lunes, 11 de febrero de 2013

Diálogo con Patricio Pron en Sigueleyendo





Diálogo con Patricio Pron, por Jordi Corominas i Julián

La vida interior de las plantas de interior es el título del último libro del escritor argentino Patricio Pron. Llego a la sede de Random House en Barcelona, enseño mi documentación, subo hasta el séptimo piso y sí, me encuentro al autor de El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia casi recibiéndome junto a Eva, la jefa de prensa. Nos saludamos, intercambiamos cuatro palabras y nos dirigen a una sala tranquila para que charlemos sin ruido, que llega por el camino cuando Patricio choca con un archivador mal colocado en una estantería y se masca la tragedia. Por suerte, nada pasó, pero aún nos esperaba el colofón del absurdo. Al llegar a la habitación nos sentamos. Preparé mis cosas, deposité la grabadora en la mesa y Eva nos dio un par de botellas de agua. Al abrir la mía me percaté demasiado tarde de que ya estaba abierta, por lo que la mesa se convirtió en un Pollock líquido improvisado.

Tanto golpe y desastre de la nada preludiaba una serie de catastróficas desdichas que, al final, no aparecieron. Antes de darle al play, Patricio y un servidor calentamos motores intercambiando pareceres sobre el estado actual de la crítica literaria. Ese, y ningún otro, es el motivo por el que el diálogo se inicia in media res. ON.

Jordi Corominas: A veces ves mucho tipo de crítica joven que deriva hacia una cierta banalización.

Patricio Pron: Tengo la impresión que ese tipo de crítica tiene su validez y su espacio. Desde luego debemos estar atentos a ella. Se ha desplazo del ámbito de los libros a otro de tipo más generalista, de crítica cultural. Desde luego esto no es malo…

Pero tampoco creo que, en muchas ocasiones, alcance el nivel de crítica cultural.

No, no alcanza si no se tiene una formación literaria. En los últimos tiempos aquello que se reclama a un crítico literario excede el ámbito de los libros, y existe esta percepción en jóvenes críticos, que desplazan su atención de los libros a otros ámbitos. Puede que ahí haya algo, a mi me cuesta mucho verlo, pero creo que en cualquier caso estos esbozos de crítica provenientes de autores muy jóvenes tienen su sitio y, como todas las señales de algo que está comenzando, no pueden ser juzgadas objetivamente. En algún momento cristalizará en una producción muy valiosa y de la que aprenderemos mucho, pero ahora mismo sacar conclusiones sería prematuro. A menudo me fijo en los índices de las antologías periódicas en las que colaboraba cuando empecé.

Hasta sale en un relato del libro, el del escritor vivo. 

Estos índices dan miedo, y mucha pena, porque muestran de qué forma aquellos escritores que empezaron muy bien quedaron atrás, o sencillamente están produciendo en silencio. Y te preguntas mucho qué hicieron, y también me pregunto qué hice yo para que no me haya sucedido esto a mí.

Una mezcla entre constancia, adquirir un estilo propio…

Sí, es posible. También hay otros factores. Factores principalmente personales como no tener hijos, no tener que cargar con una familia…

Es curioso porque En la vida interior de las plantas de interior hay una ligera obsesión del hijo de escritor como desgaste.

Sí, pero mi actitud es un poco más ambigua. Ahora mismo no tengo hijos, quizás algún día los tenga, no lo sé, pero el hecho es que estoy rodeado de escritores con niños y he visto cambiar su actitud, no sólo para con su existencia, sino más bien en relación a su oficio literario desde que son padres.

Una cuestión de prioridades.

Les ha hecho bien tener niños, puso las cosas en su lugar. Creo que pienso en las listas de jóvenes promesas porque en los últimos tiempos ya no me ven así, ni como un autor que comienza.

¿Y cómo crees que te ven?

