viernes, 1 de febrero de 2013

Entrevista en la Revista Excodra





Entrevista con Jordi Corominas i Julián, por Rubén D. 


Hola Jordi, gracias miles por aceptar esta entrevista que se enmarca dentro de la temática La literatura. Estarás como pez en el agua. Es un placer hacerte la entrevista para este número por muchos motivos porque vives la literatura como pocos, y desde varias ópticas, abarcas muchísimo: Poesía, narrativa breve, textos ensayísticos, novela, tu espectáculo loopoético, la difundes desde la radio, reseñas, en fin, que no sé qué vertiente de la literatura no tocas. Además siento que estás ahora mismo en una época de ascenso creativo importante y nos vas dejando cantidad de muestras de tus diferentes facetas por el camino. Hablemos sobre la literatura y sobre tu literatura, que da un toque diferente a lo que habitualmente estamos acostumbrados. Vamos a ello.



1- Para empezar: ¿Qué es para ti la literatura?
La literatura es una asquerosa casa de putas que se pavonean y buscan que sus egos reluzcan. No, eso es una broma que quizá encierre parte de verdad, una verdad nauseabunda que demuestra como en un mundo de egos es muy fácil sacar de las entrañas lo peor de la condición humana y mostrar las querencias que todos tenemos, sobre todo en un mundo donde los egos creen que su labor es súper importante, algo absurdo, porque nadie conoce ya a los escritores, son insignificantes, y por desgracia no influyen casi en la sociedad, lo que sin duda debería exigir una profunda reflexión de todo el colectivo. Vale, el mundo ha sufrido un giro de ciento ochenta grados, pero de nada vale lamentarse, alguna culpa tendrá el gremio, estoy más que convencido, por eso en ocasiones me parece todo el tinglado más bien ridículo, especialmente en las redes sociales, en las que también aporto mi granito de arena, así que mira, me incluyo en el pack, aunque no desde esa dinámica o ultrasensible o de criticar por frustración, que a veces los blogs parecen el Sálvame de la cultura, lamentable, y es una lástima, porque desde la red se puede contribuir a una nueva crítica literaria y a intentar ampliar miras. Se puede y doy fe que hay personas y revistas que lo consiguen.
Pero no, eso ha sido un impulso porque acabo de ver una peli sobre Freud y Jung y me ha salido eso, también porque no me gusta lo que rodea a la literatura. En cambio, sí me gustan muchas de sus partículas o habitantes, otras no tanto.
En fin, vayamos al grano. La literatura es una droga que se mete en el cuerpo y el porqué de ello no tiene mucha explicación racional, la verdad. Literatura puede ser cualquier cosa, otra cuestión es cómo se plantea o presenta. Volviendo a lo de antes, no a Freud y Jung, hace poco escribí un artículo que entrelíneas hablaba de la banalización en el mundo contemporáneo. Desde luego la literatura no es fachada: debería ser creación, ideas, conceptos, entusiasmo, pasión y un intento heroico de intentar entender lo que nos circunda. ¿Lo es? La gran literatura sí, también la pequeña desde una óptica personal porque hace que las personas luchen por comprenderse. El debate es eterno y nunca podrá dilucidarse con una ecuación precisa.
Literatura es vida en un sentido de ir más allá. Llegas a un límite, lo asumes y puedes optar, porque estás en una encrucijada, por quedarte parado y conformarte, aunque prefiero la opción de rebasar lo manido e instalarme en una superficie inédita. ¿Lo consigo? No lo sé, y eso me impulsa a continuar las pesquisas. Aquí ya entraríamos en qué es un literato, y prefiero no entrar en el tema porque sería bastante ácido. Lo que sí puedo decir es que la literatura tiene, como cualquier construcción, una base que es la tradición, útil y necesaria, magma heterogéneo que posibilita una pluralidad en ocasiones escasa porque corremos el riesgo de ser prisioneros de tópicos que suelen abordarse o con demasiada cautela o mediante su aligeramiento, error fatal que conduce al desconocimiento.





2- ¿Por qué escribimos?
Yo escribo por necesidad, no sé qué diría otro, en mi caso concreto existe una energía que canalizo a través de las palabras. Los vocablos logran excitarme y relajarme al mismo tiempo. No suelo pensar mucho el motivo de mi dedicación, es como si la llevara incorporada en mi ADN.

3- ¿Cuándo empezaste a escribir? Y, ¿por qué empezaste a escribir?
Sería muy bonito decir que escribo desde que tengo uso de razón. Desde siempre he tenido una gran memoria, lo que seguramente ha propiciado la necesidad de exprimir conceptos y relacionarlos para liberar mi cerebro. Que quede claro que estoy respondiendo así sin determinar nada que sea cierto al cien por cien, una entrevista puede ser diferente en función del día que me preguntes. No creo que mañana respondiera lo mismo. 
Mi primer gran recuerdo de la escritura es una redacción de la escuela. Leíamos los textos en clase e inventé un personaje que se llamaba la marmota martell, una especie de superhéroe infantil. Llevaba un jersey rojo y guardaba cierto parecido con el perro risitas, que era mi dibujo animado favorito.
Más tarde recuerdo que gané un premio de narrativa en el instituto, pero por aquel entonces mi pasión era la Historia, quería ser historiador. A los diecinueve años escribí un poemario que aún corre por casa, una obrita que hasta presenté, la ignorancia es muy atrevida, a Edicions 62, quienes de todos modos tuvieron buenas palabras para mis versos. Luego me fui dos años a Roma y escribí un dietario de viaje que sí espero publicar algún día y empecé dos obras de teatro que tenían algo de absurdo aunque sus temas eran muy pretenciosos, algo, creo, propio de una edad donde trabajaba en el Instituto español de Arqueología e Historia de la Ciudad Eterna, lo que conllevaba estar todo el santo día entre mitos y grandes personajes de la Antigüedad. Me enseñaron mucho, quería dedicarme a ellos porque ayudan a comprender la esencia.
En fin, terminé la carrera en marzo de 2002 y me tomé medio año de pausa. Seguí leyendo mucha Historia Antigua y, de repente, me puse a escribir relatos como un poseso. Quizá ese fue el verdadero inicio. ¿Existe eso?

4- Tengo una curiosidad de siempre y sabiendo que tú de Historia sabes un mundo, te quiero preguntar sobre esto. La cuestión es que siento que no es lo mismo escribir desde Barcelona que desde Madrid o desde Berlín o desde un pueblo costero, etc. Siento que la geografía desde donde se escribe, por el clima y todo el entorno, no sé, dan literaturas diferentes, bueno, aquí todo se enlaza porque las personas somos algo diferentes dependiendo dónde estemos, claro, por todo lo cultural porque el entorno nos crea, pero al caso de la literatura, es curioso cómo varía leer un libro del norte de Europa o uno del sur, por ejemplo, y ya no hablemos de sitios bien distantes como de un libro de un escritor de Europa Occidental a uno de un escritor japonés, por decir algo. ¿Por qué varía tanto el pensamiento de una zona a otra y cómo se refleja y cómo influye la literatura en la formación de las sociedades?
Creo que el espacio determina nuestra forma de actuar y configura la mentalidad. Me pillas en una etapa muy benjaminiana, algo que seguramente es natural porque la genialidad del filósofo alemán es un manantial de lucidez que puede ayudar a cualquiera, pero vaya, siempre he pensado que no piensa igual un habitante de Barcelona que uno de París o de Roma. Es curioso meditar sobre el tema. París sufrió su reforma urbanística a partir de 1850 y Barcelona derribó sus murallas cinco años más tarde para crear el ensanche, lo que convirtió a la ciudad que nos acoge en un lugar esquizofrénico con una identidad ordenada, suiza, y otra caótica que aún hoy en día respira, aunque con pulso relativamente leve. Por ejemplo, ahora Barcelona está en un proceso de transformación maravilloso que se ve más en su facción subterránea. Esa transformación parte de un cambio demográfico que ha traído a nuestras tierras una variedad de nacionalidades que propicia la riqueza de la diversidad, y no, no soy el alcalde de la ciudad. Hablo en serio. Un fenómeno así permite que tengamos más brújulas, quizá por eso, también por la crisis, los nacionalismos ahora son así de tozudos, porque no asumen la realidad de un mundo cambiante que debería ir a la integración total, una palabra de todos modos muy peligrosa.

Pero volviendo, aunque nunca nos hemos ido del tema, la Historia demuestra que no puedes entender un autor o una obra sin el contexto, multiplicidad de aspectos que abarcan religión, cultura, urbanismo, arte, costumbres, política... Estas facetas terminan por conformar una argamasa sólida y voluble al mismo tiempo. ¿Por qué en el Paris de 1848 surgió un Baudelaire que no encontramos en la Barcelona de 1855? Posiblemente porque ellos ya habían superado una fase histórica, tenían más clase media e iban en un tren con vagones repletos de excepcionalidad. Lo diferente en Barcelona, al menos hasta que surgió la figura de J.S. Papasseit, se expresaba con coordenadas demasiado románticas que adoptaron ropajes tendientes a perseguir retos de identidad, fuera ésta rural o urbana. Aquí he pensado en Víctor Català y Narcís Oller. Lo que hacían era lícito porque era un fiel reflejo de su sociedad, si bien su paso iba más lento que el francés o el londinense. ¿Por qué escribe Dickens sobre lo que escribe? Piensa en el Londres del Ochocientos. Luego hay mentes que vuelan más allá. Las que residían en Barcelona, por una lógica burguesa de formación y voluntad de europeizarse, agradecían la educación y luego emigraban. El paradigma es Picasso, que de todos modos no deja de ser, y perdóname si divago así, un caso concreto porque otros como Casas o Miró si volvieron al nido.

Otro dueto interesante en esta cuestión es el de Wagner y Verdi. Nada más alemán, nada más mediterráneo. Darían para ocho ensayos, pero esto es una entrevista, no una lección de Historia de la cultura europea, que siempre me fascina más y más, sobre todo el tramo que media del último Setecientos hasta la Primera Guerra Mundial.






5- Lo mismo pero en el tiempo, no es lo mismo escribir desde este año en que estamos que hace mil años, evidentemente. Lo curioso es que la literatura deja ver el tiempo del escritor pero a su vez la literatura crea el entorno en el que el propio escritor escribe, se mete en nuestro imaginario y nos hace ser o no ser de tal cual manera. Literatura y pensamiento. Cuéntanos un poco más sobre ello pero desde la óptica del tiempo... 

Seré tramposo con esta pregunta y la enlazaré con la anterior. ¿Qué pasó en Europa Central para que se perdiera la excelencia cultural que suponía el Imperio Austrohúngaro? Lo mediático privilegia París, pero debería prestarse más atención a la Viena del siglo XIX y principios del XX. ¿Por qué? ¡Acogía a un crisol de nacionalidades excepcional en muchos campos de la creación! La suma de las partes genera la totalidad y el espíritu de su tiempo. Citemos algunos nombres para demostrarlo: Freud, Mahler, Klimt, Loos, Strauss, Wittgenstein, Schnitzler, Zweig, Roth y un largo etcétera al que podríamos añadir, entre otros, a Kafka e Italo Svevo, que desde Praga y Trieste participaban de esta cultura en alemán. El imperio propicio un gran alud creativo desde la maldita neurosis de una sociedad marcada por el padre, simbolizado en el eterno Francisco José II y su reinado de 68 años de duración, que, sin embargo, tenía una libertad total.
Stefan Zweig en El mundo de ayer habla de que en esa época viajaba por Europa sin pasaporte. Al terminar la Primera Guerra Mundial el crisol se dividió en muchos países que adoptaron medidas económicas proteccionistas, limitando los intercambios culturales, fragmentando la diversidad al encerrarla en limes concretos. Más tarde, con el Holocausto y los desplazamientos posteriores a la Segunda Guerra Mundial ese universo se hizo añicos. Erosión del tiempo y la acción de los hombres.
La pregunta asimismo me sirve para entender mejor que parte de mi proceso no puede entenderse sin esta mezcla. La literatura no debe ser sólo literatura, un creador debe tener referencias que traspasen su ámbito y dejarse empapar por otras disciplinas, de otro modo puede que su camino sea monótono, lineal y demasiado determinado por cuatro puntos cardinales. Las brújulas, volvamos a ellas, deben tener más direcciones, los ángulos y el tiempo son nuestras invenciones, así que podemos ampliarlas si así nos conviene.

6- Por tocar los huevos un rato, ¿qué es la poesía?

No lo sé, poesía también es todo. Volvemos otra vez al principio de la charla. En mi opinión la poesía es un arte que envejece muy mal porque la mayoría de los que lo practican se empecinan en repetir fórmulas, y con ello no digo que tengamos que pixelar versos o sacarnos de la manga cuatro chorradas. Me refiero a que sus coordenadas de solemnidad siguen alejándola del público, lo que produce que un mundo minoritario siga siéndolo por los siglos de los siglos amén. Si todo es poesía debería ser posible darlo a entender a un colectivo más amplio. Me cansan los temas de siempre, me aburren soberanamente, y me desespera ver que se perpetúan. Después de dos mil años de poemas de amor, por poner un ejemplo claro y meridiano, ya no me emociona ninguna composición que hable de ello en la actualidad. En ocasiones la gente dice que mi poesía es rompedora. No lo creo, pues al fin y al cabo cojo elementos que están ahí y los uso en función de lo que mi mente genera desde una estructura y una serie de ideas.
La poesía es un maná inagotable que no se exprime como deberíamos. Esa sería una posible definición, e insisto en lo de una. ¿Conocemos todos los lugares del mundo aptos para perforar petróleo?




7- Estás escribiendo muchísimo y consigues registros variadísimos, no es lo mismo leerte un artículo que una novela que un poemario. Casi parecieran autores diferentes. Por ejemplo el tono de tu novela José García es increíble, casi no tiene que ver con tus poesías o tus disertaciones, hay un salto ahí que quien te lea con frecuencia notará, ¿es algo consciente? Es decir, como si te dijeras: “Estoy escribiendo una novela y voy por otro lado, y ahora una poesía y cambio el chip” No sé, coméntanos sobre tu proceso de escritura.

No es consciente porque no pienso en ello. Sí es cierto que no me gusta repetirme, y te puedo asegurar que lo hago, algo bien normal porque cualquier creador tiene intereses concretos, tanto temáticos como formales. Sin embargo no percibo que exista una voluntad de cambiar registro. Si algún animal leyera todo lo que he escrito detectaría muchas coincidencias repartidas en prosa, poesía y ensayo, seguro. Existe una determinación de aceptar que cuando alcanzo un límite no puedo seguir con él, debo ir más allá, de otro modo me aburro como una ostra, no soy una máquina taylorista.

8- Loopoesía... es un espectáculo totalmente diferente. Casi underground por colgarlo de una etiqueta. Sé que no sientes que sea caótico porque tú lo planificas y todo está encajado, pero la recepción es como si a uno le dispararan mil veces y no supiera por dónde. Hay de todo, poesía, música, arte escénica, carisma a más no poder, historias, anécdotas, no sé, ¿cómo demonios se te ocurrió esto?

Loopoesía nació porque escribí una suite poética que se titulé Las nocheviejas del patriarca. Me interesó musicalizarla y hablé con Neill Higgins para que lo hiciera. Me pareció un coñazo integral presentar el proyecto así a pelo, música y versos, por lo que opté por doblar la apuesta y añadir audiovisuales, escenografía e interpretación en el escenario, algo fantástico, porque descubrí que soy adicto a las tablas y al micro, algo que me pone a mil, me transforma y quizá exprese como nada el verdadero Jordi. Luego, ya son cuatro años y muchos experimentos, el proyecto creció solo, pasó del delirio de 2009 y 2010 a un punto de inflexión en la época de la bailarina Laura Fillola, cuando me di cuenta, y es justo mencionar que ella fue parte importante del proceso, que debía tomar las riendas, estructurar mejor las partes para transmitir lo que quería al público y así poder soltarme más, porque si algo está bien montado, con pautas milimétricas, confiere una libertad letal en sentido positivo. Ahora mismo estoy montando el show de 2013 y creo que estoy culminando otra fase del proyecto. Si el futuro me sonríe me gustaría que un día Loopoesía se desarrollara sin mi persona en el escenario.



9- Cuando entrevisto a gente que se desenvuelve en varios campos siempre le pregunto lo mismo, creo que es una manera de definirse y de pensarse a uno mismo, ¿dónde te sientes más cómodo de todo lo que haces?
Siempre digo que me resulta más fácil escribir poesía que narrativa, aunque eso es falso, porque también me encanta la prosa. Me parece, aunque parezca increíble, más exigente y es un campo en el que me gustaría profundizar más, sobre todo en intentar dar a la novela otro aire que quizá beba del ensayo. Tengo en mi cabeza la idea de una obra teórica que seguramente termine fundiéndose con un texto de ficción.
Respondiendo, ahora sí, a la pregunta, creo que donde me siento más cómodo es con los versos y Loopoesía, porque son muchos hijos en uno y los expongo con energía y con el objetivo de acercar lo poético a un público más amplio.

10- La radio... ¿cómo la vives? Es otro registro tuyo y claro, también diferente. ¿Cómo surgió y qué quieres o puedes ofrecer desde este ámbito? Y anécdotas, por favor, de tus mejores momentos o de lo que quieras.
La radio es un bien casi divino. Llegué a ella después de idear Matar en Barcelona. La Antología la coordiné con Ana S. Pareja, editora de Alpha Decay, pero la idea era mía, salió de una columna de Bcn Week donde quise dar un enfoque diferente a la crónica negra. La idea interesó a Toni Martínez, antiguo director de las noticias del Guiñol, y un buen día me contactó la cadena SER para que llevara una sección semanal de crímenes barceloneses. Duró un año y no se alargó porque en septiembre de 2010 la crisis ya les afectaba y largaron a los colaboradores. Al cabo de un día, desesperado, me volvió a sonreír la fortuna y Radio Nacional, concretamente Radio 4, me contrató para llevar una sección cultural en el Laberint de Rosa Gil, con la que colaboro desde entonces y espero que siga siendo así durante muchos años.
Obviamente me gustaría crecer y tener mi programa, no sé si de entrevistas o de cultura desde una vertiente pedagógica, aunque también creo que me encantaría llevar un programa surrealista, lo pensé para Loopoesía, una emisión radiofónica que fuera una locura pura y dura que ahora puede verse sólo en parte en mis colaboraciones de Todos somos sospechosos de Radio 3 junto a Laura González.



11- ¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de las letras? No tanto cómo empezaste a escribir que ya está dicho, sino cómo te metes de lleno en las publicaciones, la radio, los espectáculos, los eventos. Cuenta.
Me meto de lleno porque no sé estar quieto y me gusta probar todo lo que me ofrece mi campo profesional, y ya lo hemos comentado, el límite lo pone cada uno. Me metí de lleno de una manera muy progresiva que ahora puede sorprender. Cuando tenía veintipocos no existían redes sociales ni los mecanismos actuales, no podía sacarme fotos, aunque eso tampoco hubiese dado resultado. Escribí dos novelas en catalán, las publicó una modesta editorial de Girona y así empecé. Luego, por eso siempre digo que la paciencia es una virtud que todo el mundo debería privilegiar mucho más, llegó un estallido con Matar en Barcelona y Paseos Simultáneos, un poemario que para mi supuso un antes y un después porque desterré una forma de entender la totalidad y me adentré en otra senda. Quiso el destino, que al fin y al cabo suele ser fruto del trabajo, que esas dos publicaciones se juntaran con el inicio más serio de una labor crítica y un afán fuerte de volcarme en la literatura, pero oye, yo hago mil cosas sí, lo que no significa que viva de ello, pues lo que me da mi mayor estipendio son clases en centros culturales. Piano piano si va lontano.

12- Y por supuesto y creo que ya será la última vez que lo pregunto: ¿Qué es para ti lo maldito?
Ahora lo maldito es una pose, antes era un desafío, sigue siéndolo, sólo que la masificación impide detectarlo. Digo tonterías. Piensa en Rimbaud. Lo descubrieron mientras estaba en África y había dejado de escribir desde hacía más de un decenio. Ahora el malditismo es un producto de marketing que no me creo. Para valorar la obra de un creador, para descubrirla en su esencia debe pasar tiempo. De aquí diez años si quieres volvemos a montar una entrevista y verás como de la pléyade de nombres actuales queda menos que nada. Se piensa demasiado en modo McDonald’s y muy poco desde la voluntad de edificar con conciencia. Es bestia decirlo, pero al estar en una época de cambio, que me recuerda a lo que ocurrió en Europa a principios del siglo XX, puede que en un lapso muy breve de tiempo el terremoto sea tan grande que debamos replantearnos nuestra escala de valores de pe a pa. Entonces será el momento de responder bien a esta última pregunta, no antes.









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