportado a Europa que yace en un sepulcro que tiene una lápida válida como corner de fútbol, hicimos la triple reverencia y cerramos el día contentos y con sensaciones que al escribir la crónica he descubierto más notables de lo que pensaba ese día, donde, como siempre, terminamos agotados y felices por el esfuerzo.

Ahora toca planificar el futuro, y eso incluye la última parte de 2011 y pensar en 2012, donde lo idóneo, algo que también pretendemos para otoño,sería realizar una selección más concreta de locales, actuar menos pero hacerlo como si siempre fuera el momento decisivo en teatros y lugares que no nos comprometan tanto en el factor organizativo, pues al fin y al cabo toca actuar, lo demás es una consecuencia del entusiasmo,pero si queremos una auténtica profesionalización deberemos ser nosotros como intérpretes sin preocuparnos de otras cosas. Por ahora, aunque siempre hay sorpresas, la idea es tratar el encuentro entre Mahler y Freud en 1910.

Loopoesia es amor

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