Bueno, al menos cierto sector de la crítica me considera un valor establecido de alguna forma. Es algo muy reconfortante, la demostración de que algunas cosas han salido bien contra todo pronóstico pero, sin embargo, y esta es una de las razones por las que he pensado en ello, no me veo muy diferente a como era cuando comencé. Me considero comenzando de forma más o menos permanente.

Cada libro es una evolución del anterior. 

Sí, y cada uno es la oportunidad de enmendar tus errores pasados y hacerlo bien por primera vez. Para un autor que huye de su propio pasado, como yo, no existe nada que podamos llamar la sensación de estar consagrado.

En tu caso el cuerpo narrativo de tu obra no puede entenderse sin tu discurso teórico, y eso te da unas tablas que quizás otros escritores de tu generación no poseen. 

Dedico buena parte de mi tiempo útil a leer y escribir, lo que inevitablemente deja algún tipo de poso. No sé si los demás lo hacen. En mi caso no existe una gran diferencia entre el tipo de producción crítica y la de ficciones.

Son vasos comunicantes.

Provienen de una misma subjetividad y son el resultado de que, cuando me siento a escribir ficciones, casi siempre pregunto con una pregunta de alguna índole. En la vida interior de las plantas de interior el interrogante era si podía escribir un relato con personajes muy distantes, geográfica y temporalmente, que estuvieran vinculados por el uso de un objeto pueril. ¿Qué nos dicen estos vínculos en relación a lo que denominamos literatura realista?



En este sentido pensé en Perec y Vila-Matas por aquellos intentos de agotar un lugar. En tu caso no agotas el lugar pero a partir de las concatenaciones lógicas agotas el origen de un objeto cotidiano. 

No lo había pensado así, pero creo que tienes razón. Hay un intento de hablar de ciertas cuestiones de las que se habla mucho y constituyen los temas principales de la literatura. Mi intención es no caer en lo convencional, ensayar maneras de hablar de estas cuestiones de forma que se puedan producir nuevas significaciones. Creo que hay, tanto en Perec como en algunos de mis libros, un intento de pensar y trascender la soledad de los personajes o incluso de ir más allá de una cierta visión rutinaria de la literatura que presente a los personajes más bien aislados. En el caso de Perec demuestra que una enorme cantidad de personas, que no tienen vínculos entre ellos, comparten un mismo espacio. En mi caso los personajes comparten una determinada cantidad de objetos. Supongo que hay una propuesta de vuelta de tuerca a la cuestión de la literatura social.

Y dar la vuelta de tuerca a cómo percibimos en literatura la velocidad de los espacios. A principios de siglo XX Manhattan Tranfer, Ulises o la película Berlín sinfonía de una ciudad mostraban a los ciudadanos ocupando espacios, pero la ciudad era la verdadera protagonista. En cambio ahora la ciudad ha perdido su importancia por la misma globalización, y tú lo expresas en los relatos. Un objeto nace en Brasil o China, pasa por un proceso en otro continente y termina en tus manos en Madrid o Barcelona.

Estaba en Santiago de Chile y me pilló una chica que tiene un blog de moda, un fenómeno en ebullición en esas latitudes. Ella me pidió una foto. Le dije que sí, y me pidió que completara una ficha con el origen de la ropa. Al enumerar la procedencia de las prendas tomé conciencia que ninguna de ellas había sido producida ni donde me encontraba ni donde vivo habitualmente.

Es una experiencia directa que luego plasmas en los relatos del libro. 

Sí, pero también hay una pregunta posterior vinculada con cómo narrar el presente histórico, que es particularmente turbulento y del que se nos ofrecen dos versiones diferentes y en consecuencia complementarias.

Mezclar lo grande con lo pequeño, algo que siempre ha hecho la literatura, pero creo que ahora mismo, al menos en Europa, tiene problemas para conjugar ambas cosas.

Es un presente relativamente novedoso en Europa. No porque no existieran crisis en el pasado, más bien que las anteriores se encuentran alejadas en el tiempo como para que las formas de narración hayan sido olvidadas. Estas dos maneras complementarias de narrar el presente histórico no dan cuenta realmente del hecho que la imbricación de los fenómenos colectivos e individuales es mucho mayor de lo que suponemos. De manera que algunos de los relatos de La vida interior de las plantas de interior estaban pensados para sostener esta pequeña hipótesis personal. Comenzando por El cerco, que comienza con una anécdota banal, y va de lo microscópico, las larvas que están en el interior del perro, y luego accede a una instancia donde hay una visión global.

Es una forma de mostrar, no la crisis, sino más bien las crisis del presente. Aquí en España se habla mucho de la novela de crisis, y  parece que tengamos que privilegiar la narración de la económica, que es una instancia superior a nosotros. En cambio creo que con los relatos reflejas lo que denomino las crisis de la crisis: la moral, ética, banalidades con un poso de profundidad detrás…

En España se cree con demasiada frecuencia, por una razón o por otra, que existe una escisión entre la sociedad y los sujetos individuales, soslayando que son los sujetos individuales los que conforman la sociedad. Esta escisión es muy notable, y peligrosa. Además, afecta a las novelas de la crisis, un fenómeno muy reciente que me parece singular por aplicarle un adjetivo bondadoso, entre otras cosas porque si la crisis es de la magnitud que se nos dice que es, y tengo la impresión que la alcanza y eventualmente la supera, esta permeará todos los productos literarios que se realicen en este período histórico, incluyendo la lista de la compra que es el primero de los textos afectados por la crisis. Me parece que hay una visión bienintencionada pero errónea de la sociedad, que o bien oculta una cierta ignorancia de los procesos sociales por parte de sus autores, o bien una especulación de índole comercial, como si ahora que se habla tanto de eso algunos escritores se volcaran a escribir sobre ello porque toca.

Algo que no me parece que sea tu motivación a la hora de escribir.

Sin embargo creo que algunos de los relatos del libro tienen un carácter contemporáneo y una dimensión política.

Lo cotidiano es político, es una premisa fundamental que olvidamos con demasiada frecuencia. 

Una parte de estos relatos hablan de los vínculos que se establecen entre personas, los cuales en sustancia son muy políticos, pero también dan cuenta de momentos donde estos personajes se ven impedidos a ejercer el juicio moral.

Callan muchas veces, piensan en lo obvio, pero sólo lo piensan, no lo plasman.

Todos buscan una especie de salvación, entendido esto como la posibilidad de dejar atrás hechos trágicos de su pasado. Y lo buscan en diferentes sitios, algunos de ellos en la religión, y este, de alguna manera es un libro muy religioso.

El relato Un jodido día perfecto sobre la tierra es muy simbólico en el sentido que mencionabas, con el narrador subiendo unas escaleras a la espera de llegar a una nueva puerta, en ese sentido sí que existe una salvación. En cambio, muchos otros personajes, se quedan en un punto de no retorno, un abismo donde no hay esperanza.

Posiblemente el relato de la actriz porno, Nuevo orden en la última lluvia, es el único en el cual no hay salvación posible. Sin embargo, creo que en los otros los personajes acceden a una instancia donde aquello de lo que huían parece dejar de producir efectos en su presente, ya no los alcanza.

Como cambiar nuestros yoes, algo que hacemos permanentemente.

Algunos personajes recurren a operaciones que pueden estar enmarcadas en cierta magia animista del tipo querer vivir otra vida, lo que les conduce a apropiarse de objetos de una persona con otra vida y a partir de ese objeto quieren construir la ficción de otra existencia.



Eso es claro en el relato del bloguero que se apropia de la identidad virtual del escritor que admira. Además ese relato es central porque se enlaza con los otros relatos literarios que tejen uno de los temas centrales de La vida interior de las plantas de interior, libro que por otra parte recorre de manera sutil varias temáticas. 

Me alegra que digas que está claro, sin embargo nunca está claro para mí. Los autores somos pésimos críticos de nosotros mismos, y la percepción de nuestro trabajo está absolutamente viciada por la proximidad. De modo que, cuando se presenta la posibilidad de armar un libro de relatos te das cuento de afinidades, vínculos y obsesiones que no creías que recorriesen una producción bastante diversa y muy extendida en el tiempo. El hilo conductor de los relatos que hablan de literatura se me escapaba, no lo percibí mientras trabajaba.


Todos estos relatos no nacen con una idea de unidad entre ellos, pero al ver el ensamblaje, notas relaciones, desde los perros a las mujeres, pasando por el porno y hasta llegar a la literatura. Además todo vira de lo pequeño a lo grande. 

En buena medida sí. Son minúsculas y muy triviales sorpresas que se producen cuando conformas el libro, y que muy posiblemente otros autores procuren reprimir. Por mi parte no lo hice con la expectativa de que esto que era sorprendente para mí lo fuese también para algunos lectores. El tipo de cosas que me interesan son cosas que son el resultado de una disociación entre los propósitos iniciales y su realización. Si en aquello que media entre lo que pretende hacer y lo que hago finalmente no se produce una sorpresa o desviación doy mi esfuerzo por malogrado.

Buscas epifanías dentro de un  proceso.

Y sobre todo procuro que la literatura que escribo produzca en mí el mismo tipo de impresiones que provocan otros textos que han sido relevantes. Que lo que escribo me alce por encima de mi modesta altura y me conduzca a un sitio que no conocía. Si no es así siento que he fallado, que no lo he hecho bien, que he reducido el marco de posibilidades.

Una negación del conformismo. 

Claro. Hay autores que admiro mucho que son estilistas y escriben una vez tras otra el mismo libro.

Ayer hablaba con Matías Néspolo de poesía y hablábamos que con el transcurso de los libros perdemos la inocencia. Sin embargo, coincidíamos que el objetivo de todo literato debería consistir en franquear umbrales, no repetirse y crecer. 

Me gusta que lo digas porque a veces me siento bastante solitario al sostener este tipo de ideas. También es legítima la labor de aquellos autores que se consideran estilistas y quieren aproximarse una vez tras otra a un libro ideal que sería todo lo que tienen que decir acerca de la literatura y de la vida. En otras circunstancias le negaría todo valor a ese tipo de propuestas, pero son muy legítimas y han llegado a producir monumentos como A la búsqueda del tiempo perdido.

La suerte de la literatura es que hay muchas literaturas. ¿Usas más los relatos como campo de pruebas? Me refiero a si usas los relatos para afianzar descubrimientos que luego explotas más en las novelas. 

También lo practico en las novelas. Si has leído El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia habrás observado que hay al menos un intento de ensayar y echar por tierra buena parte de los géneros que se utilizan para narrar cierto tipo de acontecimientos. Podemos discutir si el intento es fallido o logrado, pero también hay un intento por probar nuevas cosas.

Se desarrollan de manera distinta. 

Una novela te permite ensayar una voz narrativa y profundizar en ella durante un cierto período de tiempo. Por el contrario, los libros de relato te ofrecen la oportunidad de ensayar, de jugar con muchas voces narrativas que, por su naturaleza, deben desplegarse en un espacio reducido de tiempo. Ambas formas requieren habilidades diferentes por parte del autor y ofrecen satisfacciones distintas. Desde luego es mucho más conveniente ensayar una voz narrativa en un relato breve, pues si el experimento falla has perdido menos tiempo. De todos modos si ello sucediera creo que me negaría de plano a admitirlo.

Hay muchos relatos que lees y tienes la sensación de hallar en su seno una futura novela. En tu caso creo que, por estilo y técnica, los cierras. No son apuntes para una futura novela.

Tenemos muy poco tiempo. Tengo poco tiempo, estoy enfermo y no puedo disponer del tiempo que querría para desarrollar lo que pretendo, de ahí una perentoriedad y urgencia. Por otra parte prefiero que los crédulos lectores que se toman el trabajo de leer mis libros piensen que los relatos daban para novelas y no que las novelas no daban más que para un relato.








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