De hombres, espacios y mitos:
Secretos de la Segunda Guerra Mundial de Guido Knopp, por Jordi Corominas i
Julián
Guido
Knopp, Secretos de la Segunda Guerra Mundial, Barcelona, Crítica, 2013
Traducción
de Lara Cortés Fernández
Los
aficionados a la Historia saben que el conflicto del que es más fácil encontrar
bibliografía es la Segunda Guerra Mundial. Casi podríamos hablar de millones de
volúmenes dedicados al tema, por lo que sorprende, en principio, dar con un
libro que aborde sus secretos, que son muchos y abundantes como para figurar en
un solo manuscrito.
La
cosa cambia cuando cogemos el libro y descubrimos el libro de su autor. Guido
Knopp es un periodista alemán con una trayectoria que combina lo escrito con
una fuerte preocupación didáctica que impulsa mediante documentales. Desde 1984
es director de la sección de Historia del canal alemán ZDF, donde su apuesta ha
dado frutos sólidos, muy consistentes.
A
principios de este año la Editorial Crítica publicó su Secretos del Tercer
Reich. Ahora saca al mercado los del acontecimiento que marcó el siglo XX, y lo
hace desde una óptica conocida, la de seleccionar episodios muy concretos que
disecciona con precisión quirúrgica.
El
primero de la serie esconde muchas intrigas. Rudolf Hess fue la mano derecha de
Adolf Hitler desde Múnich hasta su misterioso vuelo a Inglaterra. El nazi menos
conocido atesora muchos relatos dignos de ser más investigados. Su devoción
para con su líder no impidió que desde 1940, una vez el Tercer Reich dominaba
todo el continente, pensara en la conveniencia de firmar la paz con el Reino
Unido y establecer un nuevo Status quo europeo que permitiera abordar la
invasión de la Unión Soviética con plenas garantías, sin miedo a un segundo
frente en el Oeste.
El
viaje aéreo de Hess encierra muchas preguntas, entre las que cabe mencionar si
Hitler conocía las intenciones de su lugarteniente, asimismo fascinante por dos
otros motivos: su extraña presencia en los juicios de Núremberg y su supuesto
suicidio con 93 años en la cárcel de Spandau, de la que era el último
prisionero, solo y abandonado en el inmenso recinto berlinés.
Hess
falleció con 93 años. Hitler murió más joven con un historial médico de ciencia
ficción, entre otras cosas por las leyendas que ha generado su salud. ¿Tomaba
drogas? ¿Le inyectaron cocaína en vena? ¿Era de fiar el célebre Doctor Morel? Más
allá del Parkinson de sus últimos años, el dictador nazi tuvo lo que puede
considerarse una mala salud de hierro con ciertos toques paranoicos que ya se
vislumbran con el excesivo efecto que tuvo el gas mostaza que le cerró los ojos
justo al final de la Primera Guerra Mundial. Su impacto fue excesivo,
mostrándonos un futuro canciller con tendencia a obcecarse con sus males hasta
darles una forma alejada de la realidad, como si todo fuera más grave, y lo
mismo ocurrió con sus problemas estomacales que le resolvió Morel diciéndole,
así suelen funcionar las cosas, al paciente lo que quería escuchar.
Se
seguirá discutiendo sobre las dolencias del Führer, quizá no tanto de grupos
especiales de los ejércitos combatientes en la Segunda Guerra Mundial, selectos
grupúsculos encargados de realizar misiones especiales como la que supuso el
rescate de Mussolini en el Gran Sasso, la más famosa operación de este tipo
durante la contienda, aunque no la única. En el capítulo se cuentan las
protagonizadas por los soldados nazis, resistentes hasta el final, tanto que
hasta llegaron a asesinar al alcalde de Aquisgrán elegido por los
estadounidenses en octubre de 1944 tras la liberación de la ciudad.
Otro
aspecto bastante ignorando que trata Knopp es la aventura del submarino U 513,
localizado por un equipo germánico brasileño tras décadas de rastreo en su
búsqueda. Las aguas lo guardarán hasta que su material aguante en el silencio
de las profundidades. El interior de la máquina brinda aún información vital para
entender la trayectoria de una maquinaria asesina porque casi ningún hombre
implicado en la guerra submarina volvió a casa sano y salvo. La mayoría
fallecieron en esa lucha oculta, poco presente en la narración canónica de esos
años, donde la mayor parte de batallas, así nos lo han enseñado, se
desarrollaban desde tierra y aire. El mar no sólo sirvió para el desembarco de
Normandía o los combates contra Japón: su importancia se puede medir desde los
océanos, donde salvajes creaciones de hierro cargadas de torpedos esperaban la
más mínima ocasión para disparar contra el enemigo y desgastarlo a cuentagotas,
factor que hilvana lo acuático con la montaña y el mito de la fortaleza alpina
con el que se clausuran los cinco secretos.
Los
servicios secretos especularon demasiado con la potencia de la fortaleza
alpina. Se la consideraba el último bastión donde el nacionalsocialismo
intentaría aguantar hasta el último suspiro. La idea, descabellada por
completo, fue cundiendo entre las tropas aliadas, y hasta mayo de 1945 se
consideró que las montañas servirían a los alemanes para alargar su agonía
durante meses. Esta teoría quedó desmontada cuando cesaron las hostilidades.
Hitler se suicidó en Berlín y los Alpes, que bien podrían haber servido como
postrer reducto como demuestran las fortificaciones existentes en Suiza,
quedaron como un lugar interesante donde se depositaron innumerables obras de
arte y los yanquis hicieron su agosto reclutando científicos para la causa y a
miembros de los servicios secretos del adversario para afrontar el siguiente
trecho del camino una vez el fascismo cayó derrotado: La Guerra Fría.
Knopp trata
aquello que toca con rigor y puede saciar varios tipos de hambre. Habrá
lectores que lo degustarán contentos por acostarse y saber una cosa más,
mientras otros disfrutarán las investigaciones del teutón, útiles para quienes
ya dominan la materia y desean acceder a estudios más a fondo de los que aquí
se sirve un aperitivo, el acicate para continuar con la curiosidad y ampliarla
con títulos más específicos.
1 comentario:
Buenas, muy bueno el contenido de la información segunda guerra mundial. Me encatan este tipo de blogs y su contenido, sigue así!
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