jueves, 16 de mayo de 2013
Las traducciones que pagan los ciudadanos en Bcn Mes
Las traducciones que pagan los ciudadanos, by Jordi Corominas i Julián
La literatura de una ciudad también es paseo. Por una vez, y sin que sirve de precedente, lo haremos sin movernos de casa, sólo con la magia de los libros. Resulta que l’Ajuntament de Barcelona ha decidido ayudar con la módica cifra de diez mil euros la traducción de Victus, novela de Albert Sánchez Piñol sobre el sitio de 1714 que inicialmente fue escrita en castellano.
La iniciativa, que se acompaña con la concesión de 500 ejemplares para l’Ajuntament, es necesaria según quién la paga al ser Victus un texto importante que habla de la ciudad. También lo son Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé, Nada de Carmen Laforet, La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza, Extraña forma de vida de Enrique Vila-Matas o La cápsula del tiempo de Miqui Otero y no veo que el alcalde se haya preocupado por sacar la cartera.
El motivo es obvio. Todo lo sólido se desvanece en el aire, los operadores preparan un cambio de escenario que nadie sabe cuándo llegara. Sin embargo, los aires políticos hablan de una Generalitat a la deriva y un Ayuntamiento denostado por sus ciudadanos. No importa porque ambas instituciones, que se miran de frente en la Plaça de Sant Jaume, preparan los fastos de 2014 con toda su apoteosis nacionalista por los tres siglos de la derrota en una Guerra Europea que, eso es innegable, cambió los designios del ordenamiento territorial y jurídico de España.
Si fuéramos objetivos comprobaríamos que cuando el Partido Popular ensalza a los Reyes Católicos incurre en un error de ignorancia, un poco como lo de Cospedal con los escraches y el nazismo. La España que pereció en 1714 era más federal que ninguna, esa es la tristeza, eso y la pérdida de libertades, que nadie lo dude, pero sabemos que los políticos no atienden a razones históricas, les gusta manipular, es su salsa para todo, y en este caso Convergència i Unió lo hace a lo grande y con sublime descaro. La cosa se les va de las manos, y lo de esta traducción es una muestra más.
¿Por qué? No somos Mourinho, no pateixin. En primer lugar porque ahora la autoridad municipal se erige en autoridad literaria, en supremo crítico, lo que de por sí sólo demuestra la pésima deriva cultural de la capital catalana, con su institucionalización de lo políticamente correcto por todas partes desde la ignorancia de la corriente subterránea que sí es reconocida allende sus cada vez más roídos muros. Asimismo esta actitud tiene ejemplos deleznables, como la nueva edición de Barcelona Poesía, más ciega que Homero en sentido negativo, transformada de la innovación a lo casposo, con una organización que no debe ni hojear lo que se hace en su propia ciudad. Alguien dirá que esto es un berrinche personal, puede. Hablo de lo que sé, y observo una serie de decisiones en lo cultural que son pura calamidad y dilapidan un crédito que costó decenios lograr.
En segundo lugar este sumo sanedrín de las letras decide por el ciudadano. Hablamos mucho de Democracia directa. Aquí, menos que en otras situaciones, tendría sentido. ¿Por qué debo pagar de mi bolsillo la traducción? ¿No hay cosas más importantes en las que invertir el dinero público?
El alcalde Trias obsequió por el día del libro a todos los regidores con un ejemplar del libro. Es una frase maravillosa para montar uno de esos análisis en árbol que tanto nos jodían la existencia en la secundaria. Aquí lo que jode en plan bonus track, y permítanme ser ligeramente grueso, es la competencia desleal. Si La Campana, editorial que publica el volumen, consigue beneficios, como es de suponer tras el éxito de Sant Jordi aún con el autor ausente en las firmas, sería justo que devolviera el dinero recibido. ¿Lo hará? No, La indignación crece, y quizá un día todos los que nos toman el pelo se topen con un incendio de proporciones inasibles.
PS: Obtenemos nuestras informaciones desde varias fuentes. Una interna del Diari ARA preguntó el motivo de la no inclusión de la noticia en tan renombrado periódico. La respuesta fue: pregunta-li al director. Así nos va, pero todo se sabe.
Ilustración de Nil Bartolozzi
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Xavier Trías
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