viernes, 23 de noviembre de 2012
Diálogo con Jean Rolin en Revista de Letras
Diálogo con Jean Rolin, por Jordi Corominas i Julián| Destacados | 18.11.12
Es miércoles por la mañana y empiezo a notar el frío otoñal mientras me dirijo a un hotel para solucionar una historia que empezó un mes atrás en el buzón de mi casa con un enorme sobre a mi nombre. Contenía obras de Jean Rolin publicadas por dos editoriales, Libros del Asteroide y Sexto Piso, un extraño combo compuesto por El rapto de Britney Spears y La cerca, novelas donde el espacio se erige en protagonista a partir del rompecabezas generado por el movimiento de sus personajes. En la primera, la trama se centra en una delirante y absurda trama de espionaje que permite asistir a la persecución, por parte de un agente francés, de Britney Spears y toda una camarilla de famosos en un contexto de lujo y paparazzi, diametralmente opuesto al de La cerca y sus vivencias de hombres de periferia, desgraciados y prostitutas que alternan en protagonismo con el mariscal Ney, ambiguo militar napoleónico que da lustre al barrio con su avenida.
Entre la miseria de la banlieue y el oropel de Beverly Hills hay más coincidencias de las que podríamos imaginar, y lo mismo ocurre con los dos volúmenes que centran mi diálogo con el escritor francés. El lapso de diez años entre uno y otro no hace sino demostrar que una trayectoria adquiere coherencia a través de ideas, estilos y continuidades que se filtran en el aire de los libros.
Rolin es alto y muy delgado. Su presencia en la luminosa estancia que acoge nuestro diálogo es rara, como si su cuerpo tuviera que estar por fuerza en otro lugar, respirando calle sin cuadros, luces y mesas de diseño. Todo eso desaparece de mi mente cuando, tras intercambiar algunas palabras de bienvenida, enciendo mi grabadora y doy paso al ritual de preguntas y respuestas.
He observado en ambas novelas una particular obsesión por topografiar los espacios.
Sí, es algo muy importante y que por lo demás se puede localizar en la mayoría de mis libros. Casi siempre empiezo localizando un territorio en un mapa y después imagino la historia que sucederá en el espacio.
Entonces digamos que esta obsesión forma parte de tu metodología como escritor.
No lo hago expresamente, sale así, es una característica de mi trabajo desde hace tiempo. Casi siempre me inspiro a partir de una representación cartográfica del territorio y luego elijo determinados tramos del mismo.
Tanto en La cerca como en El rapto de Britney Spears observo que los personajes, y asimismo el narrador, están en un espacio del que parecen totalmente alienados, como si fueran extraños al territorio.
Lo hago para remarcar el modo en que me desplazo por estos espacios, con diferentes niveles de conocimiento, porque lógicamente el barrio de La cerca, situado en la zona Noroeste de París, me es mucho más familiar que los lugares por donde transcurre la acción de El rapto de Britney Spears. En todos los casos se trata de una exploración a partir del mapa.
Es como un juego detectivesco. Entre La cerca y El rapto de Britney Spears hay un contraste social de los escenarios. Pasamos de la periferia parisina al frívolo lujo de Los Ángeles.
En El rapto de Britney Spears el narrador nunca penetra verdaderamente en el mundo de las estrellas, entre otras cosas porque tampoco quiere hacerlo. Se desplaza por el territorio de su objeto de observación, se fija en sus hábitos y en su actitud territorial, pero nunca quiere acercarse a Britney. Si eso sucede se retira del escenario.
Es un antropólogo. Hace la cartografía de Britney sin acercarse porque quiere estudiarla y sacar sus conclusiones.
Sí. Para que veas lo auténtico de mis pesquisas cartográficas te contaré cómo empecé a investigar el tema. Al tener la idea de Britney decidí informarme mediante revistas de cotilleo, a las que no estaba precisamente acostumbrado. Un buen día localicé en una de estas publicaciones un mapa con los movimientos de Britney Spears durante una semana. No era su buena época, salía mucho y hacía tonterías. Sus desplazamientos eran totalmente arbitrarios. Ese mapa me convenció para emprender el reto de la novela. Britney se movía entre restaurantes, bares, locales y tiendas de ropa. Lo que me fascinó del personaje fueron sus movimientos. Normalmente las personas circulamos por una cuadrícula totalmente definida y limitada.
Y somos animales de costumbres, tenemos una inevitable tendencia a la repetición pese a creer tener una vida completa y muy variada.
Sí, eso creemos, pero no es verdad. Lo curioso es que Britney hace lo mismo que cualquier persona, pero en sitios de lujo. Su vida es tan miserable como la nuestra, pero por nosotros no se interesa nadie. Yo mismo en París frecuento siempre los mismos locales y tiendas, pero claro, son de barrio.
Como todos…
Además para las estrellas el shopping es una actividad que llena su tiempo.
Es la banalidad del shopping. Con El rapto de Britney Spears también creo que se muestra lo patético de nuestro tiempo, porque de nada sirve saber lo que hacen los famosos, es una de las absurdidades del exceso de información.
Sí, y es tan cierto que hasta se puede comprender a través de los paparazzi. Si tuviera tiempo haría un estudio antropológico sobre sus orígenes por nacionalidad y clase social. Por ejemplo, los paparazzi brasileños provienen de un estrato social diferente al lo de los franceses. También trabajan diferente, con otros métodos.
Y eso habrá evolucionado por la creciente importancia del paparazzi y la demanda de un público deseoso de carnaza.
Al principio de su historia los paparazzi buscaban pillar a los famosos en situaciones anómalas o comprometedoras, a ser posible con connotaciones sexuales. Ahora todo es mucho más fácil y la idea central del trabajo de estos caza imágenes es mostrar a las estrellas en situaciones de absoluta normalidad, y en la mayoría de casos estas se crean artificialmente.
¿Con la aquiescencia de la estrella de turno?
Sí, porque si te fijas las estrellas tienen un enorme servicio doméstico para los menesteres cotidianos, es decir, no son ellas las que van a comprar ni a pasear a sus mascotas. Este tipo de fotos suelen hacerse para evitar la mala reputación mediante la generación de empatía con las personas normales.
Y estas personas normales son las protagonistas de La cerca. Viven en la periferia, hablan mucho y también se inventan una barbaridad de historias sin necesidad de recurrir a los paparazzi.
En La cerca hay varios tipos de personaje, y el más importante en el sentido de nuestra charla es el narrador, del que sabemos poco porque se limita a reflejar las preocupaciones de los habitantes del barrio para así poder conocer su personalidad.
En ambos casos la idea es penetrar en lo desconocido, en territorios ajenos a tu persona.
En La cerca la incursión es, en apariencia, menos arriesgada, porque se produce en la periferia de Paris, pero desde un punto de vistas social el distanciamiento es el mismo, no diferencié entre estrellas y vagabundos.
Quizá estemos más cerca de los famosos por el bombardeo de información.
Sí, es una cercanía mediática. Además he trabajado en el sector y creo que sí, que sin serme afín tengo más cercanía con el mundo de los famosos que con el de los vagabundos, pero sólo a nivel informativo.
Entre los dos libros distan diez años y tienen muchas coincidencias temáticas y estructurales.
Entre ambos he publicado más libros, pero en todos ellos existe la coincidencia geográfica, me interesa mucho el tema.
¿Y esta idea tiene influencias de Perec?
Sí, Perec sin duda. Si uno escribe libros hoy en día tiene que considerar que el recurso a la psicología está prácticamente agotado. En mi caso reconozco que a partir de mapas y planos estimulo mi imaginación y siento el deseo de moverme y visitar lugares. De esto modo empiezo a pensar tramas. Por otra parte toda realidad territorial goza de una legitimación que traspasa la literatura. Los mapas me dan un eje que me acerca a la realidad y me permite tratarla con cierto detalle.
Y con pocos trazos de la cuadrícula, sea esta de L. A. o parisina, ya puedes bastarte para reflejar la cotidianidad en su esencia. La ciudad es un laberinto que la literatura ordena.
Sí, y hacer que la ciudad sea un personaje de la novela porque desde su tejido se articula el relato.
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