miércoles, 20 de enero de 2010

Cinco acciones revolucionarias de la ciudadanía en Bcn Week


Cinco acciones revolucionarias de la ciudadanía by Jordi Corominas i Julián

El pleno municipal del 23 de diciembre de 2009 supuso un antes y después en la mentalidad de los barceloneses. Los votos contrarios al aumento de las tarifas del transporte público cayeron en saco roto y se extraviaron en las catacumbas de la desidia. Los billetes subieron un 2,5% y el ciudadano, solidario con Madrid, despertó de su letargo pasivo y amodorrado. Cinco acciones revolucionarias han marcado este 2010 que ahora analizamos, cinco heroicidades del pueblo que alteraron nuestra relación con el poder que durante tantos años se ha burlado de nosotros. Sin duda alguna podríamos usar métodos tópicos del lenguaje actual. Si lo hiciéramos traicionaríamos la voluntad popular que impulsó el cambio desde la rabia de quien se ha hastiado del ninguneo y prefiere respirar con justicia que evite atracos legislativos poco respetuosos con el sentir y el bienestar colectivo.

La primera chispa apareció en forma de octavilla. Jóvenes vestidos como repartidores de telepizza empezaron a distribuir en las estaciones de metro papelitos que incitaban a no coger el metro el primero de marzo de 2010, justo 59 años después del inicio de la famosa y triunfal huelga de los tranvías de 1951, cuando los barceloneses desafiaron el abuso franquista yendo a caminar a sus puestos de trabajo durante casi una semana. La huelga, entonces como hace escasos meses, fue un éxito absoluto. No es delito pasear y fortalecer las piernas. La aplicación de la resistencia pacífica contra el aumento de tarifas hizo que la empresa municipal de transportes viera desangradas sus arcas, pues el boicot duró más de un mes y medio y supuso un importante descenso en el tráfico de pasajeros. El día del libro el alcalde emitió un comunicado mediante el cual se rebajaba en un 10% la T-10, joya de la corona del underground condal. Sin embargo, su medida contentó a pocos. Quien escribe este artículo ha observado como muchos jóvenes compran la tarjeta rosa para ahorrarse dinero y seguir saboteando uno de los servicios que reportaba más beneficios al erario público.

La segunda brizna de aire puro acaeció durante las celebraciones por la victoria del Barça contra el Real Madrid en la final de la Champions League celebrada en el Santiago Bernabéu el sábado 22 de mayo de 2010. Tras el hat-trick de Messi y las dos dianas de Pedrito, los aficionados acudieron en masa a la Rambla sin saber que algunos miembros del comando “Guardiola president Catalunya independent” perpetraban en la sede técnica de BSM una de las mayores anécdotas urbanas del decenio. Tres jóvenes desmontaron el sistema que amarra las bicicletas del bicing, liberando a las rojas móviles de sus cadenas. Anunciaron su acción con un cartel que caía suavemente de la fachada del bar Núria. Los gritos mofándose del eterno enemigo viraron y se transformaron en una desenfrenada carrera hacia el saqueo de los infames velocípedos. El robo por el robo no tenía sentido, por lo que se decidió agrupar a los ebrios seguidores y emprender una ruta ciclista hasta el aeropuerto del Prat para esperar a los campeones, de retorno al hogar con la orejuda por segundo año consecutivo. La policía no intervino por miedo. Los biciclos al paso de la expedición azulgrana simbolizaron la entrega absoluta hacia quienes hacen sentir emociones y son honestos con su estilo. Visca el Barça! El servicio de pago ciclista se restableció con toda normalidad al cabo de dos semanas.

El tercer brote surgió en Facebook y sacudió la legislación desde su propia base. El grupo “Pasea desnudo por la Rambla en San Juan” alcanzó los diez mil seguidores en veintitrés días. El objetivo manifiesto de sus creadores era conseguir la plena transgresión de la tradicional verbena. Su pistoletazo de arranque tuvo lugar en la playa de Sant Sebastià, donde se reunían la mayor parte de ociosos fiesteros. Dos chicas en cueros incitaron a la mayoría a desprenderse de sus ropas y caminar en cueros hasta la Plaça de Sant Jaume para realizar la gran hoguera de la libertad. Spencer Tunnick quedó en ridículo y el Ayuntamiento asistió impotente a la máxima permisividad de su tan cacareado civismo. La ley impidió multar tan anómala manifestación, limpia de sexo, llena de risas y cargada de significados que iban más allá de las carnes visibles.

La cuarta barrera se derribó en septiembre con visos tragicómicos. Las constantes incursiones de las fuerzas del orden en el Raval recibieron justa réplica ciudadana mediante la invasión del solar donde se está edificando la nueva Filmoteca. Centenares de Pakistaníes y prostítutas ocuparon el enclave e instalaron tiendas de campaña como protesta al acoso que padecen a diario por la voluntad municipal de convertir el otrora Barrio Chino en otra zona despersonalizada destinada al turismo y al falso oropel que anuncia espacios privatizados a la vera de lujosos apartamentos que sustituirán los vetustos inmuebles que, casualmente, se queman cada dos por tres. La acampada duró poco más de una semana y el desalojo levantó olas de indignación en los medios de comunicación del Planeta, y hasta el deleznable programa Sálvame se hizo eco del caso. Belén Esteban prometió casarse con un latero en pos de una regularización masiva de estos personajes de nuestra auca del Senyor Esteve del siglo XXI. Cerveza Beer ya no es un simple mensaje a un euro, amigo.

La quinta marcha es más un indicio que una certeza. En las elecciones autonómicas del domingo 6 de noviembre la participación alcanzó un escaso 35% que deslució la apabullante victoria de Convergencia i Unió, partido que no podrá gobernar porque mientras escribimos estas palabras sus votantes se muestran reacios a un pacto con el Partido Popular de Catalunya, máxime después de la sentencia del Tribunal Supremo que invalidaba los principales puntos del Estatut de 2005. La gran abstención registrada constituye un serio aviso para Jordi Hereu, quien fue recibido con silbidos y abucheos en su colegio electoral. En los días posteriores a la consulta muchas calles de la ciudad amanecieron con pintadas pidiendo al votante más absentismo de cara a los inminentes comicios municipales de 2011 con la clara misión de desactivar BCN y fundar una nueva Barcelona más pendiente de las preocupaciones del ciudadano de a pie, una Barcelona con todas sus letras que construya cultura sin necesidad de expandir su imagen con campañas inútiles para quienes residen entre sus muros, ansiosos de abandonar el parque temático y vivir en un entramado digno e igualitario.





Foto: Jordi Corominas i Julián

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