Estoy viendo las noticias de La Sexta y, de repente, me he fijado en la fealdad de Albert Junqueras. Me hace pensar en Polifemo y en un personaje de las películas del director de Amèlie, del cual no recuerdo ahora mismo el nombre. Es curioso que su rostro de ciencia ficción le haya dado tan buena cosecha de votos, lo que dice mucho a favor de su inteligencia, pues hasta el momento no ha meado fuera de tiesto, es cabal y puede convertir a Mas en un esclavo rollo Vercingetórix, aunque seguramente eso no sucederá.
Luego ha aparecido en la pantalla Pere Navarro, y me he planteado el porqué los políticos de los partidos tradicionales, ya hablamos como en la Restauración decimonónica, siempre van con traje y corbata. El uniforme del líder socialista parecía salido del Corte Inglés, pero no, el rey se levanta y camina con autonomía por su habitación, perdonen, me he despistado por el informativo. Decía que el Alcalde de Terrassa lleva un vestido funcionarial que perjudica su tez blanquecina, sus desproporcionadas fosas nasales y la pinta de no haber roto un plato en su vida. Decían unas señoras en el mercado que sería el yerno ideal, con el que nadie se casaría. Un amigo opina que han querido fabricar un candidato Nespresso, por el café, no por la velocidad en confeccionar y sacar el producto al mercado. Con cuatro años puede que sea otra cosa. What else?
Más tarde ha llegado el turno de Alicia Sánchez Camacho, ni exhausta, ni cansada, ni inocente como la cámara secuestrada de la Sexta. Ayer la de TV3 se equivocó y mostró unos ángulos que enseñaban la escasa cantidad de militantes que acudieron al Majestic para celebrar la victoria de CiU.
Volvamos a la chica del PP, la hermana de la Kirchner y amiga de los del Planeta de los simios. Acude al solarium diariamente y se siente muy feliz con sus progresos lingüísticos. La policía llevará chalecos con identificación, ojala. Es la primera candidata de la derecha españolista que habla con fluidez el catalán. No la sitúo en mi mapa de Barcelona, con toda seguridad pulula por la zona alta, aunque no por su origen social, que desconozco.
A Joan Herrera no le han dado ni un mísero minuto. Trabajamos para un paciente, no para una empresa. Estamos todos hasta el gorro. Antonio ha salido esta mañana de su planta de cardiología, Olé tus cojones, suelta desde el megáfono. El ya no tan joven postulante socialdemócrata viste y es un tipo normal, quizá con un exceso de acomplejada actitud intelectual, con el que puedes coincidir en muchos puntos de Barcelona. Lo he visto en un par de ocasiones con su famosa bici con asiento para niños y otra vez caminando, siempre cerca de la Meridiana.
Albert Rivera tampoco cuenta para el noticiario. Ayer lucía un traje de Matrix, y pese a que en persona tiene su aire de pijo sin más, en televisión ostenta un notable parecido con un hipotético muñeco de MarcParrot. Sí, sé que sonará raro, fíjense. Se lo ruego. Frío y bueno, bastante humedad. Estamos que casi no podemos cerrar las manos. El arco iris resplandeciente de Canarias.
Están casi con los deportes. López Tena se tiñó de años treinta con lo de los soldados de Catalunya. Què dius, capsigrany? Baixant per la font del gat, una noia, una noia. Lo vislumbro en una peli de los Cohen como matón hortera, o en una de las de Martínez Soria como figurante.
Durán Durán i Lleida hoy está crecido y en esa extraña rueda de prensa sobre los resultados, el democristiano sentado y Mas como si estuviera en el club de la comedia, de pie y con un micro. Tras el escrutinio, el elenco de patricios convergentes era un lienzo holandés de campesinos hambrientos encorbatados. Durán me preocupó sobremanera, y no sólo por su estética a lo Patrick Stewart de Star Trek. Su brazo derecho se colocó sobre el izquierdo sin fuerza. Estaba muy perjudicado. Cabizbajo, se quedaba sin energía o la reprimía en exceso. En cambio, su discurso de hoy era el de un secretario general, en contraste con Mas, más sosegado en sus apreciaciones de guión, algo más certeras que después del batacazo, donde sufrí por su mandíbula. Con Arturito, así le llamaban de adolescente en Vilassar de Mar, me genero grandes interrogantes. Tengo dos efemérides con Artur Mas. La primera fue un martes de la primavera de 2004 por la tarde en el cruce de Bruc con Valencia. Iba con su comitiva y se encaminaba hacia la sede de Convergència. Recuerdo la anécdota porque dos amigos lo vieron. Uno en Bruc con Diagonal. El otro en la misma calle con Córcega. Tres amigos vieron al president, vocablo que provoca orgasmos en algunos telediarios, en sólo quince minutos. No me fijé en exceso, fue más bien aquello de ah, fíjate, es él.
La segunda acaeció en la cadena SER en otoño de 2009. Era otro martes y bajé al estudio para mi sección de crónica negra barcelonesa. Mi jefe me había advertido que quizá tendríamos menos tiempo porque antes entrevistaba al Masías. Nos cruzamos e iba disfrazado de político, con guardaespaldas y toda la parafernalia. Creí percibir que se cree mucho su papel en la función.
No sé si es el perfecto vendedor de enciclopedias a domicilio. Bueno, sí, lo es. Sin embargo, intento trasladarme a un cerebro de un grupo numeroso de mujeres de mediana o tercera edad catalanas y intuyo que su percepción es diametralmente opuesta. Mas se presenta en su escenario mental como un hombre apuesto, burgués y con una existencia envidiable. Un señor atractivo de pies a cabeza. Esta concepción apenas escucha la pesada cantinela que ha tensionado el ambiente hasta límites absurdos, la mercadotecnia y cuatro lemas interiorizados bastan. Las enciclopedias lucen bien en cualquier hogar.
La relación entre Florentino Pérez y Mourinho es muy buena. Leo es balón dorado. Cristiano es ojo morado. Ya no comentarán nada más de las elecciones. Son las nueve y doce minutos del lunes doce de noviembre de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario