Ensayos, de Italo Svevo, por Jordi
Corominas i Julián
Italo
Svevo, Ensayos, Páginas de Espuma, Madrid, 2014
Traducción
y edición de Cuqui Weller
Durante
mucho tiempo España se comportó con Italo Svevo como la vida le había tratado
literariamente. Era extraño encontrar obras suyas traducidas al castellano,
pero desde hace unos años algunas editoriales, entre las que sobresale Gadir,
resolvieron tan injusto destino para nuestro catálogo bibliográfico.
En
el resto de Europa el nombre del triestino sonó con fuerza desde los años
veinte, cuando Joyce y Larbaud ayudaron a cimentar una más que merecida fama
que brotó al final de su vida con la difusión de su última novela, La coscienza
di Zeno, obra personalísima con tintes freudianos donde la leyenda del último
cigarrillo no debe oscurecer otras virtudes que ya sobresalían en Una vita y
Senilità, novelas de juventud ignoradas en su tiempo y recuperadas cuando el
reconocimiento y una muerte prematura dieron al comerciante de la empresa Veneziani
un aura más que especial.
Uno
de los puntos fuertes de su singladura literaria, poco valorado en nuestras
fronteras, es su agilidad para con los relatos. Siempre recordaré la tensión de
la nouvelle L’assasino di Via Belpoggio, donde el autor de la ciudad
encrucijada transmitía una habilidad con la prosa al alcance de muy pocos. Sin
embargo, ese texto, como tantos otros, sólo reflejaba una mente inquieta que a
partir de un dilentantismo involuntario había conseguido una vasta cultura
forjada entre lecturas y viajes. Ello puede comprobarse a lo grande en la
cuidada edición que Cuqui Weller ha preparado para Páginas de Espuma,
completando así el círculo sveviano en nuestro país.
El
volumen glosa toda una existencia y la simboliza por los dimes y diretes de los
escritos. Siempre me sorprendió, aunque es algo normal por el contexto
histórico, que Ettore Schmitz optara por varios seudónimos, pero choca todavía
más comprobar las enormes dificultades que tuvo para publicar cualquier tipo de
propuesta que presentaba. Muchos de los artículos y conferencias del libro no
vieron la luz cuando fueron ideados y esperaron con paciencia en el cajón.
No
sucede así con los primeros, artículos de juventud que cubren una década de
colaboraciones con L’Independente. Estas ágiles reflexiones son propias de un
joven inquieto de finales del Novecientos. Francia es la luz que ilumina la
imaginación del autor, quien por otra parte nos ofrece un envidiable abanico
temático donde surgen con naturalidad todos los mitos de la época, desde el
inevitable Napoleón hasta Wagner pasando por figuras más bien olvidadas, pese a
su pretérita importancia, como los hermanos Goncourt o Giovanni Verga.
Svevo
enarbola la bandera de una crítica que deja fluir su contenido como un torrente
sin descuidar la estructura de la misma. Asimismo no es en absoluto
complaciente con las materias tratadas, y esa ausencia de buenismo, de la que
deberían tomar nota muchos hoy en día, denota sinceridad y ambición, también
visible en la amplitud de miras de sus comentarios, capaces tanto de abarcar
síntesis filosóficas a partir de acontecimientos cotidianos como la
inauguración de la estatua de Giordano Bruno en Roma como exhibir obsesiones
que más tarde aparecerán en su obra narrativa.
En
esos artículos juveniles está una base que germinará definitivamente en la
madurez, reforzada por las circunstancias vitales del triestino, a quien sería
demasiado simple como el amigo y profesor de James Joyce. Su experiencia
viajera nos regala unas descripciones londinenses de gran envergadura, aliñadas
con el aliciente de la cronología, pues esas visiones de la capital británica
cubren el período previo a la Primera Guerra Mundial, cuando Inglaterra aun era
la potencia hegemónica, hasta el trance posterior al armisticio. Svevo nos
habla de costumbres sin apartar para nada problemáticas sociales como la huelga
de mineros.
Otros
ensayos abordan un crisol de eventos y polémicas de principios de siglo. El
autor se moja con sus ideas relativas a la paz y se divierte en su disección
ciudadana a partir de los que suben a un célebre tranvía. Esta diversidad
alcanza su apogeo, bien ansiado, con su conferencia dedicada a Joyce, donde el
factor analítico se combina con maestría con hechos personales que dan al
conjunto una dosis de humanidad donde se mezcla el elogio y el conocimiento de
los pasos que llevaron al milagro, inigualable desde mi punto de vista, del
Ulises, concebido en Trieste, enclave fundamental para entender una cierta
literatura europea del inicio del Novecientos, algo que Ettore Schmitz entendió
como demuestra al mencionar la diferencia entre su amigo irlandés y Marcel
Proust. Ambos se unen en el imaginario porque el Ulises apareció en 1922, año
de la muerte del francés. Ambas hombres crearon novelas que marcan fronteras.
El galo clausuró toda una centuria y el autor de Dublineses abrió otra. Svevo
lo intuye y lo dice casi en un susurro que avanza hasta cotas más profundas
porque su coherencia requiere abandonar la mera anécdota para centrarse en el
proceso que conduce a un objetivo, de Música de cámara al genial experimento
que transcurre durante ese famoso 16 de junio de 1904.
Debemos
aplaudir iniciativas como esta edición, útil más allá de la actualidad. Los
libros de largo recorrido muestran criterio y la verdadera salud de un mercado
donde sí, se necesita beneficio, pero también una política de calidad que no se
limite a intentar vender todo lo antiguo como un clásico. Svevo lo es por
derecho propio y esta edición le rinde merecida justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario