En 2008 la editorial Anagrama publicó en España una novela que, sorprendentemente, pasó más que desapercibida, tanto que hasta una revista digital rechazó publicar la reseña que hice deLeche materna, obra con la que Edward St. Aubyn debía darse a conocer en nuestro país. Un lustro después, con más coherencia, Mondadori decide resucitar esa vieja aspiración con una edición que junta las tres primeras novelas de la serie dedicada a Patrick Melrose, hijo de una nobleza que lo maltrató desde su más tierna infancia hasta el punto de convertirlo en un amasijo de drogas andante que se transformó con el tiempo en un proyecto de redención para retornar al orden.
Esta, a grandes, rasgos sería la síntesis de Da Igual, Malas noticias y Alguna esperanza, títulos muy significativos tanto en su fondo como en su forma que he leído en un volumen titulado El padre, figura fundamental para entender la evolución de Patrick Melrose, de quien esperamos tener más noticias en un futuro cercano. Sin más prolegómenos enciendo la grabadora.
Han pasado veinte años desde que escribiste esta trilogía. ¿Qué recuerdos conservas del proceso de escritura?Recuerdo perfectamente que Da igual fue lo más difícil que escribí jamás, nunca he vuelto a encontrarme con tamañas dificultades literarias. Conseguí escribirla gracias a mi novia de por aquel entonces, Anna Corberó, una barcelonesa que me alentó a escribir el libro. Yo tenía las ideas, pero no era capaz de releer la novela y tampoco me sentía fuerte como para pasar las páginas a máquina, lo que ella hacía en una sala contigua. Escuchaba como lo hacía y me daba la sensación que todo iba hacia delante. Sin su apoyo hubiera sido absolutamente imposible terminar el proceso. Tuve ataques de pánico que dificultaron aún más la tarea.
¿Mejoraron las cosas en la redacción de Malas noticias?Sí, fue un poco más fácil porque había dejado de tomar drogas, si bien tenía muy presentes las sensaciones de la adicción, estaban muy vivas. Escribía durante la noche y después daba largos paseos para tranquilizarme.
¿Y en Alguna esperanza?Fue más fácil desde el punto de vista emocional, pero desde el técnico fue la más complicada.
¿Tenías claro desde el principio que querías escribir una trilogía?Sí. Lo tenía clarísimo, sobre todo la estructura en tres partes: la crisis, las consecuencias y la resolución del conflicto. No podía desarrollarse de otra manera.
Además supongo que es importante considerar que cada una de las novelas de la trilogía sean cortas: eso confiere intensidad al conjunto.La intensidad precisamente era fundamental para mí, pero también la simplicidad, porque la vida psicológica y emocional de los personajes era absolutamente muy potente, la situación moral más que explosiva. Necesitaba algo simple y elegante. Esta estructura en tres partes, cada una de ellas en un día y un lugar, era ideal para mi concepción. Necesitaba esa unidad para que el bloque no se desintegrara. En la mitad de la segunda parte Patrick, que escucha cuarenta voces, está a punto de sucumbir y su mismo esquema vital está a punto de sucumbir. Por eso, entre otros motivos, era básico estructurar el todo con mucha coherencia.
Por otra parte sí, la intensidad es una palabra clave que me remite a cuestiones estilísticas. Me gusta escribir centrando mucho el foco y mostrarlo con el menor número de palabras posible.
Por otra parte sí, la intensidad es una palabra clave que me remite a cuestiones estilísticas. Me gusta escribir centrando mucho el foco y mostrarlo con el menor número de palabras posible.
En la primera novela Patrick aparece muy poco. En la segunda es el protagonista absoluto, pero está fuera del mundo, algo que ya no sucede en la tercera, donde creo que se sintetiza tu método de conocimiento del personaje, centrado en dar a conocer sus características a partir de los elementos y caracteres que rodean su persona.La primera parte tiene forma de rombo, algo que ya apuntabas, y la segunda parte es narcisista y obsesiva, como la misma drogadicción, donde los otros personajes no tienen cabida. En cambio, la tercera parte es la de la resolución y parte de la misma pasa por Patrick dentro de un contexto social, donde es clave escuchar bien lo que dicen todos los personajes para abordar la serie de temas claves de la novela: la crueldad, el mal uso del poder, la libertad, cómo construimos nuestra propia identidad, el papel que desempeña la clase social o la importancia de los padres en nuestra existencia. La idea es que todos los personajes de la fiesta toquen esos distintos temas, que no sólo forman parte de un contexto general. En este último libro Patrick entra en juego cuando a través de esa vida social puede resolver su pasado. Henry James decía que el diálogo son los personajes debatiendo sobre el argumento, y creo que idealmente esto es bastante cierto.
Patrick asciende a lo largo de las tres novelas, algo que contrasta con la decadencia ética y moral de la clase social a la que pertenece.Sí, pero es importante remarcar que el libro no pretende ser un comentario sociológico, no son novelas sobre la aristocracia, donde por otra parte hay gente muy generosa y agradable. Quería dar una pátina de unidad a mi trabajo y por eso lo centré en ese grupo social, pero también hay espacio para otras personas éticamente correctas, desde la americana Ann que es quien da una visión externa hasta George, que anuncia a Patrick la muerte de su padre y simboliza el rostro amable de la aristocracia, un hombre patriarcal y muy amable.
Patrick está acostumbrado, desde su origen aristocrático, a moverse por unos espacios muy concretos, sitios por donde debería saber desenvolverse a la perfección aunque luego no lo haga porque es un outsider.Salvo en los clubes neoyorquinos de Malas noticias, que son cualquier cosa menos aristocráticos. Patrick no sabe desenvolverse bien en casi ningún aspecto o faceta. Rechaza todo lo que está vinculado con su padre. Tras su muerte cree que ha llegado a un punto de inflexión, pero en realidad no es así porque debe liberarse de la mochila que carga por la presencia de su padre. En Malas noticias no sabe cómo hacerlo, sólo sabe cómo experimentar con la intoxicación y la desintegración. Finalmente en Alguna esperanza acude a la fiesta y se encuentra con determinadas personas que le hablan bien de su padre y empieza a ser consciente de que su progenitor era muchas otras cosas, no solo la figura que él odió. De este modo es capaz de entender que su padre fue el resultado de una serie de fuerzas negativas y así comprende el espacio de muchos elementos que interactúan y determinan la personalidad.
En Malas noticias se produce el momento de mayor tranquilidad de la relación entre padre e hijo justo cuando Patrick transporta las cenizas por la ciudad de Nueva York.Es el momento donde pasan más tiempo sin peleas ni discusiones. El silencio para Patrick es una guerra civil interior. En cualquier situación traumática de este estilo hay dos partes bien definidas. Patrick es la víctima del agresor y al mismo tiempo es el personaje que quiere identificarse con el mismo. Es un ciclo psicológico de manual consistente en identificarse con el agresor al creer que de este modo cesarán las agresiones. Sin embargo, tras la muerte del padre, Patrick vive una gran tensión sin saber qué herramientas debe usar para encontrar su libertad, para sacudirse la pesadilla de su cuerpo.
Hay dos puntos de conflicto muy importantes dentro de Patrick. Por una parte cuando estás tan drogado no puedes pensar fuera de ti. Por la otra creo que él intuye que se parece más a su padre de lo que piensa.Absolutamente. Si intentas liberarte de un montón de cosas que no soportas pero estas cosas son las mismas que usas para liberarte de ellas, como por ejemplo el desprecio, la agresión, la rabia y una actitud desdeñosa verás que es imposible escapar porque el todo se convierte en una contradicción intolerable. Al final la única válvula de escape es un botón que te lleva al espacio.
Está fuera del mundo durante mucho tiempo y el punto álgido del proceso es la novelaMalas noticias. ¿Hasta qué punto es autobiográfica? Creo que el modo en que se refleja el proceso de la adicción es impresionante.He tomado drogas más de un día, pero no es una novela estrictamente autobiográfica.
¿Hasta qué punto Patrick es Edward?Soy distinto de Patrick. Hay una diferencia considerable entre el autor y el narrador y luego otra entre el narrador y los personajes. El libro es una historia en la cual sólo hay algunos aspectos de mi vida. Patrick es una exageración de lo que sería un retrato de mis partes más oscuras. Sus frases, escritas y revisadas infinitas veces, lo hacen más ordenado y articulado de lo que yo nunca pueda ser. Sí es cierto que hay elementos verdaderos, como mis preocupaciones y el hecho que compartimos una infancia difícil y una relación tormentosa con las drogas, pero mi objetivo siempre ha sido escribir novelas, y a medida que avanzaba en la trilogía cada vez hay menos parte real o experimentada y más creada que se hilvana con las anteriores partes. Cuando más avanzas es más complicado resolver lo que escribes con las partes anteriores, por eso en la última sección inventé casi todo de manera muy natural.
¿Cuáles son las partes más basadas en la realidad?Sin duda alguna la relación de Patrick con sus padres, pero los demás personajes son, o bien una combinación de personas que he conocido o bien tienen rasgos inventados. Nicholas Pratt evoluciona y cambia desde la primera hasta la última novela de la serie. Tiene una voz muy personal, sin modelo propio, que cambia a lo largo del recorrido narrativo.
La clave es que siempre quise ser escritor, desde los doce años, cuando hice mi primer intento. Quería escribir una novela y usé el material que tenía a mano, no para escribir mi vida.
La clave es que siempre quise ser escritor, desde los doce años, cuando hice mi primer intento. Quería escribir una novela y usé el material que tenía a mano, no para escribir mi vida.
Toda novela inevitablemente tiene cosas autobiográficas, pero creo que la explicación resume muy bien la cuestión.No te pasas cinco años encerrado en una habitación para escribir sólo sobre uno mismo, no tendría sentido, la literatura tiene más alicientes.
En algún momento has hablado de la voz de Nicholas Pratt, y resulta interesante porque en la trilogía los cuerpos son muy importantes, sobre todo el de Patrick y su padre, pero podría imaginarme el texto sólo con voces, como en Las olas de Virginia Woolf.El capítulo 7 de Malas noticias es muy potente y lo escribí mucho más largo, me costó mucho cerrarlo, podría ser una obra de teatro, pero por cuestiones editoriales tuve que cortarlo, fue un ejercicio de contención, pero mi idea en ese delirio de voces se asemejaba a lo que apuntas, una narrativa desprovista de cuerpos donde las palabras apuntalaban toda la descripción y acción de los personajes, aunque en ese caso concreto todo está en el interior de Patrick.
Ya que hablas de Malas noticias me parece que esa novela, vista con la perspectiva que da el paso del tiempo, muestra el Nueva York de los ochenta desde su presente, algo donde coincide con obras del calado de La trilogía de Nueva York de Paul Auster,American Psycho de Bret Easton Ellis o Money de Martin Amis.No he leído nunca a Paul Auster, pero recuerdo muy bien la lectura de Money de Martin Amis, aunque no creo que tuviera una influencia directa en mis novelas. Ese Nueva York era muy fascinante y eléctrico, terminó por la tolerancia cero y fue una lástima porque era la ciudad, el lugar donde cualquier cosa podía pasar, y sí, en realidad los ochenta fueron una época impresionante que puedo valorarse tanto por la movida de clubbing hasta por el ambiente que se respiraba en sus calles. No deja de ser curioso que Patrick transcurra en Nueva York la parte intermedia de la trilogía, como si su drogadicción fuera un paréntesis entre el inicio y el final.
